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Autor 1: Platón 427-347 a.C.

Apuntes de Historia de la Filosofía: Antonio Jesús Jiménez Redondo


(Revisión: Manuel Fernández Castillo)
1. Biografía (leer, no estudiar)

Aristocles, conocido como Platón por la anchura de sus espaldas, nació en Atenas en el
año 427 a. C. en una familia aristócrata. Como miembro de la aristocracia estaba
emparentado Solón de Atenas —influyente figura en la cultura griega—, considerado
uno de los siete sabios de Grecia.

Durante su juventud, Atenas estaba gobernada por los Treinta Tiranos, entre los que
había varios familiares de Platón, surgiendo después una democracia (a la que acusó de
injusta por sus malos gobiernos) que finalmente acabó asesinando a Sócrates, su
maestro, en el año 399 a. C.

Tras la muerte de Sócrates realizó una serie de viajes a Siracusa, donde conoció la
escuela pitagórica e intentó llevar a la práctica su teoría política en tres ocasiones.

● La primera, llamado por Dionisio I, siendo completamente infructuosa, ya que


este gobernante destacó por su tiranía, y tuvo un enfrentamiento con Platón que
casi acaba siendo vendido como esclavo. Tras esto volvió a Atenas, fundando la
Academia.
● La segunda fue llamado por Dión, pariente del fallecido Dionisio I, para que
enseñase al heredero al trono, Dionisio II. Esta también fue un fracaso desde el
primer momento, en parte debido a que Platón era un político bastante inocente
que podía redactar leyes, pero no tomar parte en el caos de la vida pública, y en
parte porque la corte estaba llena de luchas por el poder, lo que acabó con Dión
exiliado, dejando a Platón en una situación embarazosa hasta su vuelta a Atenas.
● Hubo un tercer intento que fue aún peor. Llamado por Dionisio II fue, pero las
conspiraciones en la corte casi le cuestan la vida a Platón, que acabó enviado a
las afueras de la ciudad a vivir entre mercenarios hasta que lo rescataron.

Como hemos dicho, entre su primer y su segundo viaje fundó la Academia, inspirándose
en los círculos pitagóricos que conoció en Italia. Esta tenía como finalidad la enseñanza
de la filosofía y las ciencias a través de los diálogos y lecciones, tratando de crear a los
mejores gobernantes, que no lucharan por el poder, pero que sí que aconsejaran al que lo
tenía y legislaran. Tenemos que destacar que logró este objetivo, ya que de la Academia
salieron algunos de los mejores consejeros de la antigüedad, y también algunos de los
mejores filósofos, como Aristóteles. En este momento también escribió La República,
diálogo reservado a diseñar el orden político perfecto (esta es la obra que entra en la
PAU).

En los últimos años de su vida se dedicó a escribir sus últimos diálogos y a la enseñanza
en la Academia. Finalmente murió a los 81 años en un convite nupcial. Tras su muerte
un sobrino suyo se hizo cargo de la Academia, institución que tuvo influencia hasta
nueve siglos después, cuando Justiniano ordenó cerrarla.

2. La Alegoría de la Caverna (o Mito de la Caverna)

En esta alegoría, Platón describe una escena en la que unos prisioneros están
encadenados en una oscura caverna desde su nacimiento, de modo que solo pueden ver
las sombras de objetos que son proyectadas en la pared de la caverna por una fuente de
luz detrás de ellos. Estas sombras son la única realidad que conocen.

La alegoría representa la idea de que la percepción sensorial de la realidad es engañosa


y limitada. Las personas encadenadas en la caverna representan a aquellos que están
atrapados en una comprensión limitada y superficial de la realidad, basada en lo que
pueden percibir a través de sus sentidos. La fuente de luz (el fuego) detrás de ellos
simboliza una representación falsa de la auténtica luz que alumbra nuestro
conocimiento: el Sol que hay en el exterior de la caverna.

La liberación de las cadenas y la salida de la caverna simbolizan el proceso de


educación y filosofía que lleva a las personas a descubrir la verdad y la sabiduría. Al
salir de la caverna y ver el mundo exterior, las personas se dan cuenta de que las
sombras en la pared no eran la realidad verdadera, sino solo una representación
distorsionada de ella. (De esta alegoría trata el texto del Libro VII de La República que
entra en la PAU.)
3. La metafísica platónica

La doctrina central de la filosofía platónica es la teoría de las Ideas. Consiste en la


afirmación de un dualismo, en el que existen realidades inmateriales, inmutables y
universales (iguales que el ser de Parménides), distintas a la realidad sensible (que es el
mundo cambiante retratado por Heráclito).

Las Ideas constituyen el Mundo Inteligible, que sólo puede ser captado por la razón, y
que se diferencia del Mundo Sensible (Mundo físico) captado por los sentidos. Platón
considera el Mundo Sensible que percibimos como el resultado de la actividad
ordenadora de una Inteligencia divina, el Demiurgo (muy parecido al Noûs de
Anaxágoras), que da forma o estructura a la materia caótica conforme a unos modelos
eternos y perfectos (las Ideas).

