22 Del Mar Rojo Al Rio Jordan
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Mar Rojo al Río Jordán Lección 22—Números 15–16
Más Rebelión
¡Memoriza la VERDAD!
“Háganlo todo sin quejas ni contiendas.” Filipenses 2:14
DÍA 1: Números 15:1-31—Leyes sobre Sacrificios
1. ¿Qué ofrendas describió Moisés en 15:1-21? Escoge uno que te resulte especialmente interesante y explica por qué.
2. ¿Cómo mostró Dios que Él aceptaba a los forasteros no israelitas? ¿Qué se requería de estos no-israelitas?
3. ¿Se trataban de la misma manera los pecados intencionales y los no-intencionales? Explica tu respuesta.
4. ¿Cómo afecta este pasaje tu manera de ver tus “errores” o pecados no-intencionales?
¡Aprende la VERDAD!
Dios reveló Su amor principalmente a los israelitas durante los tiempos del Antiguo
Testamento. No obstante, incluso en ese tiempo Él ofrecía Su misericordia a todos los
pueblos que creyeran en el único Dios verdadero. Isaías declaró que el pueblo de Dios debía
ser una “luz para las naciones, a fin de que lleves mi salvación hasta los confines de la tierra”
(Isaías 49:6). Dios aceptó a los gentiles que eran considerados “extranjeros” por Israel. Ellos
eran libres de adorar junto con el resto de Israel. Estaban invitados a participar en la vida de
la comunidad. ¿De qué manera estás tú recibiendo a los de fuera? Hay alguien que conoces
que necesita que tú les des la bienvenida? Pregúntale a Dios cómo puedes recibir a esta
persona, familia o grupo. Pide a Dios que otros experimenten el amor de Dios mientras tú los
recibes y los alcanzas. Prepárate para hablar sobre esto en tu Grupo Pequeño.
6. ¿Por qué crees que Dios ordenó que la congregación entera participara en su lapidación?
7. ¿Por qué les dijo Dios a los israelitas que pusieran flecos en los bordes de sus vestidos?
8. ¿Qué crees que significa “no dejarse llevar por los impulsos de su corazón ni por los deseos de sus ojos”?
¿Qué debemos hacer en lugar de esto?
Del Mar Rojo al Río Jordán – Lección 3
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DÍA 3: Números 16:1-19—Coré Desafía el Liderazgo de Moisés
9. ¿Quién se quejó contra Moisés? ¿Qué quejas tenían? ¿Qué actitud parece estar a la raíz de sus quejas?
10. ¿Cómo respondió Moisés ante las críticas de Coré? ¿Cómo respondió a las críticas de Datán y Abiram?
11. ¿Qué les dijo Moisés a los rebeldes que hicieran al siguiente día?
14. ¿Cómo pudo saber el pueblo a quién juzgó Dios como justo y a quién como equivocado?
17. ¿Cómo intervinieron Moisés y Aarón? ¿Qué hubiera sucedido si no lo hubieran hecho?
¡Aplica la VERDAD!
El pueblo de Israel tenía una mala costumbre. Siempre olvidaban obedecer. ¿Alguna
vez has batallado tú para recordar que hay que obedecer? Dios les dijo a los israelitas
Que pusieran flecos en sus vestidos para ayudarles a recordar. Él quería que ellos Le
obedecieran en lugar de seguir sus propios corazones y ojos. ¿Hay cierto pecado en el que
pareces caer con frecuencia? ¿Hay algo que podrías hacer—como usar un cordón atado a la
muñeca o un recado en un lugar visible—para recordar que hay que obedecer a Dios? Un
recordatorio tangible además de la oración y un constante estudio de la Palabra es una
excelente manera de ayudarte a vivir más plenamente en los caminos de Dios. Prepárate para
compartir acerca de esto en tu Grupo Pequeño.
Lección 22 Comentario
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Más Rebelión
Números 15–16
Los adultos de Israel jamás entrarían a la Tierra Prometida. Sin embargo, Dios quería que les enseñaran a
sus hijos cómo tener comunión con Él allí. Pero, aún mientras le daba estas instrucciones a Moisés, ¡el
pueblo se seguía rebelando!
