2) UNIDAD 5 Ppios y Normas Procesales Familia

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UNIDAD 5: PRINCIPIOS Y NORMAS PROCESALES DE

LA JUSTICIA DE FAMILIA
Profesores: DRA. MARÍA A. FONTEMACHI – DR. EDUARDO A. BRANDI
– IGNACIO I. BIANCHI

2018

EXTRACTO

Conocer los principios y principales características de procedimiento en la justicia de fa-


milia, órganos competentes, competencia, normativa nacional y regional.
UNIDAD V: PRINCIPIOS Y NORMAS PROCESALES DE LA JUSTICIA DE FAMILIA

Objetivo Específico:

Conocer los principios especiales y características del procedimiento en la justicia de familia, te-
niendo presente que cada provincia dicta sus códigos o leyes de procedimiento tanto civiles,
como especiales de la justicia de familia. Por ejemplo en Mendoza, hasta el año 1995 regia el
Código Procesal Civil (CPC) , luego se sanciono la ley 6.354 que regula el procedimiento, y suple-
toriamente en aquellas partes no reguladas rige el CPC ahora ley 9001 que comenzó a regir este
año.

En las leyes especiales están determinados los órganos competentes y sus funciones y compe-
tencias que fueron modificadas por la ley nacional 26.061.

Cada provincia tiene la suya y cada alumno según su domicilio, deberá conocer las par-
ticularidades de su legislación o sea los órganos, competencias y procedimientos, debiendo tener
claro que los principios que veremos en el primer punto de esta unidad son compartidos para
todos, pues nacen de una norma nacional.

1. Principios fundamentales del CCC en la República Argentina referida a la Justicia


de Familia

1.2. Textos legales

1.3. El proceso de Familia y los principios rectores

2. Justicia de Familia en Mendoza

2.1. Poderes y competencias de los Juzgados de Familia y el Poder Ejecutivo a través


de sus órganos administrativos locales

2.2. Competencia según la Ley Nacional n° 26061 Normas procesales y sustanciales

2.3. Niños y niñas en vulnerable. La actuación de los Órganos Administrativos locales


OAL

2.4. Protocolos de intervención

Bibliografía obligatoria: Código Civil y Comercial Argentino. Ley nacional 26.061. Protocolos pro-
vinciales de actuación. Kemelmajer Aida, 2015 ”Derecho Procesal y ley 26.061. Protocolo de
aplicación ley 26061 en Mendoza”.
PARTE 1: Principios fundamentales
del CCCN en la Republica Argentina
referida a la Justicia de Familia.
I.- Principios fundamentales del CCC en la República Argentina referida a la Justicia
de Familia

Los procesos de familia en general; tienen principios surgidos de los principales


avances y consideraciones esgrimidas a la luz del derecho procesal constitucional de la fa-
milia.

Tutela Judicial efectiva: En el CCC se cita, en primer lugar, el principio de tutela


judicial efectiva, que comprende el acceso a la justicia, el de economía y el de celeridad pro-
cesal, recogiéndose así el valor y entidad que se otorga a este principio en las 100 Reglas de
Brasilia que regulan como debe ser el “Acceso a la Justicia en condiciones de vulnerabilidad”,
todo en relación directa con los principios de inmediación, buena fe, lealtad procesal,
oficiosidad y oralidad.

Se afirma la especialidad del fuero de familia y la consecuente necesidad de que los


tribunales estén conformados con equipo multidisciplinario, a mas a mi entender interdis-
ciplinarios, o sea que se elaboren trabajos conjuntos entre todos los especialistas, para dar
una respuesta integrada e integral, Otro principio que no puede dejar de tenerse presente
es el del interés superior del niño en todo proceso en que estén involucrados niños, niñas y
adolescentes.

El Código Civil y Comercial en varias instituciones como por ejemplo la Adopcion, y


en los procesos por discapacidad, regula la participación de éstos y de las personas con
discapacidad, no sólo en lo relativo al derecho a ser oídos en su aspecto formal o como
sinónimo de escucha de manera personal, sino también en lo que hace a la defensa técnica
a través de un patrocinio letrado propios. Estos derechos fundamentales deben estar le-
gislados en las leyes provinciales, como se harán efectivos en cada proceso y el valor que
tienen para la resolución final de los y las juezas,

Otras disposiciones particulares que se prevén y que son importantes es: el acceso
limitado al expediente, que garantiza el derecho a la confidencialidad de temas tan
privados, como a la intimidad, también el principio de oficiosidad es básico, ya que
el juez o jueza debe instar el expediente sobre todo en situaciones donde están en
juego derechos fundamentales como es el de crecer bajo el amparo y protección de
una familia, o el de percibir alimentos, o el de derecho a la comunicación etc.

Otro aspecto tenido en cuenta es el de garantizar que todos puedan acceder a


la justicia, por eso es fundamental la gratuidad, previéndose las excepciones.

