Biografias Argentina II

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 16

Julio Cortázar.

Biografía

Julio Cortázar. (Bruselas –Bélgica–, 26 de agosto de 1914 - París –


Francia–, 12 de febrero de 1984). Escritor, profesor y guionista.
Hijo de padres argentinos. Su padre fue destinado a la Embajada de
Argentina en Bélgica. Su familia se refugia en Suiza durante la Primera
Guerra Mundial hasta 1918, que regresan a Buenos Aires (Argentina).
Obtiene el título de maestro en 1932.
Se identifica con el Surrealismo a través del estudio de autores
franceses. Sus obras se reconocen por su alto nivel intelectual y por su
forma de tratar los sentimientos y las emociones. Fue un gran seguidor
de Jorge Luis Borges.
En 1935 comienza la carrera de Filosofía y Letras, da clases y publica
estudios de crítica literaria. De esta época es conocida su colección de
sonetos Presencia (1938), que publica bajo el seudónimo de Julio Denis.
En los años cuarenta, por problemas políticos, tiene que abandonar su
puesto de profesor en la universidad, y comienza la publicación de
artículos y relatos en revistas literarias. Tras conseguir el título de
traductor oficial de inglés y francés se traslada a París, donde trabaja
como traductor de la UNESCO.
En 1951 comienza su exilio. Dedica su vida a viajar, pero reside
principalmente en París. Las traducciones que realiza de Edgar Allan Poe
(entre otros) influyen en su obra, como por ejemplo en su colección de
relatos Bestiario (1951).
A pesar de haber realizado distintas publicaciones durante todos estos
años, no se hace famoso hasta la publicación de Rayuela (1963), su
obra maestra que refunda el género.
Cortázar destaca por sus misceláneas o del género “almanaque”, donde
mezcla narrativa, crónica, poesía y ensayo, como por ejemplo en La
vuelta al día en ochenta mundos (1967) y 62, modelo para
armar (1968).
El viaje que realiza a Cuba en los sesenta, le marca tanto que comienza
su andadura política. Apoya a líderes políticos como Fidel Castro,
Salvador Allende o Carlos Fonseca Amador. Forma parte del Tribunal
Internacional Russell, que estudiaba las violaciones de Derechos
Humanos en Hispanoamérica. En su Libro de Manuel (1973), queda
reflejado su compromiso político.
En los años siguientes se destacan los poemas Pameos y
meopas (1971), los relatos de Octaedro (1974) y Queremos tanto a
Glenda (1980) o Un tal Lucas (1979) y Los autonautas de la
cosmopista (1983) de su obra miscelánea. Éste último fue escrito en
colaboración con su tercera y última esposa, Carol Dunlop. En 1984,
recibe el Premio Konex de Honor en Argentina.
Poco antes de fallecer, publica su libro de poemas Salvo el
crepúsculo (1984) y los artículos Argentina, años de alambradas
culturales (1984).
En 1996, se publica póstumamente su ensayo Imagen de John Keats y
en el 2009 aparece Papeles inesperados, una obra miscelánea
encontrada por su primera esposa, Aurora Bernárdez.

