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Problemas de comportamiento en los

perros domésticos (canis familiaris):


aportes de la psicología del aprendizaje1
Behavioral disorders in domestic dogs (Canis familiaris):
Psychology of learning contributions
Gabriela Barrera, Ángel M. Elgier, Adriana Jakovcevic,
Alba E. Mustaca y Mariana Bentosela2

Resumen
la convivencia entre los perros domésticos (Canis familiaris) y los
humanos puede verse afectada por la presencia de problemas de
conducta. éstos, principalmente, se relacionan con la agresión, el
miedo y la ansiedad de separación, y en menor medida, con
desórdenes compulsivos. las alteraciones relacionadas con la
agresión son las más preocupantes a nivel social, dado el riesgo que
conllevan para el humano. en la presente revisión se describe el
patrón conductual de cada tipo de alteración así como algunos de los
factores que se encuentran asociados al desarrollo de los problemas
de conducta. Por último, se revisan las evidencias de diversos
tratamientos conductuales y se discuten posibles aportes del área de
la Psicología.
Palabras clave: problemas de conducta; perros domésticos;
tratamientos conductuales.

Abstract
Coexistence between humans and domestic dogs (Canis familiaris)
can be affected by the presence of behavioural problems. These
mainly relate to aggression, fear and separation anxiety, and to a
lesser extent to compulsive disorders. alterations associated with
aggression are the most socially worrying because of the risk to
humans. In this review the behavioural pattern of each type of
alteration as well as some of the factors that are associated with their
development are described. Finally, evidence from various

1 este trabajo fue realizado en el marco del proyecto Aprendizaje, frustración y señales
comunicativas en perros domésticos (PICt- 2005 Nº 38020) de la agencia Nacional de
Promoción Científica y tecnológica (aNPCyt).
2 laboratorio de Psicología experimental y aplicada (PSea). Instituto de Investigaciones Médicas
(CoNICet- Uba). buenos aires, argentina. e-mail: psgabrielabarrera@gmail.com
Revista de Psicología de la Universidad de Chile

behavioural treatments is reviewed and possible contributions from


psychological science are discussed.
Key words: behavioural problems; domestic dogs; behavioural
treatments.
Desde su domesticación el perro ha compartido junto al hombre al
menos 14.000 años (Morey, 2005). esta relación evolucionó hacia una
forma de mutualismo beneficiando a ambas especies (lynch &
McCarthy, 1969; odendaal & lehmann, 2000). el humano se convirtió
para este animal en una fuente de recursos que le permitió resolver
diversos problemas y, a su vez, el hombre encontró compañía,
seguridad y flexibilidad de una especie que se adaptó para realizar una
amplia variedad de trabajos, como pastoreo, caza, terapia asistida, entre
otros (bentosela & Mustaca, 2007). Más aún, diversos datos de la
literatura indicarían que el dueño moderno establece un vínculo
estrecho con su perro, tiende a antropomorfizar sus conductas y en
ocasiones se relaciona con él de manera similar a como lo hace con los
niños (askew, 1996; Horowitz, 2009; Palestrini, Prato Previde, Spiezio
& Verga, 2005; overall, 1997; Voith, 1985). Por otro lado, distintos
estudios encontraron efectos positivos de la interacción entre ambas
especies tanto a nivel fisiológico como endocrinológico (Hennessy,
Williams, Miller, Douglas & Voith, 1998; Nagasawa, Kikusui, osaka &
ohta, 2009; odendaal, 2000).
Sin embargo, la convivencia entre ambas especies puede verse
afectada por problemas del comportamiento de los animales. éstos se
definen como patrones de conducta que resultan peligrosos o molestos
para el humano, constituyendo una disfunción en la comunicación entre
ambas especies y comprometiendo el bienestar mutuo (Mugford, 2007).
en ocasiones, estas conductas son las habituales de la especie, pero se
presentan en forma exagerada, repetitiva o ritualizada, como por
ejemplo el miedo extremo o la agresión (McFarland, 1981). las
consecuencias más extremas de estos trastornos incluyen el abandono
de los perros, su alojamiento permanente en refugios caninos o, en el
peor de los casos, la eutanasia (Diesel, Pfeiffer & brodbelt, 2008;
Salman, Hutchison & Ruchgallie, 2000; Salman, New, Scarlett, Kass,
Hetts & Ruch-gallie, 1998). Dentro de los problemas más frecuentes se
encuentran: la agresión tanto a heteroespecíficos como a conespecíficos

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(blackshaw, 1988; Salman et al., 2000; Stafford, 2007; Van der borg,
Netto & Planta, 1991), el miedo a los desconocidos o a situaciones no
familiares (Serpell & Jagoe, 1995) y problemas relacionados con la
separación de los dueños (Van der borg et al., 1991).

