Política Petrolera Ecuatoriana: Cabezas, Rodrigo

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NUEVA SOCIEDAD NRO. 14 SEPTIEMBRE-OCTUBRE 1974, PP.

30-33

Política petrolera ecuatoriana


Cabezas, Rodrigo

Rodrigo Cabezas: Licenciado en Economía. Ingeniero Comercial. Presidente de la


Comisión Asesora de Política Petrolera del Ministerio de Recursos Naturales y
Energéticos del Ecuador.

El año de 1971 será llamado el año del gran viraje de la industria petrolera interna­
cional. En efecto, en ese año, la Organización de Países Exportadores de Petróleo
consigue en Teherán y Tripoli y, más tarde, en Ginebra, llegar a acuerdos con las
Compañías Petroleras en los cuales quedan plenamente garantizados los derechos
de los Estados dueños de yacimientos, se reconoce la facultad irrenunciable de
cada uno de precautelar sus reservas y se conviene en determinados mecanismos
para aumentar la participación fiscal en la producción de petróleo.

Asimismo, 1972 será recordado por los ecuatorianos como el año decisivo en que
comienza la recuperación de sus recursos naturales en general. El 6 de junio de
1972 se distó el Decreto 430 que puso en vigencia la Ley de Hidrocarburos dictada
el año anterior, ley que, sin duda alguna, recoge todas las saludables experiencias
de los Países Petroleros, pero que, desde el punto de vista del principio fundamen­
tal, es igual a la del año de 1937, o sea que los yacimientos de hidrocarburos perte­
necen a los derechos irrenunciables e imprescriptibles del Estado.

Lo importante, cuando hay regulaciones legales, es que existan Gobiernos y perso­


nas dispuestos a poner en práctica todo el articulado de la ley sin hacer contempo­
rizaciones con nadie y con la sola mira de defender los intereses de la Nación.

La ley de 1971, pese a que es moderna, no tuvo ningún significado hasta junio de
1972. El gobierno del Dr. Velasco Ibarra resolvió que la ley sólo debería aplicarse a
los nuevos contratos que se firmarían desde octubre de 1971, pero quedaban en pie
los viejos contratos firmados con anterioridad a la expedición de la ley, con todos
sus defectos, vicios y limitaciones.

Quienes hicieron la ley cuidaron, además, que no fuera aplicable a los contratos de
concesión vigentes, pues esa modalidad quedaba excluida de sus regulaciones. De
modo que la ley era aplicable a los contratos de asociación, de servicios o contratos
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de economía mixta y de caso pensado se olvidó que estaban operando unos contra­
tos de concesión que seguirán ejecutándose en el marco contractual al margen de la
ley.

El gran aporte del Gobierno Nacional de las Fuerzas Armadas fue hacer revivir a la
ley que, por intereses inconfesados, se le había dado muerte el mismo día de su na­
cimiento.

El histórico Deoreto 430 firmado por el Presidente de la República, general Guiller­


mo Rodríguez Lara y por todos los Ministros de Estado en consideración a que la
ley del 1° de octubre es una ley de orden público y de aplicación inmediata, estipu­
ló que todos los contratistas y asociados debían, en un plazo perentorio, acomodar
los términos de los contratos a los mínimos establecidos en la nueva ley, redujo
ciertas áreas hasta límites razonables económicas mente y dispuso que, en el térmi­
no de un año, se firmen los nuevos contratos de acuerdo a un tipo que será similar
para todos. Metió en vereda a los contratos de concesión, en lo que podría conside­
rarse un paso atrás, dentro de la ley de Hidrocarburos, pero les exige que, pasado
cierto tiempo, cedan a la Corporación Estatal Petrolera Ecuatoriana parte de sus
derechos y activos y les obliga a constituir una garantía adicional, cinco años antes
del término de los contratos, para garantizar que entregarán, al final del plazo, en
buenas condiciones, los activos y más bienes de propiedad de los contratistas al Es­
tado Ecuatoriano.

Algunas empresas devolvieron la totalidad de las áreas cumpliendo en este caso


con todos los requisitos de la Ley de Hidrocarburos de 1971; otras compañías sus­
cribieron nuevos contratos que no son sino una continuación mejorada de los ante­
riores - mejorada, sin duda, en beneficio de los intereses nacionales - y limitó el pla­
zo del período de explotación a sólo 20 años como dispone la ley.

