T - 2OFC Organizacion y Fisiologia Celular
T - 2OFC Organizacion y Fisiologia Celular
T - 2OFC Organizacion y Fisiologia Celular
Los primeros conocimientos sobre la célula datan del año 1665, fecha en la que el inglés
Robert Hooke publicó sus observaciones sobre los tejidos vegetales realizados con un
microscopio construido por él mismo. En su obra Micrographia describía con detalle el corcho
(súber) y otros tejidos vegetales como constituidos por una serie de celdillas (que él denominó
células), similares a un panal de abejas, que interpretó como secciones de tubos o canales
internos de los vegetales que actuarían como un sistema circulatorio similar al de los animales.
Pero la gran figura de la época en este campo fue Antony van Leeuwenhoek (1632 –
1723), quien perfeccionó las lentes de aumento y construyó más de trescientos microscopios
simples (es decir, de una sola lente) que llegaban a tener hasta 300 aumentos. Con ellos hizo
magníficas observaciones de la estructura microscópica de las semillas y de la circulación
sanguínea y descubrió la existencia de los espermatozoides y de los glóbulos rojos. Sin embargo,
su mayor gloria radica en el descubrimiento del mundo microbiano (protozoos, rotíferos, algas,
levaduras e incluso bacterias) que él denominó animálculos (animales diminutos).
En 1838, el botánico alemán Schleiden propuso ya una organización celular de los seres
vivos basándose en sus estudios sobre tejidos vegetales. Pero es en 1839 cuando el zoólogo,
también alemán, Theodor Schwann (1810 – 1882) expuso su teoría celular sobre la
organización y desarrollo de los seres vivos. Después de efectuar comparaciones entre sus
1
trabajos y los de Schleiden y establecer el paralelismo entre los tejidos animales y vegetales,
propuso que las estructuras de los organismos están basadas, en último término, en la existencia
de células, aun reconociendo la importancia de la matriz extracelular, a veces muy abundante.
1.- Todos los seres vivos están constituidos por células. Es decir, la célula es la unidad
estructural de todos los seres vivos.
2.- La célula es capaz de realizar todos los procesos metabólicos necesarios para mantenerse
viva; así, es la parte más pequeña de un ser vivo que puede considerarse viva. De esta manera,
la célula es la unidad fisiológica de los organismos.
3.- Las células sólo pueden aparecer a partir de otras ya existentes, idea que expresó con su
frase “omnis cellula ex cellula”, es decir, toda célula proviene de otra anterior.
4.- La célula contiene toda la información sobre la síntesis de sus componentes y el control de su
funcionamiento y es capaz de transmitirla a sus descendientes. Es decir, la célula es la unidad
genética autónoma de los seres vivos.
Las bacterias son los organismos celulares más sencillos y pequeños. Se trata de
células alargadas o esféricas, por lo general de algunos µm, que se encuentran en la mayoría de
los hábitats naturales. Pueden dividirse rápidamente (en condiciones óptimas, una vez cada 20
minutos) mediante fisión binaria. Todos los organismos procarióticos son unicelulares. En ellos
2
existe un único compartimento cerrado, el citosol (o citoplasma), limitado por la membrana
plasmática. En su zona central se encuentra el nucleoide o región nuclear, que contiene el
material genético condensado (ADN). Por fuera de la membrana, existen por lo general una serie
de estructuras superficiales, entre las que destaca la pared celular bacteriana.
Las células eucarióticas tienen un volumen mucho mayor que las procarióticas (más de
1000 veces superior) y son mucho más complejas, con una cantidad proporcionalmente mayor
de la mayoría de materiales celulares. El aumento de volumen exige un aumento de superficie
celular; sin embargo, mientras que el volumen aumenta según el cubo de la dimensión lineal, el
área superficial lo hace según el cuadrado. Por tanto, si las grandes células eucarióticas han de
conservar la misma superficie respecto al volumen, deben suplementar su área superficial
mediante sistemas de membranas internos, lo que constituye una característica básica de
todas las células eucarióticas.
En efecto, las células eucarióticas están rodeadas por una membrana plasmática como
las procarióticas. Sin embargo, a diferencia de ellas, poseen abundantes membranas internas,
que definen una serie de compartimentos subcelulares (denominados orgánulos) y los
separan del resto del citoplasma (la región que queda por fuera del núcleo). Cada tipo de
orgánulo desempeña una función singular en el crecimiento y el metabolismo de la célula y cada
uno contiene un conjunto específico de enzimas y una composición química diferente. Entre ellos
se establece, sin embargo, un complejo tráfico de vesículas cargadas de moléculas; de esta
manera se produce el intercambio de sustancias, entre ellos y con el exterior celular (exocitosis
y endocitosis son procesos exclusivos de las células eucarióticas).
- La presencia de plastos (en especial, cloroplastos), que son orgánulos exclusivos de las
células vegetales. Los cloroplastos existen en todas las células vegetales fotosintéticas y
faltan absolutamente en las animales.
- Pared celular de celulosa, también exclusiva de las células vegetales; se trata de una
estructura rígida que forma una auténtica matriz celular en los vegetales.
Otras muchas diferencias pueden también señalarse entre ambas. Algunas son
estructurales; por ejemplo, ciertos orgánulos aparecen en un tipo y no en otro. Así, fagosomas y
fagolisosomas son exclusivos de las células animales y los glioxisomas, de las vegetales. Las
células vegetales típicas contienen una o varias vacuolas grandes que ocupan casi todo el
espacio celular. Las células vegetales suelen contener varios dictiosomas y las animales
solamente uno (aparato de Golgi). Forma y tamaño suelen ser también distintos: las células
vegetales son, en general, poliédricas y de tamaño mayor. En los organismos multicelulares, las
células vegetales se mantienen unidas por puentes citoplasmáticos (plasmodesmos), que son
raros en las animales.
Algunas diferencias son funcionales. Por ejemplo, las células vegetales son incapaces
de fagocitosis. La división celular también presenta algunas diferencias, sobre todo en la forma
de dividir el citoplasma (citocinesis). Otra diferencia es la emisión de seudópodos y la
capacidad de desplazamiento de las células animales. En los vegetales superiores, únicamente
algunos tipos de gametos masculinos son flagelados.
3
Existen, sin embargo, células eucarióticas que no pueden adscribirse a uno u otro tipo.
Así, los protozoos (unicelulares) son mucho más complejos que cualquier célula de un animal
multicelular. Las células fúngicas carecen de cloroplastos pero también están rodeadas por una
pared celular aunque de composición diferente a la de las células vegetales.
