Scartascini & Tommasi - 2012
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Working Paper
Institucionalización de las instituciones políticas y su
impacto sobre las políticas públicas
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Documento de trabajo del BID # IDB-WP-287
Institucionalización de
las instituciones políticas
y su impacto sobre las
políticas públicas
Carlos Scartascini
Mariano Tommasi
Enero 2012
Carlos Scartascini*
Mariano Tommasi**
http://www.iadb.org
Los documentos publicados en la serie “Documentos de trabajo” del BID son de la más alta calidad
académica y editorial. Todos ellos fueron sometidos a una revisión de pares por expertos reconocidos en
su campo, y fueron editados profesionalmente. Los puntos de vista y las opiniones que se presentan en
este documento de trabajo son exclusivamente de los autores y no necesariamente reflejan los del Banco
Interamericano de Desarrollo, de su Directorio Ejecutivo ni de los países que representan.
*
Este documento, que intenta abrir una agenda de largo plazo de estudios sobre institucionalización de las
instituciones políticas, está basado en el trabajo conjunto que hemos desarrollado con Martín Ardanaz, Germán
Caruso, Fabiana Machado, Ernesto Stein y Laura Trucco. A ellos les estamos particularmente agradecidos por
dejarnos utilizar dicho trabajo y por sus sugerencias a lo largo del proceso de generación de este conocimiento y de
la agenda en general. Asimismo nos hemos beneficiado de los comentarios de numerosos colegas que han provisto
comentarios a los documentos de base, así como de los comentarios recibidos sobre los resultados empíricos por
parte de comentaristas y participantes en las reuniones anuales de la American Political Science Association y
Midwest Political Science Association, y seminarios en George Mason University, Hertie School of Governance, el
Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Mundial, Maastricht University, Universidad de Salamanca,
Universidad de San Andrés, Universidad Di Tella, University of Maryland, y el Woodrow Wilson Center. Las
opiniones expresadas en este documento son exclusivas de los autores y no deben ser atribuidas al Banco
Interamericano de Desarrollo.
1
1. Introducción
Que “las instituciones importan” parece haber sido el redescubrimiento de muchos a mediados
de la década de los 90, principalmente como consecuencia de las crisis económicas y las fallas de
muchas de las reformas tecnocráticas que se introdujeron durante dicha época. Así, numerosos
economistas comenzaron a analizar el rol de las instituciones políticas en las políticas públicas y
el campo de la economía política ganó vigor. En ese contexto, el rol de los sistemas electorales,
el régimen político, las reglas de decisión dentro de los Congresos, y los poderes legales de los
presidentes se volvieron moneda corriente en los estudios sobre resultados económicos,
particularmente de la política fiscal. Si bien la mayoría de estos resultados no eran nuevos y sus
orígenes se remontan en su mayoría al menos a la tradición resumida por la escuela de Public
Choice (véase Muller, 2003 para un resumen de esta tradición) basados en trabajos de afamados
cientistas políticos, la formalización de estos resultados introdujo el tema a la mayoría de los
economistas (libros como Persson y Tabellini, 2000 y 2003, y Grossman y Helpman, 2002, son
algunas de las fuentes más citadas).
Dado que en la mayoría de los casos las instituciones no son independientes de las
condiciones iniciales que enfrentaban las sociedades, los investigadores han ido más allá,
identificando las raíces históricas de estos desarrollos, tales como la identificación del rol del
proceso de colonización (Acemoglu y Robinson, 2006) y el rol de los sistemas legales heredados
en cada caso (La Porta et al., 2008), entre otros.
Así como las instituciones, en cuanto conjunto de reglas que regulan la interacción y
afectan los incentivos de los actores importan, nueva evidencia se ha ido acumulando respecto de
que las capacidades de las instituciones determinan los resultados de las políticas. Esto es, más
allá del marco legal que las envuelve, la efectividad de las instituciones políticas determina la
prosperidad de largo plazo de las sociedades (Besley y Persson, 2010). La existencia de estos
procesos lleva entonces a preguntarse cuáles son los determinantes que hacen a algunos países
invertir en sus instituciones, es decir adentrarse en el proceso de institucionalización. Este
documento intenta responder preliminarmente esta pregunta, a partir de una perspectiva inspirada
en la literatura de la Nueva Economía Institucional que ve a las instituciones como equilibrios.
2
2. Instituciones e institucionalización
Las instituciones son estructuras y mecanismos del orden social que regulan la conducta de los
individuos. Normalmente se identifican con algún propósito y trascienden las vidas e intenciones
individuales de las personas. El término “institución” se aplica comúnmente a los hábitos y
costumbres relevantes en una sociedad, así como también a las formas particulares de
organización de los gobiernos y la burocracia (Rhodes, Binder y Rockman, 2006). En particular,
el concepto de “instituciones políticas” se refiere al conjunto de reglas del juego
constitucionales y electorales que definen lo que los diferentes actores políticos pueden hacer. El
término también se aplica a ciertas organizaciones formales de gobierno, tales como el Poder
Legislativo, la Administración Pública, etc.
La institucionalización es una propiedad de algunos sistemas de interacción que se
asocia con un mayor reconocimiento y formalización de ciertas maneras de tomar decisiones y
hacerlas cumplir.
La noción de institucionalización en el contexto de las instituciones políticas ha sido
subrayada por importantes autores en la tradición de estudios sobre democratización, en
particular Samuel Huntington en su famoso artículo Desarrollo político y decadencia política
(Huntington, 1968). Más allá de esa discusión muy general, el tema de la institucionalización de
las instituciones políticas ha sido tratado en la ciencia política con referencia a ciertas arenas o
subsistemas específicos, especialmente en el caso de la institucionalización de los partidos
políticos.
