Coronado-Visiones de Los Andes
Coronado-Visiones de Los Andes
Coronado-Visiones de Los Andes
d.l.: 4-1-675-19
isbn: 978-99954-1-901-1
Producción
Plural editores
Av. Ecuador 2337 esq. calle Rosendo Gutiérrez
Teléfono: 2411018 / Casilla Postal 5097, La Paz, Bolivia
e-mail: plural@plural.bo / www.plural.bo
Impreso en Bolivia
Índice
Agradecimientos............................................................................. 7
Colaboradores................................................................................ 9
[5]
6 visiones de los andes
[7]
8 visiones de los andes
[9]
10 visiones de los andes
Víctor Vich es autor de Poéticas del duelo: ensayos sobre arte, memoria y
violencia política (2015), entre varios otros títulos. Es profesor en la Pon-
tificia Universidad Católica del Perú, así como de la Escuela Nacional
Superior de Bellas Artes.
Paisaje y región andinos:
Nuevas formulaciones
Ximena Briceño
Stanford University
[11]
12 visiones de los andes
1 El género paisaje, entendido por antonomasia como la forma pictórica que representa
la naturaleza, se rastrea en la tradición occidental desde la pintura holandesa de siglo
xvii, pasando por su formalización como un “género pictórico” por la academia
francesa en el siglo xix, junto al retrato, el bodegón, la pintura histórica, etc.
paisaje y región andinos: nuevas formulaciones 13
los murales andinos coloniales, ver Heaven, Hell, and Everything in Between de Ananda
Cohen Suarez.
3 Aunque una discusión a fondo de las prácticas de espacialización entre los siglos xvii
y xviii en relación al paisaje andino escapa a los límites de esta introducción, los
estudios de Santa Arias sobre los modos de enmarcar el territorio en la cartografía
del siglo xviii son, sin duda, referencia obligada. Para un resumen de nuevas pers-
pectivas sobre naturaleza y cuerpo en la temprana modernidad latinoamericana, ver
también el artículo de Jennifer French, “Naturaleza y subjetividades en la América
Latina colonial”.
paisaje y región andinos: nuevas formulaciones 15
4 Es cierto que el paisaje en Europa tiene que ver también con una nostalgia de la
naturaleza domesticada (no humana y humana) que se encuentra en los bosques y los
parques que rodean a las ciudades. Pero como anota Pratt, el romanticismo buscó
su “afuera” y se construyó asimismo también desde la “periferia”: Egipto, África,
Polinesia, Italia, las Américas.
16 visiones de los andes
Los capítulos del libro están divididos de acuerdo con el distinto trata-
miento sobre el paisaje que ensayan sus autores: por un lado, aquellos
que trabajan con el paisaje como una práctica y, por otro, aquellos que
revisan el archivo del paisaje. Cierra el libro un ensayo sobre “lo andino”
como concepto. Pertenecen al primer grupo los ensayos “Del archivo al
5 Ver también al respecto: Natalia Majluf y Carlos Contreras, Registros del territorio:
las primeras décadas de la fotografía, 1860-1880. Sobre la relación entre la arqueolo-
gía, la antropología y la fotografía en los Andes, varios trabajos académicos se han
ocupado en los últimos años de distintos archivos fotográficos de finales del siglo
xix y principios del siglo xx en la región. Un ejemplo de reciente publicación es
Cusco revelado: fotografías de Max T. Vargas, Max Uhle y Martín Chambi de Andrés
Garay.
6 Esto tendría un aire de familia con la crítica al indigenismo peruano y su “falta de
paisaje” resumida en la frase de Mirko Lauer en Andes imaginarios: Discursos del
indigenismo 2: “no nos vimos”.
18 visiones de los andes
espectador se sitúa siempre más allá de ese lugar desde el cual el paisaje planteaba su
interior (desde lo nacional entendido como lo rural o desde la subjetividad proyectada
en el espacio).
8 Además, la comparación de este texto con Campos de Castilla de Machado permite
incorporar como sustrato de ambas voces literarias el contexto de posguerra que
para el peruano es la Guerra del Pacífico y para el español la Guerra del 98.
24 visiones de los andes
Por eso, por ejemplo, incluso al pensar la legislación del Buen Vivir en
Ecuador y Bolivia que estipulan derechos de la tierra y de pueblos origi-
narios hace falta considerar la negación de ambos en la extracción.9 Esto
demuestra, en palabras de Macarena Gómez-Barris, que la legislación no
alcanza para actualizar un imaginario ecológico. Volveré a esto último en
la siguiente y última sección de esta introducción, donde plantearé una
expansión de las perspectivas de este libro para proponer una revisión
neomaterialista o posantropocéntrica que desmonte el paisaje como el
“logro moderno” que separa Naturaleza de Cultura. Es decir, para situar
el paisaje en el continuo Naturaleza-Cultura.
10 Para una antología sobre distintas posiciones teóricas, ver Jason W. Moore, ed.,
Anthropocene or Capitalocene: Nature, History and the Crisis of Capitalism.
11 Este es el término que usamos para nombrar el enfoque crítico planteado al interior
del grupo de investigación “materia” que he codirigido en Stanford University con
Héctor Hoyos y Marília Librandi Rocha desde 2014.
paisaje y región andinos: nuevas formulaciones 27
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2017 The Extractive Zone: Social Ecologies and Decolonial Perspectives.
Duke University Press.
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paisaje y región andinos: nuevas formulaciones 29
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Publications in Geography, vol. 2, núm. 2, págs. 19-53.
No se trata de oponerse a la minería;
más bien, se trata de identificarse
con ella: La última Reyna
de Cerro de Pasco
Víctor Vich
Pontificia Universidad Católica del Perú
[31]
32 visiones de los andes
1 Dos videos que sirven de introducción a sus intervenciones son: “Miss Cerro de
Pasco ‘La Ultima Reyna’”, YouTube, 16 de julio, 2010, youtu.be/eYshP4BoYZ8, y
“Cerro de Pasco, turismo, minería y desarrollo”, YouTube, 16 de julio, 2010, youtu.
be/3Z3C2v8_gG0.
2 Este concurso fue una iniciativa (no respaldado por la unesco) organizada por
una institución privada que lleva el nombre de New Open World Corporation
(nowc). Se calcula que votaron más de 100 millones de personas en el mundo
entero. El gobierno de Alan García apoyó el concurso de múltiples formas, una de
ellas, instalando computadoras en las plazas públicas de varias ciudades para que la
gente pudiera votar en ellas. Sobre la institución y su fundador puede consultarse la
página web de New 7 Wonders, world.new7wonders.com/about-n7w/our-mission/.
no se trata de oponerse a la minería 33
Cerro de Pasco, barrio de Yanacancha, lugar donde antes se encontraba la casa de la artista.
Fotografía: Elizabeth Lino.
Participa de la elección del tajo “Raúl Rojas” como una maravilla del Perú.
