Estrategia Psicop. para El Docente

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UNIVERSIDAD DE PANAMÁ

CENTRO REGIONAL UNIVERSITARIO DE SAN MIGUELITO


FACULTAD DE CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN
ESCUELA DE DOCENCIA MEDIA DIVERSIFICADA
CARRERA PROFESORADO EN DOCENCIA MEDIA DIVERSIFICADA

TEMAS DADOS EN CLASES

SEMINARIO: ESTRATEGIA PSICOP. PARA EL DOCENTE

19 DE JULIO DE 2024
OPTIMIZAR EL
APRENDIZAJE
Por qué enseñar estrategias de aprendizaje.

Como profesores todos nos hemos preguntado muchas veces, por qué ante una
misma clase, unos alumnos aprenden de forma más eficaz que otros. ¿Qué es lo
que distingue a los alumnos que aprenden mejor de los que presentan
dificultades? Existen muchas diferencias individuales entre los alumnos que
causan estas variaciones.

Una de ellas es la capacidad del alumno para usar las estrategias de aprendizaje:

Por tanto, enseñar estrategias de aprendizaje a los alumnos, es garantizar el


aprendizaje: el aprendizaje eficaz, y fomentar su independencia, enseñarle a
“aprender a aprender”.

Por otro lado, una actividad necesaria en la mayoría de los aprendizajes


educativos es que el alumno estudie. El conocimiento de estrategias de
aprendizaje por parte del alumno influye directamente en que el alumno sepa,
pueda y quiera estudiar.

 SABER: el estudio es un trabajo que debe hacer el alumno, y puede


realizarse por métodos que faciliten su eficacia. Esto es lo que pretenden
las estrategias de aprendizaje: que se llegue a alcanzar el máximo
rendimiento con menor esfuerzo y más satisfacción personal.
 PODER: para poder estudiar se requiere un mínimo de capacidad o
inteligencia. Está demostrado que esta capacidad aumenta cuando se
explota adecuadamente. Y esto se consigue con las estrategias de
aprendizaje.
 QUERER: ¿es posible mantener la motivación del alumno durante mucho
tiempo cuando el esfuerzo, mal empleado por falta de estrategias, resulta
insuficiente? El uso de buenas estrategias garantiza que el alumno
conozca el esfuerzo que requiere una tarea y que utilice los recursos para
realizarla. Consigue buenos resultados y esto produce que, al conseguir
más éxitos, esté más motivado.

Los profesores, a lo largo de su docencia, se han preocupado fundamentalmente


de la transmisión de los contenidos de sus asignaturas. Algunos valoraban el uso
de las técnicas de estudio, pero las enseñaban desconectadas de estos
contenidos.

Para estos profesores, los alumnos serían capaces por sí mismos, de aplicarlas a
los distintos contenidos, sin necesidad de una intervención educativa que
promueva su desarrollo o aplicación.

Las últimas investigaciones indican que enseñar a los alumnos técnicas que no
vayan acompañadas de un uso estratégico, no es suficiente. Es decir, necesita de
una dosis de metaconocimiento en su empleo. La repetición ciega y mecánica de
ciertas técnicas no supone una estrategia de aprendizaje.

Desde este punto de vista, no sólo hay que enseñar las técnicas (subrayar, tomar
apuntes, hacer resúmenes), también hay que adiestrar al alumno para que sea
capaz de realizar por sí mismo las dos tareas metacognitivas básicas:

PLANIFICAR: la ejecución de esas actividades, decidiendo cuáles son las más


adecuadas en cada caso, y tras aplicarlas;

EVALUAR su éxito o fracaso, e indagar en sus causas.

Por tanto, hay que enseñar estrategias, ¿pero cuáles?:

- Estrategias específicas: las que se aplican en situaciones o en contenidos


concretos.

- Estrategias generales: que se aplican por igual en diferentes situaciones o


contenidos.
La respuesta es clara: hay que guiarse por los contenidos y enseñar las que más
se usen en el curriculum y en la vida cotidiana, esto es; aquellas que resulten más
funcionales.

Partiendo de esto se puede deducir fácilmente que el inicio de la enseñanza de


estrategias de aprendizaje se puede fijar desde el principio de la escolaridad,
aunque puede iniciarse en cualquier momento.

