Parábolas Sobre La Ancianidad
Parábolas Sobre La Ancianidad
Parábolas Sobre La Ancianidad
LA ANCIANA FILOMENA
-Si quieres, las medias son tuyas –le dijo un día Rosaura.
-Pero no tengo con qué pagarte.
-Sí que tienes.
-¿Qué?
-Tus lentes. Cada día veo peor y ya casi no puedo tejer.
La viejita Filomena no dudó un momento:
-Aquí los tienes –le dijo- y abrazó contra su pecho las medias de lana
que le entregó la Sra. Rosaura.
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LOS CAMPESINOS Y EL ANCIANO DE LA COMUNIDAD
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EL PLATO DE MADERA
Así fue como el matrimonio decidió poner una pequeña mesa en una
esquina del comedor. Ahí, el abuelo comía solo mientras el resto de
la familia disfrutaba la hora de comer. Como el abuelo había roto uno
o dos platos su comida se la servían en un plato de madera
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El niño de cuatro años observaba todo en silencio. Una tarde antes
de la cena, el papá observó que su hijo estaba jugando con trozos de
madera en el suelo. Le pregunto dulcemente: "¿Que estás
haciendo?"
Los niños son altamente perceptivos. Sus ojos observan, sus oídos
siempre escuchan y sus mentes procesan los mensajes que
absorben. Si ven una familia solidaria, ellos imitaran esa actitud por
el resto de sus vidas.
4
EL COFRE
Érase una vez un anciano que había perdido a su esposa y vivía solo.
Había trabajado duramente como sastre toda su vida, pero los
infortunios lo habían dejado en bancarrota, y ahora era tan viejo que
ya no podía trabajar.
El anciano estaba cada vez más débil, y los hijos lo visitaban cada
vez menos.
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El anciano se llevó el cofre a casa, lo llenó hasta el tope de vidrios
rotos, le echó llave y lo puso bajo la mesa de la cocina.
— Debe estar lleno con el oro que ahorró a lo largo de los años -
susurraron.
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— ¿Qué triquiñuela infame! -exclamó el hijo mayor-. ¡Qué crueldad
hacia sus hijos!
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DE TI DEPENDE
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UN RELATO DE ALBERT EINSTEIN
Había dos niños que patinaban sobre una laguna congelada. Era una
tarde nublada y fría, pero los niños jugaban sin preocupación.
Cuando de pronto, el hielo se reventó y uno de los niños cayó al agua.
Albert Einstein.
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EL ANCIANO MIOPE
¿QUE ES EL MATRIMONIO ?
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“Mis padres vivieron 55 años casados. Una mañana mi mamá bajaba
las escaleras para prepararle a papá el desayuno y sufrió un infarto.
Cayó.
Mi padre la alcanzo, la levanto como pudo y casi a rastras la subió a
la camioneta.
A toda velocidad, rebasando, sin respetar los altos, condujo hasta el
hospital. Cuando llegó, por desgracia, ya había fallecido.
Durante el sepelio, mi padre no habló, su mirada estaba perdida.
Casi no lloró. Esa noche sus hijos nos reunimos con él.
En un ambiente de dolor y nostalgia recordamos hermosas
anécdotas. El pidió a mi hermano teólogo que le dijera, donde estaría
mamá en ese momento.
Mi hermano comenzó a hablar de la vida después de la muerte,
conjeturó cómo y dónde estaría ella.
Mi padre escuchaba con gran atención.
—De pronto pidió “llévenme al cementerio”.
—”Papá” respondimos “ ¡Son las 11 de la noche! ¡No podemos ir al
cementerio ahora!” Alzó la voz y con una mirada vidriosa dijo:
—”No discutan conmigo por favor, no discutan con el hombre que
acaba de perder a la que fue su esposa por 55 años”.
Se produjo un momento de respetuoso silencio.
No discutimos más.
Fuimos al cementerio, pedimos permiso al velador, con una linterna
llegamos a la lápida.
Mi padre la acarició, oró y nos dijo a sus hijos que veíamos la escena
conmovidos:
—”Fueron 55 buenos años... ¿Saben? Nadie puede hablar del amor
verdadero si no tiene idea de lo que es compartir la vida con una
mujer así”.
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Hizo una pausa y se limpió la cara.
—”Ella y yo estuvimos juntos en aquella crisis. Cambió de empleo”
continuó:
“Hicimos el equipaje cuando vendimos la casa y nos mudamos de
ciudad. Compartimos la alegría de ver a nuestros hijos terminar sus
carreras, lloramos uno al lado del otro la partida de seres queridos,
rezamos juntos en la sala de espera de algunos hospitales, nos
apoyamos en el dolor, nos abrazamos en cada Navidad, y
perdonamos nuestros errores...
