Guerra Mil Dias 2

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¿Quiénes fueron los actores?

Como ha sido tradición en la historia colombiana, el protagonismo de este conflicto bélico


se lo llevan los dos partidos políticos tradicionales: liberal y conservador. Quienes a su vez,
como también ha sido tradicional, se encontraban divididos en facciones, algunas más
radicales que otras. Liberales en las ramas tradicional (moderados) y belicista (radicales);
conservadores en históricos (azules moderados y hasta con ciertos tintes liberales) y
nacionalistas (azules retardatarios al extremo).

Sus divisiones en gran parte se basaron en la forma de percibir el embate centralizador y


tiránico de la Regeneración, que hasta hacía poco tiempo comandaba Rafael Núñez y su
vicepresidente Miguel Antonio Caro.

Así mismo, también se basaban en la forma de asumir las riendas de un Estado pobre, con
un fuerte problema de concentración de la tierra y de la riqueza y cuya economía se basaba
en el modelo de exportaciones agrícolas (el café ya era el producto insigne). Además con
una incipiente industria y una clase trabajadora en condiciones cada vez más precarias.
¿Por qué estalló la Guerra de los Mil días?
La facción belicista del partido liberal se declaró en rebelión contra el gobierno
conservador a la cabeza de Manuel Antonio Sanclemente y su vicepresidente José Manuel
Marroquín. Sus razones venían de antes, y se enmarcaban en la guerra civil de 1895 y en el
fraude electoral de las elecciones de 1897, que dejaron a los liberales fuera de cualquier
participación política.

Era claro que se vivía un momento en que el gobierno de la Regeneración buscaba el cierre
de espacios de participación al partido contrario y en todos los ámbitos de la sociedad (a
esto también contribuía la iglesia católica, ama y señora de la espiritualidad nacional).

La política no oficial, pero si aplicada, era el exterminio o el exilio del liberalismo y sus
representantes. Ante estas razones, este sector del liberalismo veía muy probable ganar una
contienda que permitiera, entre otras cosas, la aplicación de las necesarias reformas
económicas y sociales que necesitaba el país.

A estos hechos se sumaba una economía en crisis, gracias a la baja de los precios del café a
nivel mundial, que se tradujo en cargas impositivas al interior del país y que contribuyeron
al descontento que dio como resultado el estallido de la guerra.
¿Cómo se desarrolló?
Se pensaba lograr una victoria rápida. Los contendientes estaban formados por tropas
irregulares del liberalismo, contra un ejército organizado, aunque con poca experiencia, que
representaba al gobierno conservador. Sin embargo, los liberales entraron en pérdida con
derrotas importantes como la de la Batalla de Bucaramanga o la pérdida de una arteria
fluvial de vital importancia para el país como lo es el río Magdalena durante la Batalla de
Los Obispos.

Sin embargo, ganaron en la llamada Batalla de Peralonso, en lo que actualmente es el


departamento de Norte de Santander. Por un error táctico no persiguieron a los
conservadores, en lo que habría sido la derrota definitiva de las tropas del gobierno.
El Horror: Palonegro
El desastre de la guerra se dio durante la Batalla de Palonegro –cerca a donde hoy queda el
aeropuerto de Bucaramanga-, donde ambos ejércitos se enfrentaron entre el 11 y el 26 de
mayo de 1900. Quince días de guerra ininterrumpida, sin tregua, ni cese al fuego, que dejó
las escenas bélicas más dantescas de la contienda y la derrota liberal en ese campo de
batalla. 4 mil 300 bajas entre muertos y heridos de ambos bandos.

A partir de ahí, el curso de la guerra cambió irremediablemente. Las acciones se


extendieron a buena parte del país a partir de una guerra de guerrillas liberales y
conservadoras, con incursiones cortas pero importantes y que se prolongaron por dos años
más, en un desangre permanente del país y la agudización de la crisis económica.
La paz
Dos momentos tuvo la firma de la paz de este conflicto. El primero, la firma del armisticio
en la hacienda bananera de Neerlandia -entre Ciénaga y Aracataca (Magdalena)- y
posteriormente su ratificación en el interior del buque militar de los Estados Unidos,
Wisconsin, el cual se encontraba resguardando los intereses de este país en el Estado de
Panamá.

