Apunte Ambiental PDF
Apunte Ambiental PDF
Apunte Ambiental PDF
•
Ecología, ciencia de lo global y lo complejo. Ecología y Derecho.
Para regular la naturaleza es preciso conocerla. Comprender sus ritmos, sus ciclos, sus
equilibrios, su facultad de regeneración, las potencialidades de reconstitución de sus recursos
y saber dónde están sus límites críticos de irreversibilidad.
En 1866, el zoólogo y biólogo Ernst Haeckel se refirió a la importancia de la relación del
animal con su medio, tanto orgánico, como inorgánico introduciendo por primera vez el
término “ecología” en su trabajo “Morfología General del Organismo”. Desde el punto de vista
etimológico Ökologie (alemán), proviene del griego, oikos: casa o lugar para vivir y logos:
ciencia. La ecología es por lo tanto, la ciencia que estudia las relaciones de los seres vivos
entre sí y con su habitat.
De esta manera, Haeckel la define como “la ciencia de las relaciones de los organismos con
el mundo exterior, en el cual nos podemos reconocer como factores de lucha por la
existencia”. Entre estos factores, son incluidas las características físicas y químicas del
hábitat, el clima, la calidad del agua, la naturaleza del suelo, así como el conjunto de las
relaciones favorables o desfavorables de unos organismos para con otros.
Como sucede con toda ciencia, el desarrollo de la ecología se da a veces de modo
resplandeciente, y otras dubitativo y caótico. Y como toda ciencia, la ecología también es hija
de su tiempo, por ello en el transcurso de un tumultuoso siglo XX, se cruzó, y a veces abrazó,
las ideologías que se disputaban la delantera en las ciencias políticas. Por ello no podemos
estudiarla idealizándola como un saber lineal, infalible e imparcial.
Aunque también es cierto que, a través de sus dudas y sus errores, la ecología fue
progresivamente imponiendo una visión integrada y dinámica de las relaciones entre las
especies, incluyendo la especie humana y el ambiente.
Se destacan así dos ideas esenciales: la globalidad y la “procedimentalidad”.
1. Globalidad
La ecología utiliza conceptos que se caracterizan por ser fundamentalmente “englobantes”,
abarcativos:
Página 1 de 225
1 BIOTOPO: ambiente abiótico de la comunidad de vida, es decir la luz, la atmósfera y
el agua.
•
En definitiva, podemos afirmar que la globalidad constituye un eje central y lo vemos, por
ejemplo, en la definición del concepto de clima que brinda la Convención de Río sobre
Cambio Climático: “Por "sistema climático" se entiende la totalidad de la atmósfera, la
hidrosfera, la biosfera y la geosfera, y sus interacciones ”1.
La ecología se caracteriza por un complejo ajuste de las escalas de tiempo y espacio, lo que
no facilita el trabajo del jurista: el tiempo extremadamente largo de las formaciones
geológicas y gaseosas (la capa de ozono que protege el planeta de los rayos ultravioletas se
formó en dos billones de años, los combustibles fósiles son producto de centenas de millones
de años de actividad fotosintética) convive con regulaciones espontáneas, en cuanto que las
proyecciones planetarias se combinan con acciones puramente locales.
2. Procedimentalidad
Esta idea se refiere a las innumerables transformaciones físicas, químicas, energéticas y
biológicas que tienen lugar en los ecosistemas y entre éstos, con el fin de mantener su
integridad, su diversidad y su potencial evolutivo.
En el plano normativo esta idea ha sido receptada, por ejemplo, en la definición del concepto
de diversidad biológica que brinda la Convención de Río en la materia, ratificada por Ley N°
24.375, a saber: “la variabilidad de organismos vivos de cualquier fuente, incluidos, entre
otras cosas, los ecosistemas terrestres y marinos y otros ecosistemas acuáticos y los
complejos ecológicos de los que forman parte; comprende la diversidad dentro de cada
especie, entre las especies y de los ecosistemas ”2.
De esta representación dinámica de los fenómenos naturales se derivan las ideas de ciclo, de
reversibilidad, de equilibrio, etc. Las representaciones cíclicas de los cambios naturales
ilustran todos los manuales de ecología: el ciclo del agua, del carbono, la fotosíntesis, etc.
Toda la naturaleza parece funcionar como una inmensa fábrica de reciclaje y tratamiento de
la energía y de materia.
Esta certeza sugiere la imagen tranquilizadora de la reversibilidad: va a volver siempre a lo
mismo. Y se piensa que la misma intervención humana se inscribe también en esta lógica y
por ello no debería preocuparnos.
Sin embargo hoy percibimos cuánto de engaño tiene esta imagen: las intervenciones
humanas, cada vez más fuertes y concentradas en el tiempo, interrumpen los ciclos naturales
y por sus efectos acumulativos, nos aproximan a los límites de la irreversibilidad.
Incluso sin tener en cuenta las intervenciones humanas, la ciencia ecológica está más
consciente que nunca de la irreversibilidad a largo plazo de la naturaleza. Podemos decir sin
Página 2 de 225
temor a equivocarnos que la naturaleza, al igual que la historia, nunca se repite; es apenas al
nivel de la percepción humana que se forma esa impresión de retorno a lo mismo.
Y si estamos de acuerdo en que hay irreversibilidad en la naturaleza, también la idea de
equilibrio debe ser cuestionada. Durante mucho tiempo, los procesos naturales fueron
pensados según un modelo de equilibrio. Se consideraba que por autorregulación los
diferentes componentes de los ecosistemas se ajustaban recíprocamente hasta alcanzar un
punto ideal de estabilización. Esta teoría, sin duda demasiado irónica y estática, es hoy
nuevamente cuestionada.
No sorprende, entonces, que en este contexto de fragilidad del objeto estudiado y de
complejidad de la teoría que lo explica, la idea de incerteza haga su aparición. Todo ello para
gran espanto de los juristas, que frecuentemente imaginan que la ciencia produce certezas,
la ecología científica nos da más preguntas que respuestas.
Pero, tanto juristas como científicos, igualmente movilizados por la urgencia ecológica, son
condenados a entenderse.
Veamos entonces cómo integrar estas ideas de globalidad y procedimentalidad a la
complejidad del funcionamiento del derecho. Para ello deberemos superar dos desafíos:
Todo esto conduce a una cierta “ecologización del derecho”. Una ecologización bienvenida
en tanto significa que las soluciones jurídicas estarán más adaptadas a las especificidades de
los medios a proteger que son globales, complejos y dinámicos, aunque de ninguna manera
es bueno que el Derecho renuncie a su propia especificidad. Entonces, hay que luchar
también por una cierta “juridización de la ecología”: por ella entendemos la imposición en
este dominio, como en cualquier otro abordado por el Derecho, de los valores y garantías que
corresponde promover, el respeto a los procedimientos y a las reglas preestablecidas, a la
publicidad y a la transparencia de las decisiones.
Sólo desde el derecho se pueden multiplicar las ocasiones de debate público, luchar contra la
práctica del secreto administrativo y comercial que opaca la toma de decisiones públicas y
facilitar recursos a particulares y asociaciones de defensa del medio ambiente.
El ambiente, que sin duda es un objeto de la ciencia, es antes que nada y sobre todo una
cuestión democrática. Y el jurista está ahí para recordarlo.
Medio Ambiente, Ambiente Urbano, Ambiente Natural, Ambiente Rural.
Podríamos decir que hablar de medio ambiente, es una redundancia, ya que el concepto
“ambiente” integra la definición de “medio”. En efecto si seguimos a Enrique Leff3 podemos
Página 4 de 225
decir que entendemos que “El ambiente no es la ecología, sino la complejidad del mundo” y
consecuentemente incluye al medio, entendiendo a este como es el sustrato donde se
desarrollan los seres vivos.
El ambiente es uno solo, complejo, sistema dinámico e integrado que tiene un punto natural
de equilibrio (no es una mera acumulación de elementos). Condicionado por factores:
1 el medio,
1 flora,
1 fauna,
1 hombre (individual y/o colectivamente), con todas las actividades que desarrolla, las
recursos naturales que utiliza, los productos que elabora, los desechos que genera
a lo largo de la cadena productiva, etc.
Página 5 de 225
En el siguiente cuadro esquemarizaremos esas dimensiones:
Página 6 de 225
fi
demostrar la necesidad que tiene el ser humano de estos elementos para su vida diaria,
hacemos la siguiente:
1 Los renovables (o de flujo): son aquellos de origen biológico y que son capaces de
reproducirse en un tiempo socialmente aceptable. Están en constante renovación,
sean o no utilizados por el hombre, aunque la renovación natural es mucho más
rápida si éste no interviene (bosques, fauna ictícola).
•
El nacimiento del
PARADIGMA AMBIENTAL.
El estudio del derecho tradicionalmente estuvo signado por la protección de las personas y
sus bienes.
Tal como lo sostiene Martine Rèmond-Gouilloud, si uno sigue la tradición del Derecho
Francés, del que abreva nuestro Derecho Civil, habremos de concluir que desde ese punto
de vista, los recursos están destinados a ser destruidos.
Usus, factus abusus, las tres patas de la trilogía clásica del derecho máximo de la sociedad
capitalista, justifican que un dueño pueda degollar un animal, envenenar un estanque,
destruir un bosque: desde este punto de vista “poco importa la manera, poco importa la
razón: tiene el derecho a destruir”6
Se podrá decir que el Derecho Privado ha puesto cierta cota a este modo de ejercer el
derecho de propiedad desde hace más de cincuenta años, tratando de que ese uso no afecte
el bienestar inmediato de la sociedad. Pero el Derecho Ambiental va mucho más allá: implica
un cambio de actitud ya que “lo que está en juego ya nos es solamente la preservación de los
intereses corporales o materiales de los seres humano afectados por la degradación del
medio natural, sino la preservación del medio en sí mismo, aunque ningún interés humano
esté directamente en juego”.7
Esta irrupción del Derecho Ambiental no se ha dado de la noche a la mañana, sino que es
fruto de una evolución que, como nos lo explica Ricardo Lorenzetti en el siguiente video, va
Página 7 de 225
de una primer etapa retórica a la etapa del Paradigma Ambiental que vivimos en nuestros
días.
En esta conferencia Lorenzetti nos habla de una nueva categoría de bienes, los BIENES
COLECTIVOS, categoría que fue constitucionalmente introducida con la reforma de 1994 y
que coexiste con la de los tradicionales bienes individuales. Ahora bien: el disfrute de estos
dos tipos de bienes sin lugar a dudas puede llevar a tensiones y conflictos. Compatibilizar
este tipo de intereses es posible y es una función del derecho, y el nuevo Código Civil y
Comercial se ha encargado de articular un mecanismo de gobernanza de estos intereses en
juego.
Para comprender de qué estamos hablando cuando nos referimos a Bienes Colectivos,
debemos comprender cuales son las características que ellos presentan. Y para ello
proponemos la lectura del punto “ELEMENTOS DEL PARADIGMA AMBIENTAL. I) El bien
colectivo situado en la esfera social”, de la obra Teoría del Derecho Ambiental (págs. 8 a 12),
disponible en el sitio http://bibliotecaderechoambiental.blogspot.com/p/libros-y-
puclicaciones.html
1https://www.acnur.org/fileadmin/Documentos/BDL/2009/6907.pdf?view=1
2http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/25000-29999/29276/norma.htm
4https://dej.rae.es/lema/ambiente
5https://www.icj-cij.org/files/advisory-opinions/advisory-opinions-1996-es.pdf
•
Guía de estudio
Unidad I
A los efectos de que puedas determinar si comprendiste los contenidos propuestos en esta
Unidad te formulamos una serie de preguntas que entendemos te pueden ayudar:
1 ¿Cuáles son las dos ideas centrales de la ecología y como impactan en el derecho?
Página 8 de 225
1 ¿Que diferencia podemos señalar entre elemento y recurso natural?
1 ¿Que impacto tiene para el derecho el hecho de que la naturaleza sea un bien
escaso?
1 ¿Que son los bienes colectivos, que diferencias tienen con el resto de los bines?
1 ¿Cuáles son las características de estos tipos de bienes y en que consiste cada una
de ellas?
• UNIDAD II: La relación entre la Economía y el Ambiente, la constante tensión entre las dos
OIKOS, el crecimiento económico frente a la finitud de los recursos naturales.
La Interrelación entre las dos ECO
Ecología y Economía tienen una raíz en común que es la palabra griega “Oikos” que
significa casa. Mientras la primera de estas ciencias estudia la casa del hombre, la segunda
la administra, y si bien podría entenderse que teniendo un mismo objeto de estudio su
relación debería ser pacífica y sincrónica, la historia del desarrollo humano nos demuestra
muchas veces todo lo contrario.
Según la visión tradicional, y hasta romántica, en un estado de naturaleza todo circula
continuamente, es decir que lo que cada organismo desecha es utilizado inmediatamente
por otro organismo viviente, y en esto consiste el conocido EQUILIBRIO ECOLÓGICO.
El dióxido de carbono que los hombres expulsamos, es utilizado por los vegetales para
constituir sus tejidos, en tanto el oxígeno que las plantas liberan es el que los humanos y
animales utilizamos para respirar.
Página 9 de 225
Es decir que los procesos naturales los podemos graficar como procesos circulares, en
tanto en la mayoría de los procesos industriales la esquematización se da de forma lineal,
pues en una punta tendríamos los insumos (en muchos casos recursos naturales), en el
centro los sistemas de producción y los productos y en el otro extremo los residuos.-
Desde esta perspectiva los objetivos de las dos ECOS, es decir la preservación del
ambiente y el desarrollo económico, parecen inconciliables, y el objetivo de esta clase es
determinar si esto es realmente así, o si existen intereses y herramientas que permitan la
simbiosis referida y para ello nos haremos las siguientes preguntas:
• PBI: es el indicador que mide el valor que agrega cada sector de la economía a lo
que produjo la anterior en un territorio determinado en el término de un año.
Página 10 de 225
Habiendo planteado someramente la evolución del pensamiento económico en relación a
ambiente, vamos a adentrarnos en tres líneas del pensamiento económico que como bien se
ha señalado no es la aplicación de las ciencias económicas en general a la problemática
ambiental sino la aplicación del medio ambiente como objeto de sus estudios económicos.
Ellas son:
• la Economía Ambiental
• la Economía Ecológica
• la Economía Verde
•
ECONOMÍA AMBIENTAL:
Esta escuela, de raíz neoclásica pone su foco en el principio de escasez, es decir que
sostiene que las cosas (entre ellas los bienes ambientales) tienen valor cuando son escasos
y además -según esta escuela- tienen que tener un dueño, sólo así podrán estar en el
mercado.
Otra idea que incorpora esta escuela es la de la internalización de las externalidades
negativas, es decir que alguien tiene que hacerse cargo en nuestro caso de las afecciones a
los bienes ambientales y ahí encontramos dos vertientes en la escuela; una la de Pigou que
sostiene que ante esas situaciones de desequilibrio en el mercado debe acudir el estado a
los efectos de restablecer el equilibrio a través de políticas activas (subsidios) o
sancionatorias (impuestos).
Por el otro lado la posición de Coase que sostiene que este no es un problema entre
privados y el Estado sino que este es un conflicto entre privados. A esta línea lo que le
interesa es la eficiencia en el modo de resolver la externalidad, no la justicia.
Si bien los pensamientos de estas dos líneas de la Economía Ambiental pueden resultarnos
chocantes, veremos como muchos de los principios e instrumentos para la gestión del
ambiente, encuentran sus basamentos en estos pensamientos. Ejemplos de ellos son el
Principio Contaminador Pagador, los esquemas de cambio de deuda externa por naturaleza
iniciadas, aunque con poco suceso, a partir de la Conferencia de Estocolmo o la
comercialización de bonos verdes establecidas en el Protocolo de Kyoto en la gestión del
cambio climático.
Otras herramientas que debemos a esta escuela son los mecanismos de valorización de los
daños ambientales, los mismos se establecen en base a mercados de sustitución o a
mercados experimentales. Para profundizar sobre este aspecto los invitamos a terminar de
leer el texto de Mang Yu Chang en el que nos muestra diferentes métodos según el bien
ambienta a valuar.
ECONOMÍA ECOLÓGICA:
Esta escuela tiene como principal característica una mirada transdisciplinar en especial con
las ciencias de la naturaleza y en particular las leyes de la termodinámica, a partir de las
cuales demuestran y prevén las repercusiones sobre el ambiente de las acciones humanas.
Página 11 de 225
Herederos de los Ingenieros Ambientalistas, esta escuela se consolida hacia los año 80 del
siglo pasado cuando pretendieron dar respuesta a los problemas ambientales que
emergieron del proceso de recuperación de la economía después de la posguerra, con un
marco teórico más amplio y crítico que el propuesto por la economía ambiental.
En su intención de refutar la visión limitada de la Economía Ambiental, desde este sector se
plantean los siguientes postulados:
Página 12 de 225
Página 13 de 225
◦ “El ecosistema Tierra es cerrado en materiales, aunque abierto en
energía solar”, esto implica que la economía no podrá crecer de modo
ilimitado como plantean las escuelas neoclásicas
•
En virtud de estos fundamentos se demuestra que el hombre no utiliza recursos de
forma aislada sino ecosistemas y que por ello a la hora de determinar su escasez,
su utilidad y el coste de oportunidad de su uso, no deberá hacerse en forma
individual sino teniendo en cuanta todas sus relaciones ecosistémicas.
ECONOMÍA VERDE:
Si bien no hay un concepto unívoco podemos sostener que conforme el Programa
de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) que “la economía verde es la
que mejora el bienestar del ser humano y la equidad social, a la vez que reduce
significativamente los riesgos ambientales y las escaseces ecológicas”1
Como podemos advertir este modelo económico se puede decir que está anclado
sobre los pilares que sustentan el modelo de desarrollo sustentable (el social, el
económico y el ambiental).
La Conferencia de RIO+20 que estudiaremos en la Unidad 5, adoptó este modelo
económico, reconociendo que su implementación deberá efectuarse con el objetivo
puesto en el logro del desarrollo sostenible y la erradicación de la pobreza.
El documento citado reconoce que algunos países sostuvieron que la economía
verde genera oportunidades como:
a) La conciliación del crecimiento de la actividad económica y comercial con la
gestión sostenible de los recursos y el fortalecimiento de la protección ambiental;
b) La inversión en tecnologías agrícolas que permitan una utilización más sostenible
del suelo y de los recursos naturales en general;
c) La reducción de las emisiones de carbono;
d) La promoción, diseminación e inversión en energías renovables;
e) El manejo ambientalmente sostenible de los residuos;
f) La adecuada gestión de los productos químicos;
g) La promoción de patrones de consumo y producción sostenibles, con los países
desarrollados tomando el liderazgo en la implementación de medidas;
h)) La promoción de un hábitat social sostenible, mediante la utilización de
tecnologías limpias en la construcción y de la creación de oportunidades de empleo
en la industria
Página 14 de 225
◦ el impacto del desarrollo económico en función de la extracción y el
agotamiento de los recursos.
EMPRESAS B
En esta línea de conciliación de intereses económicos, con tutela ambiental,
compromiso social y transparencia, nacen las denominadas EMPRESAS B, que
pretenden ser las mejores empresas para el mundo y no sólo del mundo.
Estas empresas tienen un perfil diferente al de las empresas tradicionales, el ánimo
de lucro no constituye un fin sino un medio, buscando transformarse en agentes que
contribuyan a la preservación del ambiente y la inclusión social a largo.
En el desarrollo de sus actividades establecen ecosistemas empresariales y basan
su confianza en esquemas internacionales de certificación de calidad.
Viendo este breve video podremos tomar dimensión de esta nueva forma de
organización empresarial y del impacto que podrá alcanzar en los próximos años.
https://www.youtube.com/watch?v=mHlpoNy4IPE
Página 15 de 225
Hoy la República Argentina cuenta con más de 110 empresas certificadas como
“Empresas B” en distintas áreas de la producción y los servicios. Para conocer más
del Sistema B en nuestro país y en el mundo, te invitamos a visitar la página de
www.sistemab.org
1http://www.pnuma.org/forodeministros/18-ecuador/Reunion%20Expertos/
I n f o r m e % 2 0 E c o n o m i a % 2 0 V e r d e /
ESPANOL%20Economia%20Verde%2016%20DEC%202011.pdf
2 h t t p s : / / w w w. g r e e n g r o w t h k n o w l e d g e . o r g / s i t e s / d e f a u l t / f i l e s /
5%20principles%20of%20GE%20One%20Pager.pdf
3https://sustainabledevelopment.un.org/post2015/transformingourworld
•
UNIDAD 2:
Filosofía y Medio Ambiente. La vinculación del Hombre y su entorno en las distintas épocas
históricas, del antropocentrismo al geocentrismo. La visión de las diferentes escuelas
filosóficas.
Introducción:
El planeta Tierra hasta el momento es el único que cuenta con la capacidad de sustentar la
vida gracias a sus océanos, su atmósfera rica en oxígeno, sus condiciones de temperatura,
etc. El ser humano es la especie más reciente en la historia evolutiva de la Tierra. Y todos
provenimos de un mismo grupo de homo sapiens, ya que nuestro ADN revela que todos
somos una única raza. Los distintos caracteres sólo son las adaptaciones que nuestros
antepasados desarrollaron al poblar los distintos rincones del planeta.
La forma en la que hemos enfrentado la vida tiene una estrecha relación de cómo nos hemos
comportado/relacionado con la naturaleza, lo cual ha sido muy cambiante a lo largo de
nuestra historia.
La visión del universo y de nosotros mismos dentro de cada etapa de la historia nos ha
permitido realizar trascendentes saltos evolutivos, desde el descubrimiento del fuego, el paso
de la vida nómade a la sedentaria y el surgimiento de la agricultura, la aparición de la
escritura y con ella el comienzo de la Edad Antigua, dando surgimiento a los grandes
imperios, nuevos descubrimientos e invenciones marcan el desarrollo de una ciencia con
Página 16 de 225
determinadas características, el mecanicismo, las revoluciones industriales, los grandes
avances tecnológicos y el cambio de paradigma newtoniano/cartesiano/mecanicista a un
nuevo paradigma post-newtoniano o paradigma sistémico/ de complejidad, hasta hablar en
nuestros días de la Crisis Ecológica o nueva era geológica llamada: Antropoceno.
Etapa prehistórica:
“La vida, este milagro del universo, empezó aproximadamente hace cuatro mil (4000)
millones de años, y nosotros los hombres sólo existimos hace doscientos mil (200.000) años,
sin embargo, hemos logrado trastornar este equilibrio tan esencial para la vida”1
En el S. XVIII, el Movimiento romántico moderno, visto- no como una escuela literaria- sino
como una visión del mundo, critica la moderna civilización capitalista occidental en nombre
de ciertos valores sociales, morales o culturales del pasado. El romanticismo protesta contra
la mecanización, la racionalización abstracta, la disolución de los lazos comunitarios y la
cuantificación de las relaciones sociales. Jean Jaques Rousseau es uno de los primeros
representantes de esta sensibilidad romántica revolucionaria y en este contexto
expresaba: “El hombre es bueno por naturaleza y es la sociedad quien lo corrompe”2.
A Fines del S. XIX, se conocen varios ensayos que critican la sociedad industrial de la época
y sus efectos. Thomas Malthus, John Stuart Mill y Henry Thoreau han sido algunas de
aquellas voces.
Sumamente interesantes han sido las diferentes miradas sobre los recursos naturales.
Mencionemos el caso en Estados Unidos referido a dos situaciones puntuales:
•
En la 1era mitad del S. XX continúan observándose bifurcaciones respecto a la
conservación, protección y/o preservación de la naturaleza. Algunos autores la mencionan
como la etapa sectorial del Derecho Ambiental, ya que comienza a protegerse los recursos
naturales por sector (derecho forestal, derecho de la minería, etc.)
Nuevos aportes filosóficos son conocidos como la Escuela de Frankfurt que desarrolla toda
una crítica al eficienticismo, a la civilización industrial (tecnologías
contaminantes + burocracia parasitaria)
Autores como Pierre Teilhard de Chardin, filósofo y teólogo francés escribían la
“Humanización de la Tierra” (1881-1955) y Aldo Leopold: “Etica de la tierra” (1945)
Página 19 de 225
recursos naturales, la contaminación, el crecimiento demográfico, riesgos tecnológicos
(plantas nucleares), etc.
PARADIGMA LINEAL
MECANICISTA
NEWTONIANO-CARTESIANO
Maquinaria de relojería
↓
Página 20 de 225
PARADIGMA SISTÉMICO
Física cuántica relativista
Teoría sistémica
Paradigma de complejidad
Paradigma Ambiental
La Física fue uno de los soportes teóricos más fuertes del modelo Paradigma Newtoniano/
Cartesiano y los descubrimientos de los últimos 50 años de la Física Cuántica, de la teoría
de la relatividad, la cibernética, echaron por tierra sus propias bases.
Las investigaciones del universo subatómico demostraron que las partículas más pequeñas
no son objetos sólidos, aislados e independientes sino que aparecen como una complicada
trama de relaciones entre las partes de un todo unificado. Es decir, las partículas
subatómicas no son “cosas” sino conexiones entre “cosas” que son, a su vez conexiones
entre otras “cosas” y así sucesivamente.
Este modelo propone como realidad última la existencia de una red de sucesos
interconectados que subyace y trasciende a cada individualidad.
Se llega con este modelo de pensamiento a un nuevo concepto de “inquebrantable totalidad”
que niega la idea clásica del mundo constituido por partes existentes en forma separada e
independiente; “el todo, es mucho más, que la suma de las partes”.
La imagen plástica de éste modelo es precisamente una red con esferas. La red alberga
zonas en las que la trama se cruza y forma nudos. Tales nudos representan la organización
individual y aquí revelan su profunda condición; cada esfera, aparentemente separada, es el
resultado del entrecruzamiento del hilado común que las constituye.
El Dr. Stanislav Grof define esta perspectiva con el término HOLOTROPICO y describe este
nivel como aquel que registra el individuo como nudo de una red, que lo constituye y
trasciende. Es decir, que se reconoce atravesado y constituido por todo aquello que existe y
percibe afuera.
Página 22 de 225
• Ecofeminismo (Elizabeth Dodson)
•
En este curso le proponemos profundizar en el Ecocentrismo y para ello los invitamos a leer
el Texto de Andrea Speranza “Ecologia Profunda y Autorealización” (pág 23 a 34) que podran
encontrar en http://bibliotecaderechoambiental.blogspot.com/p/libros-y-puclicaciones.html
Por su raiz Latinoamericana y por su trascendencia en el derecho a través de su
incorporación a las Constituciones de Ecuador y de la Republica Plurinacional de Bolivia,
otra línea de pensamiento que nos interesa resaltar es la del “Buen vivir” que propone un
nuevo paradigma civilizatorio sustentado en el diálogo y armonía con la naturaleza. Para ello
compartiremos este breve texto del sociólogo José María Tolosa titulado “Sumak kawsay,
suma qamaña, buen vivir” el que podrán encontrar en el mismo espacio virtual
En este contexto de crisis ambiental, algunos autores señalan que nos encontramos frente a
un verdadero cambio de Era a la que denominan: Antropoceno. Este concepto se expandió
no sólo en el campo de las ciencias “duras” sino también en el campo filosófico y en las
ciencias sociales y humanas, todas ellas encausadas, repensando esta nueva era en la que
la humanidad se convirtió en una fuerza geológica mayor. Los impactos que la acción
humana global están generando en nuestro planeta, no tiene precedente alguno: el aumento
de emisiones de gases de efecto invernadero, la degeneración del tejido de la vida de la
Tierra y sobre todo la pérdida de biodiversidad, los cambios en los ciclos biogeoquímicos del
agua, nitrógeno y del fósforo, el aumento de población y consumo, etc.
• Respecto del modelo político: ¿Qué tipo de organización necesitamos para una
nueva gobernanza mundial?
• Respecto del modelo ético: ¿Qué tipo de humanidad queremos? ¿Sobre la base de
que valores, que bases éticas fundamos el desarrollo de nuevos modelos de vida?
•
Siguiendo a este autor podemos concluir que la crisis ambiental es una crisis del
Página 23 de 225
pensamiento, del entendimiento, de la ontología y de la epistemología que nos
lleva a repensar la realidad a un “reposicionamiento del ser a través del saber”
La complejidad ambiental remite a la reflexión del conocimiento sobre lo real, lo que lleva a
objetivar a la naturaleza y a intervenirla; a un saber sobre las formas de apropiación del
mundo y de la naturaleza, a través de las relaciones de poder, que se han inscrito en las
formas dominantes de conocimiento.
Para Leff, la complejidad ambiental no es una relación entre el organismo y su medio
ambiente. No emerge de las relaciones ecológicas. Emerge del mundo tocado y trastocado
por la ciencia, por un conocimiento objetivo, fragmentado, especializado.
La ciencia clásica caracterizada por las leyes, la certeza, la causalidad se ve trastocada
frente a una nueva ciencia caracterizada por los eventos, probabilidades, inter y
transdiciplinas, complejidad, caos, etc.
Nos encontramos frente a una nueva racionalidad ambiental: el Saber Ambiental abre una
nueva comprensión del mundo que:
En tal sentido el profesor Vicente Speranza nos enseña; la filosofía ambiental consiste en
“Entender para Atender” en “PENSAMIENTO +ACCION”.
3 https://www.academia.edu/37206095/
PRIMAVERA_SILENCIOSA_LIBRO_EN_ESPA%C3%91OL_PDF_COMPLETO
4 h t t p s : / / w w w. a c a d e m i a . e d u / 3 7 3 1 6 7 9 8 / L o _ p e q u e n o _ e s _ h e r m o s o _ -
_Ernst_Friedrich_Schumacher
5 http://habitat.aq.upm.es/gi/mve/daee/tmzapiain.pdf
Página 24 de 225
6 https://www.redalyc.org/pdf/305/30501605.pdf
•
Guía de estudio
Unidad 2
A los efectos de que puedas determinar si comprendiste los contenidos propuestos en esta
Unidad te formulamos una serie de preguntas que entendemos te pueden ayudar:
Economía Ambiental
• ¿Qué usos de un recurso natural debe tener presente el legisladore al momento de
regular y por qué?
• ¿Qué diferencias hay entre el PBI y el IWI? ¿Qué incidencia tiene la dimensión
ambiental en cada uno de ellos?
• ¿Qué plantean las siguientes escuelas y cuales son sus aportes a la gestión
ambiental?
◦ Economía Ambiental
◦ Economía Ecológica
◦ Economía Verde
•
Filosofía Ambiental
• historia?
Página 25 de 225
• ¿Que escuela filosófica es receptada por Constituciones Latinoamericanas y como
se materializó esa recepción?
Página 26 de 225
• UNIDAD 4: Hacia el nacimiento de un nuevo Derecho
a Caracteres del Derecho Ambiental. Su vinculación con otras ramas del derecho.
•
La metamorfosis del Estado. La cuestión ambiental como problema sociopolítico. El rol
de las Organizaciones No Gubernamentales.
Con la finalización de la segunda guerra mundial asistimos a una modificación del modo de
relacionarse los estados entre sí así como el del papel de los mismos fronteras adentro, en
especial en la definición de sus funciones.
Así, en el ámbito internacional, asistimos al nacimiento de la Organización de las Naciones
Unidas (ONU) en 1945; y de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la
Alimentación (FAO) y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y
la Cultura (UNESCO), en el mismo año, que guardan relación estrecha con la protección del
ambiente, del patrimonio cultural, etc.
En el ámbito interno, especialmente los estados occidentales desarrollados, experimentaron
un cambio muy importante -que se había comenzado a gestar luego de la crisis económica
de los años 30 del siglo pasado-, pasando de sólo atender las funciones clásicas de Estado
de Derecho (salud, justicia, seguridad y educación básica) a incorporar nuevas misiones que
implicaban la presencia activa del estado en el desarrollo de las actividades económicas
(también denominado Estado-Providencia o Welfare State, Estado compensador, Estado
incitador, etc).
En este nuevo contexto el Estado, saliendo de su reserva, pretende conducir un cambio
social en cada una de sus dimensiones: explotación de los recursos estratégicos, agricultura,
industria, empleo, transportes, finanzas, salud, educación, cultura, etc.
El primer y principal efecto de este cambio fue que el Estado, transformado él mismo en
industrial, en agricultor, en transportista, en comerciante y hasta en banquero, movilizó todos
sus recursos (financieros y normativos) para garantizar el indiscutible objetivo del
“crecimiento”.
La suba del producto bruto interno y el pleno empleo se imponían como normas supremas de
la acción colectiva. Todo parecía tener que ceder ante la ley del progreso entendido esto
desde una perspectiva occidental.
De este cambio de roles del Estado, éste pasa, en gran medida, a agravar la alteración de los
Página 27 de 225
ecosistemas.
Así, irónicamente, el primer factor explicativo de la emergencia de un Derecho Administrativo
Ambiental es la transformación del Estado, convirtiéndose simultáneamente en
contaminador y en el encargado de luchar contra los atentados al ambiente.
Concomitantemente con ello en 1948 se creó en Francia la IUCN1 (Unión Internacional para
la Conservación de la Naturaleza), cuya sede se encuentra en la actualidad en Gland, en las
proximidades de Ginebra, Suiza, y que desde horas tempranas ha cumplido una importante
tarea en materia de conservación de los recursos naturales.
Por esos años el mundo académico también comienza a dar cuenta de los problemas que
acarreaba este modelo de producción y consumo. Ya en 1949 Henry Fairfield Osborn Jr. (Pte.
de la Sociedad Zoológica de N.Y) alertaba sobre los riesgos creado por la humanidad en “Le
planete au pillage”.2
El replanteo filosófico producido a nivel mundial en la década del ´60 del Siglo XX, que tuvo
tuvo un gran impacto en materia política y social, tuvo dos claros exponentes en el Mayo
francés y el Movimiento hippie en los Estados Unidos, los que -entre otros movimientos
sociales- comenzaron a cuestionar fuertemente el modelo de la sociedad de consumo
capitalista que imperaba en occidente, al tiempo que remarcaron la necesidad de redefinir los
conceptos de “crecimiento” y “desarrollo”.
De igual modo se produjo una reacción en el ámbito de la comunidad científica internacional
–que no estuvo exenta de críticas y controversias– orientada a despertar la conciencia de las
personas sobre los problemas ambientales cada vez más acuciantes que afectaban a la
humanidad.
En efecto, a partir de 1960 varios estudios científicos comenzaron a advertir sobre la finitud y
el agotamiento de los recursos naturales, la contaminación, los riesgos deparados por el
desarrollo desmedido de la tecnología y las consecuencias negativas que el veloz
crecimiento demográfico, sobre todo en algunas regiones del mundo, estaban teniendo sobre
el ambiente. Uno de los más significativos -y que ya hemos referido al estudiar Filosofía en la
Unidad 2- fue la obra de la bióloga norteamericana llamada Rachel Carson, denominada
Silent spring en la cual refería los efectos ambientales negativos que estaba demostrando el
uso de los agroquímicos en la agricultura.
