Confederación Granadina
Confederación Granadina
Confederación Granadina
La Confederación Granadina fue una república conformada por las actuales Colombia y Panamá
entre 1858 y 1863. Fue establecida en la Constitución de 1858 durante el gobierno de Mariano Confederación Granadina
Ospina Rodríguez. Esta carta constitucional remplazó al sistema centro-federal que se había
organizado con la constitución de 1853, y fue la antesala de la formación del denominado Olimpo Confederación desaparecida
Radical, periodo en el que las ideas del liberalismo radical colombiano se impusieron bajo el nombre
de los Estados Unidos de Colombia (1863-1886). 1858-1863
Índice
Historia
Antecedentes
Bandera Escudo
Confederación Granadina
La Convención de Rionegro 1863 Lema: Libertad y Orden
Política
La constitución de 1858
Las leyes de 1859
La guerra de 1860 a 1863
Las actas de separación de David y Santiago de 1861
Presidentes de la Confederación Granadina
Economía
Debates sobre la política económica a mediados del siglo XIX
Las dinámicas económicas de la segunda parte del siglo XIX
Religión
El problema de la iglesia católica
Organización territorial Localización de la Confederación Granadina
Geografía
Límites
Regiones
Referencias
Enlaces externos
Historia
La Confederación Granadina es parte de una serie de reformas que comenzaron a mediados del siglo
XIX en toda Hispanoamérica, y que tenían por propósito romper de forma definitiva con cualquier
rezago del sistema colonial.1 En el caso de lo que hoy es Colombia y Panamá, esta trasformación se
vivió a través de un paulatino proceso de cambio en el modelo político, económico y social
imperante desde el periodo de las independencias. Los cambios al orden establecido despertaron
profundas contradicciones al interior de la sociedad, que se expresaron en dos guerras civiles en Mapa detallado del país
1851 y 1860, más un golpe militar en 1854. La primera de estas conflagraciones estuvo relacionada
con el papel de la Iglesia en la sociedad, mientras que la segunda y el golpe de Estado de Tomas Coordenadas 4°39′N 74°03′O
Cipriano de Mosquera se vinculan a las tensiones producidas por la profundización del sistema Capital Bogotá
federal, entre la soberanía nacional y los poderes regionales.2
Entidad Confederación
En este sentido, la Confederación Granadina se destaca porque su efímera existencia dio cuenta desaparecida
tanto de las trasformaciones políticas, como de la resistencia que esto generó en algunos sectores de Idioma oficial Español
la sociedad, que aun siendo parte de la idea de un modelo de República federal,3 consideraban que Gentilicio Granadino, -a
la existencia de un gobierno general fuerte era necesaria para mantener el orden después de las
Religión Libertad de culto
guerra del 1851. Estas contradicciones, sumadas a las tensiones que existían en torno a la separación
Iglesia-Estado como parte del ideario liberal que se imponían en el momento, fueron procesos que Moneda Peso colombiano
llevaron al levantamiento de los seguidores del General Mosquera y el radicalismo liberal en 1860- Período histórico Siglo XIX
1863, como evento central de este periodo Confederado de la historia de Colombia y Panamá.2 • 22 de mayo Constitución Federal
de 1858
Antecedentes • 1860 Guerra civil
• 8 de mayo Constitución de
Aún cuando la mayoría de las reformas de mediados de siglo vinieron de la mano del Partido de 1863 Rionegro
Liberal,4 sus inicios se pueden rastrear a las dos últimas administraciones de la década del 40 del Forma de gobierno Confederalismo
siglo XIX. En este sentido, el gobierno de Pedro Alcántara Herrán (1841-1845) y el primer mandato
de Tomás Cipriano de Mosquera (1845-1849) se destacaron por su tono modernizante, que incluyó Precedido por Sucedido por
entre otras medidas la recopilación de las leyes granadinas, la liberación del comercio, la reducción
de las aduanas de importación y exportación, la formación de escuelas normales para la instrucción ← →
de los maestros, el impulso del ferrocarril de Panamá, el control del fuero eclesiástico y la libertad de
imprenta.5
Todas estas medidas abrieron el camino para las trasformaciones más profundas que iniciaron
formalmente con la llegada al poder del liberal José Hilario López en 1849. El cambio en el partido de gobierno, según el historiador Frank Safford, fue
posible gracias a la división del Partido Conservador en las elecciones de 1848 entre José Joaquín Cori y Rufino Cuervo, además de la movilización del
sector de los artesanos en apoyo al candidato del Partido Liberal.6 Las reformas de este gobierno incluyeron la abolición de la esclavitud, el fin de la pena
de muerte, el no encarcelamiento por deudas, se permitió el sufragio universal para los varones adultos y la consolidación de la libertad de prensa, culto,
comercio y educación. Adicionalmente, se implementaron medidas para otorgar mayor autonomía a los gobiernos regionales, con la trasferencia de rentas y
responsabilidades que antes eran del gobierno central a las provincias, bajo la creación entre 1849 y 1852 de trece nuevos entes territoriales, que según se
creía podían ejercer un gobierno más efectivo del territorio, además de garantizar la democratización de estos espacios del país.6 En este ambiente
reformista José Hilario López, incluso contra la negativa de varios sectores del Partido Liberal, expulsó del territorio nacional a la Compañía de Jesús, a
quienes consideraba herramientas del partido Conservador en medio de la lucha política que se vivía en ese momento.6
Esta última medida, junto con la abolición de la esclavitud y la eliminación del fuero eclesiástico civil y penal, motivaron el primer levantamiento
conservador del periodo en 1851.6 Aunque la revuelta fue rápidamente controlada por el gobierno de López, este conflicto demostró que amplios sectores
de la sociedad se oponían a las modificaciones que estaba implementando el Partido Liberal. Incluso, debido a las reacciones encontradas que las
modificaciones generaban al interior del mismo Partido Liberal, la colectividad se dividió entre las facciones más radicales, que después vendrían a formar
parte del denominado Olimpo Radical, y aquellas que se mostraban más moderadas frente a temas claves como el estanco del tabaco.