También están presentes la libertad y flexibilidad probatoria, receptándose el prin-


cipio de las cargas dinámicas y, de conformidad con la especialidad de los asuntos de familia,
la posibilidad de que parientes y allegados puedan ser ofrecidos como testigos, facultándose
al tribunal a no admitir la declaración de niños, niñas o adolescentes.

Se deben respetar las nociones de irrenunciabilidad, imprescriptibilidad–que no ex-


cluye la caducidad- e inherencia personal de las acciones de estado de familia.

Otro paso que da este código es inmiscuirse en la competencia provincial pero para
defender los principios de equidad y economía procesal, al regular las reglas de competen-
cia relativa a diferentes procesos de familia, entre otros: procesos en los que se deciden de
modo principal derechos de niños, niñas y adolescentes (guarda, custodia, régimen de co-
municación y alimentos); derivadas de las uniones convivenciales; los alimentos entre cón-
yuges y las acciones de filiación cuando involucra personas mayores de edad. Tratándose
de derechos de niños, niñas y adolescentes, el elemento central para la fijación de la com-
petencia es el lugar en el cual ellos tiene su centro de vida, de conformidad con lo pre-
visto en el artículo 3 de la ley 26.061 y jurisprudencia consolidada en este sentido. Se re-
suelve un tema discutido, cual es el del juez competente en la liquidación de la sociedad
conyugal cuando uno de los dos ha sido declarado en concurso o quiebra. El Libro dedicado
al derecho internacional privado completa estas disposiciones para los supuestos en los que
interviene algún elemento extranjero.

Un tema que me parece debería haberse tratado es el de la regulación de los


recursos, pues es lamentable como en varias provincias entre ellas Mendoza, son tratados
según la regulación del CPC, y los plazos son extensos no reputándose los principios de
oficiosidad la particularidad y la celeridad que debe primar en estos procesos. Hay provin-
cias que no tienen tribunal de alzada especializado y resuelven los recursos las cámaras
civiles, pues la conformación de los tribunales en cada provincia difiere sustancialmente.

Se regulan también el proceso de las medidas provisionales o cautelares de carácter


personal y patrimonial, en el marco del proceso de divorcio y de nulidad de matrimonio, o
incluso antes de iniciarse, en razón de urgencia. Se extiende la posibilidad del dictado de
medidas provisionales a los casos de uniones convivenciales, si ello correspondiere.

1.2 Textos legales


Procesos de familia Disposiciones generales
ARTÍCULO 705.- Ámbito de aplicación. Las disposiciones de este título son aplicables a los
procesos en materia de familia, sin perjuicio de lo que la ley disponga en casos específicos.
ARTÍCULO 706.- Principios generales de los procesos de familia. El proceso en materia
de familia debe respetar los principios de tutela judicial efectiva, inmediación, buena fe y
lealtad procesal, oficiosidad, oralidad y acceso limitado al expediente.
a) Las normas que rigen el procedimiento deben ser aplicadas de modo de facilitar el ac-
ceso a la justicia, especialmente tratándose de personas vulnerables, y la resolución pa-
cífica de los conflictos.
b) Los jueces ante los cuales tramitan estas causas deben ser especializados y contar con
apoyo multidisciplinario.
c) La decisión que se dicte en un proceso en que están involucrados niños, niñas o adoles-
centes, debe tener en cuenta el interés superior de esas personas.
ARTÍCULO 707.- Participación en el proceso de personas con capacidad restringida y
de niños, niñas y adolescentes. Las personas mayores con capacidad restringida y los ni-
ños, niñas y adolescentes tienen derecho a ser oídos en todos los procesos que los afectan
directamente. Su opinión debe ser tenida en cuenta y valorada según su grado de discerni-
miento y la cuestión debatida en el proceso.
ARTÍCULO 708.- Acceso limitado al expediente. El acceso al expediente en los procesos
de familia está limitado a las partes, sus representantes y letrados y a los auxiliares desig-
nados en el proceso.
En caso de que las actuaciones sean ofrecidas como prueba ante otro juzgado, se
debe ordenar su remisión si la finalidad de la petición lo justifica y se garantiza su reserva.
ARTÍCULO 709.- Principio de oficiosidad. En los procesos de familia el impulso procesal
está a cargo del juez, quien puede ordenar pruebas oficiosamente.
El impulso oficioso no procede en los asuntos de naturaleza exclusivamente económica en
los que las partes sean personas capaces.
ARTÍCULO 710.- Principios relativos a la prueba. Los procesos de familia se rigen por los
principios de libertad, amplitud y flexibilidad de la prueba. La carga de la prueba recae, fi-
nalmente, en quien está en mejores condiciones de probar.
ARTÍCULO 711.- Testigos. Los parientes y allegados a las partes pueden ser ofrecidos como
testigos.
Sin embargo, según las circunstancias, el juez está facultado para no admitir la declaración
de personas menores de edad, o de los parientes que se niegan a prestar declaración por
motivos fundados.