Todas las membranas biológicas, incluidas las membranas internas de las células
eucarióticas, tienen una estructura general común. El modelo que las describe se conoce con el
nombre de mosaico fluido: una biomembrana es un fluido bidimensional formado por una
bicapa lipídica en la que se insertan proteínas.
La bicapa lipídica está formada por una lámina bimolecular de lípidos anfipáticos, de un
espesor de unos 10 nm, con las colas hidrofóbicas enfrentadas, unidas por interacciones
hidrofóbicas, y las cabezas polares hacia fuera, interaccionando mediante enlaces de H con las
moléculas de agua de ambos lados. Los lípidos principales de las membranas celulares son los
fosfolípidos (fosfoglicéridos y esfingomielinas), glucolípidos (glucoesfingolípidos y glucosil
diacilgliceroles) y colesterol. Las colas hidrófobas generan el interior hidrofóbico de la
membrana y a menudo son insaturadas.
Una bicapa lipídica tiene dos propiedades que la convierten en una estructura ideal para
las membranas celulares.
4
Aunque la estructura básica de la membrana está determinada por la bicapa lipídica, la
mayor parte de sus funciones específicas están desempeñadas por sus proteínas.
Al igual que los lípidos, las proteínas de membrana pueden girar sobre sí mismas
(difusión de rotación) y desplazarse lateralmente (difusión lateral) pero no se mueven a
través de la bicapa (flip-flop). Dicho de otra manera, la distribución de las proteínas en las
membranas es también asimétrica.
Los términos cubierta celular o glucocálix se utilizan a menudo para describir la zona
periférica, rica en glúcidos, de la superficie de la membrana. El glucocálix está formado por las
cadenas laterales de oligosacárido de glucoproteínas y glucolípidos y, con frecuencia, también
hay glucoproteínas y glucolípidos adsorbidos sobre la superficie celular. El glucocálix desempeña
una función importante en las interacciones célula-célula y en el reconocimiento celular.
5
Las células vegetales jóvenes (meristemáticas) en crecimiento desarrollan una pared
celular delgada y únicamente semirrígida, denominada pared celular primaria. Las células
completamente desarrolladas conservan su pared primaria, a veces engrosándola
considerablemente o depositando nuevas capas gruesas de composición diferente,
denominadas, en conjunto, pared celular secundaria.
La pared celular primaria está constituida por una armazón tridimensional de fibras
largas, formadas por unas 60-70 cadenas de celulosa, que se adhieren unas a otras mediante
enlaces de H y adoptan una disposición paralela formando agregados cristalinos altamente
ordenados, denominados microfibrillas. Unidas a su superficie de manera intensa pero no
covalente existen moléculas de hemicelulosa (xilanos, arabinoxilanos y xiloglucanos) que
revisten a las microfibrillas y las unen por enlaces de H formando una red compleja.
El tercer componente polisacarídico de la pared son las pectinas, que interaccionan con
la hemicelulosa y forman puentes cruzados, dando lugar a un gel semirrígido. La pectina es
especialmente abundante en la lámina media, la región que actúa cementando las paredes
celulares de células adyacentes. La pared también contiene glucoproteínas, que están
estrechamente integradas en la compleja matriz de la pared. De esta manera, la pared es un gel
de polisacárido altamente hidratado: el 60% en peso de la pared celular primaria es agua. La
pared celular no constituye ninguna barrera impermeable selectiva, dado que el armazón es
poroso. El diámetro de los poros (3-5 nm) permite el paso de agua, iones y moléculas polares
pequeñas, como sacarosa y hormonas vegetales. En cambio, es suficiente pequeño para que el
movimiento de macromoléculas sea extremadamente lento.
Las paredes celulares permiten que las células vegetales sobrevivan en el ambiente
hipotónico de la planta. El líquido extracelular (savia bruta) de las plantas está confinado al
espacio formado por todas las paredes celulares y los vasos del xilema. Las células absorben
agua, hinchándose (turgencia) y desarrollando una presión hidrostática interna (presión de
turgencia o turgor), que impide toda entrada neta posterior de agua. La presión de turgencia es
vital para las plantas: es la fuerza impulsora de la expansión celular durante el crecimiento y la
causa de la rigidez mecánica de los tejidos vegetales y los movimientos limitados de las plantas.
Toda célula viva de una planta superior está relacionada con sus vecinas mediante los
plasmodesmos, finos conductos citoplasmáticos que atraviesan las paredes celulares y la
lámina media vecinas. Son conductos cilíndricos rodeados de membrana que conectan el citosol
de las células adyacentes y permite la difusión de moléculas pequeñas, actuando así en la
comunicación intercelular. Los plasmodesmos hacen que una planta sea una gran comunidad
interconectada de protoplastos vivos.
6
2.3.3.- Citosol y ribosomas. Citoesqueleto. Centrosoma. Cilios y flagelos.
Citosol y ribosomas
En los ribosomas eucarióticos, la subunidad grande es 60S y está formada por tres
moléculas de ARNr (28S, 5S y 5,8S) unidas a 50 proteínas diferentes. La subunidad pequeña es
40S y está formada por una molécula de ARNr 18S unida a 33 proteínas diferentes. Las
subunidades ribosómicas se sintetizan en el núcleo (concretamente en el nucleolo) y luego salen
al citosol. Las dos subunidades sólo se unen cuando el ribosoma es funcional, es decir, cuando
está sintetizando proteínas. A su vez, los ribosomas funcionales se unen formando cadenas
denominadas polisomas.
Citoesqueleto
Los dos tipos más importantes de filamentos del citoesqueleto son los microfilamentos
o filamentos de actina y los microtúbulos. En la mayoría de las células animales se encuentra
una tercera clase, los filamentos intermedios. Además, el citoesqueleto contiene muchas
proteínas accesorias diferentes que unen a los filamentos entre sí y a otros componentes
celulares como la membrana plasmática.
Los microfilamentos están formados por dos hebras de moléculas globulares, de unos 4
nm de diámetro enrolladas en una hélice de 13,5 moléculas por vuelta (actina F o filamentosa).
Las subunidades globulares están compuestas por un único polipéptido, conocido como actina
globular o actina G. Las subunidades de actina G pueden ensamblarse y disgregarse
7
rápidamente en la célula. Los filamentos de actina constituyen los filamentos delgados de las
células musculares. En las células no musculares realizan por lo menos dos funciones. En primer
lugar, forman haces con puentes cruzados, que proporcionan soporte mecánico a diversas
estructuras y expansiones citoplasmáticas tales como los microvilli. En segundo lugar, forma los
diversos sistemas contráctiles responsables de muchos movimientos celulares, uniéndose a
diversas proteínas tales como la miosina.
