HORASANTAABRIL2023

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HORA SANTA DEL JUEVES

Empecemos esta Hora Santa en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

BENDITO, BENDITO, BENDITO SEA DIOS,

Bendito, bendito, bendito sea Dios,


los ángeles cantan y alaban a Dios.
Bendito, bendito, bendito sea Dios,
los ángeles cantan y alaban a Dios.

DE RODILLAS

ESTACIÓN AL SANTÍSIMO

En los cielos y en la tierra sea para siempre alabado.


El corazón amoroso de Jesús sacramentado.

CREEMOS EN TI SEÑOR…PERO AUMENTA NUESTRA FE.


Padre Nuestro, Ave María y gloria al Padre.

Alabemos y demos gracias en cada instante y momento.


Al santísimo y divino sacramento.

CANTO
Yo creo Jesús mío que estas en el altar,
oculto en la hostia te vengo a adorar.
Adoro en la hostia, el cuerpo de Jesús,
en el vino, la sangre, que dio en la cruz.

En los cielos y en la tierra sea para siempre alabado.


El corazón amoroso de Jesús sacramentado.

ESPERAMOS EN TI SEÑOR…PERO AUMENTA NUESTRA ESPERANZA.


Padre Nuestro, Ave María y gloria Padre.

Alabemos y demos gracias en cada instante y momento.


Al santísimo y dignísimo sacramento.

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CANTO

Por amor al hombre moriste en una cruz,


y al cáliz bajaste por nuestra salud.
Jesús Rey del Cielo, que estás en el altar,
tu Cuerpo, tu Sangre, nos das sin cesar.

En los cielos y en la tierra sea para siempre alabado.


El corazón amoroso de Jesús sacramentado.

TE AMAMOS SEÑOR…PERO AUMENTA NUESTRA CARIDAD.


Padre Nuestro, Ave María y gloria Padre.

Alabemos y demos gracias en cada instante y momento.


Al santísimo y dignísimo sacramento.

CANTO

Espero Jesús, mío, en tu suma bondad,


poder recibirte con fe y caridad.
Entre sus ovejas esta, el Buen Pastor,
en vela continua lo tiene el amor.

El que dirige: Hermanos, nos disponemos a iniciar esta adoración eucarística, y para ello
hagamos silencio, tanto exterior como interiormente. Dios, “habla en el silencio”, y es para
poder escuchar su dulce voz desde la Eucaristía, que silenciamos la palabra exterior, al
tiempo que buscamos de evitar todo pensamiento que nos aleje de la Presencia de Jesús
Eucaristía.

El silencio es la única forma de escuchar su latido, de entender su lenguaje. Alguna vez


dejemos de decirle nuestras cosas y de exponerle nuestras demandas, por más santas que
sean. Mirémosle con fe y sonriámosle con nuestro amor. Mantengámonos así todo el
tiempo posible, si es todo mejor. Volveremos a nuestras actividades vacías de lo que
pretendíamos y colmados de su serena presencia, de sus grandes intereses,
especialmente de su entrañable amor a todos nosotros.

Venimos a adorar a Jesús en este tiempo pascual, tiempo caracterizado por la alegría, no
la alegría del mundo, vana y superficial, sino la Alegría de Cristo resucitado, que es la
Alegría misma de Dios, que es “Alegría infinita”, como dicen los santos.

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Le pedimos a la Madre de la Alegría infinita, la Santísima Virgen María, que nos asista en
esta adoración, para que participemos de la alegría de su Hijo resucitado. Acudimos
también a la ayuda de nuestros ángeles custodios, y a la de todos los ángeles y santos del
cielo, cuyo nombre es “felices”, es decir, “bienaventurados”, porque poseen la visión
beatífica de la Santísima Trinidad y del Cordero de Dios, para que el recuerdo de su
alegría, a la que estamos llamados, nos alivie las penurias de este “valle de lágrimas”.

Roguemos al Padre Celestial, que Cristo Vivo habite en nuestra alma y que el gozo de la
Resurrección se manifieste en todos nuestros actos, a fin de que respondamos a nuestra
propia vocación, y así demos testimonio de su presencia entre nosotros.

DE PIE

PROCLAMACIÓN DE LA PALABRA

DEL EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN. 20,24-29.

