Ciencias Políticas 10°
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A lo largo del siglo XX América Latina se vio enfrentada a la necesidad de articular sus estructuras
económicas a la economía internacional. Durante este proceso surgieron contradicciones y conflictos de
carácter social, pues el crecimiento económico se priorizó sobre el bienestar de la población.
Definir qué es una reforma social es algo complejo, pues esta se encuentra estrechamente relacionada
con concepciones de carácter ideológico, político y económico. Para cada actor social, la naturaleza de
una reforma de carácter social puede variar sustancialmente.
Acercándonos a una definición lo más amplia posible, podríamos señalar que las reformas sociales son
medidas de carácter político que apuntan a mejorar la eficacia, la calidad y la igualdad en el acceso a
servicios y bienes considerados fundamentales para la sociedad, como la salud, la educación, el acceso
a la tierra, el acceso a la propiedad y a la calidad del trabajo.
Por su parte, las reformas económicas son medidas de carácter teórico o instrumental, que buscan
regularizar el funcionamiento de la economía, independiente de los efectos que estas medidas
puedan tener en la sociedad. Como la palabra lo expresa, estas medidas son tomadas estrictamente
en términos económicos y, al igual que las reformas sociales, este tipo de reformas depende en buena
medida de elementos de carácter ideológico y político que determinan sus propósitos y sus alcances.
Las reformas estructurales. Son reformas que afectan las partes más profundas de la sociedad, y que
implican cambios fundamentales en los modelos económicos y productivos, como también en las
formas de entender a la sociedad y su desarrollo.
Las reformas graduales. Se producen en largos lapsos de tiempo, buscando disminuir los efectos del
impacto de su aplicación. Se relacionan con decisiones políticas de largo plazo y que afectan a la
estructura económica.
Las reformas de choque. Son medidas implantadas para hacer frente a crisis inesperadas o
momentáneas que urgen una solución inmediata. Generalmente estas medidas son de carácter
temporal y de corta duración.
Los impactos de las reformas, positivos o negativos, son relativos respecto a la perspectiva con que se
contemple. Muchas reformas que son positivas para la economía resultan afectando de manera
negativa a la sociedad, o puede darse el caso contrario.
La valoración de los efectos de las reformas es un problema de carácter político, aunque en términos
generales, los organismos internacionales coinciden en unos principios básicos: estas deben apuntar a
alcanzar la equidad, tanto en el acceso a los servicios y bienes, como a la ampliación de los beneficios
económicos y sociales, y, como se estableció en el programa llamado Los objetivos del desarrollo del
milenio, las reformas deben apuntar, entre otras muchas cosas, a disminuir la pobreza y marginalidad
social.
Desde hace muchos años es claro que uno de los principales problemas en América Latina tiene que
ver con la distribución de la riqueza. La pobreza en nuestro continente, a diferencia de otros lugares
del mundo, no es producida por una deficiencia en la capacidad productiva o por los limitados
recursos económicos o naturales con los que se cuenta, sino que se origina en sistemas inequitativos
de acumulación, que hacen que la riqueza generada no llegue a todos los habitantes de una nación
determinada.
Ante esta situación, diversos organismos internacionales y académicos han venido recomendando
reformas que permitan a los ciudadanos acceder a servicios y bienes básicos para su subsistencia. No
obstante, la gran mayoría de estas reformas siguen sin ser llevadas a cabo. Una explicación de ello,
tiene que ver con el hecho de que las decisiones políticas se encuentran relacionadas con intereses
económicos, y que las reformas sociales que se necesitan con urgencia no tienen prioridad frente a
otros temas tales como la regularización de los mercados, el control de la inflación, la preservación de
las cuotas de exportación y, en general, los indicadores económicos, sobre las condiciones reales de
los habitantes. Esto significa que se ha privilegiado el crecimiento y la estabilidad económica, con
inmensos costos sociales que podrían ser menguados a través de reformas sociales. Es un hecho que
en los últimos cincuenta años la economía se ha transformado más allá de sus expectativas. Hoy nos
vemos abocados a procesos globalizadores que hacen que, lo que los economistas llaman
"interdependencia económica': determine la capacidad de un Estado para realizar ajustes en sus
estructuras económicas. En otras palabras, hoy por hoy, un Estado es menos libre de tomar decisiones
autónomas respecto a determinaciones económicas que afecten a sus ciudadanos.
Las reformas se clasifican en: "desde arriba hacia abajo" y "de abajo hacia arriba':
Desde arriba hacia abajo. Son aquellas que se efectúan por disposición de los gobiernos o de sus
funcionarios, a través de un acto legislativo y con las debidas aprobaciones exigidas por las instancias
de los Estados (Congreso, Corte Constitucional, Consejo de Estado, etc.). Un ejemplo de este tipo de
reformas es el que se efectuó a nivel educativo en Colombia con la Constitución de 1991. Dicha
reforma promovió, desde las instancias gubernamentales, la modernización de la educación en todos
los niveles.