I.3 El proceso de familia y sus principios rectores.


Sin perjuicio de lo ya expresado en el primer punto de la unidad explicando las
normas del Código Civil y comercial que rige para nuestro país, los esquemas normativos y
principios del proceso, son instrumentos al servicio del derecho sustancial, deben ser inter-
pretados y reinterpretados a la luz de los requerimientos constitucionales y específica-
mente del derecho de los derechos humanos, pues hay una invasión del Derecho Consti-
tucional que penetra por todos los poros de las restantes disciplinas y enérgicamente en el
territorio procesal.
En este contexto, y del mismo modo que el derecho familiar sustancial se con-
forma hoy por normas de diferente jerarquía entre las que destacan los Tratados de Dere-
chos Humanos incorporados con rango constitucional al Bloque de Constitucionalidad, los
sistemas procesales que están al servicio del abordaje de los conflictos familiares resultan
modelados por el paradigma de los derechos fundamentales en sus caracteres, principios y
reglas. Entre ellos y marcando el rumbo se encuentran la “tutela judicial efectiva” y el prin-
cipio del interés superior del niño, como vimos consagrados en el texto del CCC . Pero a
mayor abundamiento nos referiremos a algunos de los principios ya vistos

La especialidad de la justicia de familia.

La justicia de familia está constituida por un conjunto de órganos especializados,


organizados con el propósito de garantizar soluciones justas y eficaces a los conflictos fami-
liares, sin que ello permita pensar que sea el ámbito propicio para la resolución de proble-
mas metajurídicos. Su misión consiste en ofrecer soluciones jurídicas que permitan pa-
cificar el enfrentamiento, clarificar las posiciones de las partes y ordenar las conduc-
tas de los miembros del grupo.
La especialidad propia de esta área exige una adecuada capacitación de todos los
operadores jurídicos que intervienen en ella. En primer lugar de los jueces y funcionarios,
quienes deben administrar justicia y ser los garantes de soluciones oportunas y eficientes .
También de los abogados y procuradores que necesitan comprender y manejar adecuada-
mente no solo el derecho sustancial sino también los principios y reglas fundamentales para
el desenvolvimiento de su actividad en el fuero.
Por último, la formación de cuerpos auxiliares de apoyo multidisciplinario que
desempeñan un papel esencial en el abordaje jurídico de la problemática familiar. La coope-
ración interdisciplinaria es imprescindible pues, en esta materia con frecuencia las solucio-
nes basadas exclusivamente en la ley son insuficientes. En otras palabras, no parece ade-
cuado que en el proceso de familia “el juez trabaje aisladamente, sino que tiene que presidir
un equipo integrado por profesionales especializados”. El abordaje interdisciplinario per-
mite desarrollos integradores superadores del aislamiento de jueces y abogados y posibilita
la mejor articulación de normas, realidad social y valores comprometidos.

Derecho familiar y proceso de familia: principios y modalidades

En nuestra disciplina, existe una especial zona de confluencia entre lo sustancial