Biografía de Roberto Arlt

La imagen de escritor y la biografía de Roberto Arlt tienen aristas cambiantes


y a veces contradictorias en cuanto a ciertos datos de su nacimiento y sus
nombres. El mismo Arlt modificó el día de su nacimiento en algunas de sus
autobiografías, incluso en las que tienen una intención humorística. También hay
nombres diferentes en su partida de nacimiento y en el acta de su bautismo. Sylvia
Saítta en su libro sobre Arlt, El escritor en un bosque de ladrillos. Una biografía de
Roberto Arlt (2000)1, se ha encargado de especificar estas variantes de su
identidad. Sin embargo, Saítta aclara que Roberto Arlt nació el 26 de abril de
1900, según se especifica en su partida de nacimiento con el nombre de Roberto
Arlt y no como otros biógrafos que han señalado que se le anotó con el nombre de
Roberto Godofredo Christophers Arlt. Su padre, llamado Carlos Arlt, era de origen
prusiano y hablaba alemán; su madre, Ekatherine Iobstraibitzer, había nacido en
Trieste, y su lengua original era el italiano.
De todos modos, Arlt firma sus primeros textos autobiográficos como Roberto
Godofredo Christophersen Arlt, esta modificación de su nombre, propiciada por el
propio escritor, que no coincide con el certificado en el Registro Civil, es probable
que haya contribuido a la confusión. Además, en esta línea de malentendidos
sobre sus nombres, se suma la constancia escrita de su bautismo, que
reproducimos en el apartado Imágenes de este Portal, donde el futuro narrador
aparece con el nombre de «Roberto Emilio Gofredo Arlt». Lo de «Gofredo» tal vez
sea una errata del escribiente parroquial del certificado al intentar poner
«Godofredo».
Por otra parte, es sabido que el mismo escritor con algunas de las referencias
a su vida logra construir una imagen de niño terrible y rebelde en el período de su
infancia y durante su etapa de escolarización, en las escuelas del barrio de Flores
donde vive con sus padres. Esas afirmaciones lo muestran como revoltoso y mal
alumno frente a sus maestros. Saítta, señala que, aunque ciertamente repite tercer
grado no es expulsado de la escuela como Arlt llega a decir, sino que lo aprueba
en una nueva cursada. Asimismo, se conoce que el futuro escritor concluye
satisfactoriamente el quinto grado, que al parecer era en muchas escuelas de esa
época el último año de la primaria. Termina esos estudios cuando ya es un
adolescente, a la edad de 14 años.
La familia de Arlt vive en condiciones económicas difíciles, su padre cambia
de trabajos frecuentemente, aunque tuvo momentos estables cuando se
desempeñó como tenedor de libros en algunas casas comerciales alemanas. No
obstante, en varias circunstancias abandona a su familia para instalarse en
Corrientes y Misiones, en donde se emplea en empresas dedicadas a la
explotación de la yerba mate. A su vez, fracasa en sus intentos de realizar algunos
emprendimientos comerciales propios.
En medio de estas preocupantes circunstancias familiares y económicas, Arlt
es estimulado por su madre en sus estudios, pero al mismo tiempo ella lo impulsa
a trabajar desde muy chico para ayudar a sustentar los gastos básicos de su casa
familiar. Lo hace durante períodos cortos, en una bicicletería de su barrio, Flores;
luego cuando su padre se ausenta de su casa, se emplea como vendedor de
papel de envolver y debe atender a sus clientes en diversos comercios de la zona.
Arlt en su adolescencia se lleva mal con su padre, que es muy violento y lo
somete a severos castigos corporales. En un momento la situación llega a ser
demasiado tensa y el padre lo echa de su casa. Es por eso que durante esos años
Arlt efectúa diversos trabajos para poder subsistir, realiza aprendizajes como
dependiente en una librería, en un taller mecánico, en el puerto, en una fábrica de
ladrillos y a veces realiza tareas de pintor, como él mismo lo cuenta en una de sus
aguafuertes en el diario El Mundo (Saítta, 2000: 20).
Pese a esas ocupaciones laborares, el adolescente Arlt conoce las librerías de
su barrio. Frecuenta las de los hermanos Juan Antonio y Carlos Pellerano, la
llamada «La Linterna» de Ángel Luppo y la de Ángel José Pariente, situadas todas
en la calle Rivadavia. Compra, vende y alquila en esas librerías los libros que elige
leer, le apasionan los folletines, pero también los manuales técnicos, de
divulgación científica y los libros de ciencias ocultas. Es un asiduo concurrente a
una Biblioteca Anarquista, al Centro Cultural Florencio Sánchez y asiste a una
tertulia literaria barrial que se realiza en la librería de Pariente. En otra tertulia, que
publica La Idea, le presentan hacia 1916 a Conrado Nalé Roxlo, quien será su
amigo intelectual durante muchos años. Con él compartirá lecturas y cierta pasión
por Baudelaire en esa época.
Por estos años de adolescencia, sus lecturas iniciales son los diversos tomos
del folletín de Pierre-Alexis Ponson du Terrail, Las hazañas de Rocambole.
También Arlt ha señalado además de su fervor por Baudelaire, el de otros autores
como Verlaine, Carrere y Murger2. La influencia de esos autores y, especialmente,
el de Las hazañas de Rocambole es reconocible entre los entusiasmos literarios
del personaje Silvio Astier en su primera novela El juguete rabioso (1926).
Arlt es quizás uno de los pocos escritores destacados en los comienzos del
siglo XX que proviene de la clase media de escasos recursos económicos, hijo de
inmigrantes pobres, educado en la escuela pública y de formación prácticamente
autodidacta en la ciudad de Buenos Aires. Su territorio es el del barrio de Flores,
las tertulias, las bibliotecas públicas, socialistas, anarquistas, los centros de cultura
barrial, el periodismo y las publicaciones populares.
En esa etapa de iniciación en la escritura, sus lecturas son muy diferentes a
las de otros narradores argentinos de su generación. No tiene la formación
europea de Borges ni menos aún la de escritores de clase alta como Adolfo Bioy
Casares o la más ilustrada de algunos de los intelectuales que pertenecerán al
círculo de colaboradores de la revista Martín Fierro o Sur. Su cultura es una
cultura de «mezcla», el lenguaje de sus relatos es una empresa apasionada por
hacer confluir la influencia del italo-alemán familiar con la sintaxis y el tono del
habla hispana rioplatense. Aunque parezca un lugar común, es necesario decir
que Arlt vivió para escribir y escribió para vivir. Por eso afirmaba que cuando se
tiene algo que decir, se escribe en cualquier parte. Sobre una bovina de papel o
en un cuarto infernal y a la vez, expresaba que ganarse la vida escribiendo es
penoso y rudo3.
Beatriz Sarlo ha precisado que en la narrativa de Horacio Quiroga y de
Roberto Arlt, pese a las diferencias de poéticas y edades, la fascinación por la
invención técnica que expresa en sus ficciones participan de una trama de
relaciones entre sectores medios y populares, público de los grandes diarios,
intelectuales de la élite periodística, repetidores sociales y organizaciones
barriales en el marco de cambios urbanos4. Sus obras de algún modo representan
los indicios de la etapa de modernización de la cultura y el imaginario social en el
Buenos Aires de los años 1920 y 1930.
En esta dimensión de la cultura barrial, Arlt publica su primer cuento, titulado
«Jehová» en la Revista Popular, en el n.º 26, del 24 de junio de 1918, una revista
que existe desde el año anterior y que dirige el periodista y escritor Soiza Reilly en
ese momento. Estimulado por esa primera aparición de un relato suyo, Arlt
comienza escribir hacia 1919 su primera novela, El juguete rabioso, que por ese
