Primeros Modelos Atomicos

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PRIMEROS MODELOS ATOMICOS

En el siglo v a.c., el filósofo griego Demócrito expresó la idea de que toda la materia estaba
formada por muchas partículas pequeñas e indivisibles que llamó átomos (que significa
indestructible o indivisible). A pesar de que la idea de Demócrito no fue aceptada por muchos
de sus contemporáneos (entre ellos platón y Aristóteles), ésta se mantuvo. Las evidencias
experimentales de algunas investigaciones científicas apoyaron el concepto del “atomismo”, lo
que condujo, de manera gradual, a las definiciones modernas de elementos y compuestos. En
1808, el científico inglés, profesor John Dalton, formuló una definición precisa de las unidades
indivisibles con las que está formada la materia y que llamamos átomos. El trabajo de Dalton
marcó el principio de la era de la química moderna. Las hipótesis sobre la naturaleza de la
materia, en las que se basa la teoría atómica de Dalton, pueden resumirse como sigue:

1. Los elementos están formados por partículas extremadamente pequeñas llamadas átomos.
Todos los átomos de un mismo elemento son idénticos, tienen igual tamaño, masa y
propiedades químicas. Los átomos de un elemento son diferentes a los átomos de todos los
demás elementos.

2. Los compuestos están formados por átomos de más de un elemento. En cualquier


compuesto, la relación del número de átomos entre dos de los elementos presentes siempre
es un número entero o una fracción sencilla.

3. Una reacción química implica sólo la separación, combinación o reordenamiento de los


átomos; nunca supone la creación o destrucción de los mismos.

En la figura se muestra una representación esquemática de las dos primeras hipótesis.

a) De acuerdo con la teoría atómica de Dalton, los átomos del mismo elemento son
idénticos, pero los átomos de un elemento son distintos de los átomos de otros.
b) Compuesto formado por átomos de los elementos X y Y. En este caso, la proporción de
los átomos del elemento X con respecto a la del elemento Y es de 2:1. Observe que la
reacción química produce sólo un reordenamiento de átomos, no su destrucción o
creación.

Dalton no intentó describir la estructura o composición de los átomos. Tampoco tenía idea de
cómo era un átomo, pero se dio cuenta de que la diferencia en las propiedades mostradas por
elementos como el hidrógeno y el oxígeno sólo se puede explicar a partir de la idea de que los
átomos de hidrógeno son distintos de los átomos de oxígeno.

Estructura del átomo

Con base en la teoría atómica de Dalton, un átomo se define como la unidad básica de un
elemento que puede intervenir en una combinación química. Dalton describió un átomo como
una partícula extremadamente pequeña e indivisible. Sin embargo, una serie de
investigaciones iniciadas alrededor de 1850, y que continuaron hasta el siglo xx, demostraron
claramente que los átomos tienen una estructura interna, es decir, que están formados por
partículas aún más pequeñas, llamadas partículas subatómicas. Estas investigaciones
condujeron al descubrimiento de tres partículas: electrones, protones y neutrones.

El electrón

En la década de 1890, muchos científicos estaban interesados en el estudio de la radiación, la


emisión y transmisión de la energía a través del espacio en forma de ondas. La información
obtenida por estas investigaciones contribuyó al conocimiento de la estructura atómica. Para
investigar este fenómeno se utilizó un tubo de rayos catódicos, precursor de los tubos
utilizados en los televisores (figura 2.3). Consta de un tubo de vidrio del cual se ha evacuado
casi todo el aire. Si se colocan dos placas metálicas y se conectan a una fuente de alto voltaje,
la placa con carga negativa, llamada cátodo, emite un rayo invisible. Este rayo catódico se
dirige hacia la placa con carga positiva, llamada ánodo, que pasa por una perforación y
continúa su trayectoria hasta el otro extremo del tubo. Cuando dicho rayo alcanza la
superficie, recubierta de una manera especial, produce una fuerte fluorescencia o luz brillante.
En algunos experimentos se colocaron, por fuera del tubo de rayos catódicos, dos placas
cargadas eléctricamente y un electroimán (vea la figura 2.3). Cuando se conecta el campo
magnético y el campo eléctrico permanece desconectado, los rayos catódicos alcanzan el
punto A del tubo. Cuando está conectado solamente el campo eléctrico, los rayos llegan al
punto c. Cuando tanto el campo magnético como el eléctrico están desconectados, o bien
cuando ambos están conectados pero se balancean de forma que se cancelan mutuamente,
los rayos alcanzan el punto B. De acuerdo con la teoría electromagnética, un cuerpo cargado,
en movimiento, se comporta como un imán y puede interactuar con los campos magnéticos y
eléctricos que atraviesa. Debido a que los rayos catódicos son atraídos por la placa con carga
positiva y repelidos por la placa con carga negativa, deben consistir en partículas con carga
negativa. Actualmente, estas partículas con carga negativa se conocen como electrones.

