ENSAYO

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La modificación de las relaciones humano-naturaleza producto de la imposición del

sistema colonial

QUÉ COSA MÁS BONITA Y BIEN ORGANIZADA. NOTA: 4,2

La llegada de los españoles al Caribe colombiano marcó un momento trascendental en la

historia, donde se desarrolló una compleja trama de transformación. Este encuentro entre

dos visiones no solo implicó la apropiación desmedida de los bienes-recursos naturales,

sino también la alteración profunda de las estructuras sociales y culturales preexistentes.

Desde una perspectiva crítica, se argumenta que el desarraigo, entendido como el despojo

de la tierra y la imposición de nuevas formas de vida, fue un mecanismo esencial utilizado

por los conquistadores para afirmar su dominio territorial y cultural. Y como este ha dejado

una marca indeleble en la historia y la identidad caribeña, a partir de la narrativa presente

en las obras “Historia de Cartagena” de Juan de castellanos y “Noticia Individual” de

Antonio de la Torre y Miranda.

De primera mano, la constitución del poder español en las tierras del Sinú Colonial cercó el

inicio de un prototipo económico que transformó radicalmente las relaciones entre el ser

humano y su entorno natural. Los relatos de los cronistas de Indias dejan entrever cómo la

llegada de los conquistadores desató profundas rupturas en la vida de las comunidades

nativas. Más que simples relatos de conquista, estas crónicas dibujan un panorama de

destrozo y desplazamiento, donde la cosmovisión que sustenta las relaciones nativo-

naturaleza fueron relegadas y, en muchos casos, erradicadas. Este proceso no solo

representó un cambio en la forma de vida del indígena, sino también una alteración

fundamental en la manera en que se concebía y se relacionaba con el entorno natural del

Sinú.
Ahora bien, el temible acercamiento entre los nativos y españoles, como se describe en “

Historia de Cartagena” nos muestra una dinámica inicial marcada por la confrontación y la

percepción de los indígenas como seres salvajes: “Oponense catervas de salvajes;

Levántase la grita y alaridos, Larga y espesa selva de plumajes, Voces que se confunden los

odios; Resuenan sagitíferos carcajes, Los golpes de los arcos y crujidos; Rompe los aires

índica corneta, Y acá cualquier caballo se inquieta” (Castellanos, 1589, p.23). Esta visión,

arraigada en la mentalidad eurocéntrica y cristiana de los conquistadores, influía en la

forma en que se interpretaba y juzgaba la cultura y las costumbres de los pueblos

originarios. “Así hombres como mugeres, no acostumbran a cubrir más de sus cuerpos” (De

la Torre, 1794, p.9). La desnudez de los indígenas, que era criticada, refleja también la

imposición de estándares culturales europeos y el desprecio hacia las formas de vida

autóctonas. Esta actitud de superioridad moral, en la que se deshumanizaba al nativo, sentó

las bases para un proceso de despojo y explotación.

Así, la falta de comprensión y respeto hacia la diversidad cultural y la cosmovisión de los

pueblos originarios allanó el camino para la imposición violenta de nuevas estructuras

sociales y económicas, perpetuando con esto un ciclo de opresión y desposesión que

trascendiera por siglos. En este contexto, es fundamental reconocer y cuestionar las

narrativas hegemónicas que justificaron y legitimaron la colonización, y reflexionar sobre

cómo estas dinámicas históricas continúan afectando las realidades contemporáneas de las

comunidades indígenas en la región. Como consecuencia, el conquistador con sus métodos

y una visión del mundo diferente vio necesario aplicarlos para obtener las riquezas que

proveían las tierras y ejercer el control colonial.


En este sentido, es necesario destacar la relación entre los bienes-recursos naturales y su

función económica, la cual se orientó hacia la satisfacción de las necesidades del poder

imperialista, como se evidencia en las palabras de Miranda, “El aumentar la población, el

facilitar comunicación, correspondencia, tráfico interior y exterior, por agua y por tierra,

con las demás Provincias y Reinos, el fomentar la agricultura, la industria y la mineralogía,

que son verdaderamente los principios sobre que se establece la riqueza, la opulencia y la

felicidad de los Reinos” (De la Torre, 1794, p.3). Sin embargo, esta perspectiva obvia la

explotación desmedida y destructiva de los recursos naturales, así como el impacto

devastador en las comunidades indígenas y en el medio ambiente. En lugar de garantizar la

"opulencia y felicidad" de los reinos, esta política extractivista contribuyó a la marginación

y el sufrimiento de aquellos que estaban siendo desposeídos de sus tierras y recursos.

Además, se tuvo como resultado, comunidades agrarias, cazadores y orfebres, con fuerte

influencia-dependencia de su hábitat o entorno natural. Es allí, donde el Río Sinú cobró

fuerzas en este tipo de operaciones comerciales, por ejemplo, la sociedad hidráulica Zenú,

fue el eje central del desarrollo, creando tecnologías de sistema de drenaje y riego para el

control de inundaciones y el uso productivo para los cultivos, lo que se puede evidenciar en

este enunciado: “Aprovechamiento de algunas minas de oro, y de aquellas tierras tan

prodigias en producciones”. (De la Torre,1749, p.55). Aunque, estas acciones tuvieron un

efecto negativo, la deforestación y la densidad de la población humana.

En consecuencia, con la introducción de una nueva concepción de la naturaleza, surgieron

cambios significativos en los hábitos de consumo de las comunidades indígenas. La visión

del hombre como señor y dominador de la naturaleza, promovida por el modelo

evangelizador eclesiástico, transformó las ofrendas a las deidades en recursos codiciados


por los colonizadores. Esta perspectiva impulsó la expansión de la extracción de recursos

naturales, alimentada por la apertura de rutas comerciales y la concesión de títulos de

apropiación y explotación de tierras por parte de la corona. La imposición de la idea de

civilización, seguida por la noción de cultura y, posteriormente, de desarrollo, facilitó la

justificación y legitimación de estas prácticas coloniales.

En definitiva, con la necesidad de transformar la naturaleza en un mero medio de

producción, el español instauró en el imaginario social la necesidad de comerciar y de

reunir riquezas, esto hizo que el nativo se desligara del bien natural y siguiera las

convenciones de la corona. Es así, como los textos Historia de Cartagena de Juan de

Castellanos y la Noticia individual de Antonio de la Torre, dejan en evidencia que la

ambición por el poder lleva al ser humano a derribar todo obstáculo, el cambio radical en

las actividades cotidianas de los pueblos indígenas hasta convertirlos en sujetos de

sociedad, extrayendo todo su misticismo, conectado hacia el ambiente natural del Sinú y las

demás tierras a su alrededor. Aunque el desarrollo de las ciudades o pueblos que se conocen

en la actualidad es gracias a toda esa labor, aún en un imaginario y conciencia social vemos

como la extracción (en todo ámbito) desgastaron cada parte del entorno abundante del

territorio.

Referencias

De Castellanos, J. (1589). Historia de Cartagena.

De la Torre Miranda, A. (1794). Noticia Individual.

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