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ARQUIDIÓCESIS DE BARQUISIMETO

SECRETARIADO DE CATEQUESIS
LARA-VENEZUELA

FORMACIÓN PARA MINISTRO CATEQUISTA

TEMA 6

LA LITURGIA

MARZO – AGOSTO 2022

1
SEMANA 1: CUESTIONES FUNDAMENTALES Y GENERALES SOBRE LA
LITURGIA

En la liturgia, la Iglesia celebra principalmente el misterio pascual por el que Cristo


realizó la obra de nuestra salvación. Es el Misterio de Cristo lo que la Iglesia anuncia y
celebra en su liturgia a fin de que los fieles vivan de él y den testimonio del mismo en el
mundo. Esto es la razón de ser de la liturgia (SC 2)

1.1. NOCIÓN DE LITURGIA:

El término «liturgia», que hoy se emplea en sentido casi exclusivamente cultual, es


una palabra griega compuesta de ergos (obra) y de leiton (adjetivo derivado de leos-laos
= pueblo). Etimológicamente significa, por tanto, obra pública. En la tradición cristiana
quiere significar que el Pueblo de Dios toma parte en la obra de Dios. Por la liturgia,
Cristo nuestro Redentor y Sumo Sacerdote, continúa en su Iglesia, con ella y por ella, la
obra de nuestra redención

En el Nuevo Testamento. Es poco frecuente el término liturgia (sólo aparece 15


veces, cinco de ellas en Heb.) y su significado es muy diverso: a) culto ritual del A.T.
(Lc. 1, 23; Heb. 8, 26; 9, 21; 10, 11); b) servicio oneroso en sentido profano aplicado a
la actividad caritativa (Rm. 15, 27; 2 Cor. 9, 12; Fil. 2, 25-30); y al servicio de los
ángeles (Heb. 1, 7-14); c) culto espiritual de los cristianos (Rm. 5, 16; Fil. 2, 17) y d)
culto ritual cristiano (Act. 13, 2). La explicación del uso infrecuente del término liturgia
se debe a que la traducción cristiana primitiva lo encontraba poco adecuado para
expresar la riqueza del culto cristiano en «espíritu y verdad» (Jn. 4, 24). Además, en la
liturgia de la Iglesia, Dios Padre es bendecido y adorado como la fuente de todas las
bendiciones de la creación y de la salvación, con las que nos ha bendecido en su Hijo
para darnos el Espíritu de adopción filial.

Asimismo, se podría considerar la liturgia como la «acción» sacerdotal de


Jesucristo, continuada en y por la Iglesia bajo la acción del Espíritu Santo, por medio de
la cual actualiza su obra salvífica a través de signos eficaces, dando así culto
perfectísimo a Dios y comunicando a los hombres la salvación.

- La liturgia, fuente y cumbre de la vida de la Iglesia


El sacerdocio de Cristo realiza su única misión glorificación de Dios, salvación de
los hombres mediante un triple ministerio: el profético, el litúrgico y el pastoral. Sin
embargo, los ministerios profético y pastoral están subordinados al litúrgico; en él
encuentran su máxima expresión y de él extraen su fuerza y eficacia.

Efectivamente, el punto culminante del ministerio litúrgico de Cristo: su muerte en


la Cruz es, de una parte, la máxima revelación del amor del Padre a los hombres
(ministerio profético) y la prueba más elocuente del «no hay mayor amor que dar la vida
por las ovejas» (ministerio pastoral); y, de otra, el punto focal hacia el que mira toda la

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actividad profética de Cristo y la fuente de donde brota la eficacia de su ministerio
pastoral. La Iglesia, cuya misión y ministerios se identifican con los de su Fundador,
encuentra en la liturgia «la cumbre hacia la cual orienta toda su actividad y, al mismo
tiempo, la fuente de donde extrae toda su fuerza» (SC, 10).

Según esto, la evangelización y el pastoreo culminan en la sacramentalización


(liturgia). La evangelización, porque el «id y enseñad a todas las gentes» (Mt. 28, 19a)
está radicalmente orientado y completado con el «bautizándolos en el nombre del Padre
y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mt. 28, 196). El pastoreo, porque «los trabajos
apostólicos se ordenan a que, una vez hechos hijos de Dios por la fe y el Bautismo,
todos se reúnan, alaben a Dios en medio de la Iglesia, participen en el sacrificio y
coman la Cena del Señor» (SC, 10).

- La liturgia, realidad jerárquica


En virtud del Bautismo, todos los fieles son miembros del Pueblo de Dios y del
Cuerpo Místico y participan en las acciones litúrgicas. Sin embargo, además del
sacerdocio común existe el sacerdocio ministerial, que difiere de él esencialmente. Por
tanto, no todos los que participan en la liturgia realizan las mismas funciones, sino que
cada uno tiene un ministerio específico. Por otra parte, dentro del sacerdocio ministerial
hay distinción de grados y dentro del sacerdocio común diversos ministerios (Obispos,
presbíteros y diáconos); por lo cual, los miembros de uno y otro sacerdocio participan
en la liturgia cumpliendo una misión propia.

El sacerdocio ministerial posee los poderes sacramentales recibidos en el


sacramento del Orden, gracias a los cuales confecciona la Eucaristía, perdona los
pecados, unge a los enfermos (obispo-presbítero), confiere el Espíritu Santo por medio
de la Confirmación (el obispo como ministro originario y el presbítero como
extraordinario) y asegura la sucesión apostólica mediante el sacramento de la
imposición de manos (obispo). Asimismo, tiene la potestad de proclamar la Palabra de
Dios autoritativamente, es decir, con la autoridad misma de Cristo. Por tanto, quienes
poseen el sacerdocio ministerial participan en la liturgia desde una posición de
capitalidad; es decir: actúan en la persona, en nombre y con la autoridad de Cristo.

