12 Enfermedad X PDF
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Con el tiempo contado
El 16 de marzo de 2020 fue la última vez que pude abrazar a Gisel, mi compañera de
trabajo, que sin miedo a equivocarme puedo decir ques es de las más queridas y
respetadas por los usuarios que asisten a sus clases grupales de bicicleta bajo techo, Pilates
y HITT.
Y quién lo iba a creer que ese fuerte abrazo que nos dimos para despedirnos aquel
día sería el último contacto físico que tendríamos hasta hoy 30 de abril de 2021; fecha en
que he decidido comenzar a escribir este ensayo.
Recuerdo muy bien que ese día de forma inocente, ingenua y optimista nos dijimos
adiós, pensando que serían solo ocho días los que dejaríamos de vernos por culpa de un
virus de nombre raro y que al parecer se había generado por culpa de un Chef chino de la
ciudad de Wuhan; a quien se le culpaba de manera jocosa de reprobar sus clases, ya que
por su falta de conocimientos culinarios había propagado una enfermedad infecciosa, por
no lavar, no condimentar o como decimos en mi país (Colombia) no sancochar de manera
adecuada un murciélago.
Pero, nada más lejanos de la realidad estábamos en aquel momento no solo Gisel y
yo, sino los millones de seres humanos en el mundo, que pensamos que esta sería una
simple gripa que con medicamentos de bajo costo o que con recetas caseras sería
controlada.
Escuchaba a las personas mayores y a las mamás (entre ellas la mía) que
recomendaban tomar agua e’panela caliente (infusión dulce de derivado de la caña) de
jengibre, de eucalipto con limón y acostarse a dormir tapado de pies a cabeza para sudar
el virus o en otros casos salieron expertos empíricos de la medicina alternativa hablando
de los poderes curativos y preventivos de la Moringa y la hoja de Coca.
Lastimosamente ninguna de estas recomendaciones fueron efectivas para mitigar la
mayor pandemia que la especie humana ha tenido que padecer en su historia reciente; el
virus denominado SARS-CoV-2 (síndrome respiratorio agudo severo coronavirus 2) o
conocido por su apodo de jerga popular el Covid-19, había llegado a la vida de cada uno
de hombres, de mujeres, de niños, y de niñas del planeta para cambiarnos la vida de
manera drástica e inmediata.
Debo confesar que al principio veía esta situación como unas breves vacaciones
extras en mi vida, caracterizada por el correcorre diario de mi carga profesional y
académica; que al final del día me dejaba agotado, exhausto y con mayores
responsabilidades para el día siguiente.
Recuerdo muy bien que ese día llegue a casa, me duche, comí y me senté en el sofá a
escuchar las noticias para tratar de entender lo que pasaba; y fue solo en este momento
cuando percibí la magnitud de la situación a la que como especie nos estábamos
enfrentando; un virus mortal que no distinguía color de piel o de creencia religiosa.
Esta no era una “gripita” cualquiera; este era un virus desconocido que nunca antes
habíamos tenido que enfrentar, con unas características totalmente diferentes a los ya
conocidos, entre las que se destaca que era una enfermedad transmitida de ser humano a
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ser humano y que el medio de contagio se realizaba por medio del contacto directo con el
agente patógeno en superficies o por vía aérea.
El ver la cifra de muertes en el mundo, escuchar las noticias de como los países
potencias del mundo cerraban sus fronteras ante el temor del virus, el aumento de los
contagios de forma exponencial y descontrolada, el observar cómo los centros
hospitalarios con las más sofisticadas tecnologías se declaraban en emergencia sanitaria
pero sobre todo, ver la impotencia y las lágrimas de los profesionales de la salud para
salvar vidas, me llevó a un colapso existencial como consecuencia de un colapso de salud
pública mundial.
Pensaba en qué iba a pasar con mi familia, con mis amigos, en cómo iba a seguir
respondiendo por mis adquiridas deudas económicas, si la empresa para la que trabajaba
dejaba de pagarme ante la imposibilidad de ir a laborar; estas fueron solo unas de las
miles de preguntas que pienso no solo a mí sino a todos de seres humanos se les cruzaron
por la cabeza al momento de entender que una enfermedad de característica infecciosa
ponía en jaque la vida y la salud individual, pública y económica del mundo.
