La Clasificación de Maximilien Vox

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La clasificación de Maximilien Vox (1894-1974) permite organizar las tipografías en distintos

grupos. Diseñada en 1954, fue adoptada por la Asociación Tipográfica Internacional (ATypI)
ocho años más tarde y convertida en Standard Británico de Clasificación de Tipo en 1967.

Vox establece nueve grupos basándose en la evolución de la tipografía a lo largo del tiempo y
en el tratamiento de algunos elementos de los caracteres: descendentes y ascendentes, forma
de las serifas, eje del trazo, altura de la x, etc. Aunque la clasificación Vox-ATypI define los
arquetipos de las familias tipográficas, las hay que comparten características de más de una
categoría. Su propuesta inicial estaba concebida de forma circular para recoger estos matices.

La clasificación adoptada por la ATypI, agrupa a las familias en tres grandes grupos con tres
pequeños subgrupos:

1. Clásicas:

Humanas

Garaldas

Reales

2. Modernas:

Didonas

Mecanes

Lineales

GROTESCAS

NEOGROTESCAS

GEOMÉTRICAS

HUMANISTAS

3. Caligráficas

Incisas

Scriptas

Manuales
Clásicas
siglos xv – xvii

A partir del siglo xv, los humanistas del Renacimiento decidieron volver a los modelos de los
antiguos griegos y romanos y afrontar los textos clásicos con otra actitud. Este cambio
convertirá la edición de libros en un campo de experimentación de nuevas ideas. Las fuentes
volverán a sus antiguas formas e incorporarán, por primera vez, letras mayúsculas (capital
romana) y minúsculas (escritura humanística) a la vez. El canon formal de nuestro alfabeto
latino actual se basa en estos dos alfabetos fundamentalmente distintos, cuya unión derivará
en una nueva tipología llamada romana.

Uno de los nombres más importantes de esta época es Aldo Manuzio, editor veneciano que
encarga la fundición de numerosas familias, entre las que destaca Bembo. También hizo el
diseño y fundición de las primeras cursivas, llamadas aldinas o itálicas.

Durante los siglos posteriores a la invención de la tipografía (xvi y xvii) no se producirán


cambios profundos en el campo de las familias de tipos, pero se tiende al perfeccionamiento y
se produce una medida evolución de las formas. Una de las fuentes romanas antiguas más
destacadas es la Garamond (1540), del tipógrafo francés Claude Garamond. En sus tipos se
percibe el control del grosor, una leve modulación de los trazos y la búsqueda de un mayor
equilibrio entre mayúsculas y minúsculas, así como entre la versión redonda y la cursiva.

Las letras romanas de transición supusieron el puente entre las antiguas y las modernas. A lo
largo de los siglos xvi y xvii tuvo lugar una evolución progresiva de las formas. Se generan unos
caracteres cuidadosamente estructurados y esto dio pie a la aparición de familias muy bien
construidas y con una coherencia formal notable, aunque todavía se podían apreciar
características propias de la tradición manual.

HUMANAS

Los primeros caracteres móviles se inspiraron en la tipografía gótica. A pesar de ser muy
popular durante la Edad Media, a ojos modernos nos resultan densos, oscuros y difíciles de
leer.

Con la llegada de la imprenta y la difusión de la palabra escrita a mediados del siglo xv,
aparecieron en Europa lo que hoy conocemos como las letras Humanas o Veneciances - dichas
así porque nacían de los trazos abiertos y ligeros de los escritores humanistas italianos.

Esta nueva corriente es la cuna de las tipografías romanas. Algunos de sus rasgos más
distintivos son:

 travesaño inclinado de la y minúscula.


 baja altura de la x
 poco contraste de la anchura de los trazos.
 mancha de color densa y oscura.

Aunque hoy en día es poco común verlas, la influencia de las tipografías humanas perduró
durante siglos e inspiraron a la mayoría de fuentes que conocemos.
Tipografía Adobe Jenson (1996), diseñada por Robert Slimbach para Adobe

GARALDAS

Las letras Humanas popularizaron la creación de nuevas formas de escribir y la


profesionalización del diseño de caracteres tipográficos.

Gracias al desarrollo de la técnica de los cortadores de caracteres de la época, las letras


comenzaban a presentar unas características bastante más refinadas:

 mayor contraste entre los trazos delgados y gruesos.


 líneas más nítidas y definidas.
 ascendentes con serifas inclinadas.
 ejes más verticales.
 barras cruzadas horizontales.

