ICB Parte 2
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UN DERECHO HUMANO
(Segunda parte de 3)
por Oscar Escalada
Empatía
"Take that boy on the street. Teach him to blow a horn, and he'll never blow a safe.”
(Tome ese chico de la calle, enséñele a soplar un corno, y él nunca va a volar una caja fuerte.)
Aristóteles afirmaba que “el ser humano era político, esto es, social: vive en familias,
clanes o grupos llamadas aldeas, pueblos, ciudades o naciones, y siente necesidad de
juntarse con otros semejantes para poder realizarse como tal.” Estaba en lo cierto y pudo ser
apoyado por los estudios científicos desarrollados a través de la historia hasta nuestros días.
La ciencia ha demostrado fehacientemente que el ser humano no nace ni bueno ni
malo: nace con unas propensiones o unas tendencias que pueden conducir a una
agresividad y a un comportamiento explotador de los demás si no se canalizan bien. (9)
Las neuronas espejo explicarían cómo podemos acceder a las mentes de otros y
entenderlas, y hacen posible que se dé la intersubjetividad, facilitando de este modo la
conducta social.
Estas neuronas son las responsables de nuestra vida social y son sumamente activas
en la niñez ya que participan en el aprendizaje por imitación. Permiten que se reproduzca
en nuestro cerebro lo que otra persona está haciendo.
Las neuronas espejo están relacionadas directamente con la conducta humana. Según
Moya-Albiol (13) la empatía presenta tres componentes diferentes:
- Emocional: Sentir lo que está sintiendo, de forma similar o igual a lo que el sujeto puede
sentir en la misma situación.
- Social: Responder compasivamente a los problemas que le aquejan.
Según las investigaciones del Dr. Jean Decety de la Universidad de Chicago (14), esta
capacidad de nuestra especie tiene connotaciones sociales que se desarrollan desde el
nacimiento. La percepción de las relaciones humanas empiezan a estar presentes entre la
madre y el hijo y es allí donde se generan los primeros pasos de este desarrollo. Por lo tanto,
el individuo imitará de su medio social los parámetros que su cultura conlleva y al imitarlos
se irá asociando a sus congéneres adaptando su conducta a ella. Si esta relación se produce
inadecuadamente por tratarse de familias disfuncionales en medios sociales adversos, lo que
se aprenda será lo que las neuronas espejo hayan recibido como información. Las neuronas
espejo imitan la acción observada.
En el caso de los niños ingleses, la decisión del juez establece que los niños eran
conscientes de lo que estaban haciendo, sin embargo no tuvieron ningún remordimiento,
sólo intentaron disimular el hecho como un accidente de tren pero luego continuaron con
sus juegos.
En ambos casos se dio una constante: los niños tuvieron una infancia problemática,
provenían de familias disfuncionales con dramas de alcoholismo y violencia familiar. Por su
conducta problemática eran rechazados por las personas de su medio y debían valerse por sí
mismos, muchas veces en situación de calle desde temprana edad.
Los niños ingleses fueron juzgados como adultos y sentenciados a cadena perpetua.
Los psicólogos que trataron a estos niños durante su cautiverio, luego de pasados muchos
años de cárcel lograron que pudieran sentir el horror de lo que habían hecho y su conducta
se modificó a tal punto que luego de ocho años se les otorgó la libertad condicional por
buena conducta. No obstante, un par de años después, uno de ellos volvió a la cárcel por
distribuir pornografía infantil.
En ese sentido la actividad coral infantil puede ser una herramienta eficaz en la
moderación de la agresividad en la sociedad moderna ya que tiene las condiciones
necesarias para desarrollar la empatía y permitir que el afecto pueda presentarse, incluso en
niños de características similares a los mencionados más arriba.
Niños en situación de calle pueden ser incluidos sin necesidad de ninguna actividad
previa ya que el canto está utilizando su instrumento idiosincrático como es la voz. Sólo
tienen que tener la oportunidad de aprender a usarla.
