Pequeñas Dosis 1-Clavo

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 4

PEQUEÑAS DOSIS 12

CLAVO

Fernando (hombre maduro), propietario de una ferretería. Marina (chica joven),


postulante.
Interior de la Ferretería. Fernando ha bajado la cortina metálica, sólo queda abierta la
pequeña puerta central, a través de la cual se comunica con Marina, que desde afuera,
quiere entrar.

Fernando: A las cuatro vuelvo a abrir.


Marina: A la tarde no puedo, por favor, es un minuto.
Fernando: (Abriendo resignado la pequeña puerta) Cuidado con la cabeza.
Marina: (Entrando) Gracias.
Fernando: ¿Qué te doy?
Marina: Cinco metros de soga de polipropileno de tres milímetros.
Fernando: (Va a buscar la mercadería) Por lo menos la tenés clara, piba, vamos a hacer
rápido.
Marina: Además de la soga, vengo por el cartelito de vendedor que tiene en la
vidriera.
Fernando: Ah! ¿qué es…? ¿para tu hermano? ¿o para tu novio?
Marina: Para mí.
Fernando: Pero pido un muchacho ¿no leíste bien?
Marina: La edad la tengo y sé de ferretería más que cualquier varón. Soy hija de
ferretero.
Fernando: Entonces trabajá con tu papá, yo acá necesito un muchacho. Teatro: Teoría y práctica. Nº 008
Marina: A mi papá lo perdí.
Fernando: Uy, disculpame, no me imaginé. Lo siento mucho.
Marina: Está bien, no es nada. (Pausa. Luego señalando una foto que cuelga de
la pared) ¿Esos que están en la foto con usted son sus hijos?
Fernando: Sí.
Marina: ¿Y ellos no lo ayudan?
Fernando: No, ellos estudian.
Marina: Podrían estudiar y trabajar acá.
Fernando: A ellos no les gusta el rubro. Yo no tuve la suerte que tuvo tu papá. (Le
entrega la soga) Dos pesos.
Marina: Si usted me toma, de entrada nomás le puedo clasificar esos clavos y
tornillos que tiene ahí, que los debe haber comprado a granel en algún
13 Adriana Genta

remate y están todos mezclados. Por lo que puedo ver desde acá nomás…
hay tornillos de broca cincados, de hierro galvanizado, de madera dowel,
ahí veo… cabeza redonda, barraqueros y los clavos también son un montón…
terranos, de volcanita, para duplex, hasta clavos hilti hay.
Fernando: ¡Mirá vos, piba, cómo entendés...!
Marina: Conozco de mercadería para construcción, para plomería, madera,
bricolage, electricidad… ¿Sabe todo lo que podría ayudarlo?
Fernando: Pero es que este es un rubro de hombres. Los clientes quieren ser atendidos
por hombres. A no ser que sean muy babosos y se entusiasmen con una piba
linda como vos. Pero ahí se me complicaría a mí ¿no? Tendría que ajustar a
más de uno.
Marina: ¿Y las clientas mujeres? Cada vez vienen más señoras a las ferreterías
porque los maridos no les cambian ni un cuerito o no tienen maridos y
tienen que arreglarse solas. Y ustedes los hombres le pierden la paciencia
porque las mujeres no saben cómo pedir. Dicen “quiero una cosita redonda
que tiene después como un cabo alargado, no muy largo y de ancho así
como un tallo de perejil”. Y ustedes ahí ya las quieren matar. Y si les pierden
la paciencia pierden la venta. En cambio yo podría interpretarlas mejor,
porque las entiendo a ellas y entiendo de esto. Si la mujer se siente
respaldada por la ferretería de confianza, se anima a hacer ella el trabajo,
sino, llama a que se lo hagan y ahí usted ya no le va a vender nada.
Fernando: Piba, te felicito, sos muy despabilada.
Marina: Usted nota que lo llevo en la sangre ¿no?
Fernando: Se ve que te gusta el rubro, sí señor.
Marina: Y también tengo formación. Hice la escuela técnica. Leí cientos de catálogos
y estoy suscripta a las revistas Ferresur y Ferretero News. Me leí de arriba
Teatro: Teoría y práctica. Nº 008

abajo la guía de la industria y fui a Expo-ferretera 2004, 2005 y 2006...


