ANEXO 6 27022012 Prospeccion Arqueologica Rev 0
ANEXO 6 27022012 Prospeccion Arqueologica Rev 0
ANEXO 6 27022012 Prospeccion Arqueologica Rev 0
FEBRERO DE 2012
ANEXO 6
ESTUDIO DE ARQUEOLOGÍA
Presentada por:
Desarrollado por:
CARACTERIZACIÓN AMBIENTAL i
SEPTIEMBRE 2011
INDICE
1. INTRODUCCIÓN ..................................................................................................... 3
2. DESCRIPCION DEL PROYECTO ............................................................................... 4
3. OBJETIVOS ............................................................................................................ 5
4. METODOLOGÍA ...................................................................................................... 6
5. RESULTADOS ......................................................................................................... 7
5.1 Caracterización del área del proyecto según los antecedentes bibliográficos ............ 7
5.2 Desarrollo de la Prospección ........................................................................... 23
5.3 Resultados de la Prospección .......................................................................... 24
6. CONCLUSIONES ................................................................................................... 46
7. RECOMENDACIONES ............................................................................................ 47
8. ANEXO FOTOGRÁFICO ......................................................................................... 48
8.1 Área de influencia directa (AID) ...................................................................... 48
8.2 Área de influencia indirecta (AII) ..................................................................... 58
9. BIBLIOGRAFÍA .................................................................................................. 102
FIGURAS
Figura 1: Localización general del proyecto ........................................................................ 4
Figura 2: EP 1, Línea de transmisión eléctrica Cabo Leonés ................................................ 35
Figura 3: EP 2, 3 y 4 Línea de transmisión eléctrica Cabo Leonés ........................................ 36
Figura 4: EP 5 Línea de transmisión eléctrica Cabo Leonés ................................................. 37
Figura 5: EP 6, 7, 8 y 9 Línea de transmisión eléctrica Cabo Leonés .................................... 38
Figura 6: EP 10, 11 y 12 Línea de transmisión eléctrica Cabo Leonés .................................. 39
Figura 7: EP 13 Línea de transmisión eléctrica Cabo Leonés ............................................... 40
Figura 8: EP 14, 15, 16 y 17 Línea de transmisión eléctrica Cabo Leonés ............................. 40
Figura 9: EP 18 y 19 Línea de transmisión eléctrica Cabo Leonés ........................................ 42
Figura 10: EP 20, 21, 22 y 23 Línea de transmisión eléctrica Cabo Leonés ........................... 43
Figura 11: EP 24 y 25 Línea de transmisión eléctrica Cabo Leonés ...................................... 44
Figura 12: EP 26 Línea de transmisión eléctrica Cabo Leonés ............................................. 45
Durante septiembre del año 2011 se realizó una primera etapa de estudio de línea de base del
patrimonio cultural tangible del área correspondiente a un parque eólico para la generación de
electricidad a través de una energía alternativa, no convencional (viento). Si bien el predio
alcanza 2.415 Ha, el área de influencia directa del proyecto (caminos y aerogeneradores)
alcanza solo 30 km lineales aproximadamente. Esta área – ya revisada en terreno- incluye
una superficie de 94,2 Ha totales, las que incluyen aerogeneradores, edificio de control, y
caminos internos.
La segunda y actual etapa tuvo por objetivo evaluar el trazado de la línea eléctrica de 56,6
km de longitud y la subestación eléctrica Domeyko, cercana a la Ruta 5 Norte, frente a la
localidad de Domeyko. En consecuencia, los días 26, 27, 28, 29, 30 y 31 de diciembre de
2011 la arqueóloga Catherine Westfall realizó, junto a un ayudante con calificación
profesional, una prospección en terreno del área del proyecto que se localiza al NE de
Carrizalillo, en la comuna de Freirina, provincia de Huasco, en el límite SW de la Región de
Atacama.
En el extremo oriente del proyecto, el paisaje se caracteriza por una aridez extrema,
característica del desierto más seco del mundo que da su nombre a la región: el Atacama. En
el punto intermedio de la línea de transmisión se produce la transición de los dos ambientes
debido a la presencia de cerros que frenan el ingreso de las neblinas costeras o “camanchaca”
hacia el interior.