Las historias del apocalipsis parecían cobrar sentido al tener que acatar y cumplir las
nuevas reglas de comportamiento social, como lo fueron el distanciamiento, el uso de
mascarillas de manera permanente, el aislamiento preventivo y la imposibilidad de
movilizarse libremente por las calles; fueron solo algunas de las normas a las que como
sociedad nos tuvimos que adaptar y que los gobiernos impusieron de forma drástica y
severa, tratando de proteger la vida de sus conciudadanos.
Fue claro el mensaje que el 2020 trajo para la humanidad; y que no sería otro que la
de hacernos comprender que éste habría de cambiar para siempre la vida; enseñándonos
que como especie Homo Sapiens Sapiens (hombre o mujer pensante pensante) con
ímpetus de grandeza y con la creencia de tener el derecho de dominar y emancipar toda
aquella especie sobre el planeta, estaba en riesgo de desaparecer de la faz de la tierra;
posiblemente sin intuir que su tiempo sobre ella podría estar contando.
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¿Nadie pudo predecir esta hecatombe?
Fueron varios días en los que estuve sin quererlo y sin planearlo en un letargo
existencial como consecuencia de una cuarentena obligatoria impuesta por mi gobierno,
quien al igual que los del resto del mundo tuvieron que enfrentar una pandemia con
temor y sin tener una ruta de acción clara; y que solo acataron las recomendaciones que
las instituciones internacionales de estudios epidemiológicos y de manejo de salud
pública hacían a nivel mundial, bajo la batuta de la Organización Mundial de la Salud
(OMS).
Las horas se convirtieron en días, los días en semanas, las semanas en meses y hoy
los meses ya pasaron la cifra del año, y en aquel entonces solo pasaba por mi cabeza que
esta situación que estaba viviendo solo era una película apocalíptica de Hollywood o en el
peor de los casos una pesadilla de la que pronto iba a despertar.
Pero desafortunadamente lo que estaba aconteciendo era real y no había manera de
escapar; esta era la nueva realidad a la cual como humanidad teníamos que enfrentarnos y
adaptarnos si queríamos sobrevivir y trascender.
Al principio fue algo traumático poder asimilar que muchos de mis proyectos,
ilusiones y metas se quedaban sin piso por una enfermedad infecciosa de características
pandémicas y con repercusiones para la salud pública en el mundo.
Como cualquiera otra persona y como sucede ante la perdida de algo, ya sea la vida
de un ser querido, una decepción amorosa o un elemento material, yo pase por las cinco
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etapas para el manejo de un duelo, al ver que mis anhelos profesionales y personales se
esfumaban de un momento a otro.
Al inicio negué (etapa uno: la negación) durante días la existencia de esta pandemia
engañándome y haciéndome creer que esto era solo una gripa que no tendría mayor
repercusión en mis planes a corto y mediano plazo.
Al darme cuenta de que no podía negar, entró en juego la segunda etapa: la ira;
sentimiento que se veía reflejado en mi pelea diaria ante mi Dios al que le reclamaba con
vehemencia, porque después de tantas luchas perdidas y batallas ganadas no me iba a
permitir seguir adelante en la búsqueda de mis sueños.
Cansado de dar quejas y refunfuñar, avance a la tercera etapa: la negociación; en la
cual empiezo a tratar de revertir o cambiar la situación mintiéndome de manera ingenua y
buscando engañar a mi cerebro con mensajes positivos pero falsos, que me dieran ánimos
para seguir adelante.
Debo confesar que aunque quise no pude hacerlo mucho tiempo, razón por la cual
pase de la negación a la cuarta etapa que fue la de la depresión. Vacío, desilusión y otras
emociones no tan agradables se apoderaron de mi vida diaria; sensaciones que me
llevaban a recordar el pasado y sentirme triste por lo que había perdido.
Pero como dice el dicho popular “No existe mal que dure cien años, ni cuerpo que lo
resista” y en mi caso fue verídico, no lo voy a negar, fueron días opacos y negros pero
tuve la fortuna de encontrar una mano amiga o mejor una voz amiga (la del Dr. Santiago
Rojas) quien me enseño que a través de la escritura se podía liberar todo tipo de
emociones reprimidas dejando huella como ser humano.
Esta fue la forma en la que sobrepasé la penúltima etapa del manejo del duelo y
llegar a la quinta etapa que no fue otra que la de la aceptación; en esta etapa decidí seguir
adelante con mi vida, sin abandonar mis sueños, pero en esta realidad.