La institucionalización de los partidos políticos ha sido asociada con una serie de efectos
positivos sobre el funcionamiento de la democracia y sobre la calidad de las políticas públicas
(BID, 2005). Un sistema institucionalizado de partidos implica la estabilidad en la competencia
entre partidos, la existencia de partidos que tengan raíces más o menos estables en la sociedad, la
aceptación de partidos y elecciones como instituciones legítimas que determinan quién gobierna,
y organizaciones partidarias con reglas y estructuras razonablemente estables que tienen
influencia sobre la orientación de las políticas y el liderazgo del partido (Mainwaring y Scully,
1995; Jones, 2010). La literatura ha desarrollado una serie de medidas de institucionalización de
los partidos políticos, que incluyen nociones de inversión dentro de los partidos (preguntas como
“¿Tienen las organizaciones partidarias estructura y recursos?”), así como nociones con respecto
a las creencias (beliefs) que tienen sobre la institución tanto aquellos dentro de las organizaciones
3
mismas como los actores sociales más amplios (preguntas como “¿Tiene la gente confianza en
los partidos políticos?”).
Además del caso de los sistemas de partidos políticos, también la institucionalización de
las legislaturas ha sido objeto de atención en cierta literatura especializada. El trabajo pionero en
este campo ha sido el de Nelson Polsby (1968) sobre la institucionalización de la Cámara de
Representantes de los Estados Unidos. Polsby desarrolla una serie de indicadores de
institucionalización y concluye que, de acuerdo con ellos, el Congreso de los Estados Unidos se
ha institucionalizado más a lo largo del tiempo, desde sus inicios en 1789 hasta el momento del
estudio en 1967.
Sintetizando mucho una amplia literatura sobre institucionalización desde Huntington
hasta hoy, y traduciendo algunas de sus ideas fundamentales al lenguaje de la teoría de juegos,
podemos argumentar que la institucionalización es algo que sucede en el tiempo como
consecuencia de inversiones que realizan los actores políticos, y que está asociada a conjuntos
particulares de creencias (beliefs). Un grupo de actores relevantes (políticos, grupos de interés)
invierten fuertemente en el Congreso americano, precisamente porque creen que es un terreno
clave en el proceso de policymaking de los Estados Unidos, lo cual a su vez es confirmado en
equilibrio debido precisamente a esas inversiones y a sus consecuencias. Esta conceptualización
(inversiones y creencias como base de las instituciones) constituye el fundamento sobre el que
desarrollamos la agenda de investigación que intentamos describir en este documento.
La inversión en instituciones políticas implica dedicar distintos recursos como tiempo y
dinero a incrementar la capacidad futura de alcanzar objetivos en el contexto de dichas
instituciones. La noción de inversión tiene que ver con el hecho de que se sacrifican recursos en
el presente para obtener beneficios contingentes en el futuro. 1 Los distintos actores pueden
incurrir en distintos tipos de inversiones: los legisladores pueden invertir en adquirir experiencia
en ciertos comités; las asociaciones empresariales pueden invertir en incrementar la capacidad
del Estado participando en arreglos corporativistas, contribuir a partidos políticos que defiendan
sus intereses, desarrollar actividades de lobby o recurrir directamente al soborno y también
invertir en tecnologías que les permitan amenazar físicamente a otros actores (Dal Bó et al.,
1
Esta noción es análoga a una utilizada en la literatura sobre democratización, especialmente por Przeworski (2005),
Benhabib y Przeworski (2006), y Wantchekon (2000). Los perdedores políticos en un determinado momento pueden
optar por aceptar los resultados e invertir en mejorar sus oportunidades futuras dentro del juego democrático o
pueden recurrir a la violencia para cambiar los resultados.
4
2006); los sindicatos pueden invertir en partidos políticos en lugar de realizar cortes de calles y
así sucesivamente. Lo importante es que una inversión en una institución política incrementa la
capacidad del jugador de adquirir poder o influencia política a través de canales
institucionalizados.
Distintas formas de acumulación política tienen impactos diferenciados sobre las
instituciones y sobre el funcionamiento del sistema político y el proceso de policymaking. Por
ejemplo, estrategias políticas alternativas por parte de los actores empresarios tienen efectos
distintos sobre el funcionamiento de las instituciones democráticas. Los actores empresarios
pueden invertir directamente en el fortalecimiento de capacidades estatales, pueden formar
asociaciones empresarias que participan en acuerdos corporativos institucionalizados, pueden
invertir en fortalecer a los partidos políticos que mejor representan sus intereses, pueden invertir
a nivel sectorial para influenciar ciertas políticas específicas, pueden invertir en las habilidades o
contactos necesarios para influenciar a funcionarios corruptos, e incluso pueden invertir en
tecnologías que les permiten amenazar por vía física o legal a aquellos políticos que no atienden
sus demandas (Dal Bó et al., 2006).
¿Por qué es relevante estudiar la institucionalización de las instituciones políticas? Es
importante porque una mayor institucionalización lleva a mejores políticas públicas, y mejores
políticas públicas llevan a mejores resultados sociales y económicos. Estudios realizados en el
Departamento de Investigaciones del Banco Interamericano de Desarrollo han mostrado que los
impactos económicos y sociales de las políticas públicas dependen de ciertas características de la
implementación de estas políticas, tales como su estabilidad, la capacidad de cambiarlas ante
cambios en las circunstancias, y el grado en el cual se las aplica adecuadamente (enforcement).
Países capaces de generar políticas con dichos atributos se benefician más que otros de
iniciativas específicas de políticas públicas. Si las políticas adoptadas no tienen estas propiedades
–no importa cuán bien luzcan en el papel– es poco probable que tengan los efectos deseados
sobre el desarrollo. A su vez, estas propiedades deseables de las políticas son el resultado de
procesos de formulación de políticas llevados a cabo en el contexto de instituciones de
policymaking tales como sistemas institucionalizados de partidos políticos, legislaturas con
fuertes capacidades para participar activamente en la definición de las políticas públicas, poderes
judiciales independientes, y sistemas de servicio civil bien desarrollados. 2
2
BID (2005), Stein y Tommasi (2007), Scartascini, Stein y Tommasi (2008 y 2010).
