Palumbo Libro
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SOCIALES
Pensar(nos)
desde adentro
Colección: Ciencias Sociales
Director: Máximo Badaró
Palumbo, Mariana
Pensar(nos) desde adentro: representaciones sociales y experiencias
de género / Mariana Palumbo. -1a ed.- San Martín: UNSAM EDITA, 2017.
80 pp. ; 21 x 15 cm. - (Ciencias sociales / Badaró, Máximo)
ISBN 978-987-4027-65-8
Se imprimieron 500 ejemplares en Albors Adrián y Trabucco Carlos S. H., California 1231, CABA
CIENCIAS
SOCIALES
Pensar(nos)
desde adentro
Representaciones sociales
y experiencias de violencia
de género
PRÓLOGO 9
INTRODUCCIÓN 13
RECAPITULACIÓN 69
Y CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFÍA 73
PRÓLOGO
11
INTRODUCCIÓN
Cuatro años más tarde, la Universidad Nacional de San Martín (en adelante,
UNSAM) resuelve crear un espacio de investigación, formación, sensibilización y
atención, asumiendo un compromiso institucional en la lucha por garantizar a
la comunidad universitaria una vida libre de violencias entre todos los géneros.
Desde entonces, el Programa contra la Violencia de Género (en adelante, PcVG)
atiende, asesora, deriva e interviene en casos de discriminación y violencia de
género tanto de la propia Universidad como provenientes de la comunidad del
partido de General San Martín y zonas aledañas.
La creación de un Programa de intervención en el marco de una institución
educativa supuso un desafío en varios sentidos: en primer lugar, en lo referido a
los límites e incumbencias de la universidad en el tratamiento de casos. En se-
gundo lugar, en la generación de datos. Esto nos llevó a la creación de lo que ha
sido la encuesta “Diagnóstico sobre Discriminación y Violencia de género” que
fue realizada durante el año 2016.1
El libro indaga y analiza, a partir de los resultados de la encuesta, en los
imaginarios, las prácticas y las experiencias en relación con la violencia de gé-
nero y la discriminación en la población universitaria de los/las estudiantes de
1 Esta encuesta dentro del se llevó a cabo proyecto de investigación denominado “Relaciones de dis-
criminación y violencias basadas en el género en la Universidad Nacional de San Martín”, dirigido por la
doctora Vanesa Vázquez Lava. El mismo contó con el financiamiento del “Proyecto Puente 2014”.
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Pensar(nos) desde adentro
sujetos y puede ser ejercida por distintas subjetividades, incluidas las mujeres.
Esto permite desarrollar una noción más amplia que tienda a esencializar a
la feminidad.
Hablaremos aquí de un campo de estudio que ha sido escasamente desarro-
llado en la Argentina: la violencia de género en el ámbito universitario. Existen
en nuestro país dos trabajos pioneros realizados en la Universidad Nacional
de Córdoba: Violencia de género, una realidad en la universidad coordinado por
Alicia Soldevila y Alejandra Domínguez (2014) y Maite, Rodigou Nocetti
Trabajar en la Universidad: (Des) Igualdades de género por transformar (2011).
El primero se basa en el análisis de la violencia hacia y entre los estudiantes, y
entre docentes, no docentes y estudiantes, en los ámbitos de la Escuela de Tra-
bajo Social de la Universidad Nacional de Córdoba y en la propia institución
universitaria.
Este libro retoma el trabajo de una investigación sobre “La violencia de
género en la población estudiantil de primero a quinto año de la carrera Licen-
ciatura en Trabajo Social”, llevada a cabo en la Escuela de Trabajo Social de la
Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Cór-
doba. Este análisis fue desarrollado durante los años 2013 y 2014, abarcando la
totalidad de las dependencias de la misma universidad.
Por su parte, el libro de Rodigou y Nocetti se basa en una investigación
realizada con docentes del ámbito universitario, entre los años 2009 y 2010, y
analiza las violencias de género que viven las docentes dentro de la universidad
entendida como ámbito de trabajo.
2 Ni una menos es un movimiento de protesta en contra de la violencia machista que se dio en ochen-
ta ciudades de la Argentina en junio del 2013 y durante los años 2016 y 2017. El movimiento también
se ha extendido a otros países de la región.
16
Introducción
3 Comprendemos la noción de interacción desde la perspectiva de Erving Goffman quien define a la in-
teracción como “la influencia recíproca de un individuo sobre las acciones del otro cuando se encuen-
tran ambos en presencia física inmediata” (Goffman, 1971: 27). En otras palabras, cuando dos perso-
nas interactúan cara a cara, influencian recíprocamente sus acciones, de manera que el actor guiará su
actuación ajustándose a los papeles representados por los otros actores, que a su vez son su público.
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Pensar(nos) desde adentro
ejemplo, cuando una mujer usa ropa demasiado ajustada se aleja de los guiones
sociales esperados para una feminidad “respetable”. Dentro de la matriz hete-
ronormativa su feminidad será ubicada en la frontera de lo aprobable. A estas
motivaciones agregamos aquellas vinculadas al amor romántico, a saber, la falta
de reciprocidad de expectativas dentro del vínculo o de entrega “total”.
Otro punto de vacancia que encontramos en los estudios de la violencia
de género es la violencia en las relaciones no heterosexuales (Hammond, 1986;
Cantera y Blanch, 2010) y la violencia que ejercen las mujeres hacia otras
mujeres. Explica Rojas-Solis, retomando a Cantera (2004): “La equiparación
género-mujer y la rígida dicotomía hombre-agresor y mujer-víctima minimizó
y oscureció el campo de estudio de la violencia entre parejas no ‘normales’ o en
situaciones donde la mujer fuera la agresora y el hombre, la víctima” (2015: 8).
Esta invisibilización, dentro de los estudios sobre la violencia, de las mujeres
como agentes perpetradores de violencia en sus distintos vínculos nos lleva a re-
flexionar sobre cómo subyace una visión de las mismas cercana a la inocencia, a la
sumisión y a la bondad. Sin con esto negar que la violencia en los vínculos inter-
personales genera efectos principalmente negativos en las mujeres, dado que por
ejemplo vivencian situaciones de violencia física, nos interesa problematizar las
violencias que ellas ejercen en sus vínculos. Tal como explica Osborne “Mencionar
o tener en cuenta la violencia perpetrada por las mujeres no tiene por qué rebajar
un ápice la gravedad de la violencia de hombres a mujeres” (Osborne, 2009: 7).
