Ejercicio de Reflexión Sociologíca

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Universidad Nacional Autónoma de México

Escuela Nacional Preparatoria #4 “Vidal Castañeda y Nájera”

Materia: Sociología

EJERCICIO DE REFLEXIÓN SOCIOLÓGICA

Profesor:
Flores Benitez Ignacio

Integrantes:
Fuentes Martínez Jessica Ivet
Ortiz Serrano Imanol

Grupo: 610
Crisis en México

Nos va a abordar el tema de la economía criminal y la violencia en México, y nos


menciona cómo el país se ha convertido en un proveedor de drogas para Estados
Unidos, generando un ciclo de violencia, corrupción e impunidad. Se discute cómo
el Estado, las fuerzas armadas, y diversas instituciones están implicadas en la
gestión y control de este lucrativo mercado, así como en la perpetuación de un
modelo neoliberal que beneficia a una élite y perjudica a la mayoría de la población.
También se destaca el papel de los medios de comunicación en la difusión que
estigmatiza a ciertos sectores de la sociedad. Hay varios factores que fueron
fundamentales para que se ocasionará esta crisis.

Como lo puede ser el avance del proyecto neoliberal que llevó al despojo
generalizado de bienes de la nación, derechos sociales y bienes comunes, lo que ha
creado nuevos espacios de capitalización y desestructurado a los sectores
subalternos. También la estructura social se ha polarizado entre un selecto grupo de
multimillonarios y una mayoría de población pauperizada, lo que ha contribuido a la
desigualdad y la crisis social.

Otro de los grandes problemas fue la violencia estatal, debido a que el


endurecimiento de la violencia estatal y la declaración de "guerra contra el
narcotráfico" han exacerbado la descomposición social generalizada, lo que ha
llevado a una drástica polarización de la sociedad. Dando así el despojo y
explotación donde la ofensiva coercitiva y punitiva del proyecto hegemónico del
bloque social dominante ha sustentado los mecanismos permanentes de despojo y
explotación que están en la base del capital rentista.

Las posibles soluciones a las crisis que han ocurrido en México pueden ser:

Reformas estructurales como, implementar reformas que aborden la corrupción,


impunidad y desigualdad social, así como promover la transparencia y la rendición
de cuentas en todas las esferas del gobierno y la sociedad. Políticas de seguridad
alternativas: Buscar estrategias de seguridad que no se basen en la militarización y
la violencia, sino en enfoques más integrales que aborden las causas subyacentes
de la violencia, como la pobreza, la desigualdad y la falta de oportunidades.

Fomentar la participación activa de la sociedad civil en la toma de decisiones y en la


vigilancia del gobierno, promoviendo la democracia participativa y el
empoderamiento de la ciudadanía y fortalecer el sistema de justicia para garantizar
el respeto a los derechos humanos, la protección de las víctimas y el castigo a los
responsables de violaciones a los derechos humanos.

Buscar políticas económicas que promuevan la inclusión social, el desarrollo


sostenible y la equidad, reduciendo la dependencia de modelos económicos que
generan exclusión y desigualdad. Promover el diálogo entre diferentes sectores de
la sociedad para buscar soluciones pacíficas a los conflictos, así como fomentar la
reconciliación y la construcción de paz.

CUESTIÓN DE ESTADO: VIOLENCIA Y CRISIS. Humberto Márquez Covarrubias.

El proceso histórico de formación del estado mexicano se ha desarrollado a través


de luchas sociales y contradicciones, dando lugar a un proyecto de sociedad con
intereses políticos específicos. Con la llegada del neoliberalismo, las desigualdades
sociales se profundizaron, generando una crisis de legitimidad del Estado. Para
mantener el ciclo de reformas neoliberales, el Estado recurrió al uso de la violencia
como medio de control social, exacerbando la conflictividad social. En respuesta, los
sectores populares han mostrado diversas actitudes, desde el consentimiento hasta
la resistencia activa.

A lo largo del tiempo se han entrelazado las visiones e intereses de las diferentes
clases sociales. El Estado representa el proyecto del bloque social dominante que
busca legitimar y sostener los mecanismos económicos y sociales de la
acumulación de capital, el Estado moldea a los ciudadanos y controla a la población
a través de instituciones, leyes, y mediaciones, con esto nos damos cuenta de que
no somos realmente libres, sino que toda la vida estamos condicionados por
factores externos a nosotros.

El Estado ha sido utilizado por la elite dominante para mantener el control y cómo
las políticas neoliberales han profundizado la subordinación del país al capital
global, agravando las desigualdades sociales y debilitando el tejido social, tenemos
un Estado que responde más a intereses económicos que al bienestar de la mayoría
de la población.