La miosina se encuentra en casi todas las células eucarióticas. Se trata de una proteína
de unos 500.000 daltons formada por 6 cadenas polipeptídicas, que constituyen una molécula
larga en forma de varilla con dos cabezas globulares. La miosina es una ATPasa. Por sus
cabezas se une a los filamentos de actina y, gracias a la hidrólisis del ATP, cada cabeza camina
a lo largo de los filamentos de actina. Este mecanismo es esencial en la contracción de las
células musculares, en las que la miosina forma los filamentos gruesos. Las células no
musculares también presentan miosina, aunque en cantidad menor. Gracias a las interacciones
entre actina F y miosina, las células pueden ejercer una fuerza mecánica y desarrollar
movimientos citoplasmáticos tales como la locomoción ameboide, las corrientes
citoplasmáticas o el anillo contráctil en la citocinesis animal.
Al igual que los microfilamentos, los microtúbulos están formados por subunidades
proteicas globulares que pueden polimerizarse (y despolimerizarse) a partir de reservas
citosólicas de subunidades no polimerizadas. Los microtúbulos son tubos proteicos huecos, de
un diámetro de 25 nm, constituidos por tubulina, un dímero de unos 100.000 daltons, formado
por dos polipéptidos muy parecidos, denominados α-tubulina y β-tubulina. El ensamblaje de
los microtúbulos está organizado por diversas estructuras especializadas que proporcionan una
base a partir de la cual pueden crecer los microtúbulos; se denominan centros organizadores.
Los filamentos intermedios son fibras proteicas gruesas, de unos 8-10 nm de diámetro,
particularmente prominentes en aquellas zonas de una célula que están sometidas a una tensión
mecánica (por ejemplo, a lo largo de la prolongación de una célula nerviosa). Existen muchas
clases diferentes de filamentos intermedios. Por lo general, cada tipo celular contiene una sola
clase de ellos. Así, las neuronas contienen neurofilamentos; las células epiteliales,
tonofilamentos (o filamentos de queratina), mientras que la mayoría de las restantes células
contienen filamentos de vimentina.
Para poder actuar como trama estructural o participar en el movimiento celular, los
microtúbulos deben unirse a otras regiones de la célula. La mayoría de los microtúbulos están
unidos por un extremo; los de cilios y flagelos terminan en los corpúsculos basales mientras
que los microtúbulos citoplasmáticos lo hacen en una región especializada de la célula,
adyacente al núcleo, denominada citocentro. Ambos actúan como centros nucleares a partir de
los cuales crecen los microtúbulos, por lo que se les denomina centros organizadores de
microtúbulos.
8
Centrosoma o citocentro
En las células animales está formado por un par de centriolos, que son cilindros de 0,1
µ m de diámetro y 0,3 µ m de largo formados por nueve grupos de 3 microtúbulos, visibles
incluso al microscopio óptico. Cada triplete de microtúbulos consta de un microtúbulo completo
(subfibra A), más interno, fusionado a dos microtúbulos incompletos (subfibras B y C); otras
proteínas forman puentes que mantienen unidos los tripletes. Esta estructura se denomina “9 x 3
+ 0”: nueve tripletes de microtúbulos y ninguno central. Los dos centriolos se disponen
perpendicularmente uno respecto al otro; son capaces de duplicarse, originando un nuevo par de
centriolos; por ejemplo, durante la mitosis o en la formación de corpúsculos basales de cilios y
flagelos.
El par de centriolos está rodeado por un material que aparece denso a los electrones
denominado material pericentriolar o centrosfera. A partir de él, surgen los haces de
microtúbulos dando una estructura estrellada, denominada áster, que se extiende hasta la
periferia celular.
Cilios y flagelos
Los cilios son diminutos apéndices a modo de pelos, de unos 0,25 µm de diámetro, que
se hallan diseminados en la superficie de muchos tipos celulares de la mayoría de especies
animales y algunas plantas inferiores. Su función consiste en mover el líquido sobre la superficie
de una célula (por ejemplo, en el epitelio del tracto respiratorio o del oviducto) o en propulsar una
célula aislada a través de un líquido (locomoción).
Los campos de cilios se inclinan en ondas coordinadas unidireccionales, en las que cada
cilio se mueve como pequeño látigo. Los flagelos son parecidos a grandes cilios aunque mucho
más largos y en menor número (habitualmente sólo uno, como ocurre en los espermatozoides).
Aunque el movimiento es distinto, ya que propagan ondas casi sinusoidales, su base bioquímica
es la misma que en los cilios. De hecho, los términos cilio y flagelo pueden utilizarse como
sinónimos, y a veces, se les designa en común como undulipodios.
La estructura del cilio eucariótico es muy diferente de la del flagelo bacteriano. Está
constituido por un filamento rodeado de membrana, en cuyo interior hay un haz de microtúbulos
paralelos que forman el eje ciliar o axonema. Éste se inserta a nivel de la superficie celular sobre
un corpúsculo basal, que es un centriolo, con su estructura típica “9 x 3 + 0”. El axonema ciliar
consiste en un haz de nueve dobletes de microtúbulos dispuestos en círculo alrededor de un
par de microtúbulos sencillos (par central). En cada doblete exterior, un microtúbulo es completo
(subfibra A) y otro incompleto (subfibra B). Esta estructura se denomina “9 x 2 + 2”. Asociadas
a los microtúbulos del axonema existen muchas otras estructuras proteicas, entre las que
destacan los brazos de dineína, que se proyectan desde cada doblete e interaccionan con el
doblete adyacente, y la vaina interna, que rodea el par central.
9
parcial (subfibra C), mientras que el par central termina antes de llegar al corpúsculo basal. De
esta manera, el corpúsculo basal tiene la estructura típica del centriolo.
Mitocondrias
Las mitocondrias ocupan una fracción sustancial (hasta el 25%) del citoplasma de
prácticamente todas las células eucarióticas. Se trata de cilindros alargados y plásticos (no
rígidos) del tamaño de una bacteria. Están limitadas por un par de membranas altamente
especializadas. La membrana externa contiene numerosas copias de una proteína de
transporte que forma grandes canales acuosos a través de la bicapa, por lo que la membrana es
permeable a moléculas de pesos moleculares de hasta 10.000 daltons (incluidas proteínas
pequeñas). La membrana mitocondrial interna es mucho menos permeable y contiene
alrededor de un 80% de proteína. Entre ambas existe un espacio intermembranoso estrecho,
que constituye un compartimento separado con un contenido enzimático específico.