En resumen, estos interrogantes: quiénes perpetran violencia, sobre quiénes
se ejerce y qué sentido atraviesa el ejercicio de la misma serán problematiza-
dos en diversos ámbitos incluido el universitario. Comprendemos este espacio,
como cualquier otro, de manera sexuada y no neutral. Los espacios no son
simplemente un escenario, sino que son constantemente (re)producidos dentro
de complejas relaciones entre la cultura, el poder y las diferencias, y varían a lo
largo del tiempo. Los espacios y los lugares y los sentidos que los sujetos les
otorgan están atravesados por el género (Massey, 1994).
Asimismo, nos preocupa la integridad de los/as estudiantes no solo dentro
de las paredes que conciernen a la universidad sino en la multiplicidad de espa-
cios por los cuales transitan y sociabilizan. De allí que nos haya parecido impor-
tante indagar en experiencias de violencia en sus diversos vínculos y ámbitos de
sociabilidad.
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Capítulo 1
REPRESENTACIONES Y EXPERIENCIAS
DE VIOLENCIA DE GÉNERO
En primer lugar resulta necesario saber quiénes fueron las personas encues-
tadas. Se encuestó, de forma equitativa, a estudiantes de los distintos años
de cursada (de 1° a 5°) que concurren a estudiar al Campus Miguelete de la
Universidad Nacional de San Martín1 durante los meses de abril a julio del
2016. Estos/as estudiantes tienen como característica, que en su mayoría son
jóvenes.2 Desde una dimensión etaria, convencionalmente, se ha utilizado para
1 Acorde con la población se generó una muestra representativa. La muestra es un estimativo del
1,5% de 11.688 casos que se tradujo en 171 casos. Según, el informe “Oferta Académica y Población
estudiantil de Pregrado, Grado y Posgrado. Anuario 2013” esta es la cantidad de población con la cual
contaban las unidades académicas relevadas dentro del Campus (Secretaría Académica/ Dirección de
Información Académica e Investigación. Dirección de Grado. Dirección de Posgrado/UNSAM, 2013).
En proporción con la cantidad de población que posee cada una de las unidades académicas que
fueron seleccionadas en tanto se encuentran dentro del Campus se desglosan los porcentajes de la
siguiente manera: Escuela de Humanidades, 18%; Escuela de Economía y Negocios, 39%; Escuela de
Política y Gobierno, 9%; Escuela de Ciencia y Tecnología, 20%; Instituto de Arquitectura y Urbanismo,
2%; Instituto del Transporte, 2%; IDAES, 9%; Instituto de Artes Mauricio Kagel, 2%.
2 En el campo de las disciplinas científicas se ha dividido la pertinencia de la utilización de los con-
ceptos de adolescencia y juventud; el primero es abordado por la psicología en tanto perspectiva de
análisis de un sujeto particular; y el segundo, por las ciencias sociales y humanas, donde a partir de
sujetos individuales se busca entender las relaciones sociales posibles de ser entabladas entre ellos
(Dávila León, 2005).
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Pensar(nos) desde adentro
3 Silvia Elizalde (2006), desde una perspectiva materialista, se encuentra en discusión con el concepto
de juventud desarrollado desde la sociología por Margulis y Urresti (1996, 2006). Estos autores, quienes
lo han interpretado como una construcción social, histórica y relacional que se articula social y cultural-
mente en función de la edad, la generación, la clase social y el género de pertenencia (Margulis y Urresti,
1996), consideran el género, según Elizalde, como una variable más en relación al concepto de juventud.
Para la autora, esa posición tiene consecuencias de orden ideológico que operan ratificando el andro-
centrismo y sus efectos naturalizadores porque abordan el género como un atributo que poseen las
personas, anclado en un binarismo taxativo de sexo/género, y se hace así caso omiso al carácter políti-
co de esta categoría de análisis como forma primaria de relaciones significantes de poder (Scott, 1986).
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Capítulo 1 Representaciones y experiencias de violencia de género
21
Pensar(nos) desde adentro
4 Algo que queremos dejar claro con respecto a la pregunta por el género autopercibido es que fue
una pregunta abierta. Al momento de la encuesta se les consultó a cada una de las personas encues-
tadas por su género autopercibido y no se marcó a priori ni se dejó a criterio del/la encuestador/a.
5 Respecto de varones, trans y personas intersex específicamente no podemos afirmar cuestio-
nes particulares porque nadie dijo identificarse de ese modo. Esto quedará pendiente para futuras
investigaciones.
22
Capítulo 1 Representaciones y experiencias de violencia de género
23
Pensar(nos) desde adentro
Asimismo, existen otros ámbitos que no fueron relevados a priori donde los/
as estudiantes indican que sufrieron violencia basada en su género u orientación
sexual: escuela, estadio de fútbol, discoteca, iglesia, policía y justicia (cuadro 2).
Es decir que en la sumatoria de espacios como la vía pública, el transporte
y el trabajo, en contraposición al hogar, es donde más se perciben situaciones
de violencia en un 79%. Según Nancy Fraser (1997), desde una perspectiva
feminista, el espacio público ha sido históricamente pensado como un espacio
masculino y burgués, y tal como observamos a partir de nuestros datos esto
continúa.
De este 73%, 124 personas al menos una vez vivieron una situación de vio-
lencia, y se recolectaron 231 situaciones de violencia experimentadas. Es decir,
estas personas, que son jóvenes, vivieron en su corta trayectoria de vida alrededor
de dos situaciones de violencia en promedio al momento de la encuesta.
a) Hogar
El 21% de las personas encuestadas manifestó haber experimentado situaciones
de violencia de género en el hogar. De las personas que experimentaron violen-
cia de género, el 61% se autoperciben como mujeres y el 36% como varones. Es
decir, la mayoría son mujeres pero una cantidad significativa son varones. Asi-
mismo, vemos que la mujer trans vivió violencia en el hogar.
En relación con los tipos de violencia o la descripción de la situación de vio-
lencia de género según el género de la persona que lo experimentó, las mujeres
vivenciaron mayoritariamente violencia psicológica en un 17%, combinación
de violencia física y psicológica en un 17% y simbólica en un 17%. Por ejemplo,
una de las encuestadas hizo referencia a que su hermano le hacía realizar ciertos
quehaceres domésticos por el solo hecho de ser mujer.
En menor medida, un 8% los varones también ubican a la violencia psicológi-
ca y a la simbólica como las mayormente experimentadas, mientras que la mujer
trans indica la psicológica. Es decir, que las formas de violencia que prevalecen
no son físicas sino que son sobre todo psicológicas (sola o combinada). Ejemplos
de la misma son la disminución de la autoestima y del componente emocional
a través de prácticas violentas como miradas, silencios e insultos. Las violencias
psicológicas y simbólicas son formas de violencia laterales (Elias, 1989) que
aunque más sutiles no son menos efectivas. Tienen efectos tangibles y corporales
sobre los sujetos que las vivencian, dado que generan miedo y angustia.