3. OBJETIVOS
1
Estas imágenes se adjuntarán al presente informe como archivos separados en formato JPEG.
a) Revisión Bbibliográfica de los componentes del patrimonio cultural del área de estudio.
Se revisaron las siguientes fuentes documentales: a) Catastro de Sitios Arqueológicos
en las Cuencas Priorizadas (MOP), b) Actas en línea del Consejo de Monumentos
Nacionales, c) Revistas Especializadas (Revista Chungará, Boletín de la Sociedad Chilena
de Arqueología, Chungará, Revista Chilena de Antropología, Actas de Congresos
Nacionales de Arqueología Chilena, etc.
5. RESULTADOS
La prehistoria de la región de Atacama que hoy se imparte en los colegios y gran parte
de la que está disponible en textos de divulgación científica (Hidalgo et al. 2000;
Niemeyer et al. 1997), fue escrita a partir de excavaciones realizadas entre mediados de
los años 1970 y 1990. Época en que la arqueología se centraba en sitios monumentales
(con estructuras, cementerios, etc.), sin considerar evidencia menos visible pero
igualmente significativa, lo que redundó en interpretaciones parciales sobre la vida de
los antiguos pobladores de la Región. Pero asimismo, promovió la declaración como
Monumentos Nacionales a sitios cercanos a Copiapó como: Viña del Cerro, La Puerta y
Punta Brava.
Por otro lado, mucho más numerosas son las prospecciones enmarcadas en el Sistema
de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA), que desde el año 1994 a la fecha exige la
revisión arqueológica de las áreas destinadas a proyectos de gran envergadura
(mineros, inmobiliarios, viales, etc.) 2. Lamentablemente, los productos de estas
inspecciones son informes técnicos, crípticos a ojos no especializados y de circulación
restringida entre las empresas mandantes y los organismos reguladores (CMN y
CONAMA, en este caso). Pocos son los trabajos que reflexionan en torno a los hallazgos,
publicándolos en medios científicos y de difusión masiva, como lo hacen, por ejemplo,
González y Westfall (2005, 2006) y González (2010a).
No obstante, la mayor parte del territorio regional permanece sin ser explorado, las
iniciativas arriba mencionadas dan cuenta de una gran cantidad y diversidad de sitios
2
La Ley N°19.300 sobre Bases Generales del Medio Ambiente incorpora el patrimonio cultural dentro de los aspectos
protegidos por sus disposiciones, al considerar como parte del “medio ambiente” los elementos socioculturales y sus
interacciones. Asimismo, el Decreto Supremo N°95 del Ministerio Secretaría General de la Presidencia, que modifica el
Reglamento del Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (2002), norma este tipo de estudios en lo que respecta al
componente Patrimonio Cultural.
Tras cruzar el Estrecho de Bering, los cazadores recolectores que venían de Asia,
comienzan a explorar y poblar el continente americano con rumbo sur. Subsistían de la
caza y recolección de fl ora y fauna, entre ellas algunas especies actualmente extintas,
como el milodón (Mylodon darwini), mastodonte (Stegomastodon sp.), caballo
americano (Equus (A.) spp. e Hippidion spp.) y paleolama (Palaeolama sp.). Como es un
momento de sequías prolongadas, los recursos se remiten a espacios acotados,
principalmente a los ambientes lacustres. En esos antiguos sistemas lagunares hoy se
encuentran osamentas de animales asociados a instrumentos de piedra de factura
humana que sirvieron para cazar y faenar las presas.