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Los
otros discípulos le decían: “Hemos visto al Señor”. Pero él les contestó: “Si no veo en sus
manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi
mano en su costado, no creeré”. Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos
dentro, y Tomás con ellos. Se presentó Jesús estando las puertas cerradas, y dijo: “La paz
con ustedes”. Luego dice a Tomás: “Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y
métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente”. Tomás le contestó: “Señor mío y
Dios mío”. Le dice Jesús: “Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y
han creído”.
PALABRA DEL SEÑOR.
TODOS: GLORIA A TI SEÑOR JESUS.

SENTADOS

BREVE MEDITACION
RELEXION GENERAL

LECTOR: Conocemos bien esa parte del Evangelio en la que San Juan nos narra las dos
primeras apariciones de Jesús a los apóstoles. En la segunda de ellas se dirige a Tomás, el
simpático y testarudo descreído: “¡Ven aquí! Mete tu dedo y comprueba mis manos.
Acércate…. y mete tu puño en mi costado abierto”.

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Para nosotros, estas palabras no son un cariñoso reproche, sino una invitación amorosa de
nuestro querido Salvador para adentrarnos en lo más íntimo de su ser, para recostar
nuestra cabeza en su pecho, como lo hizo en la Última Cena el discípulo más querido, a fin
de sentir los latidos de su amante Corazón.

Jesús da una importancia grande a este gesto de sus llagas, pues ya en la primera
aparición a los apóstoles “les mostró las llagas y el costado”. El resultado fue que “los
discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor”, al mismo tiempo que Jesús dejaba
escapar por esas llagas gloriosas el máximo regalo que podía hacerles: “Reciban el
Espíritu Santo”.

Las llagas del Resucitado se convertían en motivo poderoso de fe: “¡Dichosos los que
creen sin ver!”, les dice Jesús. Nosotros, sobre todo en la Eucaristía, cuando nuestros
ojos contemplan la Sagrada Hostia levantada sobre nuestras frentes extáticas, decimos con
los labios silenciosos, pero con el corazón a gritos: “¡Señor mío y Dios mío!”.

Jesús, el Resucitado, está así en la Custodia, en el Sagrario, mostrándonos sus heridas


gloriosas, resplandecientes como cinco soles, invitándonos a besarlas y a embriagarnos
con las delicias del Cielo... Ante su presencia nos llenamos, mejor que en ninguna otra
parte, del Espíritu Santo que Jesús sigue dándonos sin medida. ¡Qué enriquecedoras
serían nuestras visitas al Santísimo, aunque no hiciéramos otra cosa que agarrar las
manos de Jesús y besarlas sin cansarnos! ¡Qué alegría le daríamos a su Corazón
divino si no apartáramos nuestros labios de la herida de su costado!

Como Tomás en el cenáculo, o como la de Magdala agarrando los pies del Señor ante el
sepulcro vacío, en las llagas de Cristo tenemos el sostén de nuestra fe y los desahogos de
nuestro corazón.

CANTO EUCARÍSTICO

Resucitó. Resucitó. Resucitó. ¡Aleluya!


Aleluya. Aleluya. Aleluya. ¡Resucitó!

La muerte, ¿dónde está la muerte?,


¿dónde está mi muerte?,
¿dónde su victoria?

Resucitó. Resucitó. Resucitó. ¡Aleluya! Aleluya.


Aleluya. Aleluya. ¡Resucitó!

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Gracias sean dadas al Padre,
que nos pasó a su Reino,
donde se vive de amor.

Resucitó. Resucitó. Resucitó. ¡Aleluya! Aleluya.


Aleluya. Aleluya. ¡Resucitó!

Alegría, alegría, hermanos,


que si hoy nos queremos,
es que resucitó.

Resucitó. Resucitó. Resucitó. ¡Aleluya!


Aleluya. Aleluya. Aleluya. ¡Resucitó!

ORACIÓN

El que dirige: Cristo Jesús, invitado por ti como Tomás, meto mis dedos dentro de tus
llagas gloriosas, las beso con amor y no quiero soltar esos pies que me buscaron y esas
manos que me abrazan. Me meto por la herida de tu costado y me encierro dentro de tu
Corazón. Él es mi perdón, mi refugio y el jardín ameno donde gusto todas las delicias de tu
amor. Cristo Jesús, yo creo firmemente sin ver; y soy dichoso al fiarme sólo de ti, que
tienes palabras de vida eterna.

