Poetas Modernistas Mexicanos A
Poetas Modernistas Mexicanos A
Poetas Modernistas Mexicanos A
La princesa no ríe, la princesa no siente; Y están tristes las flores por la flor de la
corte,
la princesa persigue por el cielo de
Oriente los jazmines de Oriente, los nelumbos del
Norte,
la libélula vaga de una vaga ilusión.
de Occidente las dalias y las rosas del Sur.
o en el que ha detenido su carroza Está presa en sus oros, está presa en sus
argentina tules,
para ver de sus ojos la dulzura de luz? en la jaula de mármol del palacio real;
¿O en el rey de las islas de las rosas el palacio soberbio que vigilan los
fragantes, guardas,
que custodian cien negros con sus cien José Asunción Silva.
alabardas,
un lebrel que no duerme y un dragón
“Noche III”:
colosal. Una noche
Una noche toda llena de perfumes, de
murmullos y de música de alas,
Una noche
¡Oh, quién fuera hipsipila que dejó la En que ardían en la sombra nupcial y
crisálida! húmeda las luciérnagas fantásticas,
A mi lado, lentamente, contra mí ceñida toda,
(La princesa está triste. La princesa está Muda y pálida
pálida.) Como si un presentimiento de amarguras
infinitas
¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil! Hasta el más secreto fondo de tus fibras se
agitara,
¡Quién volara a la tierra donde un Por la senda que atraviesa la llanura florecida
Caminabas,
príncipe existe,
Y la luna llena
(La princesa está pálida. La princesa está Por los cielos azulosos, infinitos y profundos
esparcía su luz blanca.
triste.) Y tu sombra
Fina y lánguida,
más brillante que el alba, más hermoso Y mi sombra
que abril! Por los rayos de la luna proyectadas
Sobre las arenas tristes
De la senda se juntaban
Y eran una
-«Calla, calla, princesa -dice el hada Y eran una
madrina-; Y eran una sola sombra larga!
Y eran una sola sombra larga!
en caballo, con alas, hacia acá se Y eran una sola sombra larga!
encamina,
Esta noche
Solo, el alma
en el cinto la espada y en la mano el azor,
Llena de las infinitas amarguras y agonías de
el feliz caballero que te adora sin verte, tu muerte,
Separado de ti misma por la sombra, por el
y que llega de lejos, vencedor de la tiempo y la distancia,
Por el infinito negro
Muerte, Donde nuestra voz no alcanza,
Solo y mudo
a encenderte los labios con un beso de
Por la senda caminaba.
amor». Y se oían los ladridos de los perros a la luna,
A la luna pálida,
Y el chillido
De las ranas
Sentí frío. Era el frío que tenían en tu alcoba
Tus mejillas y tus sienes y tus manos
adoradas
Entre las blancuras níveas
De las mortuorias sábanas.
Era el frío del sepulcro, era el frío de la Me besaba mucho.
muerte,
Era el frío de la nada. En paz
Y mi sombra
Por los rayos de la luna proyectada Salvador Díaz Mirón.
Iba sola
Iba sola Al separarnos.
Iba sola por la estepa solitaria.
Copo de nieve
Y tu sombra esbelta y ágil;
Fina y lánguida A Blanca
Como en esa noche tibia de la muerta
primavera, Música fúnebre
Como en esa noche llena de perfumes, de
murmullos y de música de alas, Mística
Se acercó y marchó con ella,
A Gloria
Se acercó y marchó con ella,
Se acercó y marchó con ella... ¡Oh las Ojos verdes
sombras enlazadas!
¡Oh las sombras que se juntan y se buscan
en las noches de negruras y de
lágrimas!.. Manuel José Othón
El ruiseñor
El río
En la estepa maldita
Manuel Gutiérrez Nájera. La selva
Para entonces Frons in mare
A un triste Idillo salvaje
En un abanico
¿Si tu murieras!
Luis Gonzaga Urbina.
Efímeras.