Acepté, practiqué y puse a prueba todos los verbos de motivación que con prefijo RE
los especialistas en superación personal y empresarial, pusieron de moda en tiempos de
crisis como lo fueron: RE-IMAGINAR, RE-PLANTEAR, RE-PENSAR, RE-INVENTAR y
RE-ESTRUCTURAR.
Muchas fueron las afirmaciones que me ayudaron a salir adelante de la última etapa
del manejo del duelo, pero hubo una que en realidad me generaba tranquilidad que fue la
de asegurarme “que una situación fortuita como la que estábamos viviendo no pudo ser
predecible”.
Y en realidad con mi corazón en la mano y con la mayor inocencia, les confieso que
hasta hace unos días ratificaba mi anterior afirmación; pero gracias a la Internet y a mi
espíritu investigador encontré que esto no era verdad, pues en el 2015 un hombre
aprovechando una de las plataformas de conferencias a nivel mundial más reconocida y
prestigiosa denominada TED (Tecnología, Educación y Diseño) en tan solo 8 minutos y 24
segundos anticipó de manera visionaria la posibilidad de que una pandemia generada por
soldados microscópicos, amenazaría la vida, la salud, la paz y la tranquilidad de la raza
humana; y lo más sorprendente, afirmó que no estaríamos listos para enfrentarla.
Este hombre no pudo ser otro que…
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Un TED premonitorio e intimidante
Bill Gates, cofundador y director ejecutivo de Microsoft, considerado uno de los
hombres más rico e inteligente del mundo, fue la persona que apareció en marzo de 2015
en el escenario de TED Vancouver, Canadá; empujando en una carretilla un gran barril
negro con los sellos del Departamento de Defensa de Estados Unidos y enviando el
primer mensaje de alerta sobre la posibilidad que un virus de origen extraño amenazara la
vida y la salud de millones de seres humanos en el mundo.
Su discurso inicio recordando de cómo cuando él era niño el mayor miedo que se
tenía como sociedad era un desastre causado por una guerra nuclear en plena guerra fría
entre los bloques capitalistas y comunista liderados por Rusia y USA.
La orden que recibió de sus padres fue clara; y no era otra que la de correr en caso
de emergencia hacia el sótano de la casa, quedarse ahí y alimentarse de la comida
encontrada dentro del barril, esperando nuevas noticias.
Pero para este filántropo el mayor riesgo que enfrentarían las nuevas generaciones
no sería una catástrofe mundial como consecuencia de una bomba nuclear lanzada por
algún país extremista; para él, la mayor amenaza a la supervivencia del ser humano no
sería ningún misil transatlántico, sino un misil microscópico con características
infecciosas, capaz de alojarse en el cuerpo de las personas y viajar por el mundo entero sin
que los agentes transmisores (especie humana) sintiera síntomas mortales hasta que fuera
demasiado tarde.
Por el acierto de sus predicciones y la falta de información verídica del nacimiento y
propagación del virus mortal, muchas personas e instituciones a nivel mundial lo culpan
de ser generador de un complot mundial y causante de la propagación de este virus
mortal con el objetivo de manipular los indicadores de salud pública, buscando disminuir
la tasa de natalidad y aumentar la de mortalidad a nivel mundial.
Comprobar si esto es cierto o no lo es, va a ser imposible y no nos queda sino
esperar que por el respeto de la vida humana estas afirmaciones sean rumores y que por
el bien común solo sean falsas aseveraciones de opositores de una vacunación masiva y
global.
Más allá de discutir sobre una posible asociación ilícita mundial para manipular el
poder de decisión de los seres humanos, este ensayo busca analizar las soluciones que un
hombre con un coeficiente intelectual elevado y con la experiencia de más de 60 años de
vida planteó para superar una pandemia que hace unos pocos años solo era pensada e
imaginada por un hombre que en un TED premonitorio e intimidante trato de concienciar
sobre la importancia de crear un Sistema de Salud Globalizado (SSG) para mitigar las
posibles consecuencias de una enfermedad inexistente en aquel momento.
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La globalización de los servicios de salud
Creer en la instauración de un SSG para mitigar una futura pandemia parecería una
utopía en un mundo en donde la mayoría de los países viven en el individualismo
nacionalista y se mueven bajo las reglas de un sistema económico neoliberal; dirigido y
guiado por la mano invisible y perversa de un mercado de libre competencia.