Las Ideas son la causa de la existencia de las cosas sensibles que percibimos. La Idea es
la esencia común de la que participan las realidades individuales del mundo físico. Esa
relación puede expresarse también diciendo que la Idea es el modelo imitado de una
forma imperfecta por las cosas individuales. En el Mito de la Caverna los objetos de
fuera de la caverna con las Ideas y los de dentro son la representación (simples copias)
de estas. Por ejemplo, un animal fuera sería la Idea de ese animal y la figura que pasa
por delante del fuego en la caverna sería una imitación imperfecta de ese animal, ya que
sabemos que es ese animal porque lo representa, pero de una forma imperfecta, ya que
no es tan real como el animal de fuera.
Por último, destacamos que en el mundo de las Ideas existe una clara jerarquía, en la
que reina la Idea del Bien. Del mismo modo que las cosas sensibles participan de las
Ideas, también las Ideas participan del Bien. La Idea del Bien representa la máxima
realidad y perfección. Todo lo que existe es real en tanto que participa del Bien.
Después de la Idea del Bien encontramos las Ideas de Belleza y Justicia, ya que hacen
posible la comprensión del arte y de la política respectivamente; después encontramos
las Ideas de las entidades matemáticas y después las Ideas de las cosas naturales y
artificiales. Esto se ilustra con la siguiente pirámide.

4. La epistemología

Platón, siguiendo con su dualismo, distingue dos niveles de conocimiento: el saber


(episteme) y la opinión (doxa). Las opiniones son inestables, cambiantes; ya que tratan
un mundo que es cambiante y caótico, como es el mundo sensible, por lo que no pueden
ser auténtico conocimiento.

El paso de la opinión a la ciencia se explica mediante el proceso de reminiscencia


(recuerdo) que permite a la mente humana recobrar el conocimiento alcanzado antes de
que quedara atrapada en un cuerpo mortal.
En el diálogo La República, Platón identifica la ciencia (episteme) con el conocimiento
inteligible, que está dirigido a las Ideas, cuya realidad sólo se puede captar con la razón
(el exterior de la caverna), mientras que la opinión (doxa) es el conocimiento sensible,
que tiene como objeto las realidades del mundo físico (el interior de la caverna).

El Símil de la Línea es una representación gráfica de los diversos estados del


conocimiento, desde el modo más imperfecto al más perfecto. Así, si trazamos una línea
y la dividimos en dos segmentos desiguales, denominaremos ciencia al segmento más
grande y opinión al más pequeño. Después volveremos a dividir cada uno de estos
segmentos en dos mitades también desiguales:

En la opinión pueden distinguirse dos grados de menor a mayor perfección: En el nivel


más bajo de conocimiento se encuentra la imaginación (eikasía), que consiste en el
conocimiento de sombras, copias o imágenes de las cosas del mundo físico (se
representa con el conocimiento de las sombras de la caverna). El segundo nivel de la
opinión es la creencia (pístis), que tiene por objeto la percepción de las realidades del
mundo físico, copias imperfectas de las Ideas (el conocimiento de los objetos de dentro
de la caverna).

En cuanto a la ciencia, podemos distinguir dos grados. El nivel inferior es denominado


razón discursiva (dianoia) y consiste en un conocimiento alcanzado a través del
razonamiento en el que la mente capta la Idea a través del recuerdo que despiertan las
imperfectas copias del mundo sensible (se representa con el conocimiento de los objetos
fuera de la caverna). Por último, el grado más elevado de conocimiento es intuición
intelectual (noesis), que es el conocimiento de las Formas o Ideas y de su relación con
el Bien sin apoyarse en sus copias sensibles.

5. Antropología

Siguiendo con su dualismo el hombre es un constructo de cuerpo y alma. Platón recoge


Ideas procedentes del pitagorismo: el alma es inmortal y su unión con el cuerpo es
accidental y transitoria (muchas veces esto se ejemplifica afirmando que el cuerpo es
la cárcel del alma).

Como Platón explica, nuestras almas son inmortales, pero están sujetas a un ciclo de
nacimientos en cuerpos mortales (reencarnación). El alma pertenece al ámbito de las
Ideas, mientras que el cuerpo pertenece al mundo de los seres físicos. Mientras
permanece unida al cuerpo, la tarea fundamental del alma es purificarse. Las impurezas
vienen de su relación con el cuerpo, de sus exigencias y necesidades.

En su estado desencarnado (cuando el alma no está unida al cuerpo) el alma tiene la


oportunidad de ver las Ideas directa y claramente. La experiencia del nacimiento y la
contaminación con el cuerpo producen el olvido, pero las imperfectas aproximaciones
sensibles a las Formas pueden estimular la reminiscencia de las Ideas en sí mismas.

Platón aborda las funciones psíquicas del ser humano en diálogos como La República y
El Fedro. Distingue tres aspectos en la psique o alma: la razón (alma racional), el
ánimo (alma irascible) y el apetito (alma concupiscible). A la razón corresponde
ordenar y controlar el apetito. En el apetito residen los impulsos irracionales y los
deseos motivados por las necesidades corporales, es decir, las pasiones. El ánimo es el
coraje o valor que cumple la función de auxiliar a la razón para refrenar los apetitos,
aunque una mala educación puede corromperlo y hacer que ceda a las demandas del
apetito.