Hagamos que el mundo conozca este impresionante agujero de 400 metros
de profundidad y 2 kilómetros de diámetro y así promover el turismo a la
ciudad de Cerro de Pasco. Caminatas con lluvia ácida, deporte extremo
dos veces al día con las explosiones de las once de la mañana y de las tres
de la tarde. Experiencia visual única. Montañas artificiales más atractivas
que las naturales. ¡Yo ya voté, ahora debes votar tú a través de la página
oficial de Miss Cerro de Pasco! Participa y prepárate para hacer historia.
¡Cerro de Pasco, la minería que tú quieres! Con el auspicio de la empresa
minera “El Perú avanza”.4
4 El primer video es: “Miss Cerro de Pasco ‘La Ultima Reyna’”, YouTube, 16 de julio,
2010, youtu.be/eYshP4BoYZ8.
no se trata de oponerse a la minería 35
Los humos mataban a los animales, destruían los pastorales y hasta causaban
daños enormes a los habitantes del distrito. Como el pueblo se hallaba en
la parte alta, a dos mil metros de distancia, ahí los humos se estacionaban
constantemente. (Kapsoli 60)
5 Un ejemplo de ello es el increíble video del “Royal Tour” que el presidente Alejandro
Toledo y su esposa Eliana Karp grabaron para el Discovery Channel y del que me he
ocupado en otro momento (Vich, “Magical, Mystical”).
no se trata de oponerse a la minería 37
6 La “Marca Perú” es parte del fenómeno conocido como “marcas país”. Se trata de
una estrategia comunicacional que intenta posicionar a los países atractivamente
tanto para las inversiones internacionales como para atraer turistas en un mercado
altamente competitivo. Todas las marcas se definen desde la producción de un “logo”,
que en el caso peruano fue construido a partir de un dibujo encontrado en las viejas
ruinas de Caral, uno de los primeros centros urbanos del continente, construido
alrededor de 3000 AC.
no se trata de oponerse a la minería 39
7 “La Ultima Reyna de Cerro de Pasco: Romería a Quiulacocha (antes laguna, hoy
poza de relaves mineros)”, YouTube, 30 de julio, 2012, youtu.be/HxMXmx3HWYk.
8 El proyecto “Afuera” es una iniciativa que organiza grandes festivales de arte en
lugares que no pertenecen a los circuitos artísticos tradicionales. En el Perú se viene
realizando desde hace cuatro años. Puede encontrarse mayores referencias en los
videos archivados en “hawapi”, Vimeo, vimeo.com/afuera
no se trata de oponerse a la minería 41
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Archivo de Federico Helfgott.
Captura del video “Miss Cerro de Pasco ‘La Ultima Reyna’”, youtu.be/U0itK6UFWfs.
Obras citadas
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1997 El sublime objeto de la ideología, traducido por Elizabeth Ve-
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Entre lo espectacular y lo epistémico:
La Andetectura de Freddy Mamani
Tara Daly
Marquette University
1 Cuando digo “distintamente andina”, me refiero a una simbología que hace referen-
cias tanto a Tiwanaku, a los Incas y a los grupos aymara y quechua actuales. En este
sentido, no se limita a la iconografía de un país, sino se refiere a una región histórica
que sigue siendo relevante en el presente.
2 En un artículo que salió en el Washington Post, el periodista Nick Miroff describe:
“Los interiores de sus edificios incluyen salones de baile de dos plantas que consti-
tuyen un tapiz alucinante de pintura radiante, luces led y motivos andinos alegres:
arañas ancladas en símbolos de mariposas, portales que parecen búhos y columnas
color caramelo que podrían apuntalar una fábrica de Willy Wonka”. Nota de los
editores: a partir de ahora, a menos que se indique lo contrario, todas las traducciones
de fuentes en inglés son nuestras.
[47]
48 visiones de los andes
7 Aquí pienso principalmente en el siglo xix y principios del siglo xx, cuando el
“paisaje” como género de pintura realmente surgió, por ejemplo con grupos como el
“Hudson River School”, tal como indica W. J. T. Mitchell en “Imperial Landscape”.
8 Mamani transforma el paisaje urbano de El Alto. Si el “paisaje” se refiere a un modo
de ver, es una transformación estética del mundo natural a través de la perspectiva
del sujeto. En “Imperial Landscape”, Mitchell observa que siempre hay un “lado
oscuro en el paisaje”, que “no es simplemente mítico, no simplemente un aspecto
de los impulsos regresivos e instintivos asociados con la ‘naturaleza’ no humana,
sino una oscuridad política, ideológica y moral” (6). Considerando que el género de
pintura de “paisaje” emerge en el siglo xvii y alcanza su cima en el siglo xix, en su
forma más puramente europea y moderna fue íntimamente vinculado a proyectos
de neocolonización que vieron el paisaje como una representación de una naturaleza
disponible a ser explotada.
9 Y, desde ya, debo aclarar que este artículo en parte plantea preguntas a las que no
respondo ahora pero que planifico profundizar después de visitar El Alto.
10 Para una excelente discusión de las tecnologías de poder en las culturas preincaicas,
ver el trabajo de Heather Lechtman, “Technologies of Power: The Andean Case”.
Lechtman señala la sobresimplificación que la perspectiva antropológica histórica
ha propuesto ante la tecnología andina.
50 visiones de los andes
11 Una comprobación adicional de esto es que los edificios han recibido más atención
en la prensa fuera de Bolivia que adentro. No quiere decir que a los bolivianos no
les interesa el trabajo. Sin embargo, el primer libro sobre Mamani en Bolivia fue
publicado por Elisabetta Andreoli y Lygia D’Andrea en 2014.
12 La nueva constitución, Constitución política del estado plurinacional de Bolivia, fue instituida
en 2009, con invocaciones a la Madre Tierra y protecciones de los derechos de los
grupos indígenas, como por ejemplo el Artículo 8.I, que delinea la promesa ética del
estado plural y reconoce los principios éticos de los grupos indígenas.
entre lo espectacular y lo epistémico 51
13 Según Sian Lazar en El Alto, Rebel City: Self and Citizenship in Andean Bolivia, “En
1988, se volvió ciudad por derecho propio al cambiar su nombre de El Alto de La
Paz a Ciudad de El Alto” (47).
entre lo espectacular y lo epistémico 53
14 Según el ine (Instituto Nacional de Estadística de Bolivia), a base del año 2011.
15 El Alto ha sido la segunda urbe que más habitantes ha ganado en el país en cifras
absolutas: de 649.958 censados en 2001 ha pasado a tener 848.840 en 2012, y se ha
ubicado por encima de La Paz (Candela).
16 Para un estudio detallado sobre la Guerra del Gas y sus múltiples efectos en Bolivia,
ver el libro Evo’s Bolivia: Continuity and Change de Linda Farthing y Benjamin Kohl.