y lo procesal. Contrariamente a lo que sucede con otras ramas del derecho, muchas normas
procesales se alojan en la legislación sustantiva como vimos en el punto 1 especialmente
referido a la competencia de los jueces y derechos fundamentales como el de ser oído y la
participación personal de los damnificados..
Para Kielmanovich, el derecho procesal de familia constituye una rama del dere-
cho procesal que estudia los principios y normas que regulan los procedimientos extra con-
tenciosos y contenciosos que tienen por objeto acordar eficacia a una relación o situación
jurídica o resolver un conflicto fundado en el Derecho de Familia.
El proceso de familia no puede ser asimilado a un típico proceso civil de contenido
patrimonial, pues su fin principal no es el triunfo personal de uno de los contendientes, sino
que procura fundamentalmente destrabar el conflicto familiar superando la antinomia
“vencedor-vencido”. De este modo, las reglas procesales se apartan convenientemente del
modelo contencioso de corte adversarial y el trámite se orienta a desactivar la contienda
guiando a las partes para que alcancen soluciones convenientes a los intereses del grupo
que permitan establecer dinámicas relacionales pacíficas y respetuosas.
En razón de su específica naturaleza, el proceso de familia se rige por una serie de
principios orientadores que si bien en general no son exclusivos o propios de la materia,
presentan ciertas particularidades en el modo de actuación, y se adecuan o se flexibilizan
en cada caso según cuál sea la naturaleza de la relación jurídica sustancial que se encuentre
en la base de ese proceso.
El análisis de estos principios es el punto de partida y el eje axial para el estudio
del derecho procesal familiar. Su comprensión y aplicación resulta medular porque brinda
elementos orientadores que determinan reglas rectoras ineludibles para la realización del
derecho sustancial y especialmente de las garantías constitucionales.
Las obras especializadas en la materia realizan enumeraciones con ciertas varian-
tes pero en todos los casos comprenden tanto aquellos que se vinculan específicamente al
trámite del proceso y la actividad de las partes; otros en cambio emanan directamente del
derecho sustancial.
En los párrafos siguientes se analizarán aquellos principios que consideramos de
gran relevancia en estos procedimientos, que fueron mencionados en el primer punto ha-
ciendo especial referencia a su impacto en la legislación y la jurisprudencia de los tribunales
mendocinos.
a. El interés superior del niño.
Este es un principio rector con fuerte andamiaje en el derecho internacional de
los derechos humanos, pues se encuentra consagrado en la Convención de los Derechos del
Niño (CDN), instrumento internacional que ha marcado un antes y un después en la concep-
ción de la infancia y la adolescencia, al construir un nuevo paradigma para los sujetos pro-
tegidos, partiendo de la idea que los niños y adolescentes son sujetos de derechos, en tanto
personas que titularizan todos los que gozan los adultos, más un plus de derechos propios
de su condición de personas en desarrollo. En nuestro país adquirió trascendencia super-
lativa a partir de su incorporación en el art. 75 inc 22 de la Constitución Nacional, normativa
que impuso la obligación de repensar y adecuar las categorías jurídicas tradicionales del
derecho de la niñez y adolescencia.
El interés superior del niño se ha definido como el primero y el mejor interés que
le corresponde a ese sujeto, en el desarrollo integral y protección de su persona, precisa,
irrepetible, en un espacio y tiempo concreto, bajo cierta circunstancia.
En la legislación de la provincia de Mendoza se encuentra consagrado expresa-
mente en el art, 1º de la ley 6354 (LNA) que impone al estado garantizar el interés superior
del niño y adolescente en el ámbito de la familia y de la sociedad, brindándoles las oportu-
nidades y facilidades para el desarrollo físico, psíquico y social.
Posee un profundo impacto en diversas cuestiones procesales como por ejemplo
en materia probatoria, o en la extensión de las facultades del juez para disponer el efecto
con que se conceden los recursos, que puede ser suspensivo del procedimiento o no .
Este interés superior justifica la flexibilización de las rígidas normas previstas en
la ley de rito; los poderes del juez y sus facultades discrecionales para dirigir el proceso, se
potencian o exorbitan, en aras de una pronta solución y de la efectiva protección de los de-
rechos de los niños, niñas y adolescentes involucrados. Por ello se ha sostenido que: “entre
las facultades del juez de familia, está la de disponer el efecto con que se conceden los re-
cursos en vista de la naturaleza del derecho vulnerado y la situación planteada, sobre todo,
cuando en la misma se encuentran involucrados niñas, niños y adolescentes (art.3.1. C.D.N.,
arts.3, 27 y cc. ley 26061)”.
b. Principio de tutela judicial efectiva.
El proceso de familia debe respetar el principio de tutela judicial efectiva, que tam-
bién se encuentra consagrado en los tratados internacionales de derechos humanos y en el
CCC.
Este principio implica el derecho a un juicio justo, a ser oído, a rendir prueba, a
que se dicte sentencia sin dilaciones indebidas, y a que esa sentencia se cumpla, pues de otro
modo, esa tutela no es efectiva. Es decir que "el proceso judicial debe ser el territorio de la
igualdad y la obra de una responsable participación conjunta y activa que, sin sorpresas,
permita a la jurisdicción alumbrar sentencias justas, de efectivo cumplimiento,
c. Intensificación de la celeridad
El derecho a obtener una sentencia oportuna exige la mayor agilidad posible del
proceso, pues el factor tiempo cobra una importancia inusitada. La celeridad en el proceso
y la economía procesal adquieren gran relevancia, por cuanto se ventilan cuestiones muy
vinculadas a los derechos personalísimos y los atributos de la personalidad, cuya vulnera-
ción no admite dilaciones evitables.
En razón de ello la ley 6354 abrevia los plazos previstos en el CPC para los distin-
tos tipos de procedimiento. Por ejemplo, el plazo del traslado de la demanda en el proceso
ordinario es de quince (15) días (art. 79 ley 6354 ), en el sumario es de ocho (8) días (art.
101 ley 6354 ). Se prevé un proceso sumarísimo con un traslado por 5 días. Se ha sostenido
que “la ideología del legislador estuvo centrada en la necesidad de resolver con mayor pre-
mura los conflictos familiares, a la luz de la incidencia que tienen para las personas estas
situaciones irresueltas.” .
Sin embargo y más allá de las disposiciones legales y de la voluntad del legislador,
en la práctica, la existencia o no de dilaciones innecesarias en los procesos de familia de-
pende, en general, de los modos de actuación de los operadores del derecho, desde los jue-
ces, funcionarios y empleados judiciales, hasta las partes y sus propios abogados litigantes.