5
Partidos políticos bien institucionalizados, especialmente aquellos de alcance nacional y
con orientaciones programáticas, tienden a ser jugadores consistentes y creíbles en el largo plazo.
Un sistema con un número acotado de partidos (o coaliciones) institucionalizados tiene mejores
chances de generar cooperación intertemporal y por tanto políticas sostenibles y de consenso
(políticas de Estado). Las legislaturas son el escenario ideal para negociaciones políticas
eficientes. Las políticas tienden a ser mejores cuando las legislaturas desarrollan capacidades
para crear políticas y se involucran en este proceso, en lugar de ser meros sellos de goma que
aprueban (u obstáculos que rechazan) las iniciativas del ejecutivo. Un poder judicial
independiente y de buen funcionamiento puede facilitar intercambios y negociaciones entre
actores políticos y también puede servir para implementar efectivamente acuerdos pasados. Una
burocracia competente incrementa la calidad y estabilidad de las políticas. Diferentes indicadores
de estas capacidades institucionales fueron desarrollados para diferentes países latinoamericanos
(BID, 2005, Stein y Tommasi, 2007) y también para una muestra internacional más grande
(Scartascini, Stein y Tommasi, 2008 y 2009) y se ha mostrado su relevancia respecto a la calidad
de las políticas públicas. La Figura 1 es una sintética muestra de algunos de estos resultados, al
comparar un índice de calidad de las políticas con un índice agregado de capacidad institucional.
Figura 1.
Institucionalización y calidad de las políticas públicas
1.5
1
Índice de Calidad de las Políticas
0.5
-0.5
-1 ▲ Países
latinoamericanos
-1.5 ■ Resto del mundo
-1.5 -1 -0.5 0 0.5 1 1.5
Índice de Capacidad Institucional
Nota: Controlando por Ln(PBIpc) y dummies por región.
Fuente: Scartascini y Tommasi (2012)
6
La agenda que sintetizamos en este documento consiste en el desarrollo de tres frentes: i)
modelos teóricos para estudiar las decisiones de los actores con respecto a la inversión en
instituciones, sus determinantes e implicaciones; ii) análisis empírico de algunas de las
implicaciones de los modelos, incluyendo el desarrollo de indicadores de “institucionalización”
aplicables a muestras longitudinales con muchos países; y iii) estudios de caso para refinar las
medidas de institucionalización y para estudiar la evolución de dichas medidas a través del
tiempo, así como los procesos que le dan origen. En este artículo resumimos algunos de los pasos
i) y ii) ya realizados, y señalamos los pasos siguientes.
7
alternativa (TPA), que les permite amenazar con imponer un costo a la sociedad si sus
demandas no son satisfechas. El ejemplo de este juego, que presentamos brevemente a
continuación, sirve como motivación para algunas reflexiones más amplias sobre instituciones,
institucionalización y formación de políticas. Se investiga cómo la presencia de una TPA y su
interacción con los canales políticos formales y las estructuras socioeconómicas subyacentes
influyen en el funcionamiento de las instituciones, en los resultados de las políticas y en el uso de
aquellas tecnologías en equilibrio. 3
Una implicación del modelo y su lógica es que diferentes países pueden mostrar diversos
grados de institucionalización en la toma de decisiones colectivas. Este es un hecho estilizado de
la realidad: existe una gran variabilidad en la forma en que la formación de políticas se lleva a
cabo en distintos países, incluyendo diferencias en la medida en que instituciones formales como
el Congreso o los partidos políticos son el centro de las demandas de los actores
socioeconómicos y también, como contracara, el grado en el que estos actores utilizan
tecnologías alternativas para ejercer influencia política.
3
Este modelo es más fácil de interpretar pensando en términos de democracia directa (los jugadores que van al
Congreso son agentes perfectos de alguna constituency socioeconómica relevante); en la parte final del trabajo
hacemos referencia a extensiones a problemas de agencia en contextos de democracia representativa.
8
crear una amenaza creíble de infligir un daño 𝐾 a la economía, con 𝑇 ≥ 2 y 0 < 𝐾 < ((𝑛 −
1)/𝑛)𝑋. Si menos de 𝑇 personas participan del corte, no pueden causar ningún daño. En última
instancia, esta complementariedad estratégica será la fuente de la multiplicidad de equilibrios del
modelo. En tanto, los parámetros 𝑐 y 𝑇 pueden depender de diversos factores, como por ejemplo
las “tecnologías de represión” puestas en práctica. La TPA se representa en la Figura 2, donde 𝑚
es la proporción de personas que eligen esta alternativa.
Figura 2.
Tecnología de daño
Máximo
daño
T m
Fuente: Scartascini y Tommasi (2012).
Se suponen además tres cosas sobre “la calle”: que actúa como una entidad única,
dejando de lado posibles problemas de acción colectiva entre los participantes, cuando estos
superan el límite 𝑇; que divide su recompensa en partes iguales entre todos sus miembros, y que
posee una tecnología de compromiso, es decir, que puede comprometer perfectamente a sus
miembros a causar o no un daño como respuesta a la acción de los actores del escenario formal. 4
4
Este último supuesto, común en la literatura (Ellman y Wanchtekon, 2000; Dal Bo et al., 2006; Acemoglu y
Robinson, 2006) se establece para evitar una larga y complicada discusión de las condiciones bajo las cuales tal
amenaza es creíble, lo cual obligaría a su vez a agregar más estructura al juego o hacerlo repetido para incluir
consideraciones de reputación. En el contexto de un juego no repetido, la amenaza resulta creíble si es parte de una
estrategia débilmente dominante en la última jugada, algo que puede asegurarse fácilmente en nuestro modelo, si
supusiéramos que el daño sólo afecta a los jugadores que están en el Congreso. Adicionalmente, existe una amplia
literatura sobre justicia, altruismo, castigo y rencor que argumenta que los castigos pueden ser instrumentados aun
cuando son costosos para el castigador en términos estrictamente individuales (véase, por ejemplo, Bahry y Wilson,
2006; Henrich et al., 2004 y Levine, 1998). Dichos comportamientos, generalmente estudiados en ambientes
bastante asépticos, son aún más probables en contextos como el que estudiamos aquí: una vez que los piqueteros
están en la calle puede ser más fácil instrumentar el uso de la fuerza (si las demandas no son satisfechas) que una
desmovilización ordenada si las demandas son satisfechas. En palabras de Maurice Thorez, antiguo líder del Partido
Comunista francés, “hay que saber cómo terminar una huelga” (Przeworski, 2009).