Desde abajo hacia arriba. Son aquellas que se efectúan por iniciativa del pueblo para solucionar una
necesidad de primer orden. Estas reformas son luego apoyadas por los gobiernos y, por lo general,
buscan ser aplicadas en otros espacios territoriales. Un ejemplo de este tipo de reformas, es el que
se efectuó en El Salvador, con el programa educativo Educación con participación de la
comunidad, Educo. Esta reforma educativa nació de la experiencia de los poblados campesinos que
estaban en zonas de conflictos. En estas comunidades, la educación tenía una forma autónoma y sin
injerencia estatal, contrataban a los maestros para que enseñaran a sus hijos. Posteriormente, este
modelo fue recuperado por las políticas educativas y se extendió luego a toda la zona rural y,
finalmente, a las zonas urbanas.
Aunque esta clasificación de las reformas sociales son las más aplicadas en Latinoamérica, los estudios
muestran que estas distinciones no son absolutas. La experiencia de El Salvador, por ejemplo, fue
implementada y generalizada gracias a la acción decidida del Ministerio Central que, a su vez, contó
con un ministro estable y de gran prestigio en el país. De este modo, lo de arriba y abajo son más
bien momentos del ciclo de formulación y
ejecución de políticas.
A lo largo de la historia, los movimientos sociales de Latinoamérica tuvieron una fuerte influencia
anarquista, principalmente italiana y española, de fines del siglo XIX y comienzos del XX. Estos
inmigrantes anarquistas se dirigieron hacia zonas rurales y urbanas formando las primeras levas de
movimientos obreros, que eran básicamente artesanos y trabajadores de pequeñas actividades
económicas. A partir de los años veinte, la expansión de las manufacturas en la región creó
condiciones para el surgimiento de un proletariado más industrial, que tuvo su pleno desarrollo
durante la década del treinta. Posteriormente, se creó un clima político favorable a la huelga general
como forma de lucha principal. A través de estas huelgas generales, los obreros, campesinos y
artesanos, buscaban reivindicaciones como la reducción de la jornada laboral a ocho horas, ajustes
salariales y mejoramiento en las condiciones de trabajo y de vida. Sin embargo, muchas de estas
huelgas fueron reprimidas por parte de algunos gobiernos latinoamericanos, impidiendo que los
movimientos obreros y campesinos pudieran acumular suficientes fuerzas. La Revolución rusa de
1917 se convertiría en el referente para los movimientos sociales.
Durante años, los campesinos latinoamericanos sufrieron una fuerte dominación por parte de los
propietarios de la tierra quienes los sometían a condiciones extremamente negativas de cultivo y
organización. Solamente las comunidades indígenas poseían los medios para auto dirigirse, a pesar de
las represiones que sufrieron históricamente. Ellos fueron la cabeza de una insurrección popular que
fue una referencia fundamental en toda la región: la Revolución Mexicana de 1910, que tendría una
base campesina extremamente significativa. Fue a partir de los años veinte y treinta, que los
movimientos campesinos llegaron a tener un auge relativamente importante en América Central
cuando ya existía una explotación de campesinos asalariados directamente subordinados a empresas
norteamericanas que los organizaban en las actividades exportadoras. En esta región se formaron
bases de lucha por la reforma agraria que, debido a la fuerte presencia estadounidense, se mezclaron
con las luchas nacionales contra la dominación norteamericana. Este es el caso del sandinismo, de las
revoluciones de El Salvador y de las huelgas de masas cubanas.
Por su parte, el movimiento obrero latinoamericano ha sido el otro sostén de las fuerzas populares en
el continente y encuentra su base material en la primera ola de industrialización durante la primera
década del siglo XX. Podemos decir que se consolida como movimiento en los años veinte, es decir,
desde la Revolución rusa de 1917. Hasta los años treinta, los movimientos obreros van a definir una
plataforma de reivindicaciones de los movimientos sociales de la región, de ahí la importancia de la
Revolución mexicana. Durante los años cuarenta se empieza a consolidar el fenómeno del populismo.
En el caso de Chile, durante el gobierno del Frente Popular, que era compuesto abiertamente por
partidos de izquierda: el Partido Socialista, el Partido Radical de origen más democrático y los
comunistas. La unidad entre socialistas y comunistas se va a colocar solo en los años cincuenta, en un
momento crucial en 1952, con la primera candidatura de Allende. La alianza entre la Unión
Soviética y los EE.UU. durante la Segunda Guerra Mundial, se prolonga hasta 1947 cuando la política
de la Guerra Fría transforma a los aliados en enemigos, a partir de este momento EE.UU. se convierte
en enemigo de los comunistas. En esta misma época surgió la declaración de Cuba como una
República Socialista en 1962.