Política Petrolera Ecuatoriana: Cabezas, Rodrigo
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El año de 1971 será llamado el año del gran viraje de la industria petrolera interna
cional. En efecto, en ese año, la Organización de Países Exportadores de Petróleo
consigue en Teherán y Tripoli y, más tarde, en Ginebra, llegar a acuerdos con las
Compañías Petroleras en los cuales quedan plenamente garantizados los derechos
de los Estados dueños de yacimientos, se reconoce la facultad irrenunciable de
cada uno de precautelar sus reservas y se conviene en determinados mecanismos
para aumentar la participación fiscal en la producción de petróleo.
Asimismo, 1972 será recordado por los ecuatorianos como el año decisivo en que
comienza la recuperación de sus recursos naturales en general. El 6 de junio de
1972 se distó el Decreto 430 que puso en vigencia la Ley de Hidrocarburos dictada
el año anterior, ley que, sin duda alguna, recoge todas las saludables experiencias
de los Países Petroleros, pero que, desde el punto de vista del principio fundamen
tal, es igual a la del año de 1937, o sea que los yacimientos de hidrocarburos perte
necen a los derechos irrenunciables e imprescriptibles del Estado.
La ley de 1971, pese a que es moderna, no tuvo ningún significado hasta junio de
1972. El gobierno del Dr. Velasco Ibarra resolvió que la ley sólo debería aplicarse a
los nuevos contratos que se firmarían desde octubre de 1971, pero quedaban en pie
los viejos contratos firmados con anterioridad a la expedición de la ley, con todos
sus defectos, vicios y limitaciones.
Quienes hicieron la ley cuidaron, además, que no fuera aplicable a los contratos de
concesión vigentes, pues esa modalidad quedaba excluida de sus regulaciones. De
modo que la ley era aplicable a los contratos de asociación, de servicios o contratos
NUEVA SOCIEDAD NRO. 14 SEPTIEMBRE-OCTUBRE 1974, PP. 30-33
de economía mixta y de caso pensado se olvidó que estaban operando unos contra
tos de concesión que seguirán ejecutándose en el marco contractual al margen de la
ley.
El gran aporte del Gobierno Nacional de las Fuerzas Armadas fue hacer revivir a la
ley que, por intereses inconfesados, se le había dado muerte el mismo día de su na
cimiento.
En síntesis, la nueva ley de 1971, establece cifras mínimas que los contratistas están
obligados a invertir en los períodos de exploración y explotación, señala áreas má
ximas a ser retenidas en el período de explotación, fija garantías compatibles con
las obligaciones que se contraen y estipula que, al término de un contrato por ven
cimiento del plazo o por cualquier causa, el contratista o asociado deberá entregar
a la Corporación Estatal Petrolera Ecuatoriana (CEPE), sin costo y en buen estado
de producción, los pozos que, en tal momento, estuvieren en actividad; y en bue
nas condiciones todos los equipos, herramientas, maquinarias, instalaciones, equi
pos y demás bienes adquiridos para los fines del contrato.
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Pero para no desalentar las inversiones durante los diez últimos años de plazo de
un contrato, se prevé que CEPE pueda convenir con el interesado, inversiones con
formas especiales de amortización y con pago de la parte no amortizada al término
del contrato.
Los ingresos del Estado son de diversa naturaleza, pero fundamentalmente primas
de entrada pagaderos antes del inicio de los períodos de exploración y explotación;
derechos superficiarios que se cobran, por hectárea y por año, siendo más altos en
el período de explotación; regalías que se han fijado en el 16 % de la producción
bruta cuando la producción pasa de 60.000 barriles diarios; obras de compensación
que son pagos que deben traducirse en obras por realizarse de acuerdo a los planes
de desarrollo del Gobierno y fijarse tomando en cuenta el tamaño del área contra
tada y en función de las probabilidades de éxito comercial de la empresa contratis
ta; y, por fin, derechos al transporte de hidrocarburos por oleoductos y gasoductos.
En el mes de agosto de 1973 se pidió a las compañías que pusieran a orden del Go
bierno las regalías en especie, y se procedió a rematarles mediante una fórmula sui
géneris. En el concurso de ofertas se pedía que el interesado ofreciera tantos centa
vos más que cualquier precio de referencia que fijara el Gobierno Ecuatoriano.
La Compañía ganadora ofreció 141 (de dólar) centavos más que el precio de refe
rencia. Cuando se cerró el concurso de precios, el precio de referencia fue de US$
3.60 de modo que la regalía se vendió a US$ 5.01 Ahora el precio de referencia es
de US$ 13.90 y el barril de crudo lo pagan a US$ 15.31. Fue tan feliz el negocio para
el país y tan particular la forma de calcular el precio del barril de regalía que este
contrato, aunque pequeño, 1.000.000 de barriles por mes, será citado en la historia
de la comercialización de petróleo como una muestra de lo que puede hacer un
buen Gobierno en una coyuntura favorable.