El estudio destaca la larga historia que resultó en la entrada de Morales al gobierno
y cubre un panorama de aspectos de la sociedad actual bajo Morales, señalando lo
positivo y lo negativo.
17 El teleférico se abrió en 2014 y conecta La Paz y El Alto. Actualmente opera diez
estaciones y tres líneas con siete líneas más en el estado de planificación. Ver la página
web Mi Teleférico para la información más actualizada sobre las líneas y las tarifas:
www.miteleferico.bo.
54 visiones de los andes
Figura 1. La fachada del Imperio del Rey, mostrando detalles de la cruz andina escalonada en rojos
y amarillos. Foto de Verónica Unzueta.
entre lo espectacular y lo epistémico 57
Figura 2. Los colores verdes de la naturaleza transportados al Salón de Eventos “El Girasol”
y yuxtapuestos con los árboles flacos. Foto de Verónica Unzueta.
Figura 3. Exterior del edificio “El Rey Otan” en la esquina de la calle 9, Avenida Bolivia.
Foto de Verónica Unzueta.
entre lo espectacular y lo epistémico 59
producidos en Bolivia; sin embargo, ahora aún los textiles son producidos
por empresas en Asia. Como observa Elisabetta Andreoli, “Hace muchos
años que la tela para las polleras se diseña en El Alto, pero ahora la pro-
ducción se subcontrata a Corea o China y viene en un material sintético
que realza su efecto resplandeciente”. (“Learning from El Alto” 43). El
problema es que “es cada vez más evidente que China tiene un mayor
beneficio de la cooperación, mientras que las desventajas ya empiezan
a perjudicar a ciertos sectores de la economía boliviana” (Hedrich). En
los meses recientes, seis empresas de textiles ya entraron en bancarrota,
y la Empresa Pública Nacional Estratégica de Textiles (Enatex) tuvo que
cerrar sus puertas.20 Bolivia quería escaparse del control de los ee.uu.,
pero si se queda en una relación de dependencia con China, es simple-
mente transferirse a otro poder imperial y repetir el ciclo.
Como otro ejemplo concreto de los edificios de Mamani, una
propietaria nombrada Alcira, también de El Alto, hizo construir un
salón de fiestas con platillos voladores como decoración para ser inno-
vadora y reflejar un futuro de fantasía. Sin embargo, en los viajes que
ella y su esposo hicieron, especialmente por China, obtuvo la idea de
combinar colores como el dorado y el rojo de las paredes: “Nosotros
mayormente viajamos a China, a esos lados vamos y hemos visto algunas
cositas como los colores, las lámparas que son muy grandes, y como
queríamos que [nuestra casa] sea imponente y diferente hemos puesto
platillos voladores, estrellas. Nosotros les hemos ido dando ideas a
los de la constructora” (Salazar Molina 70). También, el propietario
Alejandro Chino cuenta que la mayoría de los materiales en su casa son
importados de China y de otros lugares de Europa, como la cerámica
antideslizante; las lámparas y focos leds, que se manejan con un control
remoto para que cambien de color y el mármol (71-72) (Figs. 5 y 6,
interiores de los edificios).
20 “El Gobierno chino consolidó su influencia tecnológica en el país con el satélite, pero
principalmente amplió su presencia comercial. Según datos del Instituto Boliviano
de Comercio Exterior, entre 2003-2013 Bolivia exportó al país 1.550 millones de
dólares, mientras que las compras de ese país llegaron a 5.464 millones de dólares”
(Beltrán). China principalmente manda maquinaria de perforación, motocicletas,
teléfonos móvil, vehículos y prendas de vestir.
62 visiones de los andes
Figura 5. Lámpara araña de China; detalles barrocos del interior del Salón de Eventos Flamencos.
Foto de Verónica Unzueta.
Figura 6. Interior del Imperio del Rey, Avenida Bolivia. Foto de Verónica Unzueta
entre lo espectacular y lo epistémico 63
“proteger” y separar a los aymaras del resto del país, sino para aumentar
la noción de comunidad en El Alto. Además, los edificios no se dirigen
solo a los alteños sino a cualquier persona/ciudadano/a que quiera alquilar
o visitar el espacio. El tiempo-espacio presente es otro ejemplo de ch’ixi:
la participación e influencia de China en el diseño, pero la resiliencia y
mezcla con lo autóctono. Las diversas influencias se combinan en una
cosa nueva que no es ni el uno ni el otro. También, combinan espacios
tradicionalmente divididos en la epistemología occidental: espacio de
trabajo y de descanso; privado y potencialmente accesible al público.
21 Ver la reseña y crítica del libro de Raquel Alfaro, en Revista de Estudios Bolivianos,
vol. 15-17, 2008-2010, para contexto adicional sobre la novela.
66 visiones de los andes
Lo epistémico y lo espectacular
de ver y saber en el mundo. Sin embargo,no creo que los edificios sean
solo representaciones artificiales,sino que en forma concreta expresan
la posibilidad de acumular capital sin adoptar prácticas necesariamente
ajenas a la comunidad aymara. Su habilidad de inspirar tanto interés in-
ternacional no es señal sólo de su artificio espectacular sino de su poder
de hacernos pensar críticamente en nuestros propios deseos visuales del
“otro”. No es el derecho del occidente de controlar lo que es “indígena”,
visualmente. Lo indígena tiene el derecho de navegar y definir “lo indí-
gena” y el capitalismo según sus propios deseos y gustos.
Pensando en comparación con otras ciudades y estéticas urbanas
bolivianas, se puede argüir que parte del proyecto de Mamani refleja una
transformación del concepto de la ciudad letrada teorizada por Ángel
Rama. En su libro, Rama traza la manera en que las ciudades latinoa-
mericanas y andinas fueron el resultado de la transferencia al “Nuevo
Mundo” de una serie de planteamientos, producto del “humanismo
imperante”. Teresa Gisbert y José de Mesa describen cómo en Bolivia
“[l]a arquitectura, más que ninguna otra disciplina, expresa este mundo
utópico y nostálgico con respecto a la antigüedad clásica, que caracteriza
las postrimerías del siglo xvi” (xiii). Los europeos no llevaron una esté-
tica particular a las ciudades latinoamericanas, necesariamente, sino una
lógica del ordenamiento del espacio. Mientras que los mestizos en las
ciudades capitales respondieron a estilos clásicos con la introducción de
diseños mezclados, El Alto es excepcional porque nunca heredó ningún
estilo arquitectónico de otro sitio internacional. Fue concebida desde
el principio como ciudad provisional, sin la presión de conformarse a
otro orden espacial diferente del “suyo”, el cual se produjo de manera
orgánica. El dinamismo primordial de la ciudad la hace un espacio
único que nunca ha seguido –ni siquiera ha tenido– “reglas” de un or-
denamiento impuesto. Estos orígenes están en contraste, entonces, a la
ciudad letrada que Rama describe en términos de su establecimiento de
un sistema social: “[l]a traslación del orden social a una realidad física,
en el caso de la fundación de las ciudades, implicaba el previo diseño
urbanístico mediante los simbólicos de la cultura sujetos a concepción
racional” (20). De hecho, el que algunos arquitectos y/o académicos le
han respondido negativamente a los edificios de Mamani se debe tal
vez a su rechazo de una “concepción racional” universal del buen gusto
presumido por parte de las élites.
