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Cuadernos FHyCS-UNJu
Eguía, A. (2017). Miradas sobre la pobreza en Argentina. Cuadernos FHyCS-UNJu (51), 71-83. En
Memoria Académica. Disponible en:
http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.8355/pr.8355.pdf
Amalia EGUÍA*
RESUMEN
ABSTRACT
In order to show the continuity of poverty studies in the country and the
complexity of its approaches, we present in this article different perspectives
developed in some of the numerous researches on the subject, highlighting their
contributions to the understanding of the relational and multidimensional poverty,
from different quantitative and/or qualitative approaches.
INTRODUCCIÓN
∗
Centro Interdisciplinario de Metodología de la Investigación Social - IdIHCS (UNLP/CONICET) y
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación – UNLP - Calle 51 e/124 y 125 – CP 1925
- Ensenada - Prov. de Buenos Aires - Argentina. Correo Electrónico: aeguia502@gmail.com.
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diferentes períodos. Nos referiremos específicamente a los conceptos de pobreza
y desigualdad social.
Se argumenta que durante las décadas de los ochenta y noventa los
estudios se concentraron especialmente en la problemática de la pobreza por
su gran incidencia en la población, dadas las características del modelo de
acumulación vigente, pero que desde 2003 el proceso de disminución de dicha
incidencia, relacionado con los cambios en el contexto socioeconómico, condicionó
el retorno a los estudios sobre movilidad y desigualdad social.
En este sentido, Franco, León y Atria (2007) señalan que durante la
década del ochenta, la situación de crisis atravesada por América Latina afectó la
producción de conocimiento en las ciencias sociales. Estos autores plantean que
la temática vinculada con la desigualdad quedó opacada, surgiendo la pobreza
como objeto de investigación que debía aportar conocimientos a las políticas
sociales para enfrentarla. A partir del cambio de siglo, con las nuevas condiciones
sociales, se puso atención a temas que la necesidad había postergado; así, el
problema de la desigualdad vuelve a instalarse no solo en el discurso político
sino también en el académico.
Asimismo, en otros trabajos que comentan este proceso se agrega que el
concepto de desigualdad resulta superador con respecto al concepto de pobreza
por su carácter relacional y multidimensional.
Compartimos el diagnóstico sobre la concentración de estudios sobre pobreza
durante las décadas de crisis mencionadas y la auspiciosa recuperación de la
perspectiva de la desigualdad y movilidad social desde el inicio del nuevo siglo.
En esta caracterización cabe agregar dos cuestiones. Por un lado, junto
a esta mayor preocupación por la desigualdad en el campo de investigaciones
sobre la cuestión social en el país en los últimos años, se ha mantenido la
producción de estudios sobre la pobreza que continuaron en el período post-
convertibilidad, en un contexto socioeconómico más favorable. Por otro, tanto en
el campo de estudios sobre pobreza como sobre desigualdad se han desarrollado
perspectivas relacionales y multidimensionales, con miradas específicas pero
complementarias.
Con el objetivo de mostrar la continuidad de los estudios de pobreza en el
país y la complejidad de sus enfoques, en este artículo presentaremos diferentes
perspectivas desarrolladas en algunas de las numerosas investigaciones realizadas
sobre el tema, destacando sus aportes a la comprensión del carácter relacional
y multidimensional de la pobreza, desde diferentes abordajes cuantitativos y/o
cualitativos.
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regresividad en la distribución del ingreso indujeron el aumento del porcentaje
de hogares cuyos ingresos no alcanzaban para cubrir una canasta básica de
bienes y servicios básicos. En el período del gobierno radical de Alfonsín (1983-
1989), tal como señala Torrado (2010), no se llegó a implementar un cambio en la
estrategia de desarrollo; durante el gobierno justicialista de Carlos Menem (1889-
1999) se afianzó la estrategia del gobierno militar, profundizándose el proceso
de empobrecimiento de amplias capas de la población, que involucró también a
sectores de las clases medias.
Como señalamos arriba, en esos períodos se han realizado diversos
estudios sobre pobreza. Algunos de ellos se centraron en presentar su incidencia
en diferentes momentos, o en realizar diagnósticos de las condiciones de vida
de grupos específicos. Pero también muchas investigaciones tuvieron en cuenta
la relación entre las situaciones de pobreza y los cambios en la estructura social
y contemplaron múltiples dimensiones desde abordajes tanto cuanti como
cualitativos.