Cloroplastos
En el estroma existe un tercer tipo de membrana que forma un extenso sistema interno
de sacos aplanados a modo de discos, denominados tilacoides; a menudo los tilacoides se
10
agrupan en pilas denominadas “grana” (singular, “granum”). Todos los tilacoides están
conectados entre sí, de manera que su lumen es continuo, definiendo así un tercer
compartimento, denominado espacio tilacoidal, separado del estroma por la membrana
tilacoidal, continua e impermeable a los iones.
Mitocondrias y cloroplastos son, por varios conceptos, dos orgánulos muy parecidos, no
sólo entre sí, sino también con las bacterias. Ambos están rodeados por una doble membrana y
presentan una gran cantidad de membrana interna. Son máquinas muy eficientes de producción
de ATP. En ambos existen procesos de transporte de electrones que ocurren en esa membrana
interna mediante cadenas de transporte muy parecidas. La generación de ATP se produce
creando un gradiente electroquímico de protones: las ATP sintasas de ambos son también
parecidas y topológicamente equivalentes. En su compartimento interno, matriz o estroma,
tienen lugar dos ciclos de reacciones importantes (ciclo de Krebs y ciclo de Calvin).
Pero lo que más llama la atención es la posesión de sus propios sistemas genéticos.
Ambos orgánulos contienen, en su compartimento interno, ADN circular no unido a histonas, con
varias copias por orgánulo. Tienen ribosomas semejantes a los bacterianos, 70S, y llevan a cabo
su propia replicación, transcripción y síntesis proteica, muy parecidas a las procarióticas. Ambos
orgánulos son, además, capaces de división. Los nuevos cloroplastos y mitocondrias no son
nunca producidos “de novo”; surgen siempre por crecimiento y división (parecida a la fisión
binaria bacteriana) de mitocondrias y cloroplastos anteriores, en general, a lo largo de la
interfase.
11
Todas las células eucarióticas contienen un sistema membranoso, denominado RE,
formado por una membrana continua, pero altamente tortuosa, que rodea a un solo espacio
interno, el lumen. La membrana del RE constituye prácticamente más de la mitad de la
membrana total de la célula y el lumen del RE ocupa a menudo más del 10% del volumen celular
total. La membrana del RE es continua con la membrana nuclear externa, por lo que su lumen se
continúa sin separación con el espacio perinuclear. El RE proporciona a la célula un
mecanismo para separar las moléculas recién sintetizadas que pertenecen al citosol de las que
no pertenecen a él y desempeña un papel central en la biosíntesis de las macromoléculas
utilizadas para construir nuevos orgánulos celulares. Así, los lípidos, las proteínas y los
carbohidratos complejos destinados a ser transportados hasta el aparato de Golgi, la membrana
plasmática, los lisosomas o el exterior celular se sintetizan en asociación con el RE.
Existen dos regiones funcionalmente distintas del RE: el RE rugoso (RER), que posee
numerosos ribosomas en el lado citoplasmático de la membrana, y el RE liso (REL), que
físicamente es una porción de la misma membrana pero que carece de ribosomas unidos a ella.
El RER está organizado en pilas de sacos aplanados, denominados sáculos, mientras que el
REL consiste en una red de finos túbulos.
El RER se halla presente en casi todas las células nucleadas pero es especialmente
abundante en las células especializadas en la secreción de proteínas o en la intensa síntesis de
membrana. El REL no interviene en la síntesis de proteínas. En la mayoría de las células, el REL
no es en realidad más que una región del RE rugoso libre de ribosomas. Estas regiones suelen
recibir el nombre de RE de transición. El REL es especialmente abundante en ciertas células
especializadas en el metabolismo lipídico como las células secretoras de hormonas esteroideas
o los hepatocitos.
A diferencia de los ribosomas citosólicos, que sintetizan proteínas que van a quedar
confinadas en el citosol, los ribosomas del RER sintetizan proteínas de secreción, enzimas
destinadas al propio RE, al complejo de Golgi y a los lisosomas, así como las proteínas
integrales de la membrana plasmática. En principio, la síntesis de esta clase de proteínas se
inicia en ribosomas no adheridos a la membrana del RE. Posteriormente, el ribosoma queda
unido por su subunidad mayor a la membrana. A continuación, la cadena polipeptídica en
crecimiento atraviesa la membrana del RE y la proteína recién sintetizada queda el lumen del RE.
Este proceso se denomina descarga vectorial. Las proteínas de membrana se sintetizan de
manera similar pero quedan insertas en la membrana con su orientación correcta.
En el lumen del RER, las proteínas recién sintetizadas sufren una serie de
modificaciones postraduccionales antes de llegar a sus destinos celulares. Así, la formación
de puentes disulfuro, su plegamiento correcto y el armado de las subunidades para formar
proteínas multiméricas.
12
Las macromoléculas sintetizadas en el RE son transportadas a otros lugares,
empaquetadas en pequeñas vesículas de transporte, las cuales se separan por
estrangulamiento de la porción de transición del RE por un proceso denominado gemación.
Cuando estas vesículas se fusionan con una membrana diana específica (habitualmente, el
aparato de Golgi), los constituyentes de la membrana vesicular se integran en la membrana
diana; simultáneamente, las proteínas solubles de su interior se ceden al lumen del orgánulo
diana (o se segregan al exterior de la célula si la diana es la membrana plasmática, proceso
denominado exocitosis). Estos procesos de formación y fusión de vesículas desempeñan un
papel importante en el transporte de macromoléculas de un orgánulo celular hasta otro.
Se trata de un orgánulo localizado cerca del núcleo celular (en las células animales,
alrededor del citocentro) compuesto por varios grupos de cisternas de superficie lisa rodeadas
de membrana. Cada conjunto de cisternas aplanadas, en forma de disco, se denomina
dictiosoma; mide 1 µ m de diámetro y está formado por unas 6 cisternas. Generalmente las
células vegetales contienen numerosos dictiosomas (hasta cientos) separados mientras que las
células animales contienen sólo unos pocos unidos entre sí.
La cisterna del lado cis se forma por la fusión de las vesículas de transporte del RE y
físicamente se mueve hacia la posición trans convirtiéndose en una cisterna primero medial y
luego trans, proceso denominado migración o progresión cisternal. Al llegar a la cara trans, la
cisterna se desorganiza emitiendo vesículas de secreción y de transporte.
13
Las proteínas destinadas a la secreción se mueven, por tanto, en el siguiente orden:
RER → vesículas de transporte del RE al AG → cisternas del AG → vesículas secretoras o de
transporte → superficie celular (exocitosis). Asimismo, los lípidos y las proteínas de membrana
siguen la misma vía aunque insertos en la membrana de la cisterna. También pasan por él las
proteínas de los lisosomas y el material de la pared celular en las plantas.
