La Tumba de La Musa
La Tumba de La Musa
La Tumba de La Musa
Recibido: 13/04/2015
Aceptado: 29/06/2015
otro guardado en Oklahoma (P.GC. Inv. 105), editado en la misma revista por Burris-Fish-Obbink
(2014, 1-28), que parece contener trozos de los fragmentos 5, 9, 16, 17 y quizás 18 PLF de la poeta.
4. Véase el trabajo y la bibliografía ahí reunida por Acosta-Huges 2010, 12-104.
5. Ambos epigramas han sido estudiados por A. Gosetti-Murrayjohn (2006: 41-59), quien realza
el hecho de que presentan a Safo en cuanto obyecto del deseo masculino. Hay que leerlos como
ejemplo de la neutralización de la supuesta homosexualidad de la poeta y su revaloración moral
–de influencia de la filosofía platónica y de Rufino–, lo que volvemos a encontrar en AP 7.588
(también de período bizantino), texto de lo cual hablaremos a continuación.
6. Acosta-Huges (2010, 83) considera digna de subrayar la mención de un gran número de
poetisas entre los poetas referidos –y la mayor parte de ellos de hecho copiados– por Meleagro,
seguramente en consecuencia de la fama poética ya universal de Safo.
Meleagro asocia cada poeta a una especie de flor, por lo que la relación
entre Safo y la rosa pronto se figura al lector natural, sobre todo a partir de la
presencia de dicha flor en sus fragmentos conservados 7. Como han notado los
estudiosos, la mención de Safo, una poeta arcaica (pre-helenística, para lo que
aquí importa), tras las dos helenísticas Anite y Mero, pretende realzar el podio de
la poesía griega en lo femenino, con el nombre más grande de la Antigüedad y
dos de sus más importantes hijas. Pero el texto de Meleagro va hacia más lejos.
Como subraya Acosta-Huges (2010, 83), la construcción del único verso que
menciona a Safo (v. 6) informa que, a su tiempo, no serían aún abundantes los
epigramas atribuidos a (y considerados de hecho de) la poeta (âáéὰ ìÝí), “pero es
que son rosas” (βαιὰ μέν). O sea, Meleagro elige para Safo la más tradicional
y poéticamente trabajada flor, símbolo mismo de Afrodita y de toda la belleza
femenina.
No obstante, como bien empezaba el mismo autor por advertir en su
estudio (Acosta-Huges 2010, 12), en el período helenístico había un montón de
Safo (“a lot of Sappho”). Aún que no se le atribuyesen muchos epigramas –y de
hecho ningún fragmento considerado auténtico permite afirmar que la de Lesbos
compuso en ese metro–, el anónimo autor del Περὶ ἑρμηνείαϲ atribuye a Safo el
podio de la χάριϲ en la poesía, a la vez que Hermógenes 8 la considera un buen
ejemplo de dulzura (γλυκύτηϲ). La fama muy temprana de la obra (auténtica) de
la poeta pudiera provocar la composición de ejercicios poéticos de acuerdo con
su estilo, como es el caso más obvio de Anacreonte, textos (epigramas especial-
mente) que pronto integraran libros independientes de poemas considerados suyos.
Lo cierto es que, cuando en la Antología determinado epigrama se atribuye a la
poeta, tenemos que suponer que, a su tiempo, se creía en dicha autoría.
Esta cuestión, la de que textos se atribuían a Safo durante el periodo
helenístico, ha sido ya estudiada en distintas ocasiones 9. Por mucho tiempo ha
sido tomada como correcta, sin contestarla, la opinión de Page (1955). Buscando
comprobar la afirmación de la Suda (Ϲ 107 = test. 2 Campbell) de que Safo habrá
7. E.g. fr. 1 L-P (βρόδοιϲι δὲ παῖϲ ὀ χῶροϲ, v. 6), fr. 55 βρόδων... ἐκ Πιερίαϲ, vv. 2-3), fr. 94
(ϲτεφάν]οιϲ ἴων/ καὶ βρ[όδων, vv. 12-13), fr. 96 (βροδοδάκτυλοϲ †μήνα, v. 8).
