Biografias Argentina II
Biografias Argentina II
Biografias Argentina II
Biografía
Periodismo y literatura
En enero de 1926 Roberto Arlt comienza a colaborar de un modo estable en la
revista Don Goyo, de la editorial Haynes. El director de la publicación es su amigo
Conrado Nalé Roxlo. La revista sigue el modelo de Caras y Caretas. Los textos de
Arlt son narraciones breves, escritas en primera persona, con fuerte presencia de
elementos autobiográficos y de algún modo vienen a ser algo así como los
antecedentes de sus famosas aguafuertes del diario El Mundo.
Al parecer una anécdota conocida de su vida, la de que a los ocho años
escribió un cuento por encargo, fue muy determinante en su iniciación en la
literatura y en su elección literaria. Se conoce que un vecino de su barrio, Joaquín
Costa, casi como un desafío burlón, en uno de esos encuentros en las librerías de
Flores le dijo, que si le traía un cuento escrito por él se lo compraría si llegaba a
gustarle. Arlt escribió ese primer cuento y se lo llevó a Joaquín Costa, quien
satisfecho por el texto le pagó por ese relato cinco pesos. Ricardo Piglia ha
señalado que esa relación de la creación literaria con el dinero tan temprana
marcó mucho a Arlt en su perfil de escritor, ya que casi toda su obra narrativa y
periodística, especialmente la mayoría de sus cuentos y crónicas o aguafuertes,
fueron publicadas en diarios y revistas de la época y significaron también un modo
de ganarse la vida11.
En las veintidós crónicas y relatos (su laboratorio de narrador, etapa de
iniciación como escritor) que publica en el término de un año en Don Goyo, se
destaca su habitual ironía y una visión crítica de situaciones de la vida real, donde
mezcla personajes imaginarios con personas conocidas. Es una época de auge
del periodismo gráfico. En la revista colaboran escritores como Eduardo Mallea,
Alfonsina Storni, Juan José de Soiza Reilly, Leopoldo Marechal, entre otros. Las
notas publicadas en Don Goyo se han reunido en El resorte secreto y otras
páginas, con prólogo de Guillermo García (Simurg, Buenos Aires, 1996).
Como otros escritores de la época, Roberto Arlt entra en 1927 como cronista
de la sección policial en la redacción del diario Crítica. Es conocido que este diario
hará de la crónica policial uno de sus aspectos principales para ganar lectores.
Roberto Arlt jugará ese rol nuevo de periodista-detective y tendrá una actuación
destacada. Sylvia Saítta, cita un testimonio del mismo diario en donde se da
cuenta que Arlt logra en una ocasión impedir un suicidio. Hoy, el redactor de
nuestro diario Roberto Arlt y el fotógrafo [...], citados por una pre-suicida, en su
departamento de la calle Uruguay, evitaron la muerte de ésta, desarmándola en
circunstancias en que pretendía descerrajarse un tiro en la sien (Crítica, 5 de abril
de 1928).
En 1928 abandona las crónicas violentas de la sección policial de Crítica y
pasa a la redacción del diario El Mundo, que dirige otro escritor, Alberto
Gerchunoff. Pero será con el segundo director, Carlos Muzio Sáenz Peña, cuando
Arlt comenzará a escribir la sección «Aguafuertes Porteñas» (el 5 de agosto del
mismo año). Es uno de los pocos periodistas que firma con su nombre la columna.
La agudeza y la imaginación de sus comentarios cotidianos lo harán en poco
tiempo un periodista profesional de bien cotizada fama. Al parecer a Arlt le
gustaba ese rol de escritor periodista detective y viajero, ya que años después en
una nota introductoria a sus aguafuertes patagónicos se describe a sí mismo como
si fuera un aventurero fatal muy cinematográfico o visto en el cine, pues lleva un
saco de cuero, botas y una pistola automática. Por cierto, también una cámara
Kodak con la que tomará fotos de los lugares que recorrerá en esa aventura
viajera12.
Como hemos señalado su aprendizaje de escritor está ligado al periodismo,
escribe y cobra regularmente por su trabajo. Es un modo de vida. Arlt se ve a sí
mismo como un periodista y como un escritor moderno, una imagen y un rol muy
difundido en la contemporaneidad de su época. Cuando comenzó la Segunda
Guerra Mundial quiso ser corresponsal de guerra para El Mundo, pero finalmente
no lo enviaron. Algo muy frecuente en la época. Vicente Huidobro llegó a serlo,
pues estaba en Europa; Roberto Payró y José de Soiza Reilly durante la primera
guerra.