Jesús Sacramentado, creemos en ti. Creemos que por amor te has quedado en la
Eucaristía para darnos el pan que nos da la vida. Te pedimos en esta Hora Santa nos
concedas una fe que nos haga ver mucho más allá de las preocupaciones y tristezas, para
poder caminar siempre hacia delante, detrás de ti. Señor Sacramentado, ayúdanos a tener
necesidad del Pan que eres tú, lo necesitamos para ser discípulos tuyos, necesitamos la
fortaleza para poder caminar con entusiasmo y alegría nuestra vida de fe, necesitamos tu
alimento para resucitar a una vida nueva, ya desde ahora, en medio de nuestro peregrinar
de cada día.

Jesús Sacramentado, nos das el pan que necesitamos para poder vivir plenamente,
preguntémonos: ¿Realmente aprovecho este alimento? ¿Estoy consciente de que la
Eucaristía no es un símbolo, sino que es Cristo mismo, un Dios vivo, ¿hecho hostia, el que
recibo en la comunión?

Digámosle: Te suplicamos Señor que esta Hora Santa nos lleve a contemplarte en la
Eucaristía y nunca permitas que se nos haga una costumbre, un rito o un hábito sin
sentido.
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ACLAMACIONES
A cada aclamación contestaremos: ¡Señor mío y Dios mío!

LECTOR:
 Jesús, el de las cinco llagas gloriosas.
 Jesús, que fuiste llagado por nuestra salvación.
 Jesús, que mostraste tus llagas a los apóstoles.
 Jesús, que ofreciste tus llagas a Tomás.
 Jesús, que presentas por mí tus llagas al Padre.
 Jesús, que me invitas a besar tus llagas.
 Jesús, que me ofreces tus llagas como un refugio.
 Jesús, que por tus llagas dejas escapar tu Espíritu.
 Jesús, que muestras tus llagas como puertas del Cielo.
 Jesús, que ofreces tus llagas como lugar de descanso.
 Jesús, que por tus llagas sacias mi sed de Dios.
 Jesús, que por tus llagas me das toda tu gracia.

El que dirige: Señor Jesús….

TODOS: escóndeme dentro de tus llagas benditas, pregoneras de tu amor inmenso y


testigos de lo mucho que sufriste por mí. Ellas son mi defensa contra el enemigo, jardín
delicioso para mi descanso y fuentes del agua viva que apaga mi sed.

El que dirige: Madre María….

TODOS: que besaste tan amorosamente las llagas de tu Hijo resucitado, más que
cualquiera de los discípulos y amigos, Enséñame a esconderme en esos agujeros
misteriosos de los que mana toda la vida de Dios, para enriquecerme con ella sin medida.

DE PIE

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PRECES
LECTOR: Señor Jesucristo, por los que creen que van a triunfar en sus ideales humanos y
hasta venideros fiándose en sus propias fuerzas.

TODOS: nosotros te pedimos que miren tus llagas, crean en ellas, y comprendan que sólo
con fe en ti podrán triunfar en la vida y alcanzar su salvación eterna.

LECTOR: Señor Jesucristo, te pedimos por aquellos hermanos nuestros que practican una
religión puramente superficial.

TODOS: haz que vivan una fe profunda y convencida, que crean, aunque no vean, porque
sólo así serán dichosos, al fiarlo todo de ti.

LECTOR: Señor Jesucristo, te pedimos por los hermanos que sufren, los pobres, los
enfermos, los sin trabajo y sin hogar.

TODOS: que sus llagas ahora sangrantes se conviertan, por la ayuda nuestra y por tu
gracia, en llagas un día gloriosas como las tuyas.

LECTOR: Señor Jesucristo, antes de marchar de tu presencia besamos tus Llagas


benditas.

TODOS: y por ellas te pedimos también el descanso para nuestros queridos difuntos.

PADRE NUESTRO CANTADO

SENTADOS

Lectura 
De la primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios (1 Cor 15, 52 – 58)

En un instante, en un pestañear de ojos, al toque de la trompeta final, pues sonará la


trompeta, los muertos resucitarán incorruptibles y nosotros seremos transformados. En
efecto, es necesario que este ser corruptible se revista de incorruptibilidad; y que este ser
mortal se revista de inmortalidad. Y cuando este ser corruptible se revista de
incorruptibilidad y este ser mortal se revista de inmortalidad, entonces se cumplirá la
palabra que está escrita:  La muerte ha sido devorada en la victoria. ¿Dónde está, oh
muerte, tu victoria?  ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? El aguijón de la muerte es el
pecado; y la fuerza del pecado, la Ley. Pero ¡gracias sean dadas a Dios, que nos da la
victoria por nuestro Señor Jesucristo! Así pues, hermanos míos amados, manteneos firmes,
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inconmovibles, progresando siempre en la obra del Señor, conscientes de que vuestro
trabajo no es vano el Señor. Palabra de Dios.