Entre otros trabajos de estos años podemos señalar “Science and Survival” del biólogo
norteamericano Barry Commoner; “The economics for the Comming Spaceship Earth” de
Kenneth Bouling, “The population bomb” de la Academia Nacional de Ciencias de EEUU, en
el que se hace referencia al agotamiento de los recursos y explosión demográfica,
“Population, Resources, and Enviroment” de Paul y Anne Ehrlich sobre el crecimiento
demográfico y su impacto en el ambiente y “Only one earth” de René Dubois y Barbara Ward.
Es de destacar en esta etapa el nacimiento de dos grandes ONGs destinadas a la protección
del ambiente, la WWF3 en Morgés (Suiza) en 1961 y Greenpeace4 en Vancouver (Canadá)
en 1971.
El campo institucional tampoco estuvo ausente de esta ola contestataria. Uno de los
principales propulsores del cambio de paradigma en el modelo de relacionarse el hombre con
la naturaleza fue el Club de Roma5, una organización constituida hacia 1968 por un grupo de
personalidades destacadas del quehacer científico, académico, político, etc. a nivel mundial,
que promovían y financiaban investigaciones encaminadas a demostrar las consecuencias
Página 28 de 225
negativas que traería al planeta el desarrollo desmedido que se observaba, entre las cuales
sobresalía -por cierto- las que se verificaban en materia ambiental.
En 1970 el Club de Roma encargó al Massachussetts Institute of Technology (MIT) la
realización de un estudio sobre las tendencias y los problemas económicos que afectaban al
mundo. Dicho informe fue publicado en 1972 bajo el título Los límites del crecimiento, aunque
también fue conocido con el nombre de Informe Meadows, en honor al Director del equipo
que había llevado adelante la investigación, Profesor Dennis Meadows.
Para la realización de la investigación se utilizaron las técnicas de análisis de dinámica de
sistemas más avanzadas de la época. El estudio, en sí, consistió en la combinación entre sí
de una serie de variables (producción, recursos naturales existentes, crecimiento
demográfico, contaminación, etc.) con el objeto de calcular tendencias a futuro, para lo cual
se introdujeron dichos criterios y datos estadísticos en un ordenador y se utilizó un programa
de última tecnología.
El resultado fue ciertamente desalentador: si los niveles de consumo, reservas naturales,
contaminación y crecimiento poblacional se mantenían, auguraba una grave crisis en materia
de producción (y, por ende, alimentaria) hacia el año 2000, que invertiría el proceso de
crecimiento de la población.
Algunas modificaciones y variantes que se introdujeron luego en los criterios de análisis, poco
y nada alteraron los resultados finales, que resultaban poco menos que apocalípticos.
Una de las conclusiones más importantes del Informe, rezaba: “Si la industrialización, la
contaminación ambiental, la producción de alimentos y el agotamiento de los recursos
mantienen las tendencias actuales de crecimiento de la población mundial, este planeta
alcanzará los límites de su crecimiento en el curso de los próximos cien años. El resultado
más probable sería un súbito e incontrolable descenso, tanto de la población como de la
capacidad industrial…”.6
Si bien la publicación de este Informe implicó una alerta para la comunidad internacional y
auspició un replanteo conceptual en muchos órdenes, sus conclusiones fueron también
objeto de crítica.
Más allá de este informe, el balance de la salud del planeta en los inicios de los años ´70 se
revelaba tan catastrófico que ya no era posible esconder el hecho a la población. Por todos
lados aparecían las del calentamiento del clima como consecuencia de aumento vertiginosos
de la producción de gases con efecto invernadero, como el famoso CO2; la pérdida de la
calidad de la atmósfera, atacada por los CFC y otros compuestos clorados produciéndose un
debilitamiento de la capa de ozono; la perdida de la calidad de la tierra como causa de la
dolencias deforestación indiscriminada la que produce desertificación y reducción vertiginosa
de la biodiversidad; el envenenamiento del aire, del agua, y de la tierra por los residuos
tóxicos y sofocamiento bajo montañas de basura.
Ante estas circunstancias el Estado es intimado a reaccionar y la reacción llega, a principio
de los años setenta, al mismo tiempo que aparecen las primeras crisis del Estado
providencia (el primer choque petrolífero data de esta época).
Todo está así preparado, en un marco de tensión entre países desarrollados y países en vías
de desarrollo, para la aparición de una nueva rama del Derecho, en el marco de la la
Primera Conferencia Mundial sobre Medio Ambiente.
Como explica Gonzalo Sozzo, “el surgimiento de la conciencia acerca del problema ambiental
Página 29 de 225
y de la existencia de una ‘crisis ambiental’, tiene diferentes vertientes –muy heterogéneas–
para concebirla y que postulan distintos medios para hacerla efectiva. En el plano jurídico
institucional la reacción tomó mayormente la fisonomía de una rama del Derecho, el Derecho
Internacional Ambiental, que se encarga de regular el problema ambiental –principalmente el
origen, la cuestión de la contaminación y la administración de las recursos naturales–
empleando para ello los conocimientos de una nueva disciplina científica emergente la
ecología.”7
Caracteres del Derecho Ambiental. Su vinculación con otras ramas del derecho.
•
La incorporación de la dimensión ambiental en el Derecho Privado Argentino.
a Orientan al legislador para que las leyes que se dicten se ajusten a ellos;
Página 31 de 225
a Tienen una función interpretadora, operando como criterio orientador del juez o del
intérprete;
a Sirven de filtro o purificador, cuando existe una contradicción entre estos principios y
determinadas normas que, quieran aplicarse a la rama específica;
• En resumen, de las funciones que cumplen los principios podemos destacar las siguientes:
a) función de información; b) función de interpretación; c) los principios como filtros; d) los
principios como diques; e) los principios como integradores del derecho.
En el caso del Derecho Ambiental Silvia Jaquenod de Szögön10 nos dice que son principios
rectores “los postulados fundamentales y universales que la razón especula, generalizando
por medio de la abstracción las soluciones particulares que se obtienen partiendo de la
justicia y la equidad social” y agrega “son principios rectores generales por su naturaleza y
subsidiarios por su función, porque suplen las lagunas de las fuentes formales del derecho”.
En tanto Eduardo Pigretti sostiene que “el Derecho Ambiental constituye a su vez, un nuevo
ámbito de responsabilidad, con criterios, principios e instituciones singulares“
a en los casos de principios competitivos hay que dar a cada uno lo suyo, de allí que
el juez deba considerar cuál es el punto de equilibrio entre lo que se da a unos y se
saca a otros y cómo ponderar los valores en juego.
•
Los principios y los valores.
Los valores son los fines del derecho ambiental. Los principios el fundamento mismo, su
espíritu e identidad, pero al mismo tiempo señalan un camino.
Los valores son como el canto de la sirena, nos llaman o atraen, dando un sentido a lo que
hacemos, marcan una dimensión axiológica, una orientación a las razones técnicas.
Los "valores ambientales" son portadores de la ética ambiental13 y se levantan como la
dimensión axiológica de nuestra disciplina.
La Ley General del Ambiente N° 25.67514 contiene los fines o metas de la especialidad o
valores jurídicos en su artículo 2 y los principios jurídicos (artículos 4º y 5º), que constituyen
la base misma de esta novísima disciplina jurídica.
En cuanto al valor, la Corte Suprema, dijo que el ambiente es un "bien colectivo"15 y como tal
de naturaleza indivisible, supraindividual, de pertenencia comunitaria, y que se ubica en la
Página 33 de 225
esfera social de los individuos, pero también puso de manifiesto el deber de preservar.
Así, la tutela del ambiente requiere decisiones complejas en el plano de los valores jurídicos.
En ese sentido, cabe destacar que el artículo 1º - Fuentes y Aplicación del Código Civil y
Comercial-, establece como regla que la interpretación "debe ser conforme con la
Constitución Nacional" (fórmula del derecho privado constitucional). Aunque sabido, se
recuerda especialmente, que a partir de la reforma de 1994, el Derecho Ambiental es un
derecho constitucional. De manera que la Autoridad de Aplicación de la norma (la
administración o el juez), deberá ponderar el juicio, a luz de las reglas y los principios
constitucionales de derecho ambiental.
Además el artículo 2º- Interpretación del Código Civil y Comercial, dispone que "la ley debe
ser interpretada teniendo en cuenta los principios y los valores jurídicos".
Desde la doctrina, se han ensayado diversas denominaciones, tales como "principios
rectores" de derecho ambiental o "principios generales del derecho ambiental" o "principios
jurídicos del nuevo derecho de la sustentabilidad". O como lo prefiere denominar la ley
25.675, "Principios rectores de las políticas medioambientales".
a de buena vecindad
Página 36 de 225
a de cooperación
El segundo de los principios -el de Cooperación- sienta sus bases en la necesidad de hacer
un aprovechamiento racional y equitativo de los recursos naturales compartidos, por una
parte, y por la otra parte en el no reconocimiento de los límites políticos de las afecciones al
ambiente, lo que torna vano cualquier esfuerzo individual.
La Declaración de Río de Janeiro´92 resalta este principio en las palabras iniciales al
expresar que su objetivo es el de “establecer una alianza mundial nueva y equitativa
mediante la creación de nuevos niveles de cooperación entre los Estados, los sectores claves
de las sociedades y las personas”.
Todos conocemos la finitud de los recursos naturales, así como el interés de cada estado de
aprovechar de esos recursos. A nivel internacional este principio suele entrar en colisión con
el Principio de Soberanía de los Estados respecto de sus recursos naturales, mas esa
tensión no existe en el ámbito interno, aunque sí los conflictos por la utilización de los
recursos compartidos, claro ejemplo de ello son los conflictos por el uso del agua y la gestión
de las cuencas hídricas entre distintas provincias argentinas.
Esta gestión cooperativa en el uso racional de los recursos y en la mitigación de los daños,
como lo señala Raúl Estrada Oyuela, “no es otra cosa que una necesidad biológica y de
subsistencia”26.
PRINCIPIO DE PREVENCIÓN:
Desde la óptica de la especialidad, todo el instrumental jurídico ambiental está orientado para
evitar la consumación del daño. Cuando se actúa después que ocurrió el hecho dañoso la
solución tardía es inútil, porque el daño ambiental es expansivo, multiplicador, continuo o
permanente
El ingreso del principio de prevención al Código Civil y Comercial, fortalece la postura de
defensa del ambiente. Adoptar medidas que eviten o disminuyan la magnitud de un daño, o
Página 37 de 225
no agravar el daño si ya se produjo, es una fórmula perfecta para el derecho ambiental.
El énfasis "preventivo" (frente al riesgo cierto) o "precautorio" (en situaciones de peligro de
daño grave o irreversible aun cuando hubiera ausencia de información o de certeza
científica), son características salientes del derecho ambiental.
Dice el artículo 41 de la Constitución Nacional que “Todos los habitantes gozan del derecho a
un ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano y para que las actividades
productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de las generaciones
futuras; y tienen el deber de preservarlo…”.
Al respecto, y con relación se recuerda que la Corte Suprema de Justicia de la Nación, ha
expresado: "La tutela del ambiente importa el cumplimiento de los deberes que cada uno de
los ciudadanos tienen respecto del cuidado de los ríos, de la diversidad de la flora y la fauna,
de los suelos colindantes, de la atmósfera. Estos deberes son el correlato que esos mismos
ciudadanos tienen a disfrutar de un ambiente sano, para sí y para las generaciones futuras,
porque el daño que un individuo causa al bien colectivo se lo está causando a sí mismo. La
mejora o degradación del ambiente beneficia o perjudica a toda la población, porque es un
bien que pertenece a la esfera social y transindividual, y de allí deriva la particular energía
con que los jueces deben actuar para hacer efectivos estos mandatos constitucionales"27.
La ley General del Ambiente en su artículo 4 (principios) establece que “Las causas y las
fuentes de los problemas ambientales se atenderán en forma PRIORITARIA E INTEGRADA,
tratando de prevenir los efectos negativos que sobre el ambiente se pueden producir” este
principio es conocido también como el Principio de corrección en la fuente.
Como lo analizaramos en el punto de la incorporación de la dimensión ambiental en el
Derecho Privado Argentino, la incorporación de la función preventiva a la responsabilidad civil
ha sido uno de los mayores aportes en la preservación del ambiente.
a Se aplica con un criterio caso por caso, no se aplica de manera absoluta sino con un
criterio relativo, dependiendo de las circunstancias del caso en particular.
a Es equitativa.
Ante esta incerteza, la evaluación científica del riesgo de producción del daño es un
elemento central en la aplicación del principio precautorio.
Es en esta instancia en que se encuentra (el legislador o el regulador) frente a un contexto de
muy difícil análisis ya que no existe una elemento cierto o concreto para anticipar la
existencia de un riesgo. El agente encargado de efectuar dicha evaluación no cuenta con
elementos concretos que pueda sopesar a efectos de mensurar un posible daño.
A diferencia del principio preventivo (artículo 4º de la Ley 25.675), el cual también
tiende a evitar un daño futuro pero cierto y mensurable, en el caso del principio
precautorio, la evaluación del riesgo del daño es mucho más compleja dada la falta de
certeza de su producción.
Roberto Andorno afirma que “en el caso de la “prevención”, la peligrosidad de la cosa o de la
actividad es bien conocida, y lo único que se ignora es si el daño va a producirse en un caso
concreto. En cambio, en el caso de la “precaución”, la incertidumbre recae sobre la
peligrosidad misma de la cosa, dado que los conocimientos científicos son todavía
insuficientes para dar respuesta acabada al respecto”.
Es decir que pese a la existencia de un peligro o amenaza de ocurrencia de un daño, es de
extrema dificultad prever que ocurra y qué daños ocasionará.
Ahora bien no cualquier daño es capaz de despertar la aplicación del principio precautorio. La
Ley General de Ambiente establece la necesidad de que exista una amenaza de daño grave
o irreversible, lo cual genera, a criterio de Ricardo Lorenzetti dos objeciones:
Página 40 de 225
• Como primer medida debemos decir que la necesidad a la cual apunta el principio
precautorio de que el daño sea grave o irreversible, implica imponer un marco de
razonabilidad en la aplicación del mismo, lo cual significa que no pueda ser aplicado a
cualquier tipo de situación sino que más bien sea aplicable a casos de daños de extrema
gravedad y que a priori sean irreversibles.
Por último la aplicación de este principio nos lleva a una modificación importante del
esquema de la carga probatoria. Sin entrar en mayores profundidades respecto al proceso
ambiental, es importante aclarar que a raíz de la incorporación de los principios de
prevención y precaución al esquema regulatorio ambiental nacional, existe una inversión de
la carga probatoria dado que no estamos frente al principio de quien alega un hecho (en este
caso un potencial daño) debe probarlo, sino que es el promotor de la actividad
potencialmente dañosa quien debe probar la inexistencia de esa amenaza o peligro de daño.
En palabras del Dr. Antonio Benjamin29, “...ya no cabe a los titulares de los derechos
ambientales probar los efectos negativos (ofensividad) de emprendimientos llevados a la
apreciación del bien público, como es el caso de los instrumentos afiliados al régimen de
simple prevención, por ejemplo, el estudio de impacto ambiental, (sino que) se impone a los
degradadores potenciales la carga de probar la inofensividad de la actividad propuesta.”
Se advierte una tendencia jurisprudencial, en casos que alojan situaciones de riesgo
dudosas, que nuestros tribunales, movidos por motivos de prudencia, recurren a este
principio, aunque en ocasiones para fortalecer la aplicación del principio de prevención. Ello
ha llevado a una más enérgica actuación de la Justicia, en etapas previas a la consumación
del daño. Ejemplo de ello es el caso "Salas, Dino c. Provincia de Salta y otros” (CSJN del año
2009) en el que la CSJN, en su pronunciamiento del 29 de diciembre de 2008, dispuso el
cese provisional de los desmontes y talas de bosques nativos en los departamentos de San
Martín, Orán, Rivadavia y Santa Victoria, autorizados por la Provincia de Salta durante el
último trimestre del año 2007. “
Dice Lorenzetti que “somos conscientes desde el punto de vista jurídico, que este novedoso e
"inescrutable" principio precautorio, despierta esperanzas (en la mayoría de los
ambientalistas), y desconfianza (principalmente, en sectores ligados a la actividad productiva
o de riesgo).
Esperanza, porque partiendo del presupuesto de hecho que se trata de adoptar medidas de
seguridad cuando se desarrolla actividades de riesgo (peligro, amenaza) de daño grave o
irreversible, aun en frente a la duda técnica (ausencia de información o falta de certeza
científica), por lo que se debe exigir la adopción de medidas eficaces en función de los
costos, para impedir la degradación del ambiente. Desconfianza, porque asusta la
potencialidad de este instrumento de defensa ambiental, que según esta versión,
transformaría a la misma, en un valor absoluto, contrariando el riesgo del desarrollo o
poniendo rápido freno sin mayores justificativos, a toda alteración del ambiente.”
Diferencias entre prevención y precaución.
El principio precautorio es el principio básico, esencial del Derecho ambiental. Dicho principio,
al igual que el de prevención, opera sobre las causas y las fuentes de los problemas, de
manera integral, holística, totalizadora.
La diferencia es que el principio de prevención se encarga del riesgo sabido, conocido,
verificado, comprobado, real, en tanto que el de precaución interviene sobre el riesgo
Página 41 de 225
hipotético, sospechado, el posible.
La diferencia es de grados, es una diferencia de visión, ya que la prevención no escapa de la
lógica jurídica clásica. La lógica jurídica clásica se basa en el concepto de la certeza y la
prevención opera sobre el riesgo cierto, en tanto que la precaución lo hace sobre el riesgo
incierto.
PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD:
Este principio que no es otro que el denominado “principio contaminador pagador”, en virtud
del cual, quien introduce el riesgo en la comunidad (riesgo ambiental) o quien produce daño
ambiental, debe hacerse cargo de los costos económicos, de la prevención y de la reparación
o de la recomposición del daño ambiental.
Tal como aparece enunciado en la ley 25.675 apunta a reforzar la idea de internalización de
costos ambientales sobre todo en cabeza del generador degradante del ambiente, conforme
el principio 16 en la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y Desarrollo, ONU, 1992:
"Las autoridades nacionales deberían procurar fomentar la internalización de los costos
ambientales y el uso de instrumentos económicos, teniendo en cuenta el criterio de que el
contamina debería, en principio, cargar los costos de la contaminación, teniendo
debidamente en cuenta el interés público y sin distorsionar el comercio ni las inversiones
internacionales".
Asimismo sienta las bases para desarrollar un sistema de legislación nacional relativa a la
responsabilidad y la indemnización respecto de las víctimas de la contaminación y otros
daños ambientales (principio 13) de la misma Declaración de Río: "Los Estados deberán
desarrollar la legislación nacional relativa a la responsabilidad y la indemnización respecto de
las víctimas de la contaminación y otros daños ambientales. Los Estados deberán cooperar,
asimismo de manera expedita y más decidida en la elaboración de nuevas leyes
internacionales sobre responsabilidad e indemnizaciones por los efectos adversos de los
daños ambientales causados por las actividades realizadas dentro de su jurisdicción, o bajo
su control, en zonas situadas fuera de su jurisdicción".
La Constitución en el artículo 41 prevé que “…el daño ambiental generará
prioritariamente la obligación de recomponer…” Se enfatiza que la norma constitucional
establece que el Estado proveerá a la protección de ese derecho, incluyendo el patrimonio
natural y cultural.
Dice el artículo 4 de la Ley General del Ambiente con respecto a este principio que “El
generador de efectos degradantes del ambiente, actuales o futuros, es responsable de los
costos de las acciones preventivas y correctivas de recomposición, sin perjuicio de la
vigencia de los sistemas de responsabilidad ambiental que correspondan.”
En la actualidad existe un consenso prácticamente generalizado en cuanto a que la
responsabilidad civil entendida sólo como un mecanismo tendiente al resarcimiento de daños
ya acaecidos es insuficiente. Por el contrario, se propicia la introducción de mecanismos y
técnicas que, desde el Derecho de Daños -con todo lo que ello implica-, vayan dirigidas
concretamente a la evitación de perjuicios probables o previsibles y también a la sanción de
aquellos agentes que actúen a través de conductas cuya gravedad merezca una reacción
adicional.
Es ésta la línea que han seguido los autores del nuevo Código al incluir dentro de la sección
dedicada a regular las disposiciones generales sobre la responsabilidad civil, la normativa
Página 42 de 225
contenida en el artículo 1.708: “Funciones de la responsabilidad. Las disposiciones de este
Título son aplicables a la prevención del daño, a su reparación, y a los supuestos en que sea
admisible la sanción pecuniaria disuasiva”
Con respecto a la función preventiva, sostiene la jurisprudencia que “Se deben instrumentar
las herramientas que en una clara actitud de "evitación" sean capaces de lograr que se
obtenga el objetivo apuntado en el artículo 41 C.N. "El derecho ambiental debe tener un
carácter eminentemente preventivo por motivos funcionales y teleológicos" y "desde el punto
de vista del análisis económico del derecho, la preferencia por los instrumentos de actuación
"ex ante", frente a los instrumentos "ex post", origina dudas serias sobre la utilidad del
instituto de la responsabilidad"
Por último veremos los principios vinculados a la implementación del Derecho Ambiental.
PRINCIPIO DE PROGRESIVIDAD: En los últimos años hemos asistido y seguimos
asistiendo a un intenso proceso de regulación ambiental, pero en muchos casos esta
regulación no tiene en cuenta la denominada línea de base ni las posibilidades reales de
aplicación inmediata, o las consecuencias socio-económicas que traería aparejada.
Por su parte muchas veces nos vemos expuestos a una debilidad de la dimensión ambiental
frente a las dimensiones económicas y sociales. Un ejemplo que se da recurrentemente es el
de poblaciones que reaccionan contra las acciones de clausura de fábricas que contaminan,
porque generan el despido de trabajadores.
A la luz del artículo 41 de la Constitución Nacional es menester que el operador ambiental
(legislador, gestor, juez, etc.) tenga presente las tres dimensiones del modelo de Desarrollo
Sustentable de las que diéramos cuenta en el Principio de Sustentablidad en un pie de
equilibrio, y para ello las soluciones no podrán encontrarse de la noche a la mañana ya que
son múltiples los intereses a considerar.
Tal como lo expresan Natalia Giacosa y Juan Sebastián Lloret30 “El principio de
progresividad permite la armonización del derecho colectivo ambiental y los derechos
individuales patrimoniales en conflicto con aquél. Éste es el fundamento del principio. Por
ello, si bien el Estado debe ser realista a la hora de proyectar metas ambientales (principio de
realidad), debe utilizar el principio de progresividad para que los cambios exigidos a los
administrados sean paulatinos, y no para justificar sus falencias de gestión”.
En el ámbito normativo la Provincia de Salta ha sido pionera en la institución del gradualismo
al establecer que “se reconoce que dadas las condiciones económicas y culturales de la
Provincia, la degradación de la calidad ambiental, no puede ser superada de un día para el
otro, por lo tanto la autoridad pública y la sociedad civil deberán cooperar con las empresas
públicas y privadas para implementarlas medidas de control, contención y prevención del
daño ambiental. El cambio debe ser incremental para permitir un gerenciamiento y manejos
adaptativos”31.
A juicio de Cafferatta, del principio de progresividad derivan dos sub principios:
Página 43 de 225
a Gradualidad, que también se extrae del Protocolo adicional al Tratado de Asunción
sobre Medio Ambiente.
•
De no adoptarse este principio es muy probable que las políticas públicas estén destinadas
directamente al fracaso, ya que no contarán con la apropiación de la ciudadanía sino, por el
contrario, recibirán su rechazo. En materia ambiental resulta imposible mejorar las
condiciones de un día para el otro, lo imperdonable es no iniciar nunca el proceso para
lograrlo.
La Corte Suprema de la Nación ha recogido reiteradamente este principio. Un ejemplo de ello
es el conocido caso Mendoza o LA CAUSA DEL RIACHUELO, cuando dispuso:
“Requerir al Estado Nacional, a la Provincia de Buenos Aires, a la Ciudad de Buenos Aires y
al COFEMA para que en el plazo de 30 días y en los términos de la Ley 25675: Presenten un
plan integrado (artículo 5: Los distintos niveles de gobierno integrarán en todas sus
decisiones y actividades previsiones de carácter ambiental, tendientes a asegurar el
cumplimiento de los PRINCIPIOS enunciados en la presente ley), basado en el PRINCIPIO
DE PROGRESIVIDAD (art. 4) el que prevé que los objetivos ambientales deberán ser
logrados en forma GRADUAL, a través de metas interinas y finales proyectadas en un
cronograma temporal”.
1 https://www.iucn.org/es
2 https://www.researchgate.net/publication/
312884786_F_Osborn_La_Planete_au_pillage_compte-
Página 45 de 225
rendu_de_lecture_pour_Etudes_rurales
3 https://wwf.panda.org/
4 https://www.greenpeace.org/argentina/
5 http://www.clubderoma.net/memorias/cecor_memoria_2005anexos.pdf
6 http://www.eumed.net/cursecon/18/18-4.htm
9 LORENZETTI, Ricardo L., "Conflictos entre reglas y principios", cap. IV, p. 249- 276, de su
obra Teoría de la decisión judicial. Fundamentos de Derecho, Ed. Rubinzal-Culzoni, 2006.
10 JAQUENOD de ZSÖGÖN, Silvia, “El Derecho Ambiental y sus Principios Rectores” Ed.
DYKINSON S.L. 1991, pag. 420.
13 LORENZETTI, Ricardo L., Teoría del Derecho Ambiental, Ed. La Ley, 2008.
14http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/75000-79999/79980/norma.htm
16http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/235000-239999/235975/norma.htm
Página 46 de 225
19Asociación OIKOS Red ambiental c/ Gobierno de la Provincia de Mendoza s/ amparo –
Cámara de Apelaciones Civil de Mendoza, 31 de junio de 2003.
25 http://www.gloobal.net/iepala/gloobal/fichas/ficha.php?
entidad=Textos&id=4712&opcion=documento#ficha_gloobal
26 ESTRADA OYUELA, Raúl A. y ZEBALLOS de SISTO, María C., "Evolución reciente del
Derecho Ambiental Internacional", 1993, Ed. A-Z.
28 Ricardo Luis Lorenzetti, Teoría del Derecho Ambiental, Buenos Aires, La Ley, 2009, pags.
65-96
30 https://www.academia.edu/12430979/PRINCIPIO_DE_PROGRESIVIDAD_AMBIENTAL_-
_APLICACI%C3%93N
33PRIEUR, Michel, “El nuevo principio de no regresión en el Derecho Ambiental”, citado por
LORENZETTI, Ricardo Luis y LORENZETTI, Pablo, en “DERECHO AMBIENTAL”, Rubinzal-
Culzoni Editores, 2018, Pág. 131.
•
GUÍA PARA LA LECTURA DEL TRABAJO
“Derecho ambiental en el Código Civil y Comercial de la Nación” de Néstor A Cafferatta
a ¿Qué relación se establece entre los derechos individuales sobre los bienes y los
derechos de incidencia colectiva?
a
Guía de Estudio
Unidad 4
Página 48 de 225
a ¿Cuáles son los principios Ius Ambientales recogidos por el Derecho Argentino y en
que consiste cada uno de ellos?
a ¿A qué nos referimos cuando hablamos de Desarrollo Sustentable, cuáles son las
dimensiones del mismo y en qué normativa argentina está consagrado?
Página 49 de 225
• UNIDAD 5
Derecho Ambiental Internacional
• Las Conferencias Mundiales sobre Medio Ambiente: Estocolmo ’72, Río ’92,
Johannesburgo 2002 y Río+20.
Indagaremos ahora cómo ha sido la evolución del Derecho Internacional Ambiental desde su
nacimiento formal, que se produce con la Primera Conferencia Mundial sobre Medio
Ambiente que tuvo lugar en Estocolmo, Suecia, en 1972. A partir de ese momento la
expansión del Derecho Internacional Ambiental resultó notable, sobre todo en materia
institucional y normativa.
•
La Primera Conferencia Mundial sobre Medio Ambiente1 tuvo lugar en Estocolmo, Suecia,
entre el 5 y el 16 de Junio de 1972, y puede afirmarse que constituye el Acta de Nacimiento
Página 50 de 225
del moderno Derecho Internacional Ambiental. Había sido convocada hacia fines de 1968 por
Naciones Unidas y en ella participaron 113 países y una importante cantidad de entidades
gubernamentales y de organizaciones no gubernamentales a nivel mundial.
Los instrumentos que emanaron de la Conferencia no tienen carácter vinculante (aquí radica
la principal crítica de la que ha sido objeto) sino meramente declarativo. Afirma Juste Ruiz
que ello obedeció a que se trataba de un momento más apropiado para el diagnóstico y la
adopción de directrices políticas, que para la regulación específica de cuestiones que todavía
requerían de una cierta maduración2. Con todo, lo cierto es que indudablemente
constituyeron el punto de partida de todo el desarrollo jurídico posterior en materia de tutela
del ambiente.
La Conferencia de Estocolmo adoptó también un Plan de Acción para el Medio Humano que
consta de 109 Declaraciones relativas a los más variados temas ambientales, sobre los que
efectuó un certero diagnóstico y propuso una serie de directrices de acción.
Pero sin dudas el instrumento más importante emanado de la Conferencia fue la Declaración
de Principios, conocida también como Declaración de Estocolmo de 1972. Contiene un
Preámbulo y 26 Principios que forman el basamento sobre el que se estructuró todo el
Derecho Ambiental posterior a esos años. Y el tiempo demostró que dichos principios, a
pesar de haber nacido como simples declaraciones y carecer de efecto vinculante, pronto
alcanzaron el status de derecho positivo. Ellos aluden a normas, instituciones e instrumentos
que luego alcanzarían gran desarrollo. En breve analizaremos algunos de ellos.
Todos los años, el 05 de Junio, se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente. Es una
conmemoración a la fecha en que, en 1972, se dio inicio a las sesiones de la Conferencia.
Pocos años más tarde, en 1987, se publicó un Informe que fue el resultado de un trabajo de
investigación llevado a delante por la Comisión de las Naciones Unidas sobre Medio
Ambiente y Desarrollo. El Informe se denominó Our Common Future (Nuestro Futuro Común)
aunque fue más conocido como Informe Brundtland, en reconocimiento a quien era por
entonces la Presidenta de la Comisión, la Primera Ministro noruega Gro Harlem Brundtland.
El Informe Brundtland tuvo el mérito de ser el documento en el que se definió por primera vez
al modelo de desarrollo sustentable, expresando que se trata del “modelo de desarrollo que
satisface las necesidades de las generaciones presentes, sin comprometer la capacidad para
que las futuras generaciones puedan satisfacer sus propias necesidades”.
•
En la Cumbre para la Tierra, como también se conoce a la Conferencia de Río, el número de
estados y organizaciones estatales y no estatales participantes creció notablemente en
relación a la Conferencia de Estocolmo. A tal punto que se trató de la reunión de mayor
convocatoria mundial celebrada hasta ese entonces.
Página 52 de 225
No es exagerado afirmar que la Cumbre de Río ha marcado un antes y un después no sólo
en cuanto a la evolución e implementación de los mecanismos de protección del ambiente –
y, por ende, en el desarrollo del Derecho Ambiental–, sino también porque su espíritu ha
despertado la conciencia e inculcado de modo definitivo la convicción sobre la importancia de
ello a toda la humanidad.
Algunos de los Principios ya existentes cobraron carta de ciudadanía definitiva y otros, como
el Precautorio, hicieron su aparición revolucionando todo el campo de las ciencias, incluida la
jurídica. En el fondo, la Declaración de Principios comporta un compendio de los derechos y
obligaciones que tienen los Estados en relación al ambiente. Entre ellos se destacan los
siguientes: el derecho soberano de los Estados de aprovechar sus recursos naturales pero
velando que sus actividades no causen daño al ambiente de otros Estados (Principio 2); el
desarrollo sustentable que, sobre la base conceptual establecida en el Informe Brundtland y
a partir de la idea de generaciones futuras, instituyó la impostergable necesidad de
armonizar las ideas de desarrollo y tutela del ambiente (Principios 3, 4, y 12, entre otros); la
erradicación de la pobreza como condición del desarrollo sustentable (Principio 5); los
principios de cooperación y de responsabilidades comunes pero diferenciadas (Principios 6 y
7); la necesidad de promover el consumo sustentable (Principio 8) y la transferencia de
tecnología entre los estados (Principio 9); el libre acceso a la participación, información y a la
justicia en temas ambientales (Principios 10); la responsabilidad de los Estados por los
daños causados a las víctimas de la contaminación (Principio 13); el Principio Precautorio,
como modo de evitar la causación de daños graves e irreversibles aún ante la falta de
certeza sobre la ocurrencia de los mismos (Principio 15); el principio del contaminador-
pagador (Principio 16); la obligatoriedad de la Evaluación de Impacto Ambiental (Principio
17); el deber de información de los estados ante los riesgos ambientales (Principios 18 y 19);
el importante rol que cumplen las mujeres, los jóvenes y los pueblos originarios en la
ordenación del ambiente y la promoción del desarrollo sustentable (Principios 20, 21 y 22); y
el papel fundamental que juega la paz en la protección del ambiente, como elemento de
convivencia y de resolución de conflictos (Principios 24, 25 y 26)4.
En ella se destaca el importante papel que debe asignarse en el logro del desarrollo
sustentable a ciertos sectores de la sociedad (las ONG, las mujeres, los jóvenes, los
sindicatos, los pueblos originarios, etc.) que históricamente estuvieron postergados en la
participación y toma de decisión de muchos aspectos de la realidad, incluido el ambiental.
El segundo es la Convención Marco sobre Cambio Climático, cuyo principal objetivo es lograr
la estabilización de las concentraciones de gases de efecto invernadero que se liberan a la
atmósfera a un nivel que razonablemente detenga el calentamiento global de la tierra. Esta
Convención también fue aprobada por nuestro país por Ley N° 24.2956, sancionada y
promulgada en Diciembre de 1993. Al año siguiente, conseguidas las ratificaciones
necesarias, entró en vigor.
• El Protocolo de Kioto.
•
Debido a la importancia que tuvo en su momento y a que sentó las bases de compromisos
que se fueron gestando con posterioridad en la materia, el Protocolo de Kioto7 ocupa un
Página 54 de 225
lugar de preponderancia en la evolución del Derecho Internacional Ambiental.
En el año 1997, en el marco de la Convención sobre Cambio Climático adoptada cinco años
antes, se llevó a cabo la Tercera Conferencia de las Partes de dicha Convención. En ella se
elaboró y suscribió el Protocolo de Kioto, que buscaba comprometer a los países que lo
ratificaran a reducir la emisión de los principales gases conocidos como GEI (gases de efecto
invernadero), que son el Dióxido de carbono (CO2), el Óxido nitroso (N2O), el Metano (CH4),
los Hidrofluorcarbonos (HFCs), los Perfluorcarbonos (PFC) y el Hexafluoruro de azufre (SF6).