Para concretar este principio se debe asumir la necesidad de apartar viejas y nocivas cos-
tumbres litigiosas que demoran los procesos y comprender que es necesario priorizar ante
todo el ejercicio eficaz de los derechos, máxime cuando su titular es una niña, niño o adoles-
cente, destinatario de una protección preferencial en el Derecho de Familia.
d) La tutela diferenciada
Por otro lado, la naturaleza de ciertas pretensiones urgentes e impostergables se
concreta mediante la tutela procesal diferenciada y de “acompañamiento” que busca com-
poner el conflicto, a veces en forma definitiva y otras en forma provisoria, en un tiempo
razonable.
Este principio se manifiesta ante la posibilidad de pretensiones cautelares, auto-
satisfactivas o anticipatorias que tienden a dar una respuesta jurisdiccional oportuna con-
forme a la urgencia con que venga demandada la pretensión dentro del marco del debido
proceso .
Un supuesto típico de sentencia anticipatoria lo configuran los alimentos durante
el juicio de reconocimiento de la filiación extramatrimonial ya que “si bien el derecho a re-
clamar alimentos se apoya en el emplazamiento en el estado de hijo, el carácter imposter-
gable de las necesidades que los alimentos atienden autoriza otorgarlos, con carácter pro-
visional, si el vínculo de filiación invocado surge prima facie verosímil.” En esta línea, un
tribunal de San Juan ha resuelto que “el pedido de alimentos provisorios formulado por quien
reclama el reconocimiento de su filiación se encuadra en la figura de la medida anticipatoria
dentro de la categoría general de lo que la doctrina conoce como “procesos urgentes”, esto es,
el adelantamiento provisorio del objeto perseguido en la demanda y cuya procedencia defini-
tiva se juzgará al momento de dictarse la sentencia de mérito.”
Asimismo, las medidas autosatisfactivas cumplen un papel fundamental en la pro-
tección contra la violencia familiar. (Ley provincial 6672; leyes nacionales 24.417 y 26.485)
pues las crisis familiares con dosis extremas de violencia y malos tratos exigen la adopción
de fórmulas expeditas, que permitan la cesación del riesgo y evitar las secuelas del agrava-
miento de los perjuicios concretos o potenciales que de otro modo podrían ser irreparables.
e) Cumplimiento de las resoluciones judiciales
La cuestión del cumplimiento de las resoluciones judiciales dictadas en procesos
de familia es un grave problema, ya que con frecuencia los titulares de derechos reconocidos
judicialmente encuentran importantes dificultades para obtener su efectiva realización
(vgr. alimentos, régimen de comunicación). Por ello cobran especial relevancia los instru-
mentos orientados a dotarlas de eficacia tales como medidas conminatorias, astreintes , sus-
pensión de procedimientos hasta tanto no se cumpla lo debido, inscripción en registros de
deudores alimentarios morosos o de obstructores del vínculo familiar , modificación del
régimen de guarda ante el entorpecimiento sistemático del régimen de comunicación,
prohibición de salir del país , etc.
f) Acceso a la justicia.
Directamente vinculado con el derecho a tutela judicial efectiva se encuentra la
garantía de acceso a la justicia que en los procesos de familia alcanza connotaciones espe-
ciales.
g) Gratuidad.
En primer lugar, este postulado se manifiestan en la gratuidad de un gran número
de procedimientos de familia carentes de contenido económico, los que están exentos, como
regla general, de pago de tasa de justicia. El Art. 51 de la ley 6354 de Mendoza consagra este
principio, del que solo quedan exceptuadas las acciones de separación personal, divorcio
vincular, liquidación de la sociedad conyugal, separación de bienes, nulidad del matrimonio,
autorización para gravar y disponer bienes de menores e incapaces y litisexpensas y toda
causa conexa, incidental y trámites auxiliares, preparatorios, cautelares y sus cancelaciones,
tercerías, juicios accesorios; y las cuestiones patrimoniales deducidas originariamente o por
conexión con la competencia acordada a los mismos.
f) El derecho del niño y adolescente a ser oído y que su opinión sea tenida en cuenta.
En todos los procesos en que se decidan cuestiones que afecten su interés, el niño,
niña o adolescente tiene derecho a ser oído y a que su opinión sea particularmente tenida
en cuenta, de acuerdo con su grado de madurez. Este principio enlaza directamente con la
noción de autonomía progresiva y tiene diferentes formas de manifestación a lo largo del
procedimiento.
Se encuentra expresamente receptado en la ley 26.061, en sus artículos 2, 3, 24,
27, 66 inc. e por ello asiste razón a la dra, Aida Kemelmajer cuando señala que esta norma
manifiesta una verdadera obsesión por el respeto de este derecho.
Implica asimismo el derecho a ser informados de manera sencilla sobre las causas
de su comparecencia y de poder expresar libremente sus opiniones y sentimientos debién-
doles garantizarles un trato digno, comprensivo que evite toda forma de discriminación y
revictimización.
Deben ser escuchados por el juez de manera personal, según las circunstancias
del caso aunque el magistrado puede contar con la asistencia de profesionales especializa-
dos y disponer el empleo de estrategias de intermediación a fin de favorecer su libre expre-
sión. Y cuando es bebe y no puede hablar y no tiene a sus representantes legales como es
cuando los niños o niñas están privados de medio familiar o abandonados, deben también
ser vistos por el juez o la jueza debe conocerlos
En cuanto a la valoración de las manifestaciones de niños y adolescentes se ha
puntualizado con claridad que: "La evolución de las facultades a partir del crecimiento y la
posibilidad o aptitud de formarse un juicio propio constituye el criterio de ponderación a la
hora de decisión"
En todos los casos, la opinión del niño, niña o adolescente deberá ser valorada en
las decisiones adoptadas.
Es conclusión, a la luz de nuestro ordenamiento constitucional, y más aún luego
de la sanción de la ley 26.061 y CCC, resulta arbitraria y discrecional una resolución judicial
o administrativa en la que se hubiera decidido alguna cuestión concerniente a un niño sin
que este haya ejercido su derecho (nunca obligación) a ser oído y por tanto no se haya re-
cabado su opinión mediante su intervención adecuada en el proceso.
Otra manifestación del derecho a ser oído recae en la posibilidad de peticionar
personalmente en los asuntos que los afecten. La ley 26.061 reconoce la facultad de ser asis-
tido por un letrado preferentemente especializado en niñez y adolescencia (art. 27 inc c),
aunque ello no supone soslayar la representación legal de los padres, tutores o curadores ni
la promiscua del Ministerio Público conforme lo dispuesto por CCC, las leyes provinciales y
las acordadas de la SCJ de Mendoza cuando describe la intervención del Asesor/a de Meno-
res e Incapaces .