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Revista de Psicología de la Universidad de Chile

Con el objetivo de mejorar los problemas de comportamiento de los


perros se llevaron a cabo diferentes tipos de intervenciones (Wells &
Hepper, 2000). los abordajes conductuales incluyen técnicas de
modificación de conducta que involucran procedimientos basados en el
condicionamiento clásico e instrumental, tales como la
desensibilización sistemática, el contracondicionamiento y el
reforzamiento diferencial de otras conductas (Domjan, 1998). en
algunos casos también se emplean tratamientos farmacológicos solos o
en combinación con los tratamientos de conducta (Sherman & Mills,
2008; tancer, Stein, bessette & Uhde, 1990). lamentablemente, existen
escasos estudios que evalúen de manera sistemática la efectividad de
los distintos tratamientos.
el primer objetivo de este trabajo es realizar una revisión de los
estudios sobre los principales problemas de comportamiento de los
perros domésticos. el segundo es describir las intervenciones
utilizadas, principalmente aquellas que se basan en la modificación de
la conducta mediante los principios del condicionamiento clásico e
instrumental. De este modo se busca sistematizar los conocimientos
científicos en el área que permitan planificar intervenciones adecuadas,
de manera de ofrecer soluciones a problemas que afectan el bienestar
de ambas especies.

Principales problemas de comportamiento

Agresión
Una de las hipótesis actuales sobre el proceso de domesticación del
perro sugiere que en la primera fase de la selección artificial se
seleccionó a aquellos individuos con menor agresividad y temor hacia
los humanos (Hare & tomasello, 2005). No obstante, la agresividad en
los perros es uno de los principales problemas de conducta que afectan
la convivencia entre perros y humanos (blackshaw, 1988; Stafford,
2007) y se encuentra dentro de los mayores motivos de consulta a los
veterinarios por parte de los dueños (beaver, 1983; blackshaw, 1991;
Jacobs, Van Den broeck & Simoens, 2006).

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la conducta agresiva forma parte del comportamiento natural


de los perros, sin embargo, niveles elevados en algunos de ellos
generan un serio problema en la sociedad (beaver, 1983; Duffy, Hsu &
Serpell, 2008; Netto & Planta, 1997).
la agresividad comprende una variedad de señales emitidas por
el perro que incluyen tanto vocalizaciones (gruñidos, ladridos), como
piloerección, leve elevación del labio superior, mirada transversal
mostrando los dientes, elevación de la postura corporal, ataque y
mordida (De Palma, Viggiano, barillari, Palme, Dufour, Fantino &
Natoli, 2005; Mugford, 2007).
Según lindsay (2001) los problemas serios de agresión ocurren
antes del término del primer año de vida y rara vez en cachorros.
existen diversas clasificaciones de la agresión. Por ejemplo, borchelt
(1983) las categorizó en ocho subtipos: inducida por miedo,
dominancia, intraespecífica, por castigo, por dolor, posesiva, protectiva
y predatoria.

Agresividad inducida por miedo archer, en 1979, propuso que un


mismo tipo de estímulo puede provocar en los perros tanto miedo
como agresión (King, Hemsworth & Coleman, 2003). en el monitoreo
del ambiente que realiza el animal para detectar potenciales peligros, el
miedo o la agresión surgiría de una discrepancia entre lo observado y
lo esperado en esa situación. archer sugiere entonces que la novedad
puede generar miedo (escape) o agresión (ataque).
Según borchelt (1983), este tipo de conducta agresiva sería la
causa más frecuente de los ataques de los perros a humanos. aquellos
animales que frente a un desconocido o a un cambio súbito en el
ambiente inicialmente muestran posturas de sumisión, pueden agredir
cuando el humano percibido como amenazante continúa acercándose y
el animal no tiene la posibilidad de escapar o evitar la situación
(blackshaw, 1991; King et al., 2003). las conductas de sumisión en
perros incluyen agacharse con el vientre hacia el suelo, arrastrarse,

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orejas hacia atrás, cola entre las piernas, temblar y micción (De Palma
et al., 2005; King et al., 2003; Van der borg et al., 1991).
en cuanto a las diferencias de agresividad entre razas, en un
estudio realizado por Duffy et al. (2008) se encontró que los
Dachshunds, Chihuahua y yorkshire terrier manifestaban más
conductas relacionadas con la agresividad por miedo hacia personas
extrañas en comparación a razas como los galgos y Shetland
Sheepdogs. en contraste, se observó que la raza Rottweiler puntuó por
debajo de la media en el miedo a los extraños. este último dato
concuerda con el estudio de Van der borg y graat (2009) donde se
informaron niveles más bajos de agresividad de miedo a los extraños
en perros de raza Rottweiler comparados con perros similares sin
certificación de raza Rottweiler.