En síntesis, la nueva ley de 1971, establece cifras mínimas que los contratistas están
obligados a invertir en los períodos de exploración y explotación, señala áreas má­
ximas a ser retenidas en el período de explotación, fija garantías compatibles con
las obligaciones que se contraen y estipula que, al término de un contrato por ven­
cimiento del plazo o por cualquier causa, el contratista o asociado deberá entregar
a la Corporación Estatal Petrolera Ecuatoriana (CEPE), sin costo y en buen estado
de producción, los pozos que, en tal momento, estuvieren en actividad; y en bue­
nas condiciones todos los equipos, herramientas, maquinarias, instalaciones, equi­
pos y demás bienes adquiridos para los fines del contrato.
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Pero para no desalentar las inversiones durante los diez últimos años de plazo de
un contrato, se prevé que CEPE pueda convenir con el interesado, inversiones con
formas especiales de amortización y con pago de la parte no amortizada al término
del contrato.

Los ingresos del Estado son de diversa naturaleza, pero fundamentalmente primas
de entrada pagaderos antes del inicio de los períodos de exploración y explotación;
derechos superficiarios que se cobran, por hectárea y por año, siendo más altos en
el período de explotación; regalías que se han fijado en el 16 % de la producción
bruta cuando la producción pasa de 60.000 barriles diarios; obras de compensación
que son pagos que deben traducirse en obras por realizarse de acuerdo a los planes
de desarrollo del Gobierno y fijarse tomando en cuenta el tamaño del área contra­
tada y en función de las probabilidades de éxito comercial de la empresa contratis­
ta; y, por fin, derechos al transporte de hidrocarburos por oleoductos y gasoductos.

La regalía se puede exigir que sea entregada en dinero o en especie.

En el mes de agosto de 1973 se pidió a las compañías que pusieran a orden del Go­
bierno las regalías en especie, y se procedió a rematarles mediante una fórmula sui
géneris. En el concurso de ofertas se pedía que el interesado ofreciera tantos centa­
vos más que cualquier precio de referencia que fijara el Gobierno Ecuatoriano.

La Compañía ganadora ofreció 141 (de dólar) centavos más que el precio de refe­
rencia. Cuando se cerró el concurso de precios, el precio de referencia fue de US$
3.60 de modo que la regalía se vendió a US$ 5.01 Ahora el precio de referencia es
de US$ 13.90 y el barril de crudo lo pagan a US$ 15.31. Fue tan feliz el negocio para
el país y tan particular la forma de calcular el precio del barril de regalía que este
contrato, aunque pequeño, 1.000.000 de barriles por mes, será citado en la historia
de la comercialización de petróleo como una muestra de lo que puede hacer un
buen Gobierno en una coyuntura favorable.

Para el cobro de ciertos impuestos se contemplan en la ley, los precios de referencia


que permiten al Estado seguridad y continuidad en los ingresos provenientes de la
industria petrolera. Como complemento de esta disposición se contemplan, tam­
bién, costos presuntivos siendo Ecuador el primer país petrolero del mundo quetha
adoptado esta modalidad. Con estas dos variables el Estado líquida con toda facili­
dad los distintos impuestos y en cada embarque de crudo para la exportación el
Banco Central del Ecuador se encarga de cobrar los gravámenes, con lo cual hay
una corriente ininterrumpida de ingresos durante todos los meses del año.
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Además, la ley estipula que el gas natural que se obtenga de la explotación de yaci­
mientos petrolíferos pertenece al Estado y que sólo parte de él puede ser utilizado
por los contratistas en operaciones de exploración, explotación y transporte o rein­
yectado en los yacimientos, previa autorización del Ministerio de Recursos Natura­
les y Energéticos.

Asímismo, los contratistas están obliga dos a entregar a la Corporación Estatal Pe­
trolera Ecuatoriana, sin costo, el gas proveniente de yacimientos petrolíferos o de
yacimientos de condensado que CEPE requiera para fines industriales, de genera­
ción de energía eléctrica, comercialización o de cualquier índole. Sin embargo, los
gastos que demanden la adecuación de los equipos para el aprovechamiento de di­
cho gas, se prevé que correrán por cuenta de CEPE.

Como se ve, la ley ha tomado providencias adecuadas para llegar al control del
gas, automáticamente y sin tener que esperar largos años para su aprovechamiento
o para evitar su desperdicio, como ha sido práctica común y corriente en todos los
países petroleros con perjuicio no sólo para ellos, sino también para la economía
mundial.

