Prueba Del Da o Moral CS 1729096713
Prueba Del Da o Moral CS 1729096713
Prueba Del Da o Moral CS 1729096713
VISTOS:
En autos Rol C-4-2020 del Primer Juzgado Civil de Temuco, caratulado “Lara
y otros con Compañía JAC Transportes Limitada”, sobre juicio ordinario de
indemnización de perjuicios por responsabilidad contractual, el tribunal a quo, por
sentencia de veintidós de diciembre de dos mil veintidós, acogió parcialmente la
demanda.
Apelada dicha decisión de primer grado por la parte demandante, una Sala de
la Corte de Apelaciones de Temuco, mediante pronunciamiento de cuatro de julio de
dos mil veintitrés, la confirmó.
En contra de este último fallo, la parte demandante dedujo recurso de
casación en el fondo.
Se trajeron los autos en relación.
CONSIDERANDO:
PRIMERO: Que el recurrente denuncia, en primer término, la infracción a los
artículos 1, 5 y 19 numerales 1° y 4° de la Constitución Política de la República en
relación con los artículos 1489, 1553, 1556 y 2329 del Código Civil, y al artículo 165
de la Ley N° 18.290, al acoger parcialmente la demanda, no obstante haberse
acreditado las lesiones y aflicciones sufridas respecto de todos los demandantes.
Sostiene que, en nuestro derecho, rige un principio trascendental referido a la
reparación integral del daño causado, mediante el cual todo dolor o sufrimiento
derivado de una cicatriz o deformidad, con su desprestigio, difamación, menosprecio
o deshonra, con el atentado a sus creencias, etc., y en general, con cualquier hecho
que le procure molestia, dolor o sufrimiento físico o moral deben indemnizarse.
Indica que, en conexión de lo anterior, es de conocimiento común que un
accidente de tránsito implica una afectación emocional en el común de las personas,
más tratándose de un accidente de gravedad como el ocurrido en el bus que
trasportaba a los demandantes, por lo que habiéndose establecido la existencia de
las lesiones sufridas, se debió haber otorgado la indemnización por daño moral.
Afirma, por otro lado, que en los casos que la magistratura acogió la
indemnización por daño moral sufrido por los actores, los montos otorgados han sido
irrisorios en relación al daño sufrido, para efectos de repararlo íntegramente.
En segundo lugar, el impugnante acusa vulneración a los artículos 426 y 427
del Código de Procedimiento Civil en relación con el artículo 1712 del Código Civil, al
omitir la sentencia analizar la prueba en su conjunto y determinar las presunciones
que deben derivarse de ellas.
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Argumenta que el fallo recurrido –en algunos casos- denegó indemnizar el
daño emergente sufrido, por estimar que éste no fue probado, a pesar que su parte
acompañó abundante prueba documental que permitieron tener por acreditado el
accidente, el hecho que los actores eran pasajeros del bus y los daños que sufrieron
a consecuencia de éstos; antecedentes que le permitían a los jueces del fondo tener
por demostrado el mencionado perjuicio.
Finaliza solicitando que se invalide la sentencia y se dicte una de reemplazo
que en derecho corresponda, con costas.
SEGUNDO: Que, para la acertada inteligencia del asunto y resolución del
recurso de casación en el fondo interpuesto, cabe tener presente los siguientes
antecedentes del proceso:
1.- A folio 1 de estos autos y a folio 1 de la causa acumulada Rol C-5568-
2020 del Tercer Juzgado Civil de Temuco, Irene del Carmen Aguilera Valenzuela,
María Francisca Quinchanao Huenupi, Susana del Carmen Torres García, Jorge
Alexis Vega Cabrera, Yerson Alejandro Illanes Gavilán, Harold Iván Cortés
Montecinos, Ana Eliot Rojas Sáez, Elba Pichilaf Cariman, Lucila del Carmen Briceño
Pichilaf, Catalina Deyanira Lara Briceño, Bárbara del Pilar Chandía Fuentealba,
Fernanda Isabel Nahuelpán Llancafil y Leandro Herman Paredes García, dedujeron
demanda de indemnización de perjuicios por responsabilidad contractual en contra
de Compañía JAC Transportes SpA, a fin de que se les resarzan los perjuicios
materiales y morales sufridos a consecuencia de un accidente de tránsito ocurrido el
8 de noviembre de 2018, mientras se transportaban como pasajeros del bus
interprovincial conducido por César Antonio Pinto Berríos y de propiedad de la
empresa demandada. Dado lo expuesto, solicitaron que se acogiera la demanda y
se condenara a la demandada al pago de las sumas que indica para cada uno de los
demandantes o lo que determine el tribunal, con costas.
2.- La empresa demandada contestó la demanda, solicitando su total rechazo,
atendido que su parte no tuvo responsabilidad en el volcamiento del bus y la
inexistencia de los perjuicios demandados.
TERCERO: Que la sentencia de primer grado, confirmada en segunda
instancia, de conformidad con la prueba rendida en autos –en lo que interesa al
recurso- dio por establecidos los siguientes hechos:
1.- El día 8 de noviembre de 2018, don César Pinto Berríos conducía el bus
patente HKFC-89, en calidad de trabajador de la demandada y esta última, además,
propietaria del vehículo, prestando el servicio de transporte de pasajeros, y que por
condiciones físicas deficientes del conductor, pierde el control del vehículo,
chocando y volcando.
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2.- Los demandantes –de acuerdo al registro que se consignó- eran pasajeros
del bus siniestrado.