Otro de los cambios notables fue la aparición de la primera versión cursiva en 1501. En
principio no fue creada para complementar la versión romana, sino como una variante más
pequeña y estrecha adaptada a pequeños formatos y libros de bolsillo porque pedían una
mayor condensación del texto. Así pues, la primera cursiva fue concebida para ser utilizada
como texto seguido.

Al contrario de lo que ocurrió con las tipografías Humanas, las Garaldes dominaron el
panorama de las letras durante más de dos siglos y algunas todavía siguen vigentes hoy en día.

Tipografía Adobe Garamond (1989), diseñada por Robert Slimbach para Adobe

REALES
A mediados del siglo xviii tuvo lugar en Europa el fenómeno cultural que hoy conocemos como
La Ilustración. Es tiempo de revueltas y revoluciones populares en todo el mundo. Desde las
calles de adoquines de la Francia del siglo xvii y con el Rey Sol al trono, Jacques Jaugeon
trabaja en la primera tipografía de transición: la Romana del Rey. Encargo de Luis XIV para la
Imprenta Real.

Esta tipografía marcaría un antes y un después en el mundo de la letras impresa. Son los años
de la Ilustración y de la resistencia a todo lo que recuerde a las tradiciones.

Jacques Jaugeon construyó los diseños de la Romana del Rey sobre una parrilla de 48 x 48 y
Louis Simmoneau las grabó en cobre para que el cortador Grandjean las produjera en 1698.
Jaugeon también diseñó una versión complementaria ligeramente oblicua como alternativa a
las ya popularizadas letras cursivas.

Baskerville las perfeccionó centrándose en el espaciado de las formas. Consiguió transmitir


sensación de amplitud gracias a unas proporciones bien estudiadas que dejaban entrar la luz
del blanco del papel.

El recuerdo a de la letra escrita a mano de las fuentes Humanistas y Garaldes desaparece en


las Reales que se caracterizan por:

ejes completamente verticales.

marcado contraste de los trazos.

serifas más horizontales.

2. Modernas
siglos xviii – xix

El siglo xviii vio la aparición de las fuentes modernas, con la racionalización de los elementos
estructurales de las tipografías, que ya presentan un marcado contraste, un ritmo gráfico
(blanco-negro) y una modulación axial vertical. Las familias de este período, claramente
influenciadas por el grabado al cobre, son consideradas las primeras en idearse y manipularse
desde un punto de vista puramente tipográfico, por lo que desaparece el rastro de la escritura
caligráfica. Entre los más activos en el desarrollo de estas fuentes se encuentran la familia de
impresores Didot y el italiano Giambattista Bodoni. La tendencia hacia la homogeneización de
este período produjo la aparición del sistema de normalización de las medidas tipográficas.

La industrialización de principios del siglo XIX generó unas necesidades de comunicación


propias, entre las que se encontraba la publicidad, el cartelismo y las publicaciones periódicas.
Con el fin de satisfacer la curiosidad del lector de noticias y folletos, las formas se sintetizan
para buscar un mayor impacto en el lector. Surgen así las primeras tipografías egipcias,
también llamadas slab-serif o de remate cuadrado, y las primeras sin remate o de palo seco,
también llamadas grotescas por la percepción que tenía el sector tipográfico más tradicional.
La aparición de nuevas técnicas en el campo de la impresión a color y la experimentación
fotográfica propició unos tratamientos tipográficos que potenciaban la integración del texto y
la imagen.
DIDONES

La primera tipografía moderna se le atribuye al francés Firmin Didot y fue impresa por primera
vez en 1784. Su trabajo fue la antecesora de la arquetípica didana de Bodoni. El tipógrafo
italiano Giambattista Bodoni se inspiró en la novela Romains du Roi – que presentaba serifas
planas y de ángulo recto – y en las tipografías con gran contraste de John Baskerville.

Las letras romanas de las tipografías modernas buscan alejarse de las formas caligráficas de las
tipografías clásicas. Éstas son más precisas, más frescas y más limpias. Mientras que las
antiguas se consideran de estilo Neo-clásico, las didas son Románicas y aunque comparten la
verticalidad en el diseño de los ejes, las modernas presentan un contraste aún más notable.

Las mayúsculas romanas de las tipografías modernas tienen una construcción casi matemática.
El eje vertical combinado con una horizontalidad definida les da una sólida presencia. Son
elegantes y transmiten sensación de calma y control. Por lo general, no son una buena opción
para componer texto seguido. La verticalidad de sus formas interfiere con el ritmo horizontal
de la lectura.

Las letras románicas pueden ser de una belleza extraordinaria. A cambio, les falta la fluidez y el
ritmo de las formas renacentistas que invitan a la lectura del texto. La forma majestuosa de las
Románicas incitan a admirar las letras más que a leerlas.