entonces se llamaba La vida puerca. Sus biógrafos coinciden en que el
entusiasmo de Arlt por tal iniciativa lo lleva a andar con su novela en preparación
por todos lados y que muchas veces solía acosar a sus amigos en los bares que
frecuenta con la lectura de los primeros capítulos. Por otra parte, al poco tiempo
publica un ensayo literario titulado Las ciencias ocultas en la ciudad de Buenos
Aires, en Tribuna Libre, n.º 63, del 28 de enero de 1920. En el centro de la tapa de
este folleto se distingue una foto del mismo Arlt. El ensayo es considerado en la
edición como «ensayo ficcional» y lo firma con el nombre de Roberto Godofredo
Arlt.
Si bien la narrativa de Arlt puede calificarse de expresionista, una de las
formas de la vanguardia histórica de los años veinte, como lo señala en un ensayo
José Amícola5, se conoce que no participó ni perteneció al grupo de la
revista Martín Fierro, la publicación de la vanguardia poética porteña, ni tampoco
se vincula durante la década del treinta al grupo de escritores, como Borges y
otros, que estuvieron relacionados con la revista Sur, que dirigía Victoria Ocampo.
Tampoco perteneció al grupo de Boedo, el de los escritores realistas de las
décadas de los 20 y los 30, cuyos paradigmas rescataban la tradición del realismo
decimonónico aggiornado con una intención crítica que se atribuía la posibilidad
de transformar la realidad social. De algún modo, Raúl Larra intenta ubicar a Arlt
en esta corriente literaria, teniendo en cuenta la mirada crítica de las ficciones de
este narrador sobre los comportamientos de la sociedad porteña, en su
libro Roberto Arlt, el torturado de 1950.
Durante un tiempo, cierta crítica influida por el ensayo de Larra y por los
distintos textos autobiográficos que Arlt escribe configuraron una imagen casi
mítica de un escritor solitario, marginal, sin estudios y carente de reconocimiento
de sus pares y el público.
Sin embargo, poco después, hacia mediados de la década de 1950, otra
mirada de la crítica despeja esta visión mistificada del escritor. Particularmente, las
nuevas lecturas que se realizan desde la revista Contorno (David Viñas, Oscar
Masotta, Juan José Sebreli)6, implicarán que se coloque ya sin prejuicios ni
forzamientos ideológicos y literarios a la narrativa de Arlt en el centro del sistema
literario argentino (Saítta, 2000: 11).
A este reconocimiento por parte de estos críticos, se suman posteriormente
los estudios de David Viñas, Adolfo Prieto, Noé Jitrik, Ricardo Piglia, Beatriz Sarlo,
Sylvia Saítta y una serie de ensayos y lecturas de otros tantos críticos y
académicos que van a dar cuenta de la originalidad y la excepcionalidad de su
poética narrativa.
Algunas de esas lecturas realizadas en la década de 1980 ubicaron a Arlt
como un escritor fuera de cualquier canon de la tradición narrativa argentina, entre
ellos Ricardo Piglia. De todos modos, es posible pensar que el concepto de canon
cambia en cada contexto, es una categoría de la interpretación crítica también
temporal. Por cierto, tal vez sea mejor ubicar a Arlt como escritor en el espacio del
contexto cultural de su época, como lo han hecho desde diversos puntos de vista
los principales críticos mencionados sobre su obra y observar sus elecciones
estéticas y el modo que con su propia narrativa realiza eso que Jacques Rancière
llama la política de la literatura7 y, desde la perspectiva actual de la
contemporaneidad del siglo XXI, pensar que Roberto Arlt podría ubicarse en la
historia de la literatura argentina en un canon particular; es decir, el de los
escritores excéntricos, que en otras palabras no tienen un lugar central en el
campo cultural, pero que sí lo podemos situar en esa área excepcional que es
estar fuera de lugar.
No obstante, la particular excentricidad de Arlt presenta también un costado
paradójico. El juguete rabioso, según informa Saítta, recibe una reseña crítica en
un segundo número del suplemento cultural del diario Crítica, llamado Crítica
Magazine, en la sección «Actualidades del mundo literario», que respondía a
editores vinculados a la vanguardia martinfierrista 8. Un espacio en el que se
criticaban a escritores más tradicionales y de una generación anterior a la de Arlt,
como Lugones y Gálvez. La reseña crítica elogia la novela de Arlt y establece una
mirada crítica sobre los jóvenes escritores del grupo de Boedo, quienes han
rechazado la publicación de este libro cuando Arlt lo presentó a los responsables
de las ediciones de Babel y Claridad. (Saítta, 2000: 45). Además de esta reseña
favorable, El juguete rabioso tiene otros comentarios ponderativos en la revista El
Hogar, Mundo Argentino y Nosotros9.En cambio en la revista Claridad,
perteneciente a los escritores de Boedo, se menciona a Arlt entre los narradores
que el grupo cuestiona y considera adversos a los postulados estéticos de la
publicación. Sin embargo, años después la editorial Claridad publicará en 1931
una reedición de esta novela y el crítico Ramón Doll10, poco antes, elogiará a Arlt
que ha publicado en Claridad la segunda edición de su novela Los siete
locos (1930).
El juguete rabioso se edita en 1926, un año revelador para la literatura
argentina, porque se publican varios libros muy significativos, entre ellos Los
desterrados de Horacio Quiroga, la novela Don Segundo Sombra de Ricardo
Güiraldes.
Roberto Arlt dedica esta primera novela, El juguete rabioso, a Ricardo
Güiraldes. Expresa con este gesto un agradecimiento a este escritor mayor que él,
que a pesar de su cercanía con los martinfierristas y de editar la revista Proa, que
fundó en 1924 con Borges y Brandán Caraffa, ayuda a Arlt en la escritura y
publicación de esta novela. Güiraldes goza de cierto prestigio como escritor en ese
momento, su condición social es la de un rico estanciero que ha elegido la
literatura y publicado varios libros por ese entonces. No obstante, de ser visto por
sus colegas escritores como un dandy, que ha vivido en París, es afable y
bohemio, por eso goza de cierto respeto y simpatía en la relación con otros
escritores. Arlt lo frecuenta y es Güiraldes quien lee los originales del joven
narrador y le sugiere algunas correcciones de esa primera novela que escribe.
Además, es quien le aconseja que cambie el título elegido en un principio por
Arlt, La vida puerca, por El juguete rabioso.
Quizás entre las afinidades de esa amistad entre Arlt y Güiraldes, podría
pensarse que en el momento que se conocen, más allá de las diferencias
estéticas y de clase social, ambos comparten una pasión por la creación literaria, y
también casi una coincidencia demasiado «coincidente»: ambos escriben una
novela de iniciación, la del reserito huérfano Fabio Cáceres en la novela de
Güiraldes, y Arlt la niñez y adolescencia de Silvio Astier, un habitante de la clase
media pobre del ámbito urbano de Buenos Aires. Por otra parte, Güiraldes en Don
Segundo Sombra presenta el espacio tradicional de la pampa en la literatura
argentina, pero a su vez introduce una filiación de la vanguardia ultraísta en la
escritura de su novela. Es una de las novelas que cierra de este modo original el
mundo del territorio rural en la narrativa argentina. En tanto Arlt inaugura con su
libro una cartografía urbana barrial de la gran ciudad de Buenos Aires, y su
escritura, también, es próxima a una forma de la vanguardia histórica, el
expresionismo. Y no sólo eso, añade asimismo una exploración estética del
grotesco que estará presente con mayor caracterización en sus novelas
posteriores y en sus obras teatrales.