Lisosomas
Se conocen unas 40 enzimas lisosómicas. Todas ellas son hidrolasas ácidas, con una
actividad óptima a pH 5, que es el pH del interior del orgánulo. Así, hay proteasas, nucleasas,
glucosidasas, lipasas, fosfolipasas, fosfatasas y sulfatasas. El hecho de que estas enzimas
requieran un pH ácido protege al citosol contra las lesiones que podrían producirse en el caso de
rotura de la membrana lisosómica.
Existen dos clases de lisosomas. Los lisosomas primarios son vesículas esféricas
pequeñas recién formadas y que, por tanto, todavía no han encontrado sustrato para la digestión.
Se forman por gemación en la cisterna más trans del aparato de Golgi. De esta manera, las
hidrolasas ácidas se agrupan y empaquetan de forma específica en algunas vesículas del AG.
Todas las células animales y casi todas las vegetales contienen peroxisomas,
pequeños orgánulos de unos 0,5 µ m limitados por una membrana única. Los peroxisomas se
14
caracterizan por contener varias oxidasas, enzimas que utilizan el O2 para oxidar moléculas
orgánicas en un proceso que forma peróxido de hidrógeno (H2O2). Además, contienen
copiosas cantidades de catalasa, que utiliza el H2O2 generado por las oxidasas para oxidar
diversos sustratos o degrada el H2O2 para dar H2O y O2
2 H2O2 → 2H2O + O2
Esta reacción es un dispositivo de seguridad que impide la acumulación peligrosa del H2O2, un
fuerte agente oxidante.
Las células hepáticas y renales presentan grandes peroxisomas, a veces con una
estructura central denominada cristaloide, que contiene las enzimas peroxisómicas altamente
concentradas.
La composición de los peroxisomas es muy variable. En las hojas de las plantas, un tipo
especial de peroxisomas realiza la fotorrespiración. En las semillas en germinación, un tipo de
peroxisomas muy distinto transforma los ácidos grasos en azúcares, a través del ciclo del
glioxilato, por lo que se les denomina glioxisomas. El ciclo del glioxilato no tiene lugar en las
células animales, las cuales, por tanto, no pueden transformar las grasas en hidratos de carbono.
Vacuolas
La inmensa mayoría del ADN celular eucariótico se halla recluida en el núcleo, el rasgo
más característico de los eucariotas. La separación de los compartimentos nuclear y
citoplasmático es una de las funciones principales del núcleo. Las moléculas de ADN son
extraordinariamente largas y han de empaquetarse en un espacio reducido. El plegado del ADN
15
es importante para las células eucarióticas por dos razones. En primer lugar, es esencial para
disponer las grandes moléculas de ADN en forma ordenada dentro del núcleo. En segundo lugar,
la manera exacta de plegado de una región del genoma determina la actividad de los genes de
esa región.
Envoltura nuclear
El contenido nuclear está separado del citoplasma por las membranas que forman la
envoltura nuclear, una doble membrana compuesta por dos bicapas lipídicas separadas por
espacio de 20-40 nm, conocido como espacio perinuclear.
Para superar los problemas de transporte molecular que presenta la doble membrana, la
envoltura nuclear está atravesada por unos poros nucleares, cada uno de los cuales está
rodeado por una gran estructura discoidal conocida como complejo del poro nuclear, de unos
80 nm de diámetro, compuesto por múltiples copias de 50-100 cadenas proteicas denominadas
nucleoporinas. Iones, metabolitos y proteínas pequeñas pueden difundir a través del canal
acuoso del complejo nuclear. Sin embargo, las proteínas grandes y los ARN no pueden difundir
ni hacia dentro ni hacia fuera del núcleo y deben ser llevados por transporte activo a través del
poro. Todos los ARN sintetizados en el núcleo deben exportarse hacia el citosol antes de que
puedan intervenir en la síntesis proteica. Por el contrario, todas las proteínas halladas en el
núcleo deben ser importadas desde el citoplasma, donde son sintetizadas por los ribosomas. El
complejo actúa como un canal con compuerta a través del cual estas macromoléculas son
transportadas de manera selectiva hacia el interior del núcleo y desde éste al citoplasma.
Nucleoplasma
Se denomina así al contenido interno del núcleo, en el que están contenidos la cromatina
y el nucleolo. Está formado por una disolución coloidal con una gran variedad de intermediarios
metabólicos, especialmente nucleótidos, y enzimas y proteínas reguladoras de la transcripción y
replicación. Aunque su contenido enzimático es muy distinto del contenido del citosol, existe
16
entre ellos comunicación directa a través de los poros nucleares, por lo que iones y moléculas
pequeñas se mueven entre ambos por difusión simple. Si se exceptúa la lámina nuclear, no
existe en el nucleoplasma algo parecido a un citoesqueleto.
Cromatina
Comparadas con las otras proteínas no histonas, que también se unen al ADN, las
histonas constituyen una clase bien definida de proteínas estructurales y están presentes en
todas las células eucarióticas (con alguna excepción). Son relativamente pequeñas (unos 100
aminoácidos) y tienen una gran proporción de lisina y arginina, con carga positiva, lo que las
ayuda a unirse firmemente al ADN de forma independiente de la secuencia de bases. Se
presentan en cantidades enormes (unos 60 millones de copias por célula), con una masa total
más o menos igual a la del ADN.
Se conocen cinco tipos de histonas, divididas en dos grupos. El primero son las
histonas nucleosómicas, denominadas H2A, H2B, H3 y H4. Estas cuatro histonas se cuentan
entre las más conservadas de todas las proteínas conocidas. El segundo grupo está constituido
por las histonas H1, de las que en cada célula existen diversas variedades, diferentes pero
estrechamente relacionadas. Las histonas son las responsables de empaquetar las largas
moléculas de ADN (de varios cm de largo) dentro de un núcleo de sólo unos pocos micrómetros.
17
Existen muchas otras proteínas no histonas que se unen al ADN. La mayoría de ellas
se hallan en cantidades muy reducidas: se trata de proteínas necesarias en la transcripción y la
replicación. Otras proteínas no histonas intervienen también en la organización de la estructura
de cromatina. En concreto, algunas de ellas forman un armazón cromosómico flexible al que se
unen largas asas de la fibra cromatínica de 30 nm de cientos de miles de pares de bases,
denominadas dominios estructurales en forma de bucle. La mayor parte de los genes se
localizan dentro de las asas de cromatina unidas por sus bases a un armazón cromosómico. Los
dominios en forma de bucle tienen un diámetro de unos 300 nm, y en realidad, se trata de la
forma extendida de los cromosomas durante la interfase.