Ahora, no solo fue este buque sino también la militarización de todo el ferrocarril de
Panamá, lo que se constituyó en uno de los apoyos fundamentales al movimiento
independentista panameño para separarse de Colombia en 1903.
Las consecuencias de la Guerra de los Mil Días
Más de tres años de conflicto bélico dejó una economía completamente devastada. Una
moneda desvalorizada. La infraestructura del país en cenizas. Algunos autores hablan de
entre 80 y 100 mil muertos en una población que no llegaba a los 4 millones de habitantes.
Otros autores son menos fatalistas y hablan de máximo 11mil. No se ha establecido una
cifra real. Odios profundos entre sus habitantes, que si bien durante 30 años no se
expresaron en forma de una guerra civil, como las del siglo XIX, si estallaría a partir de los
años 30 con el fin de la hegemonía conservadora. Y para rematar la pérdida del Estado de
Panamá en 1903 con la colaboración de los Estados Unidos, aquel que había sido el garante
de la paz en el buque Wisconsin.

Infortunadamente, a medida que transcurren los años, el interés por un conflicto que se dio
hace tanto tiempo va desapareciendo ante el embate de los dramáticos hechos que siempre
salpican el acontecer nacional.

Sin embargo, esta conmemoración es una oportunidad imperdible para recordar aquel
hecho que fue ampliamente documentado por cronistas de su época. También ha sido muy
estudiado por los académicos, posiblemente en su afán de descubrir algunas de las razones
del conflicto nacional.

biografia de margarita la loca


Lo cierto es que, en realidad, muy pocos se saben su historia. Se trata de la loca
Margarita, uno de esos personajes icónicos de la Bogotá de antaño
Nacio en 1860 Vivió en una vereda de Fusagasugá durante la época de la Guerra
de los Mil Días y su esposo, un suboficial del ejército liberal, falleció en plena
batalla
Pero detrás de esa mujer desaliñada, desarreglada y sonriente que caminaba por
las calles del centro de Bogotá, se escondía una profesora nacida en Fusagasugá,
una mujer que llegó a influir en la política nacional, y a la que escuchaban los
políticos.
Los abuelos, bisabuelos y algunos tíos bogotanos aún se refieren a ella cuando
hablan de alguien desaliñado o mal presentado. Otros, que recuerdan los cuentos
que contaban sus familiares mayores, saben que fue un personaje típico
de Bogotá, de cuando la ciudad aún era un pueblo pequeño en el que todos se
conocían.
Margarita se llamaba Margarita Villaquirá Aya y era una liberal de carta cabal
que vivió en la vereda El Alto de Fusagasugá durante la época de la Guerra de
los Mil Días. De hecho su esposo, un suboficial del ejército liberal, falleció en
plena batalla.
Salía con sus escrituras en la mano y con su bolsa de pertenencias a recorrer las
calles de Bogotá, toda vestida de rojo
Según lo que han podido establecer los historiadores, los conservadores la
acusaban de ‘adoctrinar’ muchachos para enviarlos a pelear a favor de los
liberales, y por eso, varios soldados de ese partido, siguiendo las órdenes de un
general, atacaron la vereda, la tomaron presa y mataron a su hijo de 20 años. Si
no hubiera sido por la intervención del sacerdote local y de varios líderes
liberales, ella habría corrido con la misma suerte.
Las crónicas cuentan que ese día, ella tomó algunas de sus pertenencias, su ropa
y una escritura que demostraba que era dueña del lote y salió huyendo hacia
Bogotá. Allá se instaló en una casa que había recibido como herencia de su
esposo, en la que también le daba cabida a personas de bajos recursos.
No se sabe cómo, pero Margarita comenzó a enloquecer. Salía con sus escrituras
en la mano y con su bolsa de pertenencias a recorrer las calles de Bogotá, toda
vestida de rojo. Como era una ferviente fanática del general Rafael Uribe Uribe y
de los dirigentes liberales, comenzó a aparecerse en sus reuniones y mítines.
Dicen que ellos la aceptaban y que a pesar de su locura, la trataban con
amabilidad.
Se hizo amiga de Lorencita Villegas, la esposa del presidente Eduardo Santos.
Cuentan que ella la cuidó cuando enfermó gravemente
Uno de los momentos más duros de su vida fue el asesinato de Uribe Uribe.
Tanto, que siempre alegó que su vestido (completamente rojo) estaba manchado
con la sangre del general y que por eso no se lo quitaba nunca.
Aún así, nunca dejó de apoyar a su partido: participó en las campañas de los
candidatos liberales, apoyó a Jorge Eliécer Gaitán cuando era alcalde e incluso se
hizo amiga de Lorencita Villegas, la esposa del presidente Eduardo Santos.
Tanto, que cuentan que ella la cuidó y le pagó el tratamiento en el hospital
cuando se enfermó gravemente.
Finalmente murió en enero de 1942 a los 82 años. Los periódicos cubrieron la
noticia de su muerte como si hubiera sido la de cualquier dirigente nacional y el
Partido Liberal pagó sus gastos funerarios. Actualmente está enterrada en el
Cementerio Central.

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