Nelson Morales Jesús Como Ejemplo de Solidaridad

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Jesús nuestro ejemplo de solidaridad en Hebreos

Presentación Bíblica Virtual, 17 Octubre 2022


Dr. Nelson Morales Fredes, Ph.D.

Hay una famosa canción chilena que dice en una de sus estrofas “si vas para Chile...
verás como quieren en Chile al amigo cuando es forastero...”. Lamentablemente, esa solidaridad
con el extranjero se ha ido perdiendo en buena medida en las últimas oleadas de migrantes, en
particular si esos extranjeros no son blancos europeos. Por otro lado, uno ve nuevas generaciones
de jóvenes y adolescentes más sensibles a las necesidades de otros; aunque a veces uno se topa
con algunos con falta severa de empatía. ¿cómo poder cultivar nuevamente la solidaridad desde
la iglesia?
Me gusta cómo se define solidaridad en alemán: “permanecer incondicionalmente unido
a alguien debido a los mismos puntos de vista y objetivos” (Oxford Languages en Google).
Mientras que la RAE la define como “adherencia circunstancial a la causa o la compañía de
otros” (rae.es). Me gusta la idea de permanencia incondicional junto a otras personas.
Un tema que rápido aflora en el libro de Hebreos, por cierto, es el de la solidaridad. El
autor la presenta desde dos ángulos. Por un lado, Jesús es presentado como ejemplo de
solidaridad. Por otro lado, paralelamente, insta a la iglesia a ser solidaria. De ahí que se puede
desprender desde el texto que Jesús es presentado como el modelo de solidaridad y la iglesia es
exhortada a seguirlo con aplicaciones solidarias concretas.
La solidaridad de Jesús
Son tres pasajes importantes que muestran con toda claridad la solidaridad de Jesús.
Estudiaremos someramente cada uno. En particular nos centraremos en 2:5-18, pero también le
echaremos una mirada a 4:14-16 y 7:24-25.

Jesús se solidariza con los seres humanos en toda


su vida (2:5-18)
Desde el capítulo 1, el autor viene presentando a Jesús en comparación al ministerio
angelical. Muestra la superioridad del Hijo respecto a los ángeles. La culminación de la historia
de la salvación no está sujeta a estos, sino al devenir del Hijo. En 2:5-8, con eso en mente,
partiendo de una interpretación tipológica del salmo 8:4-6, muestra que este Hijo se encarnó y
avanza la historia de la salvación en un proceso que está aún en desarrollo. Al explicar la función
del Hijo encarnado en esta historia, nos presenta profundas implicaciones de lo que significa
solidaridad.
En v. 9, el autor muestra todo el proceso que experimenta el Hijo desde la encarnación a
la glorificación y reinado actual, pasando por la muerte. Dios lo hizo “un poco inferior a los
ángeles”, es decir, guío su proceso de encarnación. El texto continúa diciendo que Jesús ahora
está “coronado de gloria y honor”, es decir, está exaltado reinando con el Padre. Esto lo afirmará
mucho más explícitamente más adelante en su sermón (8:1-2). El paso de una etapa de su vida
humana a la otra es la experimentación de la muerte vicaria, guiada en todo momento por la
gracia de Dios. El texto dice “a causa del padecimiento de la muerte... para que probara la muerte
por todos” (2:9). Él prueba la muerte por toda la humanidad. Resucitado y ascendido, ahora
gobierna, pero para eso, cruzó el umbral de la muerte. Los siguientes versículos amplían este
aspecto y sus tremendas implicaciones.
En v. 10, se muestra cómo el plan de Dios contemplaba este proceso. Dios Padre quería
que el Hijo fuese perfeccionado para su función sacerdotal que actualmente desarrolla. Este