g) Principio de oficiosidad. El juez de familia como director del proceso.


En el ámbito de familia, la relación jurídico procesal excede el principio disposi-
tivo, pues el juez es un verdadero director del proceso con amplios poderes autónomos de
impulso y de investigación.
Se propicia un proceso conducido por un juez activo y “acompañante asistencial”
que asuma el efectivo comando de la actividad procedimental y procure lograr la igualación
de las partes en sentido amplio, proteger los derechos prevalentes y asegurar la virtualidad
de los intereses generales comprometidos.” La figura del magistrado toma un cariz espe-
cial, debido a la necesidad de un juez con un rol más activo y más comprometido con la
problemática familiar cuyo conflicto se debate en la justicia.
Por ello el principio dispositivo se ve atenuado por una mayor publicitación de
estos procesos ante el interés público que impera, en general, en las instituciones que con-
forman el derecho familiar .
Esta es una diferencia importante con el proceso civil en el cual son las partes las
que exclusivamente fijan la plataforma fáctica de la cuestión litigiosa, proponen los medios
de prueba y tienen la carga de impulsar los procedimientos.
h) Impulso procesal de oficio.
Si bien la puesta en marcha de la actividad jurisdiccional corresponde a los intere-
sados mediante la interposición de la demanda, con frecuencia el proceso puede continuar
sin necesidad de petición de parte, pues la propia naturaleza del conflicto impone que el
juez ordene el procedimiento adecuándolo e instando el trámite en búsqueda de su finali-
zación. Ello sucede especialmente en aquellos casos en que está en juego la protección del
interés superior del niño o de personas vulnerables.
Incluso en algunos procesos cautelares puede verse flexibilizado el principio de
“demanda privada”, pues el juez está facultado a disponer de oficio medidas de protección
de las personas, en este contexto, la alegación de los hechos por las partes no es una valla
que impide la consideración de otros hechos no alegados por ellas y tampoco las pruebas
ofrecidas excluyen las que pueda disponer de oficio como por ejemplo la prueba biológica
en las acciones de filiación, incluso en el tribunal superior donde se entienda el recursos la
alzada suelen ordenarse medidas para mejor proveer – aún ante la negligencia de la parte
interesada- cuando ellas resulten imprescindibles para la resolución de la causa.
Debido al fundamento mismo de este principio quedan excluidos de su aplicación
aquellos procesos en que se traten asuntos de naturaleza exclusivamente económica en los
que las partes sean personas capaces.

i) Flexibilidad de las formas procesales.


