Resumen Sobre La Muerte y Los Moribundos
Resumen Sobre La Muerte y Los Moribundos
Resumen Sobre La Muerte y Los Moribundos
Los pediatras tienen que tratar menos situaciones crticas, de vida o muerte, y cada vez
tienen ms pacientes con perturbaciones psicosomticas y problemas de adaptacin y
conducta. En las salas de espera hay ms personas con problemas emocionales que
nunca, pero tambin hay ms pacientes ancianos que con sus facultades fsicas
disminuidas y sus limitaciones, se enfrentan a la soledad y aislamiento. Estos pacientes no
acuden a profesionales de la salud mental, en cambio son tratados por sacerdotes, y
asistentas sociales.
En las ltimas dcadas, se han experimentado cambios que son los responsables
fundamentales del creciente miedo a la muerte, y el aumento en el nmero de problemas
emocionales, y de la necesidad que existe de comprender y hacer frente a los problemas
de la muerte y de los moribundos.
Al volver la vista atrs y estudiar las culturas de los pueblos antiguos, constatamos que la
muerte siempre ha sido desagradable para el hombre y probablemente siempre lo ser. En
nuestro inconsciente, la muerte nunca es posible con respecto a nosotros mismos, y
generalmente va asociada a un acto de maldad, es un acontecimiento aterrador, algo que
exige pena y castigo.
El segundo hecho que tenemos que tener en cuenta es que, en nuestro inconsciente, no
podemos distinguir entre un deseo y un hecho. As como nuestro inconsciente no puede
diferenciar entre el deseo de matar a alguien cegados por la ira y el hecho de haberlo
llevado a cabo, el nio pequeo tambin es incapaz de hacer esta distincin. A menudo, el
nio no concibe la muerte como algo permanente y, por lo tanto, no la ve muy diferente de
un divorcio en el que puede tener la oportunidad de volver a ver a uno de sus padres.
ll. ACTITUDES CON RESPECTO A LA MUERTE Y AL MORIBUNDO
Este cambio de enfoque, del individuo a las masas, ha sido ms dramtico en otras
reas de la relacin humana. Antiguamente, un hombre poda mirar a los ojos a su
enemigo. Tena su oportunidad en un encuentro personal con un enemigo visible. Ahora,
tanto el militar como el simple ciudadano tienen que hacer frente a armas de destruccin
masiva que no ofrecen ni una sola oportunidad razonable, y que a menudo caen sin que
ellos se den cuenta siquiera.
La destruccin puede venir de cualquier parte, ya no es el hombre quien lucha por sus
derechos, sus convicciones, o por la seguridad o el honor de su familia, es todo el pas el
que est en guerra, incluidos mujeres y nios, que se ven afectados directa o
indirectamente sin posibilidad de supervivencia. As es como la ciencia y la tecnologa han
contribuido a un miedo cada vez mayor a la destruccin y, por lo tanto, al miedo a la
muerte.
En las pocas antiguas haba ms gente que, al parecer, crea en Dios de forma
incuestionable; crea en otra vida, que liberara a las personas de sus sufrimientos y
su dolor. Haba una recompensa en el cielo, y el que hubiera sufrido mucho aqu en la
tierra sera recompensado despus de la muerte segn el valor y la gracia, la
paciencia y la dignidad con que hubiera llevado su carga.
Una mirada al futuro nos muestra una sociedad en la que cada vez se mantendr en
vida a ms y ms gente, con mquinas que sustituirn a rganos vitales. Todo esto puede
parecer horrible e increble. La triste verdad, sin embargo, es que ya est ocurriendo.
En realidad, muestra el grado fantstico de negacin que necesitan algunas personas
para evitar el enfrentarse a la muerte como a una realidad.
Ahora que hemos echado una ojeada al pasado, a la capacidad que tena el hombre de
enfrentarse a la muerte con ecuanimidad, y un vistazo algo aterrador al futuro, volvamos al
presente y preguntmonos muy seriamente qu podemos hacer nosotros, como individuos,
ante la situacin actual. Si todos nosotros pudiramos empezar a considerar la posibilidad
de nuestra propia muerte, podramos conseguir muchas cosas, la ms importante de las
cuales sera el bienestar de nuestros pacientes, de nuestras familias, y por ltimo, quiz
de nuestro pas.