1
perfeccionamiento se logra por medio de sus padecimientos. Es a través de su experiencia de
primera mano con el dolor humano, y en particular con la muerte, que el Hijo adquiere las
capacidades para poder ejercer su ministerio actual. Esta identificación profunda con la
humanidad le permite también llevar muchos hijos e hijas a la gloria (2:10). Esta solidaridad de
Jesús es filial, él es el hermano mayor. Como tal, no solo por medio de su muerte, sino además
por medio de su exaltación se solidariza con los creyentes, de modo que les permite también a
ellos experimentar esa gloria.
Jesús no solo se encarnó como ser humano, es parte integral de la humanidad. Como
hermano mayor abre la brecha para que sus hermanos y hermanas puedan gozar de la salvación.
Como dice el v. 11, él no se avergüenza de llamarlos hermanos. El autor de Hebreos, conecta
esta realidad filial con una alabanza por la liberación desde el salmo 22:22. Como bien lo nota
Thomas Schreiner, la primera parte de este salmo habla desde la aflicción del salmista que es
evocada en las narraciones de la crucifixión. Aquí en Hebreos, el autor reinterpreta el salmo a la
luz de este sufrimiento solidario de Jesús. Ahora ya resucitado, Jesús comparte esta alegría con
su familia, como el salmista lo hace al recibir la respuesta divina.1
El autor vuelve a explicar la solidaridad de Jesús con los seres humanos, agregando un
alcance más de ella. El hecho de que Jesús comparta su naturaleza humana con nosotros, le
permitió además participar de las experiencias de la vida (2:14). En palabras de Nardoni, “La
participación de Cristo en la existencia humana incluyó el sometimiento a las mismas
condiciones históricas de los humanos: el crecimiento, el aprendizaje, las pruebas, las
enfermedades y la muerte”.2 Su profunda solidaridad le permite entendernos. También, como ser
humano pudo derrotar al diablo y su poder cautivador sobre la humanidad ante el temor a la
muerte, por medio de su muerte (v. 14-16).
Ahora en v. 17, el autor explica un tercer alcance de la solidaridad de Jesús. Señala que
Jesús debía identificarse plenamente con nuestra humanidad, para poder llegar a ser sumo
sacerdote misericordioso y fiel, para poder representarnos ante Dios por medio de su sacrificio
propiciatorio. Es por esta experiencia solidaria con nosotros por medio de su experimentación del
sufrimiento, que es poderoso para socorrernos hoy en su ministerio sumo sacerdotal (v. 18).

Jesús se solidariza con los creyentes por medio de


su ministerio sumo sacerdotal
La función sumo sacerdotal de Jesús se construye sobre su experiencia humana. Por lo
que vivió fue perfeccionado. Ahora puede ejercer su función celestial como misericordioso y fiel
sumo sacerdote, por nosotros ante el Padre. Él nos puede socorrer en nuestras angustias (2:17-
18). A esto añade el autor de Hebreos más implicaciones de su función sacerdotal en los
siguientes capítulos. En 3:1-6 explica el sumo sacerdocio de Jesús por su fidelidad. De esta
fidelidad luego hablaremos un poco más, pues esta impulsa nuestra imitación de él (3:7-4:13).
Luego en 4:14-5:10, enfoca su sumo sacerdocio desde su solidaridad, al resaltar su misericordia
y compasión.

Como sumo sacerdote se compadece de


nuestras flaquezas (4:14-16)
1
Thomas R. Schreiner, Hebreos, CETB (Bellingham: Tesoro Bíblico, versión Logos, 2021), Hebreos
12:12.
2
Nardoni, “Hebreos”, 1062.