En 2007 el vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, acusó a
sectores del movimiento indígena de ser románticos porque declararon
que las cosmovisiones indígenas habían impactado la formación del
entre lo espectacular y lo epistémico 69
Figura 7. El edificio “Mamá Natty” demuestra el estilo abigarrado e inacabado. Hay una estatua de
Cristo en el techo encima de una imagen pintada de los nevados andinos y además unos diseños
alrededor de las ventanas inspirados en una estética asiática. Foto de Verónica Unzueta.
72 visiones de los andes
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76 visiones de los andes
[77]
78 visiones de los andes
2 Este simulacro no es solo propio del Cusco. Un colega mío experimentó lo mismo
en las calles de Estambul, pero como parte del performance de la fotografía “a la
antigua” había dos hombres: el que fotografiaba y el que distraía al cliente para que
del archivo al no-archivo 81
la venta de sus fotos para vivir y mantener a su familia, las únicas fotos
que logró coleccionar fueron las que sus clientes no recogieron. Poco
a poco las fue guardando en cajas de cartón debajo de su cama, única
constancia de una vida de trabajo. Según me contó cuando lo visité en
su casa en septiembre del 2016, había perdido casi todo su no-archivo en
una inundación hacía unos años. Peor aún, estaba perdiendo la memoria
y se había vuelto el triste hazmerreír del vecindario. Lamentablemente
falleció poco después de que yo lo conociera.
El hecho de que muchos coleccionistas sucumben a la “fiebre” de
archivo, que entre otras cosas implica una acumulación descarriada,
tiene como consecuencia que muchos archivos corran el peligro de ver
la “colección” transformada en secretos y caóticos depósitos imposibles
de catalogar y aún menos de servir su fin como valiosos legados de un
pasado y un conocimiento. De allí que Jacques Derrida, en su bello en-
sayo Mal de archivo, haya postulado que “[N]o hay archivo sin un lugar
de consignación, sin una técnica de repetición, y sin una cierta exterio-
ridad”, dictaminando: “Ningún archivo sin afuera” (9). Si nos adherimos a
su postulado, vemos que el archivo Chambi efectivamente tiene un lugar
de consignación, una técnica de repetición y gran “exterioridad” mundial
(aunque no local, como ya señalé), mientras que el del señor Bernardo
solo cumple el último requisito –pura exterioridad– y esto lo hace de
manera bastante literal. Y hay miles de miles de no-archivos iguales al
suyo a lo largo y ancho de los Andes, conformados por las fotos tomadas
por los fotógrafos que trabajan en las plazas y calles de las ciudades y que
documentan las celebraciones, bodas, graduaciones, noviazgos, coches,
atuendos nuevos y demás momentos claves de las clases populares. A
diferencia de las fotos tomadas en placas, como la tomada por Chambi
del ahora famoso “gigante” (Fig. 15) que era un cargador en la ciudad y
que seguramente no acabó en manos de este, las fotos tomadas por los
fotógrafos ambulantes generalmente acaban en manos de los sujetos que
pagaron para ser retratados.
Vivimos en un mundo de imágenes donde ser muchas veces se con-
funde con y ha llegado a depender del poder ser representado. (Ahora,
con la invención de plataformas como Facebook e Instagram, y aún más
recientemente los selfies, ser es representarse a sí mismo para ser visto por
el otro, constituyendo de esta manera el simulacro de la conexión con el
otro). En otras palabras, hay que estar conectado para conectarse. Pero
no se diera cuenta de que la foto digital estaba siendo impresa (mensaje Facebook
de Santiago Vaquera-Vásquez, 21 julio 2017).
82 visiones de los andes
3 Ver Kelly Sundberg Seaman, “Out of the Archives and into the Street”, Dartmouth
News, 28 oct. 2014, news.dartmouth.edu/news/2014/10/out-archives-and-street.
Para el video, ver “El Cusco de Martín Chambi”, www.dartmouth.edu~el-cusco-
de-martin-chambi.
84 visiones de los andes
4 Julio Pantoja, que había viajado de Tucumán para este evento, fotografió las interven-
ciones. Profesor de Comunicación de la Universidad Nacional de Tucumán, Pantoja
es un fotógrafo reconocido por su trabajo con los derechos humanos y la memoria
de la dictadura en Argentina, y de documentar la vida de algunas comunidades
indígenas en Latinoamérica. Sus fotos de la intervención en el Cusco yuxtaponen
el pasado con el presente, conformando maravillosos trompe l’oeils que demuestran
el apasionado interés de los transeúntes que causó la exhibición y que los llevaron a
entablar espontáneas conversaciones entre unos y otros y muchas veces entre personas
que seguramente nunca hubieran tenido la posibilidad de interactuar.
86 visiones de los andes
Foto ensayo
Figura 2. Diego Nishiyama, foto del señor Bernardo Quispe Tintaya, sin fecha.
88 visiones de los andes
Figura 3. Martín Chambi, Calle Belén, Balcón de Herodes, ca. 1930. “Retrato” de un famoso balcón.
del archivo al no-archivo 89
Figura 8. Bernardo Quispe Tintaya, “Celebrando la llegada de otra modernidad”, sin fechas.
92 visiones de los andes
Figura 10. Bernardo Quispe Tintaya, La Plaza San Francisco y el Colegio de Ciencias, sin fecha.
del archivo al no-archivo 93
Figura 13. Madres e hijos. Fotos de Bernardo Quispe Tintaya y Martín Chambi, sin fechas.
Figura 14. Niños. Fotos de Martín Chambi y Bernardo Quispe Tintaya, sin fechas.
98 visiones de los andes
Figura 15. Una descomunal pobreza. Fotos de Martín Chambi y Bernardo Quispe Tintaya.
Figura 17. Las chicheras en la chichería, el mercado y la plaza. Fotos de Martín Chambi y Bernardo
Quispe Tintaya, sin fechas.
102 visiones de los andes
Fig. 19. Fotos de Bernardo Quispe Tintaya, sin fechas. Deportistas de un colegio y competidoras en
carrera en la ciudad.
Figura 20. Fotos de Martín Chambi y Bernardo Quispe Tintaya, sin fechas. Contrastes cómicos entre
dos retratos de policías en el Cusco.
Obra citada
Derrida, Jacques
1997 Mal de archivo: Una impresión freudiana, traducido por Paco
Vidarte. Editorial Trotta.