Agresividad por dominancia la agresividad por dominancia es el


tipo que se presenta con más frecuencia en la clínica (blackshaw, 1991;
Cameron, 1997; line & Voith, 1986). ésta implica conductas como
gruñir, mostrar los dientes, piloerección, intentar morder y morder (Van
der borg et al., 1991). en un estudio realizado por blackshaw (1991),
todos los casos de agresividad por dominancia (31,6%) fueron
dirigidos al dueño. en otro estudio se encontró una asociación positiva
entre agresividad a los dueños y a los perros que conviven en la misma
casa, independientemente de la agresividad hacia los extraños y hacia
perros desconocidos (Duffy et al., 1998). Según los autores, la agresión
hacia los dueños estaría relacionada con la dominancia social,
especialmente con el cuidado de recursos como la comida u objetos.
Respecto de las diferencias entre razas se encontró que la
Springer Spaniel Inglés presenta más frecuentemente este tipo de
respuesta agresiva que las Caniche, labrador Retriever y gran Danés
(borchelt, 1983; Duffy et al., 2008; guy, luescher, Dohoo, Spangler,
Miller, Dohoo, & bate, 2001; takeuchi, ogata, Houpt, & Scarlett, 2001).
a su vez, Podberscek y Serpell (1996) evaluaron el tipo de agresividad
en Springer Spaniels a través de cuestionarios a dueños y mostraron
que los perros de un solo color, específicamente los de pelaje dorado,

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presentaban más agresividad que los de colores mixtos y negros en


situaciones en que estaban involucrados niños y miembros de la
familia. los autores sugieren que en esta raza existiría una base
genética relacionada con el color del pelaje y la agresividad.
Agresividad intraespecífica la agresividad intraespecífica se manifiesta
en formas de conducta agresiva y rituales hacia conespecíficos con
diferentes finalidades: organización social, dispersión poblacional o
selección sexual (lindsay, 2001).
la agresión puede ser dirigida hacia otros perros que viven en
la misma familia o hacia perros desconocidos (Duffy et al., 2008;
Sherman, Reisner, taliaferro & Houpt, 1996).
Se informó que este tipo de agresión es más frecuente entre
perros del mismo sexo (borchelt, 1983; Roll & Unshelm, 1997;
Sherman et al., 1996; Wells & Hepper, 2000). No obstante, cuando
ocurre un episodio de agresión entre perros de diferente sexo, Sherman
et al. (1996) observaron que las hembras iniciaban la pelea contra los
machos más frecuentemente que el caso opuesto.
Con respecto a las diferencias de razas, se clasificó a Pit bull
terrier como la más agresora de conespecíficos (blackshaw, 1991;
Duffy et al., 2008; Roll & Unshelm, 1997). No obstante, Duffy et al.
(2008) encontraron que además los Jack Rusell terrier y akita
mostraron sustancialmente más agresión hacia perros desconocidos que
las razas Collie, galgo y Whippet. Roll y Unshelm (1997) analizaron la
distribución de razas según su pertenencia como “agresores” o
“víctimas” en peleas, encontrándose que las ovejero alemán, bull
terrier, Hovawart, Staffordshire terrier, american Staffordshire terrier,
Rottweiler, gran Danés, boxer, Doberman Pinscher y Pit bull terrier
prevalecían dentro del grupo de las más agresoras. además hallaron que
el 44% de los perros involucrados en las peleas tuvo poca interacción
con conespecíficos durante el periodo de socialización temprana (entre
las cinco semanas de vida y los cinco meses). esto concuerda con los
datos de Donaldson (2003) quien informó que los cachorros que son
separados de su camada antes de las seis semanas podrían volverse

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intolerantes hacia otros perros en edad adulta. De este modo, la calidad


y frecuencia de socialización temprana sería un factor importante en el
desarrollo de la agresión intraespecífica.
Otros tipos de agresión la agresión inducida por dolor se refiere a la
respuesta que el perro emite ante un estímulo que le provoca malestar.
en algunos casos es frecuente que un niño sea el que inicie este tipo de
respuesta al tirarle del pelo o de la cola (beaver, 1983).
Según beaver (1983), la agresividad protectora comprende la
territorial, material y por proteger al dueño. la agresividad territorial es
normal en los perros, no obstante constituye un problema serio cuando,
en función de proteger, ataca a vecinos, visitas u otras personas que
transitan en el territorio delimitado por él (blackshaw, 1991). en un
estudio descriptivo realizado por blackshaw (1991), de 87 casos de
agresividad, el 29% fue clasificado como agresividad territorial.
Por último, beaver (1983) menciona a la agresividad
predatoria. este tipo de conducta incluye respuestas de caza, como la
persecución de la presa, pero dirigidas a personas u objetos en
movimiento, por ejemplo, niños y adultos corriendo, autos y bicicletas.
en síntesis, las alteraciones relacionadas con la agresividad
pueden ser de varios tipos. los más frecuentes son la agresividad por
miedo, dominancia y la dirigida hacia los conespecíficos. esta última
estaría relacionada con la socialización temprana de los animales. a su
vez, las razas parecen diferir en los tipos de agresividad.

Miedo el miedo es una respuesta de autoprotección ante estímulos


potencialmente perjudiciales. Puede expresarse de tres maneras:
inmovilidad, huída o ataque (bolles, 1970). a su vez, el miedo
comprende niveles de excitación y ansiedad (Rogerson, 1997) y puede
ser considerado como un “...estado motivacional en el que un animal
responde a estímulos específicos con un comportamiento defensivo o
evitativo cuya función consiste en protegerse de situaciones
potencialmente peligrosas” (King et al., 2003, p. 46).