Leyes sobre Sacrificios
Números 15 comienza con los mandamientos de Dios respecto a las ofrendas que Él quería que los
israelitas ofrecieran cuando entraran a su tierra. Dios confirmó Su promesa a Israel: “Cuando hayan
entrado en la tierra que les doy para que la habiten.” Dios dejó claro que era “cuando” no “si es que.” A
pesar de su rebeldía e incredulidad, Dios sería fiel para introducirlos a la tierra.
Luego el Señor le dijo a Moisés que hiciera ofrendas de grano y vino junto con holocaustos y ofrendas de
paz. El grano, aceite y vino no se podían producir en el desierto. Sin embargo, serían abundantes en la
Tierra Prometida. Junto con el sacrificio de carne, esta ofrenda completaría una comida. Sería similar a lo
que un anfitrión le serviría a los invitados de honor en un banquete. Estas reglas se aplicaban a los
israelitas nativos, visitantes o forasteros que vivieran entre ellos. El pueblo debía ofrecer lo primero de sus
panes al Señor. Como las ofrendas de primicias en Levítico, este mandamiento era para asegurar que los
israelitas recordaran darle a Dios lo primero y lo mejor.
Comenzando con Números 15:22, Dios explicó cómo hacer expiación por pecados no intencionales. Los
pecados corporativos (por ejemplo, cuando alguien era asesinado pero no se sabía quién fuera el asesino,
como se describe en Deuteronomio 21:1) se podían expiar con el sacrificio de un toro, un macho cabrío y
ofrendas de grano y bebida. Dios perdonaría al pueblo por semejantes “errores.” Los individuos también
podían ofrecer ofrendas por pecados accidentales. En este caso Él requería una cabra de un año de edad. Los
mandamientos, como todas las ofrendas, eran aplicables a los israelitas nativos así como también a cualquier
otra persona que viviera entre ellos. El Señor hacía diferencia entre las personas que pecaban espontánea-
mente y accidentalmente y aquellos que pecaban deliberadamente. Pecados cometidos “deliberadamente”
(Números 15:30) no podían ser expiados. Estos pecadores serían “eliminados de la comunidad.”
Un Violador del Sábado
Los israelitas pronto serían probados en relación con el tema de pecados intencionales. Detuvieron a un
hombre recogiendo leña en sábado. Claramente había desobedecido el mandamiento de Dios respecto a
encender fuego en sábado (véase Éxodo 35:3). Los testigos trajeron al hombre ante Moisés y Aarón.
Moisés y Aarón sabían que era culpable, pero no sabían cuál debía ser el castigo. Así que Moisés y Aarón
fueron ante Dios buscando una sentencia. Dios decretó que la congregación entera debía apedrear al
hombre. El pecado intencional no debía pasarse por alto. Él tenía a toda la comunidad por responsable de
la conducta de sus miembros. Él exigía que todos se unieran en la administración de la justicia. Y así lo
hicieron.
Dios no se deleita con castigar a las personas. Para proteger a Su pueblo contra la repetición de pecados
tan necios, Él ordenó a los israelitas que llevaran flecos en los bordes de sus vestidos. Posiblemente
cuando la gente bajaba la vista y los veía, pudieran recordar que debían vivir como Dios manda, y no
como ellos quisieran.
Dios Responde a un Desafío del Puesto de Moisés
Del Mar Rojo al Río Jordán – Lección 5
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Con Miriam, Dios había dejado claro que Él no permitiría que desafiaran el liderazgo de Su siervo,
Moisés. Pero este hecho no impidió que otros desafiaran a su líder. Un grupo encabezado por el levita
Coré acusó a Moisés y Aarón de excederse de su autoridad. Ellos sostenían que se debía permitir a todos
los israelitas hacer la obra sagrada de Dios. Ellos no aceptaban que Moisés y Aarón tuvieran más
privilegios que todos los demás. Ellos creían que Dios debía permitir que cualquiera realizara los deberes
sagrados. Dios dio a la tribu de Coré, los coatitas, la responsabilidad de cuidar de los artículos del
tabernáculo. Pero no les permitía ofrecer los sacrificios sacerdotales.