Las modernas necesitan mucho espacio en blanco para destacar de la forma que han sido
concebidas. Tanto en torno al texto como al interlineado. Hay que ayudarlas con unos
márgenes generosos y elegir unas fuentes de contraste muy sobrias para combinarlas.

Tipografía Bauer Bodoni (1924), diseñada por Louis Hell para Linotype

MECANAS

Las letras Mecanas o Egipcias aparecen con el cambio de siglo. Napoleón ha vuelto de una
larga expedición a Egipto y ha publicado sus memorias del viaje en un libro titulado
Descripción de Egipto. La palabra está de moda y los fundidores de tipografías de la época lo
utilizan en su estrategia de marketing.

Como la Revolución Industrial, las tipografías Mecanas nacieron en Gran Bretaña inspirando
una nueva ola de publicidad. Sus letras grandes y contundentes aparecían en todo tipo de
cartelería, panfletos y pósters de la época. Hasta entonces, la tipografía se había diseñado para
componer cuerpos de texto seguido. Por libros. Pero con la mecanización e innovaciones de la
tecnología de la imprenta, los publicistas buscaban una fuente que destacara, que llamara la
atención. Así nacieron las tipografías por titulares. Especialmente concebidas para ser
representadas en cuerpos de letra grandes.
A mediados del siglo xix, proliferaron otro tipo de letras Mecanas. El contraste de las
Clarendon empezó a reducirse, se estilizaron las serifas y se incrementó la altura de la x para
mejorar su legibilidad.

Casi todas las máquinas de escribir utilizan letras Mecanas porque ofrecen resultados
excelentes sobre cualquier soporte de papel.

Tipografía Rockwell, Monotype (1934)

LINEALES

Las letras de palo seco, sans serif o sin serifas son aquellas que no tienen remates en los
extremos de los trazos.

La estructura vertical de sus caracteres rompe la fluidez natural del texto impreso y hace que
sean más adecuadas para titulares que para cuerpos de texto muy largos. Las serifas ayudan a
guiar la vista de quien lee y facilitan la lectura.

Antiguamente, se aprovechaba la mancha de texto más oscura que se consigue con los tipos
de letra de palo seco cuando se quería hacer énfasis en alguna palabra concreta.

Sin embargo, cuando se trata de soportes digitales, la estructura basada en píxeles de las
pantallas hace que las letras de palo seco se vean más nítidas que las que tienen serifas y sean
más recomendables para componer cuerpos de texto.

Es importante conocer el soporte sobre el que se reproducirá el texto para realizar una
elección tipográfica que ayude a transmitir el mensaje de la manera más eficaz.

LINEALES – GROTESCAS

Son las primeras versiones sin serifas de las letras Mecanas y tienen sus orígenes en el siglo xix.

Las primeras tipografías de este tipo fueron diseñadas por trabajos de rotulación y publicidad.
Con el tiempo, aquellas que tenían caracteres de caja baja se fueron puliendo para poder
adaptarse al texto seguido.

En sus trazos se aprecia un ligero contraste y una cuadratura en las curvas. La R mayúscula
suele tener un asta encorvada, el ojal de la g minúscula está abierto y la G mayúscula tiene un
espolón característico.

El primer tipo de familia grotesca nace en 1816. Sin embargo, en la práctica no fue conocida y
difundida hasta que apareció la Futura de Paul Renner en 1925 y que ha inspirado todas las
tipografías grotescas que se han diseñado desde entonces.
Tipografía Franklin Gothic (1904), diseñada por Morris Fuller Benton para ATF

LINEALES – NEOGROTESCAS

De diseño más refinado que las Liniales - Grotescas, su construcción se basa en una estructura
cuidada y estudiada en detalle.

Los contrastes a la anchura de los trazos son menos marcados, la letra g minúscula es de planta
sencilla y no tiene ojal y la C mayúscula suele ser más abierta.

Tipografía Helvetica Neue (1983), diseñada por Max Miedinger para Linotype

LINEALES – GEOMÉTRICAS

Surgen a partir de 1920 a consecuencia de las propuestas estéticas de los movimientos de


vanguardia en Europa.

Son letras de palo seco basados en formas y estructuras geométricas monolíneas.

Curvas y rectas idénticas se utilizan deliberadamente en tantas letras como sea posible.

El diseño de las mayúsculas es un retorno a las antiguas formas griegas y fenicias.

Tipografía Futura (1927), diseñada por Paul Renner para Bauer


LINEALES - HUMANISTAS

En esta tipología resurge la concepción humanista del tipo. Se inspiran en las inscripciones
romanas y las caligrafías del Renacimiento y las líneas recuperan cierta modulación.