Los fieles laicos, en cambio, se sitúan en un plano esencialmente diverso: reciben


los sacramentos, escuchan la palabra, comen el Cuerpo del Señor, ofrecen el sacrificio
eucarístico; no sólo por manos del sacerdote sino también en cierto modo juntamente
con él, proclaman las lecturas de la Palabra de Dios (lectores), cantan salmos y cánticos
espirituales, se ayudan mutuamente a participar de modo más consciente y fructuoso
(monitores), etcétera. En la liturgia, por tanto, cada uno tiene su propio cometido:
ministro, lector, cantor, simple miembro. En consecuencia, “cada cual, ministro o fiel, al
desempeñar su oficio, hará todo y sólo lo que le corresponde” (SC, 28-1).

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EL MISTERIO PASCUAL EN LOS SACRAMENTOS DE LA IGLESIA.

Toda la vida litúrgica de la iglesia gravita en torno al sacrificio eucarístico y los


sacramentos (SC 6). Hay en la Iglesia siete sacramentos: Bautismo, Confirmación,
Eucaristía, Penitencia, Unción de los Enfermos, Orden sacerdotal y Matrimonio.

Cabe entender que los sacramentos son signos eficaces de la gracia, instituidos
por Cristo y confiados a la Iglesia por los cuales nos es dispensada la vida divina. Los
ritos visibles bajo los cuales los sacramentos son celebrados significan y realizan las
gracias propias de cada sacramento. Dan fruto en quienes los reciben con las
disposiciones requeridas. En todo caso, la Iglesia celebra los sacramentos como
comunidad sacerdotal estructurada por el sacerdocio bautismal y los ministros
ordenados.

Es el Espíritu Santo quien dispone la recepción de los sacramentos por la Palabra de


Dios y por la fe que acoge la Palabra en los corazones bien dispuestos. Así los
sacramentos fortalecen y expresan la fe. En todo caso, el fruto de la vida sacramental es
a la vez personal y eclesial. (CEC 1131-1134)

Otras celebraciones litúrgicas: sacramentales

La Santa Iglesia instituyó, además, los sacramentales. Estos son signos sagrados con los
que, imitando de alguna manera a los sacramentos, se expresan efectos, sobre todo
espirituales, obtenidos por la intercesión de la Iglesia. Por ellos, los hombres se disponer
a recibir el efecto principal de los sacramentos y se santifican las diversas circunstancias
de la vida (SC 60). Aquí algunos ejemplos de sacramentales: agua bendita, crucifijos, el
rosario, etc.

1.2. LA PARTICIPACIÓN LITÚRGICA

La obra salvífica realizada por Cristo durante su vida terrestre, continúa


actualizándose ahora, aunque no de modo exclusivo en la liturgia, mediante el ejercicio
de su acción mediadora y sacerdotal. Participar en la liturgia es, por tanto, asociarse a
esta acción sacerdotal de Cristo, con la cual Dios es plenamente glorificado y el hombre
salvado. Desde un punto de vista negativo, la participación litúrgica no equivale a un
mero “estar en”, “asistir a”; mucho menos, sentirse como “extraños y mudos
espectadores” (SC, 48) en las acciones litúrgicas que se desarrollan.

En términos positivos comporta, asociarse a la acción santificadora y cultual que


realiza Cristo a través de unos ritos y oraciones. Esa participación ha sido designada por
los últimos Romanos Pontífices, por el Concilio y los cultivadores de la liturgia con una
variadísima terminología: participación activa, interna y externa, fructuosa, piadosa,

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plena, perfecta, etcétera. A medida que pasa el tiempo, parece que la terminología se va
decantando en el sentido de “participación consciente, piadosa y activa”.

La participación consciente consiste en descubrir y vivir, guiados por la fe, lo que


acontece en las acciones litúrgicas. La participación piadosa tiene lugar si en el
transcurso de la celebración los fieles están en actitud de comunicación con Dios,
nuestro Padre. La participación activa lleva consigo que los fieles tomen parte en el
diálogo, el canto, la oración y, sobre todo, escuchen religiosamente la Palabra de Dios,
y, en el caso de la Misa, reciban sacramentalmente el Cuerpo del Señor, aunque el no
comulgar sacramentalmente no excluye de la participación activa.

1.3. EL SIGNO LITÚRGICO

La liturgia es un diálogo entre Dios y su Pueblo: Dios anuncia y ofrece al hombre su


salvación, a la vez que le invita a aceptarla; el hombre, por su parte, escucha ese
mensaje y responde afirmativamente a la oferta salvífica que se le propone.

Pero la liturgia no es sólo diálogo; es también acción: Dios actúa y el hombre se


compromete. Esta acción divina y el correlativo compromiso humano se realizan sobre
todo en los sacramentos, signos privilegiados del encuentro del hombre con Dios en
Cristo, puesto que comunican infaliblemente la salvación. Sin embargo, existen otros
signos litúrgicos, como los sacramentales y ciertos gestos y actitudes del hombre. Más
aún, en cierto modo toda la liturgia es un signo. Signos son, en efecto, la comunidad
reunida, el obispo que preside la celebración, los ministros que cumplen su oficio, el
tiempo con su retorno diario, semanal y anual, los objetos y lugares de culto, etcétera.