Por otro lado, la alianza que había forjado José Hilario López y los artesanos llegó a su fin debido a lo que el presidente consideraba era el peligro generado
por la excesiva fuerza que había tomado este gremio, y su tendencia al uso de la violencia como elemento de presión al gobierno y el Congreso para que se
les concedieran medidas de protección especial.6 Este cambio de perspectiva del gobierno de López llevó a la consolidación de otra figura política, José
María Obando, que llegó a la presidencia en las elecciones 1852 con el apoyo de varios sectores del liberalismo y los artesanos.6
Obando comenzó su gobierno en 1853, de la mano de una nueva Constitución, que restringía los poderes
presidenciales y ampliaba la autonomía de las provincias con respecto al gobierno central, en lo que era un
evidente preludio del modelo federal. De igual forma, presentaba un marcado carácter liberal en lo que se refiere a
la creación del matrimonio civil y el divorcio civil, la proclamación de la separación Iglesia-Estado, el fin de la
pena de muerte y la reducción del Ejército.6
Todas estas medidas, en especial la reducción del poder de las Fuerzas Militares, sumadas al descontento de los
artesanos, propiciaron un golpe militar dirigido por José María Melo el 17 de abril de 1854. Este golpe de Estado
sobrevivió hasta el mes de diciembre del mismo año, cuando fue controlado por una coalición del Partido Liberal y
Conservador, encabezados por el Vicepresidente José de Abadía y el General Tomás Cipriano de Mosquera.6 En
este sentido, para Frank Safford la participación mayoritaria de los conservadores en la contrarrevolución le
permitió al partido controlar las elecciones de 1854 y 1856, que llevaron primero a un gobierno de transición
dirigido por Manuel María Mallarino y luego por Mariano Ospina Rodríguez.6
Sin embargo, aun con el retorno del conservatismo al poder, el camino a la formación de un sistema federal y
liberal resultaba difícil de modificar, especialmente después de la declaración del territorio de Panamá como un
Estado soberano a partir de 1855.2 José María Obando del Campo.
Confederación Granadina
La constitución de 1858, que le dio vida a la Confederación Granadina, fue un intento de Mariano Ospina
Rodríguez por darle un marco legal al proceso de formación de Estados soberanos en la Nueva Granada que inició
con Panamá en 1855, y que al poco tiempo incluyó también a Antioquia (en 1856), Santander, Bolívar, Boyacá,
Cauca, Cundinamarca y Magdalena (en 1857). En este sentido, María Teresa Hincapié y Liliana López plantean
que en este caso fueron los hechos políticos los que le dieron origen al sistema, proponiendo que fue primero el
federalismo y luego fue la federación, ya que la Constitución solo llegó a ser sancionada oficialmente hasta 1858.2
En fusión de estas particulares características de formación, la constitución de 1858 dio mucha autonomía a los
Estados soberanos en el manejo de sus asuntos internos, la emisión de sus propias constituciones estatales y el
manejo de sus procesos electorales. De igual forma, el poder el gobierno central, con el antecedente del golpe
militar de Melo, fue significativamente reducido, así como el tamaño del Ejército y la capacidad del gobierno
general para intervenir en los asuntos locales. Estas medidas trasportaron la lucha partidista por el control del poder
político hacia los Estados, en los que se vivieron diferentes procesos de conflicto entre los agentes políticos locales,
con el apoyo o intervención ocasional del gobierno central en favor de los intereses del conservatismo.2 En este Manuel María Mallarino.
sentido, hasta 1860 se presentaron una serie de guerras localizadas, que no estaban interconectadas entre sí, más
allá de la búsqueda de los partidos por controlar los Estados.