2
Jesús, el Hijo de Dios, trascendió los cielos, habiendo pasado por la cruz y la tumba vacía
(4:14a). Este ministerio actual del Señor nos llama no solo a ser fieles, sino a ser perseverantes.
Se nos exhorta a retener la confesión de fe (4:14b). La razón para ello nuevamente se construye
sobre la solidaridad de Jesús. Él es un sumo sacerdote que se compadece de nuestras flaquezas.
Se identifica con nuestra vulnerabilidad, pues él fue tentado en todo, pero sin pecado (4:15).
Durante su vida terrenal, experimentó profundamente el dolor humano hasta las lágrimas. Clamó
al Padre y fue oído por su súplica reverente (5:7). Como dice Nardoni, “En el sufrimiento
aprendió dos cosas: obediencia (Heb 5,9) y compasión (4,15). Mientras la obediencia le asegura
a Cristo la aceptación del Padre y su glorificación, la compasión de Cristo infunde en sus
hermanos y hermanas confianza en su intercesión celeste”.3 Por eso se nos insta a que con esa
misma fe, nos acerquemos al trono de Dios caracterizado por la gracia y misericordia (4:16a).
Podemos estar profundamente confiados en que la solidaridad de Jesús con los creyentes es tal,
que su ministerio actual ante el Padre es garantía de la respuesta divina oportuna a nuestros
clamores (4:16b).

Como sumo sacerdote intercede por


nosotros (7:24-28)
A partir de 7:1, el autor describe el sumo sacerdocio de Jesús desde el salmo 110:4, en la
línea de Melquisedec. Conecta así el ministerio actual de Jesús con el desarrollo del Nuevo Pacto
inaugurado precisamente por su muerte en la cruz (8:1-13). En este rol, que ya ha mencionado
desde el c. 2, ahora agrega, siguiendo los tipos de solidaridad de Grogan, la cualidad de
solidaridad divina, por decirlo de alguna manera, por medio del pacto. Jesús es fiador de un
mejor pacto (7:22). Su mejor sacerdocio es permanente, incambiable (7:24). No nos
preocupamos de fecha de caducidad. Él desde que fue perfeccionado, desempeña este rol
celestial. Por eso mismo, insiste el autor, Jesús es “completamente poderoso” para salvar a
quienes nos acercamos a Dios, pues vive permanentemente para interceder ante el Padre por
nosotros (7:25). Su solidaridad es contante, ya que permanentemente acude al Padre para pedir
que nos ayude, en eso consiste su intercesión.4 Y sin duda, nos conviene tener este tipo de sumo
sacerdote melquisédico, dice el autor (7:26-28).

Con todo ese tremendo ejemplo de solidaridad, también nosotros somos llamados a
imitarlo. Por eso el autor, ante este ejemplo de solidaridad, les dice: “Por tanto, hermanos santos,
participantes del llamamiento celestial, considerad a Jesús, el apóstol y sumo sacerdote de
nuestra fe” (3:1). A este llamado explícito se suma la invitación al cierre del sermón. Al final de
la homilía, vuelve a insistir en la imitación de Jesús. Él es el sumo sacerdote que sale fuera del
campamento. Nosotros como sacerdotes somos llamados a salir con él fuera del campamento
para ofrecer sacrificios de solidaridad (13:15-16). Jesús ha modelado la solidaridad. Ahora toca a
los creyentes imitarlo. En la siguiente sección se muestra cómo se expresa esta solidaridad de los
creyentes.
La solidaridad de los creyentes

3
Nardoni, “Hebreos”, 1069.
4
Algunos entienden la intercesión en términos de petición de perdón. Pero como bien lo explica Paul
Ellingworth, “Such partial parallels as 2:18; 4:15; 5:2, 7 suggest the more inclusive meaning “help.” Where the
forgiveness of sins is specifically mentioned, as in 9:22; 10:18, it is linked with Christ’s one sacrifice rather than
with his continuing intercession”. Paul Ellingworth, The Epistle to the Hebrews: A Commentary on the Greek Text,
NIGTC (Grand Rapids: Eerdmans, 1993), 392.

3
Hay varios llamados de solidaridad a lo largo de la carta. Se desprenden de la imitación a
Jesús. Como menciono en el párrafo anterior, el autor de Hebreos llama a sus lectores a
considerar a Jesús como un ejemplo a imitar. Por eso no es de extrañar que el primer llamado de
solidaridad entre creyentes aparezca derivado de la fidelidad del ministerio sumo sacerdotal de
Jesús (3:12-13). En esta sección daré un panorama general de cómo el autor remarca el tema de
la solidaridad entre creyentes de manera intercalada al ministerio de Jesús como sumo sacerdote.

