Modulo Iv de Liturgia Fundamental

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INSTITUTO DE FORMACIÒN DE LAICOS

“NUESTRA SEÑORA DE LAS LAJAS”

MODULO IV

LA PARTICIPACION DE LOS FIELES EN LA LITURGIA

INTRODUCCION

¿Qué es la participación de los fieles?

El concilio no define, lo que entiende por participación de los fieles, solo menciona Ven algunos
párrafos que hablan de modo de ejercer la asamblea su papel en las celebraciones:

“Es necesario que los fieles se acerquen a la sagrada Liturgia con recta disposición de ánimo,
pongan su alma en consonancia con su voz y colaboren con la gracia divina, para no recibirla en
vano.” SC 11.
“La santa madre Iglesia desea ardientemente que se lleve a todos los fieles a aquella participación
plena, consciente y activa en las celebraciones litúrgicas que exige la naturaleza de la Liturgia
misma y a la cual tiene derecho y obligación, en virtud del bautismo, el pueblo cristiano” SC 14.
“En las celebraciones litúrgicas, cada cual, ministro o simple fiel, al desempeñar su oficio, hará todo
y sólo aquello que le corresponde por la naturaleza de la acción y las normas litúrgicas”. SC 28.

“Los acólitos, lectores, comentadores y cuantos pertenecen a la Schola Cantorum, desempeñan un


auténtico ministerio litúrgico. Ejerzan, por tanto, su oficio con la sincera piedad y orden que
convienen a tan gran ministerio y les exige con razón el Pueblo de Dios.” SC 29.

DESARROLLO DEL TEMA

IMPORTANCIA DE LA PARTICIPACIÓN LITÚRGICA:

La participación Litúrgica que presenta la SC es punto de llegada y de partida de una acción pastoral
que busca la renovación de la vida cristiana a través de la liturgia: Esta participación exige un esfuerzo
continuado de preparación de persona y medios, orientado a unas celebraciones adecuadas.

“La Iglesia, con solícito cuidado, procura que los cristianos no asistan a este misterio de fe como
extraños y mudos espectadores, sino que comprendiéndolo bien a través de los ritos y oraciones,
participen conscientes, piadosa y activamente en la acción sagrada, sean instruidos con la palabra de
Dios, se fortalezcan en la mesa del Cuerpo del Señor, den gracias a Dios, aprendan a ofrecerse a sí
mismos al ofrecer la hostia inmaculada no sólo por manos del sacerdote, sino juntamente con él”. SC
48.
SIGNIFICADO DE PARTICIPACIÓN.

Procede del Latín tardío “participatio” = intervención, adhesión, asistencia. El sustantivo latino
participatio y el verbo participare aparecen en el vocabulario de las oraciones litúrgicas indicando
siempre una relación a, un tener en común con, o un estar en comunión. Participación viene a ser, de
hecho, relación, comunicación, identificación, unión, etc.

A) La acción de participar, que B) El objeto de la C) Las personas que


incluye unos actos humanos participación, o sea, aquello de participan: fieles y ministros,
(gestos, ritos) y unas actitudes lo que se participa, que no es cada uno según el grado propio
internas, susceptibles ambos de solamente el acto mismo, ritual o de su función eclesial y
variar en intensidad o en grado sacramental (el signo) sino Litúrgica.
de modalidad. también el contenido misterioso
que se celebra o actualiza (la
salvación).

LA PARTICIPACIÓN SEGÚN LA MEDIATOR DEI:

La Mediator Dei es el más claro antecedente del concilio. La encíclica nos presenta una escala en la
intensidad de la participación: externa, interna, activa y sacramental.

 Los modos de participación externa son las respuestas y los cantos.


 La participación interna se sitúa en un plano más psicológico que mistérico o litúrgico:
entendida como ofrecimiento personal para unirse al sacrificio del Sumo Sacerdote, consiste en
una imitación moral y en la apropiación de los sentimientos de Cristo.
 La participación interna, cuando se une a la externa, constituye la participación activa.
 Esta participación es perfecta cuando a ella se une la participación sacramental, con la
recepción de la Eucaristía.

LA PARTICIPACIÓN SEGÚN LA SACROSANCTUM CONCILIUM

A) Enunciando un ideal: La participación plena, consciente, activa y fructuosa, (SC 11;14), interna y
externa, (SC 19, 110); un acto (SC 26), propia de los fieles ( SC 114); comunitaria (SC 27); sinfónica
(SC 28).