6 El dualismo cartesiano de cuerpo y mente, por el cual la primera noción pasará a tener un lugar se-
cundario vinculado a la naturaleza, y la segunda una posición de superioridad, atravesará las diferentes
teorías que abordan el cuerpo desde diferentes vertientes (Pozo, 2012; Pedraza, 2009).
26
Capítulo 1 Representaciones y experiencias de violencia de género
poder. Bryan Turner (1984), pionero en los estudios de sociología del cuerpo,
apunta a una perspectiva teórica del cuerpo que no se reduzca a lo material,
sino que lo comprenda como “una metáfora más general para la estructura y
función de la sociedad en su conjunto” (Turner, 1984: 177). En otras palabras,
la corporalidad puede ser interpretada como todas aquellas prácticas sociales
que implican al cuerpo, ya que esta resulta de un proceso constante a partir del
cual se construyen las personas en relación con otros.
Asimismo, nos resta complejizar si el hecho de que un varón le pegue a una
mujer tiene socialmente una connotación violenta. Hipotetizamos, a partir de
una investigación cualitativa previa (Palumbo, 2015) que, en tanto las corporali-
dades masculinas son consideradas socialmente como dominantes, un golpe de
un varón contra una mujer es socialmente visto como violento. En cambio, esto
se modifica cuando el golpe lo ejerce una mujer, a cuyo acto violento si bien se
lo ve como agresivo, se lo considera menos importante o de menor relevancia
dado que lo ejerció una mujer a la cual se la asocia con la debilidad física.
Por último, si nos enfocamos en analizar el género de quien perpetró
violencia en el hogar respecto del género de quien la sufrió, aparece que lo
más frecuente es que los varones sean violentos con las mujeres (39%) pero
también es significativo el número de violencia de varones hacia varones
(22%) y un 3% de violencia de varones a una mujer trans. Así, vemos que
el 64% de las situaciones de violencia de género en el ámbito hogar son
perpetradas por varones y padecidas mayormente mujeres pero, también,
por otros varones. Es decir, que en el ámbito del hogar los varones son los
agentes más violentos contra los distintos miembros/as.
No obstante, las mujeres en el ámbito doméstico aparecen perpetrando vio-
lencia en un 31% -en un 3% solas y 28% junto con varones-. Las mujeres ejercen
junto con varones violencia contra otras mujeres en un 17% y contra otros varo-
nes en un 11%. En ningún caso se registran escenas de violencia basadas en el
género u orientación sexual perpetradas solo por mujeres contra otras mujeres.
En relación con la violencia en vínculos eróticos y/o afectivos entre varo-
nes gays encontramos desde las ciencias sociales una vacancia en estos análisis.
Jennifer Johnsen (2005), desde un análisis psicosocial, explica que la violencia
en las parejas se puede presentar en cualquier tipo de relación y que tanto los
perpetradores como las víctimas pueden ser hombres, mujeres, jóvenes, ancia-
nos, homosexuales, bisexuales o heterosexuales (Rennison y Welchans, 2000).
Según Cantera y Blanch, también desde la psicología se da “la desatención, des-
enfoque e invisibilización de fenómenos y procesos de violencia en una direc-
ción no ‘normal’ (de mujer a varón) o en parejas como las de tipo gay o lésbico”
(Cantera y Blanch, 2010: 126).
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Capítulo 1 Representaciones y experiencias de violencia de género
b) Trabajo
Nos interesaba visibilizar, además, la violencia en el espacio laboral.7 Un 22% de
las personas encuestadas vivió situaciones de violencia de género y de discrimi-
nación por orientación sexual. Del total de personas que vivieron situaciones de
violencia de género en el trabajo un 61% son mujeres y un 37% varones. El 3%
restante corresponde a la única persona trans encuestada.
Es decir, el espacio laboral, al igual que como veremos en la vía pública, el
transporte, las instituciones de salud y la universidad son espacios sexuados y no
neutrales. Petracci y Kornblit (1997), quienes analizan el acoso principalmente
contra las mujeres, explican que el acoso en el espacio laboral es una práctica
que se ha extendido a lo largo del tiempo y es perpetrado tanto por jefes como
por compañeros y subordinados.
En relación con los tipos de violencia vivenciada en el trabajo según el
género de la persona que la vivenció, las mujeres experimentan, en su mayoría,
violencia psicológica (32%) y simbólica (16%). Estos tipos de violencia también
son sobresalientes en el ámbito del hogar. Un dato llamativo es que las encues-
tadas vivieron en un 11% violencia sexual en el ámbito laboral, como por ejem-
plo ser tocadas por varones lascivamente en diferentes partes de su cuerpo.
Los varones experimentaron violencia psicológica en un 21% y simbólica en
un 8%. Uno de los estudiantes dijo que fue discriminado por ser heterosexual
dado que trabaja en el mercado de la moda que él presupone gay.
La única trans encuestada experimentó violencia psicológica en el trabajo, al
igual que en el hogar.
Para concluir, la violencia más recurrente que se da (en todos los géneros)
es la psicológica, que representa el 55% del total de la muestra de las violencias
ejercidas. Consideramos que esta violencia es la que más prevalece en tanto es
la más naturalizada y por ende invisibilizada. Le sigue la violencia simbólica
con un 24%, (piropos que refieren cuerpo, estereotipos de género y/o a la se-
xualidad de los/as encuestados/as), la violencia sexual (“manoseos y apoyadas”)
con un 11%, y por último la combinación de simbólica y psicológica (insultos y
amedrentamiento) con cinco puntos porcentuales y la violencia física (como por
ejemplo golpes) con tres puntos.
7 Este tipo de violencia no es nueva. Mirta Zaida Lobato analiza estas situaciones a finales del siglo
XIX y principios del XX. La autora con el fin de estudiar el mundo afectivo de las clases populares de
la Argentina de finales del siglo XIX y principios del XX, con especial atención en la experiencia de las
mujeres trabajadoras, uno de los aspectos que aborda son las experiencias de abusos sexuales que,
cotidianamente, sufrían las trabajadoras, especialmente a manos de sus patrones (Lobato, 2014).
