Representaciones - Sociales - Jodet

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REPRESENTACIONES SOCIALES

LA AUTORA DENISE JODELET DEFINE A LAS REPRESENTACIONES SOCIALES


COMO:
“IMÁGENES QUE CONDENSAN SIGNIFICADOS, PREJUICIOS, RELACIONES
SOCIALES; SON SISTEMAS DE REFERENCIA QUE NOS PERMITEN
INTERPRETAR LO QUE NOS SUCEDE Y DAR UN SENTIDO A LO QUE NOS
SUCEDE O A LO INESPERADO.”

“LAS REPRESENTACIONES SOCIALES SON UNA FORMA DE INTERPRETAR Y


DE PENSAR NUESTRA REALIDAD COTIDIANA, UNA FORMA DE
CONOCIMIENTO SOCIAL.”

“LA NOCIÓN DE REPRESENTACIÓN SOCIAL NOS SITÚA EN EL PUNTO DONDE


SE INTERSECTAN LO PSICOLÓGICO Y LO SOCIAL; CONCIERNE LA MANERA
EN COMO NOSOTROS, SUJETOS SOCIALES, APREHENDEMOS LOS
CONOCIMIENTOS DE LA VIDA DIARIA, LAS CARACTERÍSTICAS DE NUESTRO
MEDIO AMBIENTE, LAS INFORMACIONES QUE EN ÉL CIRCULAN, QUE
IMPARTEN CÓDIGOS, VALORES E IDEOLOGÍAS.”

EN POCAS PALABRAS ES UN CONOCIMIENTO DE SENTIDO COMÚN, UN


CONOCIMIENTO SOCIALMENTE ELABORADO Y COMPARTIDO.

“EL CONCEPTO DE REPRESENTACIÓN SOCIAL DESIGNA UNA FORMA DE


CONOCIMIENTO CUYOS CONTENIDOS MANIFIESTAN LAS OPERACIONES DE
LOS PROCESOS SOCIALES”.

“LAS REPRESENTACIONES SOCIALES SE DEFINEN POR UN CONTENIDO,


PUEDEN SER: IMÁGENES, OPINIONES, ACTITUDES, INFORMACIONES,
PREJUICIOS, IDEOLOGÍAS, ETC.”

“TODA REPRESENTACIÓN SOCIAL ES REPRESENTACIÓN DE ALGO Y DE


ALGUIEN”

Las representaciones sociales tratan sobre el conocimiento social de sentido


común. Se aproxima a lo social considerando el contexto social y cultural del
pensamiento y de la acción de los grupos sociales. Enfatiza la participación activa y
creativa de los grupos en la interpretación de la realidad y en su construcción y
cambio.

La representación corresponde a un acto de pensamiento en el cual un sujeto se


relaciona con un objeto. A través de operaciones mentales ese objeto es
sustituido por un símbolo, el cual se hace presente cuando el objeto está
ausente.

En el proceso de representación las personas interpretan la realidad y en esa


interpretación quedan plasmados sus valores, su posición política, su religión,
ideología, etc.

Las representaciones circulan en el mundo, dan forma a nuestros modos de pensar


y crean contenidos de pensamiento. Estas no son únicas, ya que diferentes
representaciones pueden coexistir en una misma sociedad. Son teorías o formas de
sentido común, socialmente elaboradas y compartidas, que le permiten a los
individuos interpretar y entender su realidad, orientar y justificar los
comportamientos de los grupos.

La formación o el uso de las representaciones sociales les permite a los


individuos enfrentar el miedo o la incomodidad que produce lo extraño o lo
desconocido de la realidad. Son procesos cognitivo-emocionales.

Circulan en los medios de comunicación de masas, en las conversaciones entre las


personas, y se cristalizan en las conductas. Las representaciones sociales de un
objeto pueden variar de un grupo a otro, esta variación tiene su origen en la
complejidad social, en fin, en el contexto histórico-cultural, social de los grupos.

