Bolilla 1 Derecho Procesal Penal 23
Bolilla 1 Derecho Procesal Penal 23
Bolilla 1 Derecho Procesal Penal 23
1 Política Criminal.
Introducción y concepto: Desde una perspectiva “política”, la política criminal
puede visualizarse como un conjunto de decisiones de la autoridad pública sobre el
delito.
Pero efectuando un análisis mas preciso, puede decirse que la Política Criminal es el
sistema de decisiones estatales, de todos los poderes públicos, incluido el
Constituyente que en procura de ciertos objetivos que deberán ser la protección de
los derechos reconocidos al individuo por su condición de tal o como miembro de
la sociedad, define los delitos y sus penas u otras consecuencias y organiza las
respuestas públicas tanto para evitarlos como para sancionarlos, estableciendo los
organismos y procedimientos a tal fin y los límites en que tales decisiones se
deberán encauzar.
Segmentos: se admite que algunas conductas puedan ser prohibidas y aun castigadas,
pero solo si se perjudican a terceros individualmente (integridad física) o en su
organización social (fe pública) y siempre que así se determine por ley, antes de su
acaecimiento. Por otro lado, organiza las funciones estatales de definir tales conductas,
investigar su posible acaecimiento, juzgarlas y aplicar las consecuencias jurídicas
previstas para su comisión (no siempre de son punitivas) a cargo de órganos públicos.
El sistema constitucional requiere un esfuerzo de autoridades que para que en el ámbito
de la competencia que a cada una le asigna, cumplan con la responsabilidad de
garantizar la vigencia de los derechos que reconoce al ciudadano, preservándolo a este
de que ocurran o se repitan los comportamientos privados o públicos, es decir de
particulares o de funcionarios; procurar activamente remover las causas que pueden
estimularlos y después desalentar su comisión mediante obstáculos materiales o
jurídicos a ello. E incumplimiento aquella responsabilidad, generará la obligación
estatal de reparar el perjuicio y de garantizar al ofendido el derecho de reclamar a la
justicia el enjuiciamiento y castigo del delito.
Las decisiones que integran la política criminal deberían tomarse dentro del mismo
marco ideológico-político. Ese marco lo proporciona el sistema constitucional donde
reconoce el poder penal del estado (prohibir y penar), lo concibe como extrema ratio
para la tutela de los bienes que protege, y le impone límites infranqueables a su ejercicio
que son derivados de la dignidad de la persona humana. Si bien estos límites en la
práctica muchas veces no se respetan, tal desvío también puede considerarse que integra
la política criminal práctica pues, aún cuando sea repudiable por ilegal, expresa
decisiones de la autoridad estatal, tanto formales(establecer un delito de simple
opinión), como informales(aprehensiones ilegales) que no pueden tolerarse y deben ser
denunciadas y corregidas-
Interrelaciones: el procurar evitar la existencia o el aumento del delito, es decir, su
prevención, debe ser parte de la política criminal; también la reparación de la víctima.
Si bien la amenaza de la pena, su imposición y su ejercicio deberían contribuir a evitar
delitos también se asigna una función preventiva a la tarea policial, cuya función sería la
de preservar el orden y la tranquilidad pública y en particular la de impedir que el delito
exista, evitando que se cometa, disuadiéndola, como un verdadero obstáculo material a
la comisión del delito (la presencia de un policía en la puerta de un banco)
el mundo enfrenta en estos tiempos un proceso de cambios profundos que afectan
sustancialmente las relaciones interpersonales, estas mutaciones están vinculadas con la
modificación de escalas de valores tradicionales, la crisis de los sistemas políticos, la
evolución de la tecnología, los fenómenos migratorios internos y externos, los cambios
de estructura de la economía, la globalización informativa. Entonces entendemos que no
puede concebirse la formulación de una política criminal de manera aislada o
indiferente de otras políticas públicas porque está relacionado el fenómeno delictivo con
los procesos históricos y políticos de un país. La experiencia histórica ha demostrado,
que la prevención del delito es siempre más eficaz que su represión para La Paz social
en tanto y en cuanto procure atacar sus verdaderas causas.
Ubicación del proceso penal: el delito cuya comisión no ha podido prevenirse (es
decir evitarse), por regla general debe ser perseguido por el estado salvo los casos de
acción privada, juzgado imparcialmente y si corresponde penado; todo con igual
resguardo de los intereses de la víctima y los derechos del acusado. Como un segmento
de la política criminal del estado, entonces, se ubica el proceso penal.
Por eso es bueno advertir desde ahora, que no siempre y en todo caso en que se admita
que una conducta es delictiva, no siempre será perseguible y punible, pues nuestro
derecho muchas veces sacrifica, total o parcialmente la potestad de represiva que emana
de la norma penal, cuando así lo exijan otros intereses que se consideran más atendibles
por diversas razones.