Hacia el 8.000 a.C. los efectos de la última glaciación habían finalizado y el medio
natural presentaba condiciones similares a las actuales. La fauna antes descrita había
desaparecido, principalmente a causa de transformaciones ecológicas y la acción
Para la costa regional se cuentan con antecedentes desde el Arcaico temprano (8.000 –
4.000 a.C.). Se trata de conchales o acumulaciones de conchas, generados por el
consumo de productos marinos por parte de los habitantes del litoral. En ellos también
se encuentran artefactos de molienda (morteros y manos de moler), raspadores,
raederas, puntas lanceoladas y pedunculadas. Sumándose igualmente objetos de piedra
con formas geométricas: triángulos o círculos con muescas de hasta 22 lados. Estos
“litos geométricos” son característicos del complejo cultural Huentelauquén y estarían
ligados a aspectos rituales, interpretación construida en base a la ausencia de elementos
que nos hablen de otro tipo de funcionalidad. Los cazadores recolectores
Huentelauquén, cuyas evidencias se encuentran entre las regiones de Antofagasta y
Coquimbo, se habrían especializado en la caza de mamíferos terrestres y aves marinas,
así como en la recolección de mariscos y la pesca de orilla (Llagostera 1992). En la costa
norte de Atacama, entre Chañaral y Caldera, se identificaron siete sitios adscribibles a
este grupo: Piqueros 4, Soldado 1, Castillo 1, Los Médanos 1 y 2 y Obispo 1. Se trata
casi exclusivamente de depósitos culturales sobre formaciones dunarias que están sobre
terrazas de abrasión marina, o bien, en afloramientos rocosos no superiores a los 20
msnm.
Hacia el interior en cambio, existen menos evidencias arcaicas, no por falta de restos
arqueológicos, sino por una carencia de investigaciones. En la porción norte de la
región, estas se remiten por ahora a los contextos líticos provenientes del Tranque
Pampa Austral, ubicado 16 km al noroeste de Diego de Almagro, entre la pampa
transicional y la cordillera de la costa. Sector que concentra sitios arqueológicos
superficiales correspondientes a canteras, talleres y eventos de talla lítica de diversas
extensiones generados hace aproximadamente 5.000 años (Peralta et al. 2010). Estos
sitios constituían áreas de trabajo temporales donde los cazadores recolectores arcaicos
se abastecían de rocas locales, como sílices amarillos y dacitas, para confeccionar sus
artefactos y herramientas.
Hacia el sur destacan dos talleres líticos y dos hallazgos aislados registrados por Galarce
(2008) en un sector de terrazas fluviales altas del río Huasco, inmediatamente al
poniente de la ciudad de Freirina. Estudios especializados de algunos de esos materiales,
entre los que se cuentan una punta de proyectil y diversos subproductos de talla lítica
de recursos pétreos de origen local, permiten a Peralta (2009) relacionarlos
específicamente con contextos líticos del Arcaico Medio y Tardío (5.000 – 0 a.C.),
similares a los identificados en otros sectores del Huasco, La Serena y Guanaqueros
(Ampuero 1972-1973; Peralta 2007). Mientras que en los valles transversales al sur de
Vallenar, se encuentra el sitio Casa de Piedra El Salto, alero asociado a una aguada cuya
Durante este período continúan ingresando al área Meridional Andina (Norte Chico y
Chile Centro Sur), por los pasos y puna de Los Andes poblaciones enlazadas
culturalmente con el área Centro Sur Andina (sur del Perú, el altiplano de Bolivia, el
Noroeste argentino y el Norte Grande chileno), grupos que poseían una rica tecnología
alfarera y un dominio más efectivo y tecnificado de la explotación agrícola y ganadera.
Se desconoce si estas poblaciones llegan ya conformadas a nuestra zona, si son un
resultado endógeno o bien un proceso mixto. Lo concreto es que lentamente se va a
sustituir la caza por el pastoreo de camélidos e introducir la horticultura, provocando el
surgimiento de los primeros asentamientos estables. Características que conforman las
primeras tradiciones alfareras del Norte Chico, agrupadas bajo la denominación de
complejo cultural El Molle, que obtiene su nombre de los primeros cementerios
excavados por Cornely (1953, 1956) en la localidad homónima de la región de
Coquimbo.