En todo caso, la celebración litúrgica comprende signos y símbolos que se refieren a


la creación (luz, agua, fuego), a la vida humana (lavar, ungir, partir el pan) y a la
historia de la salvación (los ritos de la Pascua). Insertos en el mundo de la fe y asumidos
por la fuerza del Espíritu Santo, estos elementos cósmicos, estos ritos humanos, estos
gestos del recuerdo de Dios se hacen portadores de la acción salvífica y santificadora de
Cristo.

- Clases de signos litúrgicos


Los signos litúrgicos se agrupan en dos grandes bloques: sacramentales y no
sacramentales. Los primeros se identifican con los siete sacramentos, cuya institución,
naturaleza y eficacia tienen origen divino y no pueden ser alterados substancialmente
por la Iglesia, aunque ésta haya recibido de Cristo ciertos poderes sobre la estructura del
signo sacramental de algunos sacramentos. Los signos no sacramentales son todos los
demás. Podemos distinguir cuatro clases de signos litúrgicos: los que se relacionan con
los gestos y actitudes del cuerpo humano (la señal de la cruz, golpes en el pecho, las
unciones, imposición de ceniza, estar de pie-arrodillado-sentados, etc.); los que se
refieren a los elementos que se emplean para la celebración litúrgica (el pan y el vino, la
ceniza, incienso, vestiduras sagradas, colores litúrgicos, etc.); los que dimanan de los

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lugares sagrados (iglesia, bautisterio, cementerio, etc.) ; y los que derivan de las
personas que actúan en las acciones litúrgicas (obispos, presbítero, diáconos, lector, la
comunidad de los fieles, etc.).

Además, los cantos y la música están en estrecha conexión con la acción litúrgica.
Criterios para un uso adecuado de ellos son: la belleza expresiva de la oración, la
participación unánime de la asamblea, y el carácter sagrado de la celebración.
Asimismo, las imágenes sagradas, presentes en nuestras iglesias y en nuestras casas,
están destinadas a despertar y alimentar nuestra fe en el Misterio de Cristo. A través de
icono de Cristo y de sus obras de salvación, es a El a quien adoramos. A través de las
sagradas imágenes de la Santísima Madre de Dios, los ángeles y de los santos,
veneramos a quienes en ellas son representados (CEC 1191-1192).

1.4. EL SUJETO DE LA CELEBRACIÓN: LA ASAMBLEA

La asamblea litúrgica es una reunión de cristianos que ha sido convocada por la


Palabra de Dios, está presidida por un legítimo ministro, se encuentra congregada en un
lugar determinado para celebrar una acción litúrgica y goza de la presencia cualificada
de Cristo.

Según esto, sus elementos estructurales son los siguientes: a) la convocación, hecha por
Dios mismo; b) la presencia de Cristo; c) la proclamación de la Palabra de Dios, y d) el
sacrificio de la Nueva Alianza, si se trata de la asamblea eucarística, o un rito
sacramental que siempre tiene relación con la Eucaristía o la oración del pueblo que
expresa el sacrificio espiritual de los cristianos. Explicitemos un poco los dos primeros
elementos

- Diversas funciones dentro de la asamblea litúrgica


Aunque todos los miembros de la asamblea litúrgica pueden y deben participar de
modo consciente y piadoso, no todos pueden realizarlo todo. El motivo no es sólo ni
principalmente de carácter prudencial, es decir: las exigencias de un cierto orden
exigidas por toda celebración litúrgica; sino de tipo teológico, puesto que, por voluntad
institucional de Cristo, la Iglesia es jerárquica y, por tanto, una realidad en la que existe
diversidad de funciones, no obstante la igualdad radical de todos los bautizados.

Por este motivo, en las asambleas litúrgicas cada uno tiene un cometido específico.
Algunos ejercen un ministerio, otros no. Los primeros se llaman ministros y los otros
fieles. Los ministros pueden ser ordenados (Obispo, presbítero, diácono), instituidos
(lector, acólito) y de facto (quienes ejecutan algún ministerio litúrgico sin tener el título
oficial de ordenación o institución). Unos y otros deben realizar todo y sólo lo que les
corresponde (SC, 28).

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1.5. EL LUGAR DE LA CELEBRACIÓN

Cristo es el único y verdadero Templo donde el Pueblo de la Nueva Alianza realiza el


culto agradable al Padre. Sin embargo, el carácter social y visible de ese Pueblo, exige
lugares cultuales. En todo caso, los primeros cristianos celebraron la Eucaristía en sus
propias casas, pues carecían de lugares propios para el culto. En efecto, en una de esas
salas se hallaban reunidos los Apóstoles el día de Pentecostés (Act. 2, 46) y los
cristianos de Tróade, cuando san Pablo celebró con ellos la Eucaristía previa a su
partida (Act. 20, 7). Los cristianos de Roma siguieron el ejemplo de sus primeros
hermanos en la fe, reuniéndose en alguna de las casas de los patricios convertidos.