Adrian Frutiger es una figura influyente en el desarrollo de las tipografías humanistas de de


1976. Sus fuentes están pensadas haciendo énfasis en la legibilidad por encima de otras
características.

Esta categoría vivió su expansión durante los años 80 y 90. En parte como respuesta contra la
gran popularidad de fuentes como Helvetica y Univers pero también por la necesidad de crear
fuentes que fueran legibles en dispositivos electrónicos de baja resolución.

Al contrario que las fuentes Grotescas y Neogrotescas, el diseño de las letras Humanistas
permite una mayor apertura entre los trazos. Esto hace que las que tienen buenas
proporciones y espaciados suficientes sean especialmente adecuadas para pantallas o señales
de tráfico.

En el caso de las tipografías pensadas por señalética, es común añadir detalles que ayuden a
diferenciar los caracteres; como una pequeña curvatura al pie de la minúscula o una serifa que
rompa la verticalidad entre el asta de la minúscula y el puntito.

Tipografía Gill Sans (1928-1930), diseñada por Eric Gill para Monotype

Caligráficas
siglos xx – xxi

La primera mitad del siglo XX se caracterizó por el enfrentamiento entre la recuperación de los
antiguos modelos tipográficos y la búsqueda de nuevas formas de expresión gráfica que
rompieran la tradicional simetría de la página impresa. Las fuentes sin serifes gozaron de un
renacimiento, con aportaciones tan importantes para la historia de las letras como la Futura
(1932) de Paul Renner, la Universo (1957) de Adrian Frutiger y la conocidísima Helvetica (1959)
de Max Miedinger.

En 1970 empezaría una nueva era de la tipografía con la aparición del sistema de composición
optomecánico (fotocomposición), que provocaría, en muy poco tiempo, la desaparición de la
composición con tipos de plomo que se había ido utilizando los últimos cinco- cientos años. Los
principios asépticos y modulares que regían la producción de tipografías de esta época, junto
con la aparición de las nuevas técnicas fotográficas y ópticas, dio lugar a la creación de familias
muy variadas en anchura, expandidas y condensadas y en el grosor del trazo, tanto para
versiones redondas como para cursivas.

El texto ya ha abandonado hoy sus vehículos tradicionales y ha conquistado el espacio virtual.


Dejó de ser analógico para ser fundamentalmente digital. La eclosión de la autoedición en la
década de 1980 ha permitido al diseñador componer tipográficamente un proyecto sin tener
que recurrir a proveedores externos. El texto ya puede reproducirse a voluntad y ha sido
desmaterializado, de manera que con facilidad se pueden crear fuentes propias, modificar las
existentes y, obviamente, utilizar las generadas por otras. Las fuentes se han hecho populares
de repente, lo que ha provocado nuevos retos y tecnologías como el lenguaje PostScript o las
fuentes adaptadas a píxel para su lectura en pantalla.

INCISAS

Los caracteres incisos están basados en las letras cortadas sobre piedra o metal. Tienen una
estrecha relación con las Linealess pero presentan reminiscencias de pequeños remates
triangulares.

Ligeramente contrastadas y de trazos afilados, sus astas son moderadamente cóncavas. Sin
llegar a tener serifas, los remates al pie de sus trazos sugieren una línea de lectura imaginaria,
por tanto, no pueden ser clasificadas como letras de palo seco.

La anchura del ojo y los ascendientes y descendientes estilizados las convierten en fuentes
difíciles de digitalizar pero muy fáciles de leer en cualquier tamaño de cuerpo.

Tipografía Optima (1958), diseñada por Herman Zapf para D. Stempel A.G.

ESCRIPTAS

Las tipografías que imitan los trazos caligráficos hechos con pluma, pincel o buriles reciben el
nombre de escritas.

Son adecuadas para utilizar en invitaciones, menús de restaurantes u otros medios que inviten
a una creatividad más libre en el diseño del mensaje.

Aunque en ocasiones se pueden confundir con las tipografías manuales, las escritas suelen
presentar una cursividad que transmite la sensación de fluir directamente del trazo de una
mano.
Tipografía FF Tartine (2002), diseñada por Xavier Dupré y Panos Haratzopoulos y publicada por FontFont

MANUALES

Estos caracteres aparecen en el siglo XX y están basados en dibujos hechos originalmente a


mano, con pincel, lápiz o cualquier otro instrumento de escritura.

Su diseño libre los hace poco adecuados para la composición de textos, pero tienen una muy
buena acogida en el mundo de la publicidad y en textos cortos que quieran transmitir un
efecto específico.

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