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en los perros domésticos el miedo puede presentarse tanto


hacia conespecíficos como hacia heteroespecíficos (personas y otros
animales). estas respuestas, en particular las que manifiestan hacia los
humanos, son muy relevantes a la hora de integrar al animal a la vida
diaria. Por estas razones, el miedo a los desconocidos o a situaciones
no familiares es una de las fuentes de problemas de conducta que más
frecuentemente se informan (Serpell & Jagoe, 1996).
Por otra parte, el miedo se convierte en un problema para el
bienestar animal cuando las respuestas conductuales son provocadas
por estímulos no peligrosos y se tornan excesivas e intensas
(Hemsworth & Coleman, 1998; Stafford, 2007). en esta situación el
animal entra en un estado de alarma sin una causa aparente (Walker,
Fisher & Neville, 1997).
Según Rogerson (1997), una vez que el perro comienza a
mostrar conductas de miedo es posible que el temor se generalice o
incluso se convierta en fobia. esta última se produciría como resultado
de aprendizajes que ocurren a través de mecanismos de
condicionamiento clásico.
Por su parte, Mugford (2007) indica que un gran número de
problemas de conducta se relaciona con la fobia y la ansiedad. las
fobias más comunes son las asociadas a ruidos intensos como los
disparos, fuegos artificiales (pirotecnia) o truenos (Cottam & Dodman,
2009). Comprenden un temor desproporcionado en relación con el
peligro que los estímulos representan y generalmente aumentan a
medida que se incrementa la intensidad del estímulo que las provoca
(overall, Dunham & Frank, 2001). las fobias se manifiestan mediante
comportamientos como jadear, ir de un lado a otro, esconderse,
temblar, dilatación de las pupilas, salivación, falta de apetito, búsqueda
del dueño, intentos de huída y eliminación inadecuada (McCobb,
brown, Damiani & Dodman, 2001).
Por último, a nivel fisiológico se encontró que perros con
miedo a los disparos incrementaron sus niveles de hematocrito, tasa
cardíaca, cortisol en plasma, progesterona, vasopresina y endorfinas,
llegando a niveles significativamente más altos durante y después de

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un test con disparos, que perros sin miedo a esos estímulos (Hydbring-
Sandberg, Von Walter, Hoglund, Svartberg, Swenson, & Forkman,
2004).

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Problemas de comportamiento en los perros domésticos

(canis familiaris): aportes de la psicología del aprendizaje

Ansiedad por separación la vida del perro doméstico puede dividirse


en dos etapas; en la primera, la mayoría de los cachorros pasa sus
primeras 8 a 10 semanas de vida con sus compañeros de camada bajo
el cuidado de su madre; la segunda es la que pasa bajo el cuidado de un
grupo humano. esto tiene como consecuencia que el cuidado parental
por parte de los conespecíficos es menor en esta especie que en otros
cánidos. además, los humanos interfieren y participan en la crianza
desde el primer momento, sembrando el terreno para convertirse en el
futuro compañero social más significativo del perro (Kubinyi,
Pongrácz & Miklósi, 2009).
existe evidencia de que los perros forman lazos de apego
estables con sus dueños similares a los descritos entre las madres
humanas y sus niños (topál, Miklósi, Dóka & Csányi 1998). Más aún,
se mostró que los perros adultos que viven en refugios y centros de
rescate desarrollan, en un corto lapso, vínculos de apego hacia los
humanos que interactúan con ellos de manera placentera (gácsi, topál,
Miklósi, Dóka & Csányi, 2001). gácsi et al. sugieren que estos
animales tienen una necesidad notable para el contacto social con las
personas y que pueden retener su habilidad para desarrollar nuevas
relaciones de apego con los humanos pese al aislamiento social en el
que viven.
en este sentido, un estudio reciente encontró que un grupo de
perros de refugio, ante la presencia de una persona desconocida, a
pesar de mostrar conductas de miedo permanecía más tiempo cerca y
buscando contacto físico con el humano que perros de familia (barrera,
Jakovcevic, aruanno & bentosela, 2008). los autores sostienen que,
para estos animales, el contacto limitado con los humanos generaría
una necesidad de acercamiento hacia los mismos incluso en ausencia
de un vínculo previo. Por otra parte, en un estudio realizado con
cachorros se encontró que ni siquiera la administración de un castigo