Las opiniones sobre el tema de la Globalización de la Salud (GS) son diversas,
complejas y en la mayoría de los casos opuestas e incompatibles, ya que son vistas por
parte de sus defensores y opositores desde corrientes ideológicas; que por sus
fundamentos nunca podrán tener un punto de encuentro, y aunque tengan varias
definiciones comparto la de Dr. A. Franco plasmada en su artículo denominado
“Globalización de la Salud”, quien expone su significado como “poner la salud en una
dimensión global” buscando los beneficios de salud desde lo público más allá que desde
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lo individual.
Fantasear en que un SSG sea realidad para mitigar las consecuencias de una
pandemia puede ser una ilusión de quien escribe estas palabras, pues se necesitaría de la
voluntad de todos para enfatizar esfuerzos en :
1. Romper barreras entre las clases sociales que de forma real disminuyan las
desigualdades de accesibilidad y calidad en la prestación de los servicios de salud.
2. Incluir en el proceso a todos los actores que hacen parte del sector de la salud desde lo
público y lo privado (ciudadanos, gobiernos, organizaciones no gubernamentales,
profesionales de la salud, etc.).
3. Crear e implementar programas de Promoción de la Salud robustos y coherentes; que
se adapten a las necesidades individuales y públicas de las personas y las
comunidades y donde se tenga en cuenta sus creencias y tradiciones culturales.
4. Generar un equilibrio entre lo científico y lo teológico, entre las necesidades
económicas y la solidaridad, entre lo tecnológico y lo tradicional bajo los principios de
respeto por los “derechos humanos, la solidaridad, el interés recíproco, el
humanitarismo y la equidad”.
5. Centrar la creación de estrategias, programas y sus servicios en los principios basados
en la teoría eco-social (importancia de ambientes saludables es necesario porque si el
entorno no es adecuado, tampoco lo será la biología humana, el estilo de vida y la
organización de la atención de los servicios); y en el concepto de salutogénesis (vincula
el estado de salud con factores socioculturales e históricos que hacen posible la
confianza para actuar de forma saludable, partiendo de los aspectos positivos de la
salud) . 2
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Han sido muchos los gobiernos que por décadas intentan implantar Modelos de
Salud (MS) con algunas de las características de un SSG abriendo la puerta para que
transnacionales financieras de carácter privado ingresen al sector como actores principales
con voz y voto; estimulando la libre circulación de capital y en la mayoría de los casos
generando “recorte en los gastos socio-sanitarios y la privatización de los sistemas de
salud” .3
3
Vélez, M. (2016). La Salud en Colombia. Pasado, presente y futuro de un sistema en crisis (1a. edición). Penguin
Random House Grupo Editorial S.A.S. Bogotá, Colombia.
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No puedo asegurar que el Covid-19 se hubiese podido detener antes que se
convirtiera en una pandemia por la visión de uno de los hombres más respetados en el
campo científico, que se vio plasmada en un TED denominado: ¿La próxima pandemia?
No estaremos listos; pero de lo que si estoy totalmente seguro es que si se hubiese tenido
en cuenta algunas de las recomendaciones que este gurú de la informática hizo en el 2015
con respecto a los SSG y sobre la importancia de haberse tomado en serio una Enfermedad
X (enfermedad extraña y sin identificar), los índices de mortalidad y el impacto económico
en el mundo como consecuencia del síndrome respiratorio agudo severo coronavirus 2,
serían mucho menores a los que al día de hoy debemos llevar sobre los hombros y aceptar
como sociedad.
4SEMANA. (2021, 28 enero). Otra “enfermedad X” podría causar una nueva pandemia y estaría a la vuelta de la
esquina. Semana.com Últimas Noticias de Colombia y el Mundo. https://www.semana.com/mundo/articulo/otra-
enfermedad-x-podria-causar-una-nueva-pandemia-y-estaria-a-la-vuelta-de-la-esquina/202137/
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aprendiendo de lo vivido y entendiendo que una nueva pandemia es una realidad cercana
y posible en un lapso de tiempo relativamente corto.
Hoy (17 de mayo de 2021) con más de 1.479.998.877 de personas vacunadas en el
mundo, el sentimiento de optimismo renace en todas partes del mundo lentamente;
albergando la esperanza de un presente similar o medianamente parecido a lo que era
antes nuestras vidas y que aunque sabíamos no era perfecto, si fue en el que nos
sentíamos a salvo y felices.
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¿Preparados para una Nueva Pandemia?
