El Espejo de Matsuyama
El Espejo de Matsuyama
El Espejo de Matsuyama
es
El espejo de Matsuyama
Obra:
Autor: (Anónimo)
Tipo de texto: Narrativo
Un día, el marido tuvo que viajar a la capital para resolver unos asuntos y, ante el temor de
la mujer por un viaje tan largo y a un mundo tan desconocido, la consoló con la promesa de
regresar lo antes posible y de traerle, a ella y a su hijita, hermosos regalos.
Después de una larga temporada, que a ella se le hizo eterna, vio por fin a su esposo de
vuelta a casa y pudo oír de sus labios lo que le había sucedido y las cosas extraordinarias que
había visto, mientras que la niña jugaba feliz con los juguetes que su padre le había comprado.
-Para ti -le dijo el marido a su mujer- te he traído un regalo muy extraño que sé que te va a
sorprender. Míralo y dime qué ves dentro.
Era un objeto redondo, blanco por un lado, con adornos de pájaros y flores, y, por el otro,
muy brillante y terso.
Al mirarlo, la mujer, que nunca había visto un espejo, quedó fascinada y sorprendida al
contemplar a una joven y alegre muchacha a la que no conocía. El marido se echó a reír al ver la
cara de sorpresa de su esposa.
-Veo a una hermosa joven que me mira y mueve los labios como si quisiera hablarme.
-Querida -le dijo el marido-, lo que ves es tu propia cara reflejada en ese lámina de cristal.
Se llama espejo y en la ciudad es un objeto muy corriente.
La mujer quedó encantada con aquel maravilloso regalo; lo guardó con sumo cuidado en
una cajita y sólo, de vez en cuando, lo sacaba para contemplarse.
Pasó el tiempo y la niña se había convertido en una linda muchacha, buena y cariñosa, que
cada vez se parecía más a su madre; pero ella nunca le enseñó ni le habló del espejo para que no
se vanagloriase de su propia hermosura. De esta manera, hasta el padre se olvidó de aquel espejo
tan bien guardado y escondido.
Un día, la madre enfermó y, a pesar de los cuidados de padre e hija, fue empeorando de tal
manera que ella misma comprendió que la muerte se le acercaba. Entonces, llamó a su hija, le
pidió que le trajera la caja en donde guardaba el espejo, y le dijo:
-Hija mía, sé que pronto voy a morir, pero no te entristezcas. Cuando ya no esté con
vosotros, prométeme que mirarás en este espejo todos los días. Me verás en él y te darás cuenta
de que, aunque desde muy lejos, siempre estaré velando por ti.
Al morir la madre, la muchacha abrió la caja del espejo y cada día, como se lo había
prometido, lo miraba y en él veía la cara de su madre, tan hermosa y sonriente como antes de la
enfermedad. Con ella hablaba y a ella le confiaba sus penas y sus alegrías; y, aunque su madre
no le decía ni una palabra, siempre le parecía que estaba cercana, atenta y comprensiva.
Un día el padre la vio delante del espejo, como si conversara con él. Y, ante su sorpresa, la
muchacha contestó:
-Padre, todos los días miro en este espejo y veo a mi querida madre y hablo con ella.
Y le contó el regalo y el ruego que su madre le había hecho antes de morir, lo que ella no
había dejado de cumplir ni un solo día.
El padre quedó tan impresionado y emocionado que nunca se atrevió a decirle que lo que
contemplaba todos los días en el espejo era ella misma y que, tal vez por la fuerza del amor, se
había convertido en la fiel imagen del hermoso rostro de su madre.
Desarrollo de las sesiones
Sesi?n 1
1. Presentaci?n del texto - 2. Escuchar el audio con el modelo de lectura a la vez que se
lee. Atenci?n a la prosodia- 3. Resolver dudas de vocabulario - 4. Lectura guiada - 5. Lectura
individual - 6. Anotaci?n en ficha de registro semanal
Sesi?n 2
Sesi?n 3
1. Escuchar el audio con el modelo de lectura a la vez que se lee - 2. Lectura individual
cronometrada por el padre - 3. Anotaci?n en ficha de registro semanal. 4. C?lculo de Velocidad
lectora: (palabras del texto x 60) / Segundos empleados - 5. Actividades de comprensi?n lectora.