8. Hermógenes es considerado de comienzos de siglo II a.C., pero la crítica más reciente insiste
en fechar su obra en meados del siglo anterior, con eso haciendo de él contemporáneo de nombres
como Calímaco, Teócrito y Apolónio.
9. Véase un resumen de la cuestión en Acosta-Huges 2010, 92-104.
compuesto καὶ ἐπιγράμματα καὶ ἐλεγεῖα καὶ ἰάμβουϲ καὶ μονῳδίαϲ y que de
ella se conservaban nueve libros de poesía lírica (λυρικῶν βιβλία θ´), sostenía
una edición alejandrina de nueve libros, el último de los cuales de epitalamios.
La contestación ha llegado por la mano de Yatromanolakis (1999), quién postula
la existencia de ocho libros apenas en las ediciones alejandrinas, y luego de un
noveno, con epitalamios y los epigramas que le habían sido atribuidos durante el
período alejandrino. Suele ser el epigrama de Tulio Laurea10 (AP 7.17 = Laurea I
GPh), quién se cree haber sido un liberto de Cícero, la base para esta discusión,
el mismo que habrá influenciado al anónimo autor de la entrada sobre Safo en
la Suda, en el siglo X de era Cristiana11:
y en particular, los dos últimos versos parecen contestar al final del conocido
fr. 55 PLF de Safo (ἀλλ' ἀφάνηϲ κἀν Ἀίδα δόμωι/ φοιτάϲηιϲ πεδ' ἀμαύρων
νεκύων ἐκπεποταμένα), donde la eternidad vagando en el Hades constituye la
única promesa de futuro para cuantos no hubieran cultivado la palabra poética.
Safo parece haber sido una de las preferidas por los cultores del género del
epitafio literario, siendo la protagonista en otros dos epigramas (simples dísticos
elegíacos) que remontan a un estadio anterior del género. De creer en Gow-Page
(II, 1968, 76-77)13, el texto recogido en AP 7.15 (= Antipater LXXIII GPh) bajo
la autoría de otro Antípatro, sin certezas el de Tesalónica14, estaría gravado en la
base de una estatua exhibida en un recinto fúnebre de culto que en Pérgamo se
habría erigido en homenaje a la poeta15:
17. Cf. e.g. κωφὸν δὲ ϲτήλη (AP 7.395.6 = Argentarius XX GPh) y ἔνεϲτι τάφῳ πολυδακρύῳ
ὀϲτέα κωφὰ (anon. AP 7.48.3). El tópico aparece también en la epigrafía funeraria, e.g. κωφὸν
πέντοϲ (Pekk 1263) y κωφοῖϲ δάκρυϲι (Pekk 1265), ambos ejemplos de los siglos II-I a.C.
18. GPh II (p. 465) advierte que el término ῥήϲιεϲ suena extraño cuando aplicado a la poesía
de Safo, ya que suele referirse a los versos épicos y dramáticos, además de los de Arato, según
Calímaco (AP 9.507.3-4).
no obstante, que el uso de καταγράφεται (v. 8) sugiere una datación más tardía
para el texto, en cuanto puede tener por detrás el conocimiento de una inscripción
o de estatuaria helenística de la poeta, ya convertida en Musa.
Dioscórides (AP 7.407 = Dioscorides XVIII HE), en la segunda mitad
del siglo III a.C., describe a Safo entre las divinidades, aludiendo también a su
condición de Musa:
(1) que la tradición existiera ya sin que Dioscórides la conociera, o bien (2) que
hubiese elegido no utilizarla en su epigrama, lo que parece ser el caso de AP
9.521, de Alceo de Mesene, en la primera mitad del siglo II a.C.:
21. Se trata de una técnica compositiva frecuentísima en la Antología, y de hecho los primeros
compiladores agruparían epigramas de distintos autores en los cuales se notaba claramente la uti-
lización del epigrama anterior como modelo.
sea una Musa más, la décima, sino que le parecería más justo la concesión de la
inmortalidad misma, de la cual gozan ambos Musas y dioses.