Desde principios de los noventa, el Instituto Nacional de Estadística y
Censos (INDEC) realiza mediciones de la pobreza en los principales aglomerados
urbanos del país, que se basan en los métodos del ingreso por línea de indigencia
y pobreza y de las necesidades básicas insatisfechas (NBI).
En el primer método, las necesidades alimentarias constituyen el punto
de partida. Se toman como referencia los requerimientos nutricionales de un
varón de 30 a 59 años (adulto equivalente) para elaborar una canasta básica de
alimentos que los cubra con costos mínimos y según los hábitos culturales. El
valor de esta canasta (línea de indigencia) se va actualizando de acuerdo con el
índice de precios al consumidor elaborado por el INDEC. Siguiendo una tabla de
equivalencias de los requerimientos nutricionales según el sexo y la edad de las
personas, comparados con el adulto tomado como referencia, se determina el
valor de la canasta alimentaria de cada hogar que varía según su composición.
Los hogares que no alcanzan con sus ingresos a cubrir el valor de esta canasta,
son considerados indigentes. Para calcular el valor de una canasta básica total,
que incluye además de los alimentos otros bienes y servicios básicos, se considera
la relación entre gastos alimentarios y gastos totales de un grupo de referencia
conformado por hogares que superen levemente con sus ingresos el valor de la
línea de indigencia, con base en los datos relevados por la Encuesta de Ingresos
y Gastos del INDEC. Esta relación entre el gasto en alimentos y el gasto total se
denomina coeficiente de Engel; para lograr el valor del gasto total se multiplica el
gasto en alimentos por la inversa de este coeficiente (INDEC, 2003). Los hogares
que no alcanzan a cubrir con sus ingresos el costo de esa canasta básica de
bienes y servicios son considerados pobres.
El método de las necesidades básicas insatisfechas (NBI) capta la
pobreza estructural y consiste en la selección de una serie de necesidades, de
indicadores para cada una de ellas y de niveles mínimos por debajo de los cuales
se consideran insatisfechas. El primer trabajo realizado en el país a partir de este
enfoque (INDEC, 1984) se basó en datos del Censo de 1980. En este estudio
se construyó un indicador de NBI a partir de cinco criterios y se consideraron
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pobres a aquellos hogares que no satisfacían alguna de las cinco necesidades
seleccionadas. Las tres primeras condiciones (hogares con más de tres personas
por cuarto o que habitaran una vivienda de tipo inconveniente o no tuvieran ningún
tipo de retrete) representan niveles críticos de privación de los hogares en sus
necesidades habitacionales. La cuarta condición (hogares con algún niño en edad
escolar que no asistiera a la escuela) representa insuficiencia en el acceso a la
educación básica. Y la quinta condición (hogares con cuatro o más personas por
miembro ocupado cuyo jefe tuviera bajo nivel educativo) representa una potencial
incapacidad de los hogares de obtener ingresos suficientes para una subsistencia
adecuada.
Más allá de las limitaciones que se han señalado acerca de estos métodos
de medición de la pobreza (Lerner, 1996; Boltivinik, 1990), consideramos que
ambos aportan una caracterización sintética global de la pobreza en el país,
pero que resultaría más adecuada con algunas revisiones importantes. En el
caso de la línea de pobreza, cabe destacar que la composición de la canasta
básica elaborada no incluye ninguno de los elementos necesarios para procesar
los alimentos, ni siquiera el combustible utilizado para cocinar. En el caso del
método NBI no se ha tomado en cuenta la inclusión de nuevas necesidades
de acuerdo con el contexto económico-social, como por ejemplo la escolaridad
secundaria por su papel como requisito para la incorporación al mercado de
trabajo. Estas consideraciones nos permiten visualizar la situación crítica de
las poblaciones definidas por estos métodos a partir de su forma de aplicación
actual.
Hay que tener en cuenta también que, como señala Beccaria (1993),
estas formas de medición abordan manifestaciones diferentes de la pobreza.
En relación con esto, en el libro Cuesta Abajo coordinado por Munujin (1993)
y particularmente en el capítulo elaborado por Murmis y Feldman (1993), para
aproximarse a los cambios en los perfiles de las situaciones de pobreza en
Argentina presentan los resultados de la aplicación en forma conjunta de los dos
métodos, lo cual les permitió distinguir los “nuevos pobres” o “pauperizados”, con
ingresos menores a la línea de pobreza pero sin necesidades básicas insatisfechas
y los “pobres estructurales”, con necesidades básicas insatisfechas. Desde esta
perspectiva detectaron la incidencia de la pobreza en segmentos de la población
que históricamente no habían experimentado privaciones en las necesidades
básicas, sosteniendo como supuesto básico que el deterioro de los ingresos
de los hogares tiende a reflejarse en la insatisfacción de necesidades básicas
después de un tiempo considerable y de caídas muy significativas de los ingresos.