Periodismo y literatura
En enero de 1926 Roberto Arlt comienza a colaborar de un modo estable en la
revista Don Goyo, de la editorial Haynes. El director de la publicación es su amigo
Conrado Nalé Roxlo. La revista sigue el modelo de Caras y Caretas. Los textos de
Arlt son narraciones breves, escritas en primera persona, con fuerte presencia de
elementos autobiográficos y de algún modo vienen a ser algo así como los
antecedentes de sus famosas aguafuertes del diario El Mundo.
Al parecer una anécdota conocida de su vida, la de que a los ocho años
escribió un cuento por encargo, fue muy determinante en su iniciación en la
literatura y en su elección literaria. Se conoce que un vecino de su barrio, Joaquín
Costa, casi como un desafío burlón, en uno de esos encuentros en las librerías de
Flores le dijo, que si le traía un cuento escrito por él se lo compraría si llegaba a
gustarle. Arlt escribió ese primer cuento y se lo llevó a Joaquín Costa, quien
satisfecho por el texto le pagó por ese relato cinco pesos. Ricardo Piglia ha
señalado que esa relación de la creación literaria con el dinero tan temprana
marcó mucho a Arlt en su perfil de escritor, ya que casi toda su obra narrativa y
periodística, especialmente la mayoría de sus cuentos y crónicas o aguafuertes,
fueron publicadas en diarios y revistas de la época y significaron también un modo
de ganarse la vida11.
En las veintidós crónicas y relatos (su laboratorio de narrador, etapa de
iniciación como escritor) que publica en el término de un año en Don Goyo, se
destaca su habitual ironía y una visión crítica de situaciones de la vida real, donde
mezcla personajes imaginarios con personas conocidas. Es una época de auge
del periodismo gráfico. En la revista colaboran escritores como Eduardo Mallea,
Alfonsina Storni, Juan José de Soiza Reilly, Leopoldo Marechal, entre otros. Las
notas publicadas en Don Goyo se han reunido en El resorte secreto y otras
páginas, con prólogo de Guillermo García (Simurg, Buenos Aires, 1996).
Como otros escritores de la época, Roberto Arlt entra en 1927 como cronista
de la sección policial en la redacción del diario Crítica. Es conocido que este diario
hará de la crónica policial uno de sus aspectos principales para ganar lectores.
Roberto Arlt jugará ese rol nuevo de periodista-detective y tendrá una actuación
destacada. Sylvia Saítta, cita un testimonio del mismo diario en donde se da
cuenta que Arlt logra en una ocasión impedir un suicidio. Hoy, el redactor de
nuestro diario Roberto Arlt y el fotógrafo [...], citados por una pre-suicida, en su
departamento de la calle Uruguay, evitaron la muerte de ésta, desarmándola en
circunstancias en que pretendía descerrajarse un tiro en la sien (Crítica, 5 de abril
de 1928).
En 1928 abandona las crónicas violentas de la sección policial de Crítica y
pasa a la redacción del diario El Mundo, que dirige otro escritor, Alberto
Gerchunoff. Pero será con el segundo director, Carlos Muzio Sáenz Peña, cuando
Arlt comenzará a escribir la sección «Aguafuertes Porteñas» (el 5 de agosto del
mismo año). Es uno de los pocos periodistas que firma con su nombre la columna.
La agudeza y la imaginación de sus comentarios cotidianos lo harán en poco
tiempo un periodista profesional de bien cotizada fama. Al parecer a Arlt le
gustaba ese rol de escritor periodista detective y viajero, ya que años después en
una nota introductoria a sus aguafuertes patagónicos se describe a sí mismo como
si fuera un aventurero fatal muy cinematográfico o visto en el cine, pues lleva un
saco de cuero, botas y una pistola automática. Por cierto, también una cámara
Kodak con la que tomará fotos de los lugares que recorrerá en esa aventura
viajera12.
Como hemos señalado su aprendizaje de escritor está ligado al periodismo,
escribe y cobra regularmente por su trabajo. Es un modo de vida. Arlt se ve a sí
mismo como un periodista y como un escritor moderno, una imagen y un rol muy
difundido en la contemporaneidad de su época. Cuando comenzó la Segunda
Guerra Mundial quiso ser corresponsal de guerra para El Mundo, pero finalmente
no lo enviaron. Algo muy frecuente en la época. Vicente Huidobro llegó a serlo,
pues estaba en Europa; Roberto Payró y José de Soiza Reilly durante la primera
guerra.
Sus aguafuertes tratan los temas candentes de la situación social y política de
la época. Se ocupa de los problemas de la ciudad, del estado de las calles y de las
zonas abandonadas por la administración política. En 1936 su columna alcanza
gran popularidad cuando denuncia las carencias de los hospitales municipales.
Arlt dialoga con sus lectores, contesta sus cartas y es un interlocutor en sus
comentarios de cada día. Se convierte en una especie de fiscal popular; denuncia,
investiga y da sus opiniones en los debates de actualidad. Una serie de sus
aguafuertes comenta los sucesos del golpe militar encabezado por el general José
Félix Uriburu en 1930. En estos textos, pone al desnudo la corrupción política, el
oportunismo y los viejos vicios de la política «criolla».
En el mismo diario El Mundo, va a escribir sus crónicas de viajes. De sus giras
por el norte y el sur del país, por Uruguay, Brasil y luego por España y África
quedarán sus impresiones de gran observador. Las Aguafuertes españolas son
uno de los testimonios más logrados de esa actividad de escritor viajero. Axel
Gasquet en su libro Oriente al Sur expresa que en las crónicas sobre Marruecos y
el territorio africano de Arlt, el escritor demuele los paradigmas literarios
románticos y esteticistas de la visión de esa región del mundo, esa visión canónica
que se puede observar en la mirada de los textos de escritores como Jorge Max
Rohde. Arlt en cambio realiza un enfoque distinto, admira por un lado esa cultura
de la otredad, y por otro, ensaya una reflexión crítica de la vida social en sus
crónicas de viaje por esos países coloniales. Destaca cómo sus habitantes son
víctimas del sistema colonial capitalista, denuncia la desigualdad social, la
condición de pobreza, la explotación laboral y el nivel de infrahumanidad en la que
viven la mayoría de sus pobladores13.
Hacia finales de la década de 1930 escribe también en El Mundo crónicas y
comentarios periodísticos. Después de haber publicado sus notas en una sección
que llama Tiempos Presentes pasa a expresar su preocupación por el ascenso del
nazismo y el comienzo de la Segunda Guerra Mundial; ya que no ha sido enviado
como corresponsal al escenario bélico europeo lo hace en una columna que llama
irónicamente Al margen del cable.
Si bien Arlt se queja de no tener el tiempo suficiente para escribir sus cuentos
y novelas, le debe al periodismo la posibilidad de ser reconocido públicamente
como escritor. En las décadas del 20 y el 30, los escritores ocupan un lugar de
cierto protagonismo en la sociedad que se expresa en la prensa escrita. En una de
sus aguafuertes, Arlt reflexiona sobre las condiciones del buen periodista y afirma
que para ser buen periodista es necesario ser buen escritor («Para ser
periodista», El Mundo, 31 de diciembre de 1929).