Entre las funciones que, según Morales, cumplen las representaciones sociales,
podemos destacar: a) que los sujetos convierten una realidad extraña, desconocida,
en una realidad familiar. b) permiten, además, la comunicación entre los individuos.
La naturaleza simbólica y la construcción social de la realidad a partir de lenguaje
conlleva representaciones sociales compartidas, contenidos cargados de
significado. c) cuando las personas comparten significados sobre eventos y objetos
existe la posibilidad de que se relacionen entre ellas. De modo que las
representaciones sociales contribuyen a la formación, consolidación y diferenciación
de grupos sociales. d) las representaciones sociales guían la acción social. A partir
de la representación (que describe, clasifica y explica la realidad) los individuos
definen las situaciones y así organizan y orientan su acción, definiendo la finalidad.
e) así, las representaciones sociales sirven para justificar las decisiones, posiciones
y conductas adoptadas ante un hecho.
La definición de representación social ha sido uno de los aspectos más
controvertidos dentro de este campo de estudios. Primero habría que empezar
preguntándose: ¿qué se entiende por representación comúnmente? En el teatro,
para circunscribirse a un ejemplo particular, representar implica una sustitución
aparente, poner algo en el lugar de otra cosa. Esta metáfora no es casual: una
representación puede referirse lo mismo a objetos ideales que a reales, tanto
ausentes como presentes.
En el acto de representación siempre se relaciona un sujeto (grupal e individual) con
un objeto determinado. Representar es, en el sentido estricto de la palabra, volver a
presentar, o sea, re-producir, que no reproducir, un objeto cualquiera mediante un
mecanismo alegórico. Esta re-producción siempre es subjetiva en última instancia.
“En la representación tenemos el contenido mental concreto de un acto de
pensamiento que restituye simbólicamente algo ausente, que aproxima algo lejano.
Particularidad importante que garantiza a la representación su aptitud para fusionar
percepto y concepto y su carácter de imagen.” (Jodelet, 1986: 476).
En todo caso, la representación siempre es portadora de un significado asociado
que le es inherente. Al ser formulada por sujetos sociales, no se trata de una simple
reproducción sino de una complicada construcción en la cual tiene un peso
importante, además del propio objeto, el carácter activo y creador de cada individuo,
el grupo al que pertenece y las constricciones y habilitaciones que lo rodean.
Sería imperdonable caer en el error de considerar que las representaciones son un
mero espejo mental del mundo exterior. “Aquí y allá existe una tendencia a
considerar que las representaciones sociales son reflejo interior de algo exterior, la
capa superficial y efímera de algo más profundo y permanente. Mientras que todo
apunta a ver en ellas un factor constitutivo de la realidad social, al igual que las
partículas y los campos invisibles son un factor constitutivo de la realidad física.”
(Moscovici y Hewstone, 1986: 710).
La representación constituye un concepto marco e híbrido a la vez en un campo de
estudios, la psicología social que, de hecho, ha sido construido desde la
interdisciplinariedad. La teoría de las representaciones, al integrar en un corpus
coherente nociones de variada procedencia teórico-metodológica, con aportes de la
sociología, la psicología, la antropología, entre otras, se caracteriza por su síntesis,
riqueza, potencial heurístico y flexibilidad.
Lo anterior, sin embargo, también ha sido su debilidad más notable, pues la
complejidad de la representación y su naturaleza molar ha contribuido a disminuir su
operatividad empírica. En ese sentido, las representaciones guardan un vínculo muy
cercano con conceptos como los de mediación y cultura, que se resisten a ser
desarticulados en la investigación de acuerdo con los cánones del positivismo.
Lo primero que distingue a cualquier definición de representación social sin importar
su procedencia es el abandono fáctico de la distinción clásica behaviorista entre
estímulo y respuesta y, más aún, entre sujeto y objeto. La teoría de las
representaciones plantea que no hay distinción alguna entre los universos externo e
interno, entiéndase objetivo y subjetivo, tanto en el caso de los individuos como en
los grupos a los cuales estos pertenecen. “El sujeto y el objeto no son
fundamentalmente distintos.” (Moscovici, en Abric, 2001).
Los objetos están inscritos en contextos activos, estructurados, al menos en parte,
por la persona o el grupo en cuestión como prolongación de sus visiones
particulares y de sus prácticas cotidianas. Para la teoría de las representaciones el
estímulo y la respuesta son factores indisociables: he ahí su primer logro inicial allá
por 1961, en medio de un panorama dominado por el conductismo.

La noción de representación social nos sitúa en el punto donde se intersectan lo


psicológico y lo social. Antes que nada concierne a la manera en que nosotros,
sujetos sociales, aprehendemos los acontecimientos de la vida diaria, las
características de nuestro ambiente, las informaciones que en él circulan, a las
personas de nuestro entorno próximo o lejano. En pocas palabras, el conocimiento
«espontáneo», «ingenuo» que tanto interesa en la actualidad a las ciencias sociales,
ese que habitualmente se denomina conocimiento de sentido común, o bien
pensamiento natural, por oposición al pensamiento científico. Este conocimiento se
constituye a partir de nuestras experiencias, pero también de las informaciones,
conocimientos, y modelos de pensamiento que recibimos y transmitimos a través de
la tradición, la educación y la comunicación social. De este modo, este conocimiento
es, en muchos aspectos, un conocimiento socialmente elaborado y compartido. […]
En otros términos, se trata [además] de un conocimiento práctico. Jodelet, 1986:
473.