En 1860, el conflicto se tornó nacional de la mano del Presidente Mariano Ospina Rodríguez, que pretendiendo devolver al gobierno federal las
atribuciones constitucionales que le permitirían intervenir en los asuntos locales, impulsó en 1859 una serie de leyes relacionadas con las potestades del
Ejecutivo, el Ejército y el sistema electoral, que generaron malestar en la mayoría de los Estados soberanos, en especial en el Cauca, que estaba bajo el
control de Tomás Cipriano de Mosquera, y en las zonas controladas por los Radicales liberales.6
La situación se tornó incontrolable cuando Tomás Cipriano de Mosquera, en respuesta a las leyes de 1859, buscó la separación del Estado del Cauca, junto
con el de Panamá, para la formación de una nueva república.6 A esto respondió Ospina Rodríguez declarando que los gobernadores que no se atuvieran a
las nuevas leyes serían responsables a nivel penal de los desórdenes que se produjeran, lo que llevó a la guerra general entre 1860 y 1863.6 Aún cuando el
mandado de Ospina Rodríguez llegaba hasta 1861, el cambio de gobierno solo llegó hasta la toma de Bogotá por
Mosquera en julio del 61. La guerra se prolongó hasta 1863, cuando los últimos reductos de la oposición
conservadora fueron derrotados y se promulgó la constitución de 1863.
En este intervalo de tiempo, Tomás Cipriano de Mosquera mantuvo su hostilidad hacia la Iglesia Católica, a la que
consideraba aliada del gobierno conservador, declarando que serían las autoridades civiles las encargadas de los
derechos de tuición, que autorizaba a los gobernantes a nombrar a las autoridades eclesiásticas, expulsó
nuevamente a los Jesuitas que habían retornado al país con el apoyo de Mariano Ospina Rodríguez y declaró la
expropiación de bienes de manos muertas, quitándole a las autoridades religiosas el manejo de amplias extensiones
de la tierra cultivable en el territorio nacional.6
La Confederación Granadina llegó a su fin el 8 de mayo de 1863, con la firma de la Constitución de Rionegro.7
En este nuevo orden constitucional el país pasó a llamarse los Estados Unidos de Colombia.8
Dando continuidad en muchos aspectos a su predecesora, y radicalizando sus posturas en cuanto a la separación Mariano Ospina Rodríguez.
entre la Iglesia y el Estado, la carta política redactada en Rionegro se inspiró tanto en el ideal federal del no
intervencionismo del gobierno central en los asuntos de los Estados, como en la más extrema limitación del poder
del Ejecutivo federal.9 De igual forma, las garantías de libertad de prensa, credo, oficio y propiedad se
convirtieron en principios fundamentales del Olimpo Radical.
En la práctica, la obstinación de la convención de Rionegro a devolver algo de poder al Ejecutivo central estuvo
mediada por el temor a las tendencias caudillistas de Tomás Cipriano de Mosquera.9 Aun cuando los liberales
apoyaron a los mosqueristas en la guerra, y este último fue el gran ganador de la revuelta, fueron los radicales los
que lograron imponer su marca a la Constitución del 63, anulando así las pretensiones personalistas de Tomás
Cipriano de Mosquera después de la guerra.9
En este sentido, se mantuvieron medidas como la libertad del comercio de armas, la independencia de los Estados
en lo relacionado con la educación, y sobre todo, la decisión de no formar un Ejército nacional que respaldara al
Ejecutivo frente a los Estados en una eventual nueva aventura militar del mosquerismo.9 Esta misma disposición
traería a su vez significativos problemas para los gobiernos federales durante todo el periodo radical, que al igual
que en la Confederación Granadina, nunca lograron ejercer control o intervenir en las disputas entre los Estados
Soberanos.
El sistema político que resultó de la Constitución de 1858, por el que apareció la Confederación Granadina, y que posteriormente dio vía a la formación de
los Estados Unidos de Colombia, estuvo atravesado por un periodo de profunda inestabilidad en la que los conservadores, débilmente cohesionados en
torno al gobierno de Mariano Ospina Rodríguez, trataron de mantenerse en el poder frente a una coalición formada por los liberales Radicales y las fuerzas
del caudillo caucano Tomás Cipriano de Mosquera.6
En este sentido, es imposible entender la Confederación Granadina por fuera de la revolución mosquerista de 1860 a 1863, puesto que esta posibilitó el
acceso directo de los liberales al poder, y la radicalización del modelo federal en la Constitución de Rionegro.2
La Confederación Granadina reúne un cierto consenso entre las élites políticas e intelectuales sobre la conveniencia de la adopción de un modelo federal,
como la solución a las tendencias dictatoriales y autoritarias de caudillos nacionales como lo trató de ser José María Melo. En este sentido, los máximos
exponentes de esta perspectiva, dejando en claro que las ideas provenían tanto del Partido Liberal como dentro del Conservador,3 suprimieron en su
mayoría las capacidades del poder central, sentando las bases de tres décadas de predominio de los poderes regionales y locales en la República. Siendo así
que el orden instituido en este marco terminó por hacerse insostenible debido a la anulación práctica del gobierno federal por la eliminación de la mayoría
de sus potestades, como fenómeno que afectó de forma sostenida el devenir del país a finales del siglo XIX.2
La constitución de 1858
La constitución de 1858,10 por la que se llamó al país la Confederación Granadina, fue en términos prácticos el resultado de la creación de los Estados
soberanos de Panamá, Antioquia, Bolívar, Boyacá, Cauca, Cundinamarca, Tolima y Magdalena, como una realidad que no había sido contemplada por la
constitución de 1853. En este sentido, el ejercicio constituyente encabezado por Mariano Ospina Rodríguez únicamente llegó a reconfirmar una realidad
que ya era de hecho desde 1855, y que daría forma al federalismo, que en términos prácticos era ya un consenso entre la mayoría de los miembros de la
élite nacional y provincial.3
De esta forma, debido a su particular formación, el primer elemento que se hace evidente es que la Constitución de 1858 antes que ser un ejercicio real de
organización política de la sociedad, fue ante todo un producto de la necesidad de establecer conexiones entre el conjunto de normas que dieron forma a
Estados independientes y soberanos, evitando la aparición de tendencias secesionistas al interior del país. Siendo así que la constitución reconoció
formalmente la supremacía de lo provincial sobre lo nacional, dándole la facultad a las Asambleas estatales y a los gobernadores de manejar sus asuntos
con amplia libertad.11 Elementos como la libertad en el comercio de armas, la determinación de la ley electoral, el nombramiento de los funcionarios y la
organización de la educación, fueron funciones delegadas en su totalidad a los gobiernos regionales.11
En lo que se refiere a las atribuciones del gobierno federal, cuyo periodo en el caso del Congreso era de 4 años y del Presidente de solo 2, la constitución
de 1858 le permitía al Ejecutivo federal únicamente el manejo de las relaciones exteriores, la organización de las instituciones de la confederación y lo
correspondiente a determinar los elementos generales de la legislación federal.11 Se abolió la Vicepresidencia y se reemplazó con un designado nombrado
por el Congreso.