Arlt novelista
Junto a su actividad casi absorbente de su trabajo periodístico, Arlt logra
reservarse cierto tiempo para escribir las novelas que alcanzarán a ser
consideradas como las más representativas y centrales de su trayectoria literaria.
En 1929, sale la primera edición de Los siete locos (Editorial Latina), al año
siguiente una segunda edición en Claridad y, en 1931, da a conocer con el título
de Los lanzallamas la que es, en realidad, la segunda parte o la continuación
de Los siete locos. En el mismo año de 1931 sale la tercera edición de Los siete
locos en Claridad.
En ese breve período logra expresar lo más importante de su producción
novelística y, especialmente, con Los siete locos y Los lanzallamas -esta larga
novela en dos partes, compleja, desmesurada, hiperbólica- profundiza su visión
crítica y escéptica del mundo, desarrolla los temas principales de su literatura,
sitúa su acción, como en El juguete rabioso, en el ámbito urbano y suburbano de
Buenos Aires, escenario en el que se ubican esos personajes de la clase media
pobre de este ámbito, e incorpora de un modo amplio y original su lenguaje
coloquial y palabras del lunfardo porteño. Esos temas principales son, por cierto, la
locura, la marginalidad, la humillación, la conspiración política, la traición, la
invención técnica, que no sólo pueden encontrarse en sus novelas, sino también
en sus cuentos, aguafuertes y piezas teatrales. Es decir, que atraviesan
distintivamente toda su obra literaria.
En este momento Arlt toma conciencia del reconocimiento de su obra de
escritor y esta situación es probablemente la que lo impulsa a escribir en 1931, a
manera de prólogo de Los lanzallamas, sus «Palabras del autor». En este texto les
contesta a sus detractores que lo acusan de escribir mal, estableciendo una
diferencia entre su perfil de escritor periodista, con poco tiempo para escribir y
quienes por su situación de clase y nivel económico tienen mucho tiempo para
hacerlo. Casi como un desafío afirma allí sus famosas palabras con que define a
su poética literaria: El futuro es nuestro, por prepotencia de trabajo. Crearemos
nuestra literatura, no conversando continuamente de literatura, sino escribiendo en
orgullosa soledad libros que encierran la violencia de un "cross" a la mandíbula.
Sí, un libro tras otro, y "que los eunucos bufen".
A esta proclama del modo que Arlt entiende su trabajo de escritor, se les
pueden sumar otros textos donde reflexiona sobre su quehacer literario. Rose
Corral, en un capítulo que lleva el título de su libro sobre Arlt Una poética de la
disonancia, rescata y analiza dos reflexiones de este escritor sobre su literatura y
la de su generación14. Se trata de una entrevista realizada en 1929 15 y un artículo,
«Escritores jóvenes de América Hispana», publicado en El Mundo, el 22 de mayo
de 1941. En el primero, expresa sus ideas sobre «literatura y cultura nacional»,
sobre modernidad literaria. Cuestiona a la vanguardia martinfierristas el criollismo
o neocriollismo de algunos de sus integrantes en su mirada y rescate del pasado
literario argentino. Obviamente, se podría pensar en un cuestionamiento también
al principal referente de ese espacio: el neocriollismo de Borges. En el segundo
texto, Arlt revisa el concepto de modernidad, de lo nuevo, la posibilidad de hablar
de la fortaleza de estilo. Para Rose Corral, Arlt en este artículo afirmaba que hay
que construir la tradición o armarla desde el presente, en 1941, en una amplia
mirada retrospectiva” que rescata a “su generación literaria sin distinción de
escuela o grupo. (Corral, 2009: 37).
Otros textos de reflexión literaria son también algunas Aguafuertes que Arlt
publica en El Mundo dedicadas a reflexionar sobre el estado de la novela, y en las
que expone también sus cuestionamientos a la narrativa que adhiere a los
postulados estéticos del realismo tradicional. Hacia 1941 varios escritores objetan
los presupuestos estéticos de la novela contemporánea. Arlt coincide con ellos y
contribuye a este debate publicando algunos artículos en El Mundo. La novela
actual carece de aventuras porque el novelista profesional, aunque parezca una
paradoja, carece de profesión16, afirma en uno de ellos. Para el escritor un factor
determinante de la decadencia de la novela reside en que los escritores crean
personajes muy estáticos y se olvidan que la acción narrativa es fundamental. En
este aspecto, Arlt afirma que sin una acción bien definida no podemos determinar
la constante psicológica del personaje.
En otro artículo acusa a Marcel Proust de ser el responsable directo de que la
novela contemporánea haya devenido una galería de retratos17. De algún modo
coincide con lo que Borges expresa en el prólogo a La invención de Morel (1940),
de Adolfo Bioy Casares. Borges rechaza la novela psicológica y el realismo y
afirma que hay páginas y hay capítulos de Marcel Proust que son inaceptables
como invenciones: a los que, sin saberlo, nos resignamos como a lo insípido y
ocioso de cada día. Y como Arlt propone novelas de fuertes argumentos.
El autor de Los siete locos impugna lo que llama la medianía del realismo,
aclarando que éste no es un género sino una técnica que se limitó a describir lo
que se hallaba debajo de sus narices con fidelidad de pantógrafo. En tanto Borges
propone en su proyecto ficcional la imaginación razonada de lo fantástico, Arlt cree
que hay que buscar la eficacia narrativa en los conflictos que deben promover los
personajes, con la misma desmesura que él encuentra en el comportamiento de
los héroes de la novela clásica18.
David Viñas, advierte también otras incursiones del escritor en el ensayo
literario y menciona un prólogo firmado de Arlt a un libro de poemas y un
comentario crítico sobre otro libro del poeta Alfonso Ferrari en 193319.
Si bien Arlt se convierte en un novelista exitoso, sobre todo por las reediciones
y el reconocimiento de la crítica que recibe por Los siete locos, no le va tan bien
con Los lanzallamas. Pese a que la reedita a los pocos meses de su publicación,
no tiene una buena recepción crítica. Es probable, como señala Saítta, que de
algún modo su prólogo «Palabras del autor», incluido en ese libro, sea la causante
de algunas críticas que le responden y cuestionan sus opiniones manifestadas en
ese texto. Esto se suscita principalmente en la crítica que firma Lisandro Alonso
sobre este libro en la revista Megáfono (n.º 10, junio de 1932).
No obstante, en ese momento Arlt escribe intensamente y con cierta urgencia
otra novela, incluso la anuncia en su edición de Los lanzallamas y, poco después,
la da a conocer. Es su cuarta novela y aparece con el título con que la había
anunciado, El amor brujo, en 1932. Sólo ha tardado seis meses en escribirla. En
sus páginas está un tema que obsesiona a Arlt: la crítica a la moral burguesa de la
clase media que postula al matrimonio y la virginidad como valores fundamentales
de sus creencias. Un tema que paralelamente en esos años han sido
desarrollados con gran ironía en varias historias narradas en sus aguafuertes. Un
personaje odiado en otros de sus relatos, el de «la suegra», va a ser en esta
novela una figura muy denostada. Arlt alude también en su trama a una
problemática e inquietud presente en la sociedad de su época, el fracaso que
viven muchos sectores progresistas de la vida social respecto a la imposibilidad de
que se sancione una ley que permita el divorcio matrimonial. Circunstancia que ha
provocado también numerosas notas periodísticas y debates.
Por otra parte, lo cierto es que después de esta novela Arlt se apasiona por el
teatro y comenzará a escribir varias piezas dramáticas que se estrenarán en el
Teatro del Pueblo a partir de 1932. Es más, jamás publicará una novela anunciada
como continuación de El amor brujo, titulada El pájaro de fuego.