9
Sea entonces 𝑁 = {1,2, … 𝑛} el conjunto de jugadores. La economía está sujeta a la
restricción ∑𝑛𝑖=1 𝑥𝑖 ≤ 𝑋. Cada jugador maximiza su porción de la torta 𝑥𝑖 ≥ 0, neta del costo
contingente 𝑐 que paga en caso de protesta y tiene, ex ante, una dotación de 𝑝𝑖 unidades de poder
político de jure, con 𝑝𝑖 < 𝑝𝑖+1, y ∑𝑛𝑖=1 𝑝𝑖 = 1. La secuencia del juego se representa en la Figura
3 y es la siguiente: 5
Figura 3.
Etapas del juego
1 2 3 4 5 6 7
Etapa 1. Los jugadores eligen simultáneamente una acción 𝑎𝑖 ∈ {0,1}, donde 𝑎𝑖 = 1 significa
ir al Congreso y 𝑎𝑖 = 0 ir a la calle, lo cual implica un costo 𝑐. Esto representa una inversión que
le permite al jugador convertirse en miembro de uno de los dos escenarios. ∑ 𝑎𝑖 será la inversión
total en instituciones formales, capturando el grado de institucionalización, al que nos
referiremos luego de resolver el modelo. Sea 𝑚 el número de jugadores que van a la calle y
𝑛 − 𝑚 los que van al Congreso. Sea 𝑀 el conjunto de jugadores en la calle y 𝑁/𝑀 el conjunto de
jugadores en el Congreso.
Etapa 2. Entre aquellos que van al Congreso, la naturaleza elige un encargado 𝜇 de establecer la
𝑝𝑖
agenda. Cada jugador en el Congreso tiene una probabilidad de ser el elegido.
� 𝑝𝑗
𝑗𝜖𝑁\𝑀
5
Se incluye implícitamente un supuesto de información perfecta. Levantarlo puede generar resultados adicionales
interesantes. Si se incluye incertidumbre acerca de la capacidad de acción colectiva o de producir daño de quienes
protestan, o bien alguno de estos aspectos no es observable para los actores institucionales, pueden existir equilibrios
con episodios de violencia, una característica realista que comparten muchos modelos con información asimétrica,
aplicados a temas como los oligopolios, las guerras y las huelgas.
10
Etapa 3. Los jugadores en la calle pueden hacer una amenaza creíble de daño 𝑑 como función de
la porción 𝑧 de la torta que cada uno recibe (𝑍 = 𝑚𝑧 es el total recibido por los que fueron a la
calle). Sea 𝑇 ≥ 2 un punto crítico para la acción en la calle. Si 𝑚 < 𝑇, el daño que pueden causar
es cero y de lo contrario es 𝐾.
Etapa 4. Luego de escuchar la demanda de la calle, el jugador 𝜇 propone una asignación de la
𝝁
torta que tiene la forma de un vector de porciones (shares) 𝑆 𝝁 (𝑑) = �𝑠𝑖 �𝑖𝜖𝑁 , sujeto a ∑𝑛𝑖=1 𝑠𝑖 ≤ 1
y 𝑠𝑖 ∈ [0,1]. En aras de la brevedad, suponemos que el encargado de la agenda está limitado por
el supuesto que requiere que la porción de cada uno de los que va a la calle sea igual, esto es
𝑠𝑖 = 𝑧 𝝁 ∈ �0, 1�𝑚� para todo 𝑖 ∈ 𝑀.
𝝁
Etapa 5. Los 𝑛 − 𝑚 jugadores en el Congreso votan sobre 𝑆 𝝁 . Sea 𝜙𝑖 ∈ {0,1} la elección del
congresista 𝑖, donde 0 y 1 representan respectivamente votos en contra y a favor de la propuesta
de 𝜇. Suponemos que los votantes sólo tienen en cuenta su porción de la torta a la hora de decidir
su voto, de manera que 𝜙𝑖 (𝑠𝑖 ): [0,1] → {0,1}. Para evitar fuentes no deseadas de equilibrios
múltiples, suponemos que, ante la indiferencia, 𝜙𝑖 = 1. El resultado 𝑆 del proceso legislativo
será: 6
1
⎧ 𝑆𝝁 𝑠𝑖 � 𝜙𝑖 ≥ (𝑛 − 𝑚)
⎪ 2
𝑖𝜖𝑁\𝑀
𝑆=
⎨{𝑠 = 0} 1
⎪ 𝑖 𝑖𝜖𝑁 𝑠𝑖 � 𝜙𝑖 < (𝑛 − 𝑚) .
2
⎩ 𝑖𝜖𝑁\𝑀
6
Suponemos un valor de reserva del statu quo si la negociación falla igual a cero simplemente para facilitar el
cómputo del equilibrio. Ningún resultado sustantivo depende de este supuesto.
7
Para una prueba formal de todos los resultados, véase Scartascini y Tommasi (2009).