Las funciones del perseguir juzgar y penar el delito : desde que el estado
prohibió la justicia por mano propia y asumió la obligación de administrar justicia, se
fue apropiando de la realización de casi todas aquellas tareas, generando un sistema de
respuestas que se presenta, en general, como de dominio casi exclusivo de funcionarios
públicos, con muy poca cabida para el control o la participación ciudadana salvo los
limitados casos del ejercicio exclusivo o conjunto de la persecución penal por parte del
ofendido o la casi nula hasta ahora intervención de particulares en los tribunales
independencia entre la función de acusar y las de juzgar y penar: como se
hace dijo, la actividad acusatoria (de persecución penal) es una función estatal a cargo
del ministerio público fiscal, y la de juzgamiento e imposición de pena es otra función
estatal independiente, provocada por aquella, pero de naturaleza diferente, a cargo de
los tribunales imparciales del poder judicial.
Normas constitucionales: la constitución nacional acepta esa diferenciación. En el
campo de la responsabilidad política, pone la acusación a cargo de la cámara de
diputados y la de juzgamiento de los acusados a cargo de la cámara de senadores. Lo
mismo ocurre en materia de remoción de jueces inferiores: el consejo de la magistratura
acusa y el jurado enjuiciamiento juzga.
A los fines de la acusación, la constitución nacional ha instituido el ministerio público
que tiene la función de promover la actuación de la justicia en defensa de la legalidad y
de los intereses generales de la sociedad, de promover y ejercitar la acción penal pública
lo que por cierto no excluye la posible participación de particulares en la acusación.
Para imponer la pena que las normas penales autorizan, la constitución exige un juicio
en el que se respetará la dignidad y se garantizará la defensa del acusado y que llevará
adelante un juez natural único que podrá juzgar y pena.
Entonces vemos que sea considerado que ambas son responsabilidades estatales, al
punto que instituyó 2 órdenes de funcionarios públicos distintos para ejercitarla y no
tolera ninguna confusión de roles. Los jueces no representan al pueblo o al estado para
ese objeto.
Legislación supranacional: la legislación internacional incorporada a la
constitución en el artículo 75 inciso 22 se enrola en estos mismos principios.
Así se establece con claridad que toda persona frente a una acusación penal formulada
contra ella tiene derecho a ser juzgada sin dilaciones indebidas por un juez o tribunal
independiente e imparcial ( artículo 8.1 cadh), el examen de cualquier acusación contra
ella en materia penal se ha realizado por un tribunal independiente e imparcial (artículo
10 dudh).
La diferenciación entre acusación, de un lado, y su juzgamiento o examen por un juez,
de otro, ratifican el modelo de enjuiciamiento de la constitución y le agregan
expresamente un componente (implícito en el artículo 18 de la constitución nacional) la
imparcialidad de quien debe examinar y decidir sobre la acusación, es decir el juez,
orientada a la igualdad procesal entre acusador y acusado como presupuesto de la
defensa de este. También tenemos el derecho a la tutela judicial efectiva (artículo 1.1
8.1 25 CADH)
Otra es que por graves que puedan ser ciertas acciones, y por culpables que puedan ser
los reos de determinados delitos, no cabe admitir que el poder puede ejercitarse sin
límite alguno o que el estado pueda valerse de cualquier procedimiento para alcanzar
sus objetivos, sin sujeción al derecho o la moral.
Justificación: la existencia de la acusación y separación de la actividad de
juzgamiento es exigida por la imparcialidad del juez, que es prenda de la igualdad entre
acusador y acusado y está en la base del derecho de defensa de este. A pesar de la
tajante separación tanto orgánica como funcional estatuida por la constitución nacional,
muchos códigos procesales acuerdan a los tribunales tareas propias de la persecución
penal ( el de procurar de oficios prueba sobre la verdad de la acusación sobre la que
deben juzgar) esta realidad debe ser corregida, pues afecta la imparcialidad del
juzgador la igualdad, el derecho de defensa, y confunde el verdadero rol de los jueces.
La actividad acusatoria oficial: la posición tradicional, partiendo de la existencia
de la potestad estatal abstracta de aplicar penas a quienes cometen delitos, y que aquella
solo puede ser reconocida previo juicio en una sentencia condenatoria, colige que debe
concedérsele al estado la posibilidad y los medios para intentar el reconocimiento en
juicio y por obra de los jueces, de la existencia concreta de su potestad represiva cuando
crea posible probar la comisión de un delito y de lograrlo cuando corresponda.
esta posibilidad se expresa generalmente en una actividad estatal que se suele titular
como requirente acusatoria, y también de persecución penal y que se denomina ejercicio
de las acciones penales en el código penal. Al establecer que deberán iniciarse todas las
acciones penales, el código penal consagra el llamado principio de legalidad pues, a
contrario sensu no podrá evitarse iniciar alguna. Y al agregar que eso debe hacerse de
oficio, es decir sin pedido de nadie de acuerdo a la acusación la nota de actividad estatal
( oficialidad), porque sólo el estado es capaz de actuar así
Concepto: consiste en la realización de actos materiales y jurídicos unas veces
tendientes a y otras veces configurativos de la preparación, formulación, sostenimiento,
y acreditación de una acusación contra una persona determinada, por la comisión de un
delito, buscando primero y proporcionando a los tribunales después, la fuente de
conocimiento, o sea las pruebas que estos necesitan para decir si corresponde o no
acoger a aquella y en caso afirmativo aplicar el derecho penal al caso planteado.