Además, la ley estipula que el gas natural que se obtenga de la explotación de yaci
mientos petrolíferos pertenece al Estado y que sólo parte de él puede ser utilizado
por los contratistas en operaciones de exploración, explotación y transporte o rein
yectado en los yacimientos, previa autorización del Ministerio de Recursos Natura
les y Energéticos.
Asímismo, los contratistas están obliga dos a entregar a la Corporación Estatal Pe
trolera Ecuatoriana, sin costo, el gas proveniente de yacimientos petrolíferos o de
yacimientos de condensado que CEPE requiera para fines industriales, de genera
ción de energía eléctrica, comercialización o de cualquier índole. Sin embargo, los
gastos que demanden la adecuación de los equipos para el aprovechamiento de di
cho gas, se prevé que correrán por cuenta de CEPE.
Como se ve, la ley ha tomado providencias adecuadas para llegar al control del
gas, automáticamente y sin tener que esperar largos años para su aprovechamiento
o para evitar su desperdicio, como ha sido práctica común y corriente en todos los
países petroleros con perjuicio no sólo para ellos, sino también para la economía
mundial.
Las negociaciones fueron arduas y difíciles, pero al final las partes lograron enten
derse y suscribir los nuevos contratos. El Estado, a la luz de los nuevos contratos,
se ha asegurado que los contratistas practiquen una sana política de conservación
de las reservas, que se sujeten a las tasas de producción que dicte el Gobierno y que
calculen los impuestos sobre la base de los precios de referencia que, cada cierto
tiempo, tiene el Gobierno derecho a cambiar.
Los contratos que están en vigencia se pueden decir que todos son contratos de
asociación puesto que CEPE, como representante del Estado, interviene como aso
ciado y, en lo que se refiere al contrato Texaco-Gulf, es partícipe, en esta fecha, por
el monto de un 25 % de los derechos y obligaciones del Consorcio. Esta operación
se adelantó en 3 años de lo que había sido prevista en el contrato de 1973 con Texa
co-Gulf, por cuanto el Ecuador, al haber sido aceptado como Miembro de la OPEP,
asumió la obligación de adquirir cuando menos el 25 de participación en los acti
vos y derechos de las compañías petroleras. Quienes están familiarizados con la in
dustria petrolera de hoy en su relación con los Estados dueños de yacimientos sa
ben que la compra de un determinado porcentaje de los activos y derechos de las
compañías hace interesante el negocio desde el punto de vista comercial para la
Empresa Estatal y que tal paso es verdaderamente reinvindicador en función de la
soberanía nacional y de la defensa de los recursos naturales del país.
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Este régimen de justicia para las dos partes interesadas ha creado un clima de favo
rable entendimiento entre las compañías petroleras que operan en el país y el Go
bierno Nacional.
En la hora actual funcionan en la Península de Santa Elena dos refinerías cuya ca
pacidad instalada, hasta hace poco tiempo, era aproximadamente 33.000 barriles
diarios, pero como el consumo está aumentando y la Ley de Hidrocarburos reserva
a CEPE el derecho de construir oleoductos, gasoductos y refinerías, el Gobierno
Nacional resolvió distar un decreto por el cual se aumenta la capacidad de refina
ción en el país en aproximadamente 9.000 barriles diarios, favoreciendo a CEPE
con los beneficios de la ampliación. La Empresa Estatal tiene la obligación de pagar
tan sólo los costos de refinación de los barriles que se procesen por su cuenta. Ade
más, con el objeto de entrenar al personal del Departamento de Comercialización
de CEPE se reserva para ella el derecho de comercializar su parte de derivados
procesados en las indicadas refinerías.
Se espera que con dicha ampliación las refinerías estén en capacidad de atender el
incremento de los derivados del país hasta y cuando entre en funcionamiento la re
finerías de Esmeraldas.
El Gobierno tiene como miras rescatar para el país el total aprovechamiento de sus
recursos naturales, la transformación masiva de los hidrocarburos en refinerías y
plantas petroquímicas de diferente naturaleza. Proyecta utilizar el gas del Golfo de
Guayaquil, si las reservas encontradas hacen económicamente explotables los yaci
mientos, en plantas siderúrgicas, plantas de abonos nitrogenados, metanol, gas li
cuado o una combinación de entre ellas de modo que los valores agregados en ta
les industrias contribuyan a robustecer el producto interno bruto.