Hijos, ahora se ha ido y estoy contento, ¿Saben por qué? porque se
fue antes que yo, no tuvo que vivir la agonía y el dolor de enterrarme,
de quedarse sola después de mi partida.
Seré yo quien pase por eso, y le doy gracias a Dios. La amo tanto
que no me hubiera gustado que sufriera...”
Cuando mi padre terminó de hablar, mis hermanos y yo teníamos el
rostro empapado de lágrimas.
Lo abrazamos y él nos consoló:
—”Todo está bien hijos, podemos irnos a casa; ha sido un buen día”
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La abadesa reunió a su Consejo y, después de larga reflexión y
consulta, decidió preparar para tan noble misión a la hermana Clara,
una joven novicia llena de virtud, de inteligencia y de otras singulares
cualidades.
La madre abadesa la envió a estudiar, y la hermana Clara pasó
largos años en la biblioteca del monasterio y fue discípula aventajada
de los mejores profesores de la época. Cuando regresó, todas las
monjas alabaron su erudición y la maestría de su discurso.
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Pero la madre abadesa consideró que todavía no estaba lista. La
envió entonces a recorrer los caminos con una familia de
saltinbanquis. Vivía en el carromato, les ayudaba a montar su tablado
en las plazas de los pueblos, comía moras y fresas silvestres, y
aveces tenía que dormir al raso, bajo las estrellas. Aprendió a contar
adivinanzas y chistes, a hacer títeres, y a recitar romances y poemas
como los juglares.
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Cuando regresó al monasterio, la Madre abadesa la miró con cariño
y la encontró más humana y vulnerable. Tenía la mirada serena y el
corazón lleno de rostros y de nombres.
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Los indios de una remota reserva preguntaron a su nuevo jefe si el
próximo invierno iba a ser frío o apacible. Dado que el jefe había sido
educado en una sociedad moderna, y ya habían desaparecido todos
los ancianos de la tribu. No había forma de conocer la sabiduría de
sus mayores.
Así que, cuando miró el cielo, se vio incapaz de adivinar qué iba a
suceder con el tiempo....
De modo que el jefe volvió con su gente y les dijo que se pusieran a
juntar todavía más leña, para estar aún más preparados.
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Honestamente preocupado por su gente, el jefe volvió al
campamento y ordenó a sus hermanos que recogiesen toda la leña
posible, ya que parecía que el invierno iba a ser verdaderamente
crudo.
PARÁBOLA DE LA PIEDRA
- ¿Ves esa piedra que hay en medio de la calle? Desde que llegué
aquí esta mañana, diez personas han tropezado en ella y han
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maldecido, pero ninguna de ellas se ha tomado la molestia de
retirarla para que no tropezaran otros.
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de cualquier enemigo. La fortaleza de un país radica en sus ejércitos
y en la fuerza de sus hombres.
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Pedro, que así se llamaba el hijo menor, respondió conteniendo los
jadeos del cansancio:
-Lo que pasó, padre, es que, mientras estaba esperando mi turno,
me enteré de que Santiago, el anciano caballerizo, había sido
pateado por un caballo y pensé que, en ese momento, lo más
importante era correr en su ayuda para ver si podía hacer algo por él.
-Ya sé quién será mi sucesor: serás tú, Pedro, porque no sólo sabes
lo que la gente necesita para ser feliz, sino que siempre estás
dispuesto a hacerlo. Tú sabes servir y eso es lo más importante.
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Pero sucedió que también el hermano soltero empezó a despertarse
por la noche y a pensar: “No es justo que mi hermano, que tiene mujer
y cinco hijos se quede sólo con la mitad de la cosecha, pues él
necesita mucho más que yo”. Y con este pensamiento, se levantaba
de la cama y llevaba un saco de su grano al granero de su hermano.
LA MAESTRA
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El profesor se quedó pasmado y decidió seguir adelante con la
investigación. Afortunadamente, no le costó mucho localizar a los
investigados y pudo hablar con cada uno de ellos.
-¿Cómo explica usted su éxito? –les fue preguntando.
En todos los casos, la respuesta, cargada de sentimientos, fue:
-Hubo una maestra especial...
La maestra todavía vivía, de modo que la buscó y le preguntó a la
anciana, aunque todavía lúcida mujer, qué fórmula mágica había
usado para que esos muchachos hubieran superado la situación tan
problemática en que vivían y triunfaran en la vida.
Los ojos de la maestra brillaron y sus labios esbozaron una grata
sonrisa:
-En realidad, es muy simple – dijo-. Todos esos muchachos eran
extraordinarios, los quería mucho.
NO FIJARSE EN EL ASPECTO
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Muchas semanas más tarde supieron que la anciana llevaba toda su
vida limpiando la playa de cristales para que los niños no se hirieran
los pies.
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