Con más de 3 millones de muertes y 163 millones de contagios activos en el mundo;
la luz y la esperanza aparecen al final del camino gracias a la efectividad demostrada por
las diferentes vacunas y los ágiles procesos de inmunización que se han implementado en
la mayoría de los países para combatir el Covid-19.
Han sido meses difíciles y de múltiples aprendizajes y enseñanzas los que esta
pandemia ha traído como sociedad, no solo en el campo de la salud sino también en el
económico, en el político y en el social. Y para los que no crean o no conozcan aun las
consecuencias que esta crisis de salud pública ha generado, los invito a que revisen las
cifras a nivel mundial de: pobreza, desempleo, mortalidad, inequidad y desigualdad
social; donde se evidencia los verdaderos desastres a la gobernanza y al aparato
productivo del mundo.
Bill Gates en su discurso de TED aseguro que el Banco Mundial pronosticaba que los
costos de una posible epidemia (ojo epidemia no pandemia) podrían ser alrededor de
3.000.000.000 millones de dólares si no se tomaban las medidas adecuadas para
prevenirla; y como en la mayoría de los casos, aun dándoles una alarma temprana no se
hizo nada.
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Pero ¿y cuáles fueron esas propuestas que este personaje con coeficiente intelectual
elevado propuso para enfrentar una posible epidemia?; ¿eran tan difíciles de ejecutar y de
cumplir?
Confieso que no fue fácil analizar y explicar lo que en tan solo unos minutos este
hombre planteo como requerimientos para mitigar los efectos catastróficos que un posible
virus mortal pudiera traer; razón por la cual decidí agrupar mis apreciaciones en cuatro
grandes ítems teniendo en cuenta sus palabras:
• El primer ítem hace referencia al consejo del experto sobre la necesidad de “fortalecer los
Sistema de Salud en el mundo, especialmente en los países más pobres”, donde se hace
fundamental enfatizar en lograr que las naciones con menores recursos para su gasto
sanitario puedan tener el apoyo de otros países, organizaciones e instituciones a nivel
mundial, para permitir un acceso universal y de calidad de los ciudadanos a los
servicios básicos y mínimos de salud que garanticen su correcto desarrollo humano, se
necesita trabajar en brindar:
❖ Programas de Promoción de la Salud (vacunación, educación sexual, alfabetización
en Salud) y Prevención de Enfermedades Crónicas No Transmisibles y Mentales.
❖ Modelos de Salud centrados en la Atención Primaria de Salud Integral de las
personas, las familias y las comunidades con un respeto por las características propias
de las poblaciones.
❖ Determinantes Sociales en Salud que disminuyan las brechas existentes entre las
clases sociales que permita a las personas nacer, crecer, trabajar, vivir y envejecer en un
mundo de oportunidades para todos y todas, sin inequidades pero con mucha
igualdad social.
• El segundo ítem se centró en el consejo de lograr tener “un grupo transnacional de
profesional sanitario en constante capacitación y entrenamiento, con la logística para el manejo
de cualquier posible epidemia, y con las habilidades” necesarias para prevenir la propagación
de una “Enfermedad X” en cualquier parte del mundo. Llegar lo antes posible con el
talento humano indicado, con las herramientas necesarias, con la tecnología y la ciencia
adecuada para combatir una catástrofe causada por un agente biológico, podrá ser la
diferencia entre cientos y millones de muertes en el mundo.
• El tercer ítem se fundamentó en la propuesta de poder realizar “campañas antigermenes”
con la que se invita a que desde la OMS se realicen en varios lugares del mundo
maniobras de simulación, que evalúen la eficacia y la efectividad de los planes de
respuesta ante el manejo de una epidemia en tiempo real.
• La cuarta y última solicitud sobre la que pienso referirme es al llamado del expositor a
“invertir con mayor fuerza en proyectos de investigación y desarrollo de nuevas tecnologías"
que desde un modelo científico centren su atención en solucionar posibles problemas de
salud global, donde el denominador común sean los agentes infecciosos invisibles para
el ojo humano.