Rupturas pictóricas decoloniales
del paisaje andino:
Alfredo Pareja Diezcanseco, Eduardo
Kingman y Oswaldo Guayasamín
Juan G. Ramos
College of the Holy Cross
[105]
106 visiones de los andes
dos miembros del grupo. La contemporaneidad de las obras de este grupo tienen
que ver con las herramientas que pudieron ofrecer para hacer una crítica social tanto
de las grandes ciudades como Guayaquil o Quito, así como presentar un enfoque
en regiones más rurales que no habían sido antes trabajadas como fuente propia del
quehacer literario. Precisamente porque las obras de los autores antes mencionados
se enfocaron en ofrecer una suerte de realismo social marcado profundamente por
el pensamiento marxista de la época, el contenido de las obras tiende a ser muy
detallado y enfocado en acercar al lector a una experiencia sensorial completa de la
trama y escena, particularmente al tratar de reproducir la forma del habla coloquial,
así como proveer detalles visuales de los campos, los sembríos y los espacios urbanos.
Es así, por ejemplo, que el trabajo del Grupo de Guayaquil se compagina bien con el
tipo de crítica social que aparece en las obras pictóricas de Guayasamín y Kingman
ya que ellos también se interesan en retratar a los menos privilegiados y enfocarse
en espacios que habían sido ignorados o romantizados por generaciones de pintores
anteriores. Para estudios recientes relacionados al Grupo de Guayaquil, véase mis
ensayos, “Contesting Domination” y “Disruptive Capital”.
108 visiones de los andes
Chimborazo” (1903) Pinto nos ofrece una visión diferente del paisaje
andino. Más de la mitad del cuadro lo ocupa el Chimborazo en sí, el cual
se lo representa casi en su totalidad en blanco. Este blanco se confunde
con las nubes y solo podemos distinguir los puntos de separación entre
el Chimborazo y el cielo por la definición de los picos montañosos. Ya
en las faldas del volcán lo que vemos es un campo extenso representado
con un verde tenue. Hacia la parte inferior del cuadro podemos apreciar
varios hombres que podrían ser indígenas o campesinos montando a
caballo, con ponchos y sombreros. Este regreso casi de corte romántico
a comienzos del siglo xx para registrar la imponencia del espacio andino
quizás tenga que ver con el cambio ideológico y político en el Ecuador,
que pasó del conservadurismo de la segunda mitad del siglo xix hacia la
revolución liberal de Eloy Alfaro que empezó en 1895 y que continuó a
comienzos del siglo xx.3 En este cuadro, la sugerencia al ver estos hom-
bres en el campo, en las faldas del Chimborazo, podría ser la necesidad
de seguir pensando en la agricultura como posible fuente de progreso
que conlleve la modernidad. Es decir, la visión de Pinto en este cuadro
nos remonta a una perspectiva que parecería pertenecer más a la primera
parte del siglo xix que al comienzo del xx, y entiendo esta sugerencia
pictórica como una indicación de la perpetuación de la colonialidad del
poder en su modo de triangular el uso del capital, el orden laboral y la
racialización de los cuerpos. Menciono estos ejemplos porque tanto Salas
como Pinto fueron maestros en la Escuela de Bellas Artes en Quito y,
por ende, marcaron la estética en el espacio nacional, particularmente
en relación con la paisajística.
Antes de pasar a una discusión de las propuestas estéticas de Pareja
Diezcanseco desde el ensayo y de Kingman y Guayasamín desde la prác-
tica pictórica, quisiera detenerme en algunos conceptos propuestos por
Nicholas Mirzoeff que ayudan a subrayar algunas de las ideas expuestas
hasta ahora. En primera instancia, Mirzoeff apunta que la visualidad sirve
para clasificar, al nombrar, categorizar y definir objetos perceptibles o
imaginables (3). En el caso de la presencia colonizadora de los españo-
les, por ejemplo, la visualidad tiene que ver con el acto de nombrar sus
paisajes y territorios como dominios imperiales y sus subdivisiones en
regiones, virreinatos. Este uso de la visualidad para nombrar espacios
y codificarlos es lo que lleva La Condamine a hacer mediciones de la
tierra desde la línea ecuatorial y luego hacer mapas de la Amazonía.
3 Para información sobre este periodo, ver mi artículo, “Crónica de una muerte
pasada”.
114 visiones de los andes
4 Ver las primeras páginas del capítulo sobre violencia de su libro Los condenados de la
tierra, donde Fanon expone cómo la estética del respeto facilita la instauración de
mecanismos de violencia y de control.
rupturas pictóricas decoloniales del paisaje andino 115
5 Vale la pena subrayar que “La dialéctica en el arte (Notas para un ensayo)” de Al-
fredo Pareja Diezcanseco fue pronunciado como un discurso en Guayaquil en dos
ocasiones. Primero, en el Colegio Nacional Vicente Rocafuerte en 1933 y luego en
la Sociedad Artística “Allere Flammen” en 1934. En este círculo artístico para esta
época ya concurrían los artistas de corte social, incluyendo a Eduardo Kingman,
quien se había radicado en Quito.
rupturas pictóricas decoloniales del paisaje andino 117
6 Para más información sobre esta crítica, ver “The Rule of Impurity” de Horacio
Legrás.
122 visiones de los andes
7 Para más información, ver el trabajo de Michele Greet titulado “From Indigenism
to Surrealism: Camilo Egas in New York, 1927-1946”. También me ha sido útil el
libro Constitutive Visions de Christa J Olson, particularmente en su análisis histórico
de las obras de Kingman.
rupturas pictóricas decoloniales del paisaje andino 123
Conclusión
8 Para ejemplos recientes sobre el giro decolonial en relación a la estética, ver el trabajo
de Albán-Achinte, Mignolo y Gómez, y Sanjinés.
rupturas pictóricas decoloniales del paisaje andino 127
9 Para una profundización sobre este punto, ver el capítulo de Legrás anteriormente
mencionado.
10 Al hacer esta propuesta, tengo en mente no solamente las ideas de Mirzoeff sino tam-
bién ciertas ideas de Alejandro Vallega en su propuesta sobre una estética decolonial,
particularmente cuando sugiere lo siguiente: “I am proposing a decolonial aesthetics
that goes well beyond theorizing sensibilities and beyond a rational critique of works
of art or analyzing the physiological basis for judgments of beauty or taste. Also, at
the aesthetic level I am indicating that it is not enough to change images, find new
representations, or even make explicit what was before unseen or concealed. These
are certainly necessary elements of a decolonial aethetics, but in the end, one must
turn to the pre-theoretical, the pre-linguistic, and the pre-rational if the rational
is not to be merely understood in terms of the modern, colonial characterization
of rationality and the human” (Vallega 199). Para más información, ver el libro de
Vallega, Latin American Philosophy: From Identity to Radical Exteriority.
128 visiones de los andes
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rupturas pictóricas decoloniales del paisaje andino 131
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134 visiones de los andes
Figura 1. Chullpares, a 50 kms. de la ciudad de La Paz, camino a Calamarca. Foto: Francisco Ramírez.