NOS PONEMOS DE PIE

CANTO EUCARÍSTICO

Si yo no tengo amor, yo nada soy, Señor [bis]

El amor es compasivo, el amor es servicial,


el amor no tiene envidia, el amor no busca el mal.

Si yo no tengo amor, yo nada soy, Señor [bis]

El amor nunca se irrita, el amor no es descortés


el amor no es egoísta, el amor nunca es doblez.

Si yo no tengo amor, yo nada soy, Señor [bis]

El amor disculpa todo, el amor es caridad,


no se alegra de lo injusto, sólo goza en la verdad.

Si yo no tengo amor, yo nada soy, Señor [bis]

El amor soporta todo, el amor todo lo cree,


el amor todo lo espera, el amor es siempre fiel.

Si yo no tengo amor, yo nada soy, Señor [bis]

ORACIÓN

Jesús Sacramentado, bendita sea tu presencia entre nosotros. Eres el Cristo, el


Resucitado, el Amigo que por amor se entregó sin medida, el Cordero que con valor
enfrentó la muerte, el Señor que del sepulcro resucitó a la vida.

Todos: Alabado seas, Jesús y glorificado por siempre.


Lector: Bendito seas, Señor de la vida.
Todos: Bendito seas por siempre, Señor.
Lector: Glorificado seas, Señor resucitado.
Todos: Glorificado seas porque has vencido la muerte.
Lector: Gracias por la vida.
Todos: Gracias por la felicidad.
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Lector: Gracias por la plenitud.
Todos: Gracias por ser nuestro Amigo.

Lector: Señor, Jesús, sé tú nuestro alimento.


Todos: Señor Jesús, sé tú nuestro Pan de vida.
Lector: Señor Jesús, sé tú nuestra vida para siempre
Todos: Señor Jesús, danos del Pan que baja del cielo.

DE PIE. Escuchemos la palabra de Dios

Del Evangelio según San Juan 6, 44-51.2

“En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre,
que me ha enviado; y a ese yo lo resucitaré el último día. Está escrito en los profetas:
Todos serán discípulos de Dios. Todo aquel que escucha al Padre y aprende de él, se
acerca a mí. No es que alguien haya visto al Padre, fuera de aquel que procede de Dios.
Ese sí ha visto al Padre. Yo les aseguro: el que cree en mí, tiene vida eterna. Yo soy el pan
de la vida. Sus padres comieron el maná en el desierto y sin embargo, murieron. Este es el
pan que ha bajado del cielo para que, quien lo coma, no muera. Yo soy el pan vivo que ha
bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre, y el pan que yo les voy a dar
es mi carne para que el mundo tenga vida”. Palabra del Señor.
Todos: Gloria a Ti Señor Jesús.

SENTADOS

Breve reflexión: Todos somos llamados a ser “discípulos de Dios”, hijos de un mismo
Padre. Gracias a ti, Jesús hermano, nos incorporamos a la gran familia de Dios. Gracias a
tu resurrección entramos a la vida nueva, la vida que compartimos contigo, la vida que no
termina nunca porque viene de Dios.

A ti acudimos, Señor Jesús porque vienes enviado por Dios y eres Dios. Vienes para dar
vida al mundo, a nuestro mundo. Vienes para vencer la muerte en mí, en nosotros, en
nuestros hogares. Vienes a implantar vida verdadera, la felicidad, la plenitud, la victoria
sobre el sufrimiento, el mal y la injusticia. A ti acudimos, porque eres nuestro vecino,
nuestro huésped, nuestro amigo, nuestro hermano.

A ti te escuchamos, Señor Jesús, porque caminas a nuestro lado y, en la voz del mendigo y
del niño de la calle, nos explicas el proyecto de Dios: proyecto de victoria y de vida para
quienes creen en ti. ¡Cómo nos arde el corazón al escucharte!

Y si no nos arde, es porque aún no te hemos reconocido. De ti aprendemos, Señor, de tu


palabra, de tus obras, de tu vida; de tu pasión, muerte y resurrección; de tu saludo a los
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discípulos: “La paz esté con ustedes”; de las heridas en tu cuerpo resucitado y de tu
palabra reconfortante: “No tengan miedo”. De ti nos alimentamos, Señor resucitado: “Yo
soy el Pan de la vida: el que coma de este Pan vivirá para siempre”

CANTO

QUÉ BUENO ES EL PAN QUE TÚ NOS DAS

Que bueno es el pan que tú nos das, regalo de tu amor Jesús.