Nucleolo
Una nueva célula surge cuando otra anterior se divide o cuando dos de ellas (gametos)
se fusionan. En cualquiera de los dos casos se inicia un programa de división celular que está
18
codificado en el ADN y que es ejecutado por proteínas. Este programa suele incluir un período
de crecimiento celular, durante el cual se elaboran proteínas y se replica el ADN (la interfase),
seguido por un proceso de división celular cuyo resultado es la aparición de dos células hijas. El
crecimiento y la división celular es una decisión muy bien regulada por los organismos
multicelulares que asegura que un individuo adulto reemplace las células desgastadas o
produzca más células (crecimiento) en respuesta a una nueva necesidad. En el cáncer, las
células se multiplican aunque el cuerpo no lo necesita: la división celular se produce sin control
con efectos devastadores.
La mayoría de las células eucarióticas viven de acuerdo con un reloj interno y progresan
a través de una secuencia de fases llamadas, en conjunto, ciclo celular. El ciclo celular está
dividido en cuatro fases principales. En las células somáticas ciclantes (que se dividen), los
cromosomas se replican durante la fase S; después de atravesar la fase G2, las células
comienzan el complicado proceso de la división celular o fase M. Después de la división, las
células ciclantes entran en la fase G1, el período anterior a la reiniciación de la síntesis de ADN
en la fase S.
Las fases G1, S y G2 constituyen la interfase. La mayor parte de las células eucarióticas
tardan entre 10-20 horas en completar el ciclo y muchas lo hacen a velocidad mucho menor;
incluso muchas células adultas, como las neuronas o las fibras musculares estriadas, nunca se
dividen.
El control preciso del ciclo celular durante el desarrollo y el crecimiento es decisivo para
determinar el tamaño y la forma de cada tejido. La mayor parte de las células que se producen
en un organismo multicelular se retiran del ciclo en G1 para diferenciarse y entran en una fase
llamada G0, un estado de “pausa” o “latencia” que puede durar días o semanas. Algunas células
diferenciadas (por ejemplo, fibroblastos o linfocitos) pueden ser estimuladas para retornar al ciclo
y dividirse. No obstante, muchas células diferenciadas nunca retornan al ciclo celular para
dividirse otra vez: se las conoce como células posmitóticas, como las neuronas o las células
del cristalino.
Cuando una célula va a dividirse, el núcleo interfásico sufre una serie de drásticas
transformaciones conocidas en conjunto como mitosis. Los acontecimientos mitóticos se
analizan más adelante; a continuación se estudian exclusivamente los cambios que se producen
en la cromatina interfásica, que conducen a la formación de las grandes estructuras, visibles al
microscopio óptico, denominadas cromosomas.
En cada cromosoma metafásico, las dos moléculas de ADN están plegadas por
separado dando lugar a una estructura consistente en dos cromátidas hijas unidas por una
19
estructura denominada centrómero (o constricción primaria). El centrómero divide
transversalmente al cromosoma en dos partes de longitud variable llamadas brazos. El brazo
más corto se denomina brazo p y el más largo, brazo q. La posición del centrómero permite
clasificar a los cromosomas en cuatro categorías: metacéntricos (centrómero medio, brazos
aproximadamente del mismo tamaño), submetacéntricos (centrómero más cerca de un extremo
que de otro), acrocéntricos (centrómero casi en el extremo) y telocéntricos (centrómero
terminal). A veces aparece una constricción secundaria en el extremo del brazo q, separando
una porción terminal o satélite. Los extremos de las cromátidas se denominan telómeros.
Ciertos colorantes tiñen de forma selectiva algunas regiones de los cromosomas con
mayor intensidad que otras. Esto produce patrones de bandas específicos para cada
cromosoma aislado, lo que hace posible identificarlos. La cantidad, el tamaño y la forma de los
cromosomas en metafase constituyen el cariotipo, que es distinto para cada especie.
La fase M del ciclo celular es compleja desde el punto de vista mecánico. Para que una
célula se pueda dividir con éxito se han de producir dos procesos distintos. En primer lugar, los
cromosomas que se han replicado durante la fase S se han de alinear, separar y desplazar hacia
los extremos opuestos de la célula. En segundo lugar, el citoplasma se ha de segmentar de
manera que se asegure que cada célula hija reciba no sólo un conjunto completo de
cromosomas (un genoma completo) sino también los elementos y los orgánulos citoplasmáticos
necesarios. La división nuclear (mitosis) y la citoplasmática (citocinesis) se producen
generalmente en estrecha sucesión de forma que la citocinesis se inicia hacia el final de la
mitosis. Sólo de esta manera se asegura la formación de dos células hijas genéticamente
idénticas entre sí y con la célula progenitora, aunque de un tamaño menor que ésta.
Posteriormente, durante la fase G1, las células hijas crecerán hasta el tamaño normal antes de
entrar en la fase S.
Mitosis (o cariocinesis)
20
primer lugar, el par de centríolos se separa ligeramente uno de otro dentro de la matriz del
centrosoma. Posteriormente comienzan a aparecer los centríolos hijos, que se originan “de novo”.
Finalmente, al comienzo de la mitosis, los dos pares de centríolos se separan y migran hacia
lados opuestos del núcleo.
Profase
La profase se inicia cuando los cromosomas condensados resultan visibles por vez
primera. Mientras los cromosomas se condensan, el nucleolo empieza a desorganizarse y
desaparece progresivamente (es decir, se detiene la síntesis de subunidades ribosómicas). La
masa de microtúbulos citoplasmáticos que forman parte del citoesqueleto se disgrega al
comienzo de la profase formando una gran reserva de moléculas de tubulina, que se utilizan
para la construcción del aparato mitótico. A lo largo de la profase se produce el armado de éste,
en dos partes:
- Un huso mitótico central con la forma global de una pelota de rugby. Inicialmente, el
huso se ensambla fuera del núcleo, a medida que los dos pares de centríolos
(denominados centros mitóticos) se separan.
- Un par de ásteres, una ordenación radial de microtúbulos cuyo foco es cada uno de los
centros mitóticos. Los dos ásteres se hallan situados al principio uno junto al otro muy
cerca de la envoltura nuclear y progresivamente se van separando y dirigiéndose hacia
polos opuestos de la célula.
Se van formando así dos conjuntos iniciales de microtúbulos: los microtúbulos astrales
forman el áster e irradian del centrosoma; los microtúbulos polares (o fibras polares) se sitúan
entre los dos ásteres, se alargan y empujan a los dos centros, separándolos a lo largo de la parte
externa del núcleo. La profase tardía (a veces denominada prometafase) viene marcada por la
desintegración de la envoltura nuclear, que se rompe originando fragmentos de membrana
indiferenciables de las vesículas del RE.