11
quien decide la agenda va a darles su nivel de reserva de statu quo a los miembros de una
coalición mínimamente necesaria en el Congreso (cero en este caso) y nada a los demás
jugadores en el Congreso, y por tanto se quedará con toda la torta (menos lo que se dé a los que
están en la calle). La novedad es cuánto dar a estos últimos. Claramente, si 𝑚 < 𝑇, les dará cero.
Si 𝑚 ≥ 𝑇 , el monto dependerá de las demandas 𝑍. Si solicitan 𝑍 > 𝐾, no se les dará nada, ya
que (𝑋 − 𝐾) > (𝑋 − 𝑍). Si solicitan 𝑍 ≤ 𝐾, se les dará 𝑍. Esto lleva a que en la etapa 3, los
manifestantes elijan 𝑍 = 𝐾, ya que recibirían menos si piden menos y nada si piden más. Cada
manifestante recibe 𝐾/𝑚.
Dado que la etapa 2 es una jugada de la naturaleza, sólo resta analizar la etapa 1, que es
fundamental en la extensión para los modelos tradicionales que estamos proponiendo. En ella,
cada jugador elige ir a una de las dos arenas, dada su expectativa de lo que recibirá en cada caso
dadas las elecciones de los demás jugadores. Debemos entonces hallar los equilibrios de Nash
para estas 𝑛 decisiones individuales sobre 𝑎𝑖 . El resultado de este proceso (véase Scartascini y
Tommasi, 2012) es que: (a) siempre existe un Equilibrio de Institucionalización Total (EIT)
en el que todos van al Congreso y no se utilizan tecnologías alternativas, y (b) para algunos
valores de los parámetros, existe también un Equilibrio de Institucionalización Baja (EIB) en
el que 𝑚∗ actores van a la calle y el resto al Congreso.
La existencia del EIT está garantizada por el hecho de que si sólo un jugador elige ir a la
calle, será incapaz de establecer un corte y por tanto no podrá realizar una amenaza creíble. Así,
al no recibir nada del encargado de la agenda, su pago sería – 𝑐, estrictamente menor de lo que
esperaría recibir en el Congreso. Por tanto, nadie tiene incentivos para desviarse del EIT.
La Figura 4 ofrece una representación intuitiva del EIB. La curva ascendente describe el
valor de ir al Congreso y la curva con pendiente negativa el valor de ir a la calle, desde el punto
de vista de un individuo en función de su probabilidad de ser el encargado de la agenda (𝑝𝑖 ),
dado que (como ocurre en el EIB) los jugadores con 𝑝𝑗 más bajo irán a la calle y los de 𝑝𝑗 más
alto irán al Congreso. Sea 𝑚∗ el mayor entero a la izquierda de la intersección de las dos curvas.
Los jugadores 1 a 𝑚∗ (aquellos con menor probabilidad ex ante de decidir la agenda) irán a la
calle y los jugadores (𝑚∗ + 1) a 𝑛 irán al Congreso. El resultado es bastante intuitivo: aquellos
con menores chances de obtener lo que desean en las instituciones formales son más susceptibles
de utilizar las TPA.
12
Figura 4.
Equilibrio de baja institucionalización
𝑝𝑖
(𝑋 − 𝐾) � 𝑛 �
∑𝑗=𝑖 𝑝𝑗
𝐾
−𝑐
𝑖
𝒎∗ 𝒎∗ + 𝟏 𝑛 𝑖
argmax 𝑝 argmin 𝑝𝑖
iϵℳ iϵ𝒩∖ℳ
Van a la calle Van al Congreso
13
de gente que va a la calle en dicho equilibrio. Por esto, la derivada de 𝑚∗ respecto de cualquier
parámetro es un estadístico suficiente para la forma en que dicho parámetro afecta el grado de
institucionalización. Con esta lógica, calculamos fácilmente los resultados que se muestran en el
Cuadro 1, los cuales denominamos condiciones bajo las cuales es más probable la baja
institucionalización.
Cuadro 1.
Estática comparativa
Probabilidad de estar en el
Parámetro Equilibrio de Institucionalización
Baja
(o inversa del grado de
institutionalización )
14
más gente toma el camino alternativo y menor es el nivel de institucionalización de esa
sociedad. 8
Cerramos esta sección con una primera aproximación a un estudio empírico de las
correlaciones predichas por el modelo, utilizando mediciones internacionales de calidad
institucional. Este índice (tomado de Scartascini et al., 2009 y explicado con más detalle en
secciones posteriores), se compone de variables que miden el rol de la legislatura, la
institucionalización de los partidos políticos y la capacidad de la burocracia. Relacionamos esta
variable con información del Cross-National Time Series Data Archive sobre “conflicto interno”,
tomado como proxy del uso de TPA. El modelo predice una correlación negativa entre estos dos
índices, la cual se observa en los datos 9 y se muestra en la Figura 5.
Figura 5.
Correlación (institutionalización; uso de una TPA en particular)
8
Aunque esto suena a “exclusión de los pobres”, el resultado es más general y puede incluir casos donde actores
relevantes encuentran dificultades para verse representados en el poder político de jure. Un ejemplo puede ser el de
las manifestaciones de los productores rurales argentinos en 2008 y 2009 ante los aumentos de los impuestos a las
exportaciones. En este caso, se trata de un sector que no se encuentra entre los desposeídos sino de uno que está
subrepresentado en el sistema político.
9
Los coeficientes resultan estadísticamente significativos en regresiones univariadas y multivariadas con controles
como PIB per cápita, dummies regionales y niveles de democratización.
15
También en concordancia con el modelo, hemos hallado una correlación positiva entre
debilidad institucional, uso de TPA y existencia de políticas públicas que favorecen
desproporcionadamente a determinados actores, medidos por el índice de favoritismo elaborado
para el Global Competitiveness Report (GCR) del Foro Económico Mundial.