Bajo tales supuestos fácticos, el tribunal estableció el primer requisito de la
acción impetrada, a saber, la existencia de un contrato de transporte, mediante el
cual la demandada prestaba el servicio de transporte interurbano de pasajeros, entre
los que figuraban los demandantes el día del accidente.
En cuanto al incumplimiento de la obligación del transportista de velar por la
seguridad del transporte de los pasajeros, ésta no fue cumplida por la demandada,
siendo, además, culpable por presumirse ésta en sede de responsabilidad
contractual, salvo que acreditare alguna causal que lo exima de ésta, cuestión que
no hizo.
En relación a los perjuicios demandados, la magistratura realiza un análisis
por cada uno de los demandantes, ante la multiplicidad de éstos:
1.- Respecto de Harold Iván Cortés Montecinos, indica que se demandó daño
emergente, consistente en el valor del pasaje de ida y regreso en el bus siniestrado,
que avalúa en la suma de $9.700.- acompañándose fotocopias de 3 pasajes
absolutamente ilegibles en cuanto a su contenido, de modo que, sin perjuicio de ser
plausibles sus alegaciones, están desprovistas de medios de prueba idóneos para
avaluar este rubro indemnizatorio, razón por la cual lo desecha.
En cuanto al perjuicio moral, el tribunal señala que se hizo consistir en la
angustia y en el daño emocional sufrido a consecuencia del accidente de que fue
participe, precisando que las lesiones físicas sufridas fueron leves, acompañándose
para tales efectos, el formulario de atención de urgencia, que da cuenta de que
sufrió una contusión de su frente, considerado como leve.
Razona que, en estas condiciones, el daño moral no se encuentra acreditado,
toda vez que más allá de sus dichos, la consecuencia emocional que alega no se ve
refrendada con algún antecedente de la causa, no pudiendo presumirse el mismo,
habida consideración de que tampoco no presenta lesiones físicas relevantes para
estos efectos.
2.- En cuanto a Irene del Carmen Aguilera Valenzuela, indica que se
demandó daño emergente, consistente en el valor del pasaje de ida y regreso en el
bus siniestrado, que avalúa en la suma de $9.700.- Pidió, además, que se le
indemnice: a) El valor de reposición de los anteojos que quedaron destrozados
producto del accidente, debiendo comprar unos nuevos por la suma de $144.990.-;
b) Por gastos en medicamentos la suma de $10.000.-; c) Por gastos de examen de
tomografía la suma de $57.660.- y; d) Por gastos de consulta psiquiátrica la suma de
$55.000. En total, por este concepto demandó la suma de $274.050.-
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Al respecto, el tribunal señala que de los documentos acompañados, aparece
una guía de despacho de GMO por la suma de $229.990, y una boleta de la misma
empresa por los mismos artículos y la misma suma, donde se observa que se
efectuó un descuento, quedando el valor a pagar en $144.990. Unido a esto, consta
también una receta de lentes a nombre de la actora.
Argumenta el sentenciador que, si bien se ha acreditado que la demandante
ha desembolsado el monto demandado por concepto de anteojos, no existen
probanzas que vinculen este gasto con el accidente, no cumpliendo su alegación
con el estándar mínimo probatorio, toda vez que no se aportó antecedente alguno
referido a la pérdida de sus anteojos, no pudiéndose configurar una presunción al no
reunirse las condiciones de gravedad ni de precisión.
En lo referente al valor de los pasajes demandados y de los gastos por
medicamentos demandados, también los deniega, ya que no acompañó prueba
alguna.
En cuanto a los restantes gastos médicos, y respecto del examen de
tomografía, refiere que se acompañó documental que da cuenta de su realización y
pago, de modo que tiene por acreditado como perjuicio material la suma de $57.660
como aparece consignado en el bono de atención médica. El mismo razonamiento
realiza respecto de las atenciones psiquiátricas, ya que el certificado acompañado
da cuenta que la atención dice relación con el accidente sufrido, y habiéndose
acompañado la respectiva boleta, el detrimento patrimonial se ve acreditado, por la
suma de $55.000.
En lo que toca al daño moral, la sentencia señala que se hizo consistir en la
angustia y el daño emocional sufrido a consecuencia del accidente de que fue
participe, haciendo presente ataques de ansiedad y miedo. Para estos efectos, la
certificación médica da cuenta de que sufre de crisis de pánico relacionada con el
accidente, antecedente proveniente de un facultativo de la salud que permite
vincular suficientemente este padecimiento psíquico con el siniestro, por lo que se
tendrá por acreditado el daño moral, el que avalúa prudencialmente en la suma de
$1.000.000.-
3.- Respecto de María Francisca Quinchanao Huenupi, el fallo indica que se
demandó daño emergente, consistente en la suma desembolsada por la compra del
pasaje por la suma de $1.400.- Pidió, además, la reposición de su celular que fue
destruido en el accidente, por un valor de $300.000.-; la pérdida de sus zapatillas,
avaluadas en $80.000.-, y de sus pantalones, por la suma de $40.000.-
Señala que, para estos efectos, la actora acompañó fotografías de un celular
descompuesto, de un pantalón con una rotura en una rodilla, y de un boleto de flete
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de correspondencia; probanzas que no permiten demostrar la existencia de un
perjuicio material, en el sentido de que correspondan a un detrimento patrimonial de
la actora, ni su vinculación con el accidente, debiendo destacar incluso que el boleto
acompañado no es un pasaje, como se aprecia, sino un comprobante de flete, de
modo que el daño emergente lo tiene por no acreditado y lo deniega.
