Novena A Santa Clara 2024
Novena A Santa Clara 2024
Novena A Santa Clara 2024
pueden con la imagen o cuadro de Santa Clara, una planta, luz o algún símbolo vocacional franciscano.
ALABANZAS A NUESTRA HERMANA CLARA, PARA TODOS LOS DÍAS: (Estribillo opcional)
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CLARA Y LA VOCACIÓN
“DON GRATUITO DE DIOS”
REFLEXIÓN DEL DÍA: Clara reconoce que todo es don gratuito de Dios y no por méritos propios.
Entre los múltiples dones que hemos recibido y diariamente del que nos da con
generosidad, el Padre de las misericordias, la generosidad del Padre de todo y por
los cuales debemos dar gracias al mismo Padre glorioso está el de nuestra vocación,
pues cuanto más perfecta y mayores, tanto más es lo que debemos a Él; por eso dice
el apóstol: “Reconoce tu vocación” (Test. 2)
Consideremos, por tanto, amadas hermanas, los inmensos dones que Dios ha
derramado sobre nosotras y entre ellos los que se ha dignado concedernos por
medio de su siervo amado, nuestro bienaventurado padre Francisco. En esto
podemos considerar la copiosa benignidad de Cristo para con nosotras, pues él, por
su abundante misericordia y caridad, se dignó decir por medio de su santo, estas
cosas acerca de su vocación y elección. Y nuestro beatísimo padre Francisco
profetizó esto no sólo de nosotras sino también de todas aquellas que habían de venir
para seguir la santa vocación a la que nos llamó el Señor. (Test. C.)
Su poder divino nos ha dado todo lo que necesitamos para la vida y la piedad, en primer lugar el
conocimiento de Aquel que nos ha llamado por su propia gloria y fuerza. Por ellas nos ha
concedido lo más grande y precioso que se pueda ofrecer: ustedes llegan a ser partícipes de la
naturaleza divina, escapando de la corrupción que en este mundo va a la par con el deseo. Por
eso, pongan el máximo empeño en incrementar su fe con la firmeza, la firmeza con el
conocimiento, el conocimiento con el dominio de los instintos, el dominio de los instintos con la
constancia, la constancia con la piedad, la piedad con el amor fraterno y el amor fraterno con la
caridad. Pues si tienen todas estas virtudes en forma eminente, no serán inútiles ni estériles, sino
que más bien alcanzarán el conocimiento de Cristo Jesús, nuestro Señor. En cambio, quien no
tiene todo esto es ciego y corto de vista, y se ha olvidado de que fue purificado de sus pecados
pasados. Por lo tanto, hermanos, esfuércense por confirmar el llamado de Dios que los ha
elegido. Si obran así, no decaerán, y se les facilitará generosamente la entrada al reino eterno de
nuestro Señor y Salvador, Cristo Jesús. Por eso siempre trataré de recordarles estas cosas,
aunque las sepan y se mantengan firmes en la verdad que poseen. Me parece bueno avivar su
memoria mientras esté en la presente morada, sabiendo que pronto será desarmada esta tienda
mía, según me lo ha manifestado nuestro Señor Jesucristo. Por eso procuro hacer todo lo
necesario para que, después de mi partida, recuerden constantemente estas cosas.
Momento de interiorización para dar gracias a Dios por el llamado que nos ha hecho y la
vocación franciscana que nos ha regalado, gratuitamente.
Amable Santa Clara, que respondiste generosamente al llamado del Señor, siguiendo a Cristo
pobre, ayúdanos a alcanzar la gracia y el coraje de decir siempre un sí decidido al plan de Dios
para nuestro camino.
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CLARA, SU SER DE MUJER
REFLEXIÓN DEL DÍA:
Clara de Asís fue una joven de familia noble que tenía una vivencia cristiana ejemplar. Apreciada
por los valores del respeto, de la cortesía y de la caridad para con los pobres. De familia noble,
pero más noble por el comportamiento. Desde muy joven se destacó en todas las virtudes. En la
juventud su corazón deseaba algo más, y el ideal de vida asumido por Francisco de Asís vino al
encuentro de su deseo. Abandona todo: - familia, matrimonio, amistades y propiedades – para
seguir a Jesucristo pobre, haciéndose pobre a ejemplo de Francisco y por causa de Jesucristo.