La cosa más notable y de ver que hay en este Collao, a mi ver, es las sepulturas de
los muertos. Cuando yo pasé por él me detenía a escrebir lo que entendía de
las cosas que había que notar destos indios. Y verdaderamente me admiraba
en pensar cómo los vivos se daban poco por tener casas grandes y galanas,
y con cuanto cuidado adornaban las sepulturas donde se habían de enterar,
como si toda su felicidad no consistiera en otra cosa; y así, por las vegas
y llanos cerca de los pueblos estaban las sepulturas destos indios, hechas
como pequeñas torres de cuatro esquinas, unas de piedra sola y otras de
piedra y tierra, algunas anchas y otras angostas; en fin, como tenían la
posibilidad o eran las personas que lo edificaban… Cuando morían los
naturales en este Collao, llorábanlos con grandes lloros muchos días,
teniendo las mujeres bordones en las manos y ceñidas por los cuerpos, y los
parientes del muerto traía cada uno lo que podía, así de ovejas, corderos,
maíz, como de otras cosas, y antes que enterrasen al muerto mataban las
ovejas y ponían las asaduras en las plazas que tienen en sus aposentos. En
los días que lloran a los difuntos, antes de los haber enterrado, del maíz
suyo, o del que los parientes han ofrecido, hacían mucho de su vino o
brebaje para beber; y como hubiese gran cantidad deste vino, tienen al
difunto por más honrado que si se gastase poco. Hecho, pues, su brebaje
y muertas las ovejas y corderos, dicen que llevaban al difunto a los campos
donde tenían la sepultura; yendo (si era señor) acompañando al cuerpo
la más gente del pueblo, y junto a ella quemaban diez ovejas o veinte, o
más o menos, como quien era el difunto; y mataban las mujeres, niños
y criados que hablan de enviar con él para que le sirviesen conforme a
su vanidad; y estos tales, juntamente con algunas ovejas y otras cosas de su
casa, entierran junto con el cuerpo en la misma sepultura, metiendo (según
también se usa entre todos ellos) algunas personas vivas; y enterrado el
difunto desta manera, se vuelven todos los que le habían ido a honrar a
la casa donde le sacaron, y allí comen la comida que se había recogido y
beben la chicha que se había hecho, saliendo de cuando en cuando a las
plazas que hay hechas junto a las casas de los señores, en donde en corro,
y como lo tienen en costumbre, bailan llorando. (Crónica del Perú, capítulo
C., 256-7, mi énfasis)
4 Investigaciones recientes indican que esta tecnología funeraria que en las zonas cul-
turales aymara y quechua se manifestó con tanta intensidad, no fue necesariamente
exclusiva a ellas, sino que se extendió a varios ámbitos culturales del Centro-Sur
andino, llegando incluso a zonas costeras. (Duchesne y Chacama; Trimborn).
los chullpares de kutimpu y sillustani 137
lo define como “sepulcro” sino más bien como “seron donde metían sus
difuntos”, en clara alusión a las envolturas en las que se embalsamaba
a los difuntos y sugiriendo que el concepto hispano de “sepulcro” no
correspondía necesariamente al concepto aymara de chullpa. Esto se
hace evidente en la primera parte de su Vocabvlario, cuando traduce la
palabra castellana sepultura como Amaya uta (casa sobre la tierra). Defi-
nición acertada, pero solo a medias, porque si bien captaba importantes
características de la arquitectura funeraria andina postiahuanacota –no
estar debajo del suelo sino en su superficie y poseer un sentido de mo-
rada– perdía la densidad semántica de la expresión Amaya uta. Como
el mismo diccionario consigna más adelante, amaya alude al “cuerpo
muerto”, y uta significa “casa”, por lo que una definición razonable de
Amaya uta tendría que haber sido “casa del muerto”. Por extensión, esos
paisajes saturados de sepulcros con los que se topó Cieza, más que una
idea de “cementerio” tendrían que haber sugerido una de “pueblo de los
muertos”.5 Semejantes posibilidades semánticas, sin embargo, excedían
la normatividad de los saberes coloniales, generando la imprecisión,
simplificación y domesticación de conceptos indígenas. Paradigmática
al respecto es la traducción que hace Bertonio de la palabra pucara, que
en aymara y quechua alude a “asentamientos amurallados de cumbre”
(Arkush 296) que sirven para el resguardo de la comunidad pero tam-
bién para el resguardo y culto de tumbas. Simplificando al máximo la
funcionalidad de estas edificaciones, Bertonio las traduce torpemente
como “castillos”, invisibilizando el sentido funerario y ritualístico que
vertía el vocablo.
Estos “lugares” que no encontraron “lugar” en la semántica colo-
nial ni en narrativas posteriores apegadas a ella6 adquirieron lecturas
innovativas a partir de las primeras décadas del siglo xx, cuando en el
Perú algunos intelectuales renovadores se interesaron en una revisión
7 Hay que lamentar que tan lúcidas observaciones estén a menudo teñidas de las
típicas ambivalencias y deslealtades al indio que caracterizan al discurso indigenista
de principios del siglo xx. Justamente cuando está elaborando la tesis de una reli-
giosidad andina distinta a la cristiana, Urteaga anota que observando la creencia del
indio sobre la inmortalidad ha podido comprobar que “el cristianismo no ha podido
sino barnizar su antigua doctrina con matices exóticos y conceptos ininteligibles a
su alma enferma y adormecida” (El Perú: Bocetos, 58).
los chullpares de kutimpu y sillustani 139
que los vivos debían atender. Finalmente, porque los muertos algún día
resucitarían y pedirían cuentas a sus ayllus por las acciones practicadas en
el cuidado de sus tumbas y sus momias. “Aplacar las necesidades de los
parientes muertos”, por tanto, requería un cuidado innecesario con los
vivos, que integrados al cuerpo social tenían asegurada su subsistencia.
Cuando Cieza de León descubrió estas prácticas carecía de horizonte
interpretativo para llegar a la lógica que las generaba, de allí su asombro
y también su incomprensión: “Y verdaderamente me admiraba en pensar
cómo los vivos se daban poco por tener casas grandes y galanas, y con
cuanto cuidado adornaban las sepulturas donde se habían de enterar”
(Crónica, capítulo C).
Ese “cuidado” a los muertos que continuaban teniendo necesidades
había generado una ritualidad religiosa acompañada de una ritualidad
arquitectónica que hizo del paisaje andino un receptáculo de adoratorios
para el culto de los muertos. Urteaga anota que incluso edificaciones que
la arqueología había identificado como ajenas a ese culto (por ejemplo
los “baños” y “asientos” del Inca dispersos por todo el Qullasuyu, los
monumentos que Squier clasificó como dolmenes o menhires, o las In-
tihuatana8 (Fig. 2) que el mismo Squier catalogó como relojes solares)
eran propiamente chullpas, adoratorios dedicados al culto de los difuntos
(Urteaga, El Perú: Bocetos, 96-79; El Perú: Monografías, 161-169).