El huso mitótico puede ahora penetrar en el área nuclear. En las dos caras de los
centrómeros de cada cromosoma se reconocen ahora unas estructuras especializadas
denominadas cinetocoros. En ellos se insertan los extremos de un conjunto especial de
microtúbulos, denominados microtúbulos cinetocóricos o fibras cinetocóricas, que irradian
en direcciones opuestas desde cada lado de cada cromosoma. Los cromosomas recién
condensados, fijados a los microtúbulos cinetocóricos, se mueven entonces hacia el ecuador del
huso; en su camino exhiben un comportamiento saltatorio, con agitados movimientos de
acercamiento o alejamiento al ecuador del huso.
Metafase
En la metafase se completa el montaje del aparato mitótico. Los dos centrosomas están
situados en los dos polos de la célula. Cada centrosoma organiza los tres conjuntos
diferenciados de microtúbulos. Los microtúbulos astrales irradian desde los centrosomas y los
microtúbulos cinetocóricos están adosados a los cinetocoros. Los microtúbulos polares no
interactúan con los cromosomas pero se interdigitan con los del polo opuesto.
21
Los cromosomas aparecen en esta fase en su estado de máxima condensación,
alineados a medio camino entre los dos polos del huso, con sus ejes longitudinales en ángulo
recto con el eje del huso, es decir, con los cinetocoros orientados hacia cada polo. Los
cromosomas forman así la llamada placa metafásica.
Anafase
Las mismas fuerzas que forman el huso durante la profase y la metafase dirigen la
separación de los cromosomas hacia polos opuestos en la anafase. La fuerza de los
cinetocoros arrastra las cromátidas hermanas hacia los polos opuestos del huso. La anafase
empieza bruscamente cuando se separan las cromátidas hermanas y cada una de ellas es
arrastrada lentamente (aproximadamente 1 µm por minuto) hacia el polo del huso. A medida que
los microtúbulos cinetocóricos se acortan, los cinetocoros van desplazándose hacia los polos,
arrastrando consigo a la cromátida (cromosoma). Debido a la tracción, los cromosomas adoptan
una forma característica en V, con su vértice dirigido hacia el polo del huso.
Telofase
Cuando los cromosomas hijos separados llegan a los polos, las fibras cinetocóricas
desaparecen. Los microtúbulos polares se alargan aún más y permanecen superpuestos en el
ecuador del huso. La cromatina condensada se expande de nuevo y se reconstituye la envoltura
nuclear, con lo que en cada polo aparecen los dos núcleos de las células hijas, cada uno con su
juego completo de cromosomas. Cuando los nucleolos comienzan a reaparecer dentro de los
núcleos hijos, la mitosis ha llegado a su fin.
En general, los procesos mitóticos en las plantas son similares a los de las células
animales. La principal diferencia es la ausencia total de centríolos; sus husos mitóticos
carecen de ásteres (husos anastrales) y están menos centrados en los polos que los husos
astrales, aunque son completamente funcionales.
A medida que avanza la citocinesis disminuye el diámetro del anillo contráctil, por lo que
la célula se va dividiendo en dos partes por un surco de segmentación cada vez más profundo.
22
La contracción del anillo se debe a la interacción de la miosina con los filamentos de actina hasta
que se completa la segmentación y el anillo se elimina.
2.5.2.- Ingestión.
23
Con el tiempo suficiente, cualquier molécula difunde a través de una bicapa lipídica
libre de proteínas, a favor de su gradiente de concentración; sin embargo, la velocidad a la
que lo hace depende de su tamaño y su solubilidad en agua. En general, cuanto más pequeña y
más hidrofóbica sea la molécula tanto más fácilmente difundirá (difusión simple). Así, las
moléculas pequeñas y grandes no polares (O2, N2, lípidos, etc.) difunden rápidamente, y también
las moléculas polares sin carga si su tamaño es suficientemente reducido (así, H2O, urea, CO2).
En cambio, las bicapas lipídicas son impermeables a moléculas polares grandes (como
glucosa o aminoácidos) y a todas las moléculas cargadas, por muy pequeñas que sean (iones).
Desde el punto de vista energético, los sistemas de transporte pueden ser pasivos o
activos. En el transporte pasivo, la proteína de transporte permite que un soluto determinado
atraviese la bicapa a favor de su gradiente de concentración o, si el soluto tiene carga
eléctrica, a favor de su gradiente electroquímico (es decir, su gradiente de concentración más
el gradiente eléctrico a través de la membrana o potencial de membrana). El transporte pasivo
no gasta energía dado que se realiza a favor de gradiente. Algunas proteínas de transporte que
median el transporte pasivo forman canales acuosos (proteínas de canal o, simplemente,
canales) y permiten que un soluto de tamaño y carga apropiados atraviesen la bicapa por
difusión simple. Son especialmente importantes los canales iónicos, que permiten el paso de
iones hacia dentro y hacia fuera de las células.
Otras veces, la proteína se une a la molécula que debe ser transportada y la transfiere a
través de la membrana (proteínas transportadoras), proceso denominado difusión facilitada.
Las proteínas transportadoras se comportan como enzimas unidas a la membrana (excepto en
que no catalizan una reacción química sino la transferencia de un soluto) y pueden aplicársele
todas sus propiedades (especificidad, cinética michaeliana, Km y Vmax, ajuste inducido, etc).
24
Aunque las proteínas de transporte permiten el paso de un gran número de pequeñas
moléculas polares, no pueden transportar macromoléculas tales como proteínas o polisacáridos.
Los mecanismos que utilizan las células para absorber (y expulsar) estas macromoléculas son
muy distintos a los anteriores, ya que suponen la formación y fusión de vesículas rodeadas
de membrana. Las células ingieren macromoléculas, incluso grandes partículas, por medio de
un mecanismo en el que la sustancia que debe ser ingerida se rodea progresivamente por una
pequeña porción de membrana plasmática que primero se invagina y luego se estrangula
formando una vesícula intracelular que contiene el material ingerido. Este proceso se denomina
endocitosis.
La fagocitosis sólo puede llevarse a cabo por unos pocos tipos celulares animales. En
algunos protozoos es una forma de alimentación por la que se ingieren grandes partículas en
vacuolas fagocíticas o fagosomas. En cambio, la mayoría de las células eucarióticas son
incapaces de ingerir eficazmente grandes partículas. Las células capaces de fagocitar se
denominan, en general, fagocitos (macrófagos y polimorfonucleares en vertebrados), con
funciones defensivas (destruyen microorganismos invasores) y de eliminación de células viejas y
residuos celulares.