Dicha reducción debía tomar como referencia los niveles de emisión generados en el año
1990.
El aporte principal del Protocolo radicó en la regulación de una serie de mecanismos flexibles
para lograr la reducción de gases que favorecen el calentamiento global: el desarrollo limpio
(MDL), la Comercialización de Emisiones y la Aplicación conjunta.
El último instrumento es la Aplicación Conjunta (AC), que sirve para regular proyectos de
cooperación entre países obligados a contener o reducir sus emisiones, de manera que la
cantidad de ahorro gracias a nuevas tecnologías, se comparte entre los participantes de los
proyectos.
•
El mismo año en que tuvo lugar el Protocolo de Kioto, la Asamblea General de las Naciones
Página 55 de 225
Unidas convocó a una nueva Cumbre Mundial, que se desarrolló finalmente entre el 26 de
Agosto y el 04 de Septiembre de 2002 en la ciudad de Johannesburgo, Sudáfrica.
En contraste con lo ocurrido diez años antes, los resultados fueron bastante magros y
apenas si se pudieron mantener los compromisos ya asumidos, siendo escasos los avances
que pudieron obtenerse a través de los dos instrumentos que resultaron aprobados: la
Declaración Política y el Plan de Aplicación de las Decisiones de la Cumbre Mundial sobre el
Desarrollo Sostenible.
La Declaración admite que el deterioro del ambiente no ha logrado detenerse, pues continúa
la pérdida de biodiversidad, se siguen agotando las poblaciones de peces; la desertificación
avanza y los efectos adversos del cambio climático son cada vez más evidentes. Para peor,
agrega, la globalización confiere a estos problemas una dimensión compleja, pues los
mayores costos de esta conflictividad socio ambiental los soportan mayormente los países
en desarrollo.
Frente a ello propone el multilateralismo como alternativa para superar la situación descripta,
a través de la acción de instituciones internacionales y multilaterales más eficaces,
democráticas y responsables de sus actos y no sólo mediante la adopción de decisiones
sobre objetivos y calendarios sino también mediante asociaciones de colaboración.
Página 56 de 225
• La Conferencia Río + 20.
•
La Conferencia de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas de 2012, también llamada
Conferencia Río+20, se desarrolló nuevamente en la ciudad de Río de Janeiro entre el 20 y
el 22 de Junio de 2012 y contó con la participación de delegaciones de 193 países, en
muchos casos representados por sus propios Jefes de Estado.
La economía verde –definida por el PNUMA como aquella que da lugar al mejoramiento del
bienestar humano e igualdad social, mientras que se reducen significativamente los riesgos
ambientales y la escasez ecológica– fue una propuesta encabezada principalmente por los
países desarrollados como respuesta a los desafíos ambientales y a la necesidad de
promover el desarrollo sustentable y la erradicación de la pobreza. Sin embargo dicha
estrategia, como hemos visto, lejos estuvo de concitar adhesiones unánimes y, por lo demás,
ha sido considerada por algunos prácticamente como letra muerta, al no haberse generado
ni compromisos nuevos ni herramientas novedosas para su concreción.
También intentó poner el acento en la igualdad de género y en el rol de la mujer como actor
fundamental en la búsqueda del desarrollo sostenible, aunque se reconoce que aún falta
Página 57 de 225
mucho para que esa igualdad se materialice. Y sobre esta cuestión también llovieron críticas,
pues los textos emplean un lenguaje absolutamente voluntarista y declarativo, muy lejos de
algunos de los borradores previos a la Conferencia, que establecían medidas y directrices
concretas para eliminar esas inequidades.
En síntesis: las expectativas fueron muy altas al comienzo pero los resultados fueron
escasos al final.
•
El último eslabón en este desarrollo, en este caso en materia de cambio climático, es el
Acuerdo de Paris11, suscripto en 2015 y cuya entrada en vigencia se produjo al año
siguiente.
Entre sus logros más importantes hay que destacar su decisión de fortalecer la respuesta
mundial al cambio climático, reafirmando un objetivo final de limitar el aumento de la
temperatura mundial muy por debajo de los 2 grados centígrados –manteniendo los
esfuerzos para limitarlo a 1,5 grados– tomando como referencia los niveles pre-industriales.
Para ello establece que los Estados parte deben alcanzar cuanto antes el punto máximo de
las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) a nivel mundial, al tiempo que acepta
que ese punto máximo llevará más tiempo a los países en desarrollo.
Incluye, asimismo, compromisos vinculantes de todas las Partes para preparar, comunicar y
mantener una contribución determinada a nivel nacional y aplicar medidas nacionales para
lograrlos. Obliga a los Estados parte a comunicar sus contribuciones determinadas a nivel
nacional cada cinco años (que deberá suponer siempre una progresión con respecto a la
anterior) y a proporcionar información transparente. En este sentido diferencia los
compromisos y las contribuciones según se trate de países desarrollados o en desarrollo.
En línea con tal propósito, se reafirman las obligaciones de los países desarrollados de
apoyar los esfuerzos de los países en desarrollo para construir un futuro limpio y resistente al
clima, al tiempo que se alienta por primera vez a otras Partes a que presten o sigan
prestando ese apoyo de manera voluntaria. En tal sentido se establecen mecanismos
concretos, como la creación del Mecanismo Financiero de la Convención, incluido el Fondo
Verde del Clima (GCF) y la implementación de un marco tecnológico –en el contexto del
Acuerdo– para fortalecer las actividades de fomento de la capacidad mediante, entre otras
cosas, un mayor apoyo a las medidas de fomento de la capacidad en los países en
desarrollo y los acuerdos institucionales necesarios.
Finalmente, impone la obligación de efectuar un “balance mundial” hacia 2023 y cada cinco
años a partir de entonces, evaluando el progreso colectivo hacia el logro de los objetivos del
Acuerdo de una manera global y facilitadora. Dicho balance se basará en la mejor ciencia
disponible y en su objetivo mundial a largo plazo. Su resultado servirá de base para que las
Partes actualicen y mejoren sus medidas y apoyen y aumenten la cooperación internacional
en la lucha contra el cambio climático.
Para profundizar y completar el análisis del resto de los Principios enumerados, sugerimos la
lectura de los siguientes textos que encontrarás en la sección Libros y Publicaciones de
http://bibliotecaderechoambiental.blogspot.com/, a saber:
• JUSTE RUIZ, José, La evolución del Derecho Internacional del Medio Ambiente,
• JUSTE RUIZ, José y CASTILLO DAUDÍ, Mireya, La protección del medio ambiente
en el ámbito internacional y en la Unión Europea, Ed. Tirant lo Blanch, Valencia,
2014, pág. 19 y siguientes.
Página 59 de 225
págs. 23-51.
•
Los principios del Derecho Ambiental Internacional
Afirma la Dra. Zlata Drnas de Clément que “Los principios generales del Derecho
Internacional Ambiental constituyen normas consuetudinarias del Derecho internacional, que
pueden estar expresadas en normas convencionales y estar conectadas en su raíz a
principios generales del derecho”12.
En efecto, los Principios Generales son modelos, estándares de actuación, reglas de tipo
axiológico que determinan los derechos y obligaciones que tiene el conjunto de los Estados y
los demás sujetos que intervienen en el Derecho Internacional, relativos al modo de tutelar el
ambientes y los elementos y recursos que lo componen.
Esos principios algunas veces han nacido de la costumbre, otras veces han sido instituidos
por la jurisprudencia, generalmente están expresados en los instrumentos internacionales
cuyo objeto es la regulación ambiental y conforman uno de los puntos de partida para
interpretar y aplicar todo el ordenamiento jurídico tendiente a la protección del ambiente en el
plano global.
• Principio de cooperación
•
Resulta indudable que desde hace ya bastante tiempo –quizá dicho punto de partida señale,
al menos en forma figurada, el nacimiento mismo del Derecho Internacional Ambiental– los
Estados han comprendido que los grandes problemas y conflictos ambientales que afectan al
planeta (de los que ya hemos dado cuenta) precisan de una colaboración mutua y común
entre los mismos para poder encarar con algún tipo de proyección auspiciosa respuestas
eficaces a dichos desafíos.
•
No resulta la contracara del principio de cooperación, pero sí en ocasiones representa un
límite importante a la expansión del mismo.
Un aspecto importante por destacar es que el principio de soberanía (o, más bien, el pleno
ejercicio y defensa que efectúan los Estados de sus soberanías), está bastante atado a los
vaivenes que experimenta la economía mundial, de suerte que suele ceder espacio en
tiempos de “bonanza” económica –permitiendo de tal modo el avance de la idea de
cooperación y el logro de metas en tal sentido– y agigantando su figura en épocas de crisis,
en resguardo de la situación política y económica propia de cada Estado.
•
Una de las principales dificultades que se presenta a la hora de aunar esfuerzos en pos de la
búsqueda de soluciones a la problemáticas ambiental, está dada por la disparidad existente
entre la situación general de aquellos estados que han alcanzado un nivel aceptable (o
incluso superlativo) de desarrollo y aquéllos que aún no lo han podido hacer.
La tesis central sobre la que parece haberse arribado a un consenso más o menos general
ha sido recogida, una vez más, en la Declaración de Principios de Río ‘92: “… En vista de
que han contribuido en distinta medida a la degradación del medio ambiente mundial, los
Estados tienen responsabilidades comunes pero diferenciadas. Los países desarrollados
reconocen la responsabilidad que les cabe en la búsqueda internacional del desarrollo
sostenible, en vista de las presiones que sus sociedades ejercen en el medio ambiente
mundial y de las tecnologías y recursos financieros de que disponen” (Principio N° 7). El
principio de las responsabilidades comunes pero diferenciadas de los Estados resulta, así,
un complemento y, por qué no, un elemento de interpretación del principio de cooperación.
La aplicación práctica (o el logro de eficacia) del principio no resulta tarea sencilla, sobre todo
en virtud de las diferentes interpretaciones que tiene el alcance del mismo –según el país de
que se trate– que dista mucho de ser uniforme. Una notable excepción a ello tuvo ocasión de
producirse, en materia de cambio climático, en el Protocolo de Kioto. Allí los países
desarrollados asumieron obligaciones claramente más gravosas que los demás en materia
de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, conforme ha sido su contribución
en materia de emisiones.
Página 62 de 225
• El principio de precaución
•
La formulación de este principio fue efectuada de modo amplio en la Declaración de Río ’92.
Allí, el principio 15 enuncia que “Con el fin de proteger el medio ambiente, los Estados
deberán aplicar ampliamente el criterio de precaución conforme a sus capacidades. Cuando
haya peligro de daño grave o irreversible la falta de certeza científica absoluta no deberá
utilizarse como razón para postergar la adopción de medidas eficaces en función de los
costos para impedir la degradación del medio ambiente”.
Cierto es que dicho enunciado no ha estado exento de críticas. En tal sentido se ha percibido
negativamente el descenso a la categoría de “criterio” en detrimento de la de “principio”, que
en términos jurídicos resulta mucho más amplio y general. De igual modo la alusión a los
“costos” y a cómo ello puede impregnar de cierta “relatividad” al principio, ha sido juzgada
como un dato disvalioso.
La clave del mismo está en el rol que juega en él la incertidumbre, que es lo que lo diferencia
del principio de prevención, porque en el Principio de Precaución opera una suerte de
prescindencia del ámbito científico a la hora de adoptar las medidas conducentes para una
adecuada tutela del ambiente.
•
Ya desde la década del ’70 del siglo pasado comenzó a ser mencionado como una regla de
aristas fundamentalmente económicas, pero su consagración definitiva llegó en 1992, en el
Principio 16 de la Declaración de Río de Janeiro: “Las autoridades nacionales deberían
procurar fomentar la internalización de los costos ambientales y el uso de instrumentos
económicos, teniendo en cuenta el criterio de que el que contamina debe, en principio,
cargar con los costos de la contaminación, teniendo debidamente en cuenta el interés
público y sin distorsionar el comercio ni las inversiones internacionales.”
Sin embargo no es ese el enfoque correcto de la cuestión. Así, se ha dicho que “… en rigor el
principio ‘quien contamina paga’ persigue sobre todo que el causante de la contaminación
asuma el coste de las medidas de prevención y lucha contra la misma, sin recibir en principio
ningún tipo de ayuda financiera compensatoria. Se trata de un principio de ‘internal zación’ de
los costes que conlleva el saneamiento de los efectos negativos de la contaminación sobre el
medio ambiente, que deben ser soportados por quien está en el origen de aquella. El
principio busca de este modo invertir la tendencia a la ‘externalización’ de los costes en
cuestión, evitando su transferencia hacia terc ros que, sin ser causantes de la
contaminación, tendrían sin embargo que pagar por ella”14.
•
Tanto en la Declaración de Principios de Estocolmo de 1972 como en la de Río ’92, la
formulación carece prácticamente de todo tono vinculante, limitándose a ser una mera
directriz de acción o, más bien, una recomendación. Dice el Principio 13 de Río: “Los
Estados deberán desarrollar la legislación nacional relativa a la responsabilidad y la
indemnización respecto de las víctimas de la contaminación y otros daños ambientales. Los
Estados deberán cooperar asimismo de manera expedita y más decidida en la elaboración
de nuevas leyes internacionales sobre responsabilidad e indemnización por los efectos
adversos de los daños ambientales causados por las actividades realizadas dentro de su
jurisdicción, o bajo su control, en zonas situadas fuera de su jurisdicción.”
Como se visualiza, el planteo apunta a instruir a los Estados para que generen normatividad
respecto de la indemnización debida a quienes resultan damnificados por los procesos de
degradación ambiental, pero sin establecer pautas orientadoras claras en torno a cómo debe
ser esa indemnización, quién debe hacer frente a la misma, bajo qué modalidades, etc.
Página 64 de 225
e
i
Ello ha tenido como efecto el logro de mecanismos flexibles y endebles que, en la praxis,
están marcados por el progresivo abandono del terreno de la respons bilidad de los Estados
en beneficio de los mecanismos de responsabilidad civil de los particulares16.
•
Ya desde la Carta de la Naturaleza de 1982 ha adquirido condición de Principio autónomo,
existiendo incluso instrumentos jurídicos de carácter internacional dedicados exclusivamente
a su tratamiento, como ocurre con el Convenio de la Comisión Económica para Europa de
las Naciones Unidas sobre la evaluación del impacto ambiental en un contexto
transfronterizo, suscripta en Espoo, Finlandia, en 1991.
A su tiempo, la Declaración de Río también consagró esta valiosa herramienta con tono
imperativo, estableciendo en el Principio N° 17 que “Deberá emprenderse una evaluación del
impacto ambiental, en calidad de instrumento nacional, respecto de cualquier actividad
propuesta que probablemente haya de producir un impacto negativo considerable en el
medio ambiente y que esté sujeta a la decisión de una autoridad nacional competente”.
• Participación ciudadana
•
Adquirió definitivamente carácter de Principio a partir de su consagración en la Declaración
de Río de 1992, cuyo conocido Principio N° 10 reza: “El mejor modo de tratar las cuestiones
ambientales es con la participación de todos los ciudadanos interesados, en el nivel que
corresponda. En el plano nacional, toda persona deberá tener acceso adecuado a la
información sobre el medio ambiente de que dispongan las autoridades públicas, incluida la
información sobre los materiales y las actividades que encierran peligro en sus comunidades,
así como la oportunidad de participar en los procesos de adopción de decisiones. Los
Estados deberán facilitar y fomentar la sensibilización y la participación de la población
poniendo la información a disposición de todos. Deberá proporcionarse acceso efectivo a los
procedimientos judiciales y administrativos, entre ‚éstos el resarcimiento de daños y los
recursos pertinentes”.
• Desarrollo Sustentable
•
Es un modelo de desarrollo pero, a la vez, también configura un principio del Derecho
Internacional Ambiental, seguramente uno de los más importantes.
Página 65 de 225
a
El estudio en detalle de este Principio y de los de Evaluación de Impacto Ambiental y de
Participación ciudadana será efectuada minuciosamente en la Unidad IX.
Para profundizar y completar el análisis del resto de los Principios enumerados, sugerimos la
lectura de los siguientes textos que encontrarás en la sección Libros y Publicaciones de
http://bibliotecaderechoambiental.blogspot.com/, a saber:
• JUSTE RUIZ, José y CASTILLO DAUDÍ, Mireya, La protección del medio ambiente
en el ámbito internacional y en la Unión Europea, Ed. Tirant lo Blanch, Valencia,
2014, págs. 46-60.
Un apartado especial en el estudio del Derecho Internacional del Medio Ambiente está
reservado al análisis de lo que hace algunos años se conocía como contaminación ambiental
transfronteriza y que ahora se denomina lisa y llanamente daño ambiental transfronterizo.
Página 66 de 225
Otras veces se produce lo que en la actualidad algunos autores denominan “la exportación
de los riesgos (o de las fuentes) de la contaminación”17.
Se alude con ello a ciertas prácticas muy usuales en el mundo contemporáneo. Algunas
devienen inevitables como producto del desarrollo de la ciencia, la tecnología, los medios de
transporte, etc. y que, en cierto modo, no distinguen el “destinatario” de las consecuencias
negativas (que puede ser bien un estado, una región o incluso un espacio internacional sin
dueño como por ejemplo un océano): nos referimos a ciertas actividades, por ejemplo el
transporte de sustancias peligrosas (petróleo, residuos peligrosos o radioactivos, etc.) que no
pocas veces ocasiona accidentes que traen aparejado un impacto ambiental inmenso.
El cambio climático –sin dudas el desafío más grave que enfrenta la humanidad en términos
ambientales– es también una elocuente muestra de cómo la globalización, que en infinidad
de dimensiones resulta signo inequívoco de nuestros tiempos, también ha cobrado singular
magnitud en materia ambiental, demostrando que los efectos negativos de las actividades
económicas, industriales, comerciales, etc. que se desarrollan en algunos sectores del
planeta, rápidamente tienen incidencia en otros tan distantes espacialmente, como en
materia de desarrollo.
El estudio de este tema se complementa con el examen de algunos precedentes que registra
la jurisprudencia internacional a lo largo del último siglo y que resultan útiles para ver la
orientación que han tenido los distintos estados u organismos internacionales a la hora de
dirimir dichos conflictos.
Sobresalen entre esos antecedentes los casos de la Fundición de Trail (1941), del Estrecho
de Corfú (1949) y del Lago Lanoux (1956). Para el análisis de los mismos los invitamos a leer
las páginas 19 a 42 del siguiente texto:
•
1 Para un abordaje integral de los textos de la Conferencia puede consultarse el informe
efectuado sobre la misma por N.U. en el sitio https://www.dipublico.org/conferencias/
mediohumano/A-CONF.48-14-REV.1.pdf
Página 67 de 225
í
2 JUSTE RUIZ, José y CASTILLO DAUDÍ, Mireya, La protección del medio ambiente en el
ámbito internacional y en la UNión Europea, Ed. Tirant lo Blanch, Valencia, 2014, pág. 21.
5 http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/25000-29999/29276/norma.htm
6 http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/0-4999/699/norma.htm
7 https://unfccc.int/resource/docs/convkp/kpspan.pdf
8 http://www.upv.es/contenidos/CAMUNISO/info/U0667148.pdf
9 https://www.un.org/spanish/esa/sustdev/POIsptoc.htm
10 https://rio20.un.org/sites/rio20.un.org/files/a-conf.216-l-1_spanish.pdf.pdf
11 https://unfccc.int/es/process-and-meetings/the-paris-agreement/que-es-el-acuerdo-de-paris
Página 68 de 225
13 DRNAS de CLEMENT, Zlata, Fuentes del Derecho Internacional del Medio Ambiente, en
SINDICO, F (coord.), Environmental Law, University of Surrey, CMP Publishers, London,
2010, pág. 23.
14 JUSTE RUIZ, José y CASTILLO DAUDÍ, Mireya, Ob. cit., pág 57.
15 SALASSA BOIX, Rodolfo, Los tributos ecológicos y el principio quien contamina paga, en
Rev. SJRJ, v. 21, n. 39, Río de Janeiro, 2014, pág. 151.
16 JUSTE RUIZ, José y CASTILLO DAUDÍ, Mireya, ob. cit., pág. 52.
17 JUSTE RUIZ, José y CASTILLO DAUDÍ, Mireya, Ob. cit., págs. 14-15
•
Guía de Estudio
Unidad 5
A los efectos de que puedas determinar si comprendiste los contenidos propuestos en esta
Unidad te formulamos una serie de preguntas que entendemos te pueden ayudar:
• ¿Cuáles son las principales características del Derecho Internacional Ambiental
moderno?
• ¿Cuáles son los principales hitos en la evolución histórica del Derecho Internacional
Ambiental?
• ¿En qué consiste el daño ambiental transfronterizo y cuáles son sus expresiones
contemporáneas?
Página 69 de 225
•
UNIDAD 6:
La cuestión ambiental en el Mercosur
1 Introducción
1 Armonización normativa
• Está integrado por los Ministros de Relaciones Exteriores; y por los Ministros de
Economía, o sus equivalentes de los Estados Partes. Se reúne todas las veces que lo
estime oportuno, debiendo hacerlo por lo menos una vez por semestre con la participación
de los Presidentes de los Estados Partes.
Para el cumplimiento de sus funciones el CMC cuenta con órganos o foros dependientes
como son: la Comisión de Representantes Permanentes del MERCOSUR, Reuniones de
Página 70 de 225
Ministros, Grupos de Alto Nivel, entre otros.
Se pronuncia mediante Decisiones, las que son obligatorias para los Estados Partes.
•
Como podemos advertir en esta etapa inicial la dimensión ambiental no era parte de la
estructura del Mercosur, será años mas tarde, como lo veremos mas adelante, cuando
aparezca esta dimensión.
• Está integrada por cuatro miembros titulares y cuatro miembros alternos por Estado Parte
y es coordinada por los Ministerios de Relaciones Exteriores. Se reúne por lo menos una
vez al mes o siempre que le fuera solicitado por el Grupo Mercado Común o por
cualquiera de los Estados Partes.
La Comisión de Comercio del MERCOSUR cuenta con la asistencia de órganos o foros
dependientes, denominados “Comités Técnicos”, para el cumplimiento de sus tareas.
Se pronuncia mediante Directivas, las cuales son obligatorias para los Estados Partes.
1 Subsistencia
1 Protección
1 Afecto,
1 Entendimiento
1 Participación
1 Ocio
1 Creación,
1 Identidad
1 Libertad
• Si bien muchos imaginan que las necesidades humanas cambian a través del tiempo, que
han ido mutando con el tiempo, con las culturas las razas y las sociedades, nosotros
consideramos que no es así, que las mismas se mantienen y que hacen a la realización
del ser humano como tal en cualquier tiempo y lo que varía es el modo de satisfacerlas. Es
en virtud de su permanencia que podemos asociar cada una de ellas a los instrumentos de
Derechos Humanos.
Página 73 de 225
Hasta ahora la no se ha alcanzado este nivel de compromiso por parte de los estados, y si
bien en los documentos del Mercosur, el ambiente aparece como derecho humano; en las
disposiciones resultantes de sus órganos, en muchos casos sólo se lo analiza en función a
los límites que pueda poner al mercado, con contenido unidireccional y objetivista, que no
servirá para lograr el verdadero desarrollo sostenible a escala humana.
Tal como lo expresan Konrad von Moltke y Daniel Ryan7 “Sería razonable pensar que la
agenda ambiental del Mercosur se siga expandiendo. Además de las cuestiones obvias
relativas al medio ambiente transfronterizo y al manejo de recursos compartidos como la
cuenca del Río de la Plata existen temas relacionados con las especies migratorias y un
temario amplio a tener en cuenta en relación con la contaminación industrial”
1 H O M O G E N E I D A D D E C A L I D A D A M B I E N TA L PA R A E L C O M E R C I O
INTERNACIONAL: la uniformidad de los criterios de gestión y producción ambiental
fortalecen la posición del mercado común para negociar con otros mercados, por el
Página 75 de 225
contrario la falta de tales criterios puede ser utilizada por alguno de los países
miembros para captar inversiones en actividades contaminantes.
•
Si bien no existen acuerdos preexistentes para armonizar –lo que por un lado da un grado
mayor de flexibilidad y, por el otro, constituye una amenaza al proceso mismo– sí existe un
“Procedimiento para el Análisis y Resolución de las Medidas y Restricciones No
Arancelarias” que hace a la construcción de la armonización y que tiene base en la
estructura actual del MERCOSUR.
Este procedimiento considera:
a) la aceptación o rechazo de restricciones no arancelarias.
b) determinación de los temas a armonizar: se relaciona directamente con la existencia de
barreras.
Armonización normativa
Ante estas diferencias normativas es necesario abocarse a un proceso de armonización, lo
que en modo alguno implica la uniformidad normativa entre los diferentes países, de
hecho hay un sinnúmero de estrategias como la aplicación de estándares mínimos,
estándares máximos, estándares uniformes, estándares diferenciados, dependiendo la
aplicación de cada circunstancia y caso en particular.
Por su parte el basamento de todo proceso de armonización es el reconocimiento del
derecho soberano de cada estado para establecer el marco normativo que entienda
apropiado para el manejo de sus recursos naturales, y el desarrollo de las políticas
vinculadas con la tutela de su ambiente.
Otros mecanismos de armonización están dados por la denominada armonización
procedimental, en este caso la racionalidad gira en ponerse de acuerdo en una serie de
prácticas ambientales comunes, que reducen las divergencias políticas y las tensiones
vinculadas a la competitividad.
Entre estos encontramos los procesos de certificación de calidad ambiental como las ISO
14000 o los procesos de ECO-ETIQUETADO.
En relación a este último, la Resolución 38/95 GMC comisionó al SGT6 para desarrollar un
Página 76 de 225
proceso tendiente a definir y formalizar un sistema de Sello Verde del Mercosur, el que a la
fecha no ha tenido avances importantes.
Página 77 de 225
1 Asegurar la adopción del manejo sustentable en el aprovechamiento de los recursos
naturales renovables a fin de garantizar su utilización futura.
1 Garantizar que las actividades relacionadas en el desarrollo del turismo entre los
Estados Partes consideren los principios y normas que aseguren el equilibrio
ambiental actividades potencialmente degradantes del medio ambiente en los
Estados Partes, teniéndolo como uno de los instrumentos de evaluación de impacto
ambiental.
• Con posterioridad los Ministros y Secretarios de Estado de Medio Ambiente de los países
miembros coincidieron, por medio de la la Declaración de Taranco del 21/6/95, en la
conveniencia de transformar el REMA en un Subgrupo de Trabajo del Mercado Común, lo
que fue así dispuesto por Resolución 20/95 del GMC10, convirtiéndose en el SGT 6
“Medio Ambiente”.
Por Resolución 45/02 GMC11, con antecedente en los trabajos llevados a cabo hasta esa
fecha y con fundamento en las discusiones de la cumbre de Johanesburgo quedaron
definidas como tareas prioritarias del SGT 6 las siguientes:
Página 78 de 225
1 Medidas no Arancelarias
1 Temas sectoriales
•
Acuerdo Marco sobre Medio Ambiente del Mercosur.
La figura de los Acuerdos Marco se diferencia de otras figuras tradicionales del Derecho
Internacional Público en las que los países sientan las obligaciones asumidas de modo
preciso y los mecanismos de enforcement, Tal como lo sostiene Gustavo Magariños12, los
Acuerdos Marco tienen escasas normas obligatorias y sus textos contienen enunciados
programáticos, principios genéricos y orientaciones políticas.
En la IV REUNION EXTRAORDINARIA del SGT 6 llevada adelante en Florianópolis en 13
y 14 de marzo de 2001 se acordó el proyecto del que fue el A.M.M.A.M. el que fuera
tratado y aprobado en Asunción del Paraguay por Decisión del Consejo del Mercado
Común N° 2/01 del 22/06/2001, ratificado por ley 25.84113.
En su preámbulo las partes resaltan la necesidad de la cooperación en materia ambiental,
relacionados con el modelo de desarrollo sustentable, reconociendo la importancia de
estas políticas para la implementación de los compromisos intergeneracionales y
ratificando los compromisos asumidos al suscribir la AGENDA 21.
A la vez considera que las políticas comerciales y ambientales deben complementarse
para asegurar el desarrollo sustentable en el MERCOSUR.
En su articulado dispone, a los efectos de lograr el desarrollo sustentable y la protección
del medio ambiente, que en la aplicación de sus políticas los estados partes deben
observar las siguientes líneas de orientación:
Página 79 de 225
1 promoción de la protección del medio ambiente y del aprovechamiento más eficaz
de los recursos disponibles mediante la coordinación de políticas sectoriales, sobre
la base de los principios de gradualidad, flexibilidad y equilibrio;
1 promoción del desarrollo sustentable por medio del apoyo recíproco entre los
sectores ambientales y económicos, evitando la adopción de medidas que restrinjan
o distorsionen, de manera arbitraria o injustificada, la libre circulación de bienes y
servicios en el ámbito del MERCOSUR;
•
En el Capítulo III se aborda la Cooperación en Materia Ambiental estableciendo diferentes
dispositivos para la adopción de políticas comunes, para la protección del medio ambiente,
tanto en el ámbito interno como en el desarrollo de políticas unificadas en los foros
internacionales.
A su vez se establece a que los estados asumen el compromiso de trabajar en forma
conjunta, en lo atinente a cuatro áreas temáticas incluidas en el Anexo, a saber:
•
Otros instrumentos del Mercosur
Entre otros instrumentos que conforman el plexo normativo del MERCOSUR en materia
ambiental, podemos destacar:
• Para profundizar sobre el contenido de estos los invitamos a leer los puntos 2.2. y 3
(completo) del trabajo “LA NORMATIVA MEDIOAMBIENTAL DEL MERCOSUR” de Jamile
B. Mata Diz que podrán encontrar en:
http://bibliotecaderechoambiental.blogspot.com/p/libros-y-puclicaciones.html
1https://www.mercosur.int/documento/organigrama-mercosur-completo/
2http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/0-4999/380/norma.htm
9http://www.loa.org.ar/legNormaDetalle.aspx?id=3758
10https://www.bcb.gov.br/Rex/SGT4/Ftp/RES_20_1995.pdf
11http://www.sice.oas.org/trade/mrcsrs/resolutions/Res4502s.asp
Página 81 de 225
12 Magariños, Gustavo “Uruguay en el MERCOSUR”, Fundación de Cultura Universitaria,
Montevideo, Uruguay, reimpresión 1ª edición, Septiembre 1991, página 53.
13http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/90000-94999/91816/norma.htm
• Guía de Estudio
Unidad 6
A los efectos de que puedas determinar si comprendiste los contenidos propuestos en esta
Unidad te formulamos una serie de preguntas que entendemos te pueden ayudar:
1 ¿En qué consisten los procesos de regionalización y qué diferencias hay entre los
de la primera y la segunda etapa?
1 ¿Cuál es el contenido del Acuerdo Marco sobre Medio Ambiente del Mercosur?
Página 82 de 225
• UNIDAD VII
EL CONSTITUCIONALISMO AMBIENTAL ARGENTINO
• Introducción
• El Amparo Ambiental.
• Introducción
•
(Fe de erratas: en el minuto 0'50'' donde el docente dice "art. 45", debió decir "art. 41")
El Derecho Humano a gozar de un ambiente sano (o a una adecuada calidad de vida)
Ya nadie duda de que el derecho a gozar de un ambiente sano y equilibrado es un
derecho humano. Más aún: si se aceptara algún tipo o grado de “jerarquización” entre los
derechos humanos, bien podríamos decir que, al igual que la vida, el derecho al ambiente
es un derecho humano por excelencia, pues resulta presupuesto indispensable para el
adecuado ejercicio y disfrute de los demás derechos esenciales que tenemos los seres
humanos.
Es que resulta una tarea ardua –y con resultados muy fácilmente suponibles– imaginar la
propia existencia de las personas humanas en un contexto ambiental degradado,
contaminado y sin condiciones mínimas para el desarrollo. La salud, que también es un
derecho fundamental, sería imposible de asegurar y por decantación el propio derecho a la
vida sería poco menos que inviable. Luego, otros derechos personalísimos conquistados a
lo largo de la historia por las personas (la propiedad, el trabajo, la educación, por
mencionar algunos) lejos estarían también de poder ejercitarse en plenitud.
Esta hipótesis –que expresamos en modo potencial– en realidad no está muy distante de
arribar a una instancia de corroboración. Y esa proximidad se vuelve cada vez más
Página 83 de 225
palpable a medida que advertimos el modo en que se profundizan los grandes problemas
ambientales que afectan a la humanidad. El escenario de conflicto que genera el cambio
climático, por ejemplo, es revelador: basta pensar en el desastre que se produciría en
muchísimos ecosistemas si la temperatura media del planeta continúa incrementándose,
para dar cuenta de la necesidad que tiene el hombre de conservar su hábitat en
condiciones apropiadas.
Así, el goce de un ambiente sano ha ascendido a la categoría de derecho principalísimo y
la necesidad de resguardarlo y asegurarlo es un presupuesto de la propia existencia
humana.
La consagración de este derecho en el plexo normativo constitucional de gran parte de los
ordenamientos jurídicos del mundo (en el caso argentino, en la parte dogmática de la
Constitución, entre los nuevos Derechos y Garantías), se reitera, es una muestra más de la
veracidad de lo expuesto.
Por eso, cuando hablamos del derecho a gozar de un ambiente sano –incluso con
preferencia por sobre la alocución Derecho Ambiental– ha de quedar en claro que nos
referimos a un derecho que ha alcanzado la máxima categoría jerárquica en materia
normativa y que, como tal, es requisito ineludible dotarlo de la máxima protección para que
su ejercicio no se vea disminuido o menoscabado.
Existe –asimismo– una extraña paradoja: al mismo tiempo que el paradigma
antropocéntrico va resignando espacio a la hora de definir el modo en que el hombre se
relaciona con la naturaleza, la humanidad ha coincidido en elevar a la categoría de
derecho fundamental el derecho a gozar de esa naturaleza en condiciones dignas, que le
permitan la calidad de vida necesaria para desarrollarse en todos sus aspectos.
Sin embargo, si bien se mira, ambas cosas no son sino las caras opuestas de una misma
moneda: evidentemente hemos llegado a un punto de quiebre que nos indica que tenemos
una prerrogativa fundamental a gozar de un ambiente adecuado y que por ello mismo
estamos obligados a corrernos del medio y dejar de intervenir en ese ambiente del modo
en que lo venimos haciendo, pues sino aquél derecho será cada vez más de cumplimiento
imposible.
Dice Carlos Aníbal Rodríguez, hablando de una posible contradicción o redundancia en la
frase “Derechos Humanos” (siendo que los derechos han sido diseñados justamente para
los seres humanos) que dicha redundancia no existe porque “lo que en realidad se quiere
decir –y ello más allá de las distintas concepciones que existen al respecto– es que hay
ciertos y determinados derechos, que se consideran esenciales y básicos a todo ser
humano y que por lo tanto merecen una protección especial a fin de asegurar la igualdad
real que tienen todos los habitantes de una nación ante la ley…”1.