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Pensar(nos) desde adentro
8 Los resultados de este proyecto se encuentran en el informe “La discriminación en el trabajo por
motivos de orientación sexual e identidad de género: Resultados del proyecto PRIDE”. El mismo fue
realizado con el apoyo del Gobierno de Noruega y la Organización Internacional del Trabajo (OIT), a
través de su Servicio de Género, Igualdad y Diversidad.
31
Pensar(nos) desde adentro
d) Instituciones de salud
En relación con situaciones de violencia en este espacio un 8% de los/as estu-
diantes las experimentó. Las instituciones de salud no son espacios donde se
pone en práctica un supuesto saber médico, neutral y objetivo, sino que son
espacios públicos y de trabajo atravesados por dinámicas que conciernen a los
géneros (Massey, 1994). Si bien aquí no ahondamos en las jerarquías de género
dentro de la institución médica, aparece el ámbito de la salud como un lugar
donde se perpetran situaciones de violencia derivada del género. Las mismas,
según se desprende de lo trabajado, fueron experimentadas tanto por varones
(43%) como por mujeres, pero sobre todo por estas últimas (57%).
Las mujeres son quienes más experimentan violencia, sobre todo situa-
ciones de violencia verbal y destrato, que son un tipo de violencia psicológica
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Capítulo 1 Representaciones y experiencias de violencia de género
9 Cecilia Canevari Bledel (2011) estudia las violencias institucionales que experimentan las mujeres po-
bres que acuden a atenderse a un hospital público de Santiago del Estero, Argentina. Según la autora
todas las personas cuando ingresan a este tipo de institución pública son enajenadas. No obstante, si
esa persona es mujer y pobre la enajenación se profundiza y da lugar a una historia de discriminación
y violencia.
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Pensar(nos) desde adentro
varones, aunque en distinta medida, pero que dentro del ámbito de las institu-
ciones de salud son mayormente los varones quienes la ejercen.
Estos datos nos permiten visualizar que la violencia es una práctica exten-
dida por parte de los profesionales de la salud. Es uno de los ámbitos donde se
debe trabajar fuertemente para mejorar la calidad de atención y propiciar con-
sultas más amigables.
e) Otros ámbitos
Un 11% de los/as estudiantes encuestados dijo haber vivido situaciones de
violencia en otros ámbitos que no habían sido indagados con anterioridad. Los
mismos incluyen la escuela, estadios de fútbol, boliches, la iglesia, la policía y la
justicia. Es decir, la multiplicidad de espacios por que habitamos están atrave-
sados por distintos aspectos, entre ellos el género y la sexualidad; y por ende, en
esta multiplicidad aparecen prácticas violentas. Es decir, debemos apostar a una
puesta en discusión y una posterior intervención sobre la violencia de el género
que ponga el foco más allá de la violencia en el hogar. Según género, de este
11% que experimentó violencia en otros ámbitos, el 61% son mujeres y 39%
varones. La persona trans encuestada dijo no haber experimentado violencia en
este ámbito.
En relación con el tipo de violencia de género sufrida en otros ámbitos según
el género de la persona que la experimentó, las mujeres sufrieron violencia psico-
lógica y verbal en un 11%, un 11% de violencia simbólica tanto a causa del géne-
ro como de la orientación sexual y mayoritariamente violencia sexual en un 28%.
En el caso de los varones la concentración se da en la violencia física y psi-
cológica/verbal, en un 17%. También los varones dicen haber experimentado
violencia a causa de su orientación sexual en un 11%. Este tipo de violencia se
ejerce contra aquellos varones que se alejan de lo esperado como deseable por la
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Capítulo 1 Representaciones y experiencias de violencia de género
f ) Universidad
Por último en relación con la violencia en la universidad. Un 10% de los/as
estudiantes encuestados/as experimentó violencia. De ese total el 82% lo repre-
sentan las mujeres y el 18% los varones. Aquí se ve cómo la universidad, aunque
sea un espacio académico es ante todo un espacio sexuado (Blanco, 2016). En
tanto es un espacio regido por las normas de la masculinidad hegemónica, se
perpetrará violencia sobre todo contra mujeres y contra aquellos varones que no
se adecúan a estos atributos.
Los puntos porcentuales más altos en cuanto al género de aquellas personas
que vivieron situaciones de violencia se expresan sobre las mujeres, siendo la
violencia simbólica, a causa del género y/u orientación sexual, la más sufrida
(35%). Luego de la violencia simbólica a causa del género y/u orientación
sexual, sigue la violencia de tipo psicológica y verbal en un 18% y la violencia
sexual en conjunto con la psicológica y verbal en un 12%. Con un 6% están
quienes dijeron que fue solo violencia psicológica/verbal y quienes dicen que
fue una combinación de violencia simbólica con la psicológica y verbal.
En cuanto a los varones, la más sufrida es la psicológica y verbal en un 12%
y la simbólica, que incluye en este caso tanto al género como a la orientación
sexual, en un 6%.
Por último la mujer trans dijo no haber experimentado ninguna situación
de violencia dentro de la universidad.
La violencia más perpetrada es la psicológica y verbal, con un 41%. Le
siguen la violencia simbólica, la sexual y otras con un 18% cada una, y por úl-
timo la violencia simbólica, psicológica y verbal con un 6%. Es decir que en el
espacio universitario, lo que aparece mayormente son violencias psicológicas y
simbólicas, que son las más naturalizadas y menos visibilizadas como prácticas
violentas, como por ejemplo chistes y comentarios sexistas.
Sobre el total de personas que ejercieron violencia la concentración se en-
cuentra en los varones, con un 83%. De ese porcentaje, un 29% ejerció violencia
psicológica y verbal y otro 29% simbólica, a causa de género y/u orientación
sexual. Es decir, casi el 60% de la violencia ejercida por los varones no implicó el
uso de la fuerza física. En relación con esta, el 12% sufrió violencia sexual (una
de las estudiantes dijo haber sido tocada y forzada a besar) y en un 6% padeció
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Capítulo 1 Representaciones y experiencias de violencia de género
violencia física y psicológica/verbal. Aquí se observa que si bien priman las vio-
lencias psicológica y simbólica, los varones en un ámbito en el cual rige la norma
heterosexual y masculina son quienes perpetran violencias más extremas, que
involucran sin mediaciones al registro corporal, como son la sexual y física.
También aparecen las mujeres ejerciendo violencia de género. Estas per-
petran violencia simbólica en un 12%. Podemos hipotetizar sobre esto que las
mujeres dentro de un ámbito masculino, como es el espacio público univer-
sitario, son quienes más esgrimen tipos de violencias menos visibles, como es
la violencia simbólica, que tiene que ver con estereotipos de género esperables
sobre cómo debe ser un varón o una mujer. Los/as estudiantes hacen referencia
a mujeres haciendo comentarios homofóbicos o insultando. No obstante, no
tienden a perpetrar violencias más extremas, y propias de la masculinidad, como
la física y sexual.