Maud Hickey es una Profesora de la Universidad Northwestern de los EE.UU. Ella está
integrada a un programa para jóvenes delincuentes encarcelados. Ha desarrollado un
interesantísimo informe del cual tomo un párrafo:
“La investigación sobre la eficacia de la educación artística en los centros de
detención es escasa pero creciente. En el Manual de Oxford recientemente publicado de la
Justicia Social en Educación Musical, mi crítica de la literatura de investigación sobre los
programas de música en los centros de detenciones encontró que los programas de música
producen resultados psicológicos extramusicales, como la mejora de la confianza y la
autoestima, mejora en la capacidad de aprendizaje, así como un mejor comportamiento y la
reducción de la reincidencia.” (15)
No es novedoso tampoco la utilización del canto coral como terapéutica contra la
adicción a las drogas y al alcohol. Ya he mencionado en mi libro anterior al Minnesota Adult
& Teen Challenge Institute. Esta institución tiene sedes en Twin Cities, Brainerd, Duluth,
Rochester y Buffalo en los EE.UU. y tiene varios programas para pacientes externos e
internos. Hay programas de corto tiempo -entre 30 y 60 días- y de largo tiempo -entre 13 y
15 meses-. Todos los programas están disponibles para jóvenes y adultos, mujeres y varones.
Un día típico incluye: tareas, capilla, comidas, período de estudio, práctica de coro, clases,
tiempo libre y devociones. En los programas de larga duración la práctica coral es obligatoria
“sepas cantar o no” tomando las palabras de su Director Sam Anderson. Si bien es una
institución religiosa y su programa coral incluye la participación del coro cada domingo en
una iglesia diferente de la región, la base científica de su actividad es congruente con una
institución secular también. La ventaja del programa en las iglesias es que los individuos
cantan “sepan o no sus canciones” todos los domingos. Pero esto también se puede montar
sobre un programa que tenga conciertos semanales, por ejemplo en clubes, en hogares para
ancianos, comedores populares e instituciones intermedias organizadas desde el comienzo
de la actividad.
Transcribo dos historias narradas por sendos pacientes del MA&TCh con el objeto de
percibir el programa desde quienes lo reciben y practican. Estas historias tienen el valor de
ser expresadas desde una perspectiva personal, ajena a la ciencia y al conocimiento teórico
de su ejercicio. Quitaré los nombres (24) pero mantendré la narrativa de sus experiencias
personales hasta donde la traducción lo permita.
Uno de ellos tiene 36 años y desde hace 10 años ha estado bebiendo diariamente. No
obstante su adicción pudo mantener su trabajo, pagar sus cuentas, etc, pero su adicción
estaba afectando seriamente su vida. “Creí que no había ninguna esperanza y que mi vida no
podría prosperar más que hasta aquí. Estaba trabado pensando que así sería hasta el final de
mi vida.” Su familia y amigos ayudaron a que reconociera su adicción y aceptó ingresar en el
programa largo de la escuela. Esto fue hace 10 meses.
El otro tiene 30 años y lleva su adicción desde hace 16 años. Comenzó utilizando
marihuana y alcohol a la edad de 13 años y cuando llegó a los 18 comenzó a ingerir
metanfetaminas. Estuvo preso en varias oportunidades e intentó diversos tratamientos sin
éxito. Su gran disparador fue su hijo de 2 años y medio que no pudo ver crecer por haber
estado preso. En 2011 fue liberado pero continuó con la metamfetamina endo venosa que lo
llevó casi hasta la muerte por infección. Tres años más tarde conoció la escuela y cuando
salió nuevamente de prisión se dirigió a ella. “Pasé por muchos cambios aquí. Vine
rechazando la autoridad, no queriendo escuchar sobre reglas. Era horrible. Quería luchar
todo el tiempo. Finalmente llegué a la conclusión de que si no cooperaba sería echado del
instituto.”
La experiencia coral es narrada por ambos de forma similar. “Cuando firmé mi ingreso
a la escuela sabía sobre el coro y que yo debería ser parte de él. Mi primer concierto fue sólo
dos días después de ingresar al programa y no sabía ninguna de las letras que debería cantar.
Sin embargo tuve que vestirme con el uniforme del coro, subir al escenario y básicamente
tratar de sincronizar mis labios durante las canciones. Con el tiempo las fui aprendiendo,
perdiendo el nerviosismo de los primeros días, disfrutando de los Spirituals, Gospels y
recibiendo el afecto de mi comunidad. Estamos llegando a nuestra gente con las canciones
que cantamos. Si esto puede ayudar a otros, vale la pena” Hoy, uno de ellos es uno de los
directores de los once coros que tiene el instituto y responsable del sonido. “Cuando nos
referimos a nosotros mismos decimos que somos una Banda de Hermanos por el tiempo que
pasamos juntos. Nos ayudamos y nos desafiamos mutuamente. Y cuando tenemos éxito nos
abrazamos y felicitamos. Es muy hermoso. El sentido de hermandad que se desarrolla es
probablemente lo más encomiable del programa. El personal es bueno y las clases están
bien, pero es la pertenencia lo que salvó mi vida.”