Hasta hace algunos años, el complejo cultural El Molle ocupaba una vasta extensión
entre el río Salado (provincia de Chañaral) por el norte y el Choapa por el sur. Se
pensaba incluso que podría estar presente en la falda oriental de Los Andes, pues tenían
como elemento diagnóstico común su cerámica: vasos altos y vasijas globulares sin
asas, de paredes delgadas y pasta fina, monocroma, negra o café, a veces con
Recientes investigaciones en el Choapa dan cuenta que las poblaciones del período
Alfarero Temprano (PAT) no poseían túmulos ni objetos de cobre en esa zona. Mientras
que la cerámica presenta rasgos propios y locales, distintos a lo definido como Molle y
disímiles a lo observado en Chile Central y en las culturas del Noroeste argentino
(Pavlovic 2004; Sanhueza et al. 2004; Pavlovic y Rodríguez 2005). Es por ello que más
que un grupo cultural, se trataría de una tradición alfarera que los autores denominan
PAT en alusión al período en que se inicia, pero que estaría perdurando hasta el 1.000
d.C. y en algunos sectores incluso hasta el 1.500 d.C. (Pavlovic 2004; Pavlovic y
Rodríguez 2005; Urízar 2004), siendo contemporánea a los diaguitas e incluso al Inka.
Este complejo cultural presenta una mayoritaria distribución en los sectores altos de los
valles y en los interfluvios, territorios más propicios para la ganadería trashumante que,
según parece, sería su principal actividad económica. No obstante, en Copiapó existen
importantes enclaves en los valles, donde se produjeron concentraciones más estables
asociados a la práctica de una agricultura incipiente. Es el caso de las aldeas aglutinadas
El Torín, Cabra Atada y Carrizalillo Chico (Niemeyer y Cervellino 1982). En ellas se
observan estructuras habitacionales construidas por el despeje y reordenamiento de los
bloques rocosos disponibles en el lugar. Se les asocian túmulos funerarios, consistentes
en montículos de tierra y piedra, con una fosa cónica subterránea que alberga varios
individuos cubiertos por piedras y esteras de madera, rodeados de ofrendas (Niemeyer
et. al 1989). Según la riqueza del ajuar que porta el individuo, sus ofrendas y la energía
invertida en el entierro (visible en su tamaño y complejidad), se pueden inferir
diferencias sociales y de género. Por ejemplo, el uso del tembetá en estas poblaciones
ha sido históricamente vinculado a los hombres ya que en los entierros se le encuentra
asociados a individuos masculinos (Iribarren 1950, Niemeyer et al. 2000, Quevedo
1982).
Entre otros elementos del ajuar de los individuos, destacan los collares de gran longitud
cuyas cuentas son elaboradas en concha y piedras semipreciosas, como la turquesa.
Respecto del trabajo lapidario resulta fundamental la evidencia de Mina Las Turquesas,
ubicada en El Salvador, que originalmente Iribarren (1972-1973) postulara como
incaica. Recientes excavaciones dirigidas por González y Westfall (2005) determinaron
la existencia de un asentamiento preincaico y un taller donde se elaboraban bienes
suntuarios de turquesa, concha y hueso. La mayoritaria presencia de fragmentos
cerámicos propios del Formativo Atacameño permite a los autores plantear que serían
ellos quienes controlarían la producción lapidaria en esta época. No obstante, la
presencia de cerámica Molle y Los Morros del área Circumpuneña (Uribe et al. 2004),
manifiestan las complejas interrelaciones culturales existentes desde aproximadamente
el año 500 a.C. (González y Westfall 2005). Relaciones que también se evidencian en los
sitios de El Torín (Niemeyer 1994); La Coipa, cercano al salar de Maricunga (Cabello
2008) y en Quinta Los Chañares, al sureste de Diego de Almagro (González 2008).
Por su parte, los contactos con el Noroeste argentino (NOA) se vinculan con similitudes
entre elementos Molle y los de las culturas formativas de este territorio. Por ejemplo, la
presencia de cerámica “cesteada” tipo Vaquerías en el cementerio El Torín (Niemeyer
1988a) o la decoración geométrica incisa de la cerámica y una placa de cobre que
representa un ave en vuelo hallado en el sitio quebrada de Pinte, comuna de Alto del
Carmen (Niemeyer 1994) que comparten Molle y Ciénaga.