Sin embargo, el culto de la Iglesia no está ligado a un lugar exclusivo. Toda la tierra
es santa y ha sido confiada a los hijos de los hombres. Cuando los fieles se reúnen en un
mismo lugar, lo fundamental es que ellos son las piedras vivas. El Cuerpo de Cristo
resucitado es el templo espiritual de donde brota la fuente de agua viva. Incorporados a
Cristo por el Espíritu Santo, “somos el templo de Dios vivo” (2 Co 6, 16). Sin embargo
las iglesias visibles no son simples lugares de reunión, sino que significan y manifiestan
a la Iglesia que vive en ese lugar, morada de Dios con los hombres reconciliados y
unidos en Cristo. En esta casa de oración de Dios, la verdad y la armonía de los signos
que la constituyen deben manifestar a Cristo que está presente y actúa en este lugar
(CEC 1179-1181).

Según lo dicho hasta ahora, la naturaleza del lugar cultual exige una adecuada
ordenación de todos sus elementos, concretamente: el altar, la cátedra o sede, el ambón,
el lugar de los fieles y de los cantores, y el lugar de la reserva del Santísimo
Sacramento. Es por eso que el templo debe ser un espacio que invite al recogimiento y a
la oración silenciosa. También la Iglesia visible simboliza la casa paterna hacia la cual
el pueblo de Dios está en marcha y donde el Padre “enjugará toda lágrima de sus ojos”
(Ap 21, 4).

Para reflexionar:

- Como catequista: ¿soy consciente de la importancia de la liturgia en mi vida


cristiana?
- ¿Cómo vives la liturgia en tu parroquia, sobre todo la santa Eucaristía?

Leer:

Catecismo de la Iglesia Católica (CEC) 1066

Sacrosanctum Concilium (SC) 5

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SEMANA 2: AÑO LITÚRGICO

El año litúrgico es el tiempo que media entre las primeras vísperas de Adviento y la
hora nona de la última semana del Tiempo ordinario, durante el cual la Iglesia celebra
por medio de la Eucaristía diaria, los demás sacramentos, el Oficio divino y otras
acciones sagradas, el entero misterio de Cristo, desde su nacimiento hasta su última y
definitiva venida; venera con amor especial a la Santísima Virgen María, «unida con
vínculo indisoluble a la obra salvífica de su Hijo» (SC, 103); y recuerda a los mártires y
demás santos, exponentes cualificados de la fuerza salvadora del Misterio Pascual (cfr.
SC, 102-104). El año litúrgico es, pues, una realidad salvífica, aunque esté dividido en
unidades cronológicas el día, la semana y el año.

El año litúrgico es una unidad histórico salvífica en el que la Iglesia:


Celebra todo el misterio de Cristo:
o Encarnación.
o Navidad.
o Pasión, muerte y resurrección
o Ascensión.
o Pentecostés.
o Venida gloriosa.
Santifica el tiempo a través de las celebraciones que evocan y actualizan el Misterio de
Cristo vivido como:
Don salvífico.
Proyecto de transformación de la existencia humana.
Así la celebración ritual:
→ Regenera la historia.
→ Convierte el tiempo cósmico en ámbito para el encuentro con Dios.
→ Compromete a los creyentes en la transformación del mundo.
Nos dice el Concilio Plenario de Venezuela: “el Año Litúrgico es un itinerario de
conversión y crecimiento en la fe, que celebra la presencia, en modo sacramental y
vivo, del misterio de Cristo en el tiempo, y no un simple calendario en el que se
enumeran las celebraciones religiosas. Es el memorial de los acontecimientos con los
cuales se realizó en la historia el misterio de salvación. En el transcurso de un año la
Iglesia desarrolla todo el misterio del encuentro con Cristo Viviente” (CPV 10,65).

2.1. EL DOMINGO

El domingo es, desde el punto de vista histórico, la primera fiesta cristiana; más aún,
durante bastante tiempo fue la única. Los primeros cristianos comenzaron enseguida a
celebrarlo, pues ya hablan del domingo la primera carta a los Corintios (16, 1), el libro
de los Hechos (20, 27), la Didaché (14, 1) y el Apocalipsis (1, 10). La Iglesia celebra el
misterio pascual cada ocho días, en el día que se llama con razón “día del Señor o
domingo” (SC 106). El día de la Resurrección del Cristo es a la vez el primer día de la

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semana, memorial del primer día de la creación, y el octavo día en que Cristo, tras su
reposo del gran Sabbat, inaugura el Día que hace el Señor.

El domingo es el día por excelencia de la asamblea litúrgica, en que los fieles deben
reunirse para, escuchando la Palabra de Dios y participando en la Eucaristía, recordar la
pasión, la resurrección y la gloria del Señor Jesús y dar gracias a Dios, que los hizo
renacer a la esperanza viva por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos. (CEC
1166-1167). Así pues, desde los tiempos apostólicos el corazón del domingo ha sido la
Eucaristía. Cuando todavía era día laborable, no se concebía el domingo sin celebración
eucarística. En el momento en que se convirtió en día oficial de descanso, la Eucaristía
siguió ocupando el centro de la celebración dominical.