B) Señalando el origen del derecho y del deber que asiste a los fieles para tomar parte activa en la
liturgia: el sacerdocio bautismal (SC 14, LG 10-11, PO 5).

C) Apuntando a la razón última de la participación de los fieles que es la naturaleza misma de la


liturgia (SC 2, 11, 14, 41, 42, LG 26).

D) Urgiendo la puesta en práctica de la participación (SC 11, 14) y de los medios que la hacen
posible: la formación litúrgica (SC 14), la catequesis Litúrgica (SC 35), las celebraciones de la palabra,
la homilía (SC 35), los cantos y las respuestas, los gestos y posturas corporales (SC 30).

E) Señalando la meta final de la participación de los hombres y el culto a Dios (SC 5, 7,11).
EXIGENCIAS DE LA PARTICIPACIÓN.

Se trata de exigencias de carácter antropológico que se refieren a los aspectos externos de la


celebración y de la liturgia, pero que están al servicio de su valor trascendente, porque son el soporte de
la realidad de la comunión con el misterio celebrado y con Cristo a través del sacramento.

 La participación es una actividad humana que requiere presencia física, identificación en las
actitudes, unidad en los gestos y movimientos, coincidencia en las palabras y en los actos, es decir
acción común, festiva y simbólica.

 La participación exige una actitud comunitaria de forma que lo eclesial y compartido tenga
primacía sobre a individual y privado, sin necesidad de anularlo. Más aun, uno y otro aspecto han de
integrarse mutuamente.

 La participación pide actitudes cultuales cristianas, y no meramente religiosas. La razón está en


la peculiaridad litúrgica cristiana como culto al Padre en el Espíritu y la verdad de forma que no se
produzca desfase o ruptura entre en la celebración y la vida, entre el culto y la actitud interior.

MINISTERIOS Y PARTICIPACIÓN LITÚRGICA.

La liturgia manifiesta la naturaleza de la Iglesia y ésta es, toda ella, ministerial, es decir, diferenciada y
orgánica, en la que no todos tienen el mismo grado de responsabilidad y de ejercicio de la misión
eclesial. Los ministerios, diaconías, servicios o funciones son la concreción en determinadas personas
de unas tareas que corresponden a la entera comunidad eclesial, y de la cual son signo quienes las
ejercen.

a. Ministerios ordenados

 El Obispo preside la Liturgia como sumo sacerdote y principal dispensador de los ministerios.

 El Presbítero colaborador del Obispo, actua en ls celebraciones litúrgicas como ministro de


Cristo y en su persona.

 El Diácono, colaborador también del Obispo y en dependencia de él y del presbítero, realiza


diversas funciones litúrgicas.

La preparación efectiva de cada celebración litúrgica hágase con ánimo concorde entre todos aquellos a
quienes atañe, tanto en lo que toca al rito como al aspecto pastoral y musical, bajo la dirección del
rector de la Iglesia, y oído también el parecer de los fieles en lo que a ellos directamente les atañe
(OGMR 73).

b. Ministerios Instituidos

Los ejercen el lector, el acolito y ahora el del catequista, los cuales han sido encargados, mediante la
institución del servicio permanente de la Palabra y del altar.
c. Ministerios de Hecho

 Al servicio de la asamblea
 Al servicio de la Palabra de Dios
 Al servicio del Altar y de ministro
 Al servicio del canto litúrgico y de la música
 Otros ministerios.

TALLER
MODULO IV

1. Leer el siguiente texto y resaltar:


 La idea central del texto
 El significado del concepto sobre la participaciòn
 Tres fundamentos de la participaciòn de los fieles
 Aplicaciòn pastoral de la participaciòn en nuestras parroquias

PARTICIPACION ACTIVA

Varios números de la exhortación Sacramentum caritatis dedicó Benedicto XVI para describir y
reordenar la “actuosa participatio” o participación activa en la liturgia, rescatándola del activismo
reinante y de la interpretación común que la orienta sólo a lo exterior, multiplicando intervenciones.
Para una “auténtica participación”, explicaba el Papa cómo “a veces, ha surgido alguna incomprensión
precisamente sobre el sentido de esta participación. Por tanto, conviene dejar claro que con esta palabra
no se quiere hacer referencia a una simple actividad externa durante la celebración” (SC n. 52), un
hacer cosas, multiplicar intervenciones (moniciones y ofrendas, por ejemplo).

