Hora Santa Sagrado Corazon de Jesus
Hora Santa Sagrado Corazon de Jesus
Hora Santa Sagrado Corazon de Jesus
introducción (5 minutos)
3.- Meditación:
Conocemos bien esa página del Evangelio en la que Juan nos narra las dos primeras apariciones de Jesús a los
apóstoles.
En la segunda de ellas se dirige a Tomás, el simpático y testarudo descreído: «¡Ven aquí! Mete tu dedo y
comprueba mis manos. Acércate, y mete tu puño en mi costado abierto».
Para nosotros, estas palabras no son un cariñoso reproche, sino una invitación amorosa de nuestro querido
Salvador para adentrarnos en lo más íntimo de su ser, para recostar nuestra cabeza en su pecho, como lo hizo
en la Ultima Cena el discípulo más querido, a fin de sentir los latidos de su amante Corazón.
Jesús da una importancia grande a este gesto de sus llagas, pues ya en la primera aparición a los apóstoles «les
mostró las llagas y el costado».
El resultado fue que «los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor», al mismo tiempo que Jesús dejaba
escapar por esas llagas gloriosas el máximo regalo que podía hacerles: «Reciban el Espíritu Santo».
Las llagas del Resucitado se convertían en motivo poderoso de fe: «¡Dichosos los que creen sin ver!», les dice
Jesús.
Nosotros, sobre todo en la Eucaristía, cuando nuestros ojos contemplan la Sagrada Hostia levantada sobre
nuestras frentes extáticas, decimos con los labios silenciosos, pero con el corazón a gritos: «¡Señor mío y
Dios mío!».
Jesús, el Resucitado, está así en su Sagrario, mostrándonos sus heridas gloriosas, resplandecientes como cinco
soles, invitándonos a besarlas y a embriagarnos con las delicias del Cielo…
Ante el Sagrario nos llenamos, mejor que en ninguna otra parte, del Espíritu Santo que Jesús sigue dándonos
sin medida.
¡Qué enriquecedoras serían nuestras visitas al Sagrario, aunque no hiciéramos otra cosa que agarrar las manos
de Jesús y besarlas sin cansarnos!
¡Qué alegría le daríamos a su Corazón divino si no apartáramos nuestros labios de la herida de su costado!
Como Tomás en el cenáculo, o como la de Magdala agarrando los pies del Señor ante el sepulcro vacío, en las
llagas de Cristo tenemos el sostén de nuestra fe y los desahogos de nuestro corazón.
Comentario:
Cristo Jesús, invitado por ti como Tomás, meto mis dedos dentro de sus llagas gloriosas, las beso con amor, y
no quiero soltar esos pies que me buscaron y esas manos que me abrazan.
Me meto por la herida de tu costado y me encierro dentro de tu Corazón.
Él es mi perdón, mi refugio y el jardín ameno donde gusto todas las delicias de tu amor.
Cristo Jesús, yo creo firmemente sin ver, y soy dichoso al fiarme sólo de ti, que tienes palabras de vida eterna.
oración
Señor Jesús, escóndeme dentro de tus llagas benditas, pregoneras de tu amor inmenso y testigos de lo mucho
que sufriste por mí.
Ellas son mi defensa contra el enemigo, jardín delicioso para mi descanso y fuentes del agua viva que apaga
mi sed.
Madre María, que besaste tan amorosamente las llagas de tu Hijo resucitado, más que cualquiera de los
discípulos y amigos.
Enséñame a esconderme en esos agujeros misteriosos de los que mana toda la vida de Dios, para
enriquecerme con ella sin medida.
En mi vida. (Autoexamen- un momento de silencio)
comentario
Las Llagas de Cristo no son una simple devoción. San Antonio María Claret las llamaba: «mi mayor
devoción».
Son, más que todo, un compromiso de fe, de confianza, de amor. Si creo en ellas, que me sueltan el Espíritu,
¿me acerco a las mismas en el Jesús del Sagrario, para beber a torrentes la Gracia…?
Si confío en su fuerza, ¿me meto dentro de ellas en la tentación, como dentro de un refugio antinuclear,
impenetrable para el enemigo?…
Si amo a Cristo, ¿acepto su invitación a acercarme sin temor a besarlas, para embriagarme de gozo celestial?
…
PRECES
Cristo Jesús es para nosotros el Sacerdote eterno y el Mediador que intercede siempre por nosotros ante el
Padre, mostrándole sus llagas abiertas por nuestra redención.
Señor Jesucristo, por los que creen que van a triunfar en sus ideales humanos y hasta venideros fiándose en
sus propias fuerzas;
Nosotros te pedimos que miren tus llagas, crean en ellas, y comprendan que sólo con fe en ti podrán triunfar
en la vida y alcanzar su salvación eterna.
Señor Jesucristo, te pedimos por aquellos hermanos nuestros que practican una religión puramente superficial.
Haz que vivan una fe profunda y convencida, que crean, aunque no vean, porque sólo así serán dichosos, al
fiarlo todo de ti.
Señor Jesucristo, te pedimos por los hermanos que sufren, los pobres, los enfermos, los sin trabajo y sin
hogar;
Que sus llagas ahora sangrantes se conviertan, por la ayuda nuestra y por tu gracia, en llagas un día gloriosas
como las tuyas.
Oremos Señor Sacramentado, nos acercamos reverentes a ti, que nos ofreces tus llagas gloriosas. Las
besamos ahora con fe una por una, y con más mérito que Tomás, con el mismo amor con que un día las
besaremos, ya sin velos, en la Gloria celestial. Así sea
Da a los jóvenes, hombres y mujeres, la gracia de responder prontamente a la llamada. Apoya a tus obispos,
sacerdotes y a los consagrados en su trabajo apostólico.
Concede perseverancia a nuestros seminaristas y a todos aquellos que llevan hacia adelante los ideales de una
vida totalmente consagrada a Tu servicio.
Virgen María, Madre de la Iglesia, modelo de toda vocación, ayúdanos a decir Sí, al Señor que nos llama a
cooperar en el plan divino de salvación.
Amén.