Fernando: De corazón, te tomaría. Pero pasa que además yo necesito que mi vendedor
haga todo el trabajo físico duro, hay que acarrear mercadería y levantar
elementos muy pesados, porque yo de tanto hacer esos esfuerzos ando muy
jodido de la columna.
Marina: Pero yo aunque no parezca soy…
Fernando: No, ya ahí no me digas nada, porque yo sería incapaz de pedirle a una dama
que ande cargando pesos. Soy un caballero.
Marina: Quiero trabajar con usted. Por favor. ¿Sabe las veces que pasé por la
puerta o me quedé en el barcito de ahí enfrente mirando y mirando para acá
porque quería entrar y no me animaba? Y lo miraba… cómo usted preparaba
la mercadería o atendía a los clientes o se tomaba unos mates. Yo quiero
PEQUEÑAS DOSIS 14

trabajar con él, pensaba. Pensaba… y lo pienso ahora: yo quiero trabajar con
usted. Por lo menos que me pruebe.
Fernando: Mirá… ¿cómo te llamás?
Marina: Marina.
Fernando: Mirá, Marina, yo ya tuve una mala experiencia y decidí no emplear más
mujeres en mi negocio y cuando yo tomo una decisión la cumplo. Soy hombre
de una sola palabra. Y mi palabra es no. Hagamos una cosa: te regalo la soga
en recuerdo de esta agradable charla (le entrega la soga). Pero ahora, tengo
que cerrar. Sino, me voy a quedar sin almuerzo.
Marina: Por favor no me eche.
Fernando: ¡Pero…! No te estoy echando… no te lo tomes así, muchacha. Además,
cuando quieras darte una vuelta por acá, venís y conversamos otro rato.
Marina: No hay otro día para mí. Si no consigo trabajo ya, me tengo que volver a
Tandil.
Fernando: Bueno, bueno, no te desesperes… (Va hacia la puerta y la abre) Ya va andar
todo bien. (Invitándola a salir) Pasá. Cuidado con la cabeza.
Marina: (No sale) Ya me rechazó una vez. No me rechace otra.
Fernando: Piba, no sé de qué hablás, pero cortémosla acá. Esto no da para más, no me
hagás perder la paciencia.
Marina: (Resistiéndose a salir) Eva Núñez. (Pausa, Fernando queda paralizado y en
guardia) Se acuerda de Eva Núñez ¿No?
Fernando: ¿Qué querés?
Marina: Hablar con usted.
Fernando: Ya estás hablando, decí…
Marina: Así no… No me trate mal… por favor…
Fernando: (Bajando el tono, conteniéndose) ¿Qué querés? Teatro: Teoría y práctica. Nº 008
Marina: Yo sé que Eva Núñez trabajó acá y fue su amante y quedó embarazada. Y
usted la echó para no tener líos con su mujer y no le pagó indemnización
pero le dio la plata para el aborto.
Fernando: ¿De dónde sacaste todo ese cuento?
Marina: Yo soy ese aborto.
Fernando: ¿Cómo?
Marina: Con la plata que usted le dio, mi mamá se fue lejos y me tuvo.
Fernando: (Mascullando) ¡Qué hija de puta!
Marina: ¡¿Ella?!
Fernando: Si te mandó para sacarme guita andate y decile que no me joda. Que no hay
un mango.
Marina: Mi mamá ni sabe que vine. Es cosa mía. Y no quiero su plata ¿no se da cuenta
15 Adriana Genta

que no es su plata lo que quiero?


Fernando: ¿Entonces qué? ¿Querías que te diera el laburo para meterte en mi vida?
(Cayendo en cuenta) Y encima tomándome el pelo… “soy hija de ferretero”…
Marina: Y soy hija de ferretero.
Fernando: Eso está por verse.
Marina: ¿Sabe qué fácil es probarlo con el ADN? Si me hubiera querido meter en su
vida o sacarle plata ya lo hubiera hecho antes. Podía haberle hecho un juicio
por paternidad. Podía haberlo chantajeado con decirle algo a su mujer o a
sus hijos. Pero ni mamá ni yo nunca lo molestamos, nunca le reclamamos
nada… Yo sólo quería conocerlo. Que me viera. Que usted supiera que yo
existo. Y que se diera cuenta de todo lo que sé de ferretería. Sólo quería que
me mirara.
Fernando: Bueno, te diste el gusto. Pero ahora, perdoname, no puedo seguir con esto.
Yo ya tengo mi vida y mis obligaciones. Y no me gustó nada que hablaras de
mi mujer y de mis hijos. ¡Cuidadito con ellos! No es mi culpa si tu madre
tomó decisiones sola e hizo lo que se le cantó, contra mi voluntad.
Marina: ¡Su voluntad era que yo no existiera...!
Fernando: No lo pongas así. A vos te envenenaron la cabeza pero yo no quiero discutir.
Marina: Si usted tiene otra versión, dígame todo lo que tenga para decirme, ¡por
favor!
Fernando: No tengo nada para decir.
Marina: ¡Por favor!
Fernando: (Terminante, abriendo la puerta y sosteniéndola) Esta visita terminó.
Marina: (Duda, luego sale, pero vuelve a asomar la cabeza) Esto no terminó…
“papá”... Esto recién empieza.
Teatro: Teoría y práctica. Nº 008

También podría gustarte