Sus aguafuertes tratan los temas candentes de la situación social y política de
la época. Se ocupa de los problemas de la ciudad, del estado de las calles y de las
zonas abandonadas por la administración política. En 1936 su columna alcanza
gran popularidad cuando denuncia las carencias de los hospitales municipales.
Arlt dialoga con sus lectores, contesta sus cartas y es un interlocutor en sus
comentarios de cada día. Se convierte en una especie de fiscal popular; denuncia,
investiga y da sus opiniones en los debates de actualidad. Una serie de sus
aguafuertes comenta los sucesos del golpe militar encabezado por el general José
Félix Uriburu en 1930. En estos textos, pone al desnudo la corrupción política, el
oportunismo y los viejos vicios de la política «criolla».
En el mismo diario El Mundo, va a escribir sus crónicas de viajes. De sus giras
por el norte y el sur del país, por Uruguay, Brasil y luego por España y África
quedarán sus impresiones de gran observador. Las Aguafuertes españolas son
uno de los testimonios más logrados de esa actividad de escritor viajero. Axel
Gasquet en su libro Oriente al Sur expresa que en las crónicas sobre Marruecos y
el territorio africano de Arlt, el escritor demuele los paradigmas literarios
románticos y esteticistas de la visión de esa región del mundo, esa visión canónica
que se puede observar en la mirada de los textos de escritores como Jorge Max
Rohde. Arlt en cambio realiza un enfoque distinto, admira por un lado esa cultura
de la otredad, y por otro, ensaya una reflexión crítica de la vida social en sus
crónicas de viaje por esos países coloniales. Destaca cómo sus habitantes son
víctimas del sistema colonial capitalista, denuncia la desigualdad social, la
condición de pobreza, la explotación laboral y el nivel de infrahumanidad en la que
viven la mayoría de sus pobladores13.
Hacia finales de la década de 1930 escribe también en El Mundo crónicas y
comentarios periodísticos. Después de haber publicado sus notas en una sección
que llama Tiempos Presentes pasa a expresar su preocupación por el ascenso del
nazismo y el comienzo de la Segunda Guerra Mundial; ya que no ha sido enviado
como corresponsal al escenario bélico europeo lo hace en una columna que llama
irónicamente Al margen del cable.
Si bien Arlt se queja de no tener el tiempo suficiente para escribir sus cuentos
y novelas, le debe al periodismo la posibilidad de ser reconocido públicamente
como escritor. En las décadas del 20 y el 30, los escritores ocupan un lugar de
cierto protagonismo en la sociedad que se expresa en la prensa escrita. En una de
sus aguafuertes, Arlt reflexiona sobre las condiciones del buen periodista y afirma
que para ser buen periodista es necesario ser buen escritor («Para ser
periodista», El Mundo, 31 de diciembre de 1929).
Arlt novelista
Junto a su actividad casi absorbente de su trabajo periodístico, Arlt logra
reservarse cierto tiempo para escribir las novelas que alcanzarán a ser
consideradas como las más representativas y centrales de su trayectoria literaria.
En 1929, sale la primera edición de Los siete locos (Editorial Latina), al año
siguiente una segunda edición en Claridad y, en 1931, da a conocer con el título
de Los lanzallamas la que es, en realidad, la segunda parte o la continuación
de Los siete locos. En el mismo año de 1931 sale la tercera edición de Los siete
locos en Claridad.
En ese breve período logra expresar lo más importante de su producción
novelística y, especialmente, con Los siete locos y Los lanzallamas -esta larga
novela en dos partes, compleja, desmesurada, hiperbólica- profundiza su visión
crítica y escéptica del mundo, desarrolla los temas principales de su literatura,
sitúa su acción, como en El juguete rabioso, en el ámbito urbano y suburbano de
Buenos Aires, escenario en el que se ubican esos personajes de la clase media
pobre de este ámbito, e incorpora de un modo amplio y original su lenguaje
coloquial y palabras del lunfardo porteño. Esos temas principales son, por cierto, la
locura, la marginalidad, la humillación, la conspiración política, la traición, la
invención técnica, que no sólo pueden encontrarse en sus novelas, sino también
en sus cuentos, aguafuertes y piezas teatrales. Es decir, que atraviesan
distintivamente toda su obra literaria.