Son muchos los autores que han trabajado en este tema. Algunos proponen un
plan que incluye las destrezas y estrategias básicas de aprendizaje, así como un
calendario a través de todo el sistema educativo. En nuestra institución, por la
edad y el nivel académico de nuestros alumnos, es de suponer que muchos de
ellos ya posean gran parte de estas estrategias. No obstante, la propuesta es
interesante, y nos dará idea de qué estrategias básicas deben tener nuestros
alumnos para conseguir un aprendizaje eficaz, qué debemos enseñarles si no lo
poseen y qué debemos reforzar.
INTELIGENCIA
EMOCIONAL EN EL
DESARROLLO
INTEGRAL DEL
DOCENTE
La educación emocional y el rol del docente

Siendo la finalidad de la educación formar estudiantes emocionalmente


competentes (capaces de reconocer y manejar sus emociones), y, por lo tanto, de
relacionarse con los demás de forma adecuada y pacífica, surge el planteamiento
de una educación emocional como forma de implicar al proceso educativo en la
búsqueda de este logro.

La educación emocional comprende la promoción del desarrollo de las


competencias emocionales antes planteadas, a través de una programación
sistemática y progresiva, de acuerdo a las edades de los alumnos que,
idealmente, se traslapen con la currícula y acompañen al aprendizaje de
conocimientos y habilidades. En los colegios, dicha aproximación se hace
necesaria desde el nivel muy elemental hasta el egreso de los estudiantes; es
decir, en todos los niveles de la educación y en todas las etapas de desarrollo.

Esta intervención, enfocada al desarrollo afectivo y mediada por la educación, ya


no debe circunscribirse a actividades aisladas, como las realizadas en la “hora de
tutoría”. Corresponde, más bien, al acto educativo en sí. Resulta transversal a la
práctica docente, por lo que ya no son solo los tutores los encargados de trabajar
los temas afectivos, sino también todos los maestros que interactúen con alumnos.

El docente emocionalmente inteligente es, entonces, el encargado de formar y


educar al alumno en competencias como el conocimiento de sus propias
emociones, el desarrollo del autocontrol y la capacidad de expresar sus
sentimientos de forma adecuada a los demás.
Para que el profesor se encuentre preparado para asumir este reto, es necesario,
en primer lugar, que piense en su propio desarrollo emocional: solo entonces
estará apto para capacitarse y adquirir herramientas metodológicas que le
permitan realizar esta labor. Se sabe que es imposible educar afectiva y
moralmente a estudiantes si no se cuenta con una estructura de valores clara,
además de un cierto dominio de las propias emociones.

El desarrollo de los recursos emocionales del docente debe ser el primer paso
para emprender este cambio educativo. El maestro emocionalmente inteligente
debe contar con los suficientes recursos emocionales que acompañen el
desarrollo afectivo de sus alumnos. Con ello, establece un vínculo saludable y
cercano con ellos, comprende sus estados emocionales, y les enseña a conocerse
y a resolver los conflictos cotidianos de forma conciliadora y pacífica.

En 2004, Vivas de Chacón realizó una investigación sobre las competencias socio-
emocionales del docente, con el fin de sugerir un programa de formación del
profesorado. A partir de información, recopilada en un conjunto de entrevistas a
profundidad, plantea un modelo que identifica cuatro tipos de necesidades que los
docentes entrevistados consideran como competencias pendientes de desarrollo:

Conocimientos sobre inteligencia emocional: sobre las emociones y su relación


con los procesos cognitivos, así como el papel que juega la I.E. en la adaptación y
establecimiento interpersonal de las personas.

Habilidades interpersonales: para identificar las emociones de sus alumnos,


percibir sus estados de ánimo, escuchar, ser empático, tomar decisiones, resolver
conflictos, tener liderazgo y habilidad para dirigir y persuadir, descubrir las
fortalezas de los demás, y ser justo y equitativo.

Habilidades intrapersonales: para controlar, manejar e interpretar las propias


emociones, de modo que se pueda reaccionar de forma coherente con ellas.

