Carteles Publicaciones Alternativas de P
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Omar Chauvié
Universidad Nacional del Sur
ochauvie@criba.edu.ar
Quien se sienta a escribir prevé generalmente un lector tan solitario como él, el
escenario congrega dos episodios de aislamiento, generalmente, un lector que se
concentra en silencio en esa página que ha recibido por un medio también ligado al
retiro, a la soledad, un libro que lleva como fuerte identificación un nombre de autor en
la portada. Aislamiento, silencio, reconocimiento de la autoridad en la firma: la escena
es fruto fiel de la modernidad (cf. Laddaga, 2006:195) y muestra signos de una literatura
que entran en una particular y contradictoria sintonía con las expectativas e
imposiciones de la última dictadura que tendió a encerrar, a parcelar acontecimientos, a
aislarlos en perspectivas individuales.
Entre el fin de la dictadura y los primeros años de la democracia, el clima singular
que se gesta promueve que las condiciones del acto de escritura y las del acto de lectura
se conviertan en facetas de emergencia y discusión. La poesía, que suele tener formas de
difusión que amplían el marco de otros géneros, por variadas razones, como las atientes
a la extensión de los textos, cierta facilidad que eso puede imprimirle a la distribución,
el peso de la tradición de oralización del género, etc., pivoteó en torno a esas
condiciones.
Las revistas culturales fueron una de esas formas de circulación del género. La
salida de la dictadura muestra algunas publicaciones destinadas a la difusión de la
poesía que tienen su inicio en pleno Proceso y continúan; es el caso de Ultimo Reino, La
Danza del Ratón, Xul, medios que, de alguna manera, sin sostener una postura de
disidencia frente al régimen, elaboran un discurso que asume rasgos de diferenciación
frente al discurso hegemónico.1 A estas publicaciones, que se comercializan en librerías
y se mantienen en el ámbito de circulación del libro, se suma en 1986 una de
distribución más amplia, Diario de Poesía, que intenta ganar los escaparates de los
kioscos, en competencia abierta en el mismo espacio de tránsito de periódicos, diarios y
revistas de actualidad. Si bien todas ellas están afincadas en Buenos Aires., Diario de
Poesía establece una distinción, ya que instala de manera explícita desde la portada una
traza, un concepto, el del intercambio, el de la traslación, entre esa metrópolis y
ciudades del interior (Rosario, Neuquén) y del exterior (Montevideo); no marca una
locación única, sino de un lugar de producción móvil, una perspectiva que, desde ese
1
C. Battilana sostiene que estas revistas constituyeron un “reducido espacio, relativamente autónomo”
que “puede ser inscripto en el interior de un conjunto de expresiones artísticas que resistieron a la voz
monológica del Estado, representada en el discurso de censura que se articuló bajo la forma de
disposiciones y decretos” (Battilana, 2003:147).
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dato, apunta a la ampliación del espacio y del público, dando idea de tránsito, de
deslizamiento más libre en una geografía.
La violencia estatal dejó huellas en los distintos discursos sociales que sobrenadan
en ciertos gestos que ensayó la producción poética, también generó respuestas activas,
no tanto en el rescate de tópicos de la poesía social (que, ciertamente no fueron tantos,
ni perduraron) como en la búsqueda de posibilidades de circulación social del género.
Además de los medios más institucionalizados como las publicaciones mencionadas
anteriormente, se promovió, desde algunos sectores, una apertura franca al espacio
público, a través de las modalidades alternativas a la publicación tradicional como la
distribución de volantes con poesía en la vía pública, las pintadas y las revistas murales;
estas fueron alguna de esas respuestas, inscriptas en modalidades similares a las de las
prácticas políticas, resignificadas en el marco de un tipo particular de producción
artística.
Es en ámbitos transitados por creadores generalmente jóvenes, menos ligados a
los circuitos consagratorios, donde aparecen este tipo de publicaciones que apuntan a
diferentes modos de transmisión, tal el caso, de los volantes poéticos como La mineta
de Buenos Aires, La ramera de Rosario, Aeropoemas y Matefleto de Bahía Blanca, las
revistas murales Cavernícolas de Viedma, Cuernopanza2 de Bahía Blanca, Megafón de
Palpalá, Jujuy.
Se trata de experiencias en ciudades con vestigios persistentes de la acción
represiva que se realizan en el tránsito y tráfico con otros campos de la producción
cultural rescatando, en algunos casos, aquellos poetas cuya circulación había menguado
durante la dictadura.
Estas acciones promueven un modo de hacer público un género, por lo común
propenso a estrecharse en espacios interiores o ceñido en la trama solitaria del libro;
muchos de los cambios planteados en la situación descripta pueden verse como un
punto de inflexión frente al estado de cosas dado y anuncio de cambios por venir en las
prácticas de producción y difusión artística.
En el campo social se ensamblaron formaciones culturales que permitieron
retomar vías de circulación de la producción artística, así como crear otras nuevas, que
se constituyeron —es el caso de la revista mural o el volante— en objeto singular de
lectura en el espacio urbano, un artefacto atravesado por discursos múltiples de ese
ámbito en conjunción con problemáticas provenientes de la poesía y la literatura.
El retorno a la vida democrática implicó un proceso lento de recuperación de
espacios que involucraban distintos campos (político, social, económico, cultural) que
fueron paulatinamente recobrando su capacidad de acción. Los grupos vinculados a la
literatura los reconquistan, por un lado a partir de la posibilidad de reunión e
intercambio, pero también en la búsqueda de nuevos espacios, en un terreno al que
había devastado la violencia estatal y que se había instalado como naturaleza, como
estado convencional de cosas.
2
Las publicaciones bahienses mencionadas son parte del trabajo de la formación Poetas Mateístas,
integrado en esta época por Sylvia Gattari, Rosana Testa, Marcelo Díaz, Fabián Alberdi, Sergio
Raimondi, Sergio Espinoza y Daniel Seewald.
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5
“PEZ. Sonido evidente en la negrura de los ríos. / Paréntesis ágil de lo que fluye. / Semilla
arrojada con destino de fruto. / Palabra” E.Aguirre (Megafón nº1, 1989).
6
En general, estos carteles manejan formatos de escritura que se nos presentan extensos para el espacio
de la calle, aunque son breves en relación a otras formas de creación artística y necesariamente frente a
otros formatos de redacción como las revistas-carteles que circulaban, generalmente identificadas con
agrupaciones políticas de izquierda que presentaban largas editoriales y notas de opinión.
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Bibliografía
Aguilar, Gonzalo (2009), Episodios cosmopolitas en la cultura argentina, Buenos Aires, Santiago Arcos
editor.
7
La similitud con la figura de Patricio Rey que emerge en los recitales ricoteros de la época
8
El ejemplo más claro es el trabajo de Reynaldo Castro en Megafón que incluye un grupo amplio de
autores que pasarán a formar parte de una antología de poetas de Jujuy.
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Battilana, Carlos (2005), “Diario de Poesía: el gesto de la masividad”, en: Manzini, Celina (ed.),
Violencia y silencio. Literatura latinoamericana contemporánea, Buenos Aires, Corregidor, pp.
145-164.
Laddaga, Reynaldo (2006), Estéticas de la emergencia, Buenos Aires, Adriana Hidalgo Editora.
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