Acosta-Huges (2010, 16 + 86-87) considera la caracterización de Safo
como la décima Musa “a trophe of Hellenistic epigram”, y de hecho lo es. No
obstante, y aunque aceptemos la autoría platónica de AP 9.506 (= Plato XIII
FGE), no es unánime o por lo menos estable, incluso entre epigramatistas hele-
nísticos, dicha mención. Con el tiempo, la misma asociación al número de las
Musas ha dictado la revisión del canon poético 22, de lo que es ejemplo AP 9.26
(= Antipater XIX GPh) de Antípatro, el de Tesalónica23, de tiempos de transición
del siglo I a.C. al I d.C.:
22. Y no solo a poetas se ha aplicado la asociación a las Musas. Se cree que el fr. 1 Pf de
Calímaco, de acuerdo con las informaciones del P.Lit.Lond. 181 col. II (ad línea 41), nombraría
Arsínoe II (316-270 a.C.) entre las Musas. A propósito, véase D’Alessio 1996, 379, n. 29 y Acosta-
Huges (2010, 16).
23. Antípatro, uno de los más copiosos e interesantes epigramatistas de la época Imperial, ha
trabajado bajo el patronato de Lúcio Calpúrneo Pisón (cónsul en el año 15 a.C. y después procón-
sul de Macedonia) y por ese hombre ha sido nombrado gobernador de Tesalónica. Sobre los datos
biográficos posibles y los epigramas de Antípatro de Tesalónica (siglo I a.C.), cuyos epigramas
fueran reunidos en la Guirnalda de Filipo, véase Gow-Page 1968, 18-21.
Es que, como decía Crates, “un adorno suele ser algo que adorna”, y ador-
nar es lo que hace una mujer más decorosa. No lo hace ni el oro, piedras
preciosas o la púrpura, antes lo que sea que le aporte ese no sé qué que le
confiere dignidad, buena conducta y modestia.
24. En cuanto al sentido hoy más común de “orden cósmico”, se le atribuye primeramente a
Pitágoras (apud Placit. 2.1.1, D.L. 8.48; cf. [Philol.] 21), aunque sea ya detectable en los fragmentos
de sus antecesores, como Anaximandro (fr. 12A 10 D-K) y Anaximenes (fr. 134 D-K).
25. Escribimos en el pasado sobre el uso de término en Plutarco. Véase Martins de Jesus 2012,
87-99.
una facción satírica o incluso moralizante de la literatura. La misma poeta que fue
asunto de más de una comedia ática, en fecha muy cercana a la de Antípatro es
referida por Ovidio (43 a.C. – 17/18 d.C.) como la que instruye en amores a las
muchachas (Trist. 2.363-365), además de otros pasos que, a par de la conocida
15ª Heroida atribuida a Ovidio, presentan a una Safo lasciva en su vivencia del
amor y de la poesía misma (Ars. 3.331, Rem. 761, Am. 2.18.34). Ya en el siglo
I de la era cristiana, Séneca la considera una “mujer pública” (Epist. 88.37) y
Taciano (Adv. Graec. 33), en el siguiente, de igual modo demuestra su desprecio
hacia ella. El epigrama de Antípatro, entonces, no evita la polémica de la vida
privada de Safo, antes la incorpora en el mismo programa de encomio poético
que venimos analizando desde los primeros epigramatistas helenísticos.
Pero la visión poética de la de Lesbos, de periodo helenístico en adelante,
es comúnmente idealizada. No obstante, apenas un epigrama conservado (AP
16.310), a lo que sabemos, se centra en la caracterización física de la poeta, por
cuanto parece ser el único ejemplo de un epigrama ecfrástico sobre una repre-
sentación pictórica suya. Damócaris, para quién conservamos el epitafio de su
contemporáneo Paulo Silentiario (AP 7.588), fue natural de Cos y habrá muerto
antes de 575 d.C. (fecha de la muerte del epigramatista su amigo). Estamos ya,
con el poema siguiente, en el ámbito de la epigramática bizantina, muy deudora
del mismo género en el período helenístico:
Αὐτή ϲοι πλάϲτειρα Φύϲιϲ παρέδωκε τυπῶϲαι
τὴν Μιτυληναίαν, ζωγράφε, Πιερίδα.