Por último, vale recalcar que el colectivo más vulnerable en una institución
estructuralmente masculina como es la universidad son las mujeres. La uni-
versidad, que se encuentra como los otros espacios dentro de un modelo de
heteronormatividad, establece un sistema de jerarquía del sexo (Rubin, 1984)
en el cual los varones heterosexuales se posicionan en la cúspide. De este modo,
un 82% de las mujeres se vieron expuestas a violencia de género en el ámbito
universitario. Los varones son quienes efectúan en un 71% la violencia contra
las mujeres en este ámbito.
38
Capítulo 2
Durante los primeros años de juventud las personas inician su trayectoria eró-
tica y/o afectiva. Pero ¿qué tipo de vínculos establecen los/as jóvenes?, ¿cómo
se vinculan?, ¿hay violencia?, ¿de qué tipo?, ¿cómo la experimentan?, ¿quiénes
la perpetran y sobre quiénes?, ¿y el amor qué papel juega? Intentaremos res-
ponder algunas de estas preguntas en el presente capítulo.
1. Los vínculos
Los vínculos monógamos son los más recurrentes entre los/as estudiantes. De
los/as consultados/as, en el 90% de los casos manifestaron haber estado por
lo menos alguna vez en algún vínculo sexual de pareja, formal o informal. Un
58% dijo que tenía novio/a; un 23% a que “está saliendo con alguien”; y un 10%
“convivo con mi pareja”. Es decir, hicieron referencia a vínculos que apuntan
en primera instancia a relaciones monógamas en un 91%. La monogamia se
basa en los postulados románticos de la unicidad del deseo hacia un sujeto y la
promesa de fidelidad (Alberoni, 1989). El 9% restante, se compuso de “estoy sa-
liendo con más de una persona” (3%); “tengo más de un novio” (1%) y “convivo
con más de una pareja” (3%) y 1% no sabe/no contesta.
Estas trayectorias eróticas y afectivas están atravesadas por componentes
del amor romántico que son de tinte violento, como por ejemplo los celos y la
posesión. De quienes están en pareja, un 70% atravesó alguna situación de vio-
lencia con su pareja o vínculo sexual, formal o informal.
Estos componentes aparecen en parejas tanto heterosexuales como no. Se-
gún el cuadro 1,1 que vincula al género autopercibido del/a estudiante según
el género de la/s persona/s con la/s cual/es tuvo o tiene un vínculo sexual o de
39
Pensar(nos) desde adentro
pareja forma e informal, se ve que un 89% son vínculos entre mujeres y varones;
4% entre mujeres; 6% entre varones; 1% de una mujer trans y un varón. En un
1% una mujer tiene un vínculo con un varón y una mujer en simultáneo.
Cuadro 1. Género de la persona con la cual tiene vínculo/s eróticos y/o afectivos ac-
tual/es o más reciente/s según el género de la persona encuestada (expresado en %)
Género de este/estos vínculo/s Género autopercibido de
actual/es o más reciente/s la persona encuestada
Mujer Varón Trans Total
Mujer 4 40 44
Varón 49 6 1 56
Mujer y Varón 1 1
Total 54 46 1 100
2 Facebook es un sitio web de redes sociales mediante el cual se puede enviar y recibir mensajes, imá-
genes, jugar, entre otras funciones.
3 WhatsApp es una aplicación de mensajería instantánea, actualmente gratuita, para teléfonos inteli-
gentes, que envía y recibe mensajes mediante Internet, complementando servicios de correo electróni-
co, servicio de mensajes cortos o sistema de mensajería multimedia. Además de utilizar la mensajería
en modo texto, los usuarios de la libreta de contacto pueden crear grupos y enviarse mutuamente,
imágenes, videos y grabaciones de audio.
4 Instagram es una red social y aplicación para subir fotos y videos. Sus usuarios también pueden
aplicar efectos fotográficos como filtros, marcos, similitudes térmicas, áreas subyacentes en las bases
cóncavas, colores retro y vintage, y posteriormente compartir las fotografías en la misma red social o
en otras como por ejemplo Facebook.
5 Twitter es un servicio de microblogging, es decir, un servicio que permite a sus usuarios enviar y pu-
blicar mensajes breves, generalmente solo de texto.
6 El chat es un servicio de mensajería instantánea en dispositivos móviles y computadoras.
7 La palabra “hackear” es un neologismo que significa "vulnerar la seguridad de un sistema informáti-
co". Esta acción puede darse de varias formas: hackear puede referirse al robo de una contraseña, a
la copia ilegal de un software protegido o a una acción que deje sin funcionamiento una página web.
8 “Me gusta” es una función que aparece en la parte inferior de cada publicación hecha por el usuario
o sus contactos (actualizaciones de estado, contenido compartido, etc.); se caracteriza por un peque-
ño ícono con la forma de una mano con el dedo pulgar hacia arriba. Permite valorar si el contenido es
del agrado del usuario actual en la red social; del mismo modo se notifica a la persona que expuso ese
tema originalmente si es del agrado de alguien más (alguno de sus contactos). También es llamado
con el término “like”.
9 Cuando se etiqueta a alguien, se crea un enlace a su biografía. También se puede agregar a la bio-
grafía de esa persona la publicación en la que se la etiqueta. Por ejemplo, se puede etiquetar una foto
para indicar quién aparece en ella o publicar una actualización de estado e informar con quién se está.
41
Pensar(nos) desde adentro
Si se etiqueta a un “amigo” en la actualización de estado propia, cualquier persona que vea la actuali-
zación podrá hacer clic en el nombre de ese “amigo” e ir a su biografía. Es posible que la actualización
de estado propia también aparezca en la biografía de ese “amigo”.
10 En la lista de amigos el usuario puede agregar a cualquier persona que conozca y esté registrada,
siempre que acepte su invitación.
42
Capítulo 2 Violencias en los vínculos eróticos o de pareja formales o informales
Gráfico 2. ¿Has atravesado más de una vez, alguna de las siguientes situaciones
con tu/s vínculo/s sexuales o afectivos actual/es o más reciente/s?
heterosexuales como no. Las mujeres que dijeron que han estado en parejas con
mujeres y varones dicen haber vivido esta situación en un 2%.