En cuanto al daño moral, señala que se acompañaron dos certificados
médicos, en los que consta el diagnóstico de trastorno del sueño en contexto de
estrés post traumático, respecto del accidente acontecido en el mes de noviembre
de 2018, con tratamiento farmacológico y psicológico.
Reflexiona el fallo que, por tratarse de antecedentes provenientes de
facultativos de la salud, que dan cuenta de un padecimiento psicológico que ha
perdurado en el tiempo, y que los mismos permiten vincular este padecimiento con
el siniestro, es que tiene por acreditado el daño moral, el que avalúa
prudencialmente en la suma de $1.500.000.-
4.- En lo referente a Susana del Carmen Torres García, la sentencia indica
que se demandó daño emergente, consistente en la compra del pasaje en el bus
siniestrado, por la suma de $1.000.-. Pidió, además, el valor de reposición de los
anteojos destruidos con ocasión del accidente por la suma de $248.288.-
Argumenta la magistratura que si bien se acompañó un presupuesto de GMO
por la suma de $276.242.- y una boleta de la misma empresa, a nombre de la actora
por la compra de anteojos por la suma de $248.288.-, estos antecedentes no logran
acreditar que el referido gasto se vincule con el accidente, por lo que deniega el ítem
demandado.
Respecto al pasaje solicitado, se acompañó un boleto de buses Jac por la
suma de $1.000, el que si bien no tiene fecha y solo tiene la indicación “camino”, es
de conocimiento del sentenciador que los pasajes vendidos en la carretera reúnen
estas características, de forma tal que tiene por acreditado el perjuicio por esa suma.
En cuanto al daño moral, señala que este se hizo consistir en estrés y
demencia senil, esto último que ha mermado su capacidad cognitiva y angustia,
acompañando la actora, para estos efectos, una copia de interconsulta de fecha 4 de
marzo de 2019, donde se refiere pérdida de memoria desde hace 2 meses, siendo
derivada a un especialista. También figura un certificado emitido por psicólogo de
fecha 5 de mayo del mismo año, en el que se expresa que la demandante tiene un
diagnóstico de alzhéimer y síntomas de estrés post traumático asociados al
accidente, que además son alicientes al deterioro cognitivo.
Reflexiona el tribunal que, conforme a las probanzas detalladas, se tiene por
acreditado el padecimiento de estrés post traumático relacionado con el accidente, el
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que además influyó perjudicialmente en su padecimiento de alzhéimer, de modo que
tiene por acreditado el daño moral, el que avalúa prudencialmente en la suma de
$2.000.000.-
5.- Respecto de Jorge Alexis Vega Cabrera, la sentencia indica que se
demandó daño emergente, consistente en el valor del pasaje en el bus siniestrado,
por la suma de $1.500.-, y también el pasaje para regresar por la misma suma, pero
no se aportaron medios de prueba por este concepto, de modo que rechaza la
indemnización por dicho concepto.
Continúa el fallo señalando que el actor también alegó como daño el lucro
cesante, en razón de que tuvo que cerrar la botillería de que es dueño por 2 días a
consecuencia del accidente, lo que avalúa en la suma de $200.000, pero tampoco
aportó elementos probatorios para dar por acreditado lo que demanda, de modo que
también deniega la indemnización en este ítem.
En lo referente al daño moral, el actor lo hizo consistir en el dolor de pecho,
angustia, ansiedad y miedo, sensaciones que perduran hasta el día de hoy. Sin
embargo, sólo aportó el formulario de la atención de urgencia, en el cual se consigna
dolor de pecho y angustia, los que al ser síntomas tan próximos al accidente mismo,
no genera alguna convicción de que no sean molestias pasajeras y de menor
relevancia, máxime si también se consigna que estaba tranquilo y que no recibió
algún golpe en el accidente, de modo que no tiene por probado el daño moral.
6.- Respecto de Yerson Alejandro Illanes Gavilán, la sentencia deniega la
indemnización por daño emergente por no haberse aportado medio probatorio
alguno, en cuanto al valor del pasaje en el bus siniestrado, por la suma de $1.500.- y
a la destrucción de un notebook, por la suma de $330.000.-, de un polerón, por la
suma de $20.000 y de una botella de agua, por la suma de $12.000.
En lo que toca al daño moral, la magistratura también lo deniega, por no
haberse acreditado, ya que sólo se acompañó formulario de atención de urgencia
que da cuenta de haber sufrido el actor lesiones leves, consistentes en erosión de
mano derecha, antebrazo y múltiples en los dedos de la mano izquierda, con
movilidad de extremidades sin problemas, todo lo cual requirió de curaciones
simples. Argumenta que tales antecedentes, dan cuenta de lesiones físicas que no
tiene la entidad de hacer presumir una afectación emocional relevante.
7.- En cuanto a Ana Eliot Rojas Sáez, el fallo indica que demandó daño
emergente, consistente en el valor del pasaje en el bus siniestrado, por la suma de
$1.500.-, pero no aportó prueba por este concepto, de modo que lo rechaza.
En lo que toca al daño moral, la actora acompañó formulario de atención de
urgencia que da cuenta de haber sufrido esguince y torcedura de tobillo, dolor y
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reposo con bota corta y pierna en alto, indicando tratamiento kinesiológico;
antecedentes que –a juicio del sentenciador- si bien no permiten demostrar la
afección emocional pura que alega la demandante, sí demuestran lesiones que
necesariamente generan molestias relevantes en la demandante, a lo menos en el
corto tiempo, de modo que el daño moral lo tiene por establecido, avaluando este
prudencialmente en la suma de $1.000.000-
8.- En cuanto a la actora Elba Pichilaf Cariman, la sentencia indica que
demandó daño emergente, consistente en el valor del pasaje en el bus siniestrado,
por la suma de $2.000.-, lo que fue acreditado mediante el pasaje acompañado de
Loncoche - Temuco de Buses Jac, razón por la cual concede la suma demandada.