El cambio del modelo nacionalista al neoliberalismo reestructura las relaciones


sociales y políticas, beneficiando a la nueva élite económica y al capital
multinacional. Estos sectores adquieren el control de áreas estratégicas de la
economía, orientadas hacia la exportación y la transferencia de excedente
económico, a costa de un intercambio desigual más severo. Este cambio refuerza la
subordinación y dependencia hacia la principal potencia económica y política global.

El Estado de derecho es un instrumento creado por grupos políticos para mantener


el control social y la manipulación institucional, sin incorporar las demandas sociales
más profundas ya que las leyes y las instituciones jurídicas suelen reflejar los
intereses de las élites políticas y económicas dominantes, estas élites utilizan el
marco legal y las instituciones del Estado para preservar su poder y privilegios, en
lugar de abordar las demandas y necesidades de las clases y sectores subalternos
de la sociedad. Las leyes y normativas están diseñadas para proteger los intereses
económicos de las élites, garantizar la estabilidad del sistema político y económico
existente, y limitar cualquier amenaza percibida a su dominio. Podemos ver esto por
ejemplo en leyes laborales que favorecen a los empleadores en lugar de a los
trabajadores, en políticas fiscales que benefician a las grandes corporaciones en
lugar de a la población en general, y en la aplicación selectiva de la ley para reprimir
la disidencia y proteger los intereses del establecimiento político y económico.

La afirmación de que gran parte de la economía mexicana se ha convertido en un


conjunto de actividades rentistas subordinadas a distintas expresiones del capital
predador, como el ficticio, el extractivo y el criminal, se basa en la observación de
tendencias económicas y sociales en México.

En el contexto de México, se argumenta que una parte significativa de la economía


se ha vuelto dependiente de estas actividades rentistas y subordinadas a estas
expresiones del capital predador. Esto puede deberse a una serie de factores, como
la dependencia histórica de la economía mexicana de la explotación de recursos
naturales, la influencia del crimen organizado en diversos sectores económicos y la
especulación financiera impulsada por la liberalización económica y la globalización.

El texto describe cómo las élites económicas y políticas en el ámbito nacional


celebran acuerdos no declarados que son determinantes para la conducción de las
instituciones estatales. Se señala que la implementación de grandes decisiones
sigue la directriz del Ejecutivo sobre los poderes Legislativo y Judicial, y que estas
decisiones se aplican de manera vertical en la estructura de mando, llegando
incluso a los sectores subalternos de la sociedad, este proceso no refleja el principio
democrático de que la soberanía popular proviene del pueblo, sino que el poder
político se convierte en un fetiche encarnado por aquellos que detentan los puestos
de poder.Además, se destaca el papel de los medios de comunicación,
principalmente las televisoras privadas y los dispositivos digitales, en la enajenación
de la población y la formación de una subjetividad acorde a las pautas del mercado
y la política convencional.

El proyecto neoliberal en México prioriza los intereses empresariales de la élite a


expensas de desmantelar la economía nacional y contravenir las necesidades
populares, los empresarios poderosos no son generadores de empleo de calidad ni
innovadores, sino rentistas que se apropian de bienes comunes y nacionales,
imponen formas severas de flexibilización y precarización del trabajo, y reciben
cuantiosos recursos públicos de manera continua.

Los empresarios poderosos tienden a priorizar la maximización de sus ganancias y


la reducción de costos laborales, lo que a menudo resulta en la creación de empleos
precarios y mal remunerados en lugar de empleos de calidad con salarios dignos y
condiciones laborales adecuadas. En lugar de invertir en la capacitación y el
desarrollo de su fuerza laboral, muchos empresarios optan por estrategias que
minimizan los costos laborales, lo que conduce a una fuerza laboral mal
remunerada, además en lugar de invertir en innovación y desarrollo tecnológico,
muchos empresarios poderosos se centran en actividades rentistas que les permiten
obtener ganancias a través de la explotación de recursos naturales o la apropiación
de bienes comunes y nacionales, esto puede incluir actividades como la
especulación financiera, la explotación de recursos naturales no renovables y la
obtención de contratos gubernamentales a través de prácticas corruptas.

Los empresarios poderosos se benefician de la apropiación de recursos naturales y


bienes comunes que deberían estar disponibles para el beneficio de toda la
sociedad, como la privatización de empresas estatales, la concesión de contratos
para la explotación de recursos naturales a precios muy bajos y la obtención de
subsidios y exenciones fiscales que benefician a unos pocos a costa del bienestar
de la población en general. Los multimillonarios mexicanos no han surgido del
esfuerzo propio, sino que han sido beneficiados por el Estado y continúan
enriqueciéndose a expensas de recursos públicos sustraídos de los contribuyentes.
Además, complementariamente a la alternancia electoral acordada por las élites
políticas, han surgido grupos delictivos en varias regiones del país, especialmente
narcotraficantes, la corrupción y la connivencia de poderes locales y regionales con
estos grupos contribuyen a su expansión y dominio territorial, el surgimiento de una
"narcoburguesía", puede hacer que un empresariado obtenga ganancias
extraordinarias a través de actividades criminales, en momentos de deterioro
económico y social, con esto podemos observar cómo el surgimiento de grupos
delictivos se entrelaza con la corrupción y el deterioro económico y social del país,
es necesario abordar estas problemáticas de manera integral y transformadora para
lograr un cambio significativo en la sociedad mexicana.