2.2. CICLOS LITÚRGICOS.

- Ciclo pascual

La Pascua, centro del año litúrgico.


o Es la institución cristiana más antigua después del domingo.
o Su nacimiento depende, según opiniones, de la Pascua prescrita en el
Antiguo Testamento; aunque con finalidad distinta, ya que celebra
solemnemente la muerte y resurrección de Cristo.
o Al principio, esta celebración anual consistía en una larga vigilia de oración,
que culminaba con la Eucaristía, momento en el que se hacía
sacramentalmente presente el Resucitado; después se incorporó la liturgia
bautismal (Fines del s. II y principios del s. III); por último, se incluyeron el
rito del lucernario y las composiciones para la bendición del cirio Pascual (s.
IV).
o Según el calendario Romano, la celebración de la Pascua comprende: La
Cuaresma, el Triduo sacro y la cincuentena Pascual.
o La Cuaresma comienza el Miércoles de Ceniza y concluye inmediatamente
antes de la misa vespertina In Coena Domini.
o El Triduo Sacro se extiende desde la misa In Coena Domini hasta las II
vísperas del Domingo de Resurrección.
o La cincuentena Pascual, discurre entre el Domingo de Resurrección y
Pentecostés.
Los domingos y ferias de Pascua.
Domingos II-VII: líneas litúrgicas.
o Mensaje Pascual de la Resurrección de Jesucristo.
o Alegría de la Iglesia por haber recuperado a su esposo.
o Nueva vida de los renacidos por el bautismo.
o Acción del espíritu en la comunidad cristiana y en el corazón de cada
creyente.

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o Los temas teológicos de las ferias se corresponden con las grandes
líneas enunciadas por los domingos y la complementan, si bien los
días posteriores a la Ascensión, tienen un marcado carácter
Pneumato-lógico.
La Ascensión del Señor.
o Antes del s. IV formaba parte de la cincuentena pascual, como hecho
ligado a la venida del Espíritu Santo prometido a los Apóstoles. Por
ello el último día de la cincuentena se celebraba conjuntamente la
Ascensión y Pentecostés.
o A finales del s. IV se generaliza su celebración como fiesta con
fisonomía propia.
o La actual solemnidad litúrgica se funda en los relatos bíblicos del
acontecimiento histórico (Lc 24,50-53; Hch 1,3ss), con doble
proyección:
Cristológica: exaltación de Cristo.
Eclesiológica: La gloria alcanzada por la cabeza y participaba
por todo el cuerpo, primero en prenda y luego en plenitud.
o Esta celebración permanece estrictamente unida a la Encarnación,
porque, sólo el que salió del padre puede volver al Padre.
Pentecostés.
o Hasta el S. IV toda la cincuentena Pascual conmemoraba Pentecostés, aunque
puede pensarse que el día de su clausura se celebraba con especial solemnidad.
o En el S. IV se comienza a vivir en Roma una vigilia de Pentecostés de idéntica
solemnidad a la Vigilia Pascual confiriéndose en ella los sacramentos de la
iniciación cristiana. Con ello esta celebración adquiere una fisonomía litúrgica
propia.
o La vigilia se celebró originariamente durante la noche con la siguiente
estructura:
→ Liturgia de la Palabra; liturgia Bautismal y liturgia Eucarística-
o La actual liturgia ha querido recuperar la primitiva fisonomía de la clausura de la
cincuentena, de aquí que no enfatice Pentecostés, aunque no se olvida que este
día se consuma la Pascua de Cristo con la efusión del Espíritu Santo que se
manifiesta, da y comunica como persona divina.
o La liturgia desarrolla dos grandes temas:
→ El cumplimiento definitivo de La Nueva Alianza por medio de Jesucristo
y del Espíritu Santo.
→ Y la manifestación de la Iglesia ante el mundo fundada por la Palabra y
la Sangre de Cristo y garantizada por el testimonio del Espíritu Santo que
impulsa a los apóstoles a predicar las maravillas de Dios.

- Ciclo de navidad.

Aparece en el S. IV en torno a la memoria de la encarnación y manifestación de


Dios entre los hombres;
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Aunque posterior, autónomo e independiente del ciclo de Pascua, tiene una
profunda vinculación teológico-litúrgica, ya que ambos celebran el mismo misterio
de la Redención, aunque de ópticas distintas y complementarias, pues el Dios
encarnado del ciclo navideño, es el mismo que morirá y resucitará en la Pascua.
Navidad es, pues el comienzo de la salvación, y Pascua, su plenitud.
Históricamente, este ciclo se organiza a partir de la celebración de la fiesta de
Navidad en Occidente y de Epifanía en Oriente; el mutuo intercambio de fiestas
dio lugar a una celebración duplicada del misterio; por último se introduce un
período de preparación para la navidad y una octava.
En la actualidad el ciclo de navidad comprende: Tiempo de adviento y el de
navidad.

El Tiempo de Adviento.

El término ADVENTUS (Parusía).


Origen pagano que desde el punto de vista cultural significaba la venida
anual de la divinidad a su templo para visitar a sus fieles.,
En el lenguaje cortesano designaba la primera visita oficial de un
personaje importante con motivo de su nombramiento o toma de
posesión.
En la liturgia cristiana de los primeros siglos se usa para designar la
venida de Cristo en la carne, que inauguraban los tiempos mesiánicos, y
su advenimiento glorioso al final de los tiempos, con el que se coronaría
su obra redentora. (nace en España y Francia a finales del siglo IV).
ADVENTUS, NATALE, EPIPHANÍA., expresan por tanto la misma
realidad fundamental. Seguidamente, el término Adventus, sería
interpretado como tiempo preparatorio a la Navidad, similar a la
Cuaresma: con penitencias y ayunos.
En la actualidad, la liturgia Romana cuenta con un Adviento de 4
semanas desde las primeras vísperas del domingo más próximo al 30 de
noviembre hasta las primeras vísperas del día de navidad, y está dividida
en dos partes.

I Parte: Conmemora la segunda venida del Mesías y se extiende hasta el


16 de diciembre.
II parte: Comprende desde el 17 al 24 de diciembre y se ordena de modo
más directo a preparar la navidad.

El Tiempo de Navidad.