En este momento Arlt toma conciencia del reconocimiento de su obra de
escritor y esta situación es probablemente la que lo impulsa a escribir en 1931, a
manera de prólogo de Los lanzallamas, sus «Palabras del autor». En este texto les
contesta a sus detractores que lo acusan de escribir mal, estableciendo una
diferencia entre su perfil de escritor periodista, con poco tiempo para escribir y
quienes por su situación de clase y nivel económico tienen mucho tiempo para
hacerlo. Casi como un desafío afirma allí sus famosas palabras con que define a
su poética literaria: El futuro es nuestro, por prepotencia de trabajo. Crearemos
nuestra literatura, no conversando continuamente de literatura, sino escribiendo en
orgullosa soledad libros que encierran la violencia de un "cross" a la mandíbula.
Sí, un libro tras otro, y "que los eunucos bufen".
A esta proclama del modo que Arlt entiende su trabajo de escritor, se les
pueden sumar otros textos donde reflexiona sobre su quehacer literario. Rose
Corral, en un capítulo que lleva el título de su libro sobre Arlt Una poética de la
disonancia, rescata y analiza dos reflexiones de este escritor sobre su literatura y
la de su generación14. Se trata de una entrevista realizada en 1929 15 y un artículo,
«Escritores jóvenes de América Hispana», publicado en El Mundo, el 22 de mayo
de 1941. En el primero, expresa sus ideas sobre «literatura y cultura nacional»,
sobre modernidad literaria. Cuestiona a la vanguardia martinfierristas el criollismo
o neocriollismo de algunos de sus integrantes en su mirada y rescate del pasado
literario argentino. Obviamente, se podría pensar en un cuestionamiento también
al principal referente de ese espacio: el neocriollismo de Borges. En el segundo
texto, Arlt revisa el concepto de modernidad, de lo nuevo, la posibilidad de hablar
de la fortaleza de estilo. Para Rose Corral, Arlt en este artículo afirmaba que hay
que construir la tradición o armarla desde el presente, en 1941, en una amplia
mirada retrospectiva” que rescata a “su generación literaria sin distinción de
escuela o grupo. (Corral, 2009: 37).
Otros textos de reflexión literaria son también algunas Aguafuertes que Arlt
publica en El Mundo dedicadas a reflexionar sobre el estado de la novela, y en las
que expone también sus cuestionamientos a la narrativa que adhiere a los
postulados estéticos del realismo tradicional. Hacia 1941 varios escritores objetan
los presupuestos estéticos de la novela contemporánea. Arlt coincide con ellos y
contribuye a este debate publicando algunos artículos en El Mundo. La novela
actual carece de aventuras porque el novelista profesional, aunque parezca una
paradoja, carece de profesión16, afirma en uno de ellos. Para el escritor un factor
determinante de la decadencia de la novela reside en que los escritores crean
personajes muy estáticos y se olvidan que la acción narrativa es fundamental. En
este aspecto, Arlt afirma que sin una acción bien definida no podemos determinar
la constante psicológica del personaje.
En otro artículo acusa a Marcel Proust de ser el responsable directo de que la
novela contemporánea haya devenido una galería de retratos17. De algún modo
coincide con lo que Borges expresa en el prólogo a La invención de Morel (1940),
de Adolfo Bioy Casares. Borges rechaza la novela psicológica y el realismo y
afirma que hay páginas y hay capítulos de Marcel Proust que son inaceptables
como invenciones: a los que, sin saberlo, nos resignamos como a lo insípido y
ocioso de cada día. Y como Arlt propone novelas de fuertes argumentos.
El autor de Los siete locos impugna lo que llama la medianía del realismo,
aclarando que éste no es un género sino una técnica que se limitó a describir lo
que se hallaba debajo de sus narices con fidelidad de pantógrafo. En tanto Borges
propone en su proyecto ficcional la imaginación razonada de lo fantástico, Arlt cree
que hay que buscar la eficacia narrativa en los conflictos que deben promover los
personajes, con la misma desmesura que él encuentra en el comportamiento de
los héroes de la novela clásica18.
David Viñas, advierte también otras incursiones del escritor en el ensayo
literario y menciona un prólogo firmado de Arlt a un libro de poemas y un
comentario crítico sobre otro libro del poeta Alfonso Ferrari en 193319.
Si bien Arlt se convierte en un novelista exitoso, sobre todo por las reediciones
y el reconocimiento de la crítica que recibe por Los siete locos, no le va tan bien
con Los lanzallamas. Pese a que la reedita a los pocos meses de su publicación,
no tiene una buena recepción crítica. Es probable, como señala Saítta, que de
algún modo su prólogo «Palabras del autor», incluido en ese libro, sea la causante
de algunas críticas que le responden y cuestionan sus opiniones manifestadas en
ese texto. Esto se suscita principalmente en la crítica que firma Lisandro Alonso
sobre este libro en la revista Megáfono (n.º 10, junio de 1932).