Clara se cultivó y perfeccionó como ser humano para poder seguir a Jesucristo con toda la
entereza de su ser. Aprendió y se ejercitó en el amor a Dios y a los hermanos. Cada día se iba
tornando más confiada, más sana, más humana, más dinámica, más productiva, más
comprensiva, más amiga y más feliz. Manifiesta y revela a cada momento la alegría de vivir, el
interés, la fe, el coraje, la paz, la belleza, la vitalidad, la ternura, la comprensión, la bondad, la
amistad, la buena voluntad. Todas estas actitudes y virtudes brotan de lo íntimo de su ser.
En todos los testimonios que se registran en el proceso de canonización, se percibe como Clara
fue una mujer integrada, logrando una armonía perfecta entre todas las dimensiones de la
naturaleza humana. A partir de esa integración humana puede también integrar lo divino, siendo
expresión de Dios para la humanidad.
Clara se presenta como una personalidad fuerte, ejemplo de feminidad auténtica y madura. Es
mujer pobre y humilde, libre y valiente, hermana y madre de numerosas compañeras; es más, se
siente esposa, madre y hermana del propio Señor Jesucristo. Clara es ejemplo de una nueva
tipología femenina, por su fuerza liberadora y transparente.
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CLARA, SIN NADA PROPIO
Nada posee Clara, nada le pertenece; Nada de lo que fluye, su párpado estremece;
como lirio del huerto, libre respira y crece. Clara mira y escucha, al Verbo que acontece.
Nada coge en su mano, nada de aquí fenece; Clara mira al espejo, del rostro de Jesús,
pobre, en la cruz se abraza, Clara lo va imitando, hasta imitar la cruz.
con Cristo que padece.
Clara no necesita adornarse de diamantes,
Clara sigue al Cordero donde quiera que va, Clara se ha revestido de santidad radiante.
del pesebre al calvario, Clara con Cristo está. Clara se ha despojado de la gloria terrenal,
para vestir las joyas que su Señor le da.
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PALABRAS DE SANTA CLARA: “Abrázate a Cristo Pobre, como virgen pobre”
¡Oh bienaventurada pobreza, que a quienes la aman y abrazan, les alcanza las
riquezas eternas!
¡Oh santa pobreza, por la que, a quienes la poseen y desean, Dios promete el Reino
de los cielos. (Mt. 5, 3) y les ofrece, sin lugar a dudas, la gloria eterna y la vida
bienaventurada!
¡Oh piadosa pobreza, a la que, por encima de toda otra cosa, se dignó abrazar el
Señor Jesucristo que gobernaba y gobierna el cielo y la tierra, y que, con sólo decirlo
todas las cosas fueron hechas!
En efecto, las zorras tienen sus madrigueras – dice – y las aves del cielo sus nidos,
pero el Hijo del Hombre no tiene dónde reclinar su cabeza (Mt, 8, 20; Lc. 9, 58) y al
inclinar la cabeza entregó su espíritu. (Jn. 19, 30). (Ct. a Inés 15-18)
Amable Santa Clara, que respondiste generosamente al llamado del Señor, siguiendo a Cristo
pobre, ayúdanos a alcanzar la gracia y el coraje de decir siempre un sí decidido al plan de Dios
para nuestro camino.
Muéstranos que es posible realizar el sueño de una fraternidad feliz, en la convivencia fraterna,
en el silencio contemplativo y en el servicio humilde y solidario.
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REFLEXIÓN DEL DÍA:
En Clara de Asís, la propuesta de la unidad y de la alegría brotan de la conciencia de la filiación
divina, del seguimiento de Jesucristo y de la comunión en el mismo proyecto de vida que se
traduce, principalmente, en la vivencia de la hermandad.
Clara dejaba trasbordar su alegría en las palabras que escribía. En este texto muestra su
felicidad ante las virtudes de la Hermana Inés de Praga, que complementan lo que falta en ella.
Amable Santa Clara, que respondiste generosamente al llamado del Señor, siguiendo a Cristo
pobre, ayúdanos a alcanzar la gracia y el coraje de decir siempre un sí decidido al plan de Dios
para nuestro camino. Muéstranos que es posible realizar el sueño de una fraternidad feliz, en la
convivencia fraterna, en el silencio contemplativo y en el servicio humilde y solidario.