Alcances: la actividad acusatoria no es simplemente requirente(concepto tradicional
propio del sistema mixto) de la actividad jurisdiccional, porque su alcance no se reduce
a condicionar formalmente el ejercicio de la jurisdicción ni se acota a los requerimientos
de pruebas ni siquiera se agota con la responsabilidad de procurarlas a través de una
investigación. Sino que se le impone como un deber, para cuyo cumplimiento se
instituyen órganos y se disciplinan funciones públicas, con el fin de poder anoticiarse
sobre posibles violaciones a la ley penal e investigar sobre su posible existencia y
responsable, e intentar y lograr que estos sean penados por aquellos otros órganos
estatales, diferenciados e independientes.
La eficacia dejamos en Claro que la eficacia en la represión de los ilícitos penales ni
debe procurarse genéricamente con el proceso ni entenderse como responsabilidad
propia de tribunales de justicia. lo que debe ser eficaz a esos fines es la tarea de
investigación y obtención de las pruebas necesarias y argumentación a cargo del
ministerio público fiscal, para lograr que los jueces acojan favorablemente la acusación.
el logro de la eficacia en la persecución penal requerirá la concurrencia de varias
condiciones que no podrán nunca pensarse como afectaciones a las garantías
individuales.
Formas y límites de la intervención de los particulares : luego de la reforma
de 1994 la incorporación del ministerio público fiscal consagra, para el orden federal,
un acusador público, pero no de modo excluyente de otras formas posibles de acusación
no oficial. esto es así, no sólo porque no hay ninguna disposición limitativa expresa,
sino porque como veremos la incorporación a la constitución y a su mismo nivel de la
principal normativa supranacional sobre derechos humanos hacen extensivo el derecho
a la tutela judicial efectiva.
Si la víctima de cualquier delito es de ciudadano y teniendo el estado como única razón
de ser la protección de los derechos de este, es natural la ampliación del campo de los
posibles protagonistas de la actividad acusatoria y la visión sobre su fundamento último:
aquella aparece así también como una vía acordada a la víctima del delito para procurar
y lograr si corresponde la aplicación de la consecuencia penal prevista para su comisión,
en pro de una mejor protección de su derecho vulnerado por el acto ilícito
2 El Derecho Procesal Penal
Ubicado el proceso penal dentro de la política criminal, corresponde enfocarnos en el
derecho procesal penal por ser la rama jurídica que lo regula.
Concepto: Siguiendo a Julio Maier puede decirse que el Derecho Procesal Penal es la
rama del orden jurídico de un Estado, cuyas normas instituyen y organizan los órganos
públicos que cumplen la función judicial penal del Estado y disciplinan los actos que
integran el procedimiento necesario para imponer y actuar una sanción o medida de
seguridad penal, regulando así el comportamiento de quienes intervienen en él.
Contenido: De este concepto se desprende además el contenido del Derecho Procesal
Penal pues se ocupa esencialmente de dos aspectos: por una lado, de la organización
judicial, de la acusación y de la defensa estatales, y por el otro lado de los sujetos
procesales que deben actuar en él y de los actos que deben o pueden llevar a cabo esos
sujetos para la imposición de una pena o medida de seguridad por la participación en un
delito.
Este contenido encuentra su basamento en las normas constitucionales, pues el art. 75,
inc. 12 de la Const. Nacional atribuye al Congreso el dictado del Código Penal y
dispone que su aplicación corresponde a los Tribunales federales o provinciales, según
que los casos o las personas cayeren bajo sus respectivas jurisdicciones, a su vez el art.
18 de la Carta Magna dispone que la imposición de las penas que el Código Penal prevé
están condicionadas a que previamente se lleva a cabo un juicio, que basado en una
acusación (art. 60 Const. Nacional), no puede estar a cargo de cualquier tribunal, sino de
uno cuya competencia esté fijada por ley con anterioridad al “hecho del proceso” y que
sea independiente e imparcial, si la actuación del tribunal debe se promovida por el
Ministerio Público (art. 120 C.N.) que tendrá a su cargo la preparación y formulación de
la acusación, sin perjuicio de la actividad de la víctima, si durante el juicio es inviolable
la defensa del imputado (art. 18 CN) quien debe ser respetado en su dignidad personal y
no puede ser considerado ni tratado como culpable antes de ser declarado tal (art. 18
CN) , surge evidente la necesidad de un conjunto de normas jurídicas reglamentarias
que den vida práctica a estas disposiciones constitucionales y a los principios jurídico-
políticos que las inspiran.