Gracias a estas disposiciones constitucionales se hace evidente que el poder del gobierno federal era muy limitado, y respondía en esencia a la conservación
de la unión entre Estados prácticamente independientes, que de otro modo difícilmente habrían continuado siendo parte de la organización política ahora
confederada. Este apego absoluto a la soberanía provincial y al no intervencionismo del gobierno federal, fue el elemento que inspiró el levantamiento en
1860, después de que el Presidente Ospina Rodríguez tratara de recuperar varios de los poderes tradicionales de la primera magistratura, a través de una
serie de leyes que en 1859 modificaban de manera sustancial el orden constitucional.2
Las leyes de 1859 resultaron de la necesidad que identificaba el Presidente Mariano Ospina Rodríguez de dotar al gobierno federal de la capacidad de
intervenir de forma efectiva en los asuntos de los Estados de la Confederación. Con este objetivo en mente, el presidente federal utilizó a las mayorías
conservadoras en el Congreso para impulsar una serie de leyes y reformas a la Constitución de 1858, que desde su perspectiva le permitirían al Ejecutivo
federal mantener el orden en el país.2 Sin embargo, sería el contenido de las reformas el que impulsaría el levantamiento liberal de 1860, que a su vez
llevaría al derrocamiento, casi sin oportunidad real de oponerse, del sistema que pretendía ser defendido a través de estas medidas.2
Tres fueron las reformas que afectaron los elementos fundamentales de la organización política de la Confederación Granadina, puesto que apuntaban a
modificar el orden electoral, de hacienda y militar. Cada una de estas leyes fue interpretada por los sectores liberales como una violación a la soberanía
adquirida por los estados a través de sus normas fundacionales, y la búsqueda de los conservadores por perpetuarse indefinidamente en el poder, siendo
estos motivos suficientes para librar un levantamiento legítimo y justo en defensa del orden quebrantado.2
La primera fue la ley de Elecciones, del 8 de abril de 1859, que pretendía crear a través de una norma nacional, distritos electorales y Consejos Electorales
por estado confederado, para la planeación, la ejecución y el control de las votaciones. La división territorial partía de un criterio partidista, que debilitaba al
liberalismo en sus principales bastiones políticos, además de anular las diferentes leyes sobre el sistema electoral estatal que habían producido las
Asambleas provinciales.2
La segunda gran reforma del gobierno de Ospina Rodríguez fue la Ley Orgánica de Hacienda del 10 de mayo de 1859. Esta norma no implicaba ningún
cambio sustancial a la Constitución, pero sí se convirtió de forma inmediata en un factor de tensión entre el gobierno federal y los Estados. Lo que
pretendía la ley era dotar al Ejecutivo central de la capacidad de nombrar de forma independiente a un Intendente de Hacienda para cada Estado, que se
encargaría de realizar las funciones que constitucionalmente le estaban asignadas al gobierno federal, como una especie de delegado.2 Al poco tiempo el
instrumento se convirtió en un factor de conflicto, puesto que con intereses partidistas Ospina designó delegados conservadores, en regiones dominadas por
gobernadores liberales, lo que llevó a que estos entraran en oposición como una especie de gobernación alterna.2
Como tercera reforma el presidente Ospina presentó una ley organiza para la Fuerza Pública, que establecía que los cuerpos armados reclutados,
organizados, instituidos y disciplinados por los gobiernos estatales debían quedar supeditados al control del Ejecutivo federal en caso de guerra exterior o
perturbación del orden público. En este caso el gobierno general debía inspeccionar a las fuerzas armadas y nombrar a sus oficiales, mientras que los
Estados coordinaban la parte logística de las unidades, reclutando a los efectivos de los cuerpos de guardias municipales.2
Desde la perspectiva de María Teresa Hincapié y Liliana López, la guerra de 1860 a 1863 fue un conflicto guiado
por una competencia entre diferentes burocracias, la nacional y las provinciales, que buscaban establecer las
formas de dominación que darían base a la República.2
En este sentido, Hincapié y López proponen que el enfrentamiento se dio entre un gobierno federal que entendía
como una necesidad establecer una forma de dominación directa, resumida en las reformas del 59, que proveyera
al gobierno central de las herramientas para actuar sobre sus contrapartes regionales. Por otro lado, los gobiernos
provinciales buscaban mantener su lugar como intermediarios entre el gobierno central y la sociedad, bajo el
principio de un espacio de control local que les era propio y base de su autoridad.2
Hincapié y López definen entonces la guerra en tres etapas. La primera, desde 1847 hasta 1859, se basó en
procesos descentralizados que se dieron en varios de los estados soberanos (Magdalena, Santander, Bolívar y
Cauca), con propósitos partidistas, por el control de los gobiernos locales.2
La segunda etapa, de 1858 a 1861, se centra en el levantamiento de Tomás Cipriano de Mosquera, por lo que él
creía era una violación de la constitución de 1858 en las leyes de 1859. Esta etapa termina con la victoria de los
gobiernos liberales y el caudillo en 1861, y la proclamación de un gobierno provisional con el general Mosquera a
la cabeza.2
El tercer momento es ubicado por las autoras desde 1861 hasta la expedición de la Constitución de Rionegro en
Retrato de Tomás Cipriano de
1863, en la que se presentaba una itinerante resistencia conservadora al gobierno de Mosquera, que para este
Mosquera.