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CLARA, MUJER FRATERNA
En sus escritos, Clara muestra cómo la fraternidad fue profundamente vivenciada por ella y sus
hermanas. Al principio, Clara deseaba solamente dedicar todo su ser y su amor a Jesucristo. Con
la llegada de las hermanas, para unirse en el mismo ideal de vida, amplió su proyecto para abrirse
al amor fraterno.
Las cartas que Clara escribe, además de orientar en el camino de crecimiento de la espiritualidad,
revelan toda su dimensión humana y fraterna. En general, los escritos revelan tres actitudes
siempre presentes en Clara: El amor, la humildad y la caridad. Ella encarna esas actitudes
transformándolas en virtudes, las cuales definen su modo de ser: Clara es amor, es humildad y es
caridad y por eso es generadora de fraternidad. Más que construir una vida fraterna en San
Damián, Clara, a partir de la fecundidad de su ser, genera la fraternidad.
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CANTO: “Basta con amar” (opcional)
Amable Santa Clara, que respondiste generosamente al llamado del Señor, siguiendo a Cristo
pobre, ayúdanos a alcanzar la gracia y el coraje de decir siempre un sí decidido al plan de Dios
para nuestro camino.
Muéstranos que es posible realizar el sueño de una fraternidad feliz, en la convivencia fraterna,
en el silencio contemplativo y en el servicio humilde y solidario.
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CLARA, UN ALMA
AUTÉNTICAMENTE
CONTEMPLATIVA
En las cartas a Inés, la Plantita de Francisco nos muestra como la contemplación parte siempre
de una mirada, también en su caso, atenta, llena de estupor y de gratitud, al misterio de la
encarnación:
Aquel “al que no podían contener los cielos”, se abajó hasta hacer su morada “en el
pequeño claustro” del “vientre sagrado” de la doncella de Nazaret (3CtaCl 18-19). El
“Señor de los Señores” (2CtaCl 1), “tan digno, tan santo y glorioso”, al recibir “la
carne verdadera de nuestra humanidad y fragilidad” (2CtaCl 4), “quiso aparecer en
el mundo como un hombre despreciado, indigente y pobre” (1CtaCl 19), “y, siendo
sobremanera rico (2Cor 8, 9), quiso escoger la pobreza en este mundo, junto con la
bienaventurada Virgen, su Madre” (2CtaF 5).
Clara tuvo una vida ejemplar en todo sentido. Testimonió y dejó transparentar el gran amor y
santidad de Dios. Antes de irse a San Damián, Clara ya era considerada como santa por todos
los que la conocían, por su gran honestidad y bondad.
Clara tenía el conjunto de todas las virtudes: “Su humildad, benignidad, paciencia y las otras
virtudes que ella poseía en abundancia, hacían creer firmemente que, “de la Virgen María para
acá, ninguna mujer tenía mayor mérito que Clara”.
Clara se tornó madre y maestra, generando muchos hijos e hijas en el Señor Jesucristo. Como
Dios Padre que por amor genera vida, así Clara, en la fecundidad de su amor, se torna
generadora de vida y ejemplo para todos.
Porque el mismo Señor nos puso a nosotras y a nuestra forma de vida como
ejemplo y espejo no sólo para los demás, sino también para nuestras mismas
hermanas, a las que llamó el Señor a nuestra vocación, con el fin de que también
ellas sean espejo y ejemplo para los que viven en el mundo. Habiéndonos pues,
llamado el Señor a cosas tan grandes, de modo que en nosotras puedan mirarse
como en un espejo aquellas que son ejemplo y espejo para los demás, estamos
muy obligadas a bendecir y alabar a Dios y a afianzarnos más y más en el Señor
para hacer el bien. (Ts. C. 19-22)
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Clara fue y continúa siendo una luz, no sólo para la familia franciscana, sino para toda la Iglesia y
para la humanidad.
Momento de interiorización personal: ¿De qué manera mi vida ilumina la vida de los demás?