La “auténtica participación” va más al corazón del Misterio, a aquello que acción de Dios: “la
participación activa deseada por el Concilio se ha de comprender en términos más sustanciales,
partiendo de una mayor toma de conciencia del misterio que se celebra y de su relación con la vida
cotidiana. Sigue siendo totalmente válida la recomendación de la Constitución conciliar Sacrosanctum
Concilium, que exhorta a los fieles a no asistir a la liturgia eucarística « como espectadores mudos o
extraños », sino a participar « consciente, piadosa y activamente en la acción sagrada »” (SC n. 52).
Participar, entonces, sería vivir el Misterio de Dios en la liturgia, tomar parte de él con el corazón,
adorando, sabiendo estar en presencia de Dios, implicándose, evitando distracciones. Por ello, vuelve a
repetir Benedicto XVI para clarificar:

“Es útil recordar que, de por sí, la participación activa no es lo mismo que desempeñar un
ministerio particular. Sobre todo, no ayuda a la participación activa de los fieles una
confusión ocasionada por la incapacidad de distinguir las diversas funciones que
corresponden a cada uno en la comunión eclesial” (SC, n. 53).
Al servicio de la liturgia, está el sacerdote, que actúa en la persona de Cristo mismo, hace presente a
Jesucristo en el altar, se sienta y predica en la sede como imagen de Cristo Maestro. Para favorecer el
desarrollo digno y solemne de la liturgia, junto al sacerdote, estará el diácono desempeñando sus
funciones propias; “en relación con estos ministerios vinculados al sacramento del Orden, hay también
otros ministerios para el servicio litúrgico, que desempeñan religiosos y laicos preparados, lo que es de
alabar” (SC, n. 53).

Y como la participación activa es ofrecer el culto a Dios en Espíritu y en Verdad, adorando a Dios, se
recuerda cómo participar activamente es actitud espiritual que hay que cultivar, despertar, vigilar:

“Al considerar el tema de la actuosa participatio de los fieles en el rito sagrado, los Padres
sinodales han resaltado también las condiciones personales de cada uno para una fructuosa
participación. Una de ellas es ciertamente el espíritu de conversión continua que ha de
caracterizar la vida de cada fiel. No se puede esperar una participación activa en la liturgia
eucarística cuando se asiste superficialmente, sin antes examinar la propia vida. Favorece
dicha disposición interior, por ejemplo, el recogimiento y el silencio, al menos unos
instantes antes de comenzar la liturgia, el ayuno y, cuando sea necesario, la confesión
sacramental. Un corazón reconciliado con Dios permite la verdadera participación. En
particular, es preciso persuadir a los fieles de que no puede haber una actuosa participatio
en los santos Misterios si no se toma al mismo tiempo parte activa en la vida eclesial en su
totalidad, la cual comprende también el compromiso misionero de llevar el amor de Cristo
a la sociedad” (SC, n. 55).

Junto a estos principios sabios y tan concretos, se nos enseña cómo la comunión sacramental, con las
debidas disposiciones y estando en gracia de Dios, es la mayor participación activa en la Santa Misa, lo
más importante que se puede hacer, más que cualquier otro servicio o ministerio dentro de la liturgia:

“Sin duda, la plena participación en la Eucaristía se da cuando nos acercamos también


personalmente al altar para recibir la Comunión. No obstante, se ha de poner atención para
que esta afirmación correcta no induzca a un cierto automatismo entre los fieles, como si
por el solo hecho de encontrarse en la iglesia durante la liturgia se tenga ya el derecho o
quizás incluso el deber de acercarse a la Mesa eucarística. Aun cuando no es posible
acercarse a la Comunión sacramental, la participación en la santa Misa sigue siendo
necesaria, válida, significativa y fructuosa. En estas circunstancias, es bueno cultivar el
deseo de la plena unión con Cristo, practicando, por ejemplo, la comunión espiritual,
recordada por Juan Pablo II y recomendada por los Santos maestros de la vida espiritual”
(SC, n. 55).

Con estos principios tan clarísimos, habremos de revisar nuestra pastoral litúrgica (y parroquial), ir
cambiando y corregir los abusos que incluso se ven como normales ya, la formación que se imparte,
el modo de vivir la santa liturgia y de celebrarla, la comprensión que hemos de transmitir a los demás
en catequesis, retiros, predicaciones, formación permanente.

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