Aradia La Hermana de Lucifer

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ARADIA, LA HERMANA DE LUCIFER.

En 1899, el folklorista Charles Leland publicó un libro prohibido que posteriormente sería
admitido como parte del canon Wicca, titulado: Aradia o el Evangelio de las brujas (Aradia,
or the Gospel of the Witches); el cual relata la historia de Aradia, reina de las brujas y
hermana de Lucifer.
Leland sostuvo que aquel extraño libro era, en realidad, parte de una obra más amplia y
tenebrosa perteneciente a un grupo de brujas de la Toscana, quienes veneraban a Diana,
Aradia y Lucifer.
De hecho, el autor aseguró que el texto le fue entregado en persona por una misteriosa
mujer toscana, llamada Magdalena, quien además le reveló ciertos aspectos de aquel
antiguo culto.
De acuerdo a esta leyenda, Aradia, la diosa de la luna, y Lucifer, el dios de la luz, son
hermanos. Ambos nacieron del vientre de Diana, y fueron criados con idéntica dedicación,
aunque rápidamente evidenciaron ciertas diferencias de temperamento.
Al parecer, Lucifer era un muchacho muy orgulloso del esplendor de su espíritu. Según esta
tradición, no fue expulsado del cielo durante las Guerras Celestiales con los ángeles, sino
que descendió por voluntad propia a la Tierra debido a que su orgullo le impedía servir al
Creador.
Por otro lado, Diana instruyó a su hija, Aradia, mucho más diplomática que su hermano, a
que ella también descendiera a la Tierra para enseñarle a los hombres y las mujeres el arte
de la magia.
Es por eso que se considera que Aradia fue la primera bruja de la historia. Leland describe
a Aradia como un ser primordial, mezcla de ángel y demonio, sin inclinaciones concretas
hacia el bien o hacia el mal, o mejor dicho, con una agenda propia, que muchas veces
puede contrastar poderosamente con la ética y la moral de los hombres.
No obstante, la mayoría coincide en inscribir su doctrina dentro de la magia blanca.
Mientras Aradia permaneció en la Tierra, su sabiduría se esparció principalmente sobre las
mujeres, quienes aprendieron de ella el arte de la magia en todas sus formas,
especialmente aplicada a la medicina natural. No obstante, su estancia en nuestro mundo
no fue prolongada. Pronto retornó a las esferas inconcebibles en donde habita Diana, y
desde allí, cuenta la leyenda, observa a sus aprendices y guía los pasos de aquellas
mujeres que se inician en el camino de la Wicca.
En Aradia o el evangelio de las brujas, se supone que las brujas de la Toscana son las
únicas que han conseguido preservar intacta la antigua sabiduría de Aradia, sin desviarse
hacia un culto más oscuro y siniestro, como el de Lucifer, más asociado a la magia negra.
Por alguna razón ningún especialista ha logrado esclarecer del todo por que Lucifer obtuvo
una enorme popularidad, quizá luego de ser instaurado como uno de los enemigos
principales de la cristiandad.
En cambio, su hermana Aradia, fue prácticamente olvidada salvo por un puñado de brujas
de la Toscana, quienes mantuvieron vivo su culto hasta nuestros días. De hecho, el culto de
Aradia se mantuvo firme, por lo menos, hasta el siglo VI d.C., donde fue enérgicamente
condenado por el Concilio de Ancyra.

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