Habilidades didácticas para la educación emocional: nuevas competencias


profesionales para un modelado más efectivo, para estimular el desarrollo
armónico de los alumnos y atender los problemas emocionales; fomenta el
desarrollo de competencias didácticas creativas que promuevan escuelas
emocionalmente inteligentes, que construyan ambientes propicios y estimulantes
para el desarrollo afectivo.

Por otra parte, es necesario recordar que las emociones juegan un papel central
en las interacciones sociales, así como en el comportamiento en todos los
entornos. Por ejemplo, en el aula, tanto el maestro como los estudiantes
experimentan diversas emociones: alegría, cólera, tristeza, miedo, vergüenza,
impotencia, satisfacción, aburrimiento, etc. Es decir, el flujo de los afectos es
constante y refleja el mundo interno de los estudiantes, así como su estado
anímico y su disposición para el aprendizaje.

Un maestro emocionalmente inteligente debe percibir este movimiento afectivo


para dirigirlo de forma provechosa para el aprendizaje, basándose en su
capacidad interpersonal y liderazgo. Un maestro motivador, conciliador y con buen
sentido del humor tendrá un impacto positivo en sus alumnos. Por el contrario, un
maestro poco tolerante, rígido y con escaso manejo anímico puede afectar
negativamente el clima del aula.

Definitivamente, convertirse en docentes emocionalmente inteligentes es un reto.


No solo demanda espacios y tiempos de capacitación y trabajo; también implica
un compromiso que trasciende el plano laboral, comprendiendo el plano afectivo y
personal. El mundo interno del maestro se mueve: debe crecer como persona,
conocerse a sí mismo, y enfrentar sus miedos y conflictos. Esta experiencia, en
algunos casos, podría evaluarse como “amenazadora” y ser desarrollada con
angustia, alimentando las resistencias. Pese a ello, resulta indispensable dar el
primer paso.

En tal sentido, el objetivo de este taller ha sido generar un espacio que favorezca
al desarrollo de las aptitudes emocionales en los docentes, condición necesaria
para asumir con éxito el rol de modeladores de sus alumnos. Para llevar a cabo
este objetivo, se ha fomentado a cada participante a mirarse sí mismo para
adquirir herramientas que le permitan evaluarse e identificar el grado de desarrollo
de cada una de sus competencias.
Posteriormente, deberá focalizar la mirada sobre aquel otro protagonista del aula:
el alumno. Empleando diversos instrumentos, se logrará así una comprensión más
profunda de los estudiantes: sus fortalezas y debilidades en términos de madurez
emocional, tomando en cuenta las características derivadas del ciclo evolutivo y
otras particularidades. Finalmente, se han proporcionado estrategias que permitan
la intervención oportuna, en función a las necesidades y características de cada
contexto específico.
INTELIGENCIAS
MÚLTIPLES Y
EMOCIONALES SEGÚN
DIFERENTES AUTORES
La inteligencia múltiple se refiere a la teoría propuesta por Howard Gardner, quien
sugiere que no existe una única forma de inteligencia, sino varias, cada una con
su propio conjunto de habilidades y competencias. Gardner identificó inicialmente
ocho tipos de inteligencia: lingüística, lógico-matemática, espacial, musical,
corporal-cinestésica, intrapersonal, interpersonal y naturalista. Cada individuo
posee una combinación única de estas inteligencias, lo que explica por qué
algunas personas destacan en áreas específicas mientras otras sobresalen en
diferentes campos.

Por otro lado, la inteligencia emocional, popularizada por Daniel Goleman, se


centra en la capacidad de reconocer, comprender y gestionar nuestras propias
emociones, así como las de los demás. Goleman sostiene que la inteligencia
emocional es crucial para el éxito personal y profesional, ya que nos permite
establecer relaciones saludables, manejar el estrés y tomar decisiones informadas
y empáticas.

Ambas teorías subrayan la importancia de un enfoque holístico en la educación y


el desarrollo personal. Reconocer y cultivar diferentes tipos de inteligencia permite
a las personas alcanzar su máximo potencial y contribuir de manera significativa a
la sociedad. Además, fomenta un ambiente de respeto y apreciación por la
diversidad de talentos y habilidades que cada individuo posee.