Metamorfosis
Hechicera
Amado Nervo (Juan Crisóstomo
Ruiz de Nervo y Ordaz) Mariposas de enero
Perlas negras V Dones
El primer beso
La agonía blanca
Cobardía
Soneto
El amor nuevo
A Leonor
A una francesa
la copa del placer vuelca Saturno.
yo soy altivo, y el que alienta orgullo será el fuego voraz que me consuma!
desprecio los peligros que señalas. Los claros timbres de que estoy ufano
«El ave canta aunque la rama cruja, han de salir de la calumnia ilesos.
como que sabe lo que son sus alas». Hay plumajes que cruzan el pantano
La flor en que se posan los insectos ¡Consuela el corazón del que te ama!
empapadas de rocío.
Ojos en que reverbera
Húmedo esplendor de río
la estrella crepuscular,
que por esquivo me enojas.
ojos verdes como el mar,
Luz que la del sol sonrojas
como el mar por la ribera,
y cuyos toques son besos,
ojos de lumbre hechicera
derrámate en mí por esos
que ignoráis lo que es llorar, ojos con aspecto de hojas.
¡glorificad mi penar!
Oid la campanita, cómo suena, cristal mis ojos del cerúleo manto.
como una blanda y celestial caricia, canta como una música divina,
En la estepa maldita
En la estepa maldita, bajo el peso
y destacada contra el sol muriente, de sibilante brisa que asesina,
irgues tu talla escultural y fina
como un airón, flotando inmensamente, como un relieve en el confín impreso.
El viento, entre los médanos opreso,
tu bruna cabellera de india brava. canta como una música divina,
y finge bajo la húmeda neblina,
LA SELVA un infinito y solitario beso.
Vibran en el crepúsculo tus ojos,
Hay en mi seno voces interiores, un dardo negro de pasión y enojos
jamás por los mortales escuchadas, que en mi carne y mi espíritu se
que oyéronlas tan sólo, á las vegadas, clava;
los dioses convertidos en pastores. y destacada contra el sol muriente,
como un airón, flotando
Al ritmo de mis plácidos rumores inmensamente,
cruzaban por mis sendas, nunca tu bruna cabellera de india brava.
holladas,
y les seguían faunos y dryadas,
ciñéndoles de lauro, y mirto, y flores.
Idilio salvaje
Su flauta el viejo Pan dejó escondida
donde habitan mis genios tutelares, ¿Por qué a mi helada soledad viniste
que es del misterio y del amor manida. cubierta con el último celaje
de un crepúsculo gris?… Mira el paisaje,
Mas robada me fué, y hoy sus cantares árido y triste, inmensamente triste.
se desbordan en hálitos de vida,
resonando por montes y por mares. Si vienes del dolor y en él nutriste
tu corazón, bien vengas al salvaje
Frons in mare desierto, donde apenas un miraje
Cada vida mortal es una hoja de lo que fue mi juventud existe.
que el árbol guarda a octubre
amarillento; Mas si acaso no vienes de tan lejos
cuando secas están se agita el viento y en tu alma aún del placer quedan los dejos,
y al bramador torrente las arroja. puedes tornar a tu revuelto mundo.
Mas ¿por qué de la tuya nos despoja,
si era fronda que el aire tremulento Si no, ven a lavar tu ciprio manto
acariciaba con divino acento, en el mar amarguísimo y profundo
bajo un alba de abril dorada y roja? de un triste amor o de un inmenso llanto.
Del huracán al golpe furibundo
cayó la verde hojita en la corriente
del manso río azul que, desde el
mundo,
en sus ondas purísimas y bellas Luis G. Urbina.
la llevó, cariñosa y blandamente
“Metamorfosis”: Un hálito de abril sopló en mi otoño;
de una mano de nieve que tenía en cada viejo nido, hubo canciones;
A merced de los vientos, como una barca Beso tus ojos tristes como suele
rota sus reliquias besar, en tanto reza,
va, doliente, el espíritu; desesperado, no. una anciana piadosa. Y tu cabeza
La placidez alegre poco a poco se agota; que a perfumadas liviandades huele,
mas sobre la sonrisa que me dio el padre,
brota beso, porque mi beso te consuele,
de mis ojos la lágrima que la madre me dio. mi beso que es unción y que es tristeza,
mi beso que está limpio de impureza,
LA AGONÍA BLANCA
mi beso que no mancha y que no duele.