Los Movimientos Migratorios en El Mundo
Los Movimientos Migratorios en El Mundo
Los Movimientos Migratorios en El Mundo
En la historia de la humanidad las migraciones han sido parte de una dinámica que se ha
desarrollado, ya sea por distintas causas, desde la supervivencia del ser humano hasta por
movimientos sociales, siendo muy difícil de analizar, ya que se presentan diversos factores
que afectan en diversas escalas, desde lo local a lo global, repercutiendo en los estilos de
vida de los actores que se involucran.
En estos tiempos los flujos migratorios se propician en todas partes del mundo, ya sea
internamente en un país, del campo a la ciudad, de país a país o dentro de una región,
teniendo sus diversas modalidades y causas, por lo cual las consecuencias de estos movi-
mientos, bien pueden ser cuestionados, surgiendo varios puntos de vista desde lo econó-
mico hasta lo cultural, afectando de manera directa el origen y Ilegada de los migrantes
donde actualmente la migración internacional es la que predomina.
Esta historia comenzó en el Paleolítico, hace entre 60 000 y 70 000 años, cuando el último
periodo glacial —que concluyó hace unos 12 000 años— generó grandes perturbaciones
climáticas en todo el planeta. Las praderas del norte de África se convirtieron en un gran
desierto que obligó a los pocos miles de seres humanos que ahí habitaban a emigrar hacia
otros territorios (ahora clasificados como continentes) en busca de refugio y alimento.
Poco a poco este grupo de cazadores recolectores superó la amenaza y se multiplicó. Así,
tal como lo hicieron algunos de sus antecesores, entre ellos el Homo erectus, que llegaron a
Europa y Asia cientos de miles de años antes, los Homo sapiens tuvieron también múltiples
desplazamientos y mezclas de poblaciones fuera de África. Aquella sería sólo la primera
entre una oleada de migraciones que condujeron a nuestra especie a adaptarse a distintos
climas y hábitats, desarrollar tecnologías y extender su huella por prácticamente todos los
rincones del planeta.
Los movimientos migratorios persisten, aunque ahora con circunstancias, causas y efectos
diferentes a los que probablemente motivaron a nuestros ancestros a dejar su cuna
africana. Los seres humanos nos forjamos como especie migrante y lo seguiremos siendo,
aunque en fechas recientes políticos y caudillos de varias naciones atribuyen a este
fenómeno el origen de muchos males. Al contrario: las evidencias de investigaciones de
distintas disciplinas, plasmadas en documentos de la Organización de las Naciones Unidas
(ONU) y del Banco Mundial, por ejemplo, demuestran que las migraciones no deterioran ni
empobrecen, sino que enriquecen (en un sentido sociocultural, económico y genético) a sus
comunidades de origen y destino.
Causas múltiples
En el pasado prehistórico los cambios climáticos detonaron las migraciones; siglos después,
la expansión de los imperios y las grandes potencias coloniales dieron un poderoso aliciente
económico a este fenómeno. En el mundo actual, en el que los sistemas de comunicaciones
y transportes facilitan los desplazamientos, las razones para migrar son múltiples: desastres
por fenómenos naturales, desempleo, desigualdad, conflictos armados…
Esta situación, advierte la académica, propicia que muchas mujeres busquen a través de la
migración alternativas para escapar de los contextos de exclusión que viven en sus
comunidades de origen.
Sin embargo, apunta Cruz Piñeiro, a partir de la crisis hipotecaria que se desató en ese país
en 2007 ha habido un marcado descenso en el flujo de mexicanos a Estados Unidos. La
tendencia se ha mantenido y ahora la cifra no rebasa los 150 000 emigrantes por año.
Genes y cultura
“Desde sus orígenes, nuestra especie se ha constituido como tal en un contexto de
migración y cambio climático a través de diversos procesos”, sostiene el antropólogo físico
Víctor Acuña Alonzo, de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH).