Es decir, que los celos y el control son dos atributos que van entrelazados
y se sustentan en el ideario romántico de posesión, monogamia y de com-
plementariedad “yo soy todo para ti y tú eres todo para mí” (Esteban, 2011),
como explicamos anteriormente. Los celos están naturalizados como parte
del vínculo violento y no son vistos por algunos/as estudiantes como algo
violento sino como un postulado que hace al amor romántico y que sustenta
sus relaciones. Dos de las encuestadas, por ejemplo, cuando se les preguntó si
su pareja demostraba celos continuamente comentaron que los celos en tanto
son normales no pueden ser visualizados como una práctica violenta. En el
caso de uno de los estudiantes diferenciaba entre celos “normales” y los obse-
sivos, los cuales serían los violentos.
En cuanto a la limitación y al menosprecio de las parejas para que uno
de los miembros empezara o continuara los estudios (que se visualizó en 21
casos), las diferencias porcentuales resultan significativas. Aquí los números
son encabezados por los varones en un 71%, las mujeres en un segundo lugar
con un 24% y finalmente se encuentran los/as encuestados/as que han dicho
que la limitación y el menosprecio provinieron tanto de parejas varones como
mujeres (5%) y finalmente un 5% no supo qué contestar. En tanto, las pérdi-
das de amigos, contactos, trabajo, viajes, salidas y familiares, que apareció en
38 casos, también muestra una violencia ejercida mayoritariamente por los
varones, con un 61%. Una de las estudiantes encuestadas se refirió al control
de su novio diciendo que él odiaba a sus amistades, a la gente con la cual se
juntaba y las actividades que llevaban a cabo, por ejemplo ir a un bar. Sin em-
bargo, también aparecen las mujeres (39%) ejerciendo este tipo de violencia.
De los 17 casos que expresaron tener miedo por las reacciones del otro
miembro del vínculo, aparece el miedo ante las reacciones de los varones en
un 65% y ante las reacciones de las mujeres en un 35%.
En relación con la violencia física, que apareció en 12 casos, las agresiones
físicas tales como empujones, pellizcos, tirones de pelo y cachetadas han sido
predominantemente ejercidas por mujeres, siendo en términos porcentuales
el 58%, frente a la ejercida por los varones, que representa el 42% restante
del total. Es decir, aquí aparecen en mayor medida las mujeres como quienes
ejercen violencia física. Consideramos que en tanto esa práctica es ejercida
por una mujer se presupone como de menor envergadura o como un juego.
Esto se basa en la representación social de que las mujeres poseen menos
fuerza física y en que los cuerpos femeninos no son considerados como per-
petradores “legítimos” de violencia contra quienes sí se presupone poseen la
legitimidad de causar violencia física, los varones heterosexuales (Palumbo,
2015).
44
Capítulo 2 Violencias en los vínculos eróticos o de pareja formales o informales
11 Vale recalcar que ningún/a encuestado/a hizo referencia a tener un vínculo sexual o una pareja trans,
y por ende no aparece esta población ejerciendo violencia.
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Pensar(nos) desde adentro
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Capítulo 2 Violencias en los vínculos eróticos o de pareja formales o informales
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Pensar(nos) desde adentro
c) ¿Qué hacen ante las situaciones de violencia dentro de los vínculos eróti-
cos y/o afectivos?
Una forma de poder visualizar la agencia de las personas que sufrieron vio-
lencia es analizar qué hacen o hicieron ante estas situaciones. A partir de
una pregunta múltiple (podían elegir más de una respuesta) que tuvo como
finalidad medir su accionar ante estas situaciones aparece que la mayoría
no habló al respecto: un 74% decidió no hablar, un 42% prefirió no hablar
porque no le interesa y/o no lo consideró relevante. No obstante, también
nos encontramos con un 5% que sí percibió la situación como problemática
pero que no supo qué hacer, por lo que no habló al respecto. Por ende, se ve
que en términos generales los sujetos no se posicionaron activamente contra
estas situaciones, sino que tomaron posiciones más bien pasivas debido a que
no visualizaron estos hechos como violentos, naturalizando la violencia, o si
quisieron no supieron cómo manejarlo. Es decir, vemos que les faltan herra-
mientas para poder gestionar y transitar la situación.
En relación con los que sí hablaron aparece principalmente, con un 37%,
el hecho de que sí le comentaron a alguna persona de confianza; un 8% lo
habló en un espacio profesional, por ejemplo, en terapia; la denuncia aparece
en un 2% y acudir a un espacio docente o no docente dentro de la univer-
sidad aparece casi nulo, con un 1%. En tercer lugar lo hablaron con el otro
miembro del vínculo (10%).
48
Capítulo 2 Violencias en los vínculos eróticos o de pareja formales o informales
49
Pensar(nos) desde adentro
informales en un 67%: 17% contra otras mujeres y 50% contra varones. Superan
de este modo a los varones, quienes perpetran violencia en 33%, mayormente
hacia mujeres en un 27% y hacia varones en un 7%. Por lo que se resume que
las mujeres mayormente perpetran este tipo de violencia verbal, y que la misma
existe en esta clase de vínculos tanto en parejas entre varones y mujeres como
entre mujeres o entre varones.
En las situaciones de control aparecen equiparadas las mujeres con los varo-
nes en un mismo porcentaje (49%). Las mujeres ejercen violencia de este tipo
hacia otras mujeres en un 9% y hacia varones en un 40%, con los que están en
un vínculo sexual o de pareja. Por su parte, los varones la efectúan sobre todo
en sus vínculos con mujeres en un 43% y un 6% en los vínculos entre varones.
Asimismo, esta es la única práctica violenta donde aparece la única mujer trans
relevada ejerciéndola contra su pareja o vínculo masculino.
En relación con la demostración constante de celos, es alta en ambos gé-
neros, aunque mayoritaria en los varones (57% varones y 43% mujeres). Las
mujeres la ejercen en un 3% en sus vínculos sexuales de pareja o con mujeres y
en un 34% con varones. Por su parte los varones lo realizan en un 43% hacia sus
vínculos de este tipo con mujeres y en un 14% cuando el otro miembro es del
mismo género.
En lo referente a limitar, menospreciar, cuestionar y obstaculizar los estudios
universitarios u otros, las mujeres son las mayores perpetradoras en un 83%. En
un 50% aparece en vínculos entre mujeres y en un 33% con las parejas masculi-
nas. Por su parte, los varones estudiantes perpetran violencia de este tipo en un
17% en sus relaciones con mujeres.