Esta visión tripartita del alma se corresponde con el Mito del Carro Alado utilizado en
El Fedro. Platón compara el alma con un carro del que tiran dos caballos conducidos
por un auriga. De los dos caballos uno es noble y valeroso (el caballo negro), mientras
que el otro es indisciplinado (el caballo blanco). El conductor del carro simboliza la
razón, mientras que los dos caballos representan los otros dos aspectos del alma.

6. Ética y política
Platón confiesa en algunas obras autobiográficas, como la Carta VII, que se dedicó a la
filosofía por la terrible impresión que le produjo en su juventud la muerte de Sócrates,
su maestro, condenado injustamente por un tribunal ateniense. Este acontecimiento hizo
que Platón se planteara durante el resto de su vida el problema fundamental de la
política: cómo conseguir que la sociedad esté gobernada con justicia, problema que
constituye el asunto central de su diálogo La República. Toda la filosofía de Platón está,
en un sentido unitario, dirigida a la política.

Según Platón, un individuo sólo podrá ser justo si vive en una sociedad donde reine la
justicia. Por lo tanto, la Ética, que se ocupa de la virtud del individuo, es inseparable
de la Política, que se ocupa de la virtud del Estado.

La reflexión sobre la justicia conduce a una reflexión sobre las causas por las que las
sociedades existentes son injustas. Platón considera que todos los regímenes políticos
existentes están enfermos, particularmente la democracia, que algunos consideran el
gobierno del pueblo cuando en realidad es, según Platón, el gobierno de una minoría de
demagogos que logran ganarse el favor del pueblo a costa de charlatanería. El hecho de
que en la democracia ateniense los ciudadanos fuesen elegidos para desempeñar los
cargos públicos por sorteo es visto por Platón como otro de los defectos del sistema,
pues es absurdo dejar que personas sin la educación y los conocimientos apropiados
dirijan los asuntos del Estado. Para Platón, de hecho, sólo existe un sistema de gobierno
peor que la democracia, y es la tiranía, pero sólo lo es por el hecho de que la
democracia es tan ineficiente que no es buena ni para ser mala.

La Justicia sería para Platón el equilibrio entre el sujeto y el estado, haciendo que
cada persona ocupe el puesto que mejor se adapte a la cualidad del alma que impera en
cada uno. Corresponde a la razón gobernar, es decir, ordenarnos lo que debemos hacer,
y la virtud propia del buen gobierno (y del alma racional) es la prudencia o sabiduría.
La virtud propia del alma concupiscible será la moderación o templanza. Por último,
la parte irascible del alma tendrá como virtud propia la fortaleza o valor. Un
individuo será justo cuando cada una de estas partes del alma cumpla la función que le
es propia.

Según Platón una sociedad sólo podría ser justa si todos los ciudadanos fuesen educados
por el Estado con el fin de descubrir qué aptitudes poseen y asignarles la función más
adecuada a dichas aptitudes. Aquellos en los que predominara el apetito formarían la
clase más numerosa (los productores, dedicados a las actividades económicas). Un
grupo más reducido lo constituirían aquellos individuos en los que predominara el valor
y la fortaleza (los guardianes o guerreros, que constituyen una especie de clase militar
encargada de hacer cumplir las órdenes de los gobernantes) Por último, una minoría
destacará por su sabiduría y su prudencia, por predominar en ellos el elemento racional
del alma. Estos constituyen la clase de los auténticos gobernantes: los
gobernantes-filósofos. El Estado será justo cuando cada una de estas tres clases cumpla
la función que le es propia. La Justicia consiste en la armonía de las clases que
forman el Estado.

El proceso de educación del ser humano es descrito de forma alegórica en el Mito de la


Caverna. Platón sostiene que la educación no proporciona conocimiento, ya que este no
se puede obtener de nuevas (el conocimiento siempre es reminiscencia), sino que sólo
activa el saber implícito en el alma “reorientándola” hacia sus verdaderos objetos (las
Formas o Ideas).

La formación de los filósofos gobernantes comprende disciplinas como las matemáticas


que sirven como preparación para la Dialéctica. En la Dialéctica platónica, una mente
entrenada en las matemáticas (el orden matemático conduce al orden de los valores,
porque el orden es en sí mismo un bien), se ocupa de las Ideas y alcanza finalmente la
auténtica fuente de su existencia e inteligibilidad: la Idea del Bien.
La investigación socrática respondía a la necesidad de explicar la existencia de criterios
o valores morales de validez universal, puesto que los sofistas habían planteado una
ética relativista, según la cual los valores morales no son absolutos, sino que dependen
de las circunstancias de cada lugar o cada época. Si existen normas o valores
universales deben proceder de una realidad distinta de la que percibimos en este
mundo. La posibilidad de un orden moral y político descansa, según Platón, en el
reconocimiento de que existe un orden ideal (Mundo inteligible) constituido por
realidades inmateriales, inmutables y universales.

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