Y entendemos que esa igualdad real no puede significar otra cosa que garantizar la
efectividad de la protección del derecho consagrado. La Corte Suprema de Justicia de la
Nación lo ha dicho con meridiana claridad en la causa Mendoza2, el precedente más
importante con que contamos en nuestro país en materia ambiental (al menos, hasta que
estas consideraciones son escritas) al sentenciar que “El reconocimiento del status
constitucional del derecho al goce de un ambiente sano… configura la precisa y positiva
decisión del constituyente de 1994 de enumerar y jerarquizar con rango supremo a un
derecho prexistente…”.
Página 84 de 225
En consecuencia, la constitucionalización de un derecho humano –en este caso, el de
gozar de un ambiente sano– entraña la directa e inmediata operatividad de la cláusula que
así lo dispone, porque el no supeditar la vigencia, efectividad y eficacia de ese derecho a la
existencia de ningún otro acto legislativo, administrativo o judicial es, justamente, el
reaseguro del respeto a ultranza de dicha garantía. Y ello es así aun en el supuesto de que
la propia cláusula constitucional requiera reglamentación pues –es doctrina de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación– la ausencia o retardo de la misma no puede resultar
óbice para la observancia de aquélla.
En síntesis: si podemos coincidir en que, en términos sencillos, los Derechos Humanos son
aquellos derechos que resultan inherentes a todas las personas por el sólo hecho de su
condición y en forma independiente a otras características de su personalidad
(nacionalidad, sexo, raza, color de piel, idioma, religión, etc.); y si también nos es permitido
arribar a un consenso básico en orden a que el pleno disfrute y ejercicio de esos derechos
humanos requiere ineludiblemente de un medio apropiado, de condiciones ambientales
aptas, sanas, saludables, que propicien el desarrollo de las personas en todas sus
dimensiones; entonces pacíficamente arribaremos a la conclusión de que el derecho a
gozar de un ambiente sano, como ya hemos dicho, es un derecho humano por
antonomasia que bien podría denominarse también derecho a una adecuada calidad de
vida. Volveremos sobre este concepto al hablar de desarrollo sustentable.
Evolución de la Teoría de los Derechos Humanos.
Si bien a priori los Derechos Humanos parecerían formar un bloque compacto, una
“especie” única de derechos, ello no es rigurosamente así. Es verdad que, en general,
participan de los mismos caracteres, pero la evolución de la Teoría de los Derechos
Humanos demuestra que el nacimiento y desarrollo de cada uno de ellos –que se ha dado
a lo largo de más de 200 años– ha respondido a requerimientos propios de las
circunstancias imperantes en cada momento histórico.
Así, en coincidencia con la mayor parte de la doctrina existente sobre el tema, digamos
que es posible identificar varios períodos en este desarrollo, que permiten arribar, a su vez,
a la existencia de distintas categorías o, para utilizar la denominación tradicional,
diferentes generaciones de Derechos Humanos, cada una –se insiste– hija de su tiempo.
Es que un sinnúmero de factores han condicionado la progresiva evolución de la teoría de
los Derechos Humanos. Las enormes transformaciones en materia política, económica,
social, ideológica, filosófica y jurídica –por mencionar algunas de las dimensiones que
revisten la existencia de la humanidad– que se han producido desde la Revolución
Francesa (acontecimiento que marca de algún modo el inicio de la existencia de los
Derechos Humanos, al menos con el significado que la modernidad les confiere) hasta la
actualidad, han planteado escenarios diversos y cada nueva categoría de Derechos
Humanos irrumpió para intentar dar respuesta acordes a esas realidades.
En el plano sociológico–jurídico esa transformación está signada por un cambio de
paradigma en relación al sitio que ocupa el hombre (la persona humana) frente a los
demás: frente al medio que lo rodea (lo que alcanza a los ecosistemas y sus
componentes), frente a sus semejantes, frente al Estado que lo contiene, etc.
Durante mucho tiempo predominó una lógica claramente antropocéntrica conforme la cual
los Derechos Humanos fueron asimilados a los derechos subjetivos, personales o
Página 85 de 225
individuales, desprovistos del contenido social o colectivo que hoy en día se les reconoce
sin hesitaciones. El derecho a la libertad, a la igualdad, a la propiedad nacieron, sin dudas,
bajo el signo de esa cosmovisión.
En el presente esto ya no puede ser sostenido. La aparición de los derechos humanos de
tercera generación nos demuestra que existe una perspectiva filosófica mucha menos
antropocéntrica –o, si se prefiere, mucho más geocéntrica–, desde la cual lo que interesa
ahora es tutelar también los derechos de incidencia colectiva que se ejercen, además,
sobre bienes también compartidos por la sociedad. El ambiente es seguramente el mejor
ejemplo de esta afirmación.
A tal punto ello es así que, como derecho humano de tercera generación que es, el
derecho subjetivo o individual que cada uno tiene a gozar de un ambiente sano, se
complementa con el deber que asimismo posee de preservarlo, y es esa tutela del
ambiente en tanto bien colectivo o social lo que le agrega la impronta geocéntrica a la que
hacemos referencia.
Las “generaciones” de los Derechos Humanos.
No existe absoluta coincidencia entre los autores acerca del origen de la clasificación de
los Derechos Humanos, ni de la real utilidad de la misma y ni siquiera sobre las distintas
clases o categorías existentes.
Dicho esto, corresponde señalar que es casi pacífico que el primero en formular la
clasificación de los Derechos Humanos y catalogarlos en diferentes “generaciones”, fue el
profesor universitario Karel Vasák, de origen checo y nacionalizado francés, quien en el
año 1979 (aunque hay quienes dicen que fue antes3) introdujo el tema en el marco de una
conferencia que dio en su carácter de Secretario General del Instituto Internacional de
Derechos Humanos, en la ciudad de Estrasburgo (Francia). Allí, inspirándose en el lema de
la Revolución Francesa –liberté, égalité, fraternité– comenzó a desarrollar esta teoría,
que rápidamente se difundiría por todo el mundo bajo el auspicio de Naciones Unidas.
Tampoco el catálogo de los Derechos Humanos, en sí mismo –y como ya hemos
anticipado–, exhibe unanimidad de aceptación. En tal sentido, los principales detractores
de la tesis de las generaciones de los derechos humanos subrayan, entre otras cosas, que
ciertos derechos, como el propio derecho fundamental a la vida, pertenecen a todas las
generaciones (no solo a la primera) y es civil, político, económico, social, cultural, etc.;
además, que no existe precisión histórica en relación al surgimiento de los derechos de
cada una de las generaciones y que tal modo de distinguirlas implicaría la extinción de una
generación ante el surgimiento de la siguiente4.
De todos modos estas objeciones pueden ser salvadas.
En modo alguno es exacto que la aparición de una nueva generación de derechos excluya
(o deba excluir) a la anterior. La misma historia se ha ocupado de descartar esta hipótesis.
El surgimiento de una generación de derechos implica más bien la reafirmación de que los
derechos incluidos en la generación anterior han sido lo suficientemente acreditados y
confirmados como para que la humanidad pueda evolucionar hacia nuevas conquistas
jurídicas de este tenor y descartando, en consecuencia, que pueda haber un retroceso en
tal sentido.
Por ello, no debe verse un supuesto de sustitución o reemplazo de los derechos de las
generaciones anteriores en relación a los que van surgiendo, sino que más bien las nuevas
Página 86 de 225
prerrogativas cumplen una función complementaria e implican a las claras un progreso en
la situación de protección de los seres humanos, pues pasan a conformar un plexo cada
vez más completo e interrelacionado que proporciona mejores condiciones frente a los
requerimientos crecientes en complejidad que presenta la vida en sociedad.
Es obvio que cada generación de Derechos Humanos nació con el objeto de dar
respuestas precisamente a las necesidades y problemáticas propias de su tiempo, a las
circunstancias políticas, económicas, sociales, filosóficas, culturales que caracterizan
contextualmente al mundo en un momento o época determinada. Pero, por un lado,
algunas de esas circunstancias (o los efectos de las mismas) pueden encontrarse
subsistentes aún (en todo o en parte) y, por el otro, la evolución y transformación de la
sociedad no se ha dado con igual ritmo e intensidad en todos los rincones del planeta. Ello
denota que los requerimientos y necesidades de la sociedad son asimétricos temporal y
espacialmente. Y como los Derechos Humanos, entre otros atributos que exhiben, son
universales, la subsistencia de los mismos no admite duda, más allá de la generación que
les sea asignada.
También el supuesto escaso rigor científico de la clasificación ha sido blanco de críticas,
entre otras cosas porque dicha clasificación no ha merecido consagración positiva (los
textos constitucionales enumeran los derechos y garantías existentes, pero sin
encasillarlos en categorías generacionales).
Maguer fuera atendible dicho reparo, no es suficiente para dar por tierra con una
metodología que se ha mostrado valiosa desde el punto de vista académico y didáctico
para el estudio y comprensión del tema pues, al fin y al cabo, en palabras del célebre
jurista y filósofo Genaro Carrió, “las clasificaciones no son buenas o malas sino útiles o
inútiles”.5
Veamos, entonces, cuáles son las distintas generaciones de Derechos Humanos.
Los Derechos Humanos de Primera Generación.
Estos derechos nacen con las ideas liberales surgidas en la segunda mitad del Siglo XVIII
que tuvieron por norte poner límites a los excesos de la monarquía y terminaron dando
sustento a la Independencia de los Estados Unidos en 1776 y luego a la Revolución
Francesa en 1789, y fueron plasmados en todas las constituciones que resultaron
conceptualmente tributarias de esos ideales. Se los conoce como los derechos civiles y
políticos y están inspirados claramente en la idea de libertad.
En este sentido, se dice que estos derechos implican un deber de “abstención” (o de no
intervenir) por parte del Estado, en cuanto a que no debe inmiscuirse en la vida de las
personas ni interferir en el disfrute y ejercicio de tales prerrogativas. El apotegma
paradigmático de ello se materializa en el denominado Principio de
Reserva6 constitucional.
Estamos hablando de los derechos individuales por antonomasia y cumplen la función de
garantizar al hombre elementales condiciones que hacen a su existencia y dignidad: el
derecho a la vida, a la libertad (de circulación, de pensamiento, de expresión, de culto), a la
propiedad, a la igualdad frente a la ley, etc. En nuestro ordenamiento fueron incorporados
en la Constitución de 1853 en los artículos 14, 15, 16, 17 y 19, entre otros.
En el caso de los derechos políticos, deben ser ubicados en la órbita de la democracia
representativa, aunque de tipo formal. Garantizan la participación de los ciudadanos en las
Página 87 de 225
actividades públicas y en la elección de los gobernantes y el más tradicional de todos es el
derecho al sufragio.
Si bien los Derechos Humanos de Primera Generación surgieron, como hemos visto, en
las postrimerías del Siglo XVIII y comenzaron a ser reconocidos por las constituciones
liberales clásicas a partir de ese momento, recién fueron positivizados por primera vez a
nivel internacional en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, suscripta en
París en 1948 y ratificados más tarde en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos, en 1966.
Los Derechos Humanos de Segunda Generación.
Los Derechos Humanos de Segunda Generación surgen desde una perspectiva mucho
menos individualista, y consideran al hombre en el contexto de su vida familiar y social
regulando, inclusive, algunos aspectos de las relaciones que vinculan a ciertos sectores
sociales entre sí.
Son los derechos económicos, sociales y culturas (DESC) o, simplemente, los derechos
“sociales”, según la denominación que se desee adoptar.
Comienzan a tomar consistencia en los albores del Siglo XX y surgen a partir de una serie
de movimientos políticos y sociales –provocados por la falta de condiciones laborales
mínimas que tenían los trabajadores y la explotación a la que eran sometidos y, al mismo
tiempo, por el fracaso que evidenciaron otros movimientos mucho más reaccionarios
(como el comunismo o el anarquismo) para torcer esa situación– que terminan decantando
en el llamado constitucionalismo social, del cual la Constitución de México de 1917 y la de
Weimar de 1919 son los primeros exponentes. En el fondo, vienen a remediar una serie de
desigualdades sociales generadas por el sistema liberal, que en cierto modo sólo había
podido conseguir asegurar libertades formales.
Implican fundamentalmente un cambio de posicionamiento de los sujetos frente al poder
estatal. Con las salvedades ya efectuadas, se puede decir que son la respuesta y la
reacción a los excesos (o, mejor dicho, a las carencias) del estado liberal. Representan
fielmente la idea del welfare state (estado de bienestar), es decir, un estado que ya no es
un simple custodio de las libertades, sino que debe asumir obligaciones positivas para
garantizar mejores condiciones de vida a las personas: se trata ahora de un estado
interventor y, en cierto modo, proteccionista.
La piedra angular de estos derechos ya no es la libertad, sino la solidaridad (que se funda,
a su vez, en la igualdad real) cuyo principal promotor debe ser –precisamente –, el estado,
el cual asume, como hemos dicho, obligaciones de hacer.
En nuestro país los derechos sociales fueron incorporados a partir de la reforma
constitucional de 1949, efectuada durante la primera experiencia peronista en el poder. No
obstante que dicha reforma fue derogada en 1956 por el gobierno de facto que surgió
luego de la Revolución Libertadora del año anterior, los derechos sociales lograron
supervivencia y quedaron definitivamente incorporados en el texto constitucional aprobado
por la Convención constituyente reunida en 1957, en el conocido art. 14 bis. Para ello fue
fundamental la labor del entonces Presidente del Comité Nacional de la Unión Cívica
Radical, Crisólogo Larralde, quien aunque no era convencional constituyente realizó
decisivas gestiones para que los convencionales de su partido aprobaran dicha
incorporación.
Página 88 de 225
Los derechos sociales son los derechos del hombre en su ámbito laboral, gremial, familiar.
Apuntan a su protección actual y futura, imponiendo los beneficios de la seguridad social.
Entre otros podemos nombrar el derecho a condiciones dignas de trabajo, al descanso y
las vacaciones pagas, al salario mínimo vital y móvil, a la protección contra el despido
arbitrario, la estabilidad laboral, el derecho a la huelga, a la jubilación, a la protección
integral de la familia, el acceso a una vivienda digna, etc.
Al igual que los anteriores estos derechos también fueron incluidos en la Declaración
Universal de los Derechos Humanos de 1948 y luego en el Pacto internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales, en el año 1966.
Los Derechos Humanos de Tercera Generación.
Dice José Esaín7 que “si algo ha introducido el constitucionalismo en los años posteriores
a las guerras mundiales es una renovación enorme en el plexo de los derechos
fundamentales, con el advenimiento de la llamada tercera generación.”
En efecto, los derechos de tercera generación responden a una lógica muy distinta a la de
sus predecesores y generan, como expresa el autor citado, un nuevo enfoque de los
derechos fundamentales pero, por sobre todas las cosas, una nueva manera de gestionar
las relaciones humanas que se generan en la compleja sociedad que surge luego de la
Segunda Guerra Mundial.
El contexto de la posguerra es ciertamente intrincado: una Europa devastada que debía
ser reconstruida rápidamente, la tensión ideológica occidente-oriente que caracterizó casi
íntegramente la segunda mitad del Siglo XX, la tensión político-económica que generaron
las desigualdades en materia de desarrollo entre los países del hemisferio Norte y los del
Sur, las consecuencias de los grandes conflictos ambientales globales, que comenzaron a
ser visibilizadas por la humanidad, la globalización económica, los efectos no deseados del
desarrollo científico, de los adelantos tecnológicos, de la manipulación genética, etc. –por
mencionar sólo algunos de los desafíos que planteaba dicho escenario– requirieron la
elaboración de una protección jurídica provista de un ropaje nuevo.
Estamos en la era de los derechos de incidencia colectiva, o plurindividuales, o intereses
difusos. Siguiendo a Stiglitz8, los derechos o interese difusos son “los que pertenecen
idénticamente a una pluralidad de sujetos, en cuanto integrantes de grupos, clases o
categorías de personas, ligadas en virtud de la pretensión de goce, por parte de cada una
de ellas, de una misma prerrogativa. De forma tal que la satisfacción de fragmento o
porción de interés que atañe a cada individuo, se extiende por naturaleza a todos; del
mismo modo que la lesión a cada uno afecta simultánea y globalmente, a los integrantes
del conjunto comunitario”. Sobre esta clase de derechos nadie puede reivindicar la
titularidad absoluta y ni siquiera una porción determinada de ellos, pues son indivisibles.
Pertenecen a todos pero al mismo tiempo no son de nadie y ello posibilita una expansión
notable en la legitimación necesaria para exigir su cumplimiento, ya que al no tratarse de
derechos subjetivos (sino colectivos) los interesados en asegurar su vigencia y, en
consecuencia, los actores que pueden reclamarla, son múltiples.
Un claro ejemplo de ello lo brindan las asociaciones no gubernamentales. En orden a ello
explica Gordillo que “…la experiencia bien indica que los derechos colectivos son más
legítimamente defendidos por entidades no gubernamentales que por las administraciones
públicas, estas últimas frecuentes agentes de daño y no de protección jurídica, sujetos
Página 89 de 225
pasivos antes que activos de la pretensión de tutela…”9.
Estos derechos ya no se apoyan en la libertad o en la igualdad. Su sustento está dado por
otros valores y premisas conceptuales que exigen una mayor amplitud de pensamiento
para su correcta comprensión, pues rompen con los moldes jurídicos clásicos. La
perspectiva antropocéntrica desde la cual se edificaba todo el andamiaje jurídico tradicional
cede paso ahora a una cosmovisión que pone el centro de atención en la tutela de otros
bienes jurídicos, lejos de la esfera personal de los individuos y mucho más cerca de la
social o colectiva, lo que requiere otros fundamentos valorativos. Son los derechos de las
colectividades.
Así, la paz, la cooperación, la solidaridad, la equidad, la tolerancia, la justicia son algunas
de las reglas axiológicas que inspiran esta nueva categoría de derechos, destinadas a la
protección de los bienes y valores colectivos, de las categorías sociales vulnerables (los
niños, los ancianos, los consumidores, los incapaces), de las generaciones futuras, de los
pueblos, etc.
Se los denomina también derechos de la solidaridad, pues esa es su principal base
fundante. En esta línea, Mercedes Franco del Pozo subraya que “se trata de derechos que
aspiran a realizar no solo la libertad o la igualdad de los seres humanos, sino la
solidaridad, o dicho en otros términos, la igual libertad para todos los seres humanos del
planeta, presentes y futuros”10. Agrega la citada autora que los derechos de tercera
generación en sí, suponen una auténtica revolución en el sentido de que representan la
coronación de los derechos hasta ahora reconocidos. Engloban los derechos individuales
en la medida en que son necesarios para nuestro desarrollo personal en libertad y dignidad
y engloban los derechos económicos, sociales y culturales en cuanto éstos no pueden
satisfacerse sin un entorno favorable a ello.
La solidaridad radica en que, “por un lado, pretenden satisfacer la legítima aspiración de la
humanidad a vivir en un mundo libre de opresión y desigualdades, en el que podamos
desarrollarnos en armonía con la Naturaleza. Por el otro, requieren la actuación de todos y
cada uno de nosotros —desde el hombre medio de la calle con su quehacer diario,
pasando por todas las fuerzas sociales, civiles y políticas, de todos y cada uno de los
países que componen la comunidad internacional— para que puedan materializarse y salir
del plano abstracto de su configuración filosófica…”11.
Los derechos de tercera generación tienen también la particularidad –que los diferencia
ampliamente de los derechos de las generaciones anteriores– de no agotarse en la mera
prerrogativa que confieren, sino que tienen un alcance mayor, pues implican al mismo
tiempo deberes para quienes resultan sus titulares. Así, el derecho a gozar de un ambiente
sano se complementa e integra con el deber de preservarlo.
Requieren una intervención activa del aparato estatal para que su pleno ejercicio se vea
asegurado, pues son derechos en cierto modo privados pero también operan en la esfera
de lo público y hasta del orden público, fundamentalmente porque su objeto de tutela está
constituido por bienes que articulan en la órbita de lo colectivo. Por eso, si bien puede
sostenerse que todos los derechos operan sobre la base de un Estado que sea capaz de
garantizar estándares razonables de libertad, los derechos de tercera generación se ven
precisados de un sistema que asegure a ultranza el pleno respeto de las libertades, el
correcto funcionamiento de las instituciones, la autonomía de las personas, la participación
Página 90 de 225
ciudadana, el acceso a la información y a la justicia, es decir, los pilares básicos de la
denominada democracia participativa, único sistema político capaz de garantizar la
vigencia de tales prerrogativas. Sólo a partir de un consenso unánime sobre la
imprescindencia de estas premisas, se pueden asegurar y afianzar estos derechos.
La enumeración de los mismos es extensa y el catálogo quizá todavía no esté cerrado.
Por ahora, y entre otros, podemos contar entre los Derechos Humanos de Tercera
Generación: el derecho a la paz, a la autodeterminación de los pueblos, al patrimonio
común de la humanidad, a la cultura, al desarrollo, a la justicia transnacional (que pueda
revisar los desvíos u omisiones de las jurisdicciones nacionales), al respeto por la identidad
cultural y por la diversidad (pluralidad), a la protección de los sectores vulnerables, a la
salud, el derecho de los usuarios y consumidores, a la libre competencia y al control de los
monopolios, el derecho a una mejor calidad de vida (que se traduce en el derecho a la
satisfacción de las necesidades básicas y el acceso a los servicios públicos esenciales,
como el agua potable, el saneamiento, la educación, la salud) y, por supuesto, el derecho
al ambiente o a gozar de un ambiente sano.
¿Hacia una cuarta Generación de Derechos Humanos?
Otro de los desacuerdos doctrinarios que se plantea en materia de reconocimiento y
clasificación de los Derechos Humanos, pasa por la aceptación o no de una nueva
generación –la cuarta– de Derechos Humanos.
En efecto, ciertos autores postulan que ya en nuestro tiempo asistimos a la existencia de
una Cuarta Generación de Derechos Humanos aunque, para que el escenario sea más
incierto aún, tampoco hay total coincidencia entre ellos acerca de cuáles serían los
derechos que formarían parte de la misma.
Algunos, como Carlos Rodríguez, entienden que los titulares de estos nuevos derechos
son las generaciones futuras, para con las cuales la nuestra tiene el deber de administrar
los recursos naturales12. Serían, para este autor, una suerte de derechos fundamentales
de solidaridad, o solidaridad social, que nos vinculan con las generaciones venideras.
En sentido muy similar se expresa Morello13, para quien los Derechos de Cuarta
Generación operarían a modo de un reconocimiento en favor de las futuras generaciones
traducido en la obligación de asegurarles una disponibilidad razonable de recursos,
riquezas y medios, para lo cual se nos impone la observación de verdaderos deberes
actuales, al estilo de la estipulación en favor de terceros que regula el art. 1027 del Código
Civil y Comercial de la Nación.
Otros autores, como Vallespín Pérez, ubican dentro de esta supuesta cuarta generación,
por una lado a “aquellos derechos que no pueden ser encuadrados en el clásico contenido
de la tercera generación (como por ejemplo la manipulación genética, el derecho a visitar
el patrimonio histórico y cultural de la humanidad) y, por otro, a las reivindicaciones futuras
de nuevos derechos”14.
Hay quienes incluso afirman que esta cuarta generación de derechos estaría conformada
por los derechos incluidos en las generaciones anteriores pero observados ahora en el
entorno del ciberespacio15. Se señala, desde esta perspectiva, que “a diferencia de lo que
ocurre en el mundo real, en el cual los ataques a los derechos humanos en forma de
acciones políticas tienen una traducción casi inmediata en términos de hambre, tortura,
discriminación, flujos migratorios o de refugiados, recorte de libertades civiles, etc., en el
Página 91 de 225
ciberespacio dichas acciones cobran un cierto carácter de invisibilidad frente al escrutinio
público y, por tanto, la aparente inmaterialidad e invisibilidad de los ataques precisa nuevas
formas de análisis”. Con la llegada de Internet (y, por extensión, a partir de las nuevas
tecnologías) –se dice– los métodos de acceso y difusión de información han cambiado
radicalmente, con grandes consecuencias para las personas, la sociedad civil y los
gobiernos. Y ello genera una vulnerabilidad que requiere una respuesta nueva.
Por nuestra parte, pese a la elevada consideración que nos merecen las opiniones
comentadas, entendemos que no nos encontramos aún en situación de aceptar una nueva
generación de Derechos Humanos.
El espectro propio de los Derechos de Tercera Generación es lo suficientemente amplio
como para cobijar a las manifestaciones referidas que, por lo demás, pese la enjundia con
la que se intente su imposición, no son novedosas.
La noción de generaciones futuras no sólo es conocida y aceptada desde hace más de
cincuenta años, sino que lejos de está de ser una idea abstracta o carente de significado
real. Por el contrario, la “existencia” de las generaciones futuras es lo que da sentido y
confiere real dimensión a buena parte de los Derechos Humanos de Tercera Generación
comenzando, claro está, por el derecho a gozar de un ambiente sano.
En este sentido, más que formar parte de una nueva categoría o generación, la idea de
generaciones futuras está ínsita en la lógica de los derechos de tercera generación pues,
en gran medida, el diseño de esos derechos es efectuado con visión de futuro, es decir,
pensando en que su disfrute excederá largamente la vida de nuestra generación.
Algo parecido puede predicarse acerca del derecho a visitar el patrimonio histórico y
cultural de la humanidad. Conforme la interpretación amplia que debe asignarse al
“ambiente” en el marco de los Derechos Humanos de Tercera Generación, el mismo no
comprende sólo las cuestiones puramente ecológicas o naturales propias del mismo, sino
que extiende sus contornos conceptuales a otros aspectos tales como el patrimonio
cultural, el paisaje, la calidad de vida, las costumbres y “derechos” de los pueblos
originarios, etc. Por tanto esos supuestos nuevos derechos encajan perfectamente en este
molde.
Incluso otras presuntas prerrogativas que podrían formar parte de una nueva categoría de
derechos, verbigracia las que surgirían derivadas de los riesgos causados por los
adelantos tecnológicos o la manipulación genética, entendemos que tampoco es
aconsejable aceptarlas como tales. El Derecho ha sabido ya adjudicar nuevas funciones a
la teoría de la responsabilidad que nos pone a cubierto de esos peligros que, por lo demás,
no son extraños a los que engendran otros supuestos (como los daños derivados de la
contaminación radioactiva) cuya respuesta jurídica también ya ha sido formulada.
Sucede que los Derechos Humanos de Tercera Generación, como hemos visto, se
asientan sobre premisas axiológicas muy amplias como la solidaridad, la equidad y la
cooperación, lo que –como ya expresáramos también– les confiere la suficiente flexibilidad
como para albergar estos casos que, por otro lado, lejos están de conmover (y, menos,
reemplazar) las bases filosóficas y sociológicas que posibilitaron el nacimiento de aquéllos,
que se muestran hoy más vigentes que nunca.
La Reforma Constitucional de 1994 y la consagración del derecho al ambiente
El artículo 41 de la Constitución Nacional: antecedentes de la reforma, discusión previa,
Página 92 de 225
debate parlamentario. El derecho a gozar de un ambiente sano y el modelo de desarrollo
sustentable. La constitucionalización del daño ambiental (art. 41, primer párrafo). Los
deberes del Estado (art. 41, segundo párrafo).
Para el análisis y estudio de estos temas, sugerimos la lectura de los siguientes textos,
recordando que en la Unidad IV ya hemos hablado del Desarrollo Sustentable:
3 Autores como Mercedes Franco del Pozo citan una obra del referido jurista (Le droit
international de Droits de l’Homme) del año 1972 en la cual ya aparece formulada su
teoría.
5 CARRIÓ, Genaro, Notas sobre Derecho y Lenguaje, Ed. Abeledo-Perrot, Buenos Aires,
1968, pág. 72.
8 STIGLITZ, Gabriel A., La responsabilidad civil: nuevas formas y perspectivas, Ed. La Ley,
Buenos Aires, 1984, págs. 24-25
13 MORELLO, Augusto Mario, El proceso justo. Del garantismo formal a la tutela judicial
efectiva de los derechos, Platense-Abeledo Perrot, La Plata, 1994, pág. 88.
22 Resolución del Consejo Federal del Medio Ambienta (COFEMA) N° 92/2004 de fecha
17/09/2004, disponible en http://cofema.ambiente.gob.ar/?
aplicacion=normativa&IdNorma=184&IdSeccion=32
25 ALBERDI, Juan Bautista, Obras selectas, Tomo 11, Edición revisada por el Dr. Joaquín
V. González, Librería La Facultad Buenos Aires, 1920, pág. 31.
33 El art. 2506 del Código de Vélez, bajo cuya vigencia se produjo toda la controversia,
definía al dominio como el derecho real en virtud del cual una cosa se encuentra sometida
a la voluntad y a la acción de una persona.
Guía de Estudio
Unidad 7
A los efectos de que puedas determinar si comprendiste los contenidos propuestos en esta
Unidad te formulamos una serie de preguntas que entendemos te pueden ayudar:
• ¿Por qué el derecho a gozar de un ambiente sano es un Derecho Humano?
• ¿Qué son las Normas las Presupuestos Mínimos? ¿Qué rol cumplió el COFEMA en
tal sentido?
• ¿A quién pertenecen los Recursos Naturales, quién puede tener jurisdicción sobre
los mismos y por qué?
• ¿Cuáles fueron las causas que determinaron que algunas provincias incorporaran
la cláusula ambiental a sus respectivas constituciones con anterioridad a la Nación?
1) Descripción.-
Nuestro Esquema legal, desde el punto de vista ambiental se articula de la siguiente manera:
a) Constitución Nacional (artículos 41, 43 y 124)
b) Leyes y tratados internacionales con jerarquía constitucional
c) Leyes de Presupuestos Mínimos
d) Código Civil y Comercial (artículos 14, 240, 1711, 1713. 1717, entre otros)
e) Leyes provinciales y Ordenanzas Municipales.
- Introducción al debate acerca de la codificación (o no).
Como pueden advertir existen numerosas normas que refieren a la temática ambiental pero
no disponemos de un Código Ambiental Nacional como por ejemplo un Código Penal o
Minero.
Dice Jesús Jordano Fraga (1) sobre la Codificación que dada la dispersión normativa
congénita del Derecho ambiental no es extraño que una de las modernas tendencias en
Derecho ambiental sea la codificación. En el ordenamiento americano han sido múltiples las
llamadas a la adopción de una única ley federal ambiental en aras de una deseable
integración. Esta fue la opinión expresada en mayo de 1991 por la Advisory Commision on
Intergovernmental Relations y por General Accounting Office . Hoy se puede hablar de
una verdadera tendencia a la codificación en diversos países como Francia o Alemania.
En Francia, por ejemplo, los parlamentarios de la Asamblea nacional habían reclamado
desde 1976 la adopción de un Código del ambiente. El 11 de abril de 1990 se depositó en
el Bureau de l´Assemblé National el informe BARNIER instando a la adopción de un
verdadero Código del ambiente establecido en base al reagrupamiento y la armonización de
las leyes y reglamentos actualmente dispersos. Estos antecedentes han dado lugar al projet
de loi relatif à la partie legislative du Code de l´environnement (assemblée nationale nº
25 83, du 21 de février 1996). Finalmente, La Ordonnance N º 2000-914 de 18 de septiembre
de 2000 sobre la parte legislativa del medio ambiente es el origen del código del medio
ambiente francés. Los Libros I, III, IV y V de la parte reglamentaria del Código de Medio
Ambiente han sido publicados mediante el Decreto N º 2005-935 de 2 de agosto de 2005,
sobre la parte reglamentaria del Código del Medio Ambiente y los libros II y VI lo fueron por el
Decreto N º 2007-397, de 22 de marzo de 2007. Esta tendencia es creciente. SUIZA ha
adoptado un amplio Código en 1988; Suecia comenzó sus trabajos en 1990. En Italia se
aprobó el Decreto legislativo 3 aprile 2006, n. 152 Norme in materia ambientale (G.U. n. 88
del 14 aprile 2006) complementado e integrado por el Decreto legislativo 16 gennaio 2008, n.
4 con 318 preceptos sobre EIA, EAE, Autorización ambiental integrada, suelos contaminados,
agua, atmosfera y daño ambiental, entre otros.
Estas son las innegables necesidades que debe satisfacer la codificación. Si el siglo XIX fue
el de la codificación civil iniciada por el Código de Napoleón, el siglo XXI va a ser el siglo de
la Codificación Ambiental. Los objetivos fundamentales de la codificación, en resumen, son la
coordinación, sistematización, limpieza de antinomias, en definitiva racionalización, evitar la
inflación normativa, entre otros. No se trata meramente de yuxtaponer lo existente. Este reto
lo tienen los Estados, las estructuras supranacionales como la U.E, pero también las regiones
y los poderes locales. ¿Es algo tan ilusorio que se racionalice el ordenamiento jurídico-
Página 115 de 225
ambiental?
Por su parte Mario Valls (2) ha dicho que en plena crisis del 2002 el Congreso no dudó más y
comenzó a sancionar leyes que establecen presupuestos mínimos ambientales o de
protección ambiental. Se proveen normas especiales uniformes para todo el país protectoras
del ambiente o de alguno de sus elementos a las que añaden también normas de fondo y de
organización administrativa para su aplicación. La segunda de ellas fue el proyecto que la
comisión elaboró sobre esa base y se convirtió en la ley general del ambiente 25.675. La
misma fue recibida con beneplácito por la comunidad jurídica y por los sectores productivos.
Se la necesitaba y se la usa con entusiasmo. Funciona como una superley rectora de las
demás de política ambiental. Introduce mecanismos que está ensayando Europa para
homogeneizar su descuidada legislación ambiental, pero no cubre todo el espectro ambiental
a nivel nacional.
El proyecto que se convirtió en la ley 25.675 explica que no quiso legislar lo ambienta1
mediante un código.
El derecho ambiental vigente, sostiene este autor, refleja una dura lucha entre quienes se
benefician externalizando la carga de la preservación ambiental y quienes padecen esa
internalización. Por eso la desigualdad entre quien litiga para defender el ambiente y quien lo
hace para beneficiarse con su deterioro es ostensible. Si bien sus normas son las que más se
aplican en materia ambiental, la ley 25.675 no provee un ordenamiento de la legislación
ambiental federal ni de sus principios generales.
Tampoco lo provee ese conjunto de nuevas leyes que declaran que establecen presupuestos
mínimos ambientales. Las demás normas rectoras del ambiente se encuentran diseminadas
en todo el sistema jurídico.
Unas y otras sólo atienden temas aislados del derecho ambiental y por lo expuesto supra no
alcanzan a resolver la variedad de cuestiones de derecho ambiental que se suscitan y su
inteligencia se dificulta cada vez más.
Por eso un código ambiental nacional que facilite la interpretación y aplicación de todo el
sistema jurídico ambiental es más necesario que nunca.