Tubo de rayos catódicos con un campo eléctrico perpendicular a la dirección de los rayos
catódicos y un campo magnético externo. Los símbolos N y S denotan los polos norte y sur del
imán. Los rayos catódicos golpearán el extremo del tubo en el punto A en presencia de un
campo magnético, en el punto C en presencia de un campo eléctrico y en el punto B cuando no
existan campos externos presentes o cuando los efectos del campo eléctrico y del campo
magnético se cancelen mutuamente

El físico inglés J. J. Thomson utilizó un tubo de rayos catódicos y su conocimiento de la teoría


electromagnética para determinar la relación entre la carga eléctrica y la masa de un electrón.
El número que obtuvo fue de –1.76 × 108 c/g, en donde c corresponde a coulombs, la unidad
de carga eléctrica. Más tarde, entre 1908 y 1917, R. A. Millikan llevó a cabo una serie de
experimentos para medir la carga del electrón con gran precisión. Su trabajo demostró que la
carga de cada electrón era exactamente la misma. En su experimento, Millikan analizó el
movimiento de minúsculas gotas de aceite que adquirían carga estática a partir de los iones
del aire. Suspendía en el aire las gotas cargadas mediante la aplicación de un campo eléctrico y
seguía su movimiento con un microscopio (figura 2.5). Al aplicar sus conocimientos sobre
electrostática, Millikan encontró que la carga de un electrón es de –1.6022 × 10–19 c. A partir
de estos datos calculó la masa de un electrón:
Masa de electrón = carga carga/masa

= –1.6022 10 × –19 c –1.76 10-8 c/g

= 9.10×10–28g.

Éste es un valor de masa extremadamente pequeño.

Radioctividad

En 1895, el físico alemán Wilhelm Röntgen observó que cuando los rayos catódicos incidían
sobre el vidrio y los metales, hacían que éstos emitieran unos rayos desconocidos. Estos rayos
muy energéticos eran capaces de atravesar la materia, oscurecían las placas fotográficas,
incluso cubiertas, y producían fluorescencia en algunas sustancias. Debido a que estos rayos no
eran desviados de su trayectoria por un imán, no podían contener partículas con carga, como
los rayos catódicos. Röntgen les dio el nombre de rayos X, por su naturaleza desconocida. Poco
después del descubrimiento de Röntgen, Antoine Becquerel, profesor de física en parís,
empezó a estudiar las propiedades fluorescentes de las sustancias. Accidentalmente encontró
que algunos compuestos de uranio oscurecían las placas fotográficas cubiertas, incluso en
ausencia de rayos catódicos. Al igual que los rayos X, los rayos provenientes de los compuestos
de uranio resultaban altamente energéticos y no los desviaba un imán, pero diferían de los
rayos X en que se emitían de manera espontánea. Marie curie, discípula de Becquerel, sugirió
el nombre de radiactividad para describir esta emisión espontánea de partículas o radiación.
Desde entonces se dice que un elemento es radiactivo si emite radiación de manera
espontánea.

La desintegración o descomposición de las sustancias radiactivas, como el uranio, produce tres


tipos de rayos diferentes. Dos de estos rayos son desviados de su trayectoria por placas
metálicas con cargas opuestas (figura 2.6). Los rayos alfa (α) constan de partículas cargadas
positivamente, llamadas partículas α, que se apartan de la placa con carga positiva. Los rayos
beta (β), o partículas β, son electrones y se alejan de la placa con carga negativa. Un tercer
tipo de radiación consta de rayos de alta energía, llamados rayos gamma (γ). Al igual que los
rayos X, los rayos γ no presentan carga y no les afecta un campo externo.

Tres tipos de rayos emitidos por elementos radiactivos. Los rayos β consisten en partículas con
carga negativa (electrones), y por ende son atraídos hacia la placa con carga positiva. Por lo
contrario, los rayos α tienen carga positiva y son atraídos hacia la placa con carga negativa.
Debido a que los rayos γ no tienen carga alguna, su trayectoria no se ve alterada por un campo
eléctrico externo.

El protón y el núcleo

Desde principios de 1900 ya se conocían dos características de los átomos: que contienen
electrones y que son eléctricamente neutros. Para que un átomo sea neutro debe contener el
mismo número de cargas positivas y negativas. Thomson propuso que un átomo podía
visualizarse como una esfera uniforme cargada positivamente, dentro de la cual se
encontraban los electrones como si fueran las pasas en un pastel (figura 2.7). Este modelo,
llamado ―modelo del pudín de pasas‖, se aceptó como una teoría durante algunos años.

