Ética Aristotélica
Ética Aristotélica
Ética Aristotélica
1. Vida de Aristóteles
Aristóteles nació en Estagira, una ciudad de Macedonia, en el año 384 a.C. Su padre,
Nicómaco, era médico del rey Amintas III de Macedonia. A los diecisiete años, Aristóteles se
trasladó a Atenas para estudiar en la Academia de Platón, donde fue discípulo durante veinte
años. Aunque compartió muchas de las ideas de Platón, eventualmente desarrolló su propio
enfoque filosófico. Después de la muerte de Platón en el 347 a.C., Aristóteles se convirtió en
tutor de Alejandro Magno, quien más tarde se convertiría en uno de los líderes militares más
poderosos de la historia. Bajo la tutela de Aristóteles, Alejandro recibió una educación
profunda en filosofía, ética, política y ciencias naturales. Tras la muerte de Alejandro en el 323
a.C., Aristóteles regresó a Atenas y fundó su propia escuela, el Liceo, donde enseñó y continuó
desarrollando su filosofía durante los últimos trece años de su vida. Aristóteles falleció en el
año 322 a.C. en Calcis, en la isla de Eubea, a la edad de 62 años.
El bien supremo o fin final que perseguimos es aquel que no se busca para alcanzar otra cosa,
sino que es apetecible siempre por sí mismo y jamás por otra cosa. Parece que éste es la
felicidad; ya que la escogemos siempre por encima de todo; es decir, por sí misma y jamás por
otra cosa (a diferencia del honor, la riqueza y el placer, que se escogen deseando encontrar en
ellas la felicidad). El bien autosuficiente es aquel que por sí solo torna amable la vida, y tal bien
es la felicidad (Cfr. Ar. Eth. Nic. 1097a 15-20).
Los bienes se distribuyen en tres clases: los exteriores, los del alma y los del cuerpo; los del
alma son los bienes de máxima propiedad. Ya que la felicidad consiste en las acciones y
operaciones del alma, lo cual concuerda con que el hombre feliz es el que vive bien y obra
bien. A grandes rasgos la felicidad es una especie de vida dichosa y de conducta recta (Cfr. Ar.
Eth. Nic. 1098b 15-20)
Aristóteles considera que el bien es una operación, la más propia del hombre y no una
posesión de un bien externo o una operación de las facultades superiores. En esto se está
descartando el que la felicidad sea la riqueza, el placer, etcétera. Dicho en palabras de este
filósofo: El bien humano resulta ser una actividad del alma según su perfección; y si hay varias
perfecciones, según la mejor y más perfecta, y todo esto es una vida completa (Ar. Eth. Nic.
1098ª 16-18).
Según Aristóteles, las virtudes morales son cualidades de carácter que permiten a una persona
actuar de manera éticamente correcta y alcanzar la felicidad (eudaimonia). Estas virtudes se
sitúan en un punto intermedio entre dos extremos viciosos, uno por exceso y otro por defecto.
Aquí están algunas de las principales virtudes morales según Aristóteles:
Valentía (andreia)
Templanza (sophrosyne)
Generosidad (eleutheriotēs)
Magnificencia (megaloprepeia)
Amabilidad (philotimia)
Veracidad (aletheia)
Estas virtudes, según Aristóteles, no son innatas, sino que se desarrollan a través de la práctica
habitual y la educación moral. Buscar el término medio en cada situación particular, guiado por
la razón práctica, es clave para alcanzar la virtud moral y, por ende, la felicidad según su ética.
Estas virtudes se refieren al uso racional de la mente y están relacionadas con el conocimiento
y la razón. Son habilidades intelectuales que se adquieren a través del aprendizaje y la
educación. Las principales virtudes intelectuales según Aristóteles son:
Estas virtudes éticas e intelectuales según Aristóteles forman parte de su ética de la virtud, que
busca la realización de la felicidad (eudaimonia) a través del desarrollo de un carácter virtuoso
y el uso adecuado de la razón.
Aristóteles distingue entre acciones voluntarias e involuntarias. Las acciones voluntarias son
aquellas sobre las cuales el agente tiene control deliberativo y que realiza con conocimiento de
causa. En contraste, las acciones involuntarias ocurren sin deliberación o bajo coerción
externa. Enfatiza la importancia de la deliberación racional en la acción voluntaria. La
deliberación implica considerar las diversas opciones disponibles y elegir la mejor opción
posible de acuerdo con la razón práctica.