La fiesta de navidad (aprox. histórica).


Surge en Roma hacia el año 336 según atestigua el texto del Cronógrafo
Romano del año 354 (Filócalo).

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Más tarde (S. V) se difunde en África, Milán, España y Francia, Antioquia,
Constantinopla y Alejandría.
A diferencia de la Pascua, la Navidad se celebró en día fijo, concretamente
el de las VIII Kalendas Ianuaris, es decir el 25 de diciembre.
Nace con la intención de oponer una fiesta cristiana a la del “Solo Invitus”,
símbolo de la última resistencia del paganismo.
Sentido originario: celebrar el nacimiento, según la carne, de Jesucristo en
Belén, honrando al Verbo Encarnado y a su Madre, y evocando también los
acontecimientos que lo acompañaron:
• La adoración de los pastores y magos.
• La muerte de los inocentes.
Cuando la liturgia Romana comienza a festejar el 06 de enero (2ª mitad del S.
IV), trasladó a dicha fiesta el recuerdo de la adoración de los magos, -tema
central de la Epifanía-, reservando para el 25 de diciembre sólo el
nacimiento del Señor y la adoración de los Pastores.
Más tarde, el nacimiento sirvió también como expresión litúrgica de la
Verdad dogmática del Conc. de Calcedonia (451) acerca de las dos
naturalezas de Cristo.
Durante los S. V-VII, surge en Roma la costumbre de una triple celebración
litúrgica de navidad. Las tres misas celebradas por el Papa en Santa María la
Mayor; santa Anastasia y San Pedro, eran exclusiva de la liturgia Papal, y
estaban vinculadas al culto estaminal local. Al imponer Carlos Magno la
liturgia Romana en todo el imperio, las tres misas se generalizaron en
Occidente, universalizándose tal praxis en el S. XVI.
El día de la Octava de Navidad probablemente la introduce Bonifacio IV
(608-615), aunque en los libros litúrgicos aparece antes del S. VIII; al
principio, dicho días estuvo consagrado a honrar la memoria de la
maternidad divina de María para luego celebrarse la circuncisión del Señor.
Actualmente la celebración de Natale Domini cuenta con la siguiente
estructura:
Misa de la Vigilia.
Misa y oficio del día.
Octava.
Ferias después de la octava.
Domingo comprendido entre el 02 y el 05 de enero.

El tiempo Ordinario.

o Es una de las partes del año litúrgico que ha experimentado una transformación
mayor en la reforma litúrgica Post-conciliar.
o Considerado como tiempo menor o “no fuerte”, en comparación con otros
tiempos, es lo bastante importante para que sin él quedase incompleto el sagrado
recuerdo que la Iglesia hace de la obra de la salvación efectuada por Cristo en el
curso del año (Cf SC 102).

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o Desarrolla el misterio pascual de Cristo de modo progresivo y profundo y, si
cabe, con mayor naturalidad aún que otros tiempos.
o Por eso el valor del Tiempo Ordinario está con sus 34 semanas, un continuo
celebrativo a partir del episodio del Bautismo del Señor, para reconocer paso a
paso la vida de la salvación revelada en le existencia de Jesús.
o La primera parte comienza el lunes siguiente del bautismo del Señor hasta el
martes, antes del miércoles de Ceniza; la segunda parte, siguiendo con la
primera, se inicia el lunes después del domingo de Pentecostés y termina antes de
las primeras vísperas del Domingo I de Adviento.
. María en el misal del concilio Vaticano II.
→ Presenta cinco grandes fiestas:
o Presentación: 2 de Febrero.
o Anunciación: 25 de Marzo.
o Maternidad: 1° de enero.
o Asunción: 15 de Agosto.
o Inmaculada: 8 de Diciembre.
→ Tres celebraciones que conmemoran acontecimientos salvíficos en los
que María estuvo estrechamente vinculada a su Hijo:
o Natividad de María: 8 de septiembre.
o Visitación: 31 de Mayo.
o Virgen de los dolores: 15 de septiembre.
→ Cuatro memorias o fiestas vinculadas a motivos de culto local o
celebradas originariamente por familias religiosas que después han
adquirido un carácter más o menos universal:
o Dedicación de Santa María la Mayor: 05 de Agosto.
o Nuestra Señora de Lourdes: 11 de febrero.
o Nuestra Señora del Carmen: 16 de julio.
o Nuestra Señora del Rosario: 07 de Octubre.
→ Finalmente dos festividades que tiene alto valor ejemplar o manifiestan
alguna orientación del culto contemporáneo popular:
o Presentación de María en el Templo: 22 de noviembre.
o Inmaculado Corazón de María: sábado siguiente al corazón de
Jesús.
→ Criterios adoptados para realizar la reforma:
1. La mayor o menor vinculación de María con la obra del Hijo, ha
determinado la categoría de las celebraciones; así se distinguen tres
grados:
Solemnidades y fiestas, donde María es protagonista asociada a
su Hijo en los misterios de la Encarnación y Redención.
Memorias que celebran misterios particulares de María o ratifican
grandes devociones tradicionales: María Reina, Nuestra Señora
del Rosario, Presentación de María…

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Celebraciones devocionales nacidas en el seno de alguna
comunidad religiosa o santuario Mariano: Lourdes, Corazón de
María, del Carmen…

Los santos en el culto de la Iglesia.

(Los testigos de la resurrección: Mártires y Santos).