Figura 3. Torre chullpa en lo alto de una colina de Sillustani, frente al lago Umayo,
Portal iPerú, www.iperu.org.
9 Para una revisión de los conflictos entre el gamonalismo y las comunidades indígenas
del sur peruano durante las primeras décadas del siglo xx consultar los trabajos de
Basadre, Kapsoli et al., Macera et al., Mayer, Ramos Zambrano, Rengifo, Rénique,
Tamayo Herrera, y Urquiaga, citados en la bibliografía.
10 Para revisar la historia de la educación indígena en el Perú ver los trabajos de José
Antonio Encinas, José Luis Velásquez Garambel y Elizabeth Monasterios Pérez
(2015) citados en la bibliografía.
142 visiones de los andes
11 Gracias a José Luis Ayala sabemos que Churata no abandonó la escuela debido a
premuras económicas familiares que lo obligaron a integrarse al mundo del trabajo
asalariado, sino más bien por decisión propia. Fue ante este hecho que “su padre lo
castigó y obligó a trabajar en la zapatería de su propiedad” (“El pez de oro, piedra de
toque”).
12 Uno de esos proyectos fue la Asociación Pro Indígena, creada el año 1909 en Lima
por Dora Mayer, Pedro Zulen y Joaquín Capelo. En 1910 Encinas y Urteaga, junto a
Francisco Chuquihuanca Ayulo y otros intelectuales de provincia, fueron designados
representantes de Puno.
los chullpares de kutimpu y sillustani 143
13 Para una revisión del evento teórico denominado “spatial turn”, consultar los trabajos
de Arias, Lefebvre, Kümin y Usborne, y Soja citados en la bibliografía.
14 En Marxism and Literature Raymond Williams elabora el concepto de “structures
of feeling” (estructuras del sentir) para dar cuenta de este tipo de acercamiento al
fenómeno cultural, subrayando que “el término es difícil, pero ‘sentir’ se elige para
enfatizar la diferencia de conceptos más formales como ‘cosmovisión o ‘ideología’.
No se trata de exceder creencias sistemáticas y formalizadas… Nos preocupan los
significados y valores en cuanto que estos se sienten activamente… Una definición
alternativa sería una estructura de experiencias” (132). En literatura, las “estructuras
del sentir” funcionan como formas articuladoras de la experiencia que escapan al
control hegemónico y tienen, por tanto, valor emancipador y potencial transformador.
144 visiones de los andes
uchukhaspa, del allkamari, del lluthu, Aquí retorné sociedad con ellos, los
seguí a sus acérrimos nidales, perseguí sus fugitivas galerías, descubrí el
rastro de sus alas en las nubes. Allí a gritos reproché a los Achachilas el tardío
reencuentro. (238-39, mi énfasis)
16 La sigla corresponde al título del primer libro de Churata (El pez de oro), y su función
es indicarle al lector que las materias aludidas ya habían sido tratadas en ese primer
libro.
148 visiones de los andes
[el término fetal con que se describe la posición de los difuntos es]
utilizado por su comodidad descriptiva, sin referencia ninguna a cualquier
implicación sobre el sentido de la muerte como símbolo de renacimiento.
(Duchesene, “Tumbas de Coporaque” 415)
17 Para una revisión de la narrativa arqueológica sobre Cutimbo, consultar los trabajos
de Gil García, Hyslop y Tantaleán citados en la bibliografía.
150 visiones de los andes
. ·1.s~
AM 010 VL4DlR6$iMR'ERm1Q
-
Figura 9. Facsímil
de la página titulada
“Amojonadores deste
reino”. Guaman Poma,
Nueva corónica y buen
gobierno (1615), 352 [354].
152 visiones de los andes
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[161]
162 visiones de los andes
La cueva de Tinta
4 El motivo del tesoro (y, concretamente, del tesoro incaico) se halla también en
Ricardo Palma. Como bien apunta Marcel Velázquez, en las tradiciones del autor
limeño “el tópico del tesoro escondido aparece asociado a personajes malignos y
poderosos por sus pactos con el diablo: ‘Los tesoros de Catalina Huanca’ (1876), ‘El
alcalde de Paucarcolla’ (1877) y ‘La laguna del diablo’ (1884), entre otras” (Matto
de Turner, Narrativa breve: Tradiciones, leyendas, relatos 35).
5 En un pasaje de “Formas del tiempo y el cronotopo en la novela” en The Dialogic
Imagination, da Bakhtin una definición de “mito local” que se adecúa bien al caso
del relato popular sobre la cueva: “Un mito local explica el origen de un espacio
geográfico. Cada localidad debe ser explicada, comenzando con la toponimia y
terminando en los detalles finos de su relieve topográfico, su tierra, vegetación y
demás– todo ello surge del evento humano que allí ocurrió y que le prestó al lugar
su nombre y su fisonomía” (189).
6 El padre Manuel Marzal recogió el relato en Andahuaylillas, provincia de Quispican-
chis, cuya población en 1971 se reducía a 1.211 habitantes. Lo consigna en una nota
a pie de página en su libro, El mundo religioso de Urcos. Remito al capítulo “Origen
del mundo y del hombre”, que incluye Juan Ossio en la antología Ideología mesiánica
del mundo andino (272).
164 visiones de los andes
7 Como observa Francesca Denegri: “El momento más influyente de Matto como
intelectual y escritora coincidió con el periodo presidencial de Cáceres… Durante
esos nueve años Matto se convirtió en una intelectual de peso, solicitándosele su
opinión sobre temas que iban desde las desavenencias políticas a la moda femenina.
Con su ascenso como intelectual prominente en el momento en que los hacendados
andinos consolidaban su poder a nivel nacional, dio conciencia de clase al grupo de
notables y participó en la transmisión de valores culturales mistis a un público lector
que había ignorado la vida en la sierra” (170-171).
riquezas nunca vistas 165
8 Ese fue el nombre inicial de la compañía, pero como señala Alberto Flores Galindo
en su primer libro, Los mineros de la Cerro de Pasco, 1900-1930: “En 1915, con nuevos
capitales, la empresa cambia de razón social: se constituye la Cerro de Pasco Copper
Corporation y se expande a Morococha en Yauli y Casapalca en Huarochirí” (Obras
completas I 32). Sobre la zarzuela El cóndor pasa y la cashua de ese nombre que es, sin
lugar a dudas, la pieza de música peruana más conocida en el mundo, ver el número
80 de Revista de Crítica Literaria Latinoamericana, particularmente los artículos de
Luis Salazar Mejía (“El cóndor pasa…y sus misterios”) y José Antonio Mazzotti (“El
cóndor pasa…por el humo: Incaísmo, ecologismo y minería”).
