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Cabello Hidalgo
Por eso me parece importante que nos detengamos a reflexionar y analizar
conceptos como cultura e identidad, para, posteriormente introducirnos en lo que podría servirnos de fundamento para la elaboración de un proyecto curricular de carácter intercultural. Identidad: en antropología se entiende como el conjunto de datos que definen a un individuo de manera que lo singularizan y lo limitan de tal forma que no puede ser confundido con ningún otro. Cultura: elemento diferenciador de los hombres entre sí. Elementos culturales son: - Rasgos biológicos. - Normas y pautas de comportamiento. - Leyes, hábitos y costumbres. - Creencias. Conocimientos. Estructura mental y pensamiento. - Relaciones con uno mismo y con los demás. El grupo. - Relación con el medio; economía y trabajo. Comunicaciones, tiempo y espacio. Son factores culturales: el cambio como dinamizador y modificador de los elementos culturales y la tradición como estabilizador y raíz. El ser humano no puede sobrevivir solo. La historia y la cultura son posibles porque existen los «otros». Si entendemos por cultura todo lo que el ser humano ha elaborado para poder sobrevivir, perpetuarse y extenderse en la búsqueda de nuevos espacios en los que habitar, comprenderemos que el mismo concepto de cultura lleva aparejado el fenómeno contrario de la aculturación o proceso que tiene lugar cuando entran en contacto dos o más culturas diferentes. El reajuste entre los diferentes elementos culturales origina conflictos y tensiones en el enfrentamiento entre la cultura autóctona y la que viene de fuera. Los cambios sociales, económicos o educativos pueden sumergir a las personas en una situación caótica de anomía que las coloca en un estado de inseguridad y miedo, provocando fenómenos de rechazo hacia otras culturas y reforzando artificialmente la propia cultura y los nacionalismos. Es imposible la supervivencia de una cultura que se encierra en sí misma sin asimilar elementos nuevos. El cambio cultural se puede producir por difusión cultural, procesos de colonización, corrientes migratorias o la aparición de elementos nuevos de fuerte impacto social. La aculturación se produce por contacto con elementos culturales ajenos en el caso de grupos que se instalan en otro territorio en momentos en que la propia cultura se halla en estado de formación, en situaciones de frontera cuando confluyen en un mismo sitio aluviones de población de distintos orígenes, o en casos de emigración donde no existe la ocupación territorial propiamente dicha, sino la existencia de masas de población con cultura propia, viviendo junto a otra que se asumen como la cultura dominante. Las posibilidades de integración en esta cultura dominante están determinadas, más que por el color de la piel o la pertenencia a un determinado grupo étnico, por la capacidad adquisitiva. Esa identidad de las nacionalidades europeas se ha ido elaborando sobre todo en función de rasgos y caracteres diferenciadores. Junto a un valor positivo propio se ha opuesto un contravalor del vecino (los «otros»). Categorizar al «otro» como enemigo representa una necesidad de autoconfirmación y seguridad, por la pertenencia a un grupo donde se refuerzan los prejuicios, los estereotipos y la discriminación, propios de personas inseguras, incapaces de conseguir por otros medios una identidad positiva. Es muy común que la pertenencia a un grupo ofrezca al individuo la sensación de ser diferente y superior a los «otros». El miedo y la inseguridad laboral son los desencadenantes de muchos conflictos, pero no hay que olvidar la existencia de prejuicios raciales que curiosamente se proyectan sobre los más desfavorecidos de entre su grupo étnico o cultural y desde luego, minoritario. El emigrante es por definición un marginado, un discriminado, que representa la más exacta y certera definición del «otro» y ofrece un buen blanco sobre el que proyectar nuestras fobias colectivas y el horror a lo diferente. Los movimientos migratorios determinados por la angustiosa situación socioeconómica y política de las poblaciones del tercer mundo, en busca de un supuesto bienestar en el mundo de la opulencia, están provocando un fenómeno de multiculturalismo. La escuela, aunque alejada como siempre de las realidades sociales de su entorno, está siendo, no obstante, escenario de luchas más o menos veladas de este fenómeno interculturalista. La nueva Reforma Educativa ha previsto esta situación y se adelanta con una propuesta para el adecuado tratamiento de la diversidad, que garantiza la igualdad de oportunidades, sobre todo de los más desfavorecidos.