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La respuesta es muy sencilla; porque como humanos nunca nos preparamos para el
futuro, nos acostumbramos a viviros el día a día sin pensar en el mañana y no nos gusta
pensar en lo que puede pasar más adelante; y si a esto le sumamos que somos una raza
que siempre se ha preparado para defenderse de los ataques de los de su misma especie,
sin entender que sus verdaderos enemigos y quienes probablemente serán los causantes
de su próxima extinción, serán seres microscópicos de otra especie; que con toda una
capacidad armamentista patógena dentro de su ADN, podrán eliminarnos de la faz de la
tierra sencillamente porque como homo sapiens sapiens no estuvimos preparados para
afrontar una pandemia anunciada; con inteligencia y humanismo.
Y la pregunta que quedaría abierta sería ¿habremos aprendido de la pandemia del
Covid-19 para afrontar una próxima amenaza microbiológica, que puede llegar pronto?
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Y aunque para muchos este puede ser un castigo divino por nuestro
comportamiento como especie en varios siglos de vida, mi opinión es diferente ya que
pienso que esta situación actual es sencillamente un aprendizaje de carácter colectivo para
seguir evolucionando como lo sustenta en la teoría de Lamarck.
Para refrescar la memoria Jean-Baptiste Lamarck fue un naturalista francés del
siglo XIX, “que se atrevió a cuestionar y romper por primera vez el origen teológico de las
especies y planteó la teoría acerca de cómo ellas van cambiando y evolucionando a lo
largo del tiempo” . 5
Lamarck fue el padre de la teoría evolucionista que defendía la idea que “ninguna
especie de ser vivo es inmutable y que seguramente no habían sido creadas por una
fuerza divina” sino que seríamos el resultado de miles de años de transformación
6
genética, morfológica y fisiológica de acuerdo a las necesidades a las que como especie
tuvimos que adaptarnos para lograr subsistir ante las dificultades de un medio ambiente
cambiante.
Este científico nunca rechazo el papel de Dios en sus teorías, simplemente dijo que
“incluso si habían sido creadas por Dios, estas iban cambiando a lo largo del tiempo,
adaptándose al entorno” . Y para ello sustento su teoría en tres principios que siglos
7
5
Prieto, P. B. (2021, 21 mayo). La Teoría de Lamarck sobre la evolución de las especies.
https://medicoplus.com/ciencia/teoria-lamarck
6
Ibid.
7
Ibid.
8
RTVE.ES. (2011, 13 mayo). Lamarck, el hombre que abandonó el creacionismo para abrazar la evolución.
https://www.rtve.es/noticias/20110513/lamarck-hombre-abandono-creacionismo-para-abrazar-
evolucion/432280.shtml#:%7E:text=Las%20antiguas%20especies%20no%20se,mecanismo%20de%20producci%C3%B3n
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pues no se pudo comprobar como las nuevas adaptaciones generaban mutaciones
genéticas en nuestro ADN.
Sin comprobar cambios genéticos en tiempos de pandemia lo que sí se ha
vislumbrado ha sido la capacidad de los seres humanos de fortalecer y conseguir
habilidades nuevas en momentos de colapso existencial como lo fueron la creatividad, la
innovación y la investigación.
Y para finalizar quiero analizar el tercer principio de Lamarck por el cual su teoría
perdió rigurosidad científica ya que sustentó “que estas características que se adquirían en
vida pasan a la siguiente generación”; es decir, que los cambios a los que se somete un
individuo a lo largo de su vida pasan a su descendencia.
Es verdad que Charles Darwin sería quien en la historia de la humanidad tendría
mayor reconocimiento con relación a la teoría evolucionista, pues comprobó que son los
genes quienes cambian la morfología de las especies y no viceversa.
Pero como buen revolucionario teórico; creo, si estuviera vivo podría entender que
Lamarck no estaba tan equivocado en su último principio teórico; y que tuvieron que
pasar más de 200 años y dos pandemias (Gripa Española en 1918 y el Covid-19) para
comprender que su último fundamento tendría sentido en el futuro, ya que como especie
en tiempos difíciles hemos podido traspasar no cambios genéticos drásticos a nuestras
descendencias, sino cambios en la capacidad de afrontar la adversidad; implantando en el
ADN de nuestras actuales generaciones la capacidad de resiliencia y resistencia ante el
infortunio, la desgracia, la calamidad y desdicha que en realidad serán las cualidades
necesarias para lograr un mañana no muy lejano donde todos prevengamos la extinción la
raza humana.
Quisiera retroceder el tiempo, no para tratar de detener lo imposible, sino para
tomarme unos segundos más para abrazar no solo a mi amiga Gisel, sino a todas aquellas
personas que por el Covid-19 no podré volver a abrazar.
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