La solidaridad se expresa en el cuidado recíproco


del alejamiento nuestro de Dios (3:12-13)
La indiferencia es cruel pero fácil que controle todo. En momentos en que uno hace
esfuerzos por mantenerse fiel al Señor, podría perder de vista a aquella persona que va quedando
rezagada en el camino. La advertencia de los que fueron rebeldes y endurecieron su corazón en
el Éxodo (3:7-11), llama a meditar en este Segundo Éxodo. Jesús es el sumo sacerdote y todos
nosotros vamos de camino a la tierra prometida, en búsqueda del reposo (4:1-11). Al mirar su
fidelidad reflejada en su solidaridad con nosotros, nos debiera ser suficiente para exhortarnos
unos a otros al vernos endurecer el corazón (3:12-13). Esa solidaridad de familia nos debe hacer
animarnos a perseverar en la fe. Debiera ser una preocupación diaria, pues en tanto se dice hoy,
hay oportunidad de sostener a la persona que flaquea en su fe.

La solidaridad se expresa en el servicio recíproco


(6:9-11)
La solidaridad además de hacernos sensibles a la situación del caminar de la otra persona,
se expresa en el servicio recíproco. Esta solidaridad expresada entre los creyentes es alabada. El
autor los anima a no ceder en esta peregrinación. Dios, dice el autor, también está consciente,
conoce la obra y el amor que sus receptores tenían hacia Dios, claramente hecha evidente por
medio del servicio a los santos (6:9-10). Pero esa solidaridad pasada debe ser permanente, como
la de Jesús con nosotros. Por eso, el autor los anima a que muestren esa misma solicitud hasta el
final (6:11). Aquí la solidaridad entre creyentes es una expresión concreta del amor que tenemos
a Dios. Es en cierto sentido, el termómetro que mide ese amor. Por lo que dice más adelante,
pareciera ser que los receptores de la carta comenzaban a mostrar signos de fatiga en su
solidaridad (13:2-3). Aquí el autor los anima a que sigan expresando su solidaridad por medio
del servicio recíproco.

La solidaridad se expresa en la estimulación


recíproca al amor y el cuidado comunitario
(10:19-25)
En los capítulos 9 y 10, el autor ha explicado los alcances del sacrificio de Jesús y la
inauguración del nuevo pacto. Ese sacrificio los ha hecho perfectos, es decir, preparados para el
servicio a Dios (10:14). El Nuevo Pacto ya está en función, y los creyentes ya disfrutan no solo
del perdón sino de los beneficios de este pacto (10:15-17). Ahora, al igual que Jesús, nuestro
sumo sacerdote, también los y las creyentes podemos entrar con toda confianza al lugar
santísimo (10:19-21). Ante esa magnífica obra, el autor exhorta a sus lectores a realizar varias
acciones que reflejan una vida consecuente con estos beneficios obrados por Jesús (10:22-25).
Entre esta lista de exhortaciones aparece la solidaridad nuevamente. El autor recalca una vez más
esta solidaridad comunitaria que se expresa en la estimulación al amor recíproco y el buen obrar
(10:24), y también el cuidado comunitario de toda la familia. El llamado a no dejar de

4
congregarse muestra la necesidad de nutrir la cohesión de grupo, de fomentar los espacios que
faciliten la expresión de solidaridad, en especial al ver que el día se acerca (10:25). Ese día ha de
ser la segunda venida de Jesús (10:37). La conciencia de esta inminencia debiera ser suficiente
motor para estimular la solidaridad comunitaria.
En este contexto, el autor les llama a recordar los inicios de su vida cristiana. No sabemos
cómo sería. Lo que deja ver el texto es que ellos también experimentaron algún tipo de
sufrimiento (10:32). Al parecer la persecución y hostilidad fue parte de ese proceso de
padecimiento (10:33). En ese contexto adverso, ellos se mostraron solidarios con otros que
pasaban por circunstancias similares. Mostraron compasión por los presos y aceptaron con gozo
el despojo de sus bienes (10:34-35). Por eso los anima a que recuerden esa época solidaria y no
la disminuyan, sino que con perseverancia la sigan mostrando. Más adelante pondrá a Moisés
como uno que optó por ese tipo de solidaridad. Cuando era ya poderoso, optó por identificarse
con la aflicción de su pueblo en lugar de “gozar de los placeres temporales del pecado” (11:25).