La pasión por los inventos


La pasión de Arlt por la invención técnica es un tema recurrente en sus
cuentos y novelas. Los inventos, tanto en la vida del autor como en su mundo
narrativo, aparecen como un posible medio para salir de la escasez económica y
ganar dinero. Por ejemplo, en Los siete locos, Erdosain entusiasma a la familia de
los Espila para que se dediquen a la invención: Los Espila se avinieron a iniciar los
experimentos, y Elena se dedicó muy en serio a estudiar galvanoplastia, mientras
el sordo preparaba los baños y se ponía práctico en ese trabajo de unir en serie o
tensión los cables del amperímetro y en manejar la resistencia. Hasta la anciana
participó en los experimentos y nadie dudó, cuando consiguieron cobrear una
chapa de estaño, que en breve tiempo se enriquecerían si la rosa de cobre no
fracasaba.
En otro pasaje, es también Erdosain, quien les habla a los Espila y les dice
que deben confeccionar puntillas de oro, visillos de plata, gasas de cobre, y hasta
esbozó un proyecto de corbata metálica. [...] Pondremos una tintorería de perros y
venderemos perros teñidos de verde, de azul, de amarillo y de violeta... Ya ven
ideas me sobran... Ustedes van a salir de esta horrible miseria.
Dentro de esta actividad, que realiza paralelamente a su trabajo periodístico y
de escritor de relatos, Arlt registra, en 1934, la fórmula (patente n.º 42.050) para
fabricar medias en las que no se corrieran los puntos de su malla. Cuando viaja a
España en 1935, intenta promocionar su proyecto sin ningún resultado positivo: El
asunto de las medias marcha bien -le escribe a su hermana Lila-. Tuve que
largarlo a un químico haragán que tenía y hacerlo trabajar a otro inglés, con quien
iré a medias [...] Llevo a España muestras importantísimas20.
Años después, vuelve a insistir con este invento y en 1941 instala un taller en
Lanús. Su socio es Pascual Nacaratti, actor del Teatro del Pueblo. En una carta a
su hija Mirta, Arlt se refiere también a su invento que ha vuelto a patentar (12 de
enero de 1942): ...Te mando aquí un pedazo arrancado de una media tratada con
mi procedimiento. Te darás cuenta que sacándole el brillo a la goma [...] el asunto
es perfecto. Tendrán que usar mis medias en invierno. No hay disyuntivas [...] Esta
media durará por lo menos un año. Querida Mirtita, tené la seguridad que esto
pronto estará en marcha comercial.