Figura 2.7 Modelo atómico de Thomson, conocido como el modelo del ―pudín de pasas‖, por
su semejanza con un postre tradicional inglés hecho con pasas. Los electrones están insertos en
una esfera uniforme con carga positiva.

En 1910, el físico Ernest Rutherford, utilizó partículas α para demostrar la estructura de los
átomos. Junto con su colega Hans Geiger y un estudiante de licenciatura llamado iErnest
Marsden, Rutherford efectuó una serie de experimentos utilizando láminas muy delgadas de
oro y de otros metales, como blanco de partículas α provenientes de una fuente radiactiva
(figura 2.8).
Figura 2.8 a) Diseño experimental de Rutherford para medir la dispersión de las partículas α
mediante una lámina de oro. La mayoría de las partículas α atravesaron la Dra Noelia Medran
lámina de oro con poca o ninguna desviación. Algunas se desviaron con un ángulo grande. En
ocasiones alguna partícula α invierte su trayectoria. b) Esquema amplificado de la trayectoria
de las partículas α al atravesar o ser desviadas por los núcleos.

Observaron que la mayoría de las partículas atravesaban la lámina sin desviarse, o bien con
una ligera desviación. De cuando en cuando, algunas partículas α eran dispersadas (o
desviadas) de su trayectoria con un gran ángulo. ¡En algunos casos, las partículas α regresaban
por la misma trayectoria hacia la fuente radiactiva! Éste fue el descubrimiento más
sorprendente, pues según el modelo de Thomson, la carga positiva del átomo era tan difusa
que se esperaría que las partículas α atravesaran las láminas sin desviarse o con una desviación
mínima.

Tiempo después, Rutherford pudo explicar los resultados del experimento de la dispersión de
partículas α utilizando un nuevo modelo de átomo. De acuerdo con Rutherford, la mayor parte
de los átomos debe ser espacio vacío. Esto explica por qué la mayoría de las partículas α
atravesaron la lámina de oro sufriendo poca o ninguna desviación. Rutherford propuso que las
cargas positivas de los átomos estaban concentradas en un denso conglomerado central dentro
del átomo, que llamó núcleo. Cuando una partícula α pasaba cerca del núcleo en el
experimento, actuaba sobre ella una gran fuerza de repulsión, lo que originaba una gran
desviación.

Además, cuando una partícula α incidía directamente sobre el núcleo, experimentaba una
repulsión tan grande que su trayectoria se invertía por completo. Las partículas del núcleo que
tienen carga positiva reciben el nombre de protones. En otros experimentos se encontró que
los protones tienen la misma cantidad de carga que los electrones y que su masa es de
1.67262×10–24 g, aproximadamente 1 840 veces la masa del electrón con carga opuesta.
Hasta este punto, los científicos visualizaban el átomo de la siguiente manera: la masa del
núcleo constituye la mayor parte de la masa total del átomo, pero el núcleo ocupa sólo 1/1013
del volumen total del átomo. Las dimensiones atómicas (y moleculares) se expresarán aquí de
acuerdo con la unidad del sistema internacional de medidas llamado picómetro (pm), donde 1
pm = 1 × 10–12 m El radio típico de un átomo es aproximadamente de 100 pm, en tanto que el
radio del núcleo atómico es sólo de 5 × 10–3 pm. Se puede apreciar la diferencia relativa entre
el tamaño de un átomo y su núcleo imaginando que si un átomo tuviera el tamaño de un
estadio olímpico, el volumen de su núcleo sería comparable con el de una pequeña canica.
Mientras que los protones están confinados en el núcleo del átomo, se considera que los
electrones están esparcidos alrededor del núcleo y a cierta distancia de él.

El concepto de radio atómico tiene utilidad experimental, pero no debe suponerse que los
átomos tienen dimensiones o superficies bien definidas. Las regiones externas de los átomos
son relativamente “difusas”.

El neutrón

El modelo de Rutherford de la estructura atómica dejaba un importante problema sin