Lo mismo resolvió en lo referente al daño moral, que lo hizo consistir en
estrés, desesperación y angustia, por cuanto aportó al proceso el certificado médico
del Departamento de Salud de Loncoche de fecha 16 de diciembre de 2019, donde
consta el diagnóstico de trastorno de estrés post traumático y que presenta angustia
al abordar cualquier tipo de vehículo automotor, avaluando prudencialmente el
perjuicio en la suma de $1.000.000.-
9.- En lo que toca a la demandante Lucila Del Carmen Briceño Pichilaf, la
sentencia indica que demandó daño emergente, consistente en el valor del pasaje
en el bus siniestrado de ella y de su hija, por la suma de $4.000.- en total, lo que fue
acreditado mediante los pasajes acompañados, razón por la cual concede la suma
demandada.
En cuanto al daño moral, señala que lo hizo consistir en estrés post
traumático, ansiedad y miedo, acompañando para estos efectos, certificado médico
del Hospital de Loncoche de 16 de diciembre de 2019, donde consta diagnóstico de
trastorno de estrés post traumático, relacionado al accidente vehicular sufrido, razón
por la cual da por establecido el perjuicio demandado y lo fija prudencialmente en la
suma de $1.000.000.-
10.- Respecto a Catalina Deyanira Lara Briceño, la sentencia indica que sólo
demandó daño moral, que hizo consistir en estrés post traumático, ansiedad y
miedo, aportando para estos efectos, certificado médico del Hospital de Loncoche de
16 de diciembre de 2019, donde consta diagnóstico de trastorno de estrés post
traumático, relacionado al accidente vehicular sufrido, razón por la cual da por
establecido el perjuicio solicitado y lo fija prudencialmente en la suma de
$1.000.000.-
11.- En cuanto a Bárbara del Pilar Chandía Fuentealba, la sentencia señala
que demandó daño emergente, consistente en el valor del pasaje en el bus
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siniestrado, por la suma de $1.400.-, acompañando el boleto respectivo, por lo que
otorga la suma pedida.
En lo que toca al daño moral, el fallo señala que la demandante lo hizo
consistir en estrés y angustia, sólo aportando al proceso el formulario de atención de
urgencia del Hospital de Loncoche de fecha 8 de noviembre de 2018, donde fue
diagnosticada policontusa, con golpe en el brazo izquierdo y dolor en rodilla derecha,
sin fractura ni luxación; antecedentes que –a juicio del tribunal- no permiten
demostrar un perjuicio de índole moral, ni presumirlo de las lesiones, las que se
estiman de una entidad menor y no relevantes para los efectos que acreditar el daño
invocado, por lo que decide denegar este ítem.
12.- Respecto de Fernanda Isabel Nahuelpan Llancafil, la sentencia indica
que demandó daño emergente, consistente en el valor del pasaje en el bus
siniestrado, por la suma total de $1.400.-, pero no acompañó elemento probatorio
que acreditara tal perjuicio, motivo por el cual lo deniega.
También pidió el costo de reposición de sus anteojos que resultaron
destrozados producto del volcamiento, acompañando para tales efectos, una receta
de lentes a nombre de la actora y una boleta de compra, por la suma de $68.000.-.
Sin embargo tales probanzas –a juicio del tribunal- no permiten vincular el gasto
incurrido por la demandante con el accidente ocurrido, de modo tal que rechaza el
monto solicitado.
En cuanto al daño moral, el fallo señala que la demandante lo hizo consistir
en estrés, ansiedad y angustia, agregando que sufrió una herida en su cabeza a
consecuencia del accidente, lo que le produjo vómitos, mareos e intenso dolor,
siendo diagnosticada de pérdida de memoria temporal y cefalea traumática, y que le
fueron recetados medicamentos para tratar el shock nervioso.
Refiere la magistratura que para acreditar lo anterior, acompañó formulario de
atención de urgencia del Hospital de Pitrufquén de fecha 9 de noviembre de 2018,
en donde fue diagnosticada con contusión craneana y se dejó constancia de sufrir
nauseas, vómitos y movimientos repetitivos inespecíficos, además de cefalea leve,
dolor en la zona dorso lumbar izquierda y lesiones erosivas escasas en esa zona.
También consta atención de urgencia en el Hospital Santa Elisa con fecha 13 del
mismo mes y año, donde se le diagnosticó cefalea intermitente, evaluación con
neurólogo, indicándole hospitalización para analgesia y observación, lo que la actora
rechaza. Por último, constan atenciones en el Hospital Base de Valdivia y del centro
médico San José, en gran parte ilegibles.
Argumenta el tribunal que, como se advierte, ninguno de los antecedentes
reseñados, dan cuenta de un shock nervioso o pérdida de memoria temporal, sin
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perjuicio de que sí fue tratada por un cuadro de cefalea, por lo menos durante los 4
días posteriores al accidente, lo que si bien constituye una molestia –a juicio del
sentenciador- no reviste una entidad que merezca ser indemnizada, de forma tal que
el daño moral lo deniega.
13.- Finalmente, respecto de Leandro Herman Paredes García, la sentencia
señala que demandó daño emergente, consistente en el valor del pasaje en el bus
siniestrado, por la suma de $1.400.-, acompañando el boleto respectivo, por lo que
otorga la suma pedida.