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disminuyó el
comportamiento de acercamiento de cachorros hacia sus cuidadores
(Fisher, 1955).
topál et al. (1998), utilizando una adaptación del test de la
Situación extraña de ainsworth (1968) para evaluar el apego,
encontraron que en los episodios donde los perros son separados de su
dueño y permanecen solos en un lugar novedoso, disminuyen la
exploración del cuarto donde se realiza la prueba y permanecen cerca
de la puerta por la que se fue su dueño. además hay un aumento de las
vocalizaciones y de la tasa cardíaca (Palestrini et al., 2005).
Por otro lado, lund y Jorgensen (1999) hallaron que un intenso
apego hacia el dueño puede desencadenar problemas de conducta
relacionados con la separación del mismo. éstos comprenden conductas
exploratorias, destructivas y vocalizaciones como aullidos y ladridos
(blackshaw, 1988; Mugford, 1997; lund & Jorgensen, 1999; Mc greevy
& Master, 2007). estas conductas se manifiestan cuando el dueño sale
de la casa y el perro queda solo (blackshaw, 1988). Mediante
videograbaciones se registró que el momento de máxima intensidad se
produce poco después de que el propietario se retira y decrecen a
medida que transcurre el tiempo (lund & Jorgensen, 1999). Según los
autores, este dato sugeriría que los problemas relacionados con la
separación no son provocados por desobediencia o aburrimiento, sino
por la frustración relacionada con quedarse solo.
en cuanto a los factores que pueden influir en el desarrollo de
la ansiedad por separación, en un estudio basado en el resultado de 690
cuestionarios a dueños, Mc greevy y Master (2007) encontraron que
los factores predictivos se relacionaban con tres fuentes: el perro, el
dueño y el ambiente. en relación con los perros, aquellos adquiridos a
través de un amigo o familiar presentaron el problema con menor
frecuencia que los obtenidos en las veterinarias. además, se encontró
que los perros machos y los intactos tenían más probabilidad de exhibir
conductas relacionadas con la separación que las hembras y que los
perros castrados, respectivamente. Por otro lado, el factor predictivo
más significativo relacionado con el dueño fue el juego. los perros que
generalmente jugaban con sus dueños presentaron menos conductas de

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Problemas de comportamiento en los perros domésticos

separación. Sin embargo, los perros que jugaban con sus dueños,
dentro de los primeros treinta minutos luego de su llegada, exhibieron
este tipo de problema con mayor frecuencia. Por último, en relación a
las variables ambientales, los autores hallaron que un nuevo miembro
en la familia y un nuevo empleo del dueño incrementaron la
probabilidad de desarrollar ansiedad por separación. en relación con
(canis familiaris): aportes de la psicología del aprendizaje

esta última variable, otros posibles factores predictivos son las


mudanzas y los cambios repentinos en los horarios de trabajo del
dueño (lund & Jorgensen, 1999).
Por otra parte, la edad de los animales al momento de la
adopción puede influir en el desarrollo de problemas de separación. Un
estudio reveló que el 40% de los perros que tuvieron este problema
fueron adoptados luego de los tres meses. asimismo, se encontró que
gran parte de los perros adoptados de refugios desarrollaron problemas
de separación ante la partida del dueño (Riva, bondiolotti, Michelazzi,
Verga & Carenzi, 2008; Wells & Hepper, 2000). Del mismo modo,
dejar solo al cachorro por tiempo prolongado representa un factor
importante para el desarrollo de ansiedad por separación (Serpell &
Jagoe, 1995).
Riva et al. (2008), en función del resultado de cuestionarios a
dueños, hallaron que gran parte de los perros que mostraban ansiedad
por separación eran tratados como los bebés humanos, dormían en la
cama o el sofá, y no se dejaban manipular por sus dueños. además, en
el mismo estudio se encontró que los perros con problemas de ansiedad
mostraban niveles de dopamina y serotonina plasmática
significativamente más altos que los animales sin esas alteraciones.

Otros problemas de comportamiento además de los problemas de


comportamiento ya mencionados, existen otros que se manifiestan a
través de conductas compulsivas, excesivas y persistentes, las que
algunos autores categorizan como desórdenes compulsivos (Stafford,
2007). estas alteraciones comprenden la destrucción de objetos,

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plantas, muebles y
elementos de la casa, hacer hoyos, hiperactividad, persecución de la
cola, giros (circling), conducta de ir y venir, mirada fija hacia una
sombra, lamido y acicalamiento excesivo, cazar moscas imaginarias y
vocalizaciones excesivas (blackshaw, 1988; Chan yeon, 2007; Diesel
et al., 2008; Jagoe & Serpell, 1996; Stafford, 2007; odendaal, 1996;
Riva et al., 2008; Wells & Hepper, 2000). estas conductas repetitivas y
excesivas también se observan en animales salvajes alojados en
cautiverio (Clubb & Mason, 2003; Mason, 1991; Swaisgood, 2007) y
en perros de laboratorios y de refugios (barrera, Jakovcevic &
bentosela, 2008). Según Schipper, Vinke, Schilder y Spruijt (2008) es
más probable que las conductas compulsivas se desarrollen en perros
expuestos a privación sensoriomotora (falta de estímulos y escaso
ejercicio) e inadecuada atención y estimulación social. a su vez, las
conductas compulsivas orales autodirigidas son ejecutadas en
contextos con poca estimulación externa (luescher, 2000).
existe una tendencia en determinadas razas a desarrollar
problemas compulsivos. Se observó que las razas ovejero alemán y
bull terrier eran más propensas a tener conductas compulsivas de giros
y persecución de la cola (luescher, 2000). Por otra parte, las razas de
perros grandes, como los labrador Retriever y Pinscher Doberman,
tienden a presentar lamido persistente, que generalmente causa lesiones
(luescher, 2000).