momento había reanudado sus hostilidades hacia la iglesia católica, por lo que pensaba era la necesidad de afianzar
la soberanía externa del país frente a poderes desestabilizadores externos como los del Vaticano.2
Hay que recalcar, y así lo hacen las autoras, que la revuelta de 1860 fue tanto un evento armado como una lucha jurídica, así como una competencia
discursiva, donde los liberales, y en especial Mosquera, entendían que su lucha estaba legitimada en la defensa del orden constitucional federal (basado en
principio en el federalismo, como proyecto de no intervencionismo del gobierno central en los asuntos propios de los estados soberanos) que había sido
quebrantado de forma ilegal por el presidente Ospina Rodríguez.2
En las actas se reflejaba la prevalecencia de la ideología liberal que caracterizaba a la clase política de la zona de
tránsito (Panamá - Colón), trasladada a los hacendados interioranos. Justo Arosemena en su opúsculo denominado
« El Ex-Plenipotenciario de Panamá responde a una acusación del Señor Jil Colunje», ofrece dos causales por las
cuales las determinaciones de David y Santiago no fueron llevadas a la práctica:
Economía
Dar cuenta de unas circunstancias particulares en términos económicos para el periodo de la Confederación Granadina resulta sumamente complicado.
Tanto porque el periodo se inserta en una serie de dinámicas que se venían configurando desde mitad del siglo XIX, como porque el gobierno de Mariano
Ospina Rodríguez nunca llegó a consolidarse como para emprender alguna reforma de importancia que alterara los procesos económicos que se venían
desarrollando desde la década del 40. Sin embargo, la forma que adquirió la constitución de 1858, teniendo presente que esta es el resultado de un ejercicio
constituyente unilateral del conservatismo, sí permite dar cuenta de algunos elementos sustanciales en la comprensión de la política y el desarrollo
económico del siglo XIX en Colombia.15
En este sentido, se hace necesario diferenciar, como lo aconseja José Antonio Ocampo, entre lo que fueron las decisiones y debates sobre la política
económica que debía seguir el gobierno, y las dinámicas económicas que impulsaron al país en el periodo.15 Lo anterior partiendo, bajo la perspectiva de
Ocampo, de la necesidad de relativizar el impacto real que tuvieron sobre la estructura económica colombiana, en especial la de corte rural, muchas de las
medidas emprendidas en el periodo por los radicales.15
Por un lado es útil reconsiderar la existencia de diferencias realmente significativas entre el pensamiento de liberales y conservadores en lo que se refiere a
la política económica que debían seguir los estados y el gobierno federal. En este sentido, José Antonio Ocampo plantea que en realidad entre las élites de
los partidos, más allá de la supuesta relación liberal-comerciante-librecambista y conservador-proteccionista-artesano, no existe una diferencia sustancial
entre las colectividades.15 Desde ambos lados del espectro político, el modelo del liberalismo económico y la liberación de los estancos fue en todos los
casos un consenso, si se quiere tácito entre los diferentes gobiernos liberales y conservadores que impulsaron reformas en su favor.3
La Confederación Granadina es un excelente ejemplo de esta dinámica, puesto que se ubica como una de las contribuciones conservadoras al sostenimiento
del liberalismo económico, en medio del traumático tránsito a nivel político que se dio desde el gobierno de José Hilario López a mediados del XIX y la
formalización del radicalismo liberal en la Constitución de Rionegro en 1863.15
En este sentido, se destaca el sostenimiento en todo el periodo de una política encaminada a favorecer el crecimiento del comercio internacional, a través de
la producción de bienes agrícolas y mineros que tuvieran demanda en el mercado europeo y en los Estados Unidos.15 Así, durante el periodo se
promovieron la reducción de los gravámenes relacionados con la producción de tipo exportación, y de las aduanas al comercio, junto con la privatización
de bienes con mercado propio en el extranjero, como el Tabaco. En relación con este último elemento, desde 1849 hasta 1880 se fueron eliminando de
forma paulatina los principales impuestos que se mantenían de la colonia, y se emprendió una política de descentralización de las rentas y gastos en la que
se le cedieron a los gobiernos regionales tributos menores, como el ingreso por aguardiente, peajes y fundición de metales, junto con otros más
significativos como del diezmo y el quinto.15
No obstante, al adquirir el control sobre las rentas y los gastos, y en medio del auge de las ideas liberales, los gobiernos provinciales tendieron a eliminar los
impuestos que ellos consideraban afectaban el progreso económico de sus territorios, en especial los que venían de la colonia, como el diezmo y el quinto al
oro.16
Por otro lado, también conviene relativizar el carácter principalmente anticlerical de las reformas económicas liberales de mitad del siglo XIX. Si bien es
cierto que muchas de las medidas tomadas por parte de los gobiernos liberales, e incluso conservadores (es necesario recordar que el primer periodo de