16
importantes y toda esa lógica se reforzará a sí misma. Por el contrario, si esos escenarios no se
toman en serio y es de dominio público que la manera de obtener algo del sistema político es
cortando una ruta o sobornando a un funcionario, aquellas inversiones en la institucionalización
del Congreso y/o los partidos no tendrán lugar, lo cual reforzará la debilidad de esas
instituciones. Así, la política de un país puede quedar atrapada en un nivel de institucionalización
alto o bajo.
Esta lógica de self-reinforcement institucional es medular para las preocupaciones de
varias ramas del institucionalismo moderno en las ciencias sociales. Los estudiosos en la
tradición de la teoría de juegos (y también el uso coloquial del término) se refieren
indiferentemente a las instituciones como reglas y como equilibrios. En la definición, hoy
estándar, sugerida por Douglass North, “las instituciones son las reglas del juego en una sociedad
o, más formalmente, son las limitaciones desarrolladas e impuestas por el hombre, que dan forma
a la interacción humana.” En años recientes un grupo de autores elaboró una concepción de
instituciones como un fenómeno de equilibrio. Es, en definitiva, el comportamiento de los demás
más que las reglas en sí mismas lo que induce a cada persona a comportarse (o no) del modo
prescrito por las reglas. 10 El modelo que acabamos de sintetizar captura de manera muy
simplificada estas dos nociones de instituciones. Por un lado tiene instituciones políticas,
entendidas como las reglas que asignan el poder político de jure (las reglas del juego de Baron-
Ferejhon), mientras que por otro, el modelo genera grados distintos de institucionalización como
fenómeno de equilibrio, allí capturado por la inversión total en instituciones formales ∑ 𝑎𝑖 , que
resulta del punto fijo de las creencias de todos los actores con respecto a las acciones de todos los
demás.
Aun en el contexto de un modelo estático muy simple, el hecho de obtener multiplicidad
de equilibrios caracterizados por su grado de institucionalización captura un aspecto importante
de las instituciones. 11 Abre también la puerta para la incorporación de consideraciones muy
relevantes que constituyen algunas de las preocupaciones centrales del institucionalismo
histórico (Pierson y Skocpol, 2002; Thelen, 1999) sobre la manera como secuencias temporales
10
Esta visión tiene un largo pedigrí, pero su formulación moderna se debe a Greif (1998 y 2006); Calvert (1995a y
1995b) y Aoki (2001 y 2007).
11
La multiplicidad surge en el modelo de un supuesto fuerte sobre la tecnología alternativa. Dicho supuesto es una
forma reducida de mecanismos más sutiles que generan complementariedades estratégicas en modelos de umbral en
acciones colectivas (threshold models of collective action) como los de Oliver (1993), Lohmann (1994) y
Granovetter (1978).
17
específicas, coyunturas críticas y eventos con anclaje histórico particular importan a la hora de
explicar distintos senderos. Si el mundo visto con la perspectiva de la teoría de juegos no
incluyera multiplicidad de equilibrios, sería imposible que la historia importase. Por otro lado,
los efectos de self-reinforcement, que en un modelo estático aparecen de manera muy
simplificada y comprimida, en la realidad suceden en secuencias temporales como las
enfatizadas por los institucionalistas históricos.
Esta lógica de equilibrios múltiples tiene consecuencias potencialmente importantes para
la investigación empírica de los efectos de las reglas constitucionales sobre el proceso de
formación de políticas y las políticas, y las consecuencias económicas y sociales resultantes. La
validez de las predicciones derivadas de modelos que presuponen implícitamente un alto grado
de institucionalización puede ser limitada sólo a aquellos países que presentan tal
institucionalización. La sección siguiente sintetiza un primer esfuerzo para verificar
empíricamente la condicionalidad de los efectos de las reglas con respecto al grado de
institucionalización.
18
de baja institucionalización. Con el objetivo de verificar este efecto condicional de las reglas
políticas en Caruso, Scartascini y Tommasi (2010), utilizamos la misma muestra de países, los
mismos datos y las mismas técnicas econométricas que Persson y Tabellini, pero lo hacemos
separando a los países en cuanto al grado de institucionalización de sus instituciones políticas.
Para ello utilizamos indicadores de institucionalización y métodos de agrupación de datos
(cluster analysis), que explicamos brevemente a continuación.
19
comparados de elaboración de políticas públicas. Los indicadores aquí reportados, tomados de
bases de datos internacionales, tienden a presentar altos niveles de correlación con los otros
indicadores elaborados en mayor profundidad para los casos latinoamericanos.
Una vez construidos los cinco indicadores, procedimos a la construcción de los clústeres,
que determinó que la división óptima era de dos grupos. El Cuadro 2 muestra la composición de
ambos grupos:
Cuadro 2.
Grupos de institucionalización de acuerdo con el análisis de clusters
Grupo 1 Grupo 2
Institutionalización alta Institutionalización baja
Australia Italia Argentina Malasia
Alemania Japón Bahamas Mauricio
Austria Luxemburgo Bangladesh Namibia
Bélgica Malta Barbados Nepal
Botswana México Belarús Nicaragua
Brasil Noruega Belize Pakistán
Bulgaria Nueva Zelanda Bolivia Papúa N. Guinea
Canadá Países Bajos Colombia Paraguay
Chile Polonia Rep. Dominicana Peru
Chipre Portugal Ecuador Filipinas
Costa Rica Reino Unido El Salvador Rusia
Dinamarca Rep. Checa Fiji Senegal
Eslovaquia Rep. de Corea Gambia Sri Lanka
San Vicente y las
España Rumania Ghana Granadinas
Estados Unidos Singapur Guatemala Trinidad y Tobago
Estonia Sudáfrica Honduras Uganda
Finlandia Suecia India Ucrania
Francia Suiza Jamaica Venezuela
Grecia Tailandia Letonia Zambia
Hungría Taiwan Malawi Zimbabue
Irlanda Turquía
Islandia Uruguay
Israel
20
6.2 Análisis empírico y resultados
13
Los distintos tipos de sistemas políticos están razonablemente bien representados en cada grupo. Por ejemplo, en
el grupo de baja institucionalización, 22 de los 40 países (55%) son mayoritarios y 24 de 40 (60%) son
presidencialistas.
