Espina Plateada YEl Bosque de Los Susurros
Espina Plateada YEl Bosque de Los Susurros
Espina Plateada YEl Bosque de Los Susurros
PRUEBA DIGITAL
R EAH
Espina Plateada
DISEÑO 18/01/2019 Germán
R EAH EDICIÓN -
y El Bosque SELLO
COLECCIÓN
ESPASA
de los Susurros
FORMATO 15 X 23mm
RUSTICA SIN SOLAPAS
SERVICIO
La valenciana Reah es una apasionada del mundo de los videojuegos,
una afición que en la actualidad la ha convertido en una de las youtubers
con mayor proyección de crecimiento.
IMPRESIÓN CMYK
-4/0 tintas
-
GUARDAS -
PVP 12,90 € 10227765
INSTRUCCIONES ESPECIALES
Espina Plateada
y el Bosque de los Susurros
cama sin moverse, con la lengua fuera y los ojos fijos muy
abiertos. La chica se quedó mirando unos segundos y empe-
zó a zarandearla.
—Oye, ¿qué estás haciendo? —le preguntó asustada, sin
obtener respuesta.
Volvió a sacudirla con algo más de energía, pero el zorrito
no se movía. La muchacha dejó de tocarla y, con la boca abierta,
la miró mientras trataba de recordar lo que había hecho al en-
trar en la ciudad. ¿Y si al bajar del caballo había hecho algún
movimiento brusco que la pudo lastimar? ¿Y si estaba tratando
de ocultarla con tanto ímpetu que la había asfixiado sin querer?
Cuando sus ojos empezaron a llenarse de lágrimas sin en-
tender cómo podía haber pasado, el zorrito reaccionó hacien-
do la croqueta por la cama, para finalmente quedarse boca arri-
ba mirando a Shayna, con la lengua fuera y una mirada que, si
hubiese podido hablar, habría dicho «nada es lo que parece».
—¡Serás!… ¡Casi me da un infarto! ¿Por qué has hecho
eso? —le espetó Shayna todavía con lágrimas en los ojos.
Meinu se levantó de un respingo y se quedó mirándola con
cara de enfado. Parecía que no le había gustado la excusa de
ser su cena para poder llegar a la habitación.
—Por favor, ¡sabes que no te comería! ¿Qué podría haber
dicho si no? ¿Preferías quedarte en ese establo mugroso?
Mei hizo un giro rápido con la cabeza para evitar la mirada
de Shayna, haciéndose la ofendida. Dándola por imposible, la
chica se dirigió hacia la puerta.
—Voy a buscar información, no salgas de aquí. —Y cerró
tras de sí.
Bajó las escaleras a toda velocidad y volvió a la barra, donde
la posadera seguía gritando. Los hombres insistían tratando
de zurrarse, esta vez desde el suelo. Se puso justo delante de
ella tapando su línea de visión.
—Necesito información.
—¿Has dejado al bicho muerto en la habitación? —le pre-
guntó, ignorando su petición.