La solidaridad de los creyentes es imitación a


Jesús
Al finalizar el sermón, el autor da una serie de recomendaciones que se desprenden de la
enseñanza. Son parte de demostrar gratitud, mediante la cual ofrecemos a Dios un servicio
aceptable, con temor y reverencia (12:28). Entre estas recomendaciones resaltan nuevamente
expresiones de solidaridad comunitaria. Parte recordándoles del amor fraternal (13:1). A esto
agrega la hospitalidad (13:2), la visita a los presos como expresión de profunda solidaridad con
el que sufre (13:3).
Vuelve nuevamente a enfatizar el ministerio sacerdotal actual de Jesús y nos invita a salir
fuera del campamento, estando dispuestos a sufrir. En ese seguimiento de Jesús, somos llamados
a expresar la solidaridad como un tipo de sacrificio de alabanza que agrada a Dios. Esta
solidaridad se expresa en hacer el bien y la ayuda mutua (13:16).

Vemos entonces que la imitación de Jesús que comienza en 3:1 nos lleva por toda la
carta. A través de ella, vemos una y otra vez que la solidaridad es esencial en la comunidad de
creyentes. Es una expresión de lealtad para con el Señor. Es un reflejo de nuestra gratitud a la
obra de Dios en nuestras vidas. Las diversas manifestaciones de solidaridad comunitaria van
desde estimular al amor y las buenas obras, hasta cuidar a quienes comienzan a flaquear en su fe.
Nos obliga a estar atentos en el fortalecimiento de los lazos comunitarios en las reuniones de la
asamblea. Nos lleva a identificarnos con el dolor del perseguido, del vulnerable. En el fondo, es
imitar a Jesús y su continua solidaridad.

Conclusión
Para finalizar, quisiera tomar un párrafo de Nardoni que ilustra lo que hemos venido
diciendo:

Cristo ha tomado todo lo que hay en los seres humanos, menos el pecado, para
redimirlos. Con ello, ha creado una solidaridad que no conoce exclusivismos. El que
Cristo sea varón no crea privilegios que dignifiquen a los hombres y excluyan a las
mujeres. Todos son hermanos y hermanas por igual. En un mundo de partidismos,
exclusivismos y discriminaciones, el respeto, el compromiso y la dedicación de Cristo
por los seres humanos es algo único, sorprendente y conmovedor. Es un hecho que

5
consuela y dignifica; un factor que levanta el corazón y alienta. Estimula a unos a salir de
la indignidad y mueve a otros a ayudarlos a superar su condición de marginados y
oprimidos. Pero es también un grave reproche para los que utilizan los recursos de la
sociedad solo para su propio provecho y enriquecimiento.5

Bibliografía
Ellingworth, Paul. The Epistle to the Hebrews: A Commentary on the Greek Text. Grand Rapids:
Eerdmans, 1993.
Grogan, Geoffrey W. “The Old Testament Concept of Solidarity in Hebrews”. Tyndale Bulletin
49 (1998): 159-173.
Lane, William L. Hebrews 1–8. Word Biblical Commentary 47A Dallas: Word, 1991.
Nardoni, Enrique. “Carta a los Hebreos”. Páginas 1049-1090 de Comentario Bíblico
Latinoamericano. Nuevo Testamento. Editado por Armando J. Levorati. Estella: Verbo
Divino, 2007.
Schreiner, Thomas R. Hebreos. Comentario Evangélico de Teología Bíblica. Bellingham: Tesoro
Bíblico, versión Logos, 2021.

5
Nardoni, “Hebreos”, 1062.

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