Esta insistencia por rescatar las creencias de la gente y por revalorizar sus teorías
del mundo más allá de lo que suponen los cánones academicistas es una ganancia
de primer orden para las ciencias sociales en su esfuerzo por descender del
pedestal, del distanciamiento positivista, y llegar a las masas.
De las definiciones de representación una de las más aceptadas por su naturaleza
sintética y generalizadora, así como por su poder integrador ha sido la de Denise
Jodelet, que dice:

El concepto de representación social designa una forma de conocimiento específico,


el saber de sentido común, cuyos contenidos manifiestan la operación de procesos
generativos y funcionales socialmente caracterizados. En sentido más amplio,
designa una forma de pensamiento social. Las representaciones sociales
constituyen modalidades de pensamiento práctico orientados hacia la comunicación,
la comprensión y el dominio del entorno social, material e ideal. En tanto que tales
[sic], presentan características específicas a nivel de organización de los
contenidos, las operaciones mentales y la lógica. (1986: 474).

Las representaciones implican mecanismos de analogía respecto al objeto según la


focalización y el punto de vista de los individuos así como la posición del grupo al
cual estos pertenecen. En sí, “toda representación es un sesgo de cada sujeto.”
(Ursúa, 1987: 349).
Para Moscovici, una representación social es “una modalidad particular de
conocimiento cuya función es la elaboración de los comportamientos y la
comunicación entre los individuos. Es un corpus organizado de conocimientos y una
de las actividades psíquicas gracias a las cuales los hombres hacen inteligible la
realidad física y social, se integran en un grupo o en una relación cotidiana de
intercambios, liberan los poderes de su imaginación.” (1979: 17-18).
Las representaciones son una forma de pensamiento natural informal, un tipo de
saber empírico, que además se articula al interior de los grupos con una utilidad
práctica, en esencia como una guía para la acción social de los sujetos, es decir,
como un saber finalizado.
Las representaciones son teorías del sentido común: Moscovici, Jodelet, Abric,
María Auxiliadora Banchs; en fin, un gran número de autores coinciden en este
punto. Teoría quiere decir ver si nos fijamos en el origen etimológico del término. En
efecto, para los griegos, el vocablo theoría, derivado de la palabra aún más antigua
theorós, significaba "ver lo divino".
Ahora bien, en la vida cotidiana ninguna representación social existe aislada de
otras representaciones. De hecho, no se puede hablar de una representación social
pura pues, en realidad, las representaciones constituyen intrincados sistemas en
cuyo desenvolvimiento tiene un peso fundamental la historia de cada persona y del
grupo en general. “Las representaciones están inscritas en los pliegues del cuerpo,
en las disposiciones que tenemos y en los gestos que realizamos. Forman la
sustancia de ese habitus del que hablaban los antiguos, que transforma una masa
de instintos y órganos en un universo ordenado, en un microcosmos humano del
macrocosmos físico, hasta el punto de hacer que nuestra biología aparezca como
una sociología y una psicología, nuestra naturaleza como una obra de la cultura.
Enraizada así en el cuerpo, la vida de las representaciones se revela como una vida
de memoria.” (Moscovici y Hewstone, 1986: 708-709).

Bibliografía:

· Abric, J. C. (2001). Prácticas sociales, representaciones sociales. En:


Abric, J. C. (comp.). Prácticas sociales y representaciones. México:
Coyoacán, 2001.

· Banchs, M. A. (1984). Concepto de representaciones sociales. Análisis


comparativo. Caracas: Universidad Central de Venezuela.

· González Rey, F. L. (2002). Sujeto y subjetividad: una aproximación


histórico-cultural. México: Thomson.

· Ibáñez, T. (1988). Ideologías de la vida cotidiana. Psicología de las


representaciones sociales. Barcelona: Sendai.

· Jodelet, D. (1986). La representación social: fenómenos, concepto y


teoría. En: Moscovici, S. (comp.). Psicología social II. Pensamiento y vida
social. Psicología social y problemas sociales. Barcelona: Paidós.

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