Queda mucho por hacer. Pero no basta hacerlo dentro de los límites competenciales que bajo
la curiosa denominación de presupuestos mínimos el artículo 41 de la Constitución sustrajo al
poder provincial para dárselo al Congreso.
Los requerimientos jurídicos ambientales son mucho más extensos y complejos que los que
proveen esa uniformización mínima. Por otra parte, la aplicación en todo el país de normas
ambientales sancionadas para determinado espacio geográfico no siempre es conveniente ya
que la unificación legislativa puede dar rigidez a actividades diferentes que evolucionan con
mucha rapidez y, así, restar agilidad a las decisiones administrativas singulares. A veces es
conveniente la complementación.
Hay que seguir adelante. Lo urgente es sistematizar lo existente, corregir las falencias que
hemos detectado y se detectarán y generar una mayor participación de las fuerzas activas de
la sociedad que son las destinatarias y merecen ser las artífices de las nuevas creaciones
legislativas.
No debemos olvidar tampoco en este punto la opinión de Ricardo Lorenzetti (3) que afirma
“El derecho ambiental es descodificante, herético, mutante: “se trata de problemas que
convocan a todas las ciencias a una nueva fiesta, exigiéndoles un vestido nuevo. En el caso
Página 116 de 225
del Derecho, la invitación es amplia abarca lo público y privado, lo penal y lo civil, lo
administrativo, lo procesal, sin excluir a nadie, con la condición que se adopten nuevas
características”.
Dice la Norma “Todos los habitantes gozan del derecho a un ambiente sano, equilibrado, apto
para el desarrollo humano y para que las actividades productivas satisfagan las necesidades
presentes sin comprometer las de las generaciones futuras; y tienen el deber de preservarlo.
El daño ambiental generará prioritariamente la obligación de recomponer, según lo
establezca la ley. Las autoridades proveerán a la protección de este derecho, a la utilización
racional de los recursos naturales, a la preservación del patrimonio natural y cultural y de la
diversidad biológica, y a la información y educación ambientales. Corresponde a la Nación
dictar las normas que contengan los presupuestos mínimos de protección, y a las provincias,
las necesarias para complementarlas, sin que aquéllas alteren las jurisdicciones locales. Se
prohíbe el ingreso al territorio nacional de residuos actual o potencialmente peligrosos, y de
los radiactivos.”
Con Horacio Rosatti (4) haremos algunas reflexiones. Otras serán más extensamente
abordadas en futuras unidades temáticas.
Al referirse al bien jurídico constitucionalmente protegido, expresa que la relación
“hombre”-”ambiente” el artículo 41 de la Constitución Nacional refiere al derecho “de todos los
habitantes” de gozarlo (con los atributos de “sano”, “equilibrado” y “apto para el desarrollo
humano”) y el deber de preservarlo (de modo de no comprometer a las generaciones
futuras). En ese contexto, cabe preguntarse: ¿Cuál es el bien jurídico constitucionalmente
protegido?: ¿el ambiente en sí mismo? ¿o la salud humana en función de un ambiente sano y
equilibrado? Las preguntas señaladas pueden conducir a respuestas diferentes y -en el
extremo– contrarias.
En efecto, si lo que protejo es el ambiente en sí mismo, las normas de ponderación vendrán
dadas por las condiciones de calidad medidas sobre el ambiente (que obviamente también
integra el hombre); si -en cambio- lo que protejo es la salud humana en función del ambiente,
las normas de calidad no serán normas de calidad ambiental sino normas de calidad de vida
humana.
Quienes se inclinan por la primera respuesta (el bien jurídico protegido es el ambiente,
incluido el hombre) ponen énfasis en ciertas exigencias que resultan “exógenas” a la salud
del hombre (tales como la de preservar la biodiversidad), encontrando justificativo en factores
no utilitarios para el propio hombre; quienes se inclinan por la segunda respuesta (el bien
jurídico protegido es la salud humana) ponen énfasis en expresiones que ubican al hombre
en el centro de la preocupación (tales como desarrollo humano y necesidades presentes sin
comprometer a las generaciones futuras).
Dice Rosatti, que el tema de la preservación de la biodiversidad permite plantear los matices
que brindan las respuestas anteriores en su justa dimensión: cuando protegemos -por
ejemplo- al cocodrilo, ¿lo hacemos porque forma parte de una cadena biológica, con
prescindencia del uso que de él haga el hombre? (tal sería la respuesta del equilibrio
medioambiental como bien jurídico protegido); ¿o lo hacemos porque el hombre “necesita”
Página 117 de 225
cocodrilos, ya sea para incorporarlos a la cadena productiva o para verlos en un zoológico?
(tal sería la respuesta de la salud humana -lato sensu- como bien jurídico protegido). En
nuestra opinión, siguiendo con el ejemplo anterior, debemos proteger al cocodrilo para que el
cocodrilo siga viviendo, porque integra la cadena biológica que el hombre no inventó sino que
heredó. Si el precio de proteger al cocodrilo fuese (hipotéticamente) no poder verlo más (en
los zoológicos o filmado en los ríos), deberíamos pagar ese precio, porque el cocodrilo no es
un producto humano sino una criatura que compone, como tantas otras, incluido el hombre,
un sistema del que no somos dueños. Por ello, consideramos que el bien jurídico protegido
por el artículo 41 de la Constitución Nacional no es la salud humana sino el equilibrio
ambiental. De modo que en nombre de “cierta” calidad de vida humana no podría
convalidarse (ni ética ni jurídicamente) el perjuicio al equilibrio ambiental ni el menoscabo a la
diversidad biológica.
Breve análisis de la vinculación del Derecho Ambiental con el Código Civil y Comercial
Siguiendo a Caferatta (5) la tutela del ambiente requiere decisiones complejas en el plano de
los valores jurídicos-
El artículo 1º, “Fuentes y aplicación del Código Civil y Comercial”, establece como regla que
la interpretación “debe ser conforme con la Constitución Nacional” (fórmula del derecho
privado constitucional).
Aunque sabido, se recuerda especialmente que, a partir de la reforma de 1994, el derecho
ambiental es un derecho constitucional. De manera que la autoridad de aplicación de la
norma deberá ponderar el juicio a luz de las reglas y los principios constitucionales de
derecho ambiental.
Es que, además, el artículo 2º, “Interpretación del Código Civil y Comercial”, dispone que “la
ley debe ser interpretada teniendo en cuenta los principios y los valores jurídicos”.
La ley 25.675, por ejemplo, contiene principios de interpretación y aplicación de la normativa
y de toda otra norma a través de la cual se ejecute la política ambiental que, en general, son
identificados o reconocidos por la doctrina del derecho ambiental (artículos 3º, 4º y 5º). Es la
misma ley la que establece claramente, en el artículo 2º, los valores jurídicos ambientales.
Por lo expuesto, aplaudimos que la normativa bajo anotación —el Código unificado— incluya
en el título preliminar, artículo 1º, la interpretación de las leyes “conforme con la Constitución
Nacional”, y artículo 2º, “Interpretación”, “los principios y valores jurídicos”, porque el derecho
ambiental es un derecho constitucional, con todo lo que ello significa en la labor de aplicación
normativa y porque los principios y valores cumplen un papel relevante en la función de
defensa del ambiente.
Ello sumado a lo dispuesto en los artículos 14 (abuso del derecho en su versión colectiva),
240 (derechos individuales y de incidencia colectiva) y 241 (normas de presupuestos
mínimos) de esta misma ley 26.994, introduce el derecho ambiental en el derecho privado,
que regula la vida civil y comercial del país.
La sociabilidad en el ejercicio de los derechos individuales es contraria al ejercicio ilimitado
de ellos, los que deberán articularse con el ejercicio de los derechos de incidencia colectiva
(en especial, el derecho ambiental), lo que pretende hacer realidad el orden público ambiental
basado en la idea de coordinación. Por esta razón se introducen principios jurídicos, valores y
Página 118 de 225
objetivos con capacidad para dar una nueva estructura al sistema legal. El pluralismo de
fuentes y la regla de precedencia que da prioridad a la tutela ambiental también contribuyen
para dar un ‘color verde’ al derecho”.
La legislación nacional. Ley General del Ambiente. Introducción. Principios.
Enumeración de otras normas de Presupuestos Mínimos.-
En este tramo del trabajo nos vamos a concentrar en analizar algunos aspectos (otros serán
abordados con más profundidad en otras unidades) de la ley General del Ambiente.
Siguiendo a Néstor Cafferatta (6) y si bien en otras unidades hemos analizado el tema de los
principios, conviene aquí y a modo de repaso, sugerir nuevamente su lectura. En el contexto,
la Ley General del Ambiente 25.675, de presupuestos mínimos de protección ambiental,
sancionada el 06/11/2002, promulgada parcialmente por decreto 2413, el 27/11/2002,
encontramos una serie de principios que se transcriben seguidamente en el Artículo 4° que
establece que la interpretación y aplicación de la presente ley y de toda otra norma a través
de la cual se ejecute la política ambiental estarán sujetas al cumplimiento de los siguientes
principios: De Congruencia, De Prevención, Precautorio, De Equidad Intergeneracional, De
Progresividad, de Responsabilidad, de Subsidiariedad, de Sustentabilidad, de Solidaridad y
de Cooperación.-
El Artículo 5 regula su funcionamiento, indicando que los distintos niveles de gobierno
integrarán en todas sus decisiones y actividades previsiones de carácter ambiental,
tendientes a asegurar el cumplimiento de los principios enunciados en la presente ley. Hemos
destacado que resulta importante que la ley contenga principios de política ambiental. La sola
mención de los mismos en un régimen de ley constituye un avance en la materia.
LEYES DE PRESUPUESTOS MINIMOS. ENUMERACION.
En este punto, solamente enunciamos las normas. Salvo la Ley 25675 (Ley General del
Ambiente) de la cual abordaremos algunos aspectos a continuación, las restantes, las iremos
abordando a lo largo del cursado.
Así podemos enumerar:
Se ha dicho que una ley es de orden público cuando con un sentido de equidad se ampara el
interés general de la sociedad para la realización de una idea de justicia. La noción de orden
público encierra el conjunto de principios eminentes, de orden superior - políticos y
económicos, morales y algunas veces religiosos -, a los cuales una sociedad considera
estrechamente vinculada a la digna subsistencia y conservación de la organización social.
Como también se observa, la expresión orden público alude a una categoría o clase de
disposiciones de fundamental interés para el pueblo, la nación, para la sociedad entera. Para
la concepción más difundida, el orden público está constituido por los principios que cada
nación estima básicos para su ordenación social viéndoselo como una ecuación armónica de
libertades, derechos e intereses.
Hay jurisprudencia, sobre este punto que indica “...Es razonable sostener junto a la doctrina y
jurisprudencia que así lo propician que existe un orden público ambiental. Como
consecuencia de ello fácil resulta advertir que es inalienable e indisponible para las partes.
Ello es así puesto que en él se encuentran involucrados otros derechos y garantías
constitucionales denominadas biológicas y sociales. Es decir, que esta interrelación de
derechos personales y humanos como también razones de solidaridad social ha dado
nacimiento a los derechos de tercera generación, los que por esta circunstancia merecen un
amparo íntegro" (En autos, "Subterráneos de Buenos Aires del estado c/ Propietarios
Estación de Servicio Shell calle Lima e/ Estados Unidos e Independencia s/ Daños y
Perjuicios", exped. 244003, Juzg. N° 100- Sala H de la Cámara Nacional de Apelaciones
Capital Federal, sentencia del 1° de octubre de 1999).
Página 120 de 225
En otro asunto se ha sostenido que “…En tema ambiental es preferible evitar el daño que
retrotraer la causa al estado anterior al daño ya producido - artículo 41 CN -. Ello sin analizar
si el interés público no va en idéntico camino de prevención “ ("Breti, Miguel A. c. ENRE",
expd. 56617, sala II de la Cámara Federal de Apelaciones de Bahía Blanca, 17 de marzo de
1999)."Reafirmándose la esencia de orden público que acompaña al derecho ambiental por
su directa vinculación con la salud de la población, con la calidad de vida y la dignidad de la
persona humana" ( ... ) "La preservación del medio como manera de garantizar la vida y la
salud individual y de la comunidad en su conjunto, importa un Interés Público Relevante, que
requiere de todos los ámbitos de actuación positiva por parte del Estado" – (en autos "Jaime,
Eugenio E. y otros", del fallo de 1° instancia, 29 de marzo de 200, Juzgado Criminal y
Correccional de Transición N° 1, Mar del Plata, causa 52999).
Competencia judicial
Artículo 7: La aplicación de esta ley corresponde a los tribunales ordinarios según
corresponda por el territorio, la materia, o las personas. En los casos que el acto,
omisión o situación generada provoque efectivamente degradación o contaminación
en recursos ambientales interjurisdiccionales, la competencia será federal.
Ordenamiento Ambiental
Enseña BIDART CAMPOS, Germán: "Manual de la Constitución Reformada", p.89, t. II, Ediar,
1998, que el derecho ambiental ofrece un ámbito para la aplicar el federalismo de concertado
entre el estado federal y las provincias, sin excluir dentro de las últimas a sus municipios;
después de la Reforma de 1994, no ha quedado excluida la viabilidad de la concertación
interjurisdiccional, porque en definitiva, el artículo 41 de la CN, propone competencias
concurrentes (aunque se trate de una categoría especial de competencias concurrentes).
Es un principio rector del derecho ambiental, al decir de una parte de la doctrina, el principio
de realidad, que pone el acento en la "realidad ambiental" -local, regional, nacional o
internacional- como condición para la eficacia o aplicación de la normativa (Jaquenod de
Zsogon, Silvia: "El Derecho Ambiental y sus principios rectores", p. 366, Dikynson, 1991;
Mosset Iturraspe, Jorge: "El Daño ambiental en el derecho privado", p. 20, de la obra
colectiva "Daño Ambiental", t. I, Rubinzal- Culzoni, 1999)
Artículo 24: El Poder Ejecutivo propondrá a la Asamblea del Consejo Federal de Medio
Ambiente, el dictado de recomendaciones o de resoluciones, según corresponda, de
conformidad con el Acta Constitutiva de ese organismo federal, para la adecuada
vigencia y aplicación efectiva de las leyes de presupuestos mínimos, las
complementarias provinciales, y sus reglamentaciones en las distintas jurisdicciones.
Autogestión
Artículo 26: Las autoridades competentes establecerán medidas tendientes a:
a) La instrumentación de sistemas de protección de la calidad ambiental que estén
elaborados por los responsables de actividades productivas riesgosas
b) La implementación de compromisos voluntarios y la autorregulación que se ejecuta
a través de políticas y programas de gestión ambiental
c) La adopción de medidas de promoción e incentivos.
Además, se deberán tener en cuenta los mecanismos de certificación realizados por
organismos
Independientes, debidamente, acreditados y autorizados.
CONSEJO FEDERAL DE MEDIO AMBIENTE
El anexo N° I de la Ley 25675 regula el funcionamiento de este órgano. Veamos algunos
aspectos salientes y destacados del mismo. (9)
En su Acta Constitutiva del Consejo Federal de Medio Ambiente (COFEMA) Las altas
partes signatarias Declaran:
- Que la preservación y conservación del ambiente en el territorio del país requiere para el
mejoramiento de la calidad de vida una política coordinada y participativa, en virtud de que el
sistema ambiental es una complejidad que trasciende las fronteras políticas provinciales.
- Que el federalismo es un sistema político de distribución territorial de las competencias que
puede resolver con eficacia la administración local de los problemas ambientales.
- Que resulta igualmente apto para generar una política ambiental de integración entre las
provincias y el gobierno federal.
- Que nos hallamos frente a un problema de carácter universal que constituye uno de los
grandes desafíos que enfrenta la comunidad internacional.
- Que el ambiente es un patrimonio común de la sociedad y que de su equilibrio depende la
vida y las posibilidades de desarrollo del país.
- Que la coordinación entre los distintos niveles gubernativos y sociales son indispensables
para la eficacia de las acciones ambientales.
Página 125 de 225
- Que los recursos ambientales deben ser aprovechados de manera que se asegure una
productividad óptima y sostenida, con equilibrio e integridad.
- Que la difusión de tecnologías apropiadas para el manejo del medio ambiente, la
información ambiental y la formación de una conciencia pública sobre la preservación del
entorno son esenciales en la formulación de la política ambiental.
Por ello los estados signatarios acuerdan lo siguiente:
Creación, objeto y constitución
Artículo 1º: Créase el Consejo Federal de Medio Ambiente (COFEMA) como organismo
permanente para la concertación y elaboración de una política ambiental coordinada
entre los Estados miembros.
Artículo 2º: El COFEMA tendrá los siguientes objetivos:
1. Formular una política ambiental integral, tanto en lo preventivo como en lo correctivo, en
base a los diagnósticos correspondientes, teniendo en consideración las escales locales,
provinciales, regionales, nacionales e internacionales.
2. Coordinar estrategias y programas de gestión regionales en el medio ambiente,
propiciando políticas de concertación como modo permanente de accionar, con todos los
sectores de la Nación involucrados en la problemática ambiental.
3. Formular políticas de utilización conservante de los recursos del medio ambiente.
4. Promover la planificación del crecimiento y desarrollo económico con equidad social en
armonía con el medio ambiente.
5. Difundir el concepto de que la responsabilidad en la protección y/o preservación del
ambiente debe ser compartida entre la comunidad y el Estado.
6. Promover el ordenamiento administrativo para la estrategia y gestión ambiental en la
Nación, provincias y municipios.
7. Exigir y controlar la realización de estudios de impacto ambiental, en emprendimientos de
efectos interjurisdiccionales, nacionales e internacionales.
8. Propiciar programas y acciones de educación ambiental, tanto en el sistema educativo
formal como en el informal, tendientes a elevar la calidad de vida de la población.
9. Fijar y actualizar los niveles exigidos de calidad ambiental y realizar estudios comparativos,
propiciando la unificación de variables y metodologías para el monitoreo de los recursos
ambientales en todo el territorio nacional.
10. Constituir un banco de datos y proyectos ambientales.
11. Gestionar el financiamiento internacional de proyectos ambientales.
Artículo 3º: El COFEMA será una persona jurídica de derecho público constituida por los
Estados que lo ratifiquen, el Gobierno federal y las Provincias que adhieran con posterioridad
y la Ciudad de Buenos Aires.
Artículo 4º: Los estados partes se obligan a adoptar a través del poder que corresponda las
reglamentaciones y normas generales que resuelva la Asamblea cuando se expida en forma
de resolución. En caso de incumplimiento o de negatoria expresa, la Asamblea en la reunión
ordinaria inmediata, considerará las alternativas de adecuación al régimen general que
presentare el estado miembro o la Secretaría Ejecutiva.
Algo de Historia.
El Consejo Federal de Medio Ambiente (COFEMA) tiene su origen en un Acuerdo Federal,
instrumentado en su respectiva Acta Constitutiva y reconoce como antecedente directo el
Pacto Federal Ambiental de 1993.
De acuerdo a lo establecido en el Art. N° 39 del Acta Constitutiva de 1996, es un sujeto de
derecho público, constituido por las provincias signatarias; las que adhieran en el futuro; el
Estado Nacional, y la actual Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Dicho organismo, emanado de la voluntad estatal local y central, tiene como principio rector
el federalismo y reconoce como objetivo principal, el de coadyuvar a la generación de una
política ambiental de integración entre las provincias y el gobierno federal.
Este Consejo Federal es un ámbito de concertación de políticas ambientales, en el cual los
representantes de las diversas jurisdicciones, se expiden a través de acuerdos y normas
como Resoluciones y Recomendaciones, consensuadas, acordadas y suscritas en el marco
de las Asambleas Ordinarias y Extraordinarias.
CITAS Y BIBLIOGRAFIAS
(1) El Futuro del Derecho Ambiental de Jesús Jordano Fraga. Universidad de Sevilla
(2) Entre el dicho y el hecho “Pasado, presente y futuro del Derecho Ambiental” por Mario F.
Valls
(3) Lorenzetti, Ricardo Luis, “La protección jurídica del ambiente”, L.L, 1997-E-1467;
compartida por Trigo Represas, Félix: “La Defensa del ambiente en la Provincia de Buenos
Aires”, J.A, 1998, IV-1048.
(4) http://www.derecho.uba.ar/docentes/pdf/el-control-de-la-actividad-estatal-ii/cae2-rosatti.pdf
“La Tutela del Medio Ambiente en la Constitución Nacional Argentina” de Horacio Rosatti
(5) Néstor Caferatta extraído de su artículo denominado “Principios y valores en el Código
Civil y Comercial (A la luz del derecho ambiental)” publicado en la Revista de Derecho
Ambiental –Doctrina, Jurisprudencia, Legislación y Práctica (la Ley N° 43 julio/setiembre
2015).
(6) “Introducción al Derecho Ambiental” por Néstor Caferatta
(7) www.infoleg.gov.ar (Ley 25675 General del Ambiente)
(8) “Ley 25.675 General del Ambiente. Comentada, interpretada y concordada” por Cafferatta,
Néstor A., publicado en DJ2002-3, 1133 - Antecedentes Parlamentarios 2003-A, 01/01/2003,
673
(9) https://www.argentina.gob.ar/cofema
•
Guía de Estudio
Unidad 8
• Considerando los pro y los contras ¿cuál es su opinión acerca del debate referido a
la codificación o no del Derecho Ambiental?
VIDEO DE PRESENTACIÓN:
1 Introducción.
1 La Educación Ambiental.
INTRODUCCIÓN
Tal como lo vimos en la Unidad 8, la Ley General del Ambiente –seguramente la más
trascendente entre las de Presupuestos Mínimos– se estructura en tres partes.
Una primera parte en la cual se abordan cuestiones de carácter general: cuáles son los
objetivos que se propone la política ambiental de la Nación, cuál es el ámbito de aplicación
de la ley, qué pautas de interpretación se establecen en la materia, cuáles son los Principios
Ambientales que informan a todo el ordenamiento destinado a la tutela del ambiente y qué rol
cabe a la administración en orden al cumplimiento de tales principios.
También se aclara qué debe entenderse por Normas de Presupuestos Mínimos y cuál es el
contenido que éstas tienen; y por último se establecen las reglas de competencia en materia
jurisdiccional.
En la segunda, a partir del art. 8, la Ley General del Ambiente (LGA) se aboca al tratamiento
de los Instrumentos de Gestión Ambiental. En primer término los enumera –el Ordenamiento
Ambiental del Territorio, la Evaluación de Impacto Ambiental, el Sistema de Control sobre el
Desarrollo de las Actividades Antrópicas, la Educación Ambiental, el Sistema de Diagnóstico
e Información Ambiental y el Régimen Económico de Promoción del Desarrollo Sustentable
(Art. 8)– y luego los regula someramente.
Y por último, la LGA destina unos cuántos artículos a conceptualizar el daño ambiental,
brindando algunos lineamientos formales y procesales en orden a la Acción por Daño
Ambiental Colectivo y el acceso a la jurisdicción.
En esta Unidad vamos a estudiar los Instrumentos de Gestión Ambiental.
De modo muy sintético podemos decir que los Instrumentos de Gestión Ambiental son las
herramientas de las que se valen, tanto la Administración Pública como los particulares, para
el cumplimiento de los objetivos que se fija la política ambiental de la Nación (la protección
del ambiente, de sus elementos y recursos, la preservación de la biodiversidad y del equilibrio
•
AHORA
•
Podríamos decir entonces, que el Ordenamiento Ambiental del Territorio es una herramienta
estratégica fundamental para la promoción del desarrollo sustentable, por su capacidad de
anticiparse a escenarios futuros mediante la evaluación integral (esto es, ambiental, social,
cultural, económica, etc) de una porción de determinado territorio. Como consecuencia de
esta evaluación, el OAT permite prevenir y transformar de forma constructiva y democrática la
conflictividad socio ambiental existente en un territorio (Farn)
Ventajas y Utilidades
•
Marco Legal Argentino:
En el marco de la Ley 25.674 General del Ambiente (LGA), el OAT es en enunciado en su art.
8 y definido a través de los artículos 9 y 10.
Art. 8 : “Los instrumentos de la política y la gestión ambiental serán los siguientes:
1. El ordenamiento ambiental del territorio
2. La evaluación de impacto ambiental.
3. El sistema de control sobre el desarrollo de las actividades antrópicas.
4. La educación ambiental.
5. El sistema de diagnóstico e información ambiental.
6. El régimen económico de promoción del desarrollo sustentable”.
•
Art. 20: “Los centros de disposición final deberán ubicarse en sitios suficientemente alejados
de áreas urbanas, de manera tal de no afectar la calidad de vida de la población; y su
emplazamiento deberá determinarse considerando la planificación territorial, el uso del suelo
y la expansión urbana durante un lapso que incluya el período de postclausura. Asimismo, no
podrán establecerse dentro de áreas protegidas o sitios que contengan elementos
significativos del patrimonio natural y cultural”.
•
Dada la situación alarmante que atraviesa nuestro país en materia de desmontes (280.000
hectáreas desmontadas por año, 821 por día, 34 por hora), dato revelado por la Secretaria de
Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación en el 2007, el OAT tiene un rol clave para la
conservación y protección de los bosques nativos, y la sanción de la Ley 26631 fue el
disparador fundamental para que cada una de las provincias comiencen a regular los
ordenamientos ambientales territoriales, y en éste caso, el ordenamiento en materia de
bosques nativos.
La Ley 26631 en art. 3 señala: “Son objetivos de la presente ley: a) Promover la conservación
mediante el Ordenamiento Territorial de los Bosques Nativos y la regulación de la expansión
de la frontera agropecuaria y de cualquier otro cambio de uso del suelo …”.
Art. 4 define el O.T. de Bosques Nativos: “… norma que basada en los criterios de
sostenibilidad ambiental establecidos en el Anexo de la presente ley zonifica territorialmente
el área de los bosques nativos existentes en cada jurisdicción de acuerdo a las diferentes
categorías de conservación …”.
En su Art. 6 señala: “En un plazo máximo de UN (1) año a partir de la sanción de la
presente ley, a través de un proceso participativo, cada jurisdicción deberá realizar el
Ordenamiento de los Bosques Nativos existentes en su territorio de acuerdo a los criterios
de sustentabilidad establecidos en el Anexo de la presente ley, estableciendo las diferentes
categorías de conservación en función del valor ambiental de las distintas unidades de
bosque nativo y de los servicios ambientales que éstos presten. La Autoridad Nacional de
Aplicación brindará, a solicitud de las Autoridades de Aplicación de cada jurisdicción, la
asistencia técnica, económica y financiera necesaria para realizar el Ordenamiento de los
Bosques Nativos existentes en sus jurisdicciones. Cada jurisdicción deberá realizar y
actualizar periódicamente el Ordenamiento de los Bosques Nativos, existentes en su
territorio”.
•
Art. 22.- Medidas. El Gabinete Nacional de Cambio Climático, a través del Plan Nacional de
Adaptación y Mitigación al Cambio Climático, y las autoridades competentes de cada
jurisdicción, establecerán medidas y acciones para las evaluaciones de impactos,
vulnerabilidad y adaptación, a fin de fortalecer la capacidad de los sistemas humanos y
naturales para afrontar los impactos del Cambio Climático, especialmente: h) Planificar un
•
1 Mendoza. Ley 8051. Ley de Ordenamiento Ambiental del Territorio y Usos del
Suelo. Luego de 20 años de anteproyectos que no lograban el consenso necesario,
la provincia de Mendoza sanciona en el año 2009, esta ley de OAT y Usos del
Suelo, marcando un hito en la historia de la provincia y del país.
• - Santa Fe:
- La Ley Nº 11.717/1999 de Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable en su Art. 2 contempla:
La preservación, conservación, mejoramiento y recuperación del medio ambiente comprende,
en carácter no taxativo: a) El ordenamiento territorial y la planificación de los procesos de
urbanización e industrialización, desconcentración económica y poblamiento en función del
desarrollo sustentable del ambiente - Ley Nº 13372/2013 aprueba Mapa de Ordenamiento de
los Bosques Nativos.
- Decreto Nº 638/2014 crea el Comité Interministerial de Ordenamiento Territorial (CIOT).
•
Caso Jurisprudencial: Fallo Mendoza
1 Cabe destacar que a partir de éste antecedente judicial se crea por Ley 26.168 la
Autoridad Cuenca Matanza Riachuelo (ACUMAR) (B.O. 05/12/2006). En su art. 5
señala: “La Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo, tiene facultades de
regulación, control y fomento respecto de las actividades industriales, la prestación
de servicios públicos y cualquier otra actividad con incidencia ambiental en la
Página 136 de 225
cuenca, pudiendo intervenir administrativamente en materia de prevención,
saneamiento, recomposición y utilización racional de los recursos naturales. En
particular, la Autoridad está facultada para: … b) Planificar el ordenamiento
ambiental del territorio afectado a la cuenca …”
•
EVALUACIÓN DE IMPACTO AMBIENTAL
EL IMPACTO AMBIENTAL.
Casi es una verdad de Perogrullo afirmar que toda acción humana provoca un impacto en el
ambiente, por mínimo que este sea. Hasta las actividades, conductas y actos que podrían
parecer más simples y cotidianas, como respirar o alimentarse, generan un impacto en el
medio que nos rodea, aunque este pueda ser (o parecer) insignificante.
Ello nos conduce, entonces, como primera medida, a la necesidad de conceptualizar
adecuadamente al impacto ambiental (pues una inclinación natural sustentada en las
experiencias lamentables que implican los grandes conflictos ambientales, nos anima a
entender dicho término sólo en sentido negativo, y veremos que ello no es correcto).
Dice Aníbal Falbo que el impacto ambiental es “Toda posible alteración o modificación del
ambiente, ocasionada por la acción del hombre, alteración o modificación que puede tener un
efecto tanto positivo como negativo”.
Tenemos –así– que los impactos sobre el ambiente pueden ser negativos o positivos. Bien es
cierto que, en general, cobran trascendencia los impactos negativos (pues además,
desafortunadamente, sus efectos son mucho más importantes, en términos de modificación
de los ecosistemas), pero no por ello debemos dejar de advertir que pueden efectuarse
intervenciones beneficiosas para el ambiente1.
Avanzando más sobre el particular, debemos decir que cuando hablamos de impactos
ambientales negativos, también es necesario tomar razón de que no todos ellos constituyen
daños ambientales, en sentido jurídico. Existe un sinnúmero de actividades, trabajos,
acciones, tareas, etc. que aunque pueden ocasionar un impacto negativo, no por ello deben
ser considerados como generadores de daño ambiental. Veremos más adelante que el
criterio para dirimir esa cuestión pasa por la significación o relevancia del impacto, de modo
que para que un impacto ambiental pueda ser considerado daño ambiental (con todas las
consecuencias jurídicas que ello traerá aparejado) debe cobrar una magnitud considerable,
debe ser relevante2.
Ahora bien: el Instrumento de Gestión bajo análisis asume relevancia cuando nos
encontramos frente a la posibilidad cierta de un impacto negativo relevante sobre el
ambiente, o sus elementos, recursos, etc., es decir, frente al riesgo de daños ambiental.
CONCEPTUALIZACIÓN.
Se han propuesto distintas definiciones de la Evaluación de Impacto Ambiental (en adelante,
E.I.A.). Jorge Bustamante Alsina afirma que es el “proceso por el cual una acción que debe
ser aprobada por una autoridad pública y que puede dar lugar a efectos colaterales
significativos para el medio, se somete a una evaluación sistemática, cuyos resultados son
tenidos en cuenta por la autoridad competente para conceder o no su aprobación”.
Aníbal Falbo, a su turno, entiende que se trata de un “análisis de las posibilidades de impacto
ambiental que presenta un determinado proyecto o actividad que se pretende llevar adelante,
Página 137 de 225
a los fines de prevenir, de manera temprana, sus efectos ambientales perjudiciales y
riesgosos y, de esta manera, permitir, modificar o impedir su concreción”.
Por nuestra parte, preferimos caracterizar a la figura en cuestión comenzando por destacar
su rasgo más distintivo, la de constituir un procedimiento. Y así diremos que la E.I.A. es un
procedimiento técnico-administrativo destinado a la identificación de los posibles impactos
ambientales negativos relevantes que un proyecto, obra, actividad o emprendimiento es
susceptible, eventualmente, de ocasionar, con la finalidad de prevenir o mitigar tales posibles
impactos o, en su defecto, de no autorizar la realización de dicha actividad, obra o proyecto.
La Ley General del Ambiente (L.G.A.) dedica tres artículos a la regulación de la E.I.A. En el
art. 11 se establece la regla general, una especie de Presupuesto Mínimo, según la cual
“Toda obra o actividad que, en el territorio de la Nación, sea susceptible de degradar el
ambiente, alguno de sus componentes, o afectar la calidad de vida de la población, en forma
significativa, estará sujeta a un procedimiento de evaluación de impacto ambiental, previo a
su ejecución.”
De tal manera, y conforme los caracteres propios de las Normas de Presupuestos Mínimos
(estudiados en la Unidad VII), es claro que cualquier obra, actividad, emprendimiento,
proyecto que razonablemente sea susceptible de ocasionar un impacto relevante en el
ambiente (entendido este en sentido amplio), debe atravesar –con carácter previo a su
autorización y comienzo de ejecución– por el procedimiento de Evaluación de Impacto
Ambiental.
Seguidamente examinaremos los caracteres más importantes de la E.I.A. y profundizaremos
sobre esta cuestión, pero es menester adelantarnos ahora a destacar el rol fundamental que
cumple la administración pública en este procedimiento, pues se trata de una herramienta de
derecho público. El procedimiento de E.I.A. se lleva a cabo frente al Estado. Por ello el art. 12
de la LGA dice: “…Las autoridades competentes determinarán la presentación de un estudio
de impacto ambiental, cuyos requerimientos estarán detallados en ley particular y, en
consecuencia, deberán realizar una evaluación de impacto ambiental y emitir una declaración
de impacto ambiental en la que se manifieste la aprobación o rechazo de los estudios
presentados.”
CARACTERÍSTICAS DE LA EVALUACIÓN DE IMPACTO AMBIENTAL.
Efectuaremos ahora un breve repaso por los principales caracteres de la E.I.A., aclarando
que no se pretende con ello agotar el tema.
1 La etapa de discusión.
• En el último caso, conforme el carácter previo que tiene el procedimiento, las observaciones
deben ser evacuadas antes de que el estudio sea finalmente aprobado.
Como todo acto administrativo, la declaración de impacto ambiental debe estar
adecuadamente fundada y, con ella, se pone fin formalmente al procedimiento. El requisito de
la motivación del acto es de cumplimiento ineludible, conforme ocurre con todos los actos de
gobierno.
Sin perjuicio de ello, y conteste también con la forma republicana que asume nuestro Estado,
2 El art. 27 de la LGA define al daño ambiental como “toda alteración relevante que modifique
negativamente el ambiente, sus recursos, el equilibrio de los ecosistemas, o los bienes o
valores colectivos”.