En Alto del Carmen existirían otros 17 sitios de túmulos (Sinclaire y Cabello 2005) en las
quebradas de Pachuy, Colinay, Colpe, La Plata y La Pampa, además de los más
conocidos de quebradas Ipipe y El Durazno; éste último 25 km aguas arriba de Vallenar
(Iribarren 1957). También en los alrededores de Freirina, Iribarren (1955-1956)
reconoce varios sectores con presencia de túmulos disturbados probablemente
asociados a El Molle en: Bodeguillas; Matadero Municipal; Quinta Santa Clotilde; Llano
de Los Loros y estación de ferrocarril Las Tablas.
Hacia la costa en el sector de Huasco Bajo, en la terraza dunaria norte del río, se
encuentra el sector conocido como Llano de Los Infieles, donde existen túmulos de
grandes dimensiones (Iribarren 1955). Cerámica café incisa también ha sido registrada
recientemente en conchales Punta Alcalde, quebrada de Tongoy, al sur del Huasco
(Rodríguez 2007; Rivas 2008) y en quebradas interiores asociadas a ambientes
costeros, como Las Cañas, en el Parque Nacional Llanos de Challe (Fernández 2009) y
Chañaral, cerca de Chañaral de Aceituno y Carrizalillo (Niemeyer y Schiappacasse
1967). Lo que viene a reforzar la idea de que grupos Molle se desplazaban hacia la costa
y mantenían intercambio con las poblaciones del litoral, cambiando por ejemplo sus
vasijas decoradas por pescado y mariscos; restos que a veces se encuentran presentes
Por último, Sinclaire y Cabello (2005) también dan cuenta de pinturas rupestres al
interior de dos aleros rocosos de ocupación prehispánica y subactual, cerca de las
localidades de Juntas de Valeriano y Conay, en las nacientes del Huasco. Se trata
principalmente de camélidos y figuras geométricas en color negro, que las autoras
asemejan preliminarmente también a La Silla. Lo que al mismo tiempo sería
consecuente con la profusa ocupación Molle detectadas por ellas en el sector. Relación
que resulta coherente además con aleros precordilleranos con pinturas rupestres de
ocupación Molle –sobre arcaica- en otros sectores del norte semiárido, como San Pedro
Viejo de Pichasca (Ampuero y Rivera 1971b).
El complejo cultural Las Ánimas fue propuesto por Montané (1969) para llenar el vacío
de 300 años existente entre El Molle y la cultura Diaguita. En efecto, los más antiguos
niveles de los cementerios diaguitas de la región de Coquimbo presentan individuos
enterrados con camélidos completos y características cerámicas que serán abandonadas
en épocas más tardías. Elementos que serán señalados por este autor como un grupo
independiente.
Este período da cuenta, entre los años 500 y 1.000 d.C., de la integración del área
Centro Sur Andina a la órbita de influencias de Tiwanaku, entidad que potencia el
intercambio de bienes de distintos pisos ecológicos principalmente mediante el tráfico de
caravanas de llamas. Es posible entonces sugerir que en esta dinámica se intensificaran
en forma paralela las relaciones de las poblaciones de la región de Atacama con las del
NOA, introduciendo los cambios culturales y materiales que se adscriben a Ánimas. No
obstante, bien podrían ser poblaciones foráneas que se instalan en el sector a modo de
colonias, como ocurre en esta época en Arica; o bien conformar los primeros momentos
diaguita, como lo planteaba originalmente Cornely (1956). En definitiva se trata de una
incógnita en la secuencia histórico cultural del Norte Chico, siendo un tema escasamente
estudiado, con muy pocos sitios pertenecientes a esta filiación, de los cuales la mayoría
son cementerios. En ellos, los entierros pueden ser individuales o colectivos en fosas
subterráneas señalizadas con piedras, aunque en La Puerta hay montículos de tierra
(túmulos). En sus restos esqueletales se observa la deformación craneana de tipo
tabular erecta, rasgo distintivo de este grupo. Pero lo más llamativo de sus costumbres
fúnebres radica en que las osamentas humanas se encuentran rodeadas delicadamente
por uno o más esqueletos de camélidos completos. Y si bien no existe certeza de que
éstos sean silvestres (guanacos/vicuñas) o domésticos (llamas/alpacas), es probable
que la masa animal fuera excedentaria, consecuente a un modo de vida
preferentemente ganadero. No obstante la presencia de manos de moler y morteros, así
como hojas de herramientas agrícolas, evidencian que la agricultura y la recolección
debieron tener un lugar importante. Asimismo, se cuenta con considerables restos de
explotación marítima, como restos de locos, ostiones, lapas, erizos, jaibas y variedad de
pescado, junto con anzuelos, barbas de arpón y desconchadores (Castillo 2000).