En lo que toca al daño moral, el fallo señala que el actor lo hizo consistir en
estrés y angustia, así como también las molestias relacionadas con una contusión
en su zona dorso lumbar y una herida de erosión en su codo izquierdo,
acompañando para tales efectos, formulario de atención de urgencia del Hospital de
Loncoche de fecha 8 de noviembre de 2018, en donde fue diagnosticado policontuso
con contusión en zona dorso lumbar y erosiones en ambos codos, calificándose de
lesiones leves.
Razona el tribunal que, con los antecedentes aportados, no es posible
establecer el padecimiento emocional que alega, de modo que estima que las
molestias sufridas no revisten una entidad que merezca ser indemnizada, de forma
tal que rechaza el daño moral demandado.
Termina señalando la sentencia en estudio que, en mérito que se encuentran
acreditados todos los presupuestos de la responsabilidad invocada, respecto de
aquellos demandantes que pudieron acreditar la existencia de perjuicios, decide
acoger la demanda en cuanto a estos últimos y rechazar respecto de aquellos que
no pudieron demostrar la concurrencia de todos los presupuestos de la acción.
En consecuencia, la magistratura acoge la demanda de indemnización de
perjuicios por responsabilidad contractual sólo en cuanto condenó a la demandada
al pago de las sumas que indica y respecto de los siguientes demandantes:
1) A Irene del Carmen Aguilera Valenzuela, la suma de $112.660.- por
concepto de daño emergente y $1.000.000.- por concepto de daño moral.
2) A María Francisca Quinchanao Huenupi, la suma de $1.500.000.- por
concepto de daño moral.
3) A Susana del Carmen Torres García, la suma de $1.000.- por concepto de
daño emergente y $2.000.000.- por concepto de daño moral.
4) A Ana Eliot Rojas Sáez, la suma de $1.000.000.- por concepto de daño
moral.
5) A Elba Pichilaf Cariman, la suma de $2.000.- por concepto de daño
emergente y $1.000.000.- por concepto de daño moral.
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6) A Lucila del Carmen Briceño Pichilaf, la suma de $4.000.- por concepto de
daño emergente y $1.000.000.- por concepto de daño moral.
7) A Catalina Deyanira Lara Briceño la suma de $1.000.000.- por concepto de
daño moral.
8) A Bárbara del Pilar Chandía Fuentealba, la suma de $1.400.- por concepto
de daño emergente.
9) A Leandro Herman Paredes García, la suma de $1.400.- por concepto de
daño emergente.
Sumas que generarán reajustes desde la fecha en que la presente sentencia
quede ejecutoriada y devengarán intereses corrientes para operaciones reajustables
desde que el demandado incurra en mora, si esto ocurriere.
El fallo cuestionado, rechaza en todo lo demás, la demanda entablada.
CUARTO: Que de la reseña que antecede se advierte que los sentenciadores
deciden rechazar los perjuicios morales demandados por algunos de los actores por
estimar que, si bien se acompañaron formularios de atención médica de urgencia del
día de los hechos, que dan cuenta de lesiones leves o menores en cada uno de
ellos, no se acreditó la existencia del daño extrapatrimonial solicitado, toda vez que
las consecuencias emocionales que alegan, no se vieron refrendadas con algún
antecedente de la causa, no pudiendo presumirse el mismo, habida consideración
de que tampoco –a juicio del tribunal- las víctimas presentaban lesiones físicas
relevantes que debían ser indemnizadas.
QUINTO: Que, en ese orden de cosas, es menester recordar el concepto de
daño moral, el que ha sido definido “como un menoscabo de un bien no patrimonial,
en cuanto dolor, pesar, angustia y molestias psíquicas que sufre una persona en sus
sentimientos, consecuencias del hecho ilícito; un hecho externo que afecta la
integridad física o moral del individuo (Corte Suprema, sentencia de reemplazo de
27 de abril de 2023, Rol N° 30.523-21.También, Corte Suprema, sentencia de
reemplazo de 15 de mayo de 2023, Rol N° 6336-22).
En esta misma línea, el profesor don Enrique Barros B. señala: “Los
atentados a la integridad física constituyen la causa más frecuente de daño moral y
su esquema de análisis más simple para calificarlo es distinguir los males que el
accidente positivamente provoca en la víctima (sus sufrimientos y aflicciones) y las
eventuales privaciones del goce de ciertos bienes (la disminución de las
capacidades de disfrutar de una buena vida). En el primer grupo, denominado
usualmente pretium doloris, se incluyen los sufrimientos físicos y psíquicos que se
siguen de una lesión corporal. En el segundo, denominado perjuicio de agrado, se
incluyen las repercusiones extrapatrimoniales futuras que limitan la capacidad de la
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víctima para disfrutar de las ventajas de la vida (la dificultad para establecer una vida
de relación, para desarrollar actividades de esparcimiento y cualesquiera otras
semejantes)”. Continúa el autor señalando: “Ante todo, el daño moral que se sigue
de lesiones corporales presenta la forma de una aflicción física y mental, que tiene
por causa el accidente. Se trata de un daño positivo, consistente en cualquier forma
significativa de sufrimiento. Comprende, por ejemplo, el dolor que se sigue
directamente de las heridas y del tratamiento médico, la pérdida de autoestima de
quien está físicamente desfigurado y la conciencia de la propia incapacidad. Su
intensidad está dada por la naturaleza del daño y por su duración. La indemnización
de este tipo de daño expresa propiamente un pretium doloris”. “[…] El sufrimiento
físico que acompaña al daño corporal puede adoptar dos formas principales: por un
lado, el dolor físico sufrido por la víctima en razón del accidente, lo que incluye
malestar, insomnio y otras manifestaciones semejantes; por otro lado, la víctima
sufre daño moral en sentido más estricto, que se traduce en depresión, pérdida de
autoconsideración y en otros defectos psicológicos que se derivan del accidente.”