Tomás Cipriano de Mosquera lo hizo bajo las banderas de este partido), afectaban los intereses de la Iglesia Católica, la mayor parte de esas reformas se
encaminaban a romper con lo que en su momento se entendían como los rezagos de la colonia. Es así que la desamortización de bienes de manos muertas,
la redención de los censos eclesiásticos y las sucesivas confiscaciones de bienes a los clérigos, están más cerca de un espectro muy amplio de intentos por
modernizar la economía a través de medidas que incluían el fin de los monopolios estatales, la abolición de la esclavitud, la repartición de los resguardos y
algunos ensayos de tributación directa.15
En lo que se refiere a las dinámicas económicas que impulsaron el desarrollo del país en la segunda parte del XIX, se pueden señalar 3 elementos.
En primer lugar es necesario advertir que durante todo el siglo XIX, la población colombiana continuaba siendo en esencia rural, con espacios
autosuficientes que estaban pobremente interconectados entre sí, y en crecimiento demográfico sostenido a pesar de las guerras predominantes en este
momento.16 En la práctica, durante el periodo no se constituyó un mercado nacional de intercambios que diera dinamismo a la producción, o representara
una fuente real de acumulación para los productores nacionales. La única vía de comunicación que permitía algo de intercambio interregional era el río
Magdalena, que en esencia se enfocaba en permitir la salida de productos hacia el extranjero, y a facilitar la llegada de bienes de lujo hacía en el interior del
país.16
En este sentido, es a través de la colonización y la titulación de grandes extensiones de tierra que eran propiedad del Estado, que los gobiernos liberales y
conservadores trataron de darle dinamismo a la producción agrícola y minera nacional.16 En este caso se presentaron dos tipos de expansión de la frontera
agrícola.
En primera instancia fue a través de la colonización y asentamiento individual y familiar de los terrenos baldíos o no explotados, que se trasformaron las
zonas de frontera natural haciéndose productivas. En segunda instancia, los gobiernos también favorecieron la asignación de grandes extensiones de tierra
para la formación de haciendas para los grandes productores, que en la mayoría de los casos no eran explotadas y podían ser objeto de ocupación irregular
por colonos.16 El caso antioqueño es un ejemplo perfecto de esta dinámica, en la que la combinación entre pequeños, medianos y grandes productores,
bajo el auspicio de gobiernos liberales y conservadores, dio como resultado el crecimiento productivo y exportador de la región.
Esta dinámica de expansión territorial fue tanto una forma para el mejoramiento de las condiciones materiales de vida para amplios sectores de la población,
como un escenario de múltiples conflictos por la posesión de la tierra y su uso efectivo. Aquí es necesario diferenciar entre las primeras migraciones en las
que existían grandes extensiones de tierra posibles de asignar a los productores, y las segundas y terceras oleadas de migrantes, que no encontraban espacio
en los que asentarse, por lo que terminaban como empleados o apropiándose de terrenos asignados.16 Los conflictos entre grandes hacendados y
migrantes sin tierra fueron constantes, normalmente fallados en favor de los primeros, aunque durante el periodo se expidieron varias leyes para la
protección de los colonos en las zonas de frontera agraria.16
En cuanto al comercio exterior, que Jorge Orlando Melo califica como la principal, y tal vez única, fuente real de acumulación de capital en el país, la
segunda parte del siglo XIX fue en términos generales un periodo de expansión exportadora, en el que productos alternos a los tradicionales metales
preciosos lograron encontrar ciclos de buena recepción en los mercados europeos.16 Aquí es clave señalar que únicamente una pequeña minoría
productora que podía responder a los escenarios de oportunidad (principalmente en Europa y los Estados Unidos), que se daban con el incremento en el
precio de algunos de los productos locales en el extranjero, (entre 1850 y 1882 los principales fueron el tabaco, la quina, los sombreros de paja y el oro) se
benefició realmente del comercio exterior durante estos años. No se puede olvidar que en términos generales la inversión de capitales foráneos en Colombia
fue poca en este periodo, la infraestructura deficiente y los estímulos económicos al aumento de la producción muy bajos.16
En lo que se refiere a la Confederación Granadina, después de un periodo de expansión de las exportaciones ente 1849 y 1857, desde el 1859 hasta la
década del 70 se presenta un estancamiento en las exportaciones nacionales debido en su mayoría a la guerra y a la instabilidad política que enfrentó el país
en esos años.16 Ahora que en relación con las importaciones, la segunda mitad del XIX fue un periodo favorable para la llegada a Colombia de elementos
como los textiles y los bienes de lujo, que experimentaron una reducción de su precio por las innovaciones en materia de trasporte marítimo y terrestre que
reducían los costos adicionales al traerlos desde Europa.16