No obstante, en ese momento Arlt escribe intensamente y con cierta urgencia
otra novela, incluso la anuncia en su edición de Los lanzallamas y, poco después,
la da a conocer. Es su cuarta novela y aparece con el título con que la había
anunciado, El amor brujo, en 1932. Sólo ha tardado seis meses en escribirla. En
sus páginas está un tema que obsesiona a Arlt: la crítica a la moral burguesa de la
clase media que postula al matrimonio y la virginidad como valores fundamentales
de sus creencias. Un tema que paralelamente en esos años han sido
desarrollados con gran ironía en varias historias narradas en sus aguafuertes. Un
personaje odiado en otros de sus relatos, el de «la suegra», va a ser en esta
novela una figura muy denostada. Arlt alude también en su trama a una
problemática e inquietud presente en la sociedad de su época, el fracaso que
viven muchos sectores progresistas de la vida social respecto a la imposibilidad de
que se sancione una ley que permita el divorcio matrimonial. Circunstancia que ha
provocado también numerosas notas periodísticas y debates.
Por otra parte, lo cierto es que después de esta novela Arlt se apasiona por el
teatro y comenzará a escribir varias piezas dramáticas que se estrenarán en el
Teatro del Pueblo a partir de 1932. Es más, jamás publicará una novela anunciada
como continuación de El amor brujo, titulada El pájaro de fuego.
Arlt y el teatro
En 1931 Leónidas Barletta funda el Teatro del Pueblo y convoca a varios
escritores de la época a participar en el proyecto. Entre los convocados están
además de Roberto Arlt, Álvaro Yunque, Nicolás Olivari y Ezequiel Martínez
Estrada. Arlt prepara entonces la adaptación teatral de El humillado, un fragmento
de Los siete locos. Un año después, el 3 de marzo, se estrena en el Teatro del
Pueblo, que funciona en la calle Corrientes 465, esta adaptación será la primera
obra de teatro de Roberto Arlt. Luego vendrán sus piezas teatrales más
memorables: 300 millones, estrenada en el Teatro del Pueblo, el 17 de junio de
1932; Saverio el cruel, en el Teatro del Pueblo, el 4 de septiembre de 1936; El
fabricante de fantasmas, Compañía de Milagros de la Vega y Carlos Pirelli, 8 de
octubre de 1936; La isla desierta, Teatro del Pueblo, 30 de diciembre de
1937. África, Teatro del Pueblo, 17 de marzo de 1938; La fiesta del Hierro, Teatro
del Pueblo, 18 de marzo de 1940.
Paralelamente a su iniciación como autor teatral, Arlt comienza en 1933 a
publicar críticas sobre varias puestas teatrales, en la sección Vida Teatral, del
diario El Mundo. Apelando a la ficción, elige el punto de vista crítico de lo que él
llama el hombre de la calle: Algún día tenía que ocurrir. Me he convertido en el
hombre de la calle que pasa ante un teatro y, atraído por los títulos de los carteles,
se detiene un instante. Luego entra, se arrellana en una butaca y cuando el telón
se levanta [...] lo único que desea es percibir con toda claridad la misteriosa vida
que el autor le va a entregar en los personajes... (Roberto Arlt, «La compañera de
sirio», El Mundo, 2 de abril de 1933, citado por Sylvia Saítta, en El escritor en el
bosque de ladrillos).
Después de su muerte se realizaron, entre otras, las siguientes puestas en
escena sobre obras teatrales suyas y/o adaptaciones de sus textos narrativos 24: El
desierto entra en la ciudad, Teatro El Duende, 5 de noviembre de 1953; Prueba de
amor, en La Casa del Teatro, en 1947; El amor brujo, adaptada por Luis Ordaz y
con puesta en escena de Sergio Renán, octubre de 1971; Los siete locos, en el
Teatro del Picadero, dirigida por Rubens Correa, 1980; Saverio el cruel, Teatro
Cervantes, dirigida por Roberto Villanueva, 1988; La fiesta del Hierro, Teatro
Andamio 90, dirigida por Rubens Correa, 1994; Por amor a Arlt, Teatro Municipal
Presidente Alvear, dirigida por Ismael Hase, 1995. Por otra parte, el teatro de Arlt
ha sido objeto de estudio de la crítica y de la historia del teatro argentino. En la
actividad de la dramaturgia contemporánea en Argentina, la obra teatral de Arlt
sigue siendo un referente importante25.