(Barros B., Enrique: “Tratado de Responsabilidad Extracontractual”, Editorial Jurídica
de Chile, 2014. pp. 320, 321 y 323).
Por su parte, esta Corte también ha expuesto que si bien el daño moral debe
ser acreditado para que proceda su indemnización, su demostración depende del
caso concreto en que se reclama, y si su contexto se vincula con la existencia de
lesiones corporales acreditadas, es menester tener en consideración que
ordinariamente producen dolor físico, noción que claramente integra el concepto de
daño moral (Corte Suprema, Rol N° 12.176-2017). “De esta manera, resulta
coherente con la lógica, e incluso configura una máxima de la experiencia, entender
que un daño corporal concreto, ocasiona un daño de naturaleza no patrimonial que
debe ser reparado, pues debe tenerse presente, como un hecho de la naturaleza,
dentro de los parámetros de la normalidad, que verificada la existencia de lesiones
corporales, como sucede en la especie, ordinariamente producen dolor físico a quien
las sufre, además de la afectación sicológica que conlleva, y un cúmulo de otras
perniciosas consecuencias”. (Corte Suprema, Rol N° 7085-2017).
Por ello, indica el profesor Hernán Corral en su obra “Lecciones de
Responsabilidad Civil Extracontractual”, que “la prueba del daño moral debe
acomodarse a su naturaleza especial: si se alega un daño corporal, debe acreditarse
la pérdida que la lesión o enfermedad produce a la víctima (no es necesario
acreditar dolor si la indemnización se concibe como una reparación del daño
corporal, y no el pretium doloris); si se trata de un daño estético, debe apreciarse por
el juez que efectivamente el daño es real; si se trata del dolor psíquico, la prueba
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deberá centrarse en la acreditación de los hechos que ordinariamente para una
persona normal en la misma situación hubiera sentido. De este modo, la prueba de
presunciones adquiere especial relevancia” (Thomson Reuters, Santiago, 2013, p.
161).
SEXTO: Que en razón de los presupuestos antes expuestos, como esta Corte
ya ha señalado, se debe concluir que, si bien el daño moral debe ser acreditado para
que proceda su indemnización, su demostración depende del caso concreto en que
se reclama, y si su contexto se vincula con la existencia de lesiones corporales
acreditadas, es menester tener en consideración que ordinariamente producen dolor
físico, noción que claramente integra el concepto de daño moral y al que, además,
deben añadirse las molestias propias derivadas del tratamiento médico necesario
para su recuperación.
SÉPTIMO: Que en virtud de lo expresado precedentemente, en la especie,
los demandantes solicitan, en su calidad de pasajeros del bus, que se les resarzan
los perjuicios morales sufridos producto del accidente de tránsito ocurrido el 8 de
noviembre de 2018, que lo hicieron consistir –en general- tanto en las lesiones
físicas sufridas como en el estrés, ansiedad y angustia derivadas del hecho.
En ese contexto, los jueces del fondo desechan el daño moral respecto de
seis actores, por entender que no se acreditó dicho ítem.
Sin embargo, de la lectura y análisis del fallo recurrido –tal como se dejó
consignado latamente en el considerando tercero precedente- se estableció como
hecho de la causa la existencia y dinámica del accidente vehicular sufrido a
consecuencia de la maniobra errónea del conductor del bus, lo que provocó el
volcamiento del mismo. También se dejó asentado que los demandantes eran
pasajeros del vehículo y víctimas del siniestro. Finalmente, se tuvo por acreditado
que efectivamente los actores sufrieron lesiones, algunas de menor o mayor entidad,
pero todas finalmente derivadas del mismo hecho en comento.
Así las cosas, habiéndose establecido que todos los demandantes sufrieron el
accidente de tránsito, el que les ocasionó lesiones físicas en cada uno de ellos,
resulta impropio desestimar la acreditación del daño moral reclamado, pues es de
evidente normalidad colegir de los referidos hechos, la existencia del dolor y
sufrimiento físico y psicológico con ocasión tanto de la participación en el siniestro
(volcamiento del bus en que viajaban) como del dolor de las lesiones físicas sufridas,
cuya reparación se solicita, sin que resulte necesaria su especial demostración con
alguna prueba en particular.
OCTAVO: Que en estas condiciones, resulta palmario que los jueces del
grado efectivamente incurrieron en los errores de derecho denunciados al rechazar
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parcialmente la demanda por falta de prueba del daño moral, por cuanto se
encuentra suficientemente demostrado en el proceso a partir de los hechos
acreditados, pues no obstante haberse establecido la existencia de daños sufridos
por los actores como consecuencia de una conducta culpable de la demandada –
supuestos configurativos de responsabilidad contractual conforme lo dispuesto en el
artículo 1553 del Código Civil– se denegó su reparación, vulnerando con ello la
norma antes citada y lo dispuesto en el artículo 1556 del referido código; y esta
infracción de ley ha influido sustancialmente en lo dispositivo del fallo, desde que el
error de derecho antes anotado condujo a los jueces a no indemnizar la integridad
de los daños morales sufridos por los actores.
NOVENO: Que por las razones expresadas en las motivaciones anteriores, el
recurso de casación en el fondo será acogido.