Amable Santa Clara, que respondiste generosamente al llamado del Señor, siguiendo a Cristo
pobre, ayúdanos a alcanzar la gracia y el coraje de decir siempre un sí decidido al plan de Dios
para nuestro camino.
Muéstranos que es posible realizar el sueño de una fraternidad feliz, en la convivencia fraterna,
en el silencio contemplativo y en el servicio humilde y solidario.
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CLARA Y LA BENDICIÓN
La bendición que Santa Clara deja a todas las hermanas presentes y futuras, es como si fuese
una carta a todos nosotros; una carta de amor: amor de Clara y amor de Dios, que une el cielo y
la tierra. Bendición en la que Clara no ahorra nada de sí, y no sólo en esta tierra, sino incluso
después de su muerte.
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MEDITEMOS CADA UNA DE LAS PALABRAS DE SU BENDICIÓN:
Yo, Clara, sierva de Cristo, plantita de nuestro bienaventurado Padre San Francisco,
hermana y madre de ustedes y de las otras hermanas pobres, indigna, ruego a
nuestro Señor Jesucristo, por su misericordia y por intercesión de Santa María, de
San Miguel Arcángel y de todos los ángeles de Dios, de nuestro bienaventurado
padre Francisco y de todos los santos y santas, crecer en la gracia y, en virtud de
sus siervos y siervas, en su Iglesia militante; en el cielo, exaltándolas y
glorificándolas en la Iglesia triunfante entre sus santos y santas.
Yo las bendigo en mi vida y después de mi muerte, como puedo, con todas las
bendiciones con que el Padre de las misericordias bendijo y bendecirá a sus hijos e
hijas en el cielo y en la tierra y con los cuales un padre y una madre espiritual
bendicen y bendecirán a sus hijos e hijas espirituales. Amen siempre sus almas y
las de todas sus Hermanas y sean siempre solícitas en la observancia de lo que
prometieron a Dios. El Señor esté siempre con ustedes y que ustedes estén
siempre con Él.
El Señor las bendiga y las guarde, les muestre su rostro y tenga misericordia de
ustedes. Vuelva su rostro sobre ustedes y les conceda la paz, a ustedes mis
hermanas e hijas y a todas las otras que vinieren y permanecieren en su comunidad
y a todas las que perseveraren hasta el fin en los otros monasterios de las señoras
pobres. AMÉN.
Momento de interiorización personal: ¿De qué manera soy bendición para otros?
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TRANSITO DE SANTA CLARA
“UNA VIDA ENTREGADA”
AMBIENTACIÓN: (El tránsito se puede realizar integrado con las primeras vísperas de Santa Clara)
Nos hemos reunido para celebrar con gozo el triunfo de nuestra hermana Clara. Con su luz y
transparencia evangélica, esta mujer eclesial, consumió los días de su peregrinación terrena
aguardando con fidelidad la llegada del Esposo. Fiel discípula de Jesús le imitó en su altísima
pobreza, como lo había aprendido de su «plantador y guía», el Hermano Francisco.
Alabemos y ensalcemos al Dios grande “Santo y admirable Señor”, mientras aguardamos con el
aceite de la fidelidad, para que cuando llegue Jesús, pueda encontrarnos con las lámparas
encendidas.
Después de toda una vida entregada a Dios, a las hermanas, a los hermanos, a toda persona;
después de una vida de búsqueda constante, a lo largo de la cual Clara ha sabido responder a la
llamada que un día Dios le dirigió a seguir a Jesucristo Pobre; después de vivir con fidelidad y
firmeza el evangelio, en oración, fraternidad y pobreza, Clara deja esta vida con el gozo de haber
vivido realmente entregada, y abraza la muerte, que se le acerca, con estas palabras: “Gracias,
Señor, porque me has creado”.
Vamos a intentar vivir estos momentos, percibiendo el gozo de la Hermana Clara, en un ambiente
pascual.
ORACIÓN: Oh Cristo, lámpara que alumbra a la nueva Jerusalén; que la admirable claridad de
esta llama, símbolo de tu cuerpo glorioso, difunda su resplandor sobre los que nos encaminamos
hacia tu morada. Concédenos, a todos los que nos sentimos peregrinos, una gran esperanza.
