Revelación y Biblia
Revelación y Biblia
LA TRADICIÓN
Fundada sobre la predicación Apostólica, transmite y testimonia de modo vivo y dinámico
cuanto la Escritura ha recogido a través de un texto fijado.
«Esta Tradición, que deriva de los Apóstoles, progresa en la Iglesia con la asistencia del Espíritu
Santo. Esto quiere decir que va creciendo en la comprensión de las cosas y de las palabras
transmitidas, ya por: (1) la contemplación y el estudio de los creyentes, que las meditan en su
corazón donde experimentan la percepción íntima de las cosas espirituales; (2) y por el anuncio
de aquellos que con la Sucesión del Episcopado (Obispos) recibieron el carisma cierto de la
verdad».
La gran Tradición Apostólica debe distinguirse de las diversas tradiciones, teológicas, litúrgicas,
disciplinares, etc. cuyo valor puede ser limitado e incluso provisional (cfr. Catecismo, 83).
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El Nuevo Testamento contiene la revelación de Dios en los libros escritos después del nacimiento
de Jesucristo.
b) Lengua en que se escribió: los libros del Antiguo Testamento se escribieron principalmente
en hebreo, aunque los más recientes se escribieron en griego. Los 27 libros del Nuevo
Testamento se escribieron en griego, con la única excepción de la primera versión del evangelio
de san Mateo, que se escribió en arameo.
El hebreo era la lengua original de los israelitas, que fue evolucionando y, desde el regreso del
destierro (538 a. C.), derivó al arameo (como el castellano procede del latín). El arameo era la
lengua que los judíos hablaban en tiempo de Jesucristo.
En el siglo II a. C. en la ciudad de Alejandría se tradujo el Antiguo Testamento al griego: es la
versión llamada Traducción de los 70. Y en el siglo IV d. C. san Jerónimo tradujo la Biblia al latín,
que era ya la lengua vulgar en Occidente (a esta versión se la llamó Vulgata). En los últimos
siglos, la Biblia se ha ido traduciendo a todos los idiomas contemporáneos.