El fundador del Laboratorio de Genética Molecular de la ENAH destaca entre esos procesos
las habilidades para aprender y transmitir conocimientos y después la diversificación del
Homo sapiens, que se dio a partir de las migraciones de poblaciones humanas inicialmente
dentro de África y después fuera del continente.
“Muchas de las particularidades de lo que nos define como especie son las adaptaciones
que se dieron por el hecho de dejar el ambiente arborícola donde vivían otras especies de
primates relacionadas con nosotros”, agrega Acuña. Por ejemplo: al salir de su hábitat
original en los árboles y adaptarse a distintos climas y modos de supervivencia, el Homo
sapiens se diferenció de otros primates como el chimpancé y adquirió rasgos distintivos
como la locomoción bípeda (andar en dos pies), la pérdida de vello corporal y el aumento en
el tamaño relativo del cerebro.
Más tarde, a esta diversificación física asociada con las migraciones —que inicialmente
tenían propósitos exploratorios y luego dieron paso a nuevos asentamientos— se sumó la
diversificación de las culturas y el desarrollo de un intenso intercambio que abarcó desde la
información genética y los objetos materiales hasta la lengua y las costumbres.
Al analizar los rastros de esta enorme variabilidad genética humana y compararlos con
datos geográficos y lingüísticos, científicos como el genetista italiano Luigi Luca Cavalli-
Sforza han podido reconstruir el árbol genealógico de nuestros ancestros y las rutas que
siguieron durante sus migraciones.
“Así como los arqueólogos tienen una estratigrafía (estudio de la superposición de capas o
estratos de terreno), podemos hablar de una estratigrafía de poblaciones: en diferentes
periodos, cada lugar se ha conformado con la llegada de migrantes que trajeron no sólo sus
variaciones genéticas, sino también muchas contribuciones culturales”, refiere Acuña
Alonzo.
Riqueza y diversidad
Por su parte la antropóloga y genetista Karla Sandoval Mendoza, del Laboratorio Nacional
de Genómica para la Biodiversidad (Langebio) del Cinvestav, ubicado en Irapuato,
Guanajuato, considera que la apertura de este abanico de variabilidad genética asociado
con las migraciones humanas resultó provechoso en la medida que a través del mestizaje
detonó una enorme riqueza genética y cultural.
“Una excesiva homogeneidad genética (similaridad en los genes) se traduce en una mayor
probabilidad de que aparezcan enfermedades de origen genético”. Además, dice Acuña, la
respuesta del sistema inmunitario depende en buena medida de la diversidad genética:
cuanto mayor es ésta, más grande es el repertorio de agentes patógenos que ese sistema
puede reconocer y combatir.
En este sentido, argumenta el genetista, sí podríamos decir que la diversidad genética tiene
ventajas. “Como antropólogo no puedo estar a favor o en contra de la consanguineidad o de
las comunidades que deciden cerrarse y no mezclarse con otras, aunque esto nunca ha
ocurrido al 100 %, pues incluso las más aisladas tienen cierto mestizaje que podemos
corroborar con los datos genéticos”.
Las oleadas migratorias antiguas y más recientes han conllevado también algunas
desventajas. Un claro ejemplo es la transmisión de agentes infecciosos como los parásitos
del género Plasmodium, causantes de malaria, que se propagan entre los humanos a través
de mosquitos Anopheles. Durante sus largos periplos, los migrantes contribuyeron de
manera involuntaria a dispersar esta enfermedad desde África hacia América y otras
regiones del mundo. A pesar de ello, el balance de esos movimientos migratorios a escala
mundial ha sido muy fructífero. En el ámbito social, por ejemplo, ha generado un fenómeno
que los antropólogos llaman sincretismo cultural, es decir, la transculturización y mestizaje
que resulta de la fusión de culturas.
“Estos intercambios aumentan la riqueza no sólo a nivel genético; a nivel cultural aportan
grandes ganancias, pues generan muchos procesos de sincretismo que podemos observar
en la comida, los textiles, la comunicación, la música o cualquier otro aspecto derivado de la
cultura. Las migraciones son, en ese sentido, un sinónimo de diversidad y enriquecimiento”,
argumenta Karla Sandoval.