Las agresiones físicas con empujones, pellizcos, tirones de pelo, cachetadas
aparecen perpetradas solo por dos mujeres encuestadas, una contra otra mujer
y la otra hacia un varón. En cambio, la presión para que le realicen ciertas prác-
ticas sexuales en su totalidad se presenta en los varones que tienen o tuvieron
vínculos con mujeres.
Por último, generar miedo al otro a través de sus reacciones, un tipo de
violencia psicológica y física, es perpetrada en igual medida tanto por varones
como por mujeres para con sus vínculos sexuales o de pareja, formales e infor-
males. De los cuatro casos relevados, dos fueron perpetrados por mujeres, una
con su vínculo de pareja mujer y el otro en un vínculo de pareja varón, y los
otros dos fueron ejercidos por varones, uno con sus vínculos de pareja femenina
y el otro con su pareja masculina.
Como se observa, los estudiantes de la Universidad Nacional de San Martín
relevados, tanto mujeres como varones, ejercen, en términos generales, violencia
en sus vínculos de pareja o sexuales para con sujetos de otro género como así
también del mismo género.
51
Pensar(nos) desde adentro
Los celos y el control son prácticas violentas sustentadas en preceptos del amor
romántico que, como hemos observado, aparecen en un gran porcentaje y son
perpetrados y experimentados por un gran número de personas encuestadas,
tanto varones, mujeres y trans.
Cuando se les consultó sobre qué dos palabras para ellos/as definían a los
celos, un 67% hizo referencia a la inseguridad en distintas combinaciones:
inseguridad y miedo a la infidelidad apareció en un 37%; inseguridad y baja
autoestima en un 6%; inseguridad y obsesión, posesión, control en un 22%; in-
seguridad y control, cuidar al otro en un 3%.
Las referencias a la inseguridad son similares entre varones (30%) y mujeres
(37%). El miedo a la infidelidad y la inseguridad que ello genera aparece un
19% en las mujeres y en un 18% en los varones. Los celos son una respuesta al
miedo de la fisura del precepto romántico de la fidelidad, que es el pilar en los
vínculos de los jóvenes (Palumbo, 2015).
La inseguridad junto con la obsesión, posesión, control son representaciones
que comentaron las mujeres en un 13% y los varones en un 8%. Esta respuesta
resalta los aspectos más coercitivos de los celos en combinación con la inseguri-
dad que le genera a los/as estudiantes el miedo a la infidelidad o la pérdida del
sujeto deseado.
En un 6%, 3% en mujeres y 3% en varones, aparece la referencia a la inse-
guridad junto con la baja autoestima. Aquí se ve un vínculo entre los celos y
otras razones más de índole psicológica que desconocen al fenómeno en un
marco cultural.
Un dato que nos resulta llamativo y que quisiéramos resaltar es la combina-
ción entre inseguridad y control, cuidado, amar al otro, aunque solo aparece en
un 3%, 1% en varones y 2% en mujeres. Esto hace referencia a la representación
romántica de los celos como una demostración de romanticismo y de interés
por el otro. Aunque esta idea de que los celos son un sentimiento normal en la
pareja apareció en una baja frecuencia, pierde magnitud cuando se confronta
con los datos. Tal como hemos venido presentando los celos son perpetrados
y padecidos por la mayoría de los/as estudiantes, con casi nula diferenciación
entre los géneros.
La representación de que los celos se explican por razones psicológicas se
presenta casi en igual medida entre varones y mujeres, 6% y 7% respectivamen-
te. Esta idea también pone el foco en sujetos aislados y no reconoce lo que se
observó cuando se preguntaba por prácticas concretas, de que los celos son per-
petrados por un gran porcentaje de las personas encuestadas.
52
Capítulo 2 Violencias en los vínculos eróticos o de pareja formales o informales
Por último, quienes hacen referencia solo a los aspectos coercitivos: control,
hostigamiento y violencia son mujeres en 4% y varones en un 3%.
Por ende, lo que se visualiza es que las explicaciones de los celos no va-
rían significativamente entre los géneros y aunque a nivel representacional no
asocian el romanticismo con la violencia, en sus prácticas se vislumbra que el
sustento romántico principal de los vínculos sexuales y de pareja de los/as estu-
diantes se ve atravesado por la violencia.
Cuadro 2. Representaciones sobre los celos según género de las personas en-
cuestadas (expresado en %)
53
Pensar(nos) desde adentro
Gráfico 5. Grado de acuerdo con respecto a la frase “La violencia es parte del
amor de pareja”
54
Capítulo 2 Violencias en los vínculos eróticos o de pareja formales o informales
Gráfico 6. Grado de acuerdo con respecto a la frase “La violencia es parte de los
vínculos de pareja”
Gráfico 7. Grado de acuerdo con respecto a la frase “La persona es violenta por
razones psicológicas”
56
Capítulo 3
VIOLENCIA DE GÉNERO EN LA
UNIVERSIDAD NACIONAL
DE SAN MARTÍN
59
Pensar(nos) desde adentro
61
Pensar(nos) desde adentro
desiguales de poder para con sus compañeras mujeres, trans y varones no hetero-
sexuales o de clases sociales más bajas.
En resumen, observamos cómo en el ámbito universitario quienes perpetran
un mayor grado de violencia son los varones y sobre todo entre pares. Se mos-
tró que los empleados no docentes interactúan ampliamente con los/as estu-
diantes y son considerados por estos como perpetradores de violencia.
Por último, en relación con el género de quién perpetra violencia sobre el
género de quién la experimenta, entendemos a partir de nuestros datos que
no podemos analizar la violencia en estos ámbitos solo desde el análisis de
la violencia contra las mujeres, sino que aparecen violencias ejercidas entre
mujeres, de mujeres hacia varones y entre varones (Osborne, 2008; Cantera
2004; Cantera y Blanch, 2010).
64
Capítulo 3 Violencia de género en la Universidad Nacional de San Martín
Esto permite pensar dos cuestiones, por un lado, que el PcVG se ha posi-
cionado rápidamente en tan solo tres años –aunque aún falta que sea cono-
cido en mayor medida por toda la población estudiantil– como un espacio
efectivo para hacer frente a las denuncias y dar contención dentro de la ins-
titución. Por el otro, la creación del PcVG y el hecho de que los estudiantes lo
reconozcan y consideren como un ámbito óptimo para acercar sus inquietu-
des y denuncias sobre abuso y acoso a causa de género y orientación sexual, en
detrimento de hacerlo con sus vínculos afectivos directos (compañeros y fami-
liares), nos habla de que la sexualidad ya no es vista como un tema privado si-
no que, tal como explica Blanco (2016), se ha instalado dentro del imaginario
colectivo de la universidad que la vida universitaria se conforma en sus lazos
cotidianos entre sujetos racializados, génericos y sexuados. En otras palabras,
ha habido un corrimiento de la dicotomía público y privada, en términos de la
perspectiva liberal (Bobbio, 1985).