En tercer lugar es posible mencionar que aun cuando el debate nacional se concentró en los diferentes proyectos y tipos de educación que las elites liberales
y conservadoras querían para el país, y se emprendieron medidas en torno a la eliminación de la esclavitud, la mayor parte de la población continúo siendo
en su mayoría analfabeta y pobre. Aunque la situación cambiaba de provincia a provincia, en general la educación estaba restringida a un sector mínimo de
la sociedad a la cual se instruía principalmente en abogacía y conocimientos técnicos como ingenierías, metalurgia y medicina.17 Es necesario señalar que
en términos generales la población no estaba demasiado estimulada hacia la educación formal, puesto que en la mayoría de los centros educativos no se le
instruía en conocimientos técnicos útiles para la producción agrícola, por lo que los saberes que les resultaban significativos a los individuos se adquirían en
la misma práctica en las zonas productivas.16
Religión
Durante todo el siglo XIX la religión católica, y sobre todo el papel de la Iglesia católica en relación a la sociedad y el gobierno, fue una materia de
interminables controversias y múltiples conflictos desde el mismo proceso de la independencia. En este sentido, en la separación o convivencia entre a
Iglesia y el Estado se pueden encontrar muchas de las reales diferencias de perspectiva y proyecto de nación que guardaban tanto liberales como
conservadores para la República en formación.
Siendo así que la consideración del papel de la religión en este periodo, en el que la Confederación Granadina inaugura un periodo particularmente
conflictivo en esta materia, demanda abordar por separado lo relacionado con la religión y la Iglesia, puesto que el carácter profunda y mayoritariamente
Cristiano-Católico de la población colombiana es innegable, sin embargo, el papel que los diferentes actores le asignan a la Iglesia como institución fue
diferente.18
En lo que se refiere al cristianismo, la preponderancia de la religión en la vida de la sociedad es clara durante todo el siglo XIX. Para el caso de la Nueva
Granada, como lo propone Franz Hensel Riveros, la religión Católica fue fundamental como elemento cohesionador de la sociedad y base del proyecto
político del momento post-independentista.19 Siendo así que en términos prácticos, incluso por encima del respaldo que la organización católica les brindó
a los realistas, los próceres de la independencia jamás pusieron en tela de juicio la preponderancia nacional de la religión de Cristo.
Esta centralidad y legitimidad del cristianismo se mantendría como constante a lo largo del siglo XIX. De esta forma, salvo el choque al que se enfrentó la
población católica frente a su contraparte protestante a mediados de siglo, la preponderancia del cristianismo como religión de la mayoría de la población
jamás se puso en duda.18 En este sentido, como lo plantea Andrey Coy Sierra, el tema de la tolerancia religiosa hacia mediados de siglo está enfocado
fundamentalmente hacia la idea de la libertad de creencia como modo de asimilación y protección hacia los extranjeros, principalmente protestantes, más
que como un cuestionamiento al rol del cristianismo en la vida social.18
El tema fundamental de las controversias religiosas del XIX, se refiere no a la religión cristiana, a la que la mayoría de los liberales se inscribía igual que su
contraparte conservadora, sino a las prerrogativas especiales que la unión Estado–Iglesia le permitía a la organización católica.18 Los conflictos de mitad
del siglo XIX en torno a la iglesia lo son en relación a la organización de poder terrenal, y no con el sistema de creencias del que todos comulgaban.18
En esta misma dirección, lo demuestra Fernán González, la equivalencia entre partido conservador e Iglesia nunca operó de forma directa. Dentro de estos
procesos múltiples miembros de la organización eclesiástica hicieron parte o colaboraron a nivel material e intelectual con el proyecto liberal en los
conflictos de la segunda parte del siglo XIX.20
En este sentido, al momento de pensar las tensiones en torno a la religión en las reformas liberales de la década del 50, lo que se está planteando es la
disolución o la convivencia entre la Iglesia – Estado como fundamento del orden social y moral de la población.18
Visto de esta forma, lo que opera desde 1849 hasta 1863 es un intento del partido liberal, en especial de la facción conocida como los Radicales y de la
figura caudillista del General Tomás Cipriano de Mosquera, por reducir el poder de la Iglesia Católica dentro de la sociedad. Mientras que en el caso de los
conservadores, que estaban unidos a la organización católica desde la guerra de los supremos (1839-1842), el proyecto era formar una nación en los valores
del catolicismo, dando a la Iglesia católica el lugar que por derecho propio tenía como representante de la tierra de la religión cristiana.18
En este marco se pueden entender reformas y leyes que condujeron a la primera y segunda expulsión de la Orden de los Jesuitas del territorio nacional por
Tomás Cipriano de Mosquera, la confiscación de bienes y tierras a la Iglesia, la prohibición a que los miembros de la Iglesia ejercieran sus cargos sin