Por lo anterior, resulta inoficioso referirse a la vulneración de las otras normas
legales invocadas como transgredidas.
Por estas consideraciones y de conformidad, además, con lo dispuesto en los
artículos 764 y 767 del Código de Procedimiento Civil, se acoge el recurso de
casación en el fondo deducido por el abogado Rafael Aguirre Droguett, en
representación de la parte demandante, en contra de la sentencia de cuatro de julio
de dos mil veintitrés, dictada por la Corte de Apelaciones de Temuco, la que en
consecuencia, es nula, reemplazándose por aquella que se dictará a continuación.
Regístrese.
Redacción a cargo de la Abogada Integrante Sra. Benavides.
N° 178.997-2023.
Pronunciado por la Primera Sala de la Corte Suprema integrada por los Ministros
señor Juan Eduardo Fuentes B., señor Arturo Prado P., señora María Angélica
Repetto G. y los Abogados integrantes señora María Angélica Benavides C. y señor
Carlos Urquieta S.
No obstante, haber concurrido a la vista de la causa y al acuerdo, no firma el
Ministro señor Fuentes B., por estar con permiso.
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MARIA ANGELICA BENAVIDES CARLOS ANTONIO URQUIETA
CASALS SALAZAR
ABOGADO INTEGRANTE ABOGADO INTEGRANTE
Fecha: 23/09/2024 15:32:26 Fecha: 23/09/2024 15:32:27
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En Santiago, a veintitrés de septiembre de dos mil veinticuatro, se incluyó en
el Estado Diario la resolución precedente.
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transporte de pasajeros que prestaba en su calidad de transportista y de propietaria
del bus, el cual sufrió un accidente de tránsito, que habría originado los perjuicios
patrimoniales y morales que demandan.
2°) Que esta Corte comparte lo razonado y concluido por el tribunal de
primera instancia, en cuanto se tuvo por acreditada la existencia de la relación
contractual y el hecho generador del incumplimiento contractual en que se sustenta
la acción deducida, respecto del contrato de prestación de servicios de transportes
de pasajeros por intermedio del bus accidentado, servicio que se le prestaba el día
de los hechos a los demandantes, lo que constituye un actuar culpable por parte de
la demandada, concurriendo así los requisitos de responsabilidad civil contractual.
3°) Que establecido lo anterior, corresponde analizar la procedencia de los
perjuicios reclamados.
En lo referente al daño patrimonial demandado, es un hecho de la causa que
los demandantes eran pasajeros del bus por figurar en la lista correspondiente y que
ellos sufrieron un accidente de tránsito, el que les provocó lesiones físicas de diversa
entidad en cada uno de ellos; antecedentes que son graves, precisos y
concordantes entre sí, para dar por establecido, mediante una presunción judicial, la
existencia del perjuicio que se alega, respecto al reembolso del pasaje que
incurrieron los demandantes el día de los hechos como así también su monto, por
cuanto los boletos acompañados por los demás pasajeros y actores, dan cuenta que
el valor fluctuaba entre los $1.000.- y $2.000.-, dependiendo del recorrido comprado.
El mismo razonamiento se debe hacer respecto del valor de reposición de los
anteojos que solicitan las demandantes, Irene del Carmen Aguilera Valenzuela,
Susana del Carmen Torres García y Fernanda Isabel Nahuelpán Llancafil, para
establecer mediante una presunción judicial que efectivamente el daño de dichos
elementos ópticos, proviene del accidente vehicular mencionado, otorgándoles, en
consecuencia, el daño emergente solicitado.
Atento a lo consignado precedentemente, estos sentenciadores concederán la
indemnización por daño emergente por el valor de los pasajes comprados respecto
de los actores que les fue denegado por el tribunal de primera instancia, avaluando
cada pasaje en la suma de $1.400.- y el valor de reposición de los anteojos que las
demandantes mencionadas en el párrafo precedente, acreditaron con la respectiva
boleta de compra.
4°) Que respecto al daño moral demandado de los actores que les fue
rechazado, cada uno de ellos acompañó al proceso el formulario de atención médica
de urgencia, en los que consta lo siguiente:
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a) Respecto de Harold Iván Cortés Montecinos, el documento referido da
cuenta de que sufrió una contusión en su frente al consignar que se observa “edema
en zona frontal izquierda con pequeña escoriación lineal”, considerado como una
lesión leve.
b) Respecto de Jorge Alexis Vega Cabrera, el documento referido consigna
que el paciente ingresa con dolor de pecho y angustia, hipertenso, resto HDN
estable, tranquilo, pero con molestias en el pecho.
c) Respecto de Yerson Alejandro Illanes Gavilán, el documento referido da
cuenta de que sufrió lesiones leves, consistentes en “erosión en dorso de mano
derecha, erosión en cara dorsal de antebrazo izquierdo, erosiones múltiples en
dorso de dedos de la mano izquierda, con movilidad de extremidades sin
problemas”.
d) Respecto de Bárbara del Pilar Chandía Fuentealba, el documento
referido da cuenta que resultó policontusa, con golpe en el brazo izquierdo y dolor en
rodilla derecha, sin fractura ni luxación.
e) Respecto de Fernanda Isabel Nahuelpán Llancafil, el documento referido
da cuenta que resultó con una contusión craneana y se dejó constancia de sufrir
nauseas, vómitos y movimientos repetitivos inespecíficos, además de cefalea leve,
dolor en zona dorso lumbar izquierda y lesiones erosivas escasas en esa zona.
f) Respecto de Leandro Herman Paredes García, el documento referido da
cuenta que resultó policontuso, con golpe en zona dorso lumbar y erosiones en
ambos codos, calificándose por autoridad médica de lesiones leves.