Tratamientos conductuales la modificación de la conducta es


aquella orientación teórica y metodológica, dirigida a la intervención
que, basándose en los conocimientos de la psicología experimental,
considera que un factor importante en la aparición de conductas, tanto
normales como anormales, es resultado de la experiencia. en
consecuencia, en este enfoque las conductas desajustadas se analizan
en función de los principios básicos del aprendizaje y los aplica para
explicar y predecir conductas específicas. asimismo, utiliza
procedimientos y técnicas que somete a evaluación objetiva y
verificación empírica, para disminuir o eliminar conductas

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Problemas de comportamiento en los perros domésticos

desadaptadas e instaurar o incrementar conductas adaptadas


(blackshaw, 1991; labrador, Cruzado & Muñoz, 1993).

Tratamiento de la conducta agresiva las intervenciones que se llevan a


cabo en el tratamiento de conductas agresivas se diferencian según el
tipo de agresión que presenta el animal (blackshaw, 1991).
Un trabajo que evaluó el efecto de un programa de
rehabilitación de conductas agresivas intraespecíficas en perros de
refugio halló que, luego de diez días de rehabilitación, seis de los
nueve perros evaluados disminuyeron sus conductas agresivas a
diferencia de los controles (orihel
(canis familiaris): aportes de la psicología del aprendizaje

& Fraser, 2007). Sin embargo, una semana después, las respuestas
agresivas hacia otros perros retornaron. los autores postulan que diez
días de rehabilitación no fueron suficientes para prevenir futuros
incrementos en conductas agresivas una vez finalizado el tratamiento.
la intervención comprendió aproximaciones sucesivas
(desensibilización) hacia otro perro (en función del grado de amenaza)
y contracondicionamiento. en el contracondicionamiento se busca
asociar el objeto que provoca la respuesta que se desea eliminar, con
un estímulo incondicionado de valencia positiva para el sujeto
(Domjan, 1998). Por ejemplo, en este caso se presentaba el estímulo
que provocaba la respuesta de agresión, y al mismo tiempo otro
estímulo con un valor motivacional opuesto, como comida. De esta
manera, el sujeto aprende a responder positivamente ante el estímulo
que antes provocaba en él una respuesta negativa.
otro estudio que evaluó por medio de cuestionarios a dueños la
efectividad de tratamientos conductuales para perros que presentaban
agresividad intraespecífica, señaló que de 87 perros, el 58% mejoró
luego del tratamiento. las intervenciones más frecuentes fueron la
desensibilización sistemática, el contracondicionamiento, el
entrenamiento en obediencia y la esterilización (Sherman et al., 1996).
Por su parte, beaver (1983) encontró que con un procedimiento de

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modificación de la
conducta y uso de progesterona o castración en quince perros machos
que presentaban agresividad intraespecífica, el 75 % de los casos
mejoró.
en relación a la agresividad por dominancia y territorial,
diversos programas de tratamiento incorporaron el entrenamiento en
obediencia y contenciones (beaver, 1983; blackshaw, 1991; Reisner,
1997). en el estudio de blackshaw (1991) el entrenamiento en
obediencia y restricciones físicas apropiadas produjeron mejoras en un
75% de los casos que presentaban agresividad por dominancia. el
entrenamiento consistió en sesiones de diez minutos de obediencia
diarias.
Por otra parte, Cameron (1997) revisó 35 casos de agresividad
por dominancia donde se prescribió como intervención técnica la
modificación de conducta. Se indicó a los dueños que no permitieran a
los perros sentarse en muebles de la casa, específicamente no dormir
en la cama en donde ellos duermen, suspender todo tipo de juego
brusco y definir claramente los periodos de juego, los cuales debían ser
iniciados por el dueño. al mismo tiempo, se les informó sobre las
necesidades básicas de liderazgo. este concepto incluye lenguaje
corporal de guía, consistencia en los mandos e iniciación del dueño de
toda actividad relacionada con el perro. los resultados de este estudio
mostraron que la agresión hacia los dueños mejoró en un 80% de los
casos luego de las intervenciones presentadas.
en relación a problemas relacionados con la agresividad
predatoria se suelen utilizar estímulos aversivos como, por ejemplo,
una pistola de agua frente a la conducta que se quiere eliminar
(blackshaw, 1988). en el estudio de blackshaw (1991) en que se utilizó
entrenamiento en obediencia junto con restricción física, castración o
administración de progesterona, el comportamiento predatorio mejoró
en el 93% de los casos.