Evidencia que se condice con la presencia de sitios en el litoral y en el curso medios e
inferiores de los valles, que lleva a Castillo y Kuzmanic (1982) a describir la economía
Ánimas como “pastora-pescadora”.
Al respecto cabe señalar que en Mina Las Turquesas (Díaz Icaza 2009), la ocupación
Ánimas es la segunda más importante del sitio, siendo datada entre 680 y 980 d.C.
Al igual que en el área Centro Sur Andina, donde los grupos locales toman control de su
espacio y de las redes de intercambio tras la independencia de Tiwanaku, en los Andes
Meridionales se conforman identidades regionales. Se trata de grupos aldeanos, sin
grandes urbes, ni centro político, cuya interacción se da principalmente a escala
regional. Asimismo, la ampliación de espacios agrarios y el consecuente aumento
demográfico generan diferencias de estatus y presión social que obligan a la
construcción de recintos fortificados o pukaras para proteger los espacios de cultivo y
controlar los cursos de agua. Características que responden más bien a una estrategia
de control económico, más que a la connotación militar que se les ha otorgado
tradicionalmente.
Investigaciones de los últimos años en los ríos Pulido y Manflas y del río Jorquera
(Garrido 2007), proponen que en los valles transversales más nortinos (Copiapó y
eventualmente Huasco) la cultura Las Ánimas derivó en el período siguiente en lo que se
denominó cultura Copiapó, que encarna el desarrollo regional de este período (Castillo
1998). Mientras que hacia el sur, descendería en la contemporánea y más conocida
cultura Diaguita.
Mientras que el valle del Huasco ha sido tradicionalmente identificado como el lugar de
frontera entre las culturas Copiapó y Diaguita pues, por ahora, no existen estudios
sistemáticos en el sector que permitan resolver la disyuntiva. Es más, la presencia de
estas poblaciones parecen estar más bien asociadas a tiempos posteriores, enmarcados
en la dinámica incaica (vid. infra). La única evidencia hasta el momento de un sitio
Diaguita preincaico es en la quebrada de Pachuy, cerca de Chollay, comuna de Alto del
Carmen (Sinclaire y Cabello 2005). Se trata de un asentamiento con estructuras
habitacionales, construidas con muros simples en base a grandes bloques rocosos. Su
emplazamiento sobre una terraza alta sin agua y con acceso restringido se ajusta al
patrón de los asentamientos del período Intermedio Tardío ya señalado, donde los
escasos sectores cultivables se dejan libres de ocupación y se resguardan a distancia
prudente.
Al parecer esto ocurrió con la anexión de Copiapó, ya que según relatan los cronistas
españoles, habría acontecido un enfrentamiento entre ambas partes (Bibar 1966).