168 visiones de los andes
9 A propósito de la matriz teatral del melodrama, escribe Peter Brooks: “Al considerar el
melodrama, en cierto sentido estamos discutiendo una forma de teatralidad que subyace
a los esfuerzos novelísticos por la representación y que, a su vez, proporciona un modelo
para el sentido mismo en las dramatizaciones ficcionales de la existencia” (13).
riquezas nunca vistas 169
Piedra y llanto
Es por “la traición de Pizarro y el asesinato del monarca” (131) que los
súbditos del Inca quedan huérfanos. En la extraordinaria elegía “Apu Inka
170 visiones de los andes
10 Ver Elegía Apu Inka Atawallpaman: Primer documento de la resistencia inka (siglo XVI),
de Odi Gonzáles. El libro de Gonzáles es el estudio más completo y riguroso del
poema. En el libro, González incluye el texto en quechua y su propia traducción de
este, además de las versiones de José María Arguedas y J.M.B. Farfán.
riquezas nunca vistas 171
Según cálculos de una crónica periodística, el cuadro llegó a ser visto por treinta
y cinco mil personas en el breve lapso de quince días. Aunque desconfiemos de la
fiabilidad del dato, lo cierto es que la obra generó un inédito interés en el público,
en la prensa limeña y en las esferas oficiales del gobierno. Al aceptar el cuadro ob-
sequiado por Montero, el Congreso de la República le concedió una medalla de oro
y un premio económico, ascendente a veinte mil soles. Nunca antes se habían dado
honores parecidos a un pintor peruano” (153).
12 El primer poeta peruano que escribió sobre el cuadro de Montero es apócrifo: se
trata de A.O. Barnabooth, rico heredero de un magnate estadounidense que hizo su
fortuna en el Perú. Barnabooth es un heterónimo de Valery Larbaud. El bello poema
“La mort d´Atahuallpa” apareció en 1905 y lo tradujo al castellano Luis Loayza, que
lo incluye en el ensayo “Homenaje al Barnabuz”, que es parte de El sol de Lima (1974).
César Moro, en una de las respuestas a un cuestionario propuesto por André Breton
y Gérard Legrand, menciona la pintura: “Pinturas de género y pinturas de historia.
Se veía a Atahualpa en su lecho de muerte, horrorosamente pálido, verdoso, rodeado
por sus desconsoladas mujeres: Durante mucho tiempo, este Museo ha invadido mis
sueños” (460). Antonio Cisneros incluye en Las inmensas preguntas celestes (1992)
el poema “Los funerales de Atahualpa (óleo de Luis Montero)” y, a su vez, Mario
Montalbetti, en Cinco segundos de horizonte (2005), inserta “El inspector y la puta”,
donde se leen estos versos: “Recoge tus cosas. Te mostraré algo. Museo de Arte de
Lima, / la puerta sur. En el primer descanso de la escalera de mármol Los funerales
de Atahualpa de Luis Montero. Todo lo que ves / aquí, la religión, el tesoro, la luz
que cae, la manta verde sobre la que yace el inca, el inca mismo, la cornisa asiria, los
escarabajos que el poeta Cisneros creyó ver en sus orejas, todo es falso” (Lejos de mí
decirles 195).
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182 visiones de los andes
Jorge Marcone
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[183]
184 visiones de los andes
2 A continuación, y por convención de la crítica, se usa el título Los zorros para aludir
a la novela póstuma de José María Arguedas, El zorro de arriba y el zorro de abajo.
recuperar chimbote, o la ecología menospreciada de los zorros 185
Como ha sido bien estudiado, Los zorros es un texto que combina dos
relatos. Uno de ellos relata las descomunales transformaciones que
ocurren en la ciudad de Chimbote debidas a la inmigración andina. El
segundo, intercalado con el primero, relata las dificultades que Arguedas
encuentra para escribir Chimbote, y narra también la crisis depresiva que
lo terminará llevando al suicidio. La crítica arguediana suele llamar a los
capítulos del primer relato, siguiendo una sugerencia del propio Argue-
das, “hervores”. El relato sobre la escritura tiene lugar en unos “Diarios”
intercalados entre los “hervores”. La cuestión de la identidad del “yo”
que habla en los “Diarios” ha sido discutida por Christian Fernández,
con el vocabulario crítico de los géneros autobiográficos, en su “The
Death of the Author in El zorro de arriba y el zorro de abajo”. La tesis de
Fernández es que, a pesar de los indicadores que sugieren lo contrario,
debemos entender la voz de los “Diarios” en términos ficcionales. En
todo caso, esta sugerencia coincide con la aclaración de Cornejo Polar de
que Arguedas hizo de sí mismo un personaje, una personalidad cultural
que, a lo largo de su obra, opta por la labor de intermediario entre dos
mundos opuestos entre sí, a pesar de la coexistencia de tantos siglos: un
polo indígena y otro occidental (“Un ensayo”, 296-297). Tomando en
cuenta ambas observaciones, llamaremos aquí “Arguedas”, aunque sea
por cautela, al “yo” que habla en los “Diarios”.
En una carta al antropólogo estadounidense John Murra, del 1ro de
febrero de 1967, Arguedas parece comprender bastante bien lo que está
ocurriendo socialmente en Chimbote:
recuperar chimbote, o la ecología menospreciada de los zorros 189
La fetidez del mar desplazaba el olor denso del humo de las calderas en
que millones de anchovetas se desarticulaban, se fundían, exhalaban ese
olor como alimenticio, mientras hervían y sudaban aceite. El olor de los
desperdicios, de la sangre, de las pequeñas entrañas pisoteadas en las
bolicheras y lanzadas sobre el mar a manguerazos, y el olor del agua que
borbotaba de las fábricas a las playas hacía brotar de la arena gusanos
gelatinosos; esa fetidez avanzaba a ras del suelo y elevándose. (40)
Este amor por la naturaleza (por los árboles sobre todo) que he conquistado
despaciosamente en usa [sic], me ha llevado a la ecología. Estoy haciendo
mías las demandas de tanta gente común que quiere un ámbito afín, que
procura preservar nuestra “naturaleza” en un universo cada vez más contrario
y cruel a las apetencias de la vida. En el seminario de integración, alguien
se burló de esta búsqueda de “jardincitos amenos” para ricos. Es cierto que
fueron los relativamente ricos de los países desarrollados quienes hicieron la
protesta, pero aquello no disminuye nada de su legitimidad. Vivir en el jardín
donde nacimos, retornar a nuestro paraíso terrenal. ¿Por qué no? (162-63)
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[203]
204 visiones de los andes
Lo andino científico
Lo andino cultural
5 Vale la pena señalar la excepción posible que supone el escritor vanguardista Gamaliel
Churata, quien ya para los años treinta y en Bolivia había elaborado una conceptua-
lización de las cosmovisiones indígenas quechua y aimara que las transformaría en
rejillas ordenadores para la realidad y la historia no solo andinas, sino mundiales,
como ha analizado Elizabeth Monasterios (La vanguardia plebeya).
214 visiones de los andes
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