Que bueno es el pan que tú nos das, el pan sabroso que eres tú.

Tú que diste el maná en el desierto,


danos pan y esperanza en el camino.

Que bueno es el pan que tú nos das, regalo de tu amor Jesús.


Que bueno es el pan que tú nos das, el pan sabroso que eres tú.

Señor que multiplica los panes


toma en tus manos mis deseos de ser bueno.

Que bueno es el pan que tú nos das, regalo de tu amor Jesús.


Que bueno es el pan que tú nos das, el pan sabroso que eres tú.

En el largo recorrer de mi camino


solo tu podrás calmar mi sed de cielo.

ORACIÓN

Padre resucitado, que sienta la paz que me muestras, Que no se cierren mis “puertas” por
el miedo, Que me aferre al Espíritu que me regalas. Señor mío y Dios mío, perdona mis
debilidades, mis dudas, mis temores…

Porque aun siendo a veces como Tomás, deseo buscarte, estar contigo…Porque, aunque
me encierre en mis silencios o en mis ruidos, en mis comodidades o en mis ocupaciones…
Tú sabes cómo entrar en mi vida, como hacerla distinta, como insuflar aire en mis vacíos y
oxigenar mi alma endurecida.

Que el Espíritu renovado de la resurrección, Nacido de la victoria sobre la muerte y


alimentado por el Amor más generoso… Impulse mi fe, mi permanencia en Ti, y aliente el
ánimo modesto de quien quiere quererte, seguirte y responderte, Padre…

Tu Amor es mi paz, mi paz es tu perdón, y tu perdón es mi camino de testimonio al amparo


de tu Fuerza. AMEN

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¡Jesús ha resucitado! Jesús, estás vivo. Jesús, Tú has vencido a la muerte. Dios te
resucitó y estás vivo entre nosotros. Ayúdanos a no olvidar que nada puede
quitarnos la alegría, porque Tú estás vivo a nuestro lado durante todos los días de
nuestra vida. Aleluya, aleluya.

Oremos confiados a Dios Padre, que quiso que Cristo fuera la primicia de la resurrección
de los hombres, y aclamémoslo, diciendo:

Todos: ¡Cristo Resucitado de entre los muertos, escucha y ten piedad!

† Señor Jesucristo, que le encomendaste a Pedro el cuidado de tus ovejas, concede a


su sucesor, el Papa, una constante preocupación por las ovejas extraviadas.
Oremos.

† Señor Jesucristo, que convocaste a tus apóstoles a buscarte en Galilea, concede a


sus sucesores, el Papa y los obispos, ir a tu encuentro en cada uno de tus discípulos
en el mundo. Oremos

† Señor Jesucristo, que enviaste a la Magdalena a dar la buena noticia a los


apóstoles, concede a tus sacerdotes saber escuchar a los fieles y descubrir en ellos
tu Evangelio. Oremos.

Cristo Resucitado, que en los cielos eres glorificado sin cesar como Mediador entre Dios y
los hombres, te suplicamos que salves a todos los hombres y extiendas la diestra de tu
misericordia sobre cuántos ponen su esperanza en tu resurrección. Tú que vives y reinas,
inmortal y glorioso, por los siglos de los siglos. Amén.

DICHOSOS LOS QUE, SIN VER, CREYERON

 Los que, sin ver a Cristo resucitado, creemos en la resurrección de Jesucristo.


 Los que, sin sacarse la lotería, o sin conseguir aquel "hueso", siguen creyendo en el
amor de Cristo.
 Los que, sin ver, creen en la presencia real de Jesús en la Eucaristía.
 Los que, sin haber obtenido la salud propia o ajena por la que tanto han pedido,
siguen creyendo en la bondad y en el poder de Cristo.
 Los que, a pesar de las fallas de tantos católicos, siguen creyendo en la santidad de
la Iglesia.
 Los que, sin ver el alma inmortal del hijo que aún no nace pero ya está concebido,
creen en su dignidad humana y en su derecho a la vida.
 Los que, ante el cadáver de un ser querido, creen en la infinita misericordia de Cristo
y en que lo resucitará a la felicidad eterna.
 Los que, sin ver a Cristo en la persona del sacerdote, creen que cuando él perdona
en la confesión, es Cristo el que perdona.
 Los que, sin ver a Cristo con los ojos del cuerpo, creen en que Cristo está en cada
uno de los explotados, de los oprimidos, de los hambrientos, de los encarcelados, de
los antipáticos, exigiendo justicia, pan, comprensión y calor humano.
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Oremos, reunidos, Señor, junto a ti, recordamos el misterio de tu Pascua y adoramos tu
santa Presencia. Tú eres la luz que ilumina, la gracia que renueva, la verdad que convence,
la vida que transforma, el camino que conduce; derrama abundantemente tu bendición
sobre tus adoradores y tu gracia sobre todos los hombres. Haz que tu Presencia santa sea
don para todos, alivio para los agobiados, consuelo para los tristes, seguridad para los
vacilantes, fuerza para los débiles. Señor Jesús, haz que nuestra oración ante ti, nos
estimule a renovarnos y a crear un mundo más justo y fraternal para que te alabe y te
bendiga para siempre. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