México está profundamente afectado por el narco-capitalismo, un sistema


económico en el que la dinámica de acumulación de capital está articulada por la
economía criminal, especialmente en torno al tráfico de drogas, una de las
mercancías más rentables en los mercados de consumo global, grupos
empresariales se benefician tanto de la economía legal como de la ilegal,
interactuando en un entorno de especulación financiera, rentismo y despojo, en gran
parte del territorio mexicano existe una expansión del dominio de la economía
criminal, que se dedica a actividades como la producción, distribución y
comercialización de drogas, así como el lavado de dinero y otros delitos violentos
como el homicidio, el secuestro y la extorsión.

La política prohibicionista y la guerra contra las drogas contribuyen a mantener


lucrativo el negocio de las sustancias psicoactivas ya que la prohibición de las
drogas crea un mercado negro en el que la oferta es limitada y la demanda es alta,
cosa que aumenta los precios de las drogas, lo que a su vez hace que el negocio
sea más lucrativo para los traficantes y distribuidores, además la ilegalidad de las
drogas permite a los traficantes cobrar precios exorbitantes por las sustancias, lo
que les brinda márgenes de ganancia extremadamente altos, esta rentabilidad atrae
a más personas a participar en el negocio del tráfico de drogas, aumentando así la
competencia y la violencia asociada. La prohibición de las drogas también dificulta el
rastreo y la regulación de las transacciones financieras asociadas con el
narcotráfico, esto permite a los traficantes lavar grandes sumas de dinero obtenidas
ilegalmente a través del negocio de las drogas, lo que les permite integrar estas
ganancias en la economía legal y mantener su riqueza de manera segura. La
ilegalidad de las drogas igualmente fomenta la corrupción entre funcionarios
gubernamentales, policías y otros actores encargados de hacer cumplir la ley. Los
traficantes de drogas pueden sobornar a estas figuras para proteger sus
operaciones y evitar el arresto o la confiscación de sus activos, lo que contribuye
aún más a la rentabilidad del negocio de las drogas.

Nos describe cómo en medio del periodo de alternancia panista en el gobierno


mexicano, el régimen político enfrentaba una creciente ilegitimidad debido a un
proceso electoral turbio con evidentes muestras de fraude. Ante la ola de protestas y
la inconformidad social, el gobierno decide implementar una política no dirigida
directamente contra los opositores, pero sí destinada a generar un clima de miedo
que justificara la intervención del Estado.

Esta estrategia se presenta como una forma de ingeniería sociopolítica y jurídica de


populismo punitivo, donde los estrategas políticos siembran el temor entre la
sociedad, identifican un supuesto enemigo que amenaza la seguridad pública y
sugieren medidas extremas de exterminio, mano dura o tolerancia cero contra los
supuestos infractores. A través de los medios de comunicación y líderes de opinión,
se va creando un clima de esquizofrenia en la población, que paulatinamente
demanda la intervención del Estado y la aplicación de medidas drásticas contra ese
enemigo público.

Esto permite al Estado abordar problemas estructurales como la ilegitimidad,


ganando así el respaldo de amplios sectores populares. De esta manera, el
gobierno busca pavimentar el camino para continuar implementando las reformas
neoliberales pendientes en su programa de gobierno, utilizando el temor y la
inseguridad como herramientas para legitimar su acción y consolidar su poder.

La cultura política dominante distorsiona el significado de conceptos clave como


desarrollo, democracia, derechos, ciudadanía, público y común, al sacarlos de su
contenido original y difundir un discurso ideológico vinculado con la visión de la
modernización capitalista globalizante, la ideología proempresarial promueve
valores como el individualismo, el consumismo, el sector privado, el mercado y la
competencia. Esta concepción idealiza al empresario exitoso como el modelo a
seguir, mientras que desacredita a los excluidos como "los perdedores", lo que
puede alimentar discursos discriminatorios y xenófobos.
La democracia burguesa en la práctica se limita a la emisión periódica del voto, con
representantes que en última instancia sirven a los intereses del Estado y los
empresarios, más que a los sectores subalternos que pretenden representar. La
institucionalidad electoral, si bien presume la vigencia de los derechos políticos y los
procedimientos democráticos, en realidad promueve la pasividad ciudadana y
canaliza los conflictos sociales hacia instancias favorables a los grandes intereses
corporativos.