5 Es necesario insistir en el carácter local que deben tener las normas regulatorias de este
tipo de procedimientos, pues según lo que hemos estudiado al analizar el deslinde de
competencias legisferantes entre la Nación y las Provincias, las Normas de Presupuestos
mínimos no pueden alterar las jurisdicciones locales (art. 41 C.N.). Siendo que la materia
procedimental es una de las competencias que las provincias se reservaron para sí (o, más
precisamente, no delegaron en la Nación), la regulación de estos procedimientos –así como
LA EDUCACIÓN AMBIENTAL
•
Marco Legal Nacional:
Nuestro país ha institucionalizado la Educación Ambiental en el Art. 41 de la Constitución
Nacional de 1994, al establecer: “Las autoridades proveerán…. a la información y educación
ambientales”.
La Ley General del Ambiente N° 25.675, establece en su artículo 2º: La política ambiental
nacional deberá cumplir los siguientes objetivos: h) Promover cambios en los valores y
conductas sociales que posibiliten el desarrollo sustentable, a través de una educación
ambiental, tanto en el sistema formal como en el no formal.
La Ley 27.621 establece las definiciones de Educación Ambiental Integral (EAI), Estrategia
Nacional de Educación Ambiental Integral (ENEAI), Estrategia Nacional para la
Sustentabilidad en las Universidades Argentinas (ENSUA), Estrategia Jurisdiccional de
Educación Ambiental Integral (EJEAI), Coordinación Ejecutiva de la Estrategia Nacional de
Educación Ambiental Integral (CENEAI) y Coordinación Ejecutiva de la Estrategia
Jurisdiccional de Educación Ambiental Integral (CEJEAI).
En su art. 3 establece los siguientes principios de la educación ambiental integral: a) Abordaje
interpretativo y holístico, b) Respeto y valor de la biodiversidad, c) Principio de equidad, d)
Principio de igualdad desde el enfoque de género e) Reconocimiento de la diversidad cultural:
el rescate y la preservación de las culturas de los pueblos indígenas, f) Participación y
formación ciudadana, g) El cuidado del patrimonio natural y cultural, h) La problemática
ambiental y los procesos sociohistóricos, i) Educación en valores, j) Pensamiento crítico e
innovador, k) El ejercicio ciudadano del derecho a un ambiente sano.
La Estrategia Nacional de Educación Ambiental Integral (ENEAI) será el principal instrumento
de la política de la educación ambiental en todo el territorio nacional (art. 4) Los objetivos de
la implementación de la ENEAI se encuentran en el (art. 5).
La presente ley establece que la ENEAI es una responsabilidad compartida, con
competencias y facultades diferenciadas, entre el Ministerio de Ambiente y Desarrollo
Sostenible y el Ministerio de Educación, en articulación con el Consejo Federal de Medio
Ambiente y el Consejo Federal de Educación (art. 7) Así, el Ministerio de Ambiente y
Desarrollo Sostenible de la Nación tendrá la facultad de implementar la ENEAI y las EJEAIs
en el ámbito de la educación no formal, Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) y
medios de comunicación; mientras que el Ministerio de Educación tendrá la facultad de
implementarlas en los ámbitos de educación formal, no formal, Tecnologías de Información y
Comunicación (TIC) y medios de comunicación (art. 9)
La ENEAI se hará operativa por medio de la articulación interministerial, interjurisdiccional e
intersectorial permanente, a través de la Coordinación Ejecutiva de la Estrategia Nacional de
Educación Ambiental Integral (CENEA), asistida por un Consejo Consultivo integrado por
organizaciones de la sociedad civil, ambos creados por esta Ley (art. 10)
La CENEAI tendrá la misión de generar los mecanismos apropiados para visibilizar las
disposiciones de la Ley 27.621 y revisar periódicamente la ENEAI atendiendo como mínimo y
específicamente lo establecido en el art. 20.
Finalmente, la Ley 27.621 incorpora como inciso g) del artículo 92 (contenidos curriculares)
de la Ley de Educación Nacional el siguiente texto: “La toma de conciencia de la importancia
del ambiente, la biodiversidad y los recursos naturales, su respeto, conservación,
preservación y prevención de los daños, en concordancia con el artículo 41 de la Constitución
Nacional, ley 25.675 y leyes especiales en la materia y convenios internacionales sobre el
ambiente”.
Jurisprudencia en Argentina:
La tutela efectiva del ambiente se afirma en el derecho a la educación ambiental el cual
puede ser reclamado o exigido ante las autoridades judiciales:
Vecinos por un Brandsen Ecológico Soc. Civil c/ Prov. de Buenos Aires y otros s/ Amparo Ley
16.986
La asociación “Vecinos por un Brandsen Ecológico” dedujo acción de amparo por daño
ambiental colectivo, contra la Provincia de Buenos Aires, el Estado Nacional, la Municipalidad
de Coronel Brandsen y Coordinación Ecológica Área Metropolitana Sociedad del Estado
(C.E.A.M.S.E) a fin de impedir la instalación de un relleno sanitario en dicha jurisdicción. A su
vez, peticionó que las demandadas implementen un programa de educación para la
ciudadanía y que informen acerca del estado actual del ambiente y de los efectos que sobre
aquél producen las actividades antrópicas, así como también que se responsabilice a cada
municipio por los residuos que genere. Si bien ésta Acción de Amparo no fue resuelta por la
Corte, ya que la misma se declaró incompetente en virtud de considerar que el conflicto bajo
estudio, no encuadraba en las previsiones del artículo 117 de la Constitución Nacional, en
tanto no se presentaba en el caso supuesto problemas ambientales compartidos por más de
una jurisdicción.
Municipalidad de Rosario c/ Prov. de Entre Ríos y otros s/ Amparo (Daño Ambiental)
Miguel Lifschitz, en su carácter de intendente de la ciudad de Rosario, Provincia de Santa Fe,
promueve acción de amparo contra las provincias de Entre Ríos y Buenos Aires, a fin de que
cese el daño ambiental producido por las quemas “indiscriminadas, reiteradas y sistemáticas”
de pastizales, que se realizan en las islas de río Paraná y en el área noroeste bonaerense.
Asimismo, y a fin de obtener una adecuada satisfacción de su pretensión solicita que en la
sentencia definitiva se ordene a los Estados provinciales demandados la creación de un
órgano integrado por las distintas jurisdicciones provinciales y municipales afectadas, la
declaración de emergencia ambiental del ecosistema, la prohibición inmediata de la quema
de pastizales en la zona, la implementación de un ordenamiento ambiental del territorio, el
control del desarrollo de las actividades antrópicas, la realización de un estudio de impacto
ambiental a cargo de las universidades nacionales de la zona, la suspensión de la aplicación
de la Ley 9.603 de la Provincia de Entre Ríos y el desarrollo de un programa de educación e
información ambiental.
Página 154 de 225
Mendoza, Beatriz Silvia y otros, c/ Estado Nacional y otros s/ daños y perjuicios (daños
derivados de la contaminación del Río Matanza - Riachuelo)
En el punto V-4 de su resolución de fecha 20 de junio de 2006. La Suprema Corte de Justicia
de la Nación requirió al Estado Nacional, a la Provincia de Buenos Aires, a la ciudad de
Buenos Aires y al Cofema para que en un plazo de treinta días y en los términos de la Ley
25.675, presenten un plan integrado que contenga un programa de educación ambiental
(art.14).
Tal como lo expresáramos al estudiar el modelo de desarrollo sustentable este requiere para
su desarrollo un sustrato político constituido por el sistema democrático.
Ahora bien, es menester tener en cuanta que el sistema democrático no se agota en la
elección de las autoridades por medio del sufragio universal, sino que como lo expresa Carlos
Fayt “La democracia es el producto de la participación responsable y consciente de todos y
cada uno de los individuos, cuyos derechos políticos garantiza, a fin de que cada uno
intervenga en la formación de las decisiones respecto de la cosa pública, a cuyo efecto
promueve la educación gratuita en todos los grados y el acceso a la información y a la pública
discusión de los asuntos, facilitando por procedimientos adecuados la expresión de la
voluntad popular”6. Si acordamos con este concepto podremos llegar a dos conclisiones: la
primera de ellas la información y la participación ciudadana en la toma de decisiones son
elementos esenciales del Estado de Derecho, sin los cuales no podrían tomarse decisiones
de manera verdaderamente representativa circunstancia esta que se torna extensivamente
necesaria respecto a la adopción de decisiones políticas en materia ambiental. La segunda
que en la ignorancia del pueblo reposa el poder de los gobernantes imprudentes.
Al desarrollar la Unidad V decíamos que dada la especial característica del daño ambiental en
especial en lo que respecta a su incidencia supraindividual y a la casi imposibilidad de volver
al estatus quo ante en los casos en que el daño se consolidó, resulta imprescindible fortalecer
las acciones de prevención y para ello, en el marco del Derecho Ambiental Internacional,
resulta imprescindible hacer efectivos los derechos a recibir información y ser notificado con
carácter previo al acontecimiento de un hecho que pudiera afectar el derecho de un estado
de la comunidad internacional a gozar del ambiente.
Tal circunstancia se ve reflejada en los antecedentes del Lago de Lanós y del Canal de Corfú
a los que hiciéramos referencia. También los podremos encontrar en otras fuentes del
Derecho Internacional Ambiental como lo son: a) El Convenio de Bregenz de 1893 sobre
pesca en el lago Constanza, b) La declaración de Montevideo de 1933, c) La Práctica de
Jupiá de 1968 y d) El acuerdo de Presidente Stroessner de 1979.
A su vez el en la declaración de Río 92 se introdujo el Principio 10 en virtud del cual los
estados acordaron: “El mejor modo de tratar las cuestiones ambientales es con la
participación de todos los ciudadanos interesados, en el nivel que corresponda. En el plano
nacional, toda persona deberá tener acceso adecuado a la información sobre el medio
ambiente de que dispongan las autoridades públicas, incluida la información sobre los
Página 155 de 225
materiales y las actividades que encierran peligro en sus comunidades, así como la
oportunidad de participar en los procesos de adopción de decisiones. Los Estados deberán
facilitar y fomentar la sensibilización y la participación de la población poniendo la información
a disposición de todos. Deberá proporcionarse acceso efectivo a los procedimientos judiciales
y administrativos, entre éstos el resarcimiento de daños y los recursos pertinentes.”
A través de este principio se consolida la triada de los accesos: a la información, a la
participación y a la justicia, la que como referiremos más adelante se encuentra plasmada en
la Convención de Aarhus7 y en el acuerdo de Escazú8.
En el ámbito nacional, y como consecuencia de las discusiones de Río 92, la Constitución
Nacional ha recogido la dimensión ambiental y le asigna al Estado distintas
responsabilidades, las que pueden ser sintetizadas como sigue:
•
En cuanto a la información ambiental, como lo desarrollaremos mas adelante, un análisis
taxativo o literal de la Constitución Nacional nos lleva a concluir que la obligación sólo está en
cabeza del Estado, más nada expresa sobre el derecho de los ciudadanos a acceder a dicha
información.
Sin embargo, se ha interpretado que por la trascendencia que tienen las distintas actividades
antrópicas sobre el ambiente, el deber de información no está a cargo exclusivamente del
Estado, sino que resulta ser una obligación concurrente de los particulares, especialmente de
aquellos que son eventuales contaminadores.
Por otra parte, tal como lo expresara el Presidente de la Convención Constituyente y uno de
los juristas más fuertes del gobierno de turno "el deber de las autoridades no se limita a
recolectar datos y proporcionar información, sino que debe hacerse cargo de ella en cuanto a
su elaboración, ordenación y procesamiento, para facilitar su conocimiento a los
particulares"9
Luego analizaremos en detalle las disposiciones específicas en la materia de la Constitución
Nacional de la Ley General del Ambiente y de la Ley de Acceso a la Información Publica
Ambiental pero como lo destaca Cafferatta10, ya la ley 25.612 en su art. 19 contempla que
tanto las autoridades provinciales como las de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires deben
llevar registros en los que deben inscribirse todas las personas físicas y jurídicas
responsables de la generación, manejo, transporte, almacenamiento, tratamiento y
Página 156 de 225
disposición final de residuos industriales. Y la información obtenida de dichos registros,
deberá integrarse en un sistema de información integrado, administrado por la Secretaría de
Ambiente y Desarrollo Sustentable del Ministerio de Salud de la Nación que en principio
resulta de "libre acceso para la población".
LA CONSTITUCIÓN NACIONAL
La Constitución Nacional sancionada en 1994, en cumplimiento de lo acordado en Rio de
Janeiro recoge el Principio10 a través del segundo párrafo de su art. 41, que reza: “Las
autoridades proveerán a ..., y a la información y educación ambientales.”
En primer lugar corresponde fijar el sentido y alcance del témino “proveer” utilizado en el
texto constitucional. La misma expresión contenida en su Preámbulo “proveer a la defensa
común” ha sido interpretada por la doctrina14 como la obligación en cabeza del gobierno
federal de acordar los medios conducentes a la consecución de ese objetivo. Para cumplir
ese mandato, el Estado ha formado y mantenido un ejército militar cuya función es,
justamente, asegurar esa defensa común prometida.
Del mismo modo, en el caso del 2do párrafo in fine del Art. 41 de la Constitución Nacional, la
doctrina también entiende que “proveer” por las autoridades se traduce en una obligación de
dar o hacer. De esta manera, a la luz de la voluntad de la Convención Constituyente15, de la
exégesis del texto escrito y conjugando a ambas con los antecedentes analizados, puede
interpretarse que la obligación que encierra el precepto constitucional implica:
ACUERDO DE ESCAZÚ
En Escazú, Costa Rica, el 4 de marzo de 2018, se suscribe el Acuerdo Regional el cual tiene
por objetivo “garantizar la implementación plena y efectiva en América Latina y el Caribe de
los derechos de acceso a la información ambiental, participación pública en los procesos de
toma de decisiones ambientales y acceso a la justicia en asuntos ambientales, así como la
creación y el fortalecimiento de las capacidades y la cooperación, contribuyendo a la
protección del derecho de cada persona, de las generaciones presentes y futuras, a vivir en
un medio ambiente sano y al desarrollo sostenible.” (art. 1°)
Este acuerdo, de suma importancia para hacer efectiva la triada de los accesos en la región,
como lo refiriéramos precedentemente, tiene su antecedente en la Convención de Aarhus de
la cuál toma mucha de sus disposiciones y mecanismos.
En su texto se reglamenta las condiciones mínimas que los estados deberán garantizar en
cuanto a:
1 http://rio20.net/documentos/tratado-sobre-educacion-ambiental-para-sociedades-
sustentables-y-responsabilidad-global/
2 h t t p : / / w w w. u n e s c o . o r g / n e w / e s / m e d i a - s e r v i c e s / s i n g l e - v i e w - t v r e l e a s e / n e w s /
Página 161 de 225
world_conference_on_education_for_sustainable_development_ca/
3 https://www.un.org/sustainabledevelopment/es/education/
4 https://www.sib.gob.ar/portal/wp-content/uploads/2019/05/ENEA-Estrategia-Nacional-de-
Educaci%C3%B3n-Ambiental.pdf
5 www.entrerios.gov.ar/ambiente/userfiles/files/archivos/Normativas/Provinciales/
Ley%20Educacion%20Ambiental.pdf. Programa Provincial de Educación Ambiental
7 https://www.oas.org/es/sla/ddi/docs/acceso_informacion_desarrollos_convenio_aahrus.pdf
8 https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/43595/1/S1800429_es.pdf
9 Dromi, Roberto - Menem, Eduardo, “La Constitución reformada”, Bs. As., Ciudad Argentina,
1994, p. 141
15 Exposiciones de los convencionales Roulet y Schroeder, citadas por TAWIL, Guido, en “La
cláusula ambiental en la Constitución Nacional”, La Ley, 15/V/95, pag.11.
16 VALLS, Florencia Mariana, “La evaluación del impacto ambiental ya es una realidad
jurídica argentina”, LA LEY, Actualidad, del 7/2/95, págs. 1 y 2 y en colaboración con VALLS,
Mario F. “La jurisprudencia comienza a despejar incógnitas constitucionales en materia
ambiental”, EL DERECHO del 8/3/95, págs. 1 a 4 y; en colaboración con ROSSI, Alejandro
Página 162 de 225
“La obligación de realizar evaluaciones del impacto ambiental en el contexto de la ley
nacional de inversiones públicas”, revista Empresa y Medio Ambiente del 15/10/95.
18 https://sjconsulta.csjn.gov.ar/sjconsulta/documentos/verDocumentoByIdLinksJSP.html?
idDocumento=7264503&cache=1534079974561
19 https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/38730/S2013207_es.pdf?sequence=1
20 https://farn.org.ar/archives/26414
Guía de Estudio
Unidad 9
A los efectos de que puedas determinar si comprendiste los contenidos propuestos en esta
Unidad te formulamos una serie de preguntas que entendemos te pueden ayudar:
1) CONCEPTO-CLASES-CARACTERES.
Siguiendo a Néstor Cafferatta (1), la responsabilidad ambiental tiene distintas dimensiones.
Lo primero que debemos tener en cuenta es que el concepto de daño ambiental varía de
acuerdo a la noción de ambiente que se tenga y que se adopte.
Si se adopta una noción restringida, como la que identifica al ambiente con el patrimonio
natural o con los recursos naturales o incluso la de algunos autores como la de Ramón
Martín Mateo que ve en la noción de ambiente o en la de Derecho ambiental la tutela de
bienes naturales —elementos de titularidad común y de características dinámicas—,
concretamente, el aire y el agua, factores esenciales para la existencia del hombre sobre la
tierra; que piensan que el suelo es objeto de otra disciplina como la del ordenamiento global
territorial o el derecho urbanístico, es indudable que el concepto a seguir va a ser una
doctrina que, como en el caso de Jorge Bustamante Alsina que por ejemplo lo califica y
define como El daño ecológico que es “ el que recae sobre bienes del patrimonio natural, es
decir, sobre recursos naturales, el que afecta al agua, al suelo, la flora, la fauna y al aire.”
En cambio, si se adopta una noción de ambiente más amplia, como aquella que incluye al
paisaje o a los bienes del patrimonio cultural, sin lugar a dudas se va a poder enmarcar tanto
el daño al ambiente como a los recursos naturales e incluso, a los recursos que podemos
calificar de culturales o bienes y valores colectivos y, aún más, el daño al equilibrio ecológico,
dentro del concepto de daño ambiental.
De manera que lo que debemos preguntarnos es ¿qué es el ambiente? para poder, una vez
adscritos a una de estas posturas, restringida o amplia, avanzar en el concepto de daño
ambiental.
El daño ambiental es una especie de Derecho de daños, pero no es un daño común; es de
difícil comprobación, muchas veces anónimo, que está vinculado a situaciones de co-
causación o de causalidad plural. Puede ser irrelevante desde el punto de vista individual y
sin embargo, muy importante desde lo colectivo, comunitario o supra individual. Es un daño
que no cumple con ninguno de los requisitos del Derecho de daños clásico.
Veamos:
El daño jurídico, el resarcible, el reparable, tiene que cumplir con una serie de requisitos que
enseña la doctrina: debe ser cierto, concreto, directo, personal, diferenciado.
El daño ambiental no cumple con ninguno de estos requisitos, pues es indirecto o reflejo,
impersonal, muchas veces incierto, hasta hipotético o conjetural, es de causalidad difusa, es
decir, presenta para el operador jurídico un desafío enorme de redefinición, aggiornamiento
de los conceptos clásicos del derecho de daño porque el instrumental jurídico tradicional
“disfunciona” frente a la problemática del daño ambiental.
La doctrina civilista enseña que son presupuestos de la responsabilidad por daño, en primer
lugar, la “antijuridicidad” o la ilicitud; segundo, el factor de atribución o de imputabilidad que
puede ser objetivo o subjetivo; tercero, la relación de causalidad; y, cuarto, el daño. En
realidad, este cuarto requisito o presupuesto de responsabilidad por daño es el primero de
todos, porque si no hay daño no se puede ingresar dentro de la materia.
En diversas Leyes Generales del Ambiente, también denominadas Leyes de Base o Leyes
Página 165 de 225
Orgánicas, de América latina y el Caribe hay conceptos de daño ambiental, que lo plantean
como “toda lesión, menoscabo, deterioro”.
Se utilizan distintas palabras para un significado común: lesión, menoscabo, deterioro,
disminución, perjuicio, “significativo”, “inferido al ambiente o alguno de los elementos que lo
integran”. Algunas agregan que esa alteración significativa o relevante, debe ser además,
“antijurídica” o “ilícita”.
Veamos un requisito que desde el punto de vista del daño ambiental, puede generar
problemas para en su determinación:
La relación de causalidad es, probablemente, el “talón de Aquiles” de la responsabilidad por
daño.
Para empezar, hay que decir que la relación de causalidad es un concepto diferente en el
derecho del que se utiliza en las ciencias duras, las ciencias de la naturaleza.
Jorge Mosset Iturraspe destaca que el enfoque científico no necesariamente coincide con el
jurídico. En realidad, la relación de causalidad o el nexo de causalidad en el derecho, es un
nexo de imputabilidad. El profesor Isidoro Goldenberg dice que la relación de causalidad es
un juicio de probabilidad retrospectivo, en abstracto; objetivo, es un juicio de idoneidad. Por
otra parte, la culpabilidad es un juicio de previsibilidad en concreto, atendiendo a las
circunstancias de tiempo, lugar y personas.
El nexo causal responde a la siguiente pregunta: tal hecho ¿es de por sí, apto o idóneo,
normalmente, en forma regular, para producir este hecho dañino? La relación de causalidad
es lo que la doctrina denomina la prognosis póstuma o lo que el Código Prusiano llamaba el
quod plerumque fit, es decir, un juicio de regularidad, lo que ocurre normalmente, “según el
curso normal y ordinario de las cosas”. Siendo la relación de causalidad un juicio de
probabilidad, desde el punto de vista del derecho, es una posibilidad que se acerca a la
certeza. El derecho no exige certeza absoluta, se basa, fundamentalmente, en sistemas de
reproches y de responsabilidad frente a la conducta positiva o negativa del sujeto de derecho.
El daño ambiental contiene una problemática propia inherente a la cuestión medioambiental;
cierto grado de “incerteza” o “incertidumbre”. Hace tiempo que, aún dentro del campo de las
ciencias duras o de las ciencias de la naturaleza, se ha abandonado la idea del
determinismo, de la relación de causalidad absoluta, de causalidad cierta e indubitable. Si las
ciencias físicas y las de la naturaleza nos están enseñando que hay que tener en cuenta
elementos de incerteza, no hay razón por la cual en el ámbito de la responsabilidad por
daños y, en particular, por daño ambiental, se exija una relación de causalidad absoluta,
indubitable, lejos de la idea de la probabilidad.
Lo cierto es que el Derecho ambiental tiene hoy en día soluciones incluso singulares en
materia de relación de causalidad. Dada esta situación, se han generado una serie de teorías
en materia de relación de causalidad que tratan de aligerar la carga de la prueba, de suavizar
la exigencia de prueba con respecto a la relación de causalidad, porque se sabe que puede
fracasar todo el sistema de responsabilidad si no se prueba el nexo de causalidad entre la
actividad presuntamente o potencialmente dañina y el daño.
Una de las teorías que se aplica, es la holandesa de la causalidad disyuntiva o alternativa,
también llamada “teoría de la responsabilidad colectiva”.
En Argentina ya aparece consagrada en la ley 25.675 o Ley General del Ambiente que más
adelante trataremos con relación a este tema. También se la conoce como la teoría de la
Página 166 de 225
responsabilidad anónima, la que se cumple cuando existe un grupo presuntamente
responsable. En ese caso, la reacción del derecho es tornar responsable a todos
solidariamente y darles derecho a repetición. La Ley General del Ambiente de Argentina
25675 dispone, por ejemplo, en el artículo 31, que producido un hecho de daño ambiental
colectivo cuando hubiera dos o más personas, dos o más industrias y no se supiera el aporte
de cada uno de ellos a la producción del daño ambiental “todos serán responsables
solidariamente por la reparación frente a la sociedad”.
Esta norma en realidad está basada en la teoría de la causalidad alternativa; trata, de esta
manera, de aligerar el régimen de responsabilidad.
Por ejemplo, en una situación de contaminación por hidrocarburos, en la zona donde se
generó aparentemente el hecho o zona de afectación, las empresas tienen lo que se llama
una pluma contaminante, que genera una zona de afectación. En el sector afectado por este
hecho, basta con ubicar a las dos o tres industrias que manipulan o producen hidrocarburos
para considerar que alguna de ellas, debe haber sido la responsable. Si no se conoce el
aporte individual de cada una de ellas al daño, la Ley señala es que son todas responsables
solidariamente por la reparación del daño ambiental.
También existen sistemas probatorios que tratan de aligerar la carga de la prueba desde la
inversión de la carga de la prueba con base en el principio de precaución, pasando por las
llamadas pruebas “prima facie”; o bien, sistemas de presunción de responsabilidad o de
causalidad hasta la aplicación de principios procesales tan viejos como res ipsa loquitur, es
decir, dejar que los hechos hablen por sí mismos, en virtud de la cual se generan
presunciones en contra del sujeto al que se le imputa un hecho de responsabilidad por daño
ambiental.
Desde hace ya tiempo, la doctrina judicial argentina plantea que el daño ambiental tiene
mucho de inasible, de cambiante, como en el caso de los compuestos tóxicos.
También, dice que el juez no debe actuar de forma rutinaria, pues debe aplicar un sistema
de apreciación especial diferente al clásico. Asimismo, reconoce que el análisis debe ser
integral, totalizador, “holístico”, con especial importancia en la prueba de presunciones. Para
la doctrina argentina el daño ambiental se prueba con pruebas de presunciones, es decir, se
prueba con prueba indirecta, con indicios plurales y concordantes, que generen convicciones,
inferencias, deducciones, presunciones, las que, en su conjunto, sirven para justificar la
condena o la imputación condenatoria en casos de daño ambiental.
El texto del artículo 41 de la Constitución Nacional expresa -en lo pertinente- que “el daño
ambiental generará prioritariamente la obligación de recomponer”.
Enseña Horacio Rosatti (7) que “Recomponer” significa “componer nuevamente”, “arreglar”,
“volver las cosas a su estado original”. En materia ambiental, supone restablecer la alteración
ocasionada. El quantum de la recomposición plantea problemas de apreciación.
Veamos un ejemplo: supongamos que, como efecto de una actividad humana contaminante,
la capacidad de dilución de un río -comprometida antes del acto lesivo- se sature. ¿Qué
significa, en ese contexto, “recomponer”? ¿Volver a la capacidad de dilución del río previa a
la actividad contaminante (que aún comprometida seguía existiendo) o limpiar
completamente el río, de modo de dejarlo con una capacidad de dilución muy superior a la de
la instancia previa al acto lesivo? Como pregunta la doctrina, ¿deberemos “conformar al
paisajista exigente”, deberemos “poder bañarnos” en el río, “poder beber de sus aguas” o
sólo se tratará de “alcanzar cierta aptitud para un proceso industrial”?
Las respuestas a estas preguntas suponen un juicio prudencial que vincule la
proporcionalidad entre el acto u omisión lesivos y la magnitud del daño perpetrado. En
ocasiones, para lograr un objetivo más exigente (volver a un río cristalino) alcanzará con
iniciar el proceso y dejar que la naturaleza demuestre una vez más su capacidad auto-re-
generativa; en otras hipótesis el trabajo humano de recomposición deberá ser más
exhaustivo.
Pero recomponer, ¿es una opción o una obligación? Volvamos al artículo 41 ¿Qué significa
-en el contexto de la cláusula- la expresión prioritariamente? Una primera interpretación
puede entender que prioritariamente se opone a exclusivamente, únicamente y aún
obligadamente. Desde este punto de vista, sería opcional recomponer (en el sentido de
“volver a colocar las cosas en su lugar”) o reparar (en el sentido de “indemnizar”). Ésta
parece ser la posición de cierta calificada doctrina cuando, se afirma que se convalida el
principio general del Derecho Civil: el daño debe siempre ser reparado, pero la persona
víctima del daño puede optar por reclamar la reparación o demandar una retribución
indemnizatoria.
Una segunda interpretación entiende que prioritariamente supone en la especie siempre que
sea posible o aun sin perjuicio de otras obligaciones. La obligación prioritaria de recomponer
es una “obligación” (aunque parezca redundante decirlo), no es una “opción” para la víctima
del daño o para el causante del daño. No está en juego aquí un interés particular sino un
interés general; por ello la reparación del daño no puede quedar sujeta a la voluntad de una
de las partes involucradas (ni de ambas), ni puede reemplazarse con una indemnización.
El fundamento de la recomposición ambiental no es económico sino moral; expresa un
síntoma de preocupación más allá de lo puramente material, como lo es el deseo de
preservar un acervo “físico” o “natural” pero también “espiritual”, “histórico” y “cultural” que
contribuye a definir la “identidad” de una comunidad. ¿Por qué entonces se utiliza la
Página 170 de 225
expresión prioritariamente, en lugar de obligatoriamente, si aquélla pareciera minimizar la
obligación de recomponer en caso de daño ambiental? Sólo para la hipótesis en que la
recomposición (en el sentido de “volver las cosas a su lugar”) sea técnica o fácticamente
imposible; en este caso -y sólo en este caso- puede hablarse de indemnización “sustitutiva”.
Pero habrá de quedar claro que la “sustitución” de la recomposición por la indemnización
deberá provenir de la propia voz de la naturaleza y no de la voluntad de las partes. Lo dicho
es sin perjuicio de la indemnización “complementaria” a la recomposición que la ley o los
jueces puedan establecer para reparar íntegramente el daño causado.
Finalmente para este punto también sugerimos la lectura de la obra “El derecho Ambiental y
el artículo 41 de la Constitución Nacional” de Carlos A. Rodríguez, pág. 64/67 (8) agregado
en la Unidad 7 de esta cátedra.
Aquí analizaremos brevemente las disposiciones que contienen el nuevo Código Civil y
Comercial de la Nación a la regulación de las “funciones” del sistema de responsabilidad civil
o Derecho de Daños.
Al momento de intentar resolver un caso sobre daño ambiental, se impone hacerlo bajo el
prisma impuesto por el bloque de constitucionalidad que rige en nuestro Estado de
Derecho.
El daño ambiental es bicéfalo o bifronte y, por tanto, los perjuicios individuales y los
colectivos son las “dos caras de una misma moneda”.
En esta línea entonces, para supuestos de perjuicios ambientales individuales o de rebote,
concurrirán a regular la situación todos y cada uno de los dispositivos contenidos en la
normativa ambiental que se adapten a la individualidad del daño y también aquellos
instrumentos previstos en el derecho común que fueren aplicables al caso particular.
El daño ambiental presenta una serie de particularidades que lo apartan de las características
del daño clásico, lo cual justifica la búsqueda de soluciones diferentes.
Las ideas que se han plasmado en los códigos decimonónicos que rigen en la mayoría de
nuestros países no son útiles para tratar adecuadamente el problema de los daños
ambientales con sus tan particulares características.
En todo caso, esas normas impregnadas del carácter liberal propio de la época en que fueron
dictadas y en las que la que la autonomía de la voluntad y la responsabilidad por culpa se
esgrimen en pilares básicos del ordenamiento, deben ser al menos repensadas y
readaptadas a las exigencias del tipo de perjuicios que aquí tratamos.
Las “funciones” de la responsabilidad civil.
Hay que reflexionar si la función del Derecho de Daños se agota en indemnizar a la víctima
de un menoscabo patrimonial o extrapatrimonial o bien si es necesario también idear
soluciones que se alojen en un instante o estadio anterior al acaecimiento del perjuicio.
La premisa de indemnizar pecuniariamente las consecuencias inmediatas o mediatas, según
el caso, que generare un evento dañoso, en un principio tuvo un carácter netamente
sancionatorio para el dañador y luego fue girando hacia la idea de reparación de la víctima de
Página 171 de 225
un daño injustamente sufrido.
En la actualidad existe un consenso prácticamente generalizado en cuanto a que la
responsabilidad civil entendida sólo como un mecanismo tendiente al resarcimiento de
daños ya acaecidos es insuficiente.
Por el contrario, se propicia la introducción de mecanismos y técnicas que, desde el Derecho
de Daños, vayan dirigidas concretamente a la evitación de perjuicios probables o previsibles
y también a la sanción de aquellos agentes que actúen a través de conductas cuya gravedad
merezca una reacción adicional.
Es ésta la línea que han seguido los autores del nuevo Código al incluir dentro del Título V,
Capítulo Primero, Sección Primera, dedicada a regular las disposiciones generales sobre la
responsabilidad civil, donde aparece el artículo 1708: “Funciones de la responsabilidad. Las
disposiciones de este Título son aplicables a la prevención del daño, a su reparación, y a los
supuestos en que sea admisible la sanción pecuniaria disuasiva”.
De este modo, se amplían las funciones del Derecho de Daños, agregándose a la par
de la faz resarcitoria o reparatoria, las funciones preventiva y disuasiva o punitiva.
La ampliación de las funciones de la responsabilidad civil revitaliza el sistema y lo torna
mucho más compatible con los caracteres del daño ambiental.
Esto es así debido a que en materia de perjuicios ambientales nos encontramos
generalmente frente a situaciones continuadas en el tiempo e irreversibles en sus efectos.
El fin último del resarcimiento del daño, cual es el de volver las cosas al estado anterior a la
producción del mismo (artículo 1083 del Código Civil anterior), resulta de cumplimiento
imposible en la mayoría de los casos.
Podríamos preguntarnos entonces ¿Cuánto vale la extinción de una especie de aves o de
elefantes? ¿Qué valor tiene la afectación del paisaje por la construcción de un complejo
habitacional que altera notablemente el hábitat? ¿Qué precio le asignamos a la destrucción
de un inmueble perteneciente al patrimonio histórico de la ciudad que ha sido demolido para
construir un edificio? .Todos estos interrogantes y dificultades teóricas y prácticas han
enderezado los esfuerzos, en materia ambiental, hacia la búsqueda de mecanismos de
anticipación del daño.
Función preventiva.
Sostiene la jurisprudencia que “Se deben instrumentar las herramientas que en una clara
actitud de "evitación" sean capaces de lograr que se obtenga el objetivo apuntado en el
artículo 41 de la Constitución Nacional, donde "El derecho ambiental debe tener un carácter
eminentemente preventivo por motivos funcionales y teleológicos" y "desde el punto de vista
del análisis económico del derecho, la preferencia por los instrumentos de actuación "ex
ante", frente a los instrumentos "ex post", origina dudas serias sobre la utilidad del instituto de
la responsabilidad".
En los Fundamentos del nuevo Código Civil y Comercial se indica que: “En los derechos de
incidencia colectiva, surge con claridad que la prevención es prioritaria y precede a la
reparación, sobre todo cuando se trata de bienes que no se pueden recomponer fácilmente.