También dieron cuenta de los cambios en la composición social del universo de
la pobreza, indagando las clases sociales a las que afectó
Con respecto a las perspectivas multidimensionales en el estudio de la
pobreza, entre las producciones de este período cabe destacar el libro Cuesta
abajo arriba mencionado, en el cual además de analizar los cambios producidos
desde la década del setenta en la estructura social, en la distribución del
ingreso y en la composición de clases del universo de la pobreza, presentan las
manifestaciones de estos procesos en la salud, la educación y en las prácticas
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de quienes padecían esa situación, haciendo foco especialmente en las clases
medias empobrecidas.
En un libro posterior, publicado en 1995 por Minujin y Kessler y centrado
en las clases medias empobrecidas, se presentan las características de la nueva
pobreza y su heterogeneidad. Con base en entrevistas realizadas entre 1992 y
1994 muestran las transformaciones en la vida familiar, en la educación, en los
bienes colectivos así como la percepción de dicho cambio por parte de quienes
atravesaron este proceso.
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(2011), en el cual sostienen que la evolución de la pobreza está relacionada con
el tipo de proceso de acumulación argentino. Analizan los cambios producidos en
el mercado de trabajo desde 1974 y su repercusión en la incidencia de la pobreza
y en su composición. A partir de los resultados alcanzados desde esta mirada,
sostienen que desde 1976 y especialmente en la década del noventa, la pobreza
aumenta en la Argentina mientras la economía va perdiendo capacidad de generar
empleo, en tanto en el período que se inicia con la devaluación de 2002, la pobreza
decrece en los primeros años para estabilizarse después, junto con un aumento
de los niveles de empleo. Es decir, concluyen que la economía argentina comenzó
a ocupar personas sin una retribución que permita su reproducción plena.
Por otra parte, una serie de investigadores problematizan el alcance
de los métodos tradicionales de medición de la pobreza y proponen diversas
alternativas para estudiar la pobreza, aplicando por ejemplo el índice de privación
material de los hogares (IPMH) elaborado por el INDEC (2003) y otros enfoques
multidimensionales, considerando distintas dimensiones y asignándole distinto
peso a cada una de ellas, con el objetivo de captar más acabadamente la calidad
de vida y el bienestar de los hogares.
Entre los primeros, Gómez, Mario y Olmos (2003) analizan
comparativamente las mediciones de la pobreza por NBI y por IPMH con base
en datos del Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas de 2001 del
INDEC en Mendoza, Río Negro, Tierra del Fuego y Tucumán. Sostienen que
el IPMH permite identificar hogares pobres reconociendo y caracterizando la
heterogeneidad e intensidad de situaciones de privación a partir de indicadores
vinculados con las condiciones habitacionales del hogar (características de los
materiales e infraestructura sanitaria) y con su capacidad económica (relación
entre los años de educación formal aprobados por los perceptores de ingresos
y la cantidad total de miembros). También desde esta perspectiva, Mignone
(2011) caracteriza la pobreza en el conjunto de las capitales provinciales que
integran la región del Norte Grande.
Conconi (2011), López y Safojan (2013) y Salvia, Bonfiglio y Vera (2015)
proponen otras aproximaciones multidimensionales. Los dos primeros trabajos se
basan la noción de capacidades de Sen (1988), que refiere a la habilidad para llevar
el tipo de vida que se considera valiosa y consideran dimensiones vinculadas con
vivienda, ingresos, empleo, educación y ambiente. En el último trabajo mencionado,
se aplica la metodología desarrollada por el Consejo Nacional de Evaluación de la
Política de Desarrollo Social de México (CONEVAL) para complementar el método
de pobreza por ingresos con la óptica de los derechos sociales, considerando
las siguientes dimensiones: alimentación adecuada, acceso a servicios básicos,
vivienda digna, logros educativos, empleo y seguridad social.
Desde estrategias metodológicas cualitativas o cuanti y cualitativas
combinadas, desde comienzos del presente siglo se han incrementado las
investigaciones sobre barrios ubicados en la periferia urbana, la mayoría de cuyos
habitantes tienen una larga historia de vida en la pobreza, articulando diferentes
perspectivas conceptuales y dando cuenta de condiciones de vida, relaciones
sociales, experiencias y representaciones.