Luego de un tiempo sin mayores avances, los incas establecerían una alianza con los
Diaguitas de más al sur, con el fin de conquistar los territorios de Huasco y Copiapó
Por su parte, el Qhapaq Ñan ingresa al segmento norte de la región desde el salar de
Atacama, atravesando el despoblado (Niemeyer y Rivera 1983). Esta misma vía fue la
que tomó Diego de Almagro en su regreso al Perú en 1536, retomada por Pedro de
Valdivia cuatro años más tarde. En ella tambos (albergues) y chaskiwasi (refugios)
dispuestos a una jornada de camino, permitían recuperar fuerzas a viajeros y animales
de carga. La presencia en este tramo de restos de turquesa y ónice permiten suponer
que esta difícil ruta sirvió principalmente al transporte de minerales (Berenguer 2009).
En parte de este tramo, correspondiente a 4 km en el faldeo oeste del Cerro Indio
Muerto y a 5 km al sureste de El Salvador, se identificó material cerámico de filiación
Inka local, provincial y cusqueño (Westfall y González 2004; González y Westfall 2010;
González 2008).
Muy utilizada también sería la vía cordillerana que corre entre 3.500 y 4.400 msnm,
uniendo los valles transversales del Norte Chico con importantes puntos del NOA y que
correspondería al “camino que es por las cabezadas de los valles” que unía Copiapó con
el curso superior del “río Huayco” (Bibar 1966: 28). Se piensa que por alguno de los
pasos fronterizos que comunican con Copiapó, el Inka habría accedido a la región de
Si bien las condiciones geográfi cas de este sector no permiten visualizar tan claramente
el camino como en las planicies desérticas, se han detectado gran cantidad de
instalaciones asociadas al Qhapaq Ñan, como los tambos de: Río Nevado, Pircas Negras,
Ollitas, Caserones, Helados, Pascualama, Tambillos, Vicuñitas, Pasteadero, Colinay,
entre otros (Berenguer 2009; Stehberg 1995). A ellos se sumarían otros importantes
sitios Diaguita Inka del Huasco, como cementerio La Falda, de Alto del Carmen
(Niemeyer 1988) y el del centro de Vallenar, excavado por Sanguinetti en 1968 para el
Museo del Huasco (Garrido 2004). Localidad donde también funcionaría el centro
administrativo de Paitanás (antiguo nombre de Vallenar), existiendo otro en Freirina.
Asimismo, recientes exploraciones en el Huasco Alto (Sinclaire y Cabello 2005; Cabello
2010a) permiten complementar esta información con el registro de una quincena de
instalaciones menores de esta época que podrían indicar que la circulación incaica hacia
todo el semiárido se habría dado principalmente por este valle (Gabriel Cantarutti
comunicación personal 2010).
Por otra parte la metalurgia, que durante los períodos anteriores tuvo una producción
restringida, se ve potenciada con la llegada del Inka. Mediante la mit’a, la población
local o mitayos especialistas traídos de otros sectores, tributaban al Imperio su tiempo
en turnos para conseguir metal fundido en bruto. Éste se habría llevado a diversos
lugares del Tawantinsuyu para su uso en orfebrería, por ejemplo, para la elaboración de
las famosas placas de bronce argentinas “Santa María”, las cuales también se
encuentran en la Región. El establecimiento metalúrgico más importante hasta ahora
conocido es Viña del Cerro en el valle de Copiapó, el cual era administrado por
funcionarios diaguita inkas, pero funcionaba gracias al trabajo de la población local
(Niemeyer 1993). La cual provendría de los asentamientos de Punta Brava e Iglesia
Colorada, mientras que en la estructura rectangular del sitio La Puerta, mal llamado
“palacio o palacete inca”, funcionaría el centro administrativo.
No hay registros previos de estudios arqueológicos en el área del proyecto. Los más
cercanos corresponden a dos estudios mineros llevados a cabo al W del pueblo de
Incaguasi, situado en la comuna de Freirina (Lenbox Minerales 2011; Rivas 2011). Sólo
uno de éstos da cuenta de hallazgos arqueológicos de carácter casi exclusivamente
histórico en el área del proyecto (Rivas 2011).
Otros proyectos también de carácter minero –más alejados del área del proyecto-
corresponden a los llevados a cabo por: J. Rodríguez (2005 y 2011), M. Cervellino y G.
Castillo (2006), la Consultora Jaime Illanes y Asociados (2007), L. Vargas (2008), G.