Debido a que en estos procesos se ventilan cuestiones humanas propias de la vida
cotidiana de las personas, impera una idea de flexibilidad procesal a fin de adaptar las nor-
mas de rito a la realidad conflictiva que deben encausar y resolver, sin violar el derecho de
defensa y el debido proceso legal.
Este postulado se intensifica cuando se encuentran en juego los intereses de los
niños o adolescentes. La Suprema Corte de Buenos Aires ha sostenido que "Encontrándose
en juego la suerte de un niño, toda consideración formal pasa a segundo plano; en los procesos
en los que se ventilan conflictos familiares que involucran a un niño, se amplía la gama de
poderes del juez, atribuyéndosele el gobierno de las formas, a fin de adaptar razonable y fun-
cionalmente el orden de sus desarrollos a la finalidad prioritaria de que la protección se ma-
terialice; en estos litigios, aislar lo procesal de la cuestión sustancial, limitarlo a lo meramente
técnico instrumental, es sustraer una de las partes más significativas de la realidad inescindi-
ble.”
Por eso, la rigidez de muchas de las disposiciones de la ley ritual se atenúa en
atención a la naturaleza de los derechos en juego, a los sujetos involucrados directa o indi-
rectamente en el conflicto de familia, y a los efectos negativos que las resoluciones que se
adopten en el curso de dichos procesos puedan causar a los mismos y a sus familiares.
Este principio tiene también una importante aplicación durante la etapa recur-
siva. Se lo ha receptado en relación con la forma de concesión del recurso de apelación, ya
que si bien el art. 108 de la ley 6354 se refiere a la forma libre,. También ha sido aplicado
en la valoración de los efectos (suspensivo o devolutivo) con los cuales el recurso se con-
cede.
j. Flexibilización de los principios de preclusión y congruencia.
Por las mismas razones expuestas, se flexibiliza el principio de preclusión proce-
sal e impera un criterio no formalista para la admisión de los hechos nuevos, nuevas prue-
bas y medidas para mejor proveer.
Por otro lado, el papel activo del juez supone en muchos casos una flexibilización
del principio de congruencia. Ello se observa por ejemplo en materia de adopción, en que
el juez puede acordar, en definitiva, la adopción plena o simple según lo juzgue pertinente,
con independencia de la

k. Principio de inmediación y oralidad.


Este principio impone el contacto directo del juez con las personas que intervie-
nen en el proceso de modo que el juez vea y escuche a las partes con el propósito de llegar
a la verdad jurídica objetiva y de este modo alcanzar la solución más adecuada al conflicto
familiar. Como comentaba en el punto del derecho a ser oído es fundamental que el juez o
jueza conozca a los NNA sobre los que debe decidir , por ello cobra un papel relevante la
oralidad y el sistema de audiencias (conciliatorias, probatorias) en las que la presencia del
juez es muy importante, al punto que el artículo 82 de la ley 6354 fulmina de nulidad la
celebración de las mismas si de desarrollan sin su presencia. Enseña Augusto Morello que
la inmediación en un debate en audiencias, más íntimo y coloquial, como elemento impres-
cindible para el manejo de los tiempos – factor decisivo y componente esencial del proceso
justo- permite soluciones tempranas, respuestas inmediatas aunque provisionales.
Como director del proceso, en estas audiencias el órgano judicial cumple también
un papel de acompañamiento a las partes; les informa sobre sus derechos, la mejor forma
de resolver sus conflictos y fomenta la toma de conciencia de que lo que decidan repercutirá
inexorablemente en el núcleo familiar.
A su vez la oralidad potencia el principio de concentración y como consecuencia
de ello, los principios de celeridad y economía.
l. Principio de conciliación
El principio de conciliación es una herramienta fundamental del proceso de fami-
lia, pues contribuye a desactivar el conflicto y por ende la violencia real o potencial que
pueda instalarse. Su fin es dar una pronta respuesta y evitar los efectos devastadores que
generan proponiendo pautas de acercamiento entre las partes y procurando que sean los
propios contendientes quienes elijan los caminos mas adecuados para la solución de sus
problemas.
Las transformaciones jurídicas, sociales y culturales y la propia experiencia nos
han enseñado que en muchos casos, el mejor modo de obtener la realización de los intereses
familiares se concreta mediante acuerdos negociados. Se advierte que lo convenido entre
las partes (en tanto no resulte contrario al orden público o al interés superior del niño) es
más beneficioso frente a una solución impuesta desde afuera, aún por el solo hecho del ma-
yor grado de acatamiento espontáneo que suele generar en sus protagonistas.
Pero debe tenerse presente que los acuerdos que tengan por objeto regular las
relaciones de alimentos, cuidado personal o comunicación, tendrán una validez provisoria,
sujeta básicamente a la regla “Rebus sic stanctivus” es decir al mantenimiento de las circuns-
tancias existentes al tiempo de su celebración.
Este principio se expresa en la etapa pre jurisdiccional mediante la instancia de
mediación en la que un profesional especializado procura una solución temprana antes de
que se agudice el conflicto. En los casos de solicitud de alimentos, cuidado parental o comu-
nicación, previamente y en forma obligatoria deben pasar por la instancia de mediación
(leer artículos 67 y ss ley 6354 ).
En la etapa jurisdiccional, mediante la facultad del juez de ordenar audiencias de
conciliación (art. 83 inc d. ley 6354). Aunque no todas las materias sean susceptibles de
conciliación, puede abordarse el tratamiento de cuestiones conexas o periféricas que achi-
cará el marco de la litis. La fijación de audiencias de conciliación es una facultad también
empleada en la instancia recursiva, oportunidad en que pueden ser dispuestas por el tribu-
nal de alzada.

ll) Acceso limitado al expediente. Principio de reserva.