Arlt, sus cuentos, biopolítica, animalidad y lo fantástico


Según David Viñas, Arlt alcanza otro buen momento de su producción
narrativa en 1933, cuando reúne nueve de sus cuentos publicados ya en revistas y
periódicos en su primer libro de cuentos El jorobadito (Editorial Anaconda) y sale
su primera selección de Aguafuertes porteñas (Editorial Victoria).
Como Horacio Quiroga, el gran maestro del cuento rioplatense, Arlt contribuye
también en esos momentos a desarrollar las posibilidades estéticas del relato
breve y a crear una tradición tan fértil en la literatura argentina que continuarán
Borges, Bioy Casares, Cortázar y Silvina Ocampo, entre los clásicos.
Hemos señalado antes que Arlt publica su primer cuento siendo casi un
adolescente en 1918, que se titula «Jehová». De allí en más, hasta pocos días
antes de su muerte la mayoría de sus relatos van a aparecer en diarios, revistas y
folletines, como El Mundo Argentino, El Hogar, El Mundo y La Nación. Por cierto,
en su primer libro, El jorobadito, reúne algunos de sus mejores cuentos y podemos
encontrar en ellos todos los temas recurrentes de la narrativa arlteana. En el que
da título al libro, lo grotesco y la búsqueda de identidad. El mundo del delito y la
violencia en «Las fieras»; el amor en una versión neorromántica en «Esther
Primavera»; la crítica feroz a la miserabilidad burguesa y a los ritos y
convenciones afectivas en «Pequeños propietarios» y «Noche terrible».
Algunos de estos cuentos, como «El jorobadito» y «Las fieras», son relatos
que refractan la preocupación del escritor por una problemática recurrente en
torno a la marginalidad social, especialmente en el entramado biopolítico sobre la
corporalidad, los dominios del crimen, la locura, la pobreza, el sentido complejo y
en crisis de la concepción de lo humano y de la animalidad en el ámbito urbano de
Buenos Aires, en un contexto del autoritarismo político imperante a partir del golpe
militar de 1930, la crisis económica internacional del comienzo de la década y la
perturbación y el miedo por el ascenso del nazismo y la inminencia de la Segunda
Guerra Mundial.
Adolfo Prieto es uno de los primeros críticos, en la década del 60, que advierte
la importancia de lo fantástico en Roberto Arlt. En su interpretación no sólo se
destaca su presencia en algunos relatos sino que lo considera un aspecto
relevante de la obra de Arlt, en el sentido que lo sobrenatural juega alucinantes
contrapuntos con la experiencia de lo real y su intromisión en una novelística
realista contribuye a acentuar en el lector una sensación de que el mundo es una
fantasmagoría21.
En el libro El jorobadito hay dos cuentos que expresan esta tendencia de Arlt:
«La luna roja» y «El traje del fantasma». En El criador de gorilas se agregan otros
y particularmente en su producción teatral lo fantástico se fusiona con la farsa y el
grotesco. Pero es quizá en uno de sus últimos textos, Un viaje terrible, publicado
como una nouvelle en 1941, en el que las estrategias narrativas fantásticas
alcanzan su mejor expresión, conjugadas con un evidente registro paródico.
Este relato largo es el resultado de la fusión y reelaboración de dos cuentos
anteriores «¡S. O. S.! Longitud 145º 30', latitud 29º 15'» y «Prohibido ser adivino
en este barco»22. El hecho sobrenatural está ya en el primer cuento y la trama
humorística y satírica en el segundo. Se trata de un viaje en barco, un trasatlántico
que sale del puerto de Antofagasta y navega por el Pacífico. En esa travesía,
llamada del «Terror» en el texto, Arlt reúne una serie de personajes
caricaturescos. Es como si aquí estuvieran todos los temas y las obsesiones de su
literatura. Los personajes son los típicos de Arlt, hay adivinos, astrólogos,
predicadores, estafadores, tahúres, borrachos, fanáticos, religiosos, mujeres bellas
y apasionadas y ninguno de ellos es lo que parece ser. Conforman así una visión
que concibe al mundo como un confuso simulacro.
Lo fantástico en «La luna roja» encarna la inminencia de la catástrofe, es un
fenómeno increíble que irrumpe en la dimensión de lo real; lo mismo sucede con el
gigantesco remolino que, en pleno océano, comienza a succionar al barco de la
travesía, el Blue Star, y a otros que se encuentran navegando en la zona. El temor
a un suceso de esa naturaleza pone a los pasajeros al borde de la demencia. Sin
embargo, la locura, más específicamente junto a la pasión por los inventos (las
famosas telas engomadas e impermeables...), se reúnen en el personaje de
Annie. Ella es presentada con una belleza similar a las de las divas del cine de la
época y a la vez como una ingeniera química. En este personaje, según lo dice
Prieto, Arlt traspone sus propias obsesiones por los inventos. Pero a pesar de ser
el objeto del deseo amoroso del narrador protagonista, ella tampoco escapa a ese
mundo de simulaciones. Lo aparente y lo real se alternan y, como una trampa
narrativa, se hace creer hasta el final del relato que ella no es una enferma mental.
El gran remolino tiene una reminiscencia de Un descenso al Maelström, de
Edgar Alan Poe, aunque aquí el extraño fenómeno se explica con razones
geológicas, obviamente inventadas y seudocientíficas. El relato ofrece también un
plano paródico, fundamentalmente en relación con la narración de aventura y la
crónica de viaje, ya que elige esta última forma discursiva para narrar los
fabulosos sucesos.
Como en «La luna roja», en Un viaje terrible la intención alegórica parece ser
desbordada por lo fantástico y es a través de este modo que la significación del
texto se impone. Así como lo fantástico permite volver sobre la historia una mirada
inquisidora y puede ser una vía alternativa para contarla, como afirma Silvia
Molloy, en su ensayo «Historia y fantasmagoría» (en El relato fantástico en
España e Hispanoamérica, Colección Encuentros, Edición del Quinto Centenario,
Madrid, 1992), es probable que también sea una forma literaria capaz de
representar el sentimiento latente de los conflictos de una época. Roberto Arlt
escribe este relato un año antes de su muerte. En 1941, el ascenso del poder del
nazismo (año en que las tropas del Tercer Reich invaden el territorio de la URSS)
y la proximidad de la Segunda Guerra Mundial son hechos concretos y
amenazantes, que provocan la sensación generalizada de una catástrofe.
El relato policial, un género que tendrá grandes cultores en la literatura
argentina del siglo XX, también le interesó a Roberto Arlt. Se podría mencionar,
como representativo de esta incursión e interés por el género a tres textos
ficcionales destacados de Arlt: «El crimen casi perfecto» (Mundo Argentino, 29-5-
1940), «Un argentino entre gansters» (El Hogar, 25-1-1937) y «El misterio de los
tres sobretodos» (El Hogar, 19-11-1937).
Interesa destacar que Roberto Arlt en los cuentos de El criador de gorilas,
como explica Pampa Arán, conjuga en su construcción elípticamente lo fantástico
y el policial según el tipo de causalidad que explique "el crimen y el castigo", la
moral de la víctima y la del victimario. Además, con la mezcla de estos géneros,
Arlt produce un desplazamiento del canon del fantástico en una nueva dimensión
que exacerba la búsqueda del límite de las pasiones y la "otredad" cultural23.