resolver. Se sabía que el hidrógeno, el átomo más sencillo, contenía sólo un protón, y que el
átomo de helio contenía dos protones. Por tanto, la relación entre la masa de un átomo de
helio y un átomo de hidrógeno debería ser 2:1. (Debido a que los electrones son mucho más
ligeros que los protones, se puede ignorar su contribución a la masa atómica.) Sin embargo, en
realidad la relación es 4:1. Rutherford y otros investigadores habían propuesto que debería
existir otro tipo de partícula subatómica en el núcleo, hecho que el físico inglés James
Chadwick probó en 1932. Cuando chadwick bombardeó una delgada lámina de berilio con
partículas α, el metal emitió una radiación de muy alta energía, similar a los rayos γ.
Experimentos posteriores demostraron que esos rayos en realidad constan de un tercer tipo
de partículas subatómicas, que chadwick llamó neutrones, debido a que se demostró que eran
partículas eléctricamente neutras con una masa ligeramente mayor que la masa de los
protones. El misterio de la relación de las masas ahora se podía explicar. En el núcleo de helio
existen dos protones y dos neutrones, en tanto que en el núcleo de hidrógeno hay sólo un
protón y no hay neutrones; por tanto, la relación es 4:1. En la figura 2.9 se muestra la
localización de las partículas elementales (protones, neutrones y electrones) en un átomo.
Existen otras partículas subatómicas, pero el electrón, el protón y el neutrón son los tres
componentes fundamentales del átomo que son importantes para la química.
Figura 2.9 Los protones y los neutrones de un átomo están confinados en un núcleo
extremadamente pequeño. Los electrones se representan como ―nubes‖ que circundan al
núcleo.

Número atómico, número de masa e isótopos

Todos los átomos se pueden identificar por el número de protones y neutrones que contienen.
El número atómico (Z) es el número de protones en el núcleo del átomo de un elemento. En un
átomo neutro el número de protones es igual al número de electrones, de manera que el
número atómico también indica el número de electrones presentes en un átomo. La identidad
química de un átomo queda determinada por su número atómico. Por ejemplo, el número
atómico del flúor es 9. Esto significa que cada átomo de flúor tiene 9 protones y 9 electrones.
O bien, visto de otra forma, cada átomo en el universo que contenga 9 protones se llamará de
manera correcta ―flúor‖.

El número de masa (A) es el número total de neutrones y protones presentes en el núcleo de un


átomo de un elemento. Con excepción del hidrógeno, que tiene un protón y no tiene
neutrones, todos los núcleos atómicos contienen tanto protones como neutrones. En general,
el número de masa está dado por

número de masa = número de protones + número de neutrones = número atómico + número


de neutrones

El número de neutrones en un átomo es igual a la diferencia entre el número de masa y el


número atómico (A – Z). Por ejemplo, si el número de masa de un átomo de boro es 12 y su
número atómico es 5 (que indica 5 protones en el núcleo), entonces el número de neutrones
es 12 – 5 = 7. Observe que las tres cantidades (número atómico, número de neutrones y
número de masa) deben ser enteros positivos o números enteros.

La tabla periódica

Más de la mitad de los elementos que se conocen en la actualidad se descubrieron entre 1800
y 1900. Durante este periodo los químicos observaron que muchos elementos mostraban
grandes semejanzas entre ellos. El reconocimiento de las regularidades periódicas en las
propiedades físicas y en el comportamiento químico, así como la necesidad de organizar la
gran cantidad de información disponible sobre la estructura y propiedades de las sustancias
elementales, condujeron al desarrollo de la tabla periódica, una tabla en la que se encuentran
agrupados los elementos que tienen propiedades químicas y físicas semejantes. En la tabla
periódica moderna, los elementos están acomodados de acuerdo con su número atómico (que
aparece sobre el símbolo del elemento), en filas horizontales, llamadas periodos, y en
columnas verticales, conocidas como grupos o familias, de acuerdo con sus semejanzas en las
propiedades químicas. Observe que los elementos 112 a 116 y 118 se han sintetizado
recientemente, razón por la cual aún carecen de nombre.

Los elementos se dividen en tres categorías: metales, no metales y metaloides. Un metal es


un buen conductor del calor y la electricidad, en tanto que un no metal generalmente es mal
conductor del calor y la electricidad. Un metaloide presenta propiedades intermedias entre los
metales y los no metales. La mayoría de los elementos que se conocen son metales; sólo 17
elementos son no metales y ocho son metaloides. De izquierda a derecha, a lo largo de
cualquier periodo, las propiedades físicas y químicas de los elementos cambian en forma
gradual de metálicas a no metálicas.

En general, se hace referencia a los elementos en forma colectiva, mediante su número de


grupo en la tabla periódica (grupo 1A, grupo 2A, y así sucesivamente). Sin embargo, por
conveniencia, algunos grupos de elementos tienen nombres especiales. Los elementos del
grupo 1A (Li, Na, K, Rb, Cs y Fr) se llaman metales alcalinos, y los elementos del grupo 2A (Be,
Mg, Ca, Sr, Ba y Ra) reciben el nombre de metales alcalinotérreos. Los elementos del grupo 7A
(F, Cl, Br, I y At) se conocen como halógenos, y los elementos del grupo 8A (He, Ne, Ar, Kr, Xe y
Rn) son los gases nobles o gases raros.

La tabla periódica es una herramienta útil que correlaciona las propiedades de los elementos
en forma sistemática y ayuda a hacer predicciones respecto del comportamiento químico.

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