→ En los santos se prolonga, actualiza y desarrolla la Pascua del Señor.
→ El misterio de Cristo y el misterio de los santos forman un mismo y único
misterio: el misterio del Cristo total. Por eso, una reflexión sobre la celebración
anual de los misterios o, mejor, del misterio pascual de Cristo no puede dejar de
lado una referencia clara y explícita a la memoria sanctorum.
→ Se señalan a continuación, las líneas de fuerza, los grandes criterios que han
inspirado la formación del santoral.

2.3. LA LITURGIA DE LAS HORAS

Fiel y obediente al mandato de Cristo de que hay que orar siempre sin desanimarse, la
Iglesia responde al mandato de Cristo no sólo con la celebración eucarística, sino
también con otras formas de oración, principalmente con la Liturgia de las Horas, la
cual, tiene como característica propia la de servir para santificar el curso entero del día y
de la noche, y todo el esfuerzo humano. Por eso, la reforma de la liturgia ha procurado
que en lo posible las Horas respondan de verdad al momento del día, y tengan en cuenta
al mismo tiempo las condiciones de la vida actual (Oficio de lectura, laudes, hora
intermedia, vísperas y completas) (CEC 1174)

Relación entre la Liturgia de las Horas y la eucaristía

El oficio viene a ser el complemento de la Misa y de los sacramentos. El culto a Dios,


que en estos se halla como condensado, lo ofrece el oficio divino diluido, extendiendo a
todo el día la virtud cultual y santificadora del sacrificio eucarístico. Además que la
celebración eucarística se ve ayudada por la liturgia de las horas que acrecienta en los
fieles las disposiciones necesarias para la celebración del sacrificio eucarístico, como
son la fe, la esperanza, la caridad, entre otros.(CEC 1178)

Función sacerdotal de Cristo en la Liturgia de las Horas

Cristo en el Espíritu Santo realiza la obra de la redención y la glorificación a Dios


también en la liturgia de las Horas, donde se hace presente en la asamblea congregada,
en la palabra de Dios que se proclama y “cuando la Iglesia suplica y canta salmos”.

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La santificación humana

Los que participan en la Liturgia de las Horas pueden hallar una fuente abundantísima
de santificación, donde Dios habla a los hombres, y su pueblo le responde con cantos y
oraciones. Santificación que viene dada por la Palabra de Dios, de la cual esta penetrada
la Liturgia de las Horas, no solo por las lecturas que posee, sino también en las
oraciones, preces, entre otros. Por tal razón, es un espacio privilegiado para alimentar la
fe de los fieles.

En la Liturgia de las Horas, la Iglesia, desempeñando la función sacerdotal de Cristo,


que ofrece a Dios el sacrificio de alabanza. Por tanto, quienes participan, no solo
cumplen el cumplen el deber de la Iglesia, sino también participan del altísimo honor de
la Esposa de Cristo, alabando a Dios en su nombre.

En la Liturgia de las Horas proclamamos nuestra fe, expresamos y nutrimos nuestra


esperanza, participamos en cierto modo del gozo de la perpetua alabanza y del día que
no conoce ocaso, es decir, la que tributa a Dios la Iglesia Celestial. Porque la estrecha
unión que se da entre nosotros y la Iglesia celestial se lleva a cabo cuando “celebramos
juntos, con fraterna alegría, la alabanza de la divina majestad”.

Súplica e intercesión

Además de la alabanza a Dios, la Iglesia expresa en la Liturgia la oración de intercesión


y suplica por la salvación de todo el mundo, la cual se hace en nombre de Cristo, esto
es, por nuestro Señor Jesucristo, continuando así las plegarias y súplicas que Cristo
presentó al Padre durante su vida mortal. Y conduciendo las almas a Dios, no solo por
la caridad, y el ejemplo, sino además por la oración. Esto último adquiere mayor
relevancia en los Obispos y Sacerdotes, llamados a orar por su grey.

Cumbre y fuente de la acción pastoral

Las tareas apostólicas se ordenan “a que todos; una vez hechos hijos de Dios por la fe y
por el bautismo, se reúnan, alaben a Dios en medio de la Iglesia, participen en el
sacrificio y coman la cena del Señor”. Aprovechando del manantial de vida cristiana
que es la Liturgia de las Horas, la cual se nutre de la mesa de la sagrada Escritura y de
las palabras de los santos, y se robustece con las plegarias. Contribuyen de modo
misterioso y profundo al crecimiento del pueblo de Dios.

Que la mente concuerde con la voz

La celebración del Oficio debe ser digna, atenta y devota, de forma que la mente
concuerde con la, voz para poder adueñarse de las gracias que esta posee. Por tanto se
debe ser diligente para cooperar con la gracia divina para que esta no caiga en el vacío.

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Los que celebran la liturgia de las horas

La Liturgia de las Horas no es una acción privada, sino que pertenece a todo el cuerpo
de la Iglesia. Su celebración eclesial alcanza el mayor esplendor, cuando con su obispo,
rodeado de los presbíteros y ministros, la realiza una Iglesia particular. Por tanto, los
que han recibido el orden sagrado o están provistos de un peculiar mandato canónico les
incumbe convocar a la comunidad y dirigir su oración: “procuren que todos los que
están bajo su cuidado vivan unánimes en la oración” (CEC 1175). Un puesto destacado
ocupan Las comunidades de canónigos, monjes, monjas y demás religiosos representan
de modo especial a la Iglesia orante: reproducen más de lleno el modelo de la Iglesia,
que alaba incesantemente al Señor con armoniosa voz, y cumplen con el deber de
trabajar, principalmente con la oración.
También se recomienda la celebración con los fieles laicos celebren aunque sea una
parte de las Liturgia de las Horas. Aprendiendo así que en la acción litúrgica adoran al
Padre en espíritu y verdad. Y por último se recomienda a la Familia, como Iglesia
domestica oren en común, y si se pudiera con algunas partes de la Liturgia de las Horas.