Cabello (2009a), I. Cáceres (2010) y J. Rodríguez y L. Valenzuela (2010) en la comuna
de Vallenar.
Por otra parte, Barón (2010) realizó una prospección arqueológica para el proyecto
eólico La Cebada ubicado en el km 333 de la Ruta 5 Norte, en la IV Región; sin hallar
evidencias arqueológicas asociadas.
Esta base de datos señala los siguientes sitios arqueológicos como los más cercanos al
área del proyecto:
Coordenada
Cronología / s UTM
EP Nº Descripción Fotos
Categoría WGS 84/19
S -Altura
4 Corresponde a una estructura pircada con Subactual / Uso
(AID) disposición laminar y uso de argamasa de ganadero 274945 E - 1,
barro y latas para cierre. Se observa semi 6795836 N; 2,
derruida. Junto a lo anterior hay restos de 307 msnm 3,
ladrillo refractario, cholguán y mallas 4,
raschel asociado a un corral confeccionado 5
en latas de zinc y un baño de cajón
actualmente desarmado, fabricado de los
mismos materiales. Aparentemente, se
relacionarían con un uso ganadero caprino
reciente de acuerdo con su cercanía a la
casa localizada próxima al poniente (EP-8).
Se localiza a 15.81 m al NW del TLE-CL.
8 Corresponde a una casa de un piso junto Subactual / Uso 284608 E – 6
(AID) con un corral apegado a un cerro con vista residencial 6795307 N;
a una vasta planicie donde se localizan los . 424 msnm
EP-4 y EP-3. Se observa semi abandonada
pero al parecer se utilizaría de forma
esporádica de acuerdo a informantes locales
(Campuzano 2011). Se relacionaría
entonces con un uso ganadero caprino
intermitente de tiempos recientes. Se
localiza a 11.90 m al SW del TLE-CL.
14 Corresponde a dos estructuras pircadas Arqueológico- 292693 E – 7,
(AID) abandonadas y derruidas localizadas al W Histórico / Uso 6794014 N; 8,
de una casa de color rosada (EP-15). La minero 503 msn 9,
primera es de forma semi-circular de 3 m 10
de diámetro con muros parcialmente
derrumbados de 50 cm de alto. A 20 m al W
se localiza otra estructura pircada de forma
rectangular de 4 m de lago (W-E) por 3 m
de ancho. No se observan materiales
culturales asociados a los recintos de
piedra. Aparentemente se relacionarían con
prácticas mineras de mediados del siglo
XIX hasta mediados del siglo XX.
Se localizan a 38.59 m al NE del TLE-CL.
Por medio de las siguientes Figuras se ilustra la relación física entre los Elementos
Patrimoniales (EP) y los apoyos que se construirán para habilitar el trazado de la línea de
transmisión eléctrica.
b) En el Área de Influencia Indirecta del proyecto (AII) éstos corresponden a los siguientes
9 elementos patrimoniales: EP-3, EP.5, EP-6, EP-13, EP-18, EP-20, EP-21, EP-22 y EP-
23, destacándose entre ellos, la presencia de un sitio (EP-18) con probables contextos
materiales prehispánicos (pre 1540 DC).
f) Cabe señalar que las iglesias, animitas y grutas se encuentran protegidas por el artículo
11, letra d) del Decreto Supremo 95/01 de 2002 que modificó el Reglamento del
Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (Ley 19.300 SBGMA y sus modificaciones),
que señala: “A objeto de evaluar si el proyecto o actividad, respecto a su área de
influencia, genera o presenta alteración de monumentos, sitios con valor antropológico,
arqueológico, histórico y, en general, los pertenecientes al patrimonio cultural, se
considerará: d) la proximidad a lugares o sitios en que se lleven a cabo manifestaciones
propias de la cultura o folclore de algún pueblo, comunidad o grupo humano.”
7. RECOMENDACIONES
Foto 1: EP-4
Foto 2: EP-4
Foto 4: EP-4
Foto 6: EP-8
Foto 8: EP-14
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