Así que Moisés ordenó una prueba. Les dijo a Coré y a sus hombres que quemaran incienso delante de
Dios. Dios había dicho que únicamente los sacerdotes podían ofrecer incienso. Pero ahora Coré y sus
hombres realizarían esta tarea sacerdotal como una prueba. Dios mostraría a quién escogía Él como Sus
sacerdotes. Moisés sabía que semejante rebelión no terminaría favorablemente para Coré y sus hombres.
Coré y sus hombres no eran los únicos que estaban desafiando la autoridad de Moisés. Dos rubenitas,
Datán y Abiram acusaron a Moisés de engañarlos. Ellos decían que en lugar de guiarlos a la tierra de
leche y miel, los había llevado al desierto para matarlos. Su calumnia enojó severamente a Moisés. Pero
Moisés no les respondió—él fue directamente a Dios. Moisés apeló a su inocencia delante de Dios y le
pidió que no aceptara las ofrendas de ellos.
Los hombres de Coré, junto con el grupo de Datán y Abiram, eran en total 250 personas. Al día siguiente se
reunieron en el tabernáculo de reunión. Allí, Dios manifestó Su Gloria—y Su ira. Los 250 hombres
presentaron su incienso. Inmediatamente, el Señor les dijo a Moisés y Aarón que se alejaran de los rebeldes
y de la congregación para que Él pudiera consumirlos. Pero Moisés y Aarón intercedieron. Rogaron a Dios
que no destruyera a toda la nación por causa de “un hombre,” probablemente Coré. Dios desistió y le dijo a
la congregación que se apartara de las tiendas de Coré, Datán y Abiram.
Moisés obedeció. Ordenó al pueblo que se alejaran de las tiendas de Datán y Abiram para que no fueran
destruidos junto con ellos. Luego Moisés explicó la prueba. Si los hombres morían catastróficamente—si la
tierra se los tragaba vivos—entonces todos sabrían que los hombres habían “menospreciado al Señor.” Si
no morían de una manera extraordinaria, entonces todos sabrían que Dios no había elegido a Moisés.
Apenas había acabado Moisés de hablar cuando Dios juzgó, tal como Moisés lo había predicho. La tierra se
abrió y consumió a los hombres, sus familias y sus posesiones.
La ira de Dios ante esta rebelión no podía haber sido más clara o dramática. Sin embargo, al día siguiente,
toda la congregación acusó a Moisés y Aarón de haber “matado al pueblo del Señor.” Dios inmediatamente
envió una plaga. De nuevo, Moisés y Aarón intercedieron. Moisés le dijo a Aarón que rápidamente ofreciera
incienso para apaciguar la ira del Señor. Con incensario en mano, Aarón literalmente se paró entre los vivos y
los muertos. La plaga se detuvo, pero no antes de que hubieran muerto 14,700 personas.
¡Personaliza la VERDAD!
La sujeción y el respeto por la autoridad es un asunto del corazón. Aun cuando las
acciones externas manifiesten nuestra desobediencia, el problema inicia en el corazón. La
rebeldía está arraigada en el orgullo, temor, o incredulidad. El orgullo, cuando pensamos que
nosotros podríamos dirigir mejor que las personas a las que Dios ha puesto al frente. Temor,
cuando nos preocupa que nuestros líderes de alguna manera nos dañarán. Incredulidad,
cuando no confiamos en Dios para obrar por medio del liderazgo que nosotros juzgamos como
malo. ¿Cuál es tu actitud hacia los que están en autoridad? Si batallas para seguir a tus líderes,
pide a Dios que te muestre la causa de tu dificultad. Pídele que Él desarrolle en ti la actitud de
corazón que necesitas para obedecerle a Él sometiéndote a ellos (véase Hebreos 13:17).