Para reflexionar:

- ¿Cómo catequista, enseño la importancia de cada tiempo litúrgico, y qué


elementos pedagógicos utilizo en la catequesis para adaptarlos a cada tiempo
litúrgico?

Leer:

CEC 1163
SC 102

SEMANA 3: LA LITURGIA Y CATEQUESIS

La liturgia es una de las fuentes esenciales e indispensables de la catequesis de la


Iglesia, no sólo porque la catequesis puede tomar de ella contenidos, lenguajes, gestos y
palabras de fe, sino sobre todo porque se pertenecen mutuamente en el acto mismo de
creer. La liturgia y la catequesis, entendida a la luz de la Tradición de la Iglesia, aunque
cada una tiene su propia especificidad, no deben yuxtaponerse, sino que deben
entenderse en el contexto de la vida cristiana y eclesial, y ambas están orientadas a
hacer vivir la experiencia del amor de Dios.

La liturgia es “el lugar privilegiado de la catequesis del pueblo de Dios” (CEC 1074)
Esto no debe entenderse en el sentido de que la liturgia deba perder su carácter
celebrativo y transformarse en catequesis o que la catequesis sea superflua. Si bien es
cierto que las dos contribuciones mantienen su especificidad, debe reconocerse que la

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liturgia es fuente y culmen de la vida cristiana. La catequesis, de hecho, comienza con
un primer encuentro efectivo del catequizando con la comunidad que celebra el
misterio, y esto equivale a decir que la catequesis tiene su pleno cumplimiento cuando
participa en la vida litúrgica de la comunidad. No se puede, por tanto, pensar la
catequesis sólo como preparación para los sacramentos, sino que debe ser entendida en
relación con la experiencia litúrgica. “La catequesis está intrínsecamente unida a toda la
acción litúrgica y sacramental, porque es en los sacramentos y sobre todo en la
eucaristía donde Jesucristo actúa en plenitud para la transformación de los hombres”
(CEC 1074). Por lo tanto, la liturgia y la catequesis son inseparables y se nutren
mutuamente.

El camino formativo del cristiano, como lo atestiguan las Catequesis mistagógicas de


los Padres de la Iglesia, siempre tuvo un carácter vivencial, sin descuidar, la inteligencia
de la fe. El encuentro vivo y persuasivo con Cristo anunciado por testigos auténticos era
determinante. Por tanto, quien introduce en los misterios es, ante todo, un testigo. Este
encuentro tiene su fuente y su culmen en la celebración de la Eucaristía y se profundiza
en la catequesis. La necesidad de un itinerario mistagógico parte de esta estructura
fundamental de la experiencia cristiana, de la cual surgen tres elementos esenciales:

a. la interpenetración de los ritos a la luz de los eventos salvíficos, de acuerdo con


la Tradición de la Iglesia, releyendo los misterios de la vida de Jesús, y en
particular su misterio pascual, en relación con todo el recorrido
veterotestamentario;
b. la introducción al significado de los signos litúrgicos, a fin de que la catequesis
mistagógica despierte y eduque la sensibilidad de los fieles en el lenguaje de los
signos y gestos que, unidos a la palabra, constituyen el rito;
c. la presentación del significado de los ritos en relación con toda la vida cristiana,
para hacer evidente el vínculo entre la liturgia y la responsabilidad misionera de
los fieles, y hacer crecer la conciencia de que la existencia de los creyentes se
transforma gradualmente por los misterios celebrados. Sin embargo, la
dimensión mistagógica de la catequesis no se reduce a la simple profundización
de la iniciación cristiana después de haber recibido los sacramentos, sino que
también incluye la inserción en la liturgia dominical y en las fiestas del año
litúrgico con las que la Iglesia alimenta a los catecúmenos y a los niños
bautizados mucho antes de que puedan recibir la Eucaristía o acceder a una
catequesis orgánica y estructurada.

Reflexionar:

“LA CATEQUESIS ESTÁ INTRÍSICAMENTE UNIDA A TODA LA ACCIÓN


LITURGICA Y SACRAMENTAL, PORQUE ES EN LOS SACRAMENTOS, Y
SOBRE TODO EN LA EUCARISTÍA, DONDE JESUCRISTO ACTÚA EN
PLENITUD PARA LA TRANSFORMACIÓN DE LOS HOMBRES”
Juan Pablo II, exh. Ap. Catchesi tradendas, 23.

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- ¿Qué herramientas utilizarías para que la catequesis refuerce las enseñanzas
de los sacramentos, sobre todo, el de la santa Eucaristía?

Leer:

Nuevo Directorio de Catequesis (NDC) 95


CEC 10

BIBLIOGRAFÍA

- ABAD IBAÑEZ, J.A; GARRIDO. M. Iniciación a la liturgia de la Iglesia


(1988). Editorial: Pelícano, Ed. 4ta, Madrid: España.
- CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA
- CONCILIO VATICANO II, Const. Sacrosanctum Concilium
- PONTIFICIO CONSEJO PARA LA PROMOCIÓN DE LA NUEVA
EVANGELIZACIÓN, Directorio para la Catequesis, 23 de marzo 2020.

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