65
Pensar(nos) desde adentro
Gráfico 3. ¿Qué te parece que debería hacer la UNSAM frente a una situación
de violencia de género en la que se encuentre involucrada alguna persona de la
universidad?
66
Capítulo 3 Violencia de género en la Universidad Nacional de San Martín
Por último, con respecto a lo que debería hacer la UNSAM frente a una situa-
ción de violencia de género en la que se encuentre involucrada alguna persona
de la universidad se realizó una pregunta abierta. El mayor porcentaje estable-
ció “la contención de la víctima” con un 38%. Es decir, aparece un discurso que
apela a la idea de víctima y victimario al momento de hablar de situaciones de
violencia de género. En un 18% refirieron a que la universidad debe intervenir
y hacer un balance. Solo un 3% dijo directamente que la víctima debe acudir
al espacio preparado para abordar estas situaciones, el PcVG. Un 12% apeló a
instancias jurídicas y de denuncia junto con la contención de la víctima. Un
10% habló de que las situaciones de violencia deben ser visibilizadas y que debe
haber un trabajo con la comunidad. En relación con las medidas contra quien
perpetró violencia, un 8% hizo referencia a tomar medidas contra el victimario
y un 1% propuso que se haga un trabajo psicológico con el mismo y se tomen
al mismo tiempo medidas de apoyo hacia quién padeció violencia. En otro 1%
se opinó que se debía hablar con los familiares de la persona vulnerada y quién
vulneró.
En términos generales los porcentajes apuntaron a la intervención de la uni-
versidad y al trabajo con quien padeció violencia.
Sobre qué debe hacer la universidad con quien discriminó y/o abusó por
género u orientación sexual, lo que aparece mayormente es la toma de medidas
punitivas en un 79%: expulsión 24%, sanción o suspensión 13%, denuncia pú-
blica y/o judicial 8%, expulsión o sanción acompañada de exposición pública o
judicial 9% y un 25% hizo referencia a la aplicación de sanciones pero teniendo
en cuenta la dimensión de los hechos. Quienes apostaron a la toma de medidas
pedagógicas y/o psicológicas con la persona que perpetró violencia fueron solo
un 7% y quienes opinaron que se debían tomar medidas pedagógicas/psicológi-
cas y punitivas para con esa persona representaron un 8%.
Es decir, lo que prima es un discurso punitivista en torno a quien discri-
mina y/o abusa por género y se descartan opciones pedagógicas y psicológicas
con esa persona.
La mayoría de los/as estudiantes sostienen un pensamiento punitivista en
relación con una situación de violencia aun cuando entienden, tal como pre-
sentamos anteriormente, que la causa principal de la violencia es cultural. Este
dato amerita nuevos interrogantes respecto a cómo y qué se está formando co-
mo opinión pública en relación con la violencia de género y cuánto se está dere-
chizando el discurso vinculado muchas veces a un reclamo de mayor seguridad
y castigo. Asimismo, se desconoce que en tanto que la violencia es una práctica
extendida culturalmente, el modo de resolución, desde nuestra perspectiva, es a
partir de estrategias educacionales y de un cambio cultural.
67
Pensar(nos) desde adentro
Cuadro 1. Frente a una situación de discriminación por género y/o abuso por gé-
nero ¿qué te parece que la UNSAM debería hacer con quien discriminó y/o abusó?
68
RECAPITULACIÓN Y CONCLUSIONES
69
Pensar(nos) desde adentro
“apoyadas” o alguna otra situación de abuso. Por su parte los varones gays y la
persona trans encuestada experimentan acoso verbal.
Para complejizar el ejercicio de la violencia en los distintos ámbitos echa-
mos luz sobre los sujetos que la ejercen y sobre quienés es perpetrada. Obser-
vamos que si bien la discriminación y la violencia se sustentan en posiciones
desiguales de poder en detrimento a las mujeres, ellas también son agentes de
violencia. Es decir, las mujeres son quienes padecen en mayor medida la violen-
cia a causa de su género y quienes sufren las violencias más extremas como las
de tipo sexual. Pero también, a partir de un análisis integral, se visualizan como
agentes activos en ciertos contextos.
En situaciones de celos y el control en relaciones de noviazgo en torno a
querer saber a dónde va, con quién y qué está haciendo el otro miembro del
vínculo esto es ejercido en igual magnitud por varones y mujeres, y aparece en
parejas entre personas del mismo género y heterosexuales. Los celos y el control
son dos atributos que van entrelazados y los cuales se sustentan en el ideario
romántico de posesión, monogamia y de complementariedad (Esteban, 2011).
Asimismo, las mujeres en el hogar, si bien padecen más violencia que los va-
rones, ejercen más violencia que en ámbitos públicos. Esto me permite hipote-
tizar que en ámbitos presupuestos como “no masculinos” las mujeres potencian
su agencia como perpetradoras de violencia.
En este libro indagamos también en las estrategias de resistencia frente a
la violencia en los vínculos de pareja o sexuales. La decisión que más apareció
fue la de no hablar al respecto por falta de interés o porque no lo consideraban
relevante. Es decir, que las opciones primordiales han sido no hablar al respecto,
en segundo lugar apareció la problematización de la violencia y la decisión de
hablar. En relación con hablar al respecto lo hicieron en mayor medida con al-
guien de confianza, en segundo lugar con otro miembro de la pareja.
Con respecto a la violencia en el ámbito universitario apostamos también a
un análisis profundo de la violencia. Nos preguntamos quiénes realizan prácti-
cas violentas, a causa de género, orientación sexual e identidad de género, cuál
es su papel en el ámbito universitario –estudiantes, docentes, no docentes– y
sobre quiénes la perpetran.
La universidad trasciende su característica de ser un espacio académico. Más
que un ámbito neutral nos encontramos frente a una institución atravesada por
relaciones de poder desiguales no solo entre los diversos claustros sino también
entre los géneros. Allí al igual que en cualquier otro ámbito se suceden frecuen-
temente situaciones de discriminación o acoso a causa de género, identidad de
género y/u orientación sexual. Lo que más aparecen son comentarios sexistas
perpetrados mayormente por estudiantes varones y en menor medida por mujeres.
La virtualidad, a través de redes sociales como Facebook, y/o los celulares
potencia las posibilidades de acosar o discriminar. Los estudiantes y docentes
70
Recapitulación y conclusiones
71
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