Tratamiento de conductas relacionadas con el miedo y la ansiedad la


desensibilización sistemática y el contracondicionamiento son las
técnicas mayormente utilizadas como tratamiento de miedos y fobias

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Problemas de comportamiento en los perros domésticos

en los perros (levine, Ramos & Mills, 2007; Rogerson, 1997; Stafford,
2007; Walker et al., 1997). la desensibilización sistemática es una
intervención terapéutica desarrollada para eliminar las conductas de
miedo y de evitación en humanos, basada en los principios del
condicionamiento clásico. Implica la exposición gradual al estímulo
ansiógeno o de temor y el contracondicionamiento (labrador et al.,
1993).
Rogerson (1997) estudió la eficacia de un programa de
tratamiento conductual en 89 perros con fobia a estímulos auditivos. el
programa comprendía, en primer lugar, identificar los estímulos
asociados al miedo y ordenarlos en forma descendente, de mayor a
menor respuesta de miedo. Por ejemplo, el sonido del trueno, el
resplandor del rayo, el cambio en la presión atmosférica, etc. en
segundo lugar, dichos estímulos, comenzando por los de menor
intensidad, eran apareados con los principales reforzadores apetitivos
para cada animal. este programa fue exitoso en el 100% de los casos.
en otro estudio se empleó un programa de desensibilización siste-
mática y contracondicionamiento en combinación con la
administración

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Revista de Psicología de la Universidad de Chile

de hormonas tranquilizantes en 54 perros con miedo a los fuegos


artificiales. el tratamiento se llevó a cabo durante ocho semanas. los
resultados indicaron que si el dueño aplicaba el procedimiento por 60
días, los signos relacionados con el miedo disminuían en un 60%. No
obstante, los mayores cambios se dieron en el primer mes de
tratamiento (levine et al., 2007).
Jakovcevic, elgier, bianco y bentosela (2007) mostraron una
evaluación conductual objetiva de los resultados del tratamiento en un
sujeto único. la perra presentaba respuestas de temor a diversos
estímulos, entre ellos a la correa y al collar. las respuestas de temor
eran acompañadas por agresión cuando no era posible escapar del
estímulo. la intervención realizada se basó en los procesos del
condicionamiento clásico y operante y principalmente en la exposición
gradual y el contracondicionamiento. los resultados indicaron una
disminución de las respuestas de temor y agresión, operacionalizadas
como un menor alejamiento de la correa, la posibilidad de enlazar al
sujeto con la misma, una eliminación de los gruñidos y de la conducta
de mostrar los dientes. estos datos dan apoyo a la hipótesis de que los
procesos de aprendizaje pueden modular las respuestas emocionales,
en este caso, el miedo.
el tratamiento utilizado para la ansiedad por separación
incluye, en primer lugar, educación al dueño acerca de las
características del trastorno; en segundo lugar, salidas graduales,
comenzando por periodos cortos de uno a cinco minutos. además,
eliminar todo “ritual de salida” de modo que el perro no asocie esos
rituales con las partidas (Horwitz, 2000). asimismo, el entrenamiento
en obediencia parece tener un efecto positivo en este tipo de problema,
ya que el perro aprende a través de los mandos a tolerar gradualmente
periodos de separación del dueño cada vez más largos (lund &
Jorgensen, 1999; Serpell & Jagoe, 1995).
la intervención utilizada para problemas compulsivos incluye
procedimientos de modificación de conducta, enriquecimiento
ambiental y psicofármacos en los casos más severos (Mugford, 2007).

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Problemas de comportamiento en los perros domésticos (canis familiaris): aportes de la psicología del
aprendizaje

en síntesis, los tratamientos de modificación de conducta,


basados en el condicionamiento clásico y operante, han mostrado ser
efectivos para reducir diversos problemas de comportamiento en los
perros. Sin embargo, todavía son escasas las evaluaciones objetivas de
los resultados de estas intervenciones.
Por último, si bien en este trabajo nos centramos en los
tratamientos de índole conductual, otros procedimientos como los
tratamientos farmacológicos (King et al., 2000), la castración (Hart &
eckstein, 1997; Kim, yeon, Houpt, lee, Chang & lee, 2006), el empleo
de hormonas tranquilizantes (Mugford, 2007), el enriquecimiento
ambiental tanto por medio de objetos (Mugford, 2007; Hubrecht, 1993)
como de estímulos olfatorios (graham, Wells & Hepper, 2005) y
auditivos (Wells, graham & Hepper, 2002) han demostrado diferentes
niveles de eficacia en el tratamiento de los variados problemas de
conducta en los perros.

Conclusión los problemas de comportamiento en los perros influyen


directamente en su bienestar así como en el de las personas con
quienes conviven. en relación a las alteraciones del comportamiento
revisadas, existe un mayor número de estudios sobre problemas
relacionados con la agresión, especialmente con la dirigida hacia las
personas. el interés por este tipo de problema radica en su implicancia
en el área de la salud pública, como así también por la calidad de vida
y el bienestar de los animales mordedores, los cuales suelen ser
abandonados o incluso sacrificados (Duffy et al., 2008; Netto & Planta,
1997; Rosado, garcía-belenguer, león & Palacio, 2008). esto, a su vez,
ocasiona un nuevo problema de salud pública, al incrementar el
número de perros en refugios caninos y centros de zoonosis, los cuales,
en muchos países, como los de latinoamérica, se encuentran colapsados
(barrera et al., 2008).
Por otro lado, además de las conductas relacionadas con la
agresividad, el miedo se presenta como otro de los problemas de
conducta frecuentemente reportados (Serpell & Jagoe, 1995). los