“La inmigración ha aumentado significativamente el Producto Interno Bruto (PIB) per cápita
en las economías avanzadas, por las habilidades y complementariedad (de los
trabajadores) impulsan la productividad laboral” expresó Lipton. El PIB per cápita es un
indicador de desarrollo macroeconómico que se determina al dividir la cantidad de bienes y
servicios producidos por un país entre el número de sus pobladores. El director del FMI
también señaló que en algunos lugares la llegada de inmigrantes en edad laboral ayuda a
contrarrestar la escasez de mano de obra provocada por los bajos índices de natalidad que
hace décadas se registran ahí.
Lipton hizo tales observaciones en una conferencia titulada: “¿La migración puede funcionar
para todos en Europa?” Ese continente enfrenta desde 2015 una crisis migratoria, cuando
más de un millón de personas procedentes de Medio Oriente y África entraron a la Unión
Europea, que agrupa 28 naciones. El funcionario desmintió la idea, basada en una
observación simplista de la economía, de que los migrantes “roban” empleos a los
residentes locales.
Esta visión, que los economistas llaman del “equilibrio parcial”, puede resumirse así: al
aumentar la oferta de trabajo, los migrantes presionan hacia abajo el nivel de salarios, lo
cual afecta a los trabajadores nativos. “La antipatía hacia la inmigración con frecuencia se
basa en esta perspectiva”, acota Lipton. Esto requeriría que todos los demás factores de
producción permanecieran constantes, lo cual no sucede en la realidad. Un ejemplo: los
inmigrantes son también consumidores, en algún momento van a gastar parte de lo que
ganan y con ello a aumentar la demanda, incluida la de empleos.
Genoveva Roldán Dávila lo resume así: “las contribuciones de los migrantes a las
economías de los países de destino son muy altas”. Por ejemplo, se calcula que la
aportación conjunta de los 30 millones de connacionales que radican en Estados Unidos
(tres generaciones) es de alrededor del 8 % del PIB en ese país.
La investigadora indica que por lo regular se destacan los beneficios que van a obtener los
migrantes mexicanos en Estados Unidos debido a las diferencias salariales en ambos
países. Sin embargo, aclara, más del 80 % de sus ingresos (calculados con base en un
salario mensual promedio de 2 190 dólares) se quedan en el mercado interno
estadounidense.
En 2016, el monto total de esas remesas fue de 26 970 millones de dólares, más del 2 %
del PIB de nuestro país. Esta cifra supera el presupuesto que tuvo la Agencia Nacional de
Aeronáutica y del Espacio de Estados Unidos (NASA) ese mismo año: 18 500 millones de
dólares.
Las naciones de destino también pueden beneficiarse con los migrantes, pues con
frecuencia éstos subsanan la escasez de mano de obra, generan empresas, empleos y
contribuyen con sus impuestos a la seguridad social; en muchos casos también hacen
grandes aportaciones culturales e intelectuales, como sucedió en nuestro país con los
exiliados de la Guerra Civil Española. Entre ellos estaban notables artistas, educadores,
científicos y filósofos. “Pensar que la migración puede desaparecer no es viable ni en los
modelos económicos ni en la realidad”, advierte Roldán. Y Martha Judith Sánchez, quien
coordinó un estudio comparativo sobre la expansión de zonas vitivinícolas y el trabajo
inmigrante en tres países, Estados Unidos, España y Portugal, coincide con esta postura.
Bibliográficas en APA
● Coronel, S. M. J. G. R. R. I. /. (s. f.). Migrantes por naturaleza - Revista ¿Cómo ves?
- Dirección General de Divulgación de la Ciencia de la UNAM.
https://www.comoves.unam.mx/numeros/articulo/220/migrantes-por-naturaleza
● GEOGRAFÍA ECONÓMICA. (s. f.). UNAM. Recuperado 12 de febrero de 2023, de
https://maie_Cmv5DTQdiPfw3SAyaPLz_vAjvFY885BeBKCJIOOZYX7TRw1IuH9HEh
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