Las inteligencias múltiples son un concepto interesante que ha sido explorado por
varios autores. Permíteme proporcionarte una visión general basada en diferentes
perspectivas:

Howard Gardner es uno de los principales investigadores en este campo. Él


propuso inicialmente siete tipos de inteligencia:
Lingüística-verbal: habilidad para usar palabras de manera efectiva, tanto
oralmente como por escrito.

Lógico-matemática: capacidad para razonar con números y relaciones lógicas.

Visual-espacial: habilidad para percibir y transformar información visual.

Musical: sensibilidad al ritmo, tono y melodía.

Corporal-kinestésica: facilidad en el uso del cuerpo para expresar ideas y


sentimientos.

Intrapersonal: comprensión de uno mismo y autoconciencia.

Interpersonal: habilidad para percibir y comprender las emociones y motivaciones


de los demás

Jean Piaget, otro influyente autor, también identificó siete tipos de inteligencia:

Lingüística: habilidad con el lenguaje.

Lógico-matemática: razonamiento numérico y lógico.

Espacial: percepción visual y habilidades gráficas.

Musical: apreciación y comprensión de la música.

Corporal-kinestésica: habilidades físicas y coordinación.

Interpersonal: comprensión de las emociones de los demás.

Intrapersonal: autoconciencia y comprensión personal.

Además, Gardner y sus colaboradores han identificado más tipos de inteligencia,


llegando a un total de ocho:

Naturalista: habilidad para comprender y relacionarse con la naturaleza.

Existencial: reflexión sobre cuestiones filosóficas y existenciales.


En resumen, la teoría de las inteligencias múltiples reconoce que no existe una
única forma de ser inteligente, sino que hay diversas habilidades y capacidades
que cada persona puede desarrollar de manera diferente.
RELACIONES
INTERPERSONALES
TOXICAS
RELACIONES INTERPERSONALES TOXICAS

Las relaciones tóxicas son aquellas que nos hacen sentir mal, cambiar de formas
que no nos gustan, nos alteran de manera que no podemos las podemos controlar
o destruyen quienes somos. Son relaciones que nos hacen infelices. Además de
las que es muy difícil salir. Este tipo de relaciones se dan en cualquier ámbito
social, como puede ser el de una amistad o el familiar. El primer paso para reparar
o corregir una relación tóxica es definirla. No es necesario que estés en una
relación amorosa para que la relación sea tóxica. Puede tener una relación tóxica
con un padre o un hermano, o incluso con un amigo. Básicamente, si la persona
con la que tienes una relación está provocando luchas y conflictos, debes
examinar de cerca la relación.

Reconocer cuándo estás en una relación tóxica

Si vas a reparar tu relación tóxica, necesitas saber si estás en una. Una buena
manera de saberlo es analizar tus sentimientos acerca de la relación y decidir si te
hace sentir bien contigo mismo o si te hace sentir incómodo o avergonzado.

Decidir reparar la relación tóxica

Si decides reparar la relación tóxica, ten en cuenta que es una tarea difícil. La
mayoría de las personas se alejan de estas relaciones, pero hay algunas personas
que sienten que quieren hacer que funcione. Para estas personas, lo mejor es que
las dos personas busquen la ayuda de un profesional. Esto te ayudará a llegar a
las causas profundas de los elementos tóxicos en la relación. Las relaciones
tóxicas son conocidas por dejar grandes huellas psicológicas como la culpa, la
confusión, el cansancio emocional o la vergüenza. Todas estas heridas requieren
de tiempo y cariño, y es normal sentir que avanzamos muy lento.

¿Qué nos lleva a involucrarnos en relaciones tóxicas?

Hay diferentes razones, a continuación las más usuales:

La baja autoestima. No perdamos de vista que una relación tóxica contamina la


autoestima, la felicidad y el modo en que una persona se sitúa en el mundo. El
creernos salvadores. Fantasear que nosotros podemos cambiar a esa persona.

Asumir el rol de víctimas. El asumir este rol implica que estaremos generando (o
aceptando) a una persona que se comportará como victimario.

La urgencia de muestras de cariño. Este tipo de deseo imperioso es muy mal


consejero, y se suma a la necesidad de suplir carencias profundas.

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