Porque nos has curado, nos has hecho revivir y ha brotado la esperanza en lo profundo de
nuestros corazones: aleluya, aleluya.

Ahora sabemos que también nosotros resucitaremos. Nuestra vida ya tiene sentido; ya hay
razón para vivir con alegría, porque no todo se acaba con la muerte. Aleluya, aleluya.

OREMOS POR LAS VOCACIONES

Señor, tú que, por la resurrección, nos rescataste para una vida nueva,  haz que los jóvenes
escuchen tu llamada y te respondan con un corazón sincero. Tú que con tu resurrección
enseñaste a los apóstoles el sentido de tu muerte, infunde la luz de tu Espíritu en los
jóvenes, para que te sigan a ti, único camino de verdad y de vida... Oh Cristo, que con tu
sacrificio redentor purificas y elevas el amor humano, haz de los hogares cristianos cantera
de vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. Amén.

Dios generoso, que nos has mostrado el sendero que lleva a la vida eterna, y por medio de
nuestro bautismo, nos has llamado a proclamar la Buena Nueva. Bendice y fortalece a
aquellos quienes han hecho un compromiso de servicio en la iglesia. Concédeles sabiduría
y guía a aquellos que están discerniendo su vocación. Enriquece a tu iglesia con
matrimonios y soleros dedicados; con diáconos, sacerdotes y con personas consagradas a
la vida religiosa. Llenos de tu Espíritu Santo te pedimos esta bendición para que nosotros
tu pueblo sigamos a Jesús nuestro Buen Pastor, ahora y siempre. Amén.

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ORACIÓN PARA EL FOMENTO DE LA ADORACIÓN NOCTURNA

"Señor Jesús, que decidiste permanecer con nosotros en el Sacramento de la Eucaristía,


aumenta nuestra fe en tu presencia y haz crecer en nuestro interior el deseo ferviente de
estar contigo adorándote, alabándote y amándote.

Concede, Señor, a tu Iglesia nuevos adoradores, hombres y mujeres que en el silencio


fecundo de la noche se dejen hacer y deshacer por Ti, templen su espíritu al fuego de tu
amor, contemplen tu rostro crucificado y gocen del esplendor de tu resurrección.

Que tu espíritu, Señor, nos ayude a comprender que la vitalidad espiritual y apostólica de la
Iglesia depende de nuestra unión contigo en la Eucaristía. Sólo este encuentro de amor con
"quien sabemos nos ama" puede proporcionarnos energías suficientes para salir al
encuentro de nuestros hermanos y hacerles sentir tu misericordioso consuelo.

Tú que eres "Dios con nosotros" y " tienes palabras de vida eterna", abre los oídos y el
corazón de tus hermanos los hombres, para que sientan tu llamada de Maestro y Pastor y
respondan a tu invitación evangélica: " Vengan a mí, todos los que están cansados y
agobiados que yo los aliviaré".

Que tu madre, modelo e intercesora, nos enseñe a ser adoradores según tu corazón,
adoradores "en espíritu y verdad". Amén.

CANTO FINAL

Cantemos al Amor de los Amores,


cantemos al Señor.
Dios está aquí, ¡venid adoradores,
adoremos, a Cristo Redentor!

¡Gloria a Cristo Jesús,


cielos y tierra, bendecid al señor
honor y gloria a ti, rey de la gloria
amor por siempre a ti, Dios del Amor!

Unamos nuestra voz a los cantares del Coro celestial.


Dios está aquí, al Dios de los altares
alabemos con gozo angelical.

¡Gloria a Cristo Jesús,


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cielos y tierra, bendecid al señor
honor y gloria a ti, rey de la gloria
amor por siempre a ti, Dios del Amor!

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