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En una de las áreas de mayor incidencia de la pobreza en el aglomerado
San Miguel de Tucumán, del Castillo (2015) indagó las características que asumen
sus privaciones, los factores estructurales que las condicionan y la intervención
del Estado en el entramado de persistencias de la pobreza. Como primera etapa
del trabajo, para analizar la magnitud y distribución de la pobreza e identificar
el caso de estudio, utilizó el IPMH utilizando la información de los dos últimos
censos nacionales; además realizó entrevistas semiestructuradas a una muestra
de hogares del barrio estudiado para profundizar el análisis de las condiciones
de vida y la incidencia de las políticas sociales, lo cual le permitió dar cuenta de
la heterogeneidad de situaciones, experiencias y estrategias que desarrollan los
hogares, relacionada con sus trayectorias residenciales y laborales, las formas de
organización familiar y vecinal, las posibilidades de acceso a las políticas sociales
y la localización de los hogares dentro del barrio.
Segura (2011) investigó la trama relacional de los residentes de un sector
de la periferia urbana de la ciudad de La Plata, en el que realizó trabajo etnográfico
durante 2007 y 2008, teniendo en cuenta las categorías de clasificación que
utilizan sus residentes y las relaciones que establecen a partir de las mismas. Esta
mirada le permitió identificar por un lado, un conjunto de problemas, expectativas
y prácticas compartidas, es decir una “experiencia común” ligada con el hecho
de habitar la periferia y por otro lado, las percepciones de los pobladores como
formando parte de grupos diferentes, vinculadas a posiciones y redes de relaciones
diferenciales, fuertemente correlacionadas con el tiempo de residencia, en las
que se reproducen desigualdades en el acceso y distribución de recursos y de
prestigio.
En otras líneas de investigación recientes también se desarrollan
perspectivas que articulan la problemática de la pobreza con diferentes
dimensiones de la desigualdad que la atraviesan, tales como el género y la
edad.
Peiró (2012) en una investigación en curso que se ubica en el campo de
los estudios sobre pobreza, trabajo y reproducción familiar, analiza las relaciones
que jóvenes que viven en dos barrios periféricos de la ciudad de La Plata
entablan con el mundo del trabajo desde una perspectiva que considera tanto los
condicionantes macrosociales -su posición y la de sus hogares en la estructura
social, las características generales del sistema productivo y del mercado de
trabajo, la coyuntura económica, etc.-, como la dinámica de organización familiar
y el lugar que los jóvenes ocupan en ella. Explora, también, la forma en que se
construye la condición de joven al interior del hogar, observando cómo juega en
ello la relación que los jóvenes establecen con el trabajo. Esto implica abordar
cuestiones vinculadas a las representaciones sobre los diferentes grados de edad
dentro del hogar, así como tomar en cuenta la manera en que en la construcción
de la condición juvenil se ponen en juego las diferencias genéricas.
En un artículo publicado en 2014, Chaves presenta los avances de
una investigación sobre vida cotidiana de jóvenes que viven en condiciones de
pobreza en un barrio periférico del partido de La Plata. Este artículo se centra
específicamente en el estudio de las prácticas que desarrollan en relación
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con el Estado y utiliza el concepto de barreras de acceso para caracterizar los
impedimentos para la accesibilidad, aceptabilidad y utilización de derechos
consagrados. Esta mirada permite a la autora hacer visible cómo la articulación
de la condición etaria con la de clase, género, etnía y territorio promueve que los
sectores “más periféricos” a la efectivización de derechos mantengan o profundicen
esa distancia.
En una investigación en curso, Crego (2017) se pregunta por la forma en
que los y las jóvenes construyen su experiencia escolar en contextos de pobreza
prestando especial atención a la dimensión relacional de la misma -la influencia
de la mirada de “los otros” (de la comunidad educativa, barrial y familiar) en esa
construcción- , la incidencia del género y la edad en ese proceso y la tensión
entre el sostenimiento de la escolaridad y otros espacios, principalmente el trabajo
doméstico y extradoméstico.
Rausky (2016, 2017) centra sus investigaciones en la pobreza en la
niñez y juventud, analizando especialmente el trabajo callejero infantil y juvenil
en relación con la vida familiar y la experiencia escolar, entre otras dimensiones,
desde una perspectiva biográfica y considerando los significados que los sujetos
construyen sobre sus experiencias de vida. Este enfoque le permite dar cuenta de
condiciones y trayectorias de vida desiguales a partir de las diversas características
de las dimensiones consideradas.