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Revista de Psicología de la Universidad de Chile

trabajos revisados estudian desde los miedos sociales hasta los


auditivos. estos últimos suelen ser los más reportados en la clínica.
la ansiedad por separación se relaciona con el intenso apego al
dueño (gácsi et al., 2001; lund & Jorgensen, 1999) y con diversas
variables ambientales (lund & Jorgensen, 1999; Mc greevy & Master,
2007), pero principalmente parece estar relacionado con la manera en
que el dueño se dirige hacia su mascota. en función de ello, los
tratamientos conductuales para este problema se dirigen a modificar los
patrones de conducta del dueño hacia su perro.
Un número menor de estudios hace referencia a problemas
compulsivos y estereotipados. básicamente, estos problemas se
vinculan con una escasa estimulación sensoriomotora y social
(Schipper et al., 2008).
en síntesis, existe un mayor número de estudios de los
problemas asociados a la agresión y al miedo. Sin embargo, son
necesarios trabajos que permitan caracterizar con mayor precisión
otros problemas de conducta, tales como la ansiedad de separación y
los trastornos compulsivos.
Por otro lado, un análisis más detallado de los trabajos
presentados indica que la mayoría de ellos carece de mediciones
sistemáticas de los problemas de comportamiento. Por otra parte, el
uso de los cuestionarios, si bien está más extendido y resulta de más
fácil aplicación, no posee la objetividad y precisión de las evaluaciones
conductuales. esta situación indica que aún faltan estudios para lograr
una suerte de manual de diagnóstico de problemas de comportamiento
en perros, algo que incluso cuesta obtener en el caso de los humanos.
en cuanto a las intervenciones realizadas para resolver los
problemas de conducta en los perros, los tratamientos conductuales
mostraron cierta eficacia. los procedimientos más utilizados son las
aproximaciones sucesivas, la desensibilización sistemática y el
contracondicionamiento. en algunos casos están asociados con el
empleo de otros métodos, como la castración y esterilización,
feromonas de apaciguamiento y psicofármacos. Si bien existe un
número considerable de trabajos que dan información sobre estos

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Problemas de comportamiento en los perros domésticos (canis familiaris): aportes de la psicología del
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tratamientos, la mayoría de ellos tienen escasas evaluaciones objetivas


y carecen de grupos controles no tratados o con tratamientos
alternativos como para hacer comparaciones más válidas. a diferencia
de lo que ocurre con el empleo de estos tratamientos en humanos,
donde existe una abundante evidencia acerca de su efectividad, el uso
de las mismas en perros quedó confinado a una aplicación más
artesanal. en el futuro se deberán realizar diseños de investigaciones
clínicas semejantes a las propuestas con humanos con el movimiento
de las terapias basadas en la evidencia (ver Mustaca, 2004), para
verificar su eficacia. a pesar de ello, los resultados aún preliminares de
estas intervenciones en perros sugieren que las técnicas de
modificación de conducta basadas en los principios del aprendizaje son
una de las herramientas más efectivas. es un desafío para la psicología
el desarrollar estrategias de diagnóstico y evaluación de los trastornos
del comportamiento.
la psicología se torna considerablemente relevante a la hora de
aportar al avance en un área tan significativa como los problemas
conductuales en perros. existe una demanda cada vez mayor de dueños
que solicitan ayuda y se dirigen a los profesionales en el área de la
salud animal y aficionados que trabajan en adiestramiento.
lamentablemente, no existe hasta el momento una formación
académica que transmita el uso de técnicas eficaces de modificación de
la conducta.
existen varias acciones que pueden llevar al logro de mejores
intervenciones. la primera es que los psicólogos, particularmente los
especialistas en el estudio de los principios básicos de la conducta,
realicen investigaciones básicas y aplicadas, en conjunción con
profesionales de la salud animal. esto permitiría hacer una clasificación
más confiable y válida de los trastornos del comportamiento e
investigaciones clínicas más rigurosas. Por otra parte, los estudios
básicos en otras áreas, como la comunicación interespecífica o el
estudio de diferencias de razas, aportarían a un mayor conocimiento
que se traduzca en un beneficio para las áreas aplicadas.

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Revista de Psicología de la Universidad de Chile

Una segunda propuesta es que en los planes de estudio de los


profesionales en salud animal incorporen materias o especializaciones
que incluyan estudios sobre psicología comparada, psicología de los
procesos básicos de la conducta y análisis y modificación de la
conducta, de modo que posean las bases como para poder realizar
prácticas más eficientes. Una tercera posibilidad es que los psicólogos
incorporen este tipo de estudios dentro de sus planes de estudio como
especialización en conducta animal. todas estas acciones no son
excluyentes y sin duda contribuirán a lograr una mejor convivencia
entre los humanos y los perros.

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