La descomposición institucional se manifiesta de manera más evidente a nivel


regional y local en México. Tras el colapso del régimen de partido de Estado y el
prolongado dominio del presidencialismo priista, durante el periodo de alternancia
electoral de las presidencias panistas se observó una falta de reformas
institucionales y judiciales. Esto permitió que la mayoría de los gobernadores
estatales y presidentes municipales tejieran relaciones de complicidad para
gobernar sus territorios bajo la corrupción, la impunidad y el despojo. Se
establecieron conexiones dentro de la sociedad política para ejecutar el programa
neoliberal y estrategias electorales que aseguran la perpetuación del poder político
local, con el respaldo de financiadores empresariales y criminales. Esta situación dio
lugar a la aparición de nuevas élites económicas, beneficiadas por los programas
gubernamentales, y al fortalecimiento de empresarios alineados con el proyecto
político mediante el uso selectivo de recursos públicos.

El Estado, al servir al gran capital, promueve una clase política neoliberal, pactos
políticos colaboracionistas, medidas burocráticas antisociales, discursos
demagógicos y políticas de securitización agresivas. Estos mecanismos están
acelerando la destrucción del tejido social y poniendo en peligro el ciclo de
producción y reproducción de una vida humana digna.

La negociación política entre el Estado y la sociedad civil organizada es suspendida


por la burocracia política y la tecnocracia, sin ofrecer un mecanismo alternativo de
diálogo público para resolver los conflictos generados por el despojo neoliberal. La
cultura de derechas prioriza el proyecto oligárquico y, frente a las movilizaciones y
protestas, la incompetencia política de la derecha gobernante resulta en la
imposición de una cultura autoritaria para preservar el orden en un contexto social
caótico y favorecer los intereses económicos de los empresarios beneficiarios del
régimen político.

A pesar de la ruptura del pacto populista, persisten amplios espacios y formas de


subalternidad que mantienen vínculos con el sector público y contribuyen al
sostenimiento del proyecto oligárquico neoliberal. Estos grupos subalternos,
provenientes del antiguo régimen político, son caracterizados como una masa
amorfa, subalterna y despolitizada, que a menudo añora el régimen paternalista que
los ha dejado en el abandono y que aún son utilizados como base electoral o como
instrumento político.

El movimiento popular crítico, aún en desarrollo, está formado por diversos grupos
minoritarios que se concentran en temas específicos y realizan acciones como
marchas y manifestaciones, principalmente en áreas urbanas. Aunque estas
acciones no logran afectar el poder establecido y a menudo son utilizadas por los
medios de comunicación para desacreditar a los manifestantes, representan una
plataforma inicial para organizaciones que buscan promover principios democráticos
y autónomos en la sociedad civil. Estas organizaciones están surgiendo en
diferentes ámbitos y abogan por una variedad de causas, desde el derecho a la
ciudad hasta la defensa de los bienes comunes naturales. A pesar de los desafíos y
divisiones, estas iniciativas representan una cultura popular progresista que aspira a
construir un Estado democrático y promover cambios sociales significativos.

La población mexicana ha enfrentado diversas situaciones de desafío y adversidad,


desde la corrupción política hasta la violencia del narcotráfico y la desigualdad
económica. Sin embargo, su papel en estas circunstancias ha variado. Algunos
sectores de la sociedad han mostrado resistencia y han buscado formas de
organización para luchar por sus derechos y por un cambio social significativo. Otros
han caído en la indiferencia y la apatía, quizás abrumados por la magnitud de los
problemas o desilusionados por la falta de respuestas efectivas por parte de las
instituciones, tal vez algunos otros han caído en la ignorancia y por eso no hacen
nada para cambiar la situación en la que viven.

Para enfrentar estas condiciones de vida y salir adelante, la población mexicana


debe buscar formas de participación activa en la vida política y social del país. Esto
implica educarse sobre sus derechos, organizarse con otros ciudadanos para
demandar cambios, y participar en actividades cívicas y políticas que promuevan la
transparencia, la justicia y la igualdad. Además, es fundamental cultivar una cultura
de solidaridad y empatía entre los ciudadanos, reconociendo la importancia de
apoyarse mutuamente en tiempos difíciles.

Es crucial también que la población mexicana no se deje intimidar por la coerción


social, ya sea ejercida por grupos delictivos o por instituciones corruptas. La
resistencia pacífica y la denuncia pública de las injusticias son herramientas
poderosas para enfrentar estos desafíos. Es necesario mantener viva la esperanza
de un futuro mejor y trabajar de manera colectiva para construirlo.

La población mexicana tiene la capacidad y la responsabilidad de influir en el rumbo


de su país. Al enfrentar las condiciones adversas con determinación, solidaridad y
acción colectiva, pueden superar los obstáculos y avanzar hacia un futuro más justo
y próspero para todos.

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