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condición de pobreza es necesario considerar simultáneamente varias dimensiones
analíticas para rescatar los aspectos objetivos y simbólicos, sincrónicos e históricos
de los diferentes procesos implicados.
Con nuestro equipo de investigación, desde 1988 realizamos estudios en
sectores pobres estructurales desde el enfoque de las estrategias de reproducción
de los hogares, analizando la participación en el mercado de trabajo de sus miembros
y su articulación con otras actividades desarrolladas por los hogares para lograr su
reproducción cotidiana, prácticas que consideramos condicionadas por la posición
ocupada en la estructura social y configuradas de manera diversa de acuerdo con la
composición de los hogares, las trayectorias de vida de sus miembros y con el universo
de valoraciones y representaciones vinculadas con el trabajo extradoméstico, las
pautas de división del trabajo intrafamiliar, los patrones de consumo, la participación
en los programas sociales, el cuidado de la salud, entre otras cuestiones. Combinamos
estrategias de investigación cuanti y cualitativas para comprender la situación de los
hogares en la estructura social y la heterogeneidad de condiciones y experiencias de
vida en la pobreza (Eguía, 1992; Eguía y Ortale, 2007).
De acuerdo con los resultados alcanzados en las investigaciones
realizadas en barrios periféricos del aglomerado Gran La Plata, en algunos casos
con trabajos de campo en diferentes períodos en la misma zona, sostenemos
que a partir de este enfoque es posible lograr una aproximación compleja y
completa en el estudio de la pobreza. A partir de los resultados obtenidos desde
esta perspectiva fue posible visibilizar:
- la centralidad de la inserción laboral del jefe de familia como eje ordenador del
resto de actividades tendientes a la reproducción del hogar, que condiciona la
participación de otros miembros en el mercado de trabajo y en los programas
sociales;
- el papel del intenso y diversificado trabajo cotidiano que desarrollan los hogares
pobres para la reproducción cotidiana, a partir del cual no alcanzan a satisfacer
adecuadamente las necesidades básicas vinculadas con la vivienda, alimentación,
salud y vestido;
- la heterogeneidad de las condiciones y experiencias por la articulación de diversas
dimensiones de la desigualdad, tales como el género y la edad;
- la incidencia de las políticas sociales en el mejoramiento de la calidad de vida
de los hogares así como las experiencias y las valoraciones de los participantes
sobre la participación en las mismas.
REFLEXIONES FINALES
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oficiales sobre pobreza (NBI y línea de indigencia/pobreza) pueden brindar un
panorama sintético global de los hogares e individuos con carencias básicas.
Para ello es necesario replantear los parámetros de medición y adecuarlos al
contexto actual. Por ejemplo, en cuanto a la línea de pobreza, en nuestro país
desde mediados de la segunda mitad de la década pasada las discusiones han
girado fundamentalmente en torno al valor establecido para la canasta básica
alimentaria, sin cuestionar la composición de la misma, que solo incluye los
alimentos considerados básicos, sin incluir ni siquiera el gasto en combustible
necesario para cocinar. En cuanto al método NBI, debería añadir otras variables
tales como la escolaridad secundaria que constituye un requisito generalizado
para el ingreso al mercado laboral.
Los enfoques multidimensionales de la pobreza aportan elementos para
la reorientación y definición de políticas, dado que permiten aproximarse a un
mayor conocimiento de la heterogeneidad de la calidad de vida y bienestar de
los hogares e individuos en una diversidad de dimensiones.
Las investigaciones desarrolladas desde estrategias cualitativas o cuanti
y cualitativas combinadas permiten comprender las experiencias de vida en la
pobreza, condicionadas por la situación de las personas en la estructura social y
configuradas de manera particular según las trayectorias de vida, la articulación
con otras dimensiones de la desigualdad tales como género, edad, pertenencia
étnica y las pautas culturales.
Los trabajos centrados en el estudio de la pobreza mencionados como
ejemplos, entre otros, muestran que en el campo de las ciencias sociales en el país,
el tema se ha abordado y se aborda desde miradas complejas, multidimensionales
y relacionales.
Tal como plantea Bayón (2013), el debate contemporáneo sobre la
pobreza se ha enriquecido con el desarrollo de perspectivas que cuestionan y
trascienden las visiones tradicionales, introduciendo las nociones de privación
relativa, capacidades, estructura de oportunidades, entre otras, que promovieron
el reconocimiento del carácter multidimensional y dinámico de la pobreza y sus
relaciones con la polarización, la diferenciación y las desigualdades sociales.
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