«El currículum multicultural --en palabras de Gimeno Sacristán-- exige un
marco democrático de decisiones sobre los contenidos de la enseñanza en el que los intereses de todos queden representados.» Esto naturalmente exige un cambio de mentalidad en todo el ámbito educativo, que va desde los padres/madres hasta el profesorado, pasando por la definición de una estructura curricular diferente, para conseguir que la escuela se convierta en un espacio generador del diálogo entre grupos sociales y culturales diversos, que favorezca una auténtica igualdad de oportunidades. Pero es preciso hacer un recorrido sobre cuestiones como: - Libros de texto en los que se ignora la existencia de otras culturas que no sean la dominante, donde se realiza una lectura de la historia de los pueblos desde perspectivas discriminatorias para grupos como las mujeres, los gitanos o los trabajadores. - Lenguaje y expresiones de los profesores, actitudes de los mismos frente al fenómeno multicultural. - Estereotipos transmitidos a través de la práctica escolar, como segregación sexista o por nivel de conocimientos a la hora de estructurar el trabajo en las aulas. - El mantenimiento todavía de escuelas para gitanos, con la pretensión de ofrecerles una educación más acorde con sus características culturales y sociológicas, etc. Eludir un etnocentrismo cultural que engulle y asimila toda manifestación cultural minoritaria exige una propuesta con los siguientes objetivos: - Desarrollo en los individuos de cierta empatía para comprender el fenómeno de la diversidad. - Conocer el origen de los conflictos, así como el carácter positivo de los mismos en el desarrollo de la intercomunicación entre grupos o personas diferentes. - Compromiso con el desarrollo de actitudes solidarias hacia el cumplimiento de los derechos humanos en una sociedad competitiva. - Valoración positiva de los logros de esos grupos distintos. - Interiorizar normas de comportamiento favorables al multiculturalismo. - Reconocimiento de la necesidad social de la interdependencia entre distintos ambientes, economías y culturas. - Adquirir las habilidades prácticas, conocimientos, destrezas y actitudes necesarias para un adecuado desenvolvimiento en sociedades pluralistas. - Desarrollar las capacidades de imaginación, investigación y racionalidad para comportarse responsablemente en el medio cultural, social y ambiental. Marginando a su vez «a las diferentes culturas particulares en cuanto expresión de grupos étnicos, y a las subculturas propias de grupos desgajados de la estructura social (...) El conflicto, expresión manifiesta de esa desigualdad estructural, es mostrado como un conflicto de clases y no como uno derivado de diferencias culturales, religiosas o étnicas» (José M. Apaolaza y J. Cabello 1991). Es, por tanto, un conflicto incluso dentro de una misma cultura, ya que ésta se posee en función de la clase social a la que se pertenece. Y mal se puede abordar el problema de culturas diferentes a la autóctona cuando existe un grave conflicto en su propia estructura interna. Por tanto hay que empezar por analizar los problemas que genera la cultura dominante, empeñada en reproducir situaciones de desigualdad por medio de unos currícula escolares que no consideran la existencia de problemas sociales como la marginación, el racismo, el sexismo, y en general ignora la existencia de una experiencia vital en los grupos en desventaja. Esto provoca una aculturación en aras de la homogeneización, que conlleva el fracaso escolar y el abandono prematuro en amplios sectores de la población escolar marginada: gitanos, inmigrantes, clases desfavorecidas; quienes se ven expulsados de esa cultura dominante que garantiza el disfrute del nivel de progreso científico y tecnológico al que sí tienen acceso quienes están dentro del patrón «normalizado» y que presenta unos rasgos determinados: varón, adulto, blanco, activo, de inteligencia normal, alfabetizado, talla media, peso medio, sedentario, espectador. Se imponen formas de comportamiento o disciplinas escolares como legítimas, provocando desajustes y conflictos en quienes han sido socializados dentro de esos grupos no «normalizados». Aquí tenemos que reflejar los problemas de adaptación e indisciplina de los niños/as gitanos o pertenecientes a ambientes marginales, que acaban por interiorizar sentimientos de rechazo hacia la escuela y elaborando un autoconcepto negativo que en muchos casos es la antesala de actitudes antisociales, cuando no claramente delictivas. Siguiendo a Gimeno Sacristán, la propuesta curricular de carácter multicultural para una educación democrática y tolerante presenta cuatro puntos fundamentales: - Formación del profesorado. - Diseño de los currícula. - Desarrollo de materiales didácticos apropiados. - Análisis y revisión críticas de las prácticas vigentes a partir del conocimiento de la realidad. Sociología y educación juntas para favorecer un multiculturalismo enriquecedor. Como posibilidades en este sentido se ofrece la introducción de contenidos específicos sobre países, creencias, sistemas culturales ajenos, o bien una modificación del área de ciencias sociales donde realmente se desarrollen temas sobre la problemática inmediata de la sociedad. Otra posibilidad es la de introducir el pluralismo cultural en todos los componentes del curriculum que lo permitan, partiendo de la propia cultura. No perdamos de vista que el objetivo fundamental es el conocimiento de la propia cultura, así como la capacitación para valorar y respetar otras formas culturales en un ejercicio crítico de enriquecimiento mutuo, que no descarta un cambio en aquellos aspectos culturales que claramente perjudican el desarrollo humano.