21
grupo de baja institucionalización, en el que ninguno de los resultados que se encuentran para la
muestra total son significativos (y en algunos casos los signos son opuestos).
Cuadro 3.
Rentas políticas e instituciones políticas: Partición de acuerdo a institucionalización
Esto sugiere que las teorías de economía política que predicen determinadas relaciones
entre las reglas constitucionales y los resultados de política fiscal se ven confirmadas en el grupo
de alta institucionalización pero no en el de baja institucionalización.
Una inquietud que naturalmente surge al contemplar estos resultados es hasta qué punto
es realmente alta o baja institucionalización lo que distingue a los países, o si se puede tratar de
otras variables tales como el nivel de desarrollo, que llevan a que las reglas formales sean más o
menos relevantes o incluso a que los datos sean más o menos confiables. Para explorar esto
utilizamos formas alternativas de partir la muestra. Como guía hemos seguido autores que han
mostrado escepticismo acerca de la robustez de resultados entre grupos de países (Milesi-
Ferretti, Perotti y Rostagno, 2005; North, 2009). El trabajo de North, junto con Wallis y
Weingast plantea analizar diferenciadamente países desarrollados y no desarrollados. Siguiendo
esta idea, hemos separado a los países de acuerdo con su pertenencia o no a la OCDE y por su
nivel de producto per cápita. El Cuadro 4 sintetiza los resultados de estos ejercicios (el grupo 1
incluye países pertenecientes a la OCDE, o de mayor PIB per cápita). Estos resultados son algo
más variados en comparación con los de PT2003 y no encontramos las diferencias sistemáticas
entre los grupos que aparecen en el Cuadro 3.
22
Cuadro 4.
Rentas políticas e instituciones políticas: Otras particiones
23
7. Avance en el estudio de los determinantes y consecuencias de la
institucionalización
La primera parte de este trabajo planteó un modelo teórico para explicar cómo los países pueden
acabar en equilibrios de mayor o menor institucionalización política. Luego, mostramos
evidencia de que tal grado de institucionalización puede ser un fuerte condicionante en la
relación entre las reglas constitucionales y los resultados de las políticas. En esta última sección,
resumimos algunos pasos reflejados en Scartascini, Tommasi y Trucco (2010), donde buscamos
avanzar en el desarrollo de un marco que permita estudiar las causas y consecuencias del grado
de institucionalización en la formación de políticas. El objetivo es modelar la elección de la
estrategia política de los principales actores socioeconómicos y políticos y las consecuencias de
tales estrategias en la evolución de las instituciones, la calidad de las políticas y sus resultados.
Para esto, desarrollamos una serie de modelos en dos etapas: en la primera, los actores
deciden invertir en instituciones formales o en tecnologías alternativas que permiten obtener
beneficios de una manera menos institucionalizada. En la segunda etapa, se deciden las políticas
en un determinado contexto económico y político; la naturaleza de las inversiones hechas en la
primera etapa determina los resultados que pueden implementarse en la segunda.
La lógica general consiste en avanzar en la especificación tanto de los mecanismos por
los cuales procesos de policymaking más institucionalizados llevan a mejores resultados (como
lo sugieren los análisis empíricos resumidos en la introducción), como en la exploración de las
distintas tecnologías políticas alternativas disponibles para los actores políticos. Los modelos
presentados pretenden captar de manera un poco más explícita los mecanismos por los cuales
una mayor institucionalización en la toma de decisiones colectivas (y su implementación) tiende
a generar mejores políticas y resultados. La decisión de invertir en tecnologías que incrementen
la fortaleza y la capacidad del juego institucional (como la formación de expertos en políticas
públicas) o en otras que den más fuerza en escenarios alternativos (como comprar armas)
seguramente tendrán un impacto diferente en la capacidad y productividad de las instituciones
así como en los resultados de las políticas. Un escenario más institucionalizado provee una mejor
estructura para el intercambio de información, la realización de acuerdos intertemporales y su
implementación. De acuerdo con Pierson (2004: 17) “las instituciones políticas pueden servir
para coordinar comportamientos y expectativas de los actores descentralizados (Carey, 2000) y
24
para facilitar la negociación al crear supervisión, vínculos entre diferentes asuntos y mecanismos
para realizar compromisos creíbles (Kehoane, 1984; Weingast, 2002)”.
Por otro lado, el rango de alternativas no institucionales es también amplio y diverso. Por
ejemplo, en el modelo presentado en la primera parte, el acceso a las TPA es igualitario para
todos los jugadores, mientras que es posible imaginar varias formas de poder político de facto
donde distintos conjuntos de jugadores tienen posibilidades de acción individual o colectiva muy
diferentes.
La lógica general de los ejercicios que planteamos enriquece, con respecto al modelo
básico de la primera parte, el análisis de la inversión en instituciones (agregando el margen
intensivo así como un conjunto más amplio de opciones), al mismo tiempo que pretende capturar
de manera simplificada los mecanismos por los cuales la institucionalización importa. A partir de
allí, por inducción hacia atrás esto permite estudiar el modo en el cual la institucionalización,
como fenómeno de equilibrio, depende de los parámetros económicos y políticos de la etapa de
policymaking.