autorización del gobierno y, sobre todo, la pérdida del monopolio educativo de manos de la organización Católica. A través de este último elemento los
liberales radicales, y antes el General Santander, vieron la posibilidad de introducir doctrinas que se entendían como fundamentales en el progreso
intelectual y moral del país, como la filosofía positivista de Jeremy Bentham, que para el momento estaban condenadas y prohibidas por la Iglesia.9
En lo que se refiere en específico a la Confederación Granadina, dos procesos se destacan por su centralidad en los debates y conflictos de la época. El
primero de ellos, aun cuando la constitución de 1858 mantuvo por principio la libertad de culto, el presidente Mariano Ospina Rodríguez autorizó el retorno
de los Jesuitas al territorio nacional, como un intento por hacerse con el respaldo de la Iglesia Católica y de las facciones conservadoras, que veían en sus
medidas una violación al carácter federal de la organización territorial del país.2
El segundo hecho, que se encuadra en la parte final de la guerra de 1859, se produce nuevamente de manos de Tomás Cipriano de Mosquera. En esta
oportunidad el General triunfador de la guerra expulsa nuevamente a los Jesuitas y condiciona la actividad de la Iglesia a la vigilancia de Estado a sus
propiedades y organización jerárquica, en lo que los mosqueristas entendían como la lucha por la soberanía nacional contra la intervención del Vaticano.2
En este sentido, el periodo de la confederación granadina solo confirma el ambiente hostil hacia la Iglesia católica que predominó a comienzos de la
segunda parte del XIX, y el carácter combativo y contestatario que adquirieron los regímenes liberales al apoyo prestado por el Partido Conservador a la
Santa Sede y la organización católica.
Organización territorial
De acuerdo con la constitución de 1858,21 la Confederación Granadina estaba integrada por ocho estados federados (Antioquia, Bolívar, Cauca, Boyacá,
Cundinamarca, Magdalena, Panamá y Santander), los cuales había sido creados a partir de la unión de algunas de las antiguas provincias neogranadinas.
Geografía
Límites
De acuerdo con la constitución,10 los límites del territorio de la Confederación Granadina serían los mismos que en el año de 1810 dividían el territorio del
Virreinato de Nueva Granada del de las capitanías generales de Venezuela y Guatemala, y del de las posesiones portuguesas del Brasil, siendo los límites
por la parte meridional, los designados provisionalmente en el tratado celebrado con el gobierno del Ecuador el 9 de julio de 1856, y todos los tratados que
en aquellos días la separaban de aquella República.
Regiones
La Confederación ocupaba una vasta región, dividido por su geografía. Las cordilleras Oriental, Central y Occidental dividían el país en regiones distintas.
El río Magdalena era la principal arteria para la navegación en el país, atravesando algunos estados, mientras el istmo de Panamá era aislado del resto de las
regiones por selvas y montañas. Las profundas selvas en el sur y oeste sólo añadían confusión a la definición de fronteras nacionales, las cuales nunca
fueron definitivamente marcadas en el terreno.
El país se dividía en 4 regiones aisladas: la región oriental, que incluía los estados de Cundinamarca, Tolima, Boyacá y Santander; la región del río Cauca,
que incluía el Chocó y el valle del Cauca mismo; la región de Antioquia, que se extendía hasta el río Chinchiná, cerca de Manizales, y la región atlántica,
que se extendía por toda la costa del Caribe, desde La Guajira hasta el Urabá.22
Cada una de estas regiones se comportaron como un país sin relaciones con los demás. Este aislamiento y la falta de carreteras fue una grave restricción a la
economía, como su ya lejano núcleos estaban demasiado lejos unos de otros para el crecimiento del comercio.
Referencias
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4. En este caso el concepto de partido político se utiliza con fines metodológicos. Para este momento, las organizaciones políticas aun
eran insipientes y estaban en proceso de consolidar una estructura y un ideario bien definido.
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(http://www.bdigital.unal.edu.co/222/). Biblioteca Universidad Nacional de Colombia. Consultado el 1 de abril de 2011.
11. Basilien, Marie-Laure (2008). «La constitucionalidad de contienda: la promoción jurídica de la guerra civil en la Colombia del siglo
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21. «Constitución para la Confederación Granadina de 1858» (http://bib.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/01477398877125528632
268/index.htm). Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Consultado el 20 de julio de 2011.
22. «Las cuatro regiones aisladas» (https://web.archive.org/web/20081210013104/http://www.raicespaisas.org/independencia_.htm).
Archivado desde el original (http://www.raicespaisas.org/independencia_.htm) el 10 de diciembre de 2008. Consultado el 18 de enero
de 2009.
Enlaces externos
Ver copia de la Acta de la Ciudad de Santiago de Veraguas 1861 (https://es.wikisource.org/wiki/Acta_de_la_Ciudad_de_Santia
go_de_Veraguas).
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