En estos casos se observa además la “tragedia de los bienes comunes”, ya que los
incentivos para cuidarlos son mínimos, y por eso es un ámbito en el que se reconoce la
facultad judicial de aplicar multas civiles o daños punitivos”.
Página 172 de 225
Bajo este paradigma es que el Código, luego de exponer sobre cuáles serán las funciones
específicas de la responsabilidad civil, desarrolla la función preventiva entre los artículos
1710 y 1713.
El primero de los dispositivos citados aporta lo siguiente: “Deber de prevención del daño.
Toda persona tiene el deber, en cuanto de ella dependa, de: a) evitar causar un daño no
justificado; b) adoptar, de buena fe y conforme a las circunstancias, las medidas razonables
para evitar que se produzca un daño, o disminuir su magnitud; si tales medidas evitan o
disminuyen la magnitud de un daño del cual un tercero sería responsable; tiene derecho a
que éste le reembolse el valor de los gastos en que incurrió, conforme a las reglas del
enriquecimiento sin causa; c) no agravar el daño, si ya se produjo”.
Este deber genérico de prevención del daño impuesto por el artículo transcripto enmarca de
modo certero el principio de prevención contenido en el artículo 4° de la ley 25.675 y torna
exigible a toda persona, dentro del sistema de Derecho de Daños en general, y del Derecho
de Daños Ambiental en particular, una conducta consistente en la evitación de perjuicios.
Claro está que la frase “en cuanto de ella dependa” debiera entenderse como la exigibilidad
de acciones que se encuentren al alcance o dentro de la esfera de control de la persona,
excluyéndose aquellos comportamientos que resulten de cumplimiento imposible o que
impliquen conductas irrazonables o “heroicas”.
En cuanto a la procedencia de mecanismos de prevención del daño ambiental por sobre los
estrictamente resarcitorios, podemos destacar lo sostenido por la Corte Suprema de Justicia
de la Nación en la Causa Mendoza: “… la presente causa tendrá por objeto exclusivo la tutela
del bien colectivo. En tal sentido, tiene una prioridad absoluta la prevención del daño
futuro, ya que —según se alega— en el presente se trata de actos continuados que seguirán
produciendo contaminación. En segundo lugar, debe perseguirse la recomposición de la
polución ambiental ya causada conforme a los mecanismos que la ley prevé, y finalmente,
para el supuesto de daños irreversibles, se tratará del resarcimiento”
En la misma línea, la ley general del ambiente N° 25.675 consagra la plena aplicación de los
principios preventivo y precautorio (artículo 4°) y la prioridad de la recomposición del daño
ambiental, colocando al resarcimiento mediante indemnización en una posición subsidiaria y
solo para el caso en que no resulte técnicamente factible la recomposición (artículo 28). Por
su parte, el último de los incisos del artículo 1710, al imponer el deber de no agravar el daño
ya producido, refleja también una idea consolidada en materia ambiental.
Luego de este “deber genérico de evitación”, el Código avanza un poco más e incluye una
serie de dispositivos de tinte más bien procesal (artículos 1711 a 1713) que regulan el
ejercicio y la tramitación de la denominada “acción preventiva” que nace frente a un hecho u
omisión antijurídica que haga previsible la producción de un daño.
Ingresando al estudio de estas normas, podría decirse que el artículo 1711 exige la
previsibilidad de la producción del daño ya que nos encontramos aquí en el campo de la
prevención. Por el contrario y recordando que las normas analizadas forman parte de la
teoría general de la responsabilidad civil, no se ha previsto regulación alguna en el Código
respecto al principio precautorio en materia ambiental, el que opera frente a daños o riesgos
imprevisibles, generados en el campo de la incerteza científica.
También la operatividad del artículo 1711 presupone la antijuridicidad en la conducta de aquel
que tiene a su cargo el deber de prevención. Ahora bien, cabe reflexionar si este requisito
Página 173 de 225
debe ser entendido del modo tradicional; esto es una antijuridicidad subjetiva y formal, a la
manera en que lo ha reglado el Código vigente, siguiendo en este punto los preceptos del
derecho penal.
Vale destacar que en materia ambiental esta postura resulta insuficiente, al punto que parte
de la doctrina propicia la inexigibilidad del requisito de la antijuridicidad formal para la
procedencia del daño, resultando además completamente irrelevante la autorización
administrativa previa para la activación del sistema de responsabilidad por daño ambiental.
Podría pensarse que esta situación queda subsanada si se recurre al texto de los
Fundamentos presentados por la Comisión, según el cual se entiende por cumplido el
requisito de la antijuridicidad con la mera violación al deber genérico de prevención
consagrado en el artículo 1710.
El razonamiento resulta convincente debido a que si el Proyecto introduce un deber expreso
de prevenir, la sola omisión de tal exigencia torna operativa la acción preventiva regulada en
el artículo 1711, independientemente de que la actividad o proyecto cuenten con autorización
administrativa o no conculque norma alguna prevista por el resto del ordenamiento jurídico.
Se responde, en conclusión, aún por daños causados a través de actividades perfectamente
lícitas y autorizadas administrativamente.
Por último, el artículo en análisis no exige la procedencia de ningún factor de atribución, lo
cual resulta acertado ya que la tutela inhibitoria prescinde totalmente de este requisito de la
responsabilidad civil. No puede imputarse ningún comportamiento subjetivo u objetivo
-entendido este último en el sentido tradicional de los factores objetivos de atribución- al
agente por un daño que todavía no se causó pero que sí puede producirse en el futuro.
El artículo que sigue, el 1712, legitima para iniciar o promover la acción preventiva a “quienes
acreditan un interés razonable en la prevención del daño”.
Si de Derecho Ambiental se trata, claro está, el dispositivo debe ser releído bajo los
preceptos procesales contenidos en la normativa microsistémica. La única condición que
exige el Código radica en la acreditación de un “interés razonable” -en nuestro caso- respecto
a la prevención de daños ambientales.
Este concepto jurídico indeterminado debiera ser interpretado, ante la duda, del modo en que
mejor favorezca la tutela del bien colectivo ambiental y aplicando la máxima del “in dubio pro
naturaleza”, propendiendo siempre a la apertura legitimatoria como puerta de entrada al
proceso judicial en defensa de los derechos fundamentales, principal garantía del acceso a la
justicia.
Dentro del articulado dedicado a la función preventiva, el Código dispone que “La sentencia
que admite la acción preventiva debe disponer, a pedido de parte o de oficio, en forma
definitiva o provisoria, obligaciones de dar, hacer o no hacer, según corresponda; debe
ponderar los criterios de menor restricción posible y de medio más idóneo para asegurar la
eficacia en la obtención de la finalidad” (artículo 1713).
En base a ello, el juez puede exigir al legitimado pasivo acciones o abstenciones concretas
tendientes a la evitación de daños previsibles.
Se habilita al magistrado a adoptar estas decisiones a pedido de parte o también de oficio.
En materia ambiental, la última de las facultades mencionadas posee su correlato en lo
normado por el artículo 32 de la ley 25.675, según el cual se otorga la posibilidad a los jueces
para que, en pos de la tutela del bien colectivo, adopten “las medidas necesarias para
Página 174 de 225
ordenar, conducir o probar los hechos dañosos en el proceso, a fin de proteger efectivamente
el interés general”.
Se trata del denominado “activismo judicial” predicado para este tipo de casos (ambientales),
que debe ser amplia y razonablemente ejercitado por cada uno de los jueces que a lo largo y
a lo ancho de nuestro país han debido enfrentarse a casos vinculados a la tutela del
ambiente.
La última parte del artículo 1713 introduce una pauta interesante que también ha sido muy
utilizada por nuestra jurisprudencia y que hemos visto en unidades anteriores: el juicio de
ponderación
Cuando de “casos difíciles” se trata es usual que se presenten contradicciones entre los
principios y normativas que concurren a regular determinada situación. Ante estos conflictos
el juez debe razonar y necesariamente preferir unos a otros para la aplicación al caso
concreto.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación claramente ha hecho suyas estas ideas al fallar,
entre otros precedentes, tales como el caso “Salas”, indicando que “La aplicación del
principio precautorio -art. 4°, ley 25.675- implica armonizar la tutela del ambiente y el
desarrollo, mediante un juicio de ponderación razonable, por lo que no debe buscarse
oposición entre ambos, sino complementariedad, ya que la tutela del ambiente no significa
detener el progreso, sino, por el contrario, hacerlo más perdurable en el tiempo de manera
que puedan disfrutarlo las generaciones futuras”.
En esta línea, y conforme lo faculta el artículo 1713, el juez privilegiará la preeminencia de la
prevención, la cesación y la recomposición por sobre la reparación de los daños ambientales.
Asimismo tendrá necesariamente presente el carácter colectivo del bien que está
protegiendo. Todo ello, puede hacerlo de oficio e independientemente de lo que las partes
aleguen en sus pretensiones ya que así se lo imponen los mandatos constitucionales a los
que está sometido.
Por último, ponderando los intereses y principios en pugna, el magistrado pensará no sólo en
las partes formales del litigio sino en todos aquellos integrantes del grupo que serán
afectados por la sentencia y, aún más, en las generaciones venideras que también estarán
alcanzadas por la decisión y a las cuales el juez está obligado a tutelar por imperativo
constitucional. Su decisión debe ser “atemporalmente convincente”
“La propuesta del nuevo Código, intenta recorrer ese camino y provee de un sistema
de responsabilidad civil cuya única función ya no es la resarcitoria o indemnizatoria
sino que, por el contrario, promueve enfáticamente la prevención de los daños y ofrece
una acción específica y exigible de tutela inhibitoria, con reglas, caracteres y efectos
claros.”
Es necesario, entonces, que los operadores del Derecho Ambiental tengan a disposición y
utilicen razonablemente una teoría del Derecho de Daños funcional y apta para lograr el
objetivo final que se persigue a través de la normativa protectoria: propender a un desarrollo
mucho más sostenible, con equidad para la población actual y también con solidaridad para
las generaciones futuras.
Artículo 27: “El presente capítulo establece las normas que regirán los hechos o actos
jurídicos, lícitos o ilícitos que, por acción u omisión, causen daño ambiental de incidencia
colectiva. Se define el daño ambiental como toda alteración relevante que modifique
Página 176 de 225
negativamente el ambiente, sus recursos, el equilibrio de los ecosistemas, o los bienes o
valores colectivos”
Este artículo y los siguientes de Ley regulan la cuestión del daño ambiental de incidencia
colectiva.
Recordamos que el daño ambiental es una expresión ambivalente, pues designa no
solamente el daño que recae en el patrimonio ambiental que es común a una comunidad, en
cuyo caso hablamos de "impacto ambiental", sino que se refiere al daño que el medio
ambiente ocasiona de rebote (par ricochet), a los intereses legítimos de una persona
determinada, configurando un daño particular, que ataca un derecho subjetivo y legitima al
damnificado para accionar en reclamo de una reparación o resarcimiento del perjuicio
patrimonial o extrapatrimonial que le ha causado.
Hemos dicho que "el daño ambiental no es un daño común" que por sus caracteres es de
difícil, compleja o ardua comprobación, atendiendo a las circunstancias que en diversos
supuestos es despersonalizado o anónimo; suele ser el resultado de actividades
especializadas, que utilizan técnicas específicas, desconocidas para las víctimas. Al mismo
tiempo que alcanza a un número elevado de víctimas, un barrio, una región, puede ser cierto
y grave para el ambiente o alguno de sus componentes, pero ser considerado despreciable o
sin relevancia o significación, o no tenerlo en la actualidad, respecto de las personas
individualmente consideradas.
El carácter difuso daño ambiental plantea un marco de complejidad respecto de la
identificación del agente productor del daño. Por lo general, se trata de casos de prueba
difícil, altamente compleja, revestida de enorme cientificidad.
Es que la contaminación es itinerante, cambiante, se difumina en el tiempo y en el espacio,
no tienen límites geográficos ni físicos, ni temporales ni personales. La ausencia de precisión
en las características del daño, su extensión, alcance, prolongación su carácter muchas
veces retardatario, acumulativo, los efectos sinérgicos, entre otros caracteres, que
constituyen problemas de enorme trascendencia al momento de su determinación.
La Ley define el daño ambiental como "toda alteración relevante". El dato atingente a la
magnitud, importancia o significación del daño ambiental no pasa desapercibido. En doctrina
nacional se ha dicho que es inherente al concepto de daño ambiental la alteración del
principio organizativo de la naturaleza; esto es, alterar el conjunto. De tal manera se excluyen
aquellas modificaciones al ambiente, que no tiene tal efecto sustantivo. Este criterio sirve
para delimitar aquellos casos en que la actividad productiva, transformando el medio
ambiente, no resulta lesiva.
La ley también habla de modificación negativa del ambiente, sus recursos, el equilibrio de los
ecosistemas o "los bienes o valores colectivos".
El bien colectivo se caracteriza por la indivisibilidad de beneficios, el uso común, la no
exclusión de beneficiarios, el uso sustentable y el status normativo.
En materia de derecho ambiental, no importa solamente el restaurar lo dañado, sino que se
aspira fundamentalmente a la prevención, y esto es así puesto que se ha elevado la calidad
del entorno a la categoría de valor colectivo, lo cual significa parte integrante del bien común.
Artículo 28: “El que cause el daño ambiental será objetivamente responsable de su
Página 177 de 225
restablecimiento al estado anterior a su producción. En caso de que no sea técnicamente
factible, la indemnización sustitutiva que determine la justicia ordinaria interviniente, deberá
depositarse en el Fondo de Compensación Ambiental que se crea por la presente, el cual
será administrado por la autoridad de aplicación. Sin perjuicio de otras acciones judiciales
que pudieran corresponder”
Artículo 29: “La exención de responsabilidad sólo se producirá acreditando que, a pesar de
haberse adoptado todas las medidas destinadas a evitarlo y sin mediar culpa concurrente
del responsable, los daños e produjeron por culpa exclusiva de la víctima o de un tercero por
quien no debe responder. La responsabilidad civil o penal, por daño ambiental, es
independiente de la administrativa.”
Artículo 30: “Producido el daño ambiental colectivo, tendrán legitimación para obtener la
recomposición del ambiente dañado, el afectado, el defensor del pueblo y las asociaciones
no gubernamentales de defensa ambiental, conforme lo prevé el artículo 43 de la
Constitución Nacional, y el estado nacional, provincial o municipal; asimismo, quedará
legitimado para la acción de recomposición o de indemnización pertinente, la persona
directamente damnificada por el hecho dañoso acaecido en su jurisdicción. Deducida
demanda de daño ambiental colectivo por alguno de los titulares señalados, no podrán
interponerla los restantes, lo que no obsta a su derecho a intervenir como terceros. Sin
perjuicio de lo indicado precedentemente toda persona podrá solicitar, mediante acción de
amparo, la cesación de actividades generadoras de daño ambiental colectivo.”
Como se sabe el vocablo afectado, se vincula con la temática de la legitimación para deducir
acción de amparo conforme el artículo 43 de la Constitución Nacional. En nuestros tribunales
de justicia, se reconoce legitimación a un elenco de sujetos tales como: usuario, consumidor,
vecino, afectado, como asimismo la concurrente o subsidiaria del Defensor del Pueblo y las
asociaciones o entidades ambientalistas.
La dimensión colectiva del interés ambiental es una escala inédita que rompe los moldes
tradicionales: es necesario, la protección jurisdiccional de los intereses supraindividuales o
difusos, mediante la dilatación de la legitimación activa para obrar, consagrando una
expansividad horizontal, con fundamento en la protección de intereses que no se radican
privativa o exclusivamente en una o más personas determinadas, que envuelven una
colmena de perjudicados, y su dimensión social, y de disfrute o goce solidario, que integran
Página 178 de 225
intereses propios y ajenos pero similares, de carácter vital.
- Intereses difusos. Algunas definiciones: Intereses colectivos, fragmentarios, de
pertenencia difusa, supraindividuales, de clase, intereses debilitados, disminuidos, de
categoría, derechos de incidencia colectiva (Constitución Nacional - artículo 43).
“Son intereses difusos los que pertenecen idénticamente a una pluralidad de sujetos, en
cuanto integrantes de grupos, clases o categorías de personas, ligadas en virtud de la
pretensión de goce, por parte de cada una de ellas, de una misma prerrogativa. De tal forma
que la satisfacción del fragmento o porción de interés que atañe a cada individuo, se extiende
por naturaleza a todos; del mismo modo que la lesión a cada uno afecta simultáneamente y
globalmente, a los integrantes del conjunto comunitario“ (“La defensa de los intereses difusos
y el derecho procesal", Morello, Augusto Mario).
Se caracterizan como aquéllos que no son ya sólo de uno o de varios sino mejor de todos
los que conviven en un medio determinado y cuya suerte en lo que concierne al
enrarecimiento, destrucción, degradación, vaciamiento o consumo sin reposición, angustia el
conjunto en lo inmediato y en el porvenir vital de cada uno, sobremanera el de las futuras
generaciones.
Artículo 31: “Si en la comisión del daño ambiental colectivo, hubieren participado dos o más
personas, o no fuere posible la determinación precisa de la medida del daño aportado por
cada responsable, todos serán responsables solidariamente de la reparación frente a la
sociedad, sin perjuicio, en su caso, del derecho de repetición entre sí para lo que el juez
interviniente podrá determinar el grado de responsabilidad de cada persona responsable.
En el caso de que el daño sea producido por personas jurídicas, la responsabilidad se hará
extensiva a sus autoridades y profesionales, en la medida de su participación”.
Artículo 32: “La competencia judicial ambiental será la que corresponda a las reglas
ordinarias de la competencia. El acceso a la jurisdicción por cuestiones ambientales no
admitirá restricciones de ningún tipo o especie. El juez interviniente podrá disponer todas las
medidas necesarias para ordenar, conducir o probar los hechos dañosos en el proceso, a fin
de proteger efectivamente el interés general. En cualquier estado del proceso, aún con
carácter de medida preparatoria, podrán solicitarse medidas de urgencia, aún sin audiencia
de la parte contraria, prestando debida caución por los daños y perjuicios que pudieran
producirse. El juez podrá, asimismo, disponerlas sin petición de parte.”
El fuero en tanto no exista un fuero ambiental especializado, debe seguir siendo el civil o el
contencioso administrativo, aunque en base a las reglas ordinarias de competencia.
Es muy importante garantiza el mayor acceso a la jurisdicción por cuestiones de defensa de
los intereses colectivos y contribuir con el juez en la formación de una verdadera conciencia
ambiental, que unida a las mayores y claras dificultades instructorias y ordenatorias del
proceso, facilite el camino hacia la verdad material y la solución de los problemas comunes.
Es que a partir de la emersión de los intereses difusos, se registran en el proceso civil por
daño ambiental, importantes mutaciones y adaptaciones: de un encuadramiento clásico de la
carga de la prueba a un carga de la prueba dinámica, de efectiva colaboración; de una
valoración de la prueba atomística, atomizadora, insular, a una apreciación de la prueba
integral, comprensiva, globalizante, totalizadora, en la que reviste especial importancia la
prueba de presunciones.
El esquema clásico jurisdiccional concibe la figura del juez neutral, pasivo, quieto, legalista.
Las nuevas manifestaciones del accionar judicial, asoma la figura del juez comprometido
socialmente, de acompañamiento, de protección.
Además hemos pasado de un régimen de medidas cautelares asegurativas del resultado del
proceso, garantista formal, a un sistema de tutela inmediata, anticipada, efectiva, material.
Estamos pasando de un proceso muerto a un proceso vivo. El proceso colectivo, exige un
aggiornamiento de técnicas jurídicas, diferenciadas, flexibles, menos formalista más
teleológica.
Artículo 33: “Los dictámenes emitidos por organismos del Estado sobre daño ambiental,
agregados al proceso, tendrán la fuerza probatoria de los informes periciales, sin perjuicio del
derecho de las partes a su impugnación. La sentencia hará cosa juzgada y tendrá efecto
"erga omnes" a excepción de que la acción sea rechazada, aunque sea parcialmente, por
cuestiones probatorias.”
Artículo 34: “Créase el Fondo de Compensación Ambiental que será administrado por la
autoridad competente de cada jurisdicción y estará destinado a garantizar la calidad
ambiental, la prevención y mitigación de efectos nocivos o peligrosos sobre el ambiente, la
atención de emergencias ambientales, asimismo, a la protección, preservación, conservación
o compensación de los sistemas ecológicos y el ambiente. Las autoridades podrán
determinar que dicho fondo contribuya a sustentar los costos de las acciones de
restauración que puedan minimizar el daño generado. La integración, composición,
administración y destino de dicho fondo serán tratados por ley especial.”
Lo hemos manifestado más arriba que se ha considerado muy conveniente que las
indemnizaciones que pudieran condenar a abonar los jueces intervinientes, terminen en el
patrimonio individual sino colectivo, a través de la creación de una Fondo de Compensación
ambiental o de Remediación de Pasivos Ambientales, administrado por autoridades pero
garantizando la amplia participación comunitaria en el manejo del mismo.
Para este punto sugerimos la lectura de http://capacitacion.hcdn.gob.ar/wp content/uploads/
2015/12/LEY_GENERAL_DEL_AMBIENTE_COMENTADA_POR_Cafferatta_Ne-
%CC%81stor_A..pdf (10)
• ¿Cuáles son las funciones novedosas incorporadas por el Código Civil y Comercial
de la Nación con relación al daño y a la responsabilidad, aplicables al Daño
Ambiental?
• Introducción
Introducción
El momento de la evolución o de la involución de la especie que nos toca vivir, en una sociedad
capitalista signada por el subdesarrollo, la concentración humana en grandes urbes, la
traspolación cultural de hábitos de consumo y la maximización de éstos a través de los medios
masivos de comunicación social, nos lleva a enfrentar un sinnúmero de problemas ambientales
en esta sociedad de riesgos.
Entre ellos no es difícil imaginar los crecientes procesos de contaminación visual, acústica, de
aguas subterráneas y de los cursos de agua que circundan las grandes ciudades, del aire, la
derivada del tratamiento informal o ilegal de los residuos, entre otras. A estas consecuencias
ambientales directas debemos agregarle las indirectas como los procesos migratorios internos, la
despoblación rural, la pobreza y la economía marginal en torno a basura, así como sus
consecuencias sociales y disputas entre intereses de diferentes clases sociales (“cartoneros” vs.
vecinos).
La presente Unidad tiene por objeto incursionar en los principios que rigen el tratamiento de los
residuos residuos sólidos urbanos conforme la normativa imperante en nuestro país.
En primer término, debemos analizar qué consideramos residuo sólido urbano (RSU) para luego
entrar al abordaje de los diferentes tipos de residuos.
“Se considera residuo sólido Urbano a toda materia producida en diferentes actividades de la
ciudad que carece de valor económico, estético o sanitario para quien la desecha. Como
contrapartida, alguno de estos recursos se convierten en materiales para diversos actores
sociales por su utilización secundaria como bien material, ya sea mediante su recuperación o
reciclaje. En este sentido, cualquier elemento que no sea peligroso para la salud o el ambiente es
potencialmente portador de valor bajo condiciones técnicas, socioeconómicas y culturales
particulares1”
A su vez, este tipo de residuos -atento al estado de la técnica y la conciencia social- fueron
tratados de modo diferente a lo largo de la historia en cuanto a su disposición final pasando desde
el simple depósito en las zonas alejadas o baldías de las ciudades, a los basurales oficiales a
cielo abierto; luego a las usinas de incineración, hasta el actual sistema de relleno sanitario. Por
su parte, las acciones de reciclaje inorgánico y compostaje son actividades crecientes en el
concierto mundial.
En cuanto a la composición de los RSU mientras en EUA los residuos orgánicos constituyen en
29%, en Buenos Aires estos alcanzan un 40%, en tanto los plásticos en EUA y UE es de un 9% y
en Buenos Aires alcanzan un 14%.
También resulta interesante advertir la diferencia existente en la gestión de los residuos urbanos
en los distintos países: mientras en América Latina la disposición de residuos en establecimientos
a cielo abierto va desde un 40% en Chile a un 80% en Méjico, la misma es prácticamente nula en
la U.E. y en EUA, donde no solo se advierte un crecimiento de las técnicas de relleno sanitario,
sino también un crecimiento de las acciones de reciclaje de material inorgánico y de compostaje,
las que en países como España superan entre ambas el 30%.
En nuestro país, ante la diversidad RSU, la legislación les ha dado un tratamiento diferenciado:
por un lado tenemos las leyes 25041 de Residuos Peligros (de aplicación residual) y la 25018 de
Gestión de Residuos Radioactivos; por otro las leyes 25612 de Gestión Integral de Residuos
Industriales, 25670 de gestión y eliminación de PCBs, la 25916 de Gestión Integral de Residuos
Domiciliarios y la 27279 Gestión de envases vacíos de fitosanitarios revistiendo estas cuatro
últimas el carácter de Normas de Presupuestos Mínimos en los términos previstos por el art. 41
de la Constitución Nacional.
La República Argentina que abarca un extenso territorio, con una superficie total cercana a los 2,8
millones continentales y una población de poco más 40 millones de habitantes, según el último
censo del año 2010 y una estimada de 45 millones a la fecha3; tiene una tasa de urbanidad del
90% y una concentración de casi el 50% de la población en los cinco grandes conglomerados:
Área Metropolitana de Buenos Aires, Gran Córdoba, Gran Rosario, Gran Mendoza y Gran La
Plata.
Asimismo, es de tener en cuenta a los efectos del análisis del tratamiento de los RSU; la
estructura federal de nuestro país y el régimen municipal adoptado por nuestra Constitución
Nacional, lo que tiene incidencias en cuanto a las autoridades de aplicación, competencia
legiferante, poder de policía, competencia jurisdiccional, etc.
Liminarmente debemos decir que en nuestro país -en principio- el manejo de los R.S.U. es de
incumbencia municipal, sobre cuyos gobiernos recae la responsabilidad de su gestión y
disposición final. No obstante ello y atento a lo expresado en cuanto a la constitución de grandes
áreas metropolitanas, el tratamiento intermunicipal de los residuos resulta imprescindible y en su
consecuencia, la intervención de los gobiernos provinciales y nacionales, cobrando de este modo
vital importancia el principio de subsidiaridad en el desarrollo de la normativa y las políticas
ambientales.
Así surge de las conclusiones del Taller 9 sobre presupuestos mínimos de protección ambiental:
"Ley N.º 25.916 de Gestión de Residuos Domiciliarios" organizado por la FARN en cooperación
con el Centro de Derecho Ambiental de la UICN4: el Estado Nacional debe ser el generador de
En un informe informe del Banco Mundial “What a Waste 2.0: A Global Snapshot of Solid Waste
Management to 2050”5 se estima que con el crecimiento demográfico actual para el año 2050
estaremos incrementando en una cifra cercana al 70% la generación de RSU, estando esta
generación en directa relación con los hábitos de consumo, el poder adquisitivo, los sistemas
productivos, los métodos de embalaje y envasado de bienes y servicios, y en general, con todos
los aspectos relacionados al crecimiento económico de los países.
A los efectos de tornar operativos estos objetivos acordaron las Bases para la Acción de la
Agenda 21 por las cuales se comprometieron a:
• Crear A) Sistemas de gestión de desechos que asignen la más alta prioridad a prevenir o
reducir al mínimo la generación de desechos y a reutilizarlos y reciclarlos; B) Instalaciones
de eliminación de desechos ecológicamente racionales, incluso tecnologías para
aprovechar la energía de los desechos.
La Ley 25916 pone a la gestión de los Residuos Domiciliarios en la agenda política ambiental,
estableciendo el principio de GESTION INTEGRAL.
c) Minimizar los impactos negativos que estos residuos puedan producir sobre el ambiente;
Página 189 de 225
d) Lograr la minimización de los residuos con destino a disposición final.
A tales efectos, pone responsabilidades en cabeza de los propios vecinos, a los que, en su
condición de generadores de Residuos Domiciliarios, clasifica en individuales o especiales,
obligando a estos últimos a sujetarse a programas especiales.
Es por ello que atento a la responsabilidad primaria de los estados Municipales y a la de los
estados Provincial y Nacional en virtud del principio de subsidiariedad, y existiendo una norma de
presupuestos mínimos en la materia, resulta necesaria la adaptación de la normativa, la que
compartiendo el criterio asumido en el Taller 9º de la FARN, su adecuación deberá efectuarse
considerando los principios de congruencia y progresividad, teniendo en cuenta los compromisos
asumidos por el país en los distintos instrumentos de Derecho Internacional Ambiental, la
valoración de las tecnologías limpias, e involucrando en los procesos de toma de decisiones a las
instituciones que forman parte de la sociedad civil y a los vecinos a los efectos de evitar el efecto
nimby9.
Tal como lo sostiene la autoridad nacional ambiental, “el residuo puede ser REDUCIDO o
DISMINUIDO, en cantidad y/o calidad, mediante procesos y pautas de producción, consumo y/o
comercialización que lo minimicen y/o eliminen”10. En efecto no todo residuo es un desecho;
como lo mencionáramos al principio, todo residuo es potencialmente portador de valor, bajo
condiciones técnicas, socioeconómicas y culturales particulares. Y la puesta en valor de los
mismos implica una optimización de los recursos naturales, energéticos, una reducción de los
niveles de contaminación, un mejoramiento de la calidad de vida y un modo de incorporar al
mercado laboral a sectores marginales garantizando de este modo modelos de inclusión social.
• REUTILIZAR los productos antes de considerarlo desecho, ya sea para el fin que fueron
originariamente concebidos o para otros usos.
En el marco de la provincia de Santa Fe habrá de tenerse presente dos leyes, la 11872 que
modifica el artículo 1° de la Ley 10867 disponiendo: “Prohíbese en todo el territorio provincial el
desmalezamiento, por medio del fuego y la instalación de cualquier tipo de depósito a cielo
abierto, público o privado, de residuos sólidos, urbanos, industriales o de cualquier otra
naturaleza, proclives a la combustión, autocombustión y generación de humos o gases, que
pudieren ocasionar riesgos al tránsito en las rutas provinciales y nacionales, y en vías ferroviarias
que atraviesan la Provincia, sin que a los mismos se los trate con técnicas que impidan estas
consecuencias" (las negrillas me pertencen).
Por su parte la Ley 13055 por medio de la cual la provincia adopta el concepto de “Basura Cero”
consistente en la “...reducción progresiva de la disposición final de los residuos sólidos urbanos,
con plazos y metas concretas, por medio de la adopción de un conjunto de medidas orientadas a
la reducción en la generación de residuos, la separación selectiva, la recuperación y el reciclado.”
Según esta norma, tomando como base el total de los residuos dispuestos en el año 2008 se
busca llegar al año 2030 sin disponer en los rellenos sanitarios de la provincia, materiales tanto
reciclables como aprovechables.
Para ello y aplicando el principio de progresividad tomando en cuenta la referida línea de base
debió operarse una reducción para el año 2016 del 15% y a partir de esa fecha en forma bianual
un 12%.
En síntesis, el estado en sus tres niveles deberá articular sus esfuerzos en pos de lograr los
objetivos planteados en el Plan Nacional de Valorización de Residuos concordante con los
valores expresados precedentemente y para ello será necesario la participación de las
organizaciones de la sociedad civil y el compromiso de todos, pues como nos enseñara el
maestro Ramón MARTIN MATEO “La producción de residuos no es una característica exclusiva
Tal como lo refleja el trabajo “LA PROBLEMÁTICA DE LOS AGROQUÍMICOS Y SUS ENVASES,
SU INCIDENCIA EN LA SALUD DE LOS TRABAJADORES, LA POBLACIÓN EXPUESTA Y EL
AMBIENTE”12 en su resumen ejecutivo: “La problemática de los envases de agroquímicos debe
abordarse integralmente y desde su origen hasta la disposición final ambientalmente adecuada.
Todas las medidas que se adopten pensando solo en la disposición final, a cargo y de
responsabilidad del productor rural como último usuario, serán paliativas y parciales”
En el siguiente video la Dra. Eugenia MAGNASCO del área de Medio Ambiente de AACREA nos
comenta la Ley
https://www.youtube.com/watch?v=AYlc3yfbiv0&feature=youtu.be
h t t p : / / t o m a s a . c h a s c o m u s . g o b . a r / a r c h i v o s / d e s c a r g a s /
Gesti%C3%B3n_de_Envases_Vac%C3%ADos_de_Fitosanitarios_-_Presentacion_MA&DS.pdf
Por su parte la Provincia de Santa Fe, siguiendo la ley nacional a través de la ley 13.842 del año
2018 creó el “Sistema Provincial de Gestión Diferecnial e Integral de Envases”, regulando el
sistema, las responsabilidades de registro de cada uno de los sujetos intervinientes, las sanciones
por incumplimiento y la autoridad de aplicación y la constitución de un Consejo Consultivo en el
que podrá invitarse a participar a centros comerciales e industriales, organizaciones gremiales,
cámaras empresariales y de productores, representantes de pequeñas y medianas empresas,
ONGs, autoridades municipales y comunales, universidades nacionales con sede en la provincia
de Santa Fe.
El autor del proyecto, Senador Alcides Calvo (Dpto Castellanos) en oportunidad de su debate
expresó: “Esta iniciativa surge con la idea clara y práctica de una agricultura que, sin desmedro
de su productividad y sustentabilidad, preste atención y cuidado del medio ambiente y la
seguridad de las personas, donde los envases de productos fitosanitarios sean recolectados,
tratados debidamente y transformados en artículos útiles de una manera ambientalmente segura”
Pese a haber pasado un año y medio desde la sanción de la Ley, el 13 de febrero de este año el
Senado provincial aprobó por unanimidad un Proyecto de Comunicación requiriendo la
reglamentación de la Ley al Poder Ejecutivo provincial.
2 www.iswa.org
3 https://www.indec.gob.ar/
4 www.farn.org.ar/arch/concl_tallerPM9.pdf
5 https://openknowledge.worldbank.org/handle/10986/30317
8https://rio20.un.org/sites/rio20.un.org/files/a-conf.216-l-1_spanish.pdf.pdf
9 Siglas en inglés: “not in my back yard” / “no en mi patio trasero” es una expresión utilizada para
describir la reticencia que existe en general de parte de la población de destinar espacios
pertenecientes a su vecindario al tratamiento y la disposición de residuos.
10 PNVR, www.ambiente.gov.ar
11 MARTIN MATEO, Ramón, “TRATADO DE DERECHO AMBIENTAL”, Edit. Trivium SA, Madrid
1991, Tomo II, Pag. 509
12https://www.aamma.org/descargas/agroquimicos.pdf
13https://www.argentina.gob.ar/normativa/nacional/ley-27279-266332/texto
14https://www.argentina.gob.ar/normativa/nacional/decreto-134-2018-306967/texto
•
Situación actual de los bosques nativos
•
Moratoria: En un plazo máximo de UN (1) año a partir de la sanción de la presente ley, a
través de un proceso participativo, cada jurisdicción deberá realizar el Ordenamiento de
los Bosques Nativos existentes en su territorio de acuerdo a los criterios de
sustentabilidad establecidos en el Anexo de la presente ley, estableciendo las diferentes
•
Ley de Presupuestos Mínimos de Protección Ambiental para el control de actividades
de quema (N° 26562/2009)
La Ley 26.562 (B.O. 18/11/2009) tiene por objeto establecer presupuestos mínimos de
protección ambiental relativos a las actividades de quema en todo el territorio nacional, con el
fin de prevenir incendios, daños ambientales y riesgos para la salud y la seguridad públicas.