Como vimos en el primer punto, donde se regulan principios procesales en el CCC,
se debe cumplir con la reserva de los procesos encontrando su fundamento en la protección
de la esfera íntima del individuo prevista por instrumentos internacionales de Derechos
Humanos así como también por el art. 19 de la Constitución Nacional y cc del CCC. Ello es
así pues en este ámbito, las personas exponen sus problemas privados, expresan sus senti-
mientos más íntimos, sus amores, desamores, pasiones y deseos por lo que debe garanti-
zarse que estas manifestaciones permanezcan en reserva y no queden sujetas al conoci-
miento de terceros. Por eso el acceso al expediente está limitado a las partes, sus represen-
tantes y letrados y a los auxiliares designados en el proceso.
En caso de que las actuaciones fueren ofrecidas como prueba ante otro juzgado,
se debe ordenar su remisión si la finalidad de la petición lo justifica y se garantiza su reserva.
En la etapa pre jurisdiccional ese principio se encuentra consagrado en el artículo
69 de la ley 6354 que expresa que todo lo que se ventile en la audiencia de mediación es
reservado y no podrá ofrecerse ni utilizarse como prueba en procesos posteriores.
m) Buena fe y lealtad procesal.
La naturaleza de los derechos en juego y la trascendencia de los conflictos para la
vida de las personas involucradas, impone un cuidadoso respeto del principio de buena fe y
lealtad procesal de los litigantes y sus letrados.
Esta regla exige extremar la precaución en el lenguaje utilizado, evitar el abuso del
derecho, el dispendio jurisdiccional y la actividad recursiva excesiva, con el fin de restringir
al máximo los efectos perniciosos del litigio judicial para todos los actores involucrados. Por
otra parte, la solidaridad o cooperación de los litigantes en el proceso es un elemento idóneo
a la hora de dar valor o de interpretar sus conductas.

n) Principios relativos a la prueba. Favor probationis


El principio favor probationis, que flexibiliza las reglas clásicas de la prueba, pues
supone que en casos de dudas y dificultades probatorias habrá de estarse por un criterio
amplio a favor de su producción, admisión y eficacia; tiene grandes implicancias en los pro-
cesos de familia en los que impera la libertad, amplitud y flexibilidad de la prueba.
Por eso la prueba testimonial debe analizarse con una óptica especial, admitién-
dose los testimonios “de oídas” o indirectos y flexibilizándose la valoración de la eficacia de
declaraciones rendidas por testigos claramente comprendidos en las generales de la ley. .
En este sentido, tiene dicho la jurisprudencia que “En los juicios de divorcio, no obsta a la
imparcialidad de los testigos su amistad o parentesco con las partes, pues son precisamente
las personas más allegadas quienes tienen el mejor conocimiento de las circunstancias que
exteriorizan el conflicto. La naturaleza de los extremos a probar hacen necesarios los testi-
monios de quienes, por su proximidad han podido conocer el clima en que se desenvolvía el
matrimonio, sin que por ello puedan ser calificados de interesados o mendaces.”
En materia de carga de la prueba, el principio favor probationis conlleva a la apli-
cación del principio de las cargas probatorias dinámicas, que impone la carga a quien está
en mejores condiciones fácticas de hacerlo. Este principio acuerda un mayor rigor a la co-
laboración de los litigantes, de manera que la parte que cuente con mayores posibilidades
de conocimiento e información, o que se encuentre en mejor posición para suministrar los
elementos de juicio conducentes, deberá hacerlo a riesgo de que su conducta, o el compor-
tamiento evasivo o de omisión incida en el margen de discrecionalidad del juez o en el juego
de las presunciones.
ñ) Relativización de la cosa juzgada:
Una regla específica en esta materia es la relativización de la cosa juzgada, pues la
estabilidad de las resoluciones judiciales está condicionada a la permanencia de las mismas
circunstancias de hecho y de derecho que se tuvieron en cuenta al dictarlas.
Ello es así porque si se modifican tales circunstancias los interesados podrán for-
mular pretensiones tendientes a modificar lo resuelto en una sentencia anterior (vgr. cues-
tiones relativas a la responsabilidad parental, cuota alimentaria, guarda, régimen de comu-
nicación).

PARTE 2: JUSTICIA DE FAMILIA Y VIO-


LENCIA FAMILIAR EN MENDOZA.
REMITIRSE A LA LEY PROVINCIAL 9120 Y AL POWER POINT SUBIDOS EN LA PLATA-
FORMA.

RECORDAMOS A LOS ALUMNOS QUE ESTA LECTURA DEBE COMPLEMENTARSE CON LAS
LECTURAS COMPLEMENTARIAS, QUE SE ENCUENTRAN EN EL CAMPUS DE LA MATERIA.

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