Las negociaciones fueron arduas y difíciles, pero al final las partes lograron enten­
derse y suscribir los nuevos contratos. El Estado, a la luz de los nuevos contratos,
se ha asegurado que los contratistas practiquen una sana política de conservación
de las reservas, que se sujeten a las tasas de producción que dicte el Gobierno y que
calculen los impuestos sobre la base de los precios de referencia que, cada cierto
tiempo, tiene el Gobierno derecho a cambiar.

Los contratos que están en vigencia se pueden decir que todos son contratos de
asociación puesto que CEPE, como representante del Estado, interviene como aso­
ciado y, en lo que se refiere al contrato Texaco-Gulf, es partícipe, en esta fecha, por
el monto de un 25 % de los derechos y obligaciones del Consorcio. Esta operación
se adelantó en 3 años de lo que había sido prevista en el contrato de 1973 con Texa­
co-Gulf, por cuanto el Ecuador, al haber sido aceptado como Miembro de la OPEP,
asumió la obligación de adquirir cuando menos el 25 de participación en los acti­
vos y derechos de las compañías petroleras. Quienes están familiarizados con la in­
dustria petrolera de hoy en su relación con los Estados dueños de yacimientos sa­
ben que la compra de un determinado porcentaje de los activos y derechos de las
compañías hace interesante el negocio desde el punto de vista comercial para la
Empresa Estatal y que tal paso es verdaderamente reinvindicador en función de la
soberanía nacional y de la defensa de los recursos naturales del país.
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Desde el punto de vista económico, el Estado recibe no solamente los impuestos,


sino que CEPE, como Empresa Estatal, obtiene como utilidad en el negocio la dife­
rencia entre el precio real al que puede vender su crudo de participación y la cifra
de costo más impuestos.

El Gobierno ha fijado la tasa de producción en 210.000 barriles diarios, atendiendo


razones técnicas.

Este régimen de justicia para las dos partes interesadas ha creado un clima de favo­
rable entendimiento entre las compañías petroleras que operan en el país y el Go­
bierno Nacional.

En el campo de la refinación, el Gobierno Nacional ha contratado una refinería de


55.000 barriles diarios que debe entrar en funcionamiento a mediados de 1976 con
un esquema lo suficientemente flexible como para atender la gama de derivados
que requiera el consumo nacional en el futuro inmediato y mediato.

En la hora actual funcionan en la Península de Santa Elena dos refinerías cuya ca­
pacidad instalada, hasta hace poco tiempo, era aproximadamente 33.000 barriles
diarios, pero como el consumo está aumentando y la Ley de Hidrocarburos reserva
a CEPE el derecho de construir oleoductos, gasoductos y refinerías, el Gobierno
Nacional resolvió distar un decreto por el cual se aumenta la capacidad de refina­
ción en el país en aproximadamente 9.000 barriles diarios, favoreciendo a CEPE
con los beneficios de la ampliación. La Empresa Estatal tiene la obligación de pagar
tan sólo los costos de refinación de los barriles que se procesen por su cuenta. Ade­
más, con el objeto de entrenar al personal del Departamento de Comercialización
de CEPE se reserva para ella el derecho de comercializar su parte de derivados
procesados en las indicadas refinerías.

Se espera que con dicha ampliación las refinerías estén en capacidad de atender el
incremento de los derivados del país hasta y cuando entre en funcionamiento la re­
finerías de Esmeraldas.

En cuanto a la política de precios de los derivados, el Gobierno Nacional ha resuel­


to congelarlos puesto que dicha medida ayuda a neutralizar los efectos inflaciona­
rios provocados por una balanza de cambio internacional extremadamente favora­
ble, por el aumento del gasto público, por el incremento de la población y por la re­
lativa elevación del poder de compra de las distintas capas de la población ecuato­
riana.
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El Gobierno tiene como miras rescatar para el país el total aprovechamiento de sus
recursos naturales, la transformación masiva de los hidrocarburos en refinerías y
plantas petroquímicas de diferente naturaleza. Proyecta utilizar el gas del Golfo de
Guayaquil, si las reservas encontradas hacen económicamente explotables los yaci­
mientos, en plantas siderúrgicas, plantas de abonos nitrogenados, metanol, gas li­
cuado o una combinación de entre ellas de modo que los valores agregados en ta­
les industrias contribuyan a robustecer el producto interno bruto.

El Gobierno Ecuatoriano, como Miembro de la Organización de Países Exportado­


res de Petróleo, pretende cumplir con todas las recomendaciones de la Organiza­
ción y pondrá todo cuanto esté de su parte para que se consigan los objetivos y
propósitos de la OPEP en todos los campos y, sobre todo, en el de la intervención
directa en las operaciones de producción y venta de hidrocarburos.

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