Al mismo tiempo, debera dejar la puerta abierta a la esperanza. Lo principal es que haga
comprender al paciente que no est todo perdido; que es una batalla que van a librar
juntos, (paciente, familia y mdico) sea cual sea el resultado final. Este gesto, permitir al
paciente continuar teniendo confianza en la honestidad de su mdico. Esta actitud es
igualmente tranquilizadora para la familia, que a menudo se siente impotente en esos
momentos. Les anima saber que se har todo lo posible, si no para prolongar la vida, por lo
menos para disminuir el sufrimiento.
lll. PRIMERA FASE: NEGACIN Y AISLAMIENTO
La negacin, por lo menos la negacin parcial, es habitual en casi todos los pacientes,
no slo durante las primeras fases de la enfermedad o al enterarse del diagnstico,
sino tambin ms adelante, de vez en cuando. Estos pacientes pueden considerar la
posibilidad de su propia muerte durante un tiempo, pero luego tienen que desechar
estos pensamientos para proseguir la vida. La negacin funciona como un amortiguador
despus de una noticia inesperada e impresionante, permite recobrarse al paciente y, con
el tiempo, movilizar otras defensas, menos radicales.
Generalmente la negacin es una defensa provisional y pronto ser sustituida por una
aceptacin parcial. La mayora de los pacientes pueden hablar brevemente de la realidad
de su situacin, y de repente, manifestar su incapacidad para seguir vindola de un modo
realista. La necesidad de negacin existe en todos los pacientes alguna vez, con mayor
intensidad al principio de una enfermedad grave que hacia el final de la vida. Luego, la
necesidad va y viene, y el oyente sensible y perceptivo reconocer esto y respetar las
defensas del paciente sin hacerle consciente de sus contradicciones. Generalmente, es
mucho ms tarde cuando el paciente usa el aislamiento ms que la negacin.
IV. SEGUNDA FASE: IRA
En contraste con la fase de negacin, esta fase de ira es muy difcil de afrontar para la
familia y el personal. Esto se debe a que la ira se desplaza en todas direcciones y se
proyecta contra lo que les rodea, a veces casi al azar. El problema est en que pocas
personas se ponen en el lugar del paciente y se preguntan de dnde puede venir su
enojo.
A donde quiera que mire el paciente en esos momentos, encontrar motivos de queja y
comenzar una lucha por no sentirse olvidado. O sea, que el paciente har todo lo
posible para estar presente. Alzar la voz, pedir cosas, se quejar y pedir que se le
atienda, quiz como un ltimo grito: Todava no estoy muerto!.
Cuando el personal o la familia se toman esta ira como algo personal y reaccionan en
consecuencia, con ms ira por su parte, no hacen ms que fomentar la conducta hostil
de paciente.Un paciente al que se respete y se comprenda, al que se preste atencin y
se dedique un poco de tiempo, pronto bajar la voz y reducir sus airadas peticiones.
Se sentir un ser humano valioso, del que se preocupan y al que permiten funcionar al
nivel ms alto posible, mientras pueda.
La tragedia es quiz que no pensamos en las razones del enojo del paciente y lo
tomamos como algo personal, cuando, el origen, no tiene nada que ver, o muy poco,
con las personas que se convierten en blanco de sus iras.
V. TERCERA FASE: PACTO
La fase de pacto, es menos conocida pero igualmente til para el paciente, aunque slo
durante breves perodos de tiempo. Si no hemos sido capaces de afrontar la triste realidad
en el primer perodo y nos hemos enojado con la gente y con Dios en el segundo, tal vez
podamos llegar a una especie de acuerdo que posponga lo inevitable. El paciente
desahuciado, sabe, por experiencias pasadas, que hay una ligera posibilidad de que
se le recompense por su buena conducta. Lo que ms suele desear es una
prolongacin de la vida, o por lo menos, pasar unos das sin dolor o molestias fsicas.
La mayora de pactos se hacen con Dios y generalmente se guardan en secreto o se
mencionan entre lneas o en el despacho de un sacerdote.