Entiéndese por quema toda labor de eliminación de la vegetación o residuos de
vegetación mediante el uso del fuego, con el propósito de habilitar un terreno para su
aprovechamiento productivo (art.2)
Queda prohibida en todo el territorio nacional toda actividad de quema que no cuente
con la debida autorización expedida por la autoridad local competente, la que será
otorgada en forma específica (art. 3).
El art. 4 determina que “las autoridades competentes de cada jurisdicción deberán
establecer condiciones y requisitos para autorizar la realización de las quemas….”. Cuando la
autorización de quema se otorgue para un fundo lindero con otra jurisdicción, las
autoridades competentes de la primera deberán notificar fehacientemente a las de la
jurisdicción lindante. Para los casos en que lo estimen pertinente, establecerán zonas de
prohibición de quemas.
Las solicitudes de autorización de quemas deberán contener, como mínimo, la información
detallada en el art. 6 de la Ley.
Las autoridades competentes de cada jurisdicción podrán suspender o interrumpir la
ejecución de quemas, autorizadas, cuando las condiciones meteorológicas o de otro tipo
impliquen un riesgo grave o peligro de incendios (art. 5). Asimismo, la ley prevé sanciones
establecidas en el art. 7.
El Plan de manejo de Bosques Nativos (Plan del Norte. 2do Informe de Avances. Marzo
2018):
- Recibe 60% de los montos destinado a BN
- Presupuesto 2016 – Para conservación --- 6 millones
Para fortalecimiento --- 2 millones
- Presupuesto 2017 – Planes de manejo – 16 millones
- Fortalecimiento – 7 millones
En el 2017 --- Más de 30 productores recibieron aportes no reint.
•
“…..En el presente caso se ha demostrado claramente que se otorgaron autorizaciones para
la tala y desmonte tomando en consideración el impacto ambiental de cada una de ellas, pero
no se ha efectuado ningún estudio relativo al efecto acumulativo de todas las autorizaciones.
La tala y el desmonte de aproximadamente un millón de hectáreas tendrá un efecto sobre el
ambiente que no se puede ignorar….”
“…El estudio referido (de impacto ambiental acumulativo) deberá ser realizado por la
Provincia de Salta, en forma conjunta con la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable
de la Nación, la que deberá resguardar el respeto de los presupuestos mínimos de la
materia….”.
“…Asimismo, se deberá dar amplia participación a las comunidades que habitan en la
La Auditoría General de la Nación llevó a cabo un estudio, luego de ser sancionada la Ley de
Bosques 26.331 (durante el período 2007 al 2014) sobre la situación de los bosques nativos
en Argentina, arrojando la cifra de 6 millones de hectáreas de pérdida de los mismos en los
últimos 20 años.
• En 2017, la AGN aprobó un nuevo informe correspondiente al período auditado (julio 2013 a
diciembre 2016) y sobre la implementación de la Ley 26331 en las provincias de Salta,
Santiago del Estero, Chaco y Formosa. Algunas conclusiones de este informe pueden
encontrarlas en: https://elauditor.info/informes-de-auditoria/bosques-nativos-en--la-linda---el-
peligro-avanza-y-el-presupuesto-retrocede-_a5a8ad2b82d82877c82504740
Material de consulta:
Auditoría General de la Nación: Informe 38 Año 2014 http://www.agn.gov.ar/files/informes/
2014_038info.pdf
Auditoría General de la Nación. Informe 230/2017: https://www.agn.gob.ar/informes/
implementacion-de-la-ley-26331-de-presupuestos-minimos-
Fallo Salas Dino:
La Corte suspende el ecocidio en el bosque de Salta. Maria Eugenia de Paola y José Essaín.
http://www.sociedadambiental.net/profiles/blogs/la-corte-suspende-el-ecocidio
Pronunciamiento del 29 de diciembre de 2008 https://sjconsulta.csjn.gov.ar/sjconsulta/
documentos/verUnicoDocumentoLink.html?idAnalisis=661186&cache=1562269631908
Pronunciamiento del 26 de marzo del 2009: https://sjconsulta.csjn.gov.ar/sjconsulta/
d o c u m e n t o s / v e r D o c u m e n t o B y I d L i n k s J S P. h t m l ?
idDocumento=6641951&cache=1562269171268
Pronunciamiento del 13 de diciembre de 2011 http://sjconsulta.csjn.gov.ar/sjconsulta/
d o c u m e n t o s / v e r D o c u m e n t o B y I d L i n k s J S P. h t m l ?
idDocumento=118162&cache=1506718473708
FARN: Los bosques nativos de Salta no están en orden, Junio 2014: http://www.farn.org.ar/
wp-content/uploads/2014/07/POLICY-Bosques-Salta-ESP.pdf
FARN: Una aproximación al Ordenamiento Ambiental del Territorio como herramienta para la
prevención y transformación democrática de conflictos socio-ambientales
• ¿Cuáles son las normas que contemplan la protección ambiental de los bosques
nativos?
• Por estos días, nuestra provincia se encuentra afectada por la quema de pastizales
en el Delta del Paraná. ¿Que legislación aplicarías y/o que observación harías de la
aplicación de la normativa vigente?
• ¿Cómo termina resolviendo la Corte el fallo Salas Dino? ¿Cuáles son los
fundamentos de dicha decisión?
Para concluir con el cursado de esta asignatura, abordaremos la temática de las aguas y los
glaciares en el marco de las normas de Presupuestos Mínimos.
En Primer lugar haremos una breve referencia a cuestiones internacionales, luego analizaremos
su vinculación con el nuevo Código Civil y Comercial de la Nación para finalmente realizar el
tratamiento de las dos leyes de presupuestos mínimos que refieren a esta temática, a saber:
- Ley 26.639/10 Régimen de Presupuestos Mínimos para la Preservación de los Glaciares y del
Ambiente Periglacial.
En ambos casos, además, analizaremos brevemente algunos fallos que se vinculan con el tema
aludido.
1) INTRODUCCION.-
Según la Organización de las Naciones Unidas (1), el agua está en el epicentro del desarrollo
sostenible y es fundamental para el desarrollo socioeconómico, la energía y la producción de
alimentos, los ecosistemas saludables y para la supervivencia misma de los seres humanos.
También forma parte crucial de la adaptación al cambio climático y es el vínculo crucial entre la
sociedad y el medioambiente. El agua es, además, una cuestión de derechos. A medida que
crece la población mundial, se genera una necesidad creciente de conciliar la competencia entre
las demandas comerciales de los recursos hídricos para que las comunidades tengan lo suficiente
para satisfacer sus necesidades.
Para el desarrollo del ser humano, el agua y los sistemas de saneamiento no pueden estar
separados. Ambos son vitales para reducir la carga mundial de enfermedades y para mejorar la
salud, la educación y la productividad económica de las poblaciones.
• 340.000 niños menores de cinco años mueren cada año por enfermedades diarreicas.
• El 80% de las aguas residuales retornan al ecosistema sin ser tratadas o reutilizadas.
• Alrededor de dos tercios de los ríos transfronterizos del mundo no tienen un marco de
gestión cooperativa.
- El derecho al agua.-
Uno de los hitos recientes más importantes ha sido el reconocimiento por parte de la Asamblea
General de las Naciones Unidas del derecho humano al agua y al saneamiento en julio de 2010.
La Asamblea reconoció el derecho de todos los seres humanos a tener acceso a una cantidad de
agua suficiente para el uso doméstico y personal (entre 50 y 100 litros de agua por persona y día)
y que sea segura, aceptable y asequible (el coste del agua no debería superar el 3% de los
ingresos del hogar) y accesible físicamente (la fuente debe estar a menos de 1.000 metros del
hogar y su recogida no debería superar los 30 minutos).
El Decenio Internacional de Acción "Agua para la Vida" 2005-2015 contribuyó a que alrededor de
1,3 billones de personas en los países en desarrollo obtuvieran acceso al agua potable e impulsó
el progreso en materia de saneamiento como parte del esfuerzo por alcanzar los Objetivos de
Desarrollo del Milenio.
Los últimos acuerdos clave incluyen la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, el Marco de
Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015-2030, la Agenda de Acción de Addis
Abeba 2015 sobre la Financiación para el Desarrollo y el Acuerdo de París 2015 dentro del Marco
de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.
El agua libre de impurezas y accesible para todos es parte esencial del mundo en que queremos
vivir. La escasez de recursos hídricos, la mala calidad del agua y el saneamiento inadecuado
influyen negativamente en la seguridad alimentaria y la salud. La sequía afecta a algunos de los
países más pobres del mundo, recrudece el hambre y la desnutrición. Para 2050, al menos una
de cada cuatro personas probablemente viva en un país afectado por escasez crónica y reiterada
de agua dulce. Esto se traduce en:
- Lograr el acceso universal y equitativo al agua potable a un precio asequible para todos.
- Aumentar considerablemente el uso eficiente de los recursos hídricos en todos los sectores y
asegurar la sostenibilidad de la extracción y el abastecimiento de agua dulce para hacer frente a
la escasez de agua y reducir el número de personas que sufren falta de agua.
- Proteger y restablecer los ecosistemas relacionados con el agua, incluidos los bosques, las
montañas, los humedales, los ríos, los acuíferos y los lagos.
En el título de bienes, sección 2° (bienes con relación a las personas), el Código Civil y Comercial
vigente, enumera en el artículo 235 los bienes de dominio público y agrega los glaciares, el
ambiente periglacial y los estuarios, dejando de lado otros cuerpos de agua como son los
humedales o los esteros.
Por su parte en los artículos 240 y 241 regulan los bienes con relación a los derechos de
Incidencia Colectiva, fijando en el caso del primer artículo los límites de los derechos individuales
sobre los mismos, estableciendo que el ejercicio de los derechos individuales debe ser compatible
con los derechos de Incidencia colectiva. Debe conformarse agrega, a las normas del derecho
administrativo nacional y local dictadas en el interés público y no debe afectar el funcionamiento
ni la sustentabilidad de los ecosistemas de la flora, la fauna, la biodiversidad, el agua, los valores
cultura, el paisaje, entre otros, según los criterios previstos en la ley especial.
Por otra parte el siguiente artículo indica que cualquiera que sea la jurisdicción en que se ejerzan
los derechos, debe respetarse la normativa sobre presupuestos mínimos que resulte aplicable.
3.1.) La primera ley sancionada fue la denominada “Régimen de Gestión de Aguas” (N°
25688/2002). (3)
En su Artículo 1° establece que se trata de una norma que regula los presupuestos mínimos
ambientales, para la preservación de las aguas, su aprovechamiento y uso racional.
El artículo 2° regula las aguas naturales o artificiales, superficiales y subterráneas, acuíferos, ríos
subterráneos y las aguas atmosféricas. Define la cuenca hídrica como la región geográfica
delimitada por las divisiones de aguas que discurren hacia el mar a través de cauces secundarios
que convergen en un cauce principal único y las endorreicas. Esa cuenca hídrica es tratada a los
fines de su gestión como una unidad ambiental indivisible.
El artículo 6° dispone que para utilizar las aguas, se deberá contar con el permiso de la autoridad
competente. Para el caso de las cuencas interjurisdiccionales, cuando el impacto ambiental sobre
alguna de las otras jurisdicciones sea significativo, será vinculante la aprobación de dicho
utilización por el Comité de Cuenca correspondiente, el que estará facultado para este acto por
las distintas jurisdicciones que lo componen.
Finalmente, entre otros artículos destacamos el N° 9 que dispone que el P.E.N. reglamentará esta
ley dentro de los 180 días de su publicación y dictará las resoluciones necesarias para su
aplicación.
Esto aún no aconteció. Tal es así que el Defensor del Pueblo de la Nación, mediante Resolución
N° 39/07, resolvió recomendar a la Jefatura de Gabinete de Ministros de la Nación que expida
instrucciones para la inmediata reglamentación de diversas leyes de presupuestos mínimos, entre
ellas la analizada.
Hoy en día, y ante el fracaso de las tesis centralistas esbozadas desde el dominio y la jurisdicción
de las aguas, se produce una nueva embestida sobre las provincias argentinas, invocando
indebidamente la cláusula ambiental que contiene el artículo 41 de la CN.
Si bien nunca las provincias han delegado en la Nación la potestad de regular sobre aguas, sí han
delegado desde 1994 la de dictar los presupuestos mínimos de protección ambiental, los que no
deben afectar las jurisdicciones locales. Ello sin perjuicio de la facultad provincial de dictar normas
que complementen dichos presupuestos mínimos.
Bajo esta excusa, el Congreso ha sancionado la Ley 25.688, definiéndola como norma de
presupuestos mínimos de protección ambiental, a la que este autor califica de inconstitucional y
excesivamente centralista.
Una simple lectura de la Ley permite observar que la misma profundiza su regulación
exclusivamente en aspectos de gestión y delega la materia de protección a la reglamentación
(artículo 7), incurriendo en una práctica constitucionalmente prohibida (artírculo 76 CN) que
invalida cualquier regulación que se dicte en tal marco, entre otras críticas.
En esta línea de pensamiento, es obvio que la norma se separa de la materia ambiental que se
condice con los contenidos mínimos de protección colocados en manos del Congreso desde 1994
y avanza en materia propia de la gestión de recursos naturales que las provincias se han
reservado dentro de sus competencias originarias sobre sus propios recursos naturales.
Igualmente, violenta las jurisdicciones locales y sus instituciones cuando dispone diversas
medidas propias de estas jurisdicciones en manos de una autoridad que resulta ajena a las
mismas.
La Ley 25.688, dictada como supuesta norma de presupuestos mínimos de protección ambiental,
lejos de pertenecer a dicha categoría legislativa constituye una indebida intromisión del Congreso
en competencias que le resultan ajenas, cayendo por ello en el campo de la inconstitucionalidad.
La sanción de normas nacionales en exceso de las pautas básicas delegadas y sobre materias
ajenas a la protección ambiental, concluye el autor, sólo conlleva al debilitamiento general del
derecho como sistema tuitivo del entorno, dificultando la labor administrativa de protección
ambiental que queda inmersa en un notorio espectro de litigiosidad y falta de certeza.
Para advertir la problemática expuesta sobre esta norma recomendamos las siguientes
lecturas:
b) VALLS, Mario F., “Ley 25688 – Régimen de Gestión Ambiental de Aguas. Presupuestos
mínimos ambientales para la preservación de aguas, su aprovechamiento y uso racional.
Utilización de aguas. Cuenca hídrica superficial. Comités de Cuencas Hídricas”, Suplemento de
Derecho Ambiental de www.eldial.com, 15/07/2003. ídem, “Ley 25688 – Régimen de Gestión
Ambiental de Aguas. ¿Presupuestos mínimos ambientales o policía federal de actividades que
causen impacto ambiental significativo sobre otras jurisdicciones?, JA, 2003-II, fascículo n. 3, p.
3.-
Para la lectura de los antecedentes históricos, políticos y otros datos de interés sobre la ley y la
situación de los glaciares en nuestro país sugiero acceder al siguiente documento:
http://www.unesco.org/new/fileadmin/MULTIMEDIA/FIELD/Santiago/pdf/Pitte-Ley-proteccion-
glaciares-Argentina-glacier.pdf
En este punto corresponde ahora realizar un análisis breve de algunos de los artículos de la Ley
N° 26.639 denominada “Régimen de Presupuestos Mínimos para la Preservación de los Glaciares
y del Ambiente Periglacial", sancionada el 30/09/2010 y promulgada el 28/10/2010. La misma
como veremos más adelante ha sido reglamentada por el Decreto N° 207/2011. (5)
Yendo a la exposición de los mismos, lo que a priori podemos decir que es una norma prohibitiva.
Así destacamos el Artículo 1° que regula el Objeto indicando que la ley establece los
presupuestos mínimos para la protección de los glaciares y del ambiente periglacial con la
finalidad de preservarlos como reservas estratégicas de recursos hídricos para el consumo
humano; para la agricultura y como proveedores de agua para la recarga de cuencas
hidrográficas; para la protección de la biodiversidad; como fuente de información científica y como
atractivo turístico. Los glaciares constituyen bienes de carácter público.
El artículo 2° define tanto al glaciar como al ambiente periglacial. El artículo 3° crea el Inventario
Nacional de Glaciares, para su adecuada protección, control y monitoreo.
El artículo 4° establece la periodicidad con la cual se debe realizar dicho inventario y el Artículo 5°
dispone que sea el Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA)
con la coordinación de la autoridad nacional de aplicación de la presente ley, quien lleve a cabo
tal labor.
Página 215 de 225
Resulta pertinente a continuación, poner de resalto los que aparecen en principio como los
artículos centrales de la ley.
Por su parte, el artículo 7° prevé la realización de una Evaluación de impacto ambiental. Indica
que todas las actividades proyectadas en los glaciares y en el ambiente periglacial, que no se
encuentran prohibidas, estarán sujetas a un procedimiento de evaluación de impacto ambiental
y evaluación ambiental estratégica, según corresponda conforme a su escala de intervención, en
el que deberá garantizarse una instancia de participación ciudadana de acuerdo a lo establecido
en los artículos 19, 20 y 21 de la Ley N° 25.675 (Ley General del Ambiente), en forma previa a su
autorización y ejecución, conforme a la normativa vigente.
b) Científicas, realizadas a pie o sobre esquíes, con eventual toma de muestras, que no dejen
desechos en los glaciares y el ambiente periglacial.
En cuanto al Decreto que citamos supra y que reglamenta la presente ley, resulta interesante
destacar la definición contenida en el artículo 7 con respecto a la Evaluación Ambiental
Estratégica, indicando que es “…aquel proceso sistemático de estudio de impactos ambientales
de las políticas, planes o programas y de sus alternativas, incluyendo la preparación de un
informe escrito y las conclusiones de la evaluación y su uso en los procesos de decisiones
públicas.”
Con respecto a los argumentos que pretenden la inconstitucionalidad de la norma, señalemos que
debe verse la aplicación de la misma, en su defensa, en el marco de los principios establecidos
por la Ley General del Ambiente, que como hemos dicho son la regla para la interpretación de
todas las decisiones sobre política ambiental en nuestro país. En particular, adquieren relevancia
los de precaución y la progresividad vinculada con la no regresión en materia ambiental.
Esta interrelación, cooperación y funcionalidad no sólo debe lograrse entre una provincia y la
Nación sino entre todas las provincias entre sí y éstas con la Nación. Entonces la Nación
estableció el umbral mínimo de protección de los glaciares, reconociendo sus servicios
ambientales y la especial importancia que requiere restringir actividades que perjudiquen al
ambiente y a la salud de todos los habitantes del país.
También la ley en el artículo 6 se establece una restricción de determinadas actividades con el fin
de procurar una coexistencia armónica con un recurso natural tan valioso, como el agua, para las
generaciones presentes y las futuras.
La injerencia de las restricciones sobre los derechos individuales produce la existencia de una
ponderación de derechos entre los de las personas, tanto humanas como jurídicas y los
derechos de incidencia colectiva, como es el caso del derecho ambiental. Principalmente, la
controversia que se puede dar en razón de la protección al ambiente es con el derecho del
ejercicio de la industria lícita como también con el de usar y disponer de la propiedad (derecho
adquirido), siendo que si bien están protegidos por nuestra Constitución (artículo 14), se puede
hacer una salvedad cuando nos encontramos en presencia de un interés social superior que tiene
carácter de orden público, como es en este caso, el derecho a la protección del ambiente y, en
especial, a los glaciares al ser considerados por la ley que los regula como bienes de carácter
Por lo tanto, la trascendental importancia de este recurso hídrico vulnerable que es esencial para
la satisfacción de las necesidades humanas (consumo, saneamiento, producción de alimentos,
industria, transporte) y el equilibrio de los ecosistemas naturales, conlleva a la necesidad de su
protección integral a nivel nacional a través del sistema de presupuestos mínimos en intento de
una articulación complementaria con la gestión nacional de aguas y las reglamentaciones
dispuestas por el Poder Ejecutivo en las provincias como líneas base para el desarrollo de
actividades antrópicas sin alterar la preservación del medio ambiente.
Los glaciares son un recurso estratégico a nivel internacional que como consecuencia del cambio
climático ha evidenciado un claro retroceso en los últimos años. Cumplen también una función de
regulación del ecosistema (ya que en sus ciclos de congelamiento y descongelamiento van
permitiendo el aporte gradual de caudal hídrico para las cuencas). Por lo tanto desempeñan un rol
crucial en la mitigación y adaptación al cambio climático y en virtud de que nuestro país ha
adherido al Acuerdo de París, nos encontramos obligados a crear metas a largo plazo para
proteger a las generaciones presentes y futuras de las consecuencias producidas a causa de
dicho cambio.
Es por ello que la protección que establece la Ley de Glaciares y Ambiente Periglacial, constituye
una herramienta indispensable para una de las reservas más grandes e importantes de agua
dulce de nuestro país que se utilizan para consumo humano. Además, al ser un servicio natural
de agua para las zonas desérticas, requiere protección y preservación. Ya han sido fuertemente
afectados por las actividades no reguladas o reguladas de manera deficiente como es
principalmente la actividad minera, agotando los recursos de manera desproporcionada y
contraria a la ley.
Por lo tanto, cualquier actividad que se pretenda realizar en estas zonas, tiene que ser
fundamentada y estudiada a fondo, presentando los estudios de impacto ambiental suficientes y
que demuestren la viabilidad del proyecto junto con las reales consecuencias en el ambiente y los
planes de contención. De lo contrario, se pondría en riesgo al 70% de la reserva hídrica de todo el
país.
También aparece relevante que el inventario de glaciares es una herramienta necesaria para la
prevención de desastres, elaboración de proyectos de organización territorial, desarrollo,
evaluación de vulnerabilidad, manejo, legislación y economía del agua.
Por último, es dable remarcar que el desarrollo económico y social como también el
aprovechamiento de los recursos naturales debería realizarse de acuerdo al principio de
sostenibilidad el cual procura satisfacer las necesidades del presente sin comprometer la
capacidad de las futuras generaciones, garantizando el equilibrio entre el crecimiento económico,
el cuidado del medio ambiente y el bienestar social.
A los fines de establecer el desarrollo del título, en su aspecto más controversial como se señala
en el encabezado, sugerimos la lectura del fallo “Barrick Exploraciones Argentina S.A. y otro c.
Estado Nacional s/acción declarativa de inconstitucional CSJN (7/06/11)” (7), que brevemente
ahora describimos: Barrick Exploraciones Argentinas S.A. y Exploraciones Mineras Argentinas
S.A., en su condición de titulares de concesiones para la exploración y explotación del sector
argentino del emprendimiento binacional denominado “Pascua Lama”, promovieron una acción
contra el Estado Nacional ante el Juzgado Federal N°1 de San Juan, a fin de obtener la
declaración de inconstitucionalidad de la “Ley de Presupuestos Mínimos para la Preservación de
los Glaciares y del Ambiente Periglacial”.
Solicitaron asimismo la concesión de una medida cautelar de no innovar por medio de la cual se
suspendiera la aplicación de la ley, ordenando a las autoridades nacionales que se abstuvieran de
dictar cualquier acto tendiente a su ejecución, hasta tanto se dictara sentencia definitiva en dichos
autos.
El juez hizo lugar a la medida cautelar requerida y dispuso la suspensión de la aplicación de los
artículos 2°, 3°, 5°, 6°, 7° y 15 de la ley 26.639, para el ámbito del emprendimiento “Pascua
Lama”, ordenando, a pedido de las actoras, la citación de la Provincia de San Juan. Dicha
Provincia además solicitó intervenir como litisconsorte activo al coincidir con los argumentos
expuestos por la actora. Pidió que se declarara la competencia originaria de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación y la concesión de una medida cautelar de no innovar con fuente
constitucional y no procesal, por medio de la cual se dispusiera la suspensión de la aplicación de
la totalidad de las disposiciones de la ley 26.639, y subsidiariamente de sus artículos 2°, 3°, 5°,
6°, 7°, 9°, 10 y 15, por considerar que desde su vigencia y por su naturaleza, alteraba la
jurisdicción local, afectaba y violaba la autonomía provincial y el sistema federal, y, conculcaba las
facultades no delegadas de la provincia y su competencia en materia de protección del medio
ambiente y la disposición de sus recursos naturales.
Cabe destacar finalmente, que llegadas las actuaciones a la Corte Suprema, el Tribunal resolvió
que dada la índole de la participación asumida en el pleito por la Provincia de San Juan,
correspondía reconocerle la condición de parte sustancial en virtud del interés directo que tenía
en el litigio, de acuerdo a los términos de su presentación y que la causa era de su competencia
originaria.
La presente Ley fue sancionada bajo el N° 13740/18 y resulta interesante considerar algunos de
sus artículos, en particular los que refieren a definiciones, principios, criterios de interpretación,
entre otros.
Veamos:
Artículo 1° - Objeto de la Ley de Aguas. Regula la gestión integrada de los recursos hídricos de la
provincia de Santa Fe, con el fin de promover los distintos usos del agua de manera sustentable a
favor de las generaciones presentes y futuras, garantizando el derecho humano fundamental de
acceso al agua potable. La gestión integrada de los recursos hídricos involucra el ordenamiento
territorial.
Artículo 2° - Ámbito de aplicación. Esta ley rige la gestión de todas las aguas superficiales,
subterráneas y atmosféricas. Todas las aguas quedan sujetas al control, a las limitaciones y a los
fines que en función del interés público establezca la Autoridad de Aplicación y sometidas a las
disposiciones de esta Ley de Aguas. Sin perjuicio de ello, la prestación de los servicios sanitarios
es regida por la ley especial vigente o la que en el futuro la reemplace, conforme los principios
derivados de la presente ley.
Artículo 3° - Acuerdos sobre cuencas interjurisdiccionales. La cuenca es una unidad física que
requiere su gestión en forma integral. El Poder Ejecutivo Provincial podrá acordar con otras
provincias el estudio y la planificación del desarrollo y preservación de las cuencas
interjurisdiccionales, la construcción y operación de obras y la realización de actividades
susceptibles de afectar esas cuencas, procurando, en forma gradual y sostenida, la definición de
objetivos y programas de acción, contemplando los principios de uso equitativo y razonable, la
obligación de no ocasionar perjuicio a terceros y el deber de información y consulta previa entre
las partes.
Artículo 7° — Valor del agua. El agua es un bien esencial para la vida humana y la de los
ecosistemas, que tiene una función social y ambiental que debe ser protegida para garantizar la
satisfacción de las necesidades humanas y sociales y el mejoramiento de la calidad de vida de
las generaciones presentes y futuras. Es un recurso natural finito y vulnerable con alto valor
social, sanitario, ambiental y económico, que integra el proceso productivo y que el Estado
Provincial concede para su uso una vez cubierta la función social y ambiental.
Artículo 8° - Derecho humano al agua. El Estado provincial debe garantizar el derecho humano de
acceso al agua potable, el cual implica contar con agua suficiente, físicamente accesible y de
calidad apta para ingesta humana y usos domésticos, de conformidad con los criterios generales
que surgen del Derecho Internacional de los derechos humanos. El agua es un bien que integra el
patrimonio natural, sobre el cual existen derechos fundamentales de incidencia colectiva que
deben ser respetados y garantizados. (10)
Artículo 9° - Política hídrica. La política hídrica provincial queda definida por los siguientes
lineamientos: a) La protección del agua como bien social, ambiental y paisajístico de las
generaciones presentes y futuras; b) Preservar la existencia del bien en calidad y en cantidad,
aplicando para ello los principios de prevención y precaución; c) Asegurar el acceso equitativo al
agua para la satisfacción de las necesidades humanas y sociales a través del mejoramiento de la
calidad de vida, priorizando las regiones donde el recurso sea escaso; d) Conservar y proteger los
ciclos hidrológicos, las reservas naturales de aguas, los usos ambientales y los caudales
ecológicos; e) Ejecutar acciones dirigidas a aumentar la resiliencia frente al riesgo de desastres
naturales como erosión, sequía e inundaciones a través de acciones estructurales y medidas no
estructurales, preservando la integridad de las personas y sus bienes; f) Proteger la salud en
todos aquellos aspectos asociados al agua; g) Preservar los recursos hídricos y protegerlos de la
agresión de agentes contaminantes; h) Implementar acciones estructurales y medidas no
estructurales relacionadas con los recursos hídricos, para favorecer el desarrollo de las
actividades productivas; i) Implementar un manejo del recurso hídrico adecuado al
comportamiento que ha establecido la naturaleza para cada región en particular, respetando los
bajos y vías de escurrimiento superficial; j) Evaluar los recursos hídricos a partir del registro
Página 222 de 225
continuo de variables hidrológicas; k) Regular los usos productivos del recurso hídrico; 1)
Desarrollar una gestión participativa garantizando el derecho a la información pública y a la
participación ciudadana en decisiones regulatorias de alcance general y de gestión;
considerando, especialmente, que la mujer desempeña un papel fundamental en el
abastecimiento, la gestión y la protección del agua; m) Lograr una participación activa en
organismos nacionales vinculados con la gestión del agua; n) Coordinar e integrar la política
hídrica con las políticas públicas sectoriales de la Provincia es un deber. En particular, deberá
coordinarse con las políticas ambiental, alimentaria, de ordenamiento territorial, urbanística, vial y
de gestión de riesgos; ñ) Procurar la ejecución y la permanente actualización de un inventario de
los recursos hídricos disponibles y potenciales y la organización de un Sistema de Información
Hídrica que disponga el almacenamiento, procesamiento y consulta de datos. A tal fin, deberá
establecerse la coordinación y complementación recíproca con los organismos comunales,
municipales, nacionales, internacionales y privados que tengan competencia o injerencia sobre el
particular; o) Promover la capacitación de recursos humanos; p) Promover la educación y cultura
del agua; q) Diseminar los conocimientos relacionados a la problemática de los recursos hídricos.
Artículo 12° - Plan Hídrico Provincial. La Autoridad de Aplicación coordinará con la colaboración
de otros ministerios la elaboración de un Plan Hídrico Provincial, el cual establecerá las
prioridades en la asignación del recurso e identificará las medidas específicas que permitan a los
distintos sectores de la comunidad desarrollarse en forma armónica y equitativa, acorde a las
estrategias provinciales de desarrollo económico y social. El Plan Hídrico Provincial resultará de
la integración de los planes por cuenca y se armonizará con los objetivos, metas y políticas
regionales y nacionales y con otros planes sectoriales; será plurianual, previéndose en etapas de
cumplimiento a corto, mediano y largo plazo, debiendo ser aprobado por decreto con
comunicación a la Legislatura y deberá contemplar las siguientes cuestiones: a) Las previsiones
de crecimiento en el futuro de la demanda hídrica, para lo cual debe ser flexible para adaptarse
fácilmente a los cambios en las condiciones inicialmente previstas y a las externalidades futuras,
sujeto a permanente revisión y monitoreo; b) Las sugerencias de la comunidad, lo que hará que
sea esencialmente democrático y consensuado con los principales actores (gobierno, comunidad,
empresas, ONG, entidades científicas, universidades); c) Respeto y conservación del ambiente;
d) La previsión de las medidas adecuadas para mitigar el impacto de la variabilidad climática en la
actividad económica de la Provincia; e) La previsión de las medidas adecuadas para contribuir a
la disminución o solución pacífica de los conflictos relacionados con el agua; f) Diagnóstico de la
situación de los recursos hídricos, tanto en áreas rurales como urbanas; g) Análisis de alternativas
de crecimiento demográfico, de evolución de las actividades productivas y de modificación de los
Página 223 de 225
patrones de ocupación del suelo, a nivel urbano y rural; h) Balance entre disponibilidades y
demandas futuras de los recursos hídricos superficiales y subterráneos, en cantidad y calidad,
con identificación de conflictos potenciales; Metas y estrategias de racionalización del uso y
preservación de la calidad de los recursos hídricos disponibles; j) Programas y proyectos a
implementar para la atención de las metas previstas, incluyendo las obras y medidas no
estructurales correspondientes, e identificación de responsables institucionales en cada caso; k)
Prioridades para el otorgamiento de derechos de uso de los recursos hídricos; 1) Directrices y
criterios para el cobro del canon por los distintos usos del agua; ni) Pautas para la creación de
áreas sujetas a restricciones de uso, tendientes a la protección de los recursos hídricos; n)
Previsiones para la escasez o sequías y las inundaciones, incluyendo las correspondientes
medidas de mitigación; fi) Previsión de los recursos presupuestarios que se requerirán para la
implementación del Plan Hídrico Provincial.
Artículo 13° - Derecho de uso. Toda persona tiene derecho al uso y aprovechamiento de los
recursos hídricos que sean necesarios para su desarrollo personal y el de sus actividades
económicas. Este derecho deberá ser ejercido de forma que no perjudique al ambiente, a los
derechos de incidencia colectiva, a otros usos y a los derechos de terceros. La transgresión a
esta obligación será causal de extinción, suspensión o disminución del derecho del contraventor,
sin perjuicio de otras sanciones y de la responsabilidad civil o penal que pudieren derivar de la ley
común.
Artículo 14° - Requisitos para uso social y productivo. El derecho al uso de las aguas del dominio
público requiere permiso o concesión e inscripción en el Registro correspondiente cuando sea
para uso productivo y no requiere autorización administrativa previa cuando sea para uso social,
salvo en los casos en que esta ley o su reglamentación establezcan limitaciones a este principio
en virtud de la magnitud del uso, razones de salud humana o impacto sobre el recurso.
Artículo 19° - Prioridad del uso social. Los usos sociales tienen prioridad sobre cualquier uso
productivo. Son gratuitos y solo podrán imponerse tasas cuando para su ejercicio se requiera de
un servicio. En ningún caso las concesiones o permisos para uso productivo podrán menoscabar
su ejercicio.
BIBILIOGRAFIA Y CITAS.-
(1) https://www.un.org/es/sections/issues-depth/water/index.html
(2) https://www.odsargentina.gob.ar/
(3) http://servicios.infoleg.gob.ar/
(4) Mauricio Pinto “Conflictos Socio-ambientales y Políticas Públicas” – Oikos Red Ambiental.
Página 224 de 225
(5) http://servicios.infoleg.gob.ar/
(6) Trabajo realizado por la Clínica Jurídica de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales
(www.farn.org.ar)
(7 y 8) www.cij.gov.ar
(9) www.santafe.gov.ar
(10) Con respecto al Derecho Humano al Agua y el Saneamiento ver el fallo de la CSJN “Kersich,
Juan Gabriel y otros c/ Aguas Bonaerenses S.A. s/ Amparo” de diciembre de 2014, en www.Saij-
Gob.Ar