Los modelos presentados en Scartascini, Tommasi y Trucco (2010) tienen en común las
siguientes características: existen dos etapas o fases. En la etapa 1 los actores deciden su
inversión en diferentes tecnologías políticas que incluyen opciones institucionales y no
institucionales, así como la opción de no invertir (un costo de oportunidad). En la etapa 2 se
estudia el proceso de formación de políticas tomando como dadas las inversiones en la etapa 1;
allí se enfatizan distintos mecanismos por los cuales las inversiones en institucionalización hacen
una diferencia, así como los efectos de distintas tecnologías políticas alternativas y sus
interacciones. En todos los casos se supone que las acciones en la etapa 1 afectan la relación
entre acciones y pagos en la etapa 2; que la inversión en instituciones políticas aumenta las
oportunidades de obtener mejores resultados en las arenas institucionalizadas, así como la
presencia de ciertas externalidades y fuentes de complementariedad estratégica en las
instituciones. 14
Las diferencias entre los distintos modelos presentados en Scartascini et al. (2010) se
sintetizan en el Cuadro 5. Con respecto a los motivos por los cuales la institucionalización afecta
14
Estas complementariedades y externalidades en el uso de las instituciones pueden microfundarse de diversas
maneras exploradas en la nueva economía institucional. Por ejemplo, en contextos de contratación privada, el valor
de mi firma en un contrato bilateral depende plenamente de si la otra parte firma o no. Asimismo, diversos modelos
de enforcement comunitario (por ejemplo Kandori, 1992; Milgrom et al., 1990; Greif, 1994; Dixit, 2003) implican
externalidades en las decisiones de cumplir con las reglas sociales.
25
los resultados, el modelo 1 explora el enforcement de acuerdos políticos en contextos donde el
estado económico de la naturaleza y el poder político fluctúan en el tiempo, mientras que los
modelos 2 y 3 dan un pequeño paso en la dirección del estudio de democracias representativas,
incorporando el supuesto de que los contextos institucionalizados permiten un mejor control de
los representantes políticos. Con respecto a las alternativas de inversión política de la etapa 1, el
modelo 1 considera las decisiones de invertir en instituciones, dados costos de oportunidad de
esos recursos, el modelo 2 incorpora una tecnología política alternativa simétrica (como la
estudiada en la primera parte de este trabajo), mientras que el modelo 3 considera diversas
tecnologías distribuidas de manera asimétrica (los ricos pueden sobornar a los políticos, mientras
que los pobres pueden cortar las calles).
Etapa 1 Etapa 2
Decisión de inversión Cuestión Institucional
política
• Invertir en institución
Modelo 2 • Invertir en TPA
(simétrica) Problema de agencia
o Corte de calles político
• Invertir en institución
Modelo 3 • Invertir en TPA
(asimétrica) Problema de agencia
o Corte de calles político
o Sobornos
26
Los resultados del análisis de esos tres modelos son los siguientes: nuevamente se
encuentran equilibrios múltiples, con casos de alta y de baja institucionalidad. En el primer tipo
de equilibrios los actores relevantes sólo invierten en formas institucionalizadas de participación
política, los compromisos intertemporales se hacen cumplir adecuadamente, hay un mejor
control de los representantes políticos, y se obtienen políticas públicas de mayor calidad. Por el
contrario, en equilibrios con baja institucionalización los actores invierten tanto en formas
institucionalizadas como no institucionalizadas de participación política, los acuerdos
intertemporales se cumplen sólo imperfectamente, los políticos obtienen mayores rentas, hay
más corrupción y peores políticas públicas. Existen complementariedades en el uso de
tecnologías políticas alternativas al comparar entre distintos equilibrios; se espera que en algunas
sociedades haya más corrupción, más violencia, peores instituciones, y peores políticas públicas
que en otras.
8. Conclusiones
En este trabajo describimos una agenda para el estudio de la institucionalización de las
instituciones políticas. Argumentamos que la institucionalización es un fenómeno de equilibrio y
que se asocia a mejores políticas públicas y mejores resultados en términos de desarrollo
económico. La agenda planteada tiene mucho trabajo por delante antes de poder dar mejores
respuestas a varias de las preguntas planteadas.
Un paso importante consistiría en avanzar hacia la modelización de formulaciones más
dinámicas, donde se puedan estudiar más adecuadamente los procesos de institucionalización.
Hasta el momento hemos estado hablando de fenómenos esencialmente dinámicos en el contexto
de modelos básicamente estáticos. Una intuición de estática comparativa que surge del modelo 1
descrito en la sección anterior da la pauta de la necesidad de una formulación más dinámica: en
ese modelo, el grado de institucionalización en equilibrio está positivamente relacionado con un
parámetro que captura el grado en el cual el nivel de producción depende de qué tan adecuadas
son las políticas a las circunstancias económicas y tecnológicas. Esto último se relaciona con la
complejidad transaccional de la economía que, como se sabe, suele estar asociada a contextos
económicos más avanzados y tecnologías más sofisticadas, que conllevan mayores
requerimientos de soporte institucional (Williamson, 2005). Si pusiéramos este resultado del
modelo estático en un contexto más dinámico, es posible que, siguiendo la lógica de Greif y
27
Laitin (2004), encontremos senderos autosostenidos (self-reinforcing) de desarrollo económico e
institucional.
Por otra parte, queda pendiente desarrollar mejores contrapartes empíricas para varios de
los conceptos teóricos aquí utilizados, tales como la propia “institucionalización de las
instituciones políticas”. Una vía para avanzar en esta dirección, que se conecta con la necesidad
de miradas más dinámicas, es la realización de estudios de caso que caractericen el grado de
institucionalización de distintas instituciones políticas en distintos países, y además examinen las
trayectorias (así como los factores estructurales o de contexto) que pueden haber llevado a ello.
En estos momentos estamos tratando de desarrollar uno de tales estudios, analizando las
características y la evolución de algunos Congresos en América Latina. 15
15
Un esfuerzo complementario en marcha, que pretende estudiar la institucionalización del poder judicial puede
verse en http://complaw.wustl.edu/
28
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