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Que el amor que has puesto en nuestro corazón, se mantenga ardiente. Que aprendamos de la
Hermana Clara a ser luz y transparencia de evangelio. Que nos dejemos iluminar por la luz de tu
rostro para que, como Clara, reflejemos esta luz en todo el mundo. Tú que vives y reinas por los
siglos de los siglos. Amén.
Música de oración…
Lectora 1: La Hermana Clara glorificó al Señor en los días de su vida terrena, eligiendo la senda
estrecha que nos marca el Evangelio. Se desposó para siempre con el Señor en la soledad del
Monasterio de San Damián. Allí, plantada por el bienaventurado Francisco, pasó su vida hasta la
edad de 60 años, cuando cargada de admirables frutos, el rey de las vírgenes la condujo, el 11
de agosto de 1253, al banquete de las bodas del Cordero.
En esta hora de su glorioso tránsito, murió estrechando entre sus manos la Regla y Vida de las
Hermanas Pobres, camino seguro para vivir en la Iglesia la altísima pobreza de nuestro Señor
Jesucristo y el espíritu de oración y devoción, al cual las demás cosas temporales debían servir.
Lectora 2: Nuestra Hermana Clara había corrido durante 40 años en el estadio de la “altísima
pobreza” y, he aquí que se acercaba con premura, a la meta de la suprema llamada. Se apresura
la divina Providencia a cumplir sus designios con ella, y el Señor Jesucristo a elevar a la “pobre
peregrina”, hasta el palacio del reino celeste. Ansía también nuestra hermana este momento
sublime, y suspira con todas sus fuerzas, por verse libre de su cuerpo mortal para contemplar a
Cristo Victorioso, al que había seguido de todo corazón en su pobreza terrena.
A sus benditos miembros, deshechos ya por sus antiguas dolencias, se les suma ahora, aquella
extrema debilidad, presagio de la cercana llamada del Señor y umbral celeste de la salud eterna.
Están también aquellos dos benditos compañeros del bienaventurado Francisco: el hermano
Ángel, que lloroso consuela a los que lloran, y el hermano León, que no cesa de besar el lecho
de la hermana agonizante. Lloran las hermanas ante la separación de Clara, que se les va y no
han de contemplarla más en la tierra.
Lectora 4: La claridad difusa del alba se extiende sobre la tierra, y un silencio profundo reina en
el interior de San Damián. Clara es como una llama que poco a poco se va extinguiendo. Ella ha
sido la guardiana del fuego que encendió Francisco en la Iglesia.
Entre las manos cruzadas sobre el pecho, aprieta la Bula Papal que aprueba su Regla. Clara ha
culminado su obra. Sin sospecharlo, muere fundadora, además de Hermana y Madre. Clara
mueve los labios lentamente. Habla a su bendita alma:
Clara: “Vete en paz ama mía, que llevas buena escolta para el viaje. Porque Aquel que te creó,
luego te santificó y puso en ti el Espíritu Santo. Y siempre te ha guardado como la madre al hijo
que ama. ¡BENDITO SEAS SEÑOR PORQUE ME HAS CREADO!
Lectora 1: Una de las hermanas lo vio y, sencillamente, lo contó después. Una blanca procesión
de vírgenes acompañan a María, la virgen pobrecilla, a quien Clara quiso seguir en su vida, que
en este momento supremo abraza a Clara en un gesto de amor y complacencia.
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Lectora 3: Hasta el final de sus días, Clara vivió profundamente enraizada en su tiempo con una
libertad sorprendente. Vivió la radicalidad de sus opciones en el respeto y la estima a la autoridad
de la Iglesia. Inserta en su tiempo, Clara fue enormemente evangélica; con su vida denunció los
abusos, y con su claridad alumbró a toda la Iglesia.
También hoy la Hermana Clara nos apremia a dar una respuesta evangélica y atrayente a
nuestro tiempo.
ORACIÓN:
Padre de las luces y Señor de la gloria, tú que quisiste que nuestra madre y hermana Clara,
resplandeciese en la Iglesia y en mundo por su testimonio de vida evangélica, concédenos por su
intercesión poder caminar siempre en la claridad de tu luz, para que lleguemos a ser morada e
icono de tu Hijo Jesús, que contigo vive y reina, en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los
siglos de los siglos. Amén.
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