πηγάζει τὸ διαυγὲϲ ἐν ὄμμαϲι· τοῦτο δ' ἐναργῶϲ
δηλοῖ φανταϲίην ἔμπλεον εὐϲτοχίηϲ.
αὐτομάτωϲ δ' ὁμαλή τε καὶ οὐ περίεργα κομῶϲα
ϲὰρξ ὑποδεικνυμένην τὴν ἀφέλειαν ἔχει.
ἄμμιγα δ' ἐξ ἱλαροῖο καὶ ἐκ νοεροῖο προϲώπου
Μοῦϲαν ἀπαγγέλλει Κύπριδι μιγνυμένην.
Pero son los ojos (v. 7), siempre ellos, el verdadero espejo del alma de la artista
retratada, ellos que mezclan Afrodita y la Musa (v. 8), o sea, la belleza femenina
y el arte poético.
Los trabajos de las ultimas décadas han demostrado claramente que ya los
teóricos de Antigüedad tardía consideraban la écfrasis más allá de la descripción
directa de un objeto (de existencia real o verosímil), siendo que también ocurre
cuando determinado texto haz presente, con sus recursos propios, dicho objeto
o realidad. Según Webb (2009), lo importante no es “describir”, sino más bien
“place before the eyes”, o sea, de utilizar los signos y códigos característicos
de la poesía para representar un artefacto o escena, buscando crear una imagen
mental de dicha realidad.26
En el periodo bizantino el género de la écfrasis, aunque menos visible,
puede analizarse en más extensión en textos como la Écfrasis de Cristodoro,
la descripción de Hagia Sophia de Paulo el Silenciario (ambos del siglo VI de
nuestra era), el llamado epigrama de S. Polieucto (AP 1.1027) o la Écfrasis de
Juan de Gaza (de la época Justiniana)28. En el primero de estos textos, el cual
debe ser anterior al epigrama de Damócaris en unos 50 años y donde se describe
un total de 80 estatuas o grupos escultóricos de los que podían admirarse en los
Balnearios de Zeuxipo en Constantinopla,29 encontramos tres versos dedicados a
la poeta (AP 2.69-71), los cuales presentamos a continuación:
30. Nonn. Dion. 19.100-103: δεύτεροϲ αἰόλον ὕμνον ἄναξ Οἴαγροϲ ὑφαίνων,/ ὡϲ γενέτηϲ
Ὀρφῆοϲ, ὁμέϲτιοϲ ἠθάδι Μούϲῃ,/ δίϲτιχον ἁρμονίην ἀνεβάλλετο Φοιβάδι μολπῇ,/ παυροεπήϲ,
λιγύμυθοϲ, Ἀμυκλαίῳ τινὶ θεϲμῷ·
31. Aubreton-Buffière (1980, 197) consideran que el epigrama debe inspirarse en esta pintura.
32. Pólux (siglo II a.C.), en su Léxico (9.84), confirma que los de Mitilene acuñaran moneda
con la efigie de Safo.
33. Sobre la Afrodita de Cnidos en Constantinopla, véanse Mango (1963, 58), Guberti Bassett
(2000, 8-9, 13-14) y Bassett (2004, 232-233).
34. Por ejemplo, las tres descripciones de estatuas de Afrodita patentes en el Zeuxipo (líneas
78-81, 99-101, 288-290) pueden cuadrarse en el modelo de un conjunto de representaciones de
la diosa del siglo IV a.C., como la conocida Afrodita de Arles (Guberti Bassett 1996: 494), un
mármol del siglo I a.C. conservado en el Louvre que se cree una cópia de la Afrodita de Tespias
de Praxíteles. En su momento hemos defendido lo que nos parece una posibilidad plausible, que la
estatua de Safo exhibida en los Balnearios fuese el original de Praxíteles. En efecto, además de la
referencia de Pausanias, en el siglo II d.C., de haberla visto en Tespias, en la Beocia (como parte
integrante de un grupo escultórico que incluía también a Cupido y Frine), no tenemos ninguna
información adicional acerca de su destino o paradero.
Bibliografía