5°) Que debe recordarse sobre la materia y como se sostuvo en el fallo de
casación, que la prueba del daño moral resulta especialmente dificultosa, porque las
emociones como el dolor, la pena y angustia, son propias del fuero interno de la
víctima, por ende, no es dable que sea objeto de una prueba directa, pero sí es
susceptible de demostrarse por medios indirectos como inferencia y presunciones y,
así, de un hecho conocido se puede deducir uno desconocido.
En ese contexto, acreditado la ocurrencia del accidente de tránsito que fueron
víctimas los actores, en su calidad de pasajeros del bus, la dinámica del mismo y las
lesiones corporales sufridas por los demandantes, constituyen presupuestos fácticos
de los cuales se puede colegir que los demandantes experimentaron emociones
dañosas en su fuero interno con repercusión en la esfera moral, lo que configura el
hecho desconocido, generando un daño de carácter extrapatrimonial que debe ser
resarcido
Así las cosas, y teniendo en consideración la dinámica del siniestro
(volcamiento del bus con pasajeros), lesiones físicas sufridas, la aflicción que
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conlleva a cualquier hombre medio el hecho de participar en un accidente de tránsito
y la extensión del daño ocasionado, se regula prudencialmente la cuantía del
perjuicio moral sufrido en la suma de $2.000.000.- para cada uno de los actores
señalados en el motivo cuarto precedente, a cuyo pago la demandada será
condenada conforme se dirá.
6°) Que, en lo referente al monto del daño moral concedido por los jueces del
fondo respecto de los demás actores, esta Corte –teniendo en cuenta las
consideraciones expresadas en el fundamento precedente- aumentará el quantum
otorgado en primera instancia a la suma de $2.000.000.-, salvo en el caso de la
demandante Susana del Carmen Torres García- a quien sí se le concedió dicho
monto.
En mérito de lo expuesto y lo dispuesto, además, en los artículos 186 y
siguientes del Código de Procedimiento Civil, se resuelve que:
I.-) Se revoca, sin costas, la sentencia apelada de veintidós de diciembre de
dos mil veintidós, dictada en la causa Rol C-4-2020 seguida ante el Primer Juzgado
Civil de Temuco en la parte que no dio lugar a la demanda de indemnización de
perjuicios por incumplimiento contractual interpuesta por Harold Iván Cortés
Montecinos, Jorge Alexis Vega Cabrera, Yerson Alejandro Illanes Gavilán, Bárbara
del Pilar Chandía Fuentealba, Fernanda Isabel Nahuelpán Llancafil, y Leandro
Herman Paredes García y, en su lugar, se resuelve que se acoge, condenando a la
demandada a pagar a favor de cada uno de ellos, las siguientes sumas:
1) A Harold Iván Cortés Montecinos, la suma de $1.400.- por concepto de
daño emergente (pasajes) y de $2.000.000.- por daño moral.
2) A Jorge Alexis Vega Cabrera, la suma de $1.400.- por concepto de
daño emergente (pasajes) y de $2.000.000.- por daño moral.
3) A Yerson Alejandro Illanes Gavilán, la suma de $1.400.- por concepto
de daño emergente (pasajes) y de $2.000.000.- por daño moral.
4) A Bárbara del Pilar Chandía Fuentealba, la suma de $2.000.000.- por
concepto de daño moral.
5) A Fernanda Isabel Nahuelpán Llancafil, por concepto de daño
emergente las sumas de $1.400.- (pasajes) y de $68.000.- (reposición de anteojos);
y por daño moral, $2.000.000.-.
6) A Leandro Herman Paredes García, la suma de $2.000.000.- por
concepto de daño moral.
Sumas que deberán ser pagadas con reajustes e intereses de acuerdo a lo
indicado en la sentencia de primera instancia.
II.- Se confirma el fallo en alzada, con declaración:
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1) En la parte que otorgó daño moral a los restantes actores, aumentándolo
a la suma de $2.000.000.- por cada uno de ellos.
2) En la parte que denegó indemnizar el perjuicio material demandado;
concediéndolo de la siguiente forma:
a) A Irene del Carmen Aguilera Valenzuela, por concepto de daño
emergente las sumas de $1.400 (pasajes) y $144.990.- (reposición de anteojos).
b) A María Francisca Quinchanao Huenupi, la suma de $1.400.- (pasajes)
por concepto de daño emergente.
c) A Susana del Carmen Torres García, la suma de $248.288.- (reposición
de anteojos) por concepto de daño emergente.
d) A Ana Eliot Rojas Sáez, la suma de $1.400.- (pasajes) por concepto de
daño emergente.
Sumas que deberán ser pagadas con reajustes e intereses de acuerdo a lo
indicado en la sentencia de primera instancia.
III.- Se confirma, en todo lo demás, la sentencia apelada.
Regístrese y devuélvase, vía interconexión.
Redacción a cargo de la Abogada Integrante Sra. Benavides.
N° 178.997-2023.
Pronunciado por la Primera Sala de la Corte Suprema integrada por los Ministros
señor Juan Eduardo Fuentes B., señor Arturo Prado P., señora María Angélica
Repetto G. y los Abogados integrantes señora María Angélica Benavides C. y señor
Carlos Urquieta S.
No obstante, haber concurrido a la vista de la causa y al acuerdo, no firma el
Ministro señor Fuentes B., por estar con permiso.
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En Santiago, a veintitrés de septiembre de dos mil veinticuatro, se incluyó en
el Estado Diario la resolución precedente.