Arlt y el teatro
En 1931 Leónidas Barletta funda el Teatro del Pueblo y convoca a varios
escritores de la época a participar en el proyecto. Entre los convocados están
además de Roberto Arlt, Álvaro Yunque, Nicolás Olivari y Ezequiel Martínez
Estrada. Arlt prepara entonces la adaptación teatral de El humillado, un fragmento
de Los siete locos. Un año después, el 3 de marzo, se estrena en el Teatro del
Pueblo, que funciona en la calle Corrientes 465, esta adaptación será la primera
obra de teatro de Roberto Arlt. Luego vendrán sus piezas teatrales más
memorables: 300 millones, estrenada en el Teatro del Pueblo, el 17 de junio de
1932; Saverio el cruel, en el Teatro del Pueblo, el 4 de septiembre de 1936; El
fabricante de fantasmas, Compañía de Milagros de la Vega y Carlos Pirelli, 8 de
octubre de 1936; La isla desierta, Teatro del Pueblo, 30 de diciembre de
1937. África, Teatro del Pueblo, 17 de marzo de 1938; La fiesta del Hierro, Teatro
del Pueblo, 18 de marzo de 1940.
Paralelamente a su iniciación como autor teatral, Arlt comienza en 1933 a
publicar críticas sobre varias puestas teatrales, en la sección Vida Teatral, del
diario El Mundo. Apelando a la ficción, elige el punto de vista crítico de lo que él
llama el hombre de la calle: Algún día tenía que ocurrir. Me he convertido en el
hombre de la calle que pasa ante un teatro y, atraído por los títulos de los carteles,
se detiene un instante. Luego entra, se arrellana en una butaca y cuando el telón
se levanta [...] lo único que desea es percibir con toda claridad la misteriosa vida
que el autor le va a entregar en los personajes... (Roberto Arlt, «La compañera de
sirio», El Mundo, 2 de abril de 1933, citado por Sylvia Saítta, en El escritor en el
bosque de ladrillos).
Después de su muerte se realizaron, entre otras, las siguientes puestas en
escena sobre obras teatrales suyas y/o adaptaciones de sus textos narrativos 24: El
desierto entra en la ciudad, Teatro El Duende, 5 de noviembre de 1953; Prueba de
amor, en La Casa del Teatro, en 1947; El amor brujo, adaptada por Luis Ordaz y
con puesta en escena de Sergio Renán, octubre de 1971; Los siete locos, en el
Teatro del Picadero, dirigida por Rubens Correa, 1980; Saverio el cruel, Teatro
Cervantes, dirigida por Roberto Villanueva, 1988; La fiesta del Hierro, Teatro
Andamio 90, dirigida por Rubens Correa, 1994; Por amor a Arlt, Teatro Municipal
Presidente Alvear, dirigida por Ismael Hase, 1995. Por otra parte, el teatro de Arlt
ha sido objeto de estudio de la crítica y de la historia del teatro argentino. En la
actividad de la dramaturgia contemporánea en Argentina, la obra teatral de Arlt
sigue siendo un referente importante25.

La fascinación por el cine


A Roberto Arlt, como a Horacio Quiroga y a otros escritores de la época, le
fascinaba el cine. En su obra narrativa hay numerosos pasajes que aluden a las
formas de representación de la imagen cinematográfica y también a algunas de
las estrellas de Hollywood. Por ejemplo, en Los lanzallamas, las fantasías del
personaje Barsut en torno a la figura de Greta Garbo o en El amor brujo la historia
de una enamorada de Rodolfo Valentino. Tampoco el tema del cine estuvo
ausente en sus famosas Aguafuertes porteñas, en muchas referencias y
comparaciones con filmes de la época en sus aguafuertes españolas y africanas,
en los cuentos de El criador de gorilas (1941) y, especialmente, en sus intentos de
crítico de cine en la sección Espectáculos del diario El Mundo hacia 1936. Sus
escritos sobre el séptimo arte han sido recopilados en Notas sobre el
cinematógrafo, con prólogo de Jorge B. Rivera, por editorial Simurg, en 1997.
Por otra parte, sus relatos, novelas y obras teatrales han concitado un gran
interés entre los realizadores cinematográficos argentinos. Hay numerosas
películas y telefilms realizados sobre Arlt y su obra. Para mencionar algunos, entre
las más conocidas transposiciones encontramos a 300 millones, de Simón
Feldman; Noche terrible, sobre el cuento homónimo, de Rodolfo Kuhn, 1967; Los
siete locos de Leopoldo Torre Nilsson, 1973; Saverio el cruel de Ricardo Wullicher,
1977; El juguete rabioso de José María Paolantonio, 1984; Prueba de amor, de
Laura Bro, 1972. Una de las más recientes transposiciones para el formato
televisivo es la miniserie que durante 2015 se realizó por la TV Pública argentina,
el canal estatal, basada en Los siete locos y Los lanzallamas, con el guion del
escritor Ricardo Piglia. En cuanto a los estudios sobre la narrativa de Arlt y el cine
es recomendable la consulta del libro Arlt va al cine de Patricio Fontana (Buenos
Aires, Libraria, 2009) y el ensayo «Roberto Arlt y el cine» de Rita Gnutzmann
(Cuadernos Hispanoamericanos, n.º 651-652, 2004, pp. 171-182).
Ningún ser humano obviamente puede prever la duración de su vida. Un
escritor, por supuesto, es partícipe de tal condición. Arlt, lamentablemente, sólo
alcanzó a vivir hasta los 42 años, no obstante, dejó una obra narrativa inmensa, un
mundo ficcional inolvidable, una poética literaria que se incrustó como un
paradigma renovador en la literatura argentina del siglo XX.
Como llegó a especular imaginariamente David Viñas, en el postfacio a la
edición de los Cuentos Completos (2002) de Roberto Arlt, el escritor en los años
previos a su muerte, en el esplendor de sus reconocimientos críticos y del público,
podría haber reunido en otros libros los numerosos cuentos publicados en diarios
y revistas y haber armado otros tantos con la inmensa cantidad de sus
aguafuertes y los textos que habían aparecido en esos medios gráficos. Sin
embargo, la muerte le llegó sin aviso a la madrugada del domingo 26 de julio de
1942, en la cama con su mujer. Pasó del sueño, al que tanto le temía, ya que
muchas veces no podría dormir sin una luz encendida, al sueño eterno. Su último
día había sido tan rutinario como un día cualquiera. Al atardecer, después de
escribir su última aguafuerte, salió del diario El Mundo, asistió a la puesta de una
obra en el Teatro del Pueblo, pasó a votar en las elecciones del Círculo de la
Prensa, antes de regresar a su casa. Al día siguiente, ya en el sueño perpetuo, no
podría leer su último texto, el que aparecería publicado en el diario que había
trabajado tantos años, casi como una ironía con el premonitorio título «El paisaje
en las nubes»

Obras del autor:

 El juguete rabioso. Arlt, Roberto. ...


 Los siete locos. Arlt, Roberto. ...
 El juguete rabioso. Arlt, Roberto. ...
 Los lanzallamas. Arlt, Roberto. ...
 El criador de gorilas. Arlt, Roberto. ...
 Viaje terrible. Arlt, Roberto. ...
 La extraordinaria historia de dos tuertos. Roberto Arlt. ...
 Viaje terrible. Arlt, Roberto

También podría gustarte