La mayor parte de los productos de desecho de las células son moléculas polares sin
carga pequeñas (urea, CO2) que atraviesan la membrana por difusión simple y de esta manera
abandonan la célula. Por el contrario, las macromoléculas que van a ser segregadas al exterior
salen de la célula por exocitosis, un fenómeno inverso a la endocitosis por el cual las vesículas
procedentes del AG o del RE se fusionan con la membrana plasmática de forma que los
constituyentes de la membrana vesicular se integran en la membrana y, simultáneamente, las
macromoléculas solubles de su interior salen al exterior de la célula.
2.5.5.- Metabolismo.
25
2.5.5.1. Concepto de metabolismo, catabolismo y anabolismo.
La energía libre útil del ATP está contenida en sus enlaces entre los grupos fosfato,
denominados enlaces de alta energía. La energía química contenida en estos enlaces deriva
fundamentalmente de la repulsión de las cargas negativas de los grupos fosfato, que están
ionizados en las condiciones de pH de las células. Cuando se separa uno de ellos, se libera la
tensión existente de la misma manera que un muelle comprimido se distiende si se suelta. Gran
parte de la energía libre liberada en las reacciones catabólicas no se disipa en forma de calor
sino que se captura forzando al fosfato libre (Pi) a unirse a la molécula; de esta manera, los
enlaces fosfato almacenan energía como un muelle comprimido. De manera inversa, la hidrólisis
del ATP libera energía que sirve para impulsar las reacciones de biosíntesis.
El ATP puede ser utilizado de varias formas. En general, la hidrólisis de ATP consiste en
la separación del tercer fosfato, según la reacción:
con un ∆G0 de aproximadamente –7,3 Kcal/mol. Una vía alternativa es la hidrólisis de los dos
fosfatos:
ATP + H2O → AMP + PPi (pirofosfato)
26
El pirofosfato puede hidrolizarse a continuación
En esta vía se libera más o menos el doble de energía, dado que se rompen los dos enlaces de
alta energía.1
Los demás nucleósidos trifosfato (GTP, CTP y UTP) actúan de forma similar aunque
son mucho menos utilizados por las células.
Pero las reacciones de biosíntesis requieren también otra forma de energía química.
Gran parte de las reacciones metabólicas son oxidaciones-reducciones (procesos redox) en
los que una molécula pierde electrones (se oxida) y otra los acepta (se reduce). En los sistemas
biológicos, los electrones se transfieren la mayoría de las veces en forma de átomos de H.
El NADH transporta así los electrones (poder reductor) y puede luego transferirlos a otro
sustrato:
(NADH + H+) + R´→ NAD+ + R´H2
1
Es preciso recordar que, aunque la hidrólisis del ATP es energéticamente favorable, la velocidad a la que se
produce es muy baja. Por ello, estas reacciones están catalizadas por enzimas denominadas, en general, ATPasas
y pirofosfatasas.
27
La facilidad con que un átomo o una molécula gana un electrón se denomina potencial
de reducción o potencial de electrodo, E. NADH y NADPH tienen potenciales de reducción
negativos, lo que significa que difícilmente ganan electrones o, lo que es lo mismo, que
fácilmente los ceden: son, así, potentes agentes reductores que transportan “poder reductor”.
Las células vivas son sistemas altamente ordenados a cualquier nivel en que se estudien.
El orden resulta claramente aparente en las estructuras celulares (como un cilio) o en la forma y
disposición de las moléculas con las que están construidas (una proteína o un polisacárido). Los
átomos que constituyen estas moléculas han sido capturados desde el medio ambiente en un
estado altamente desorganizado. Cada vez que se forman moléculas grandes a partir de
moléculas pequeñas o cada vez que una célula crece o se divide, se crea orden a partir del caos.
28
necesitan tomar moléculas orgánicas (alimentos) del medio y su fuente de energía es la energía
química de los enlaces de esas moléculas (quimiótrofos). Existen, sin embargo, algunos grupos
bacterianos fotoheterótrofos: aunque realizan la fotosíntesis, toman moléculas orgánicas del
medio en ciertas condiciones (bacterias fotosintéticas rojas y verdes).
2.5.5.4.1.- Glucolisis.
29
2.5.5.4.2.- Fermentación.
En función de la molécula que actúa como aceptor final de los electrones extraídos en
la oxidación, la respiración puede ser aeróbica o anaeróbica. En la primera, la molécula en la
que terminan los electrones es el O2, convirtiéndose en H2O. Los organismos con este tipo de
respiración son aerobios (es decir, necesitan O2 para vivir) y son la inmensa mayoría: las
bacterias aerobias y las células eucarióticas con mitocondrias (incluidas, por tanto, las células
vegetales fotosintéticas). En cambio, en la respiración anaerobia el aceptor terminal de los
electrones es un compuesto distinto, como NO3 − , SO4 = y otros. Este tipo de respiración la
realizan sólo algunos grupos bacterianos, quimioheterótrofos anaerobios.
Las células pueden oxidar completamente muchas moléculas orgánicas, incluidos los
monosacáridos, los ácidos grasos y los aminoácidos. Sin embargo, es habitual estudiar la
respiración de la glucosa, que es el principal combustible en los seres vivos. La oxidación
aeróbica completa de la glucosa obedece a la siguiente reacción
30
La respiración aerobia de la glucosa puede dividirse en varias etapas. La etapa inicial es
la glucolisis. A continuación, el piruvato penetra en la mitocondria y forma acetil CoA que se
oxida completamente hasta CO2 en un ciclo de reacciones denominado ciclo de Krebs, del
ácido cítrico o de los ácidos tricarboxílicos, con producción de una gran cantidad de NADH.
Finalmente, el NADH cede los electrones a una cadena de transporte electrónico (cadena
respiratoria) hasta que llegan al O2. A lo largo del transporte electrónico se libera mucha
energía que se utiliza en la síntesis de ATP (fosforilación oxidativa).
Ciclo de Krebs
Para la mayoría de las células eucarióticas y las bacterias aerobias, la glucolisis es sólo
la primera fase de la oxidación completa de la glucosa ya que el piruvato que se forma penetra
rápidamente en la mitocondria donde será oxidado completamente a CO2 y H2O.
Una vez formado el citrato, se producen una serie de reacciones en las que dos de los
seis C del citrato se oxidan a CO2 y se regenera el oxalacetato, que inicia de nuevo el ciclo. El
CO2 producido (2 CO2 en el ciclo de Krebs y un CO2 en la deshidrogenación del piruvato) sale de
la mitocondria por difusión y abandona la célula.
A lo largo del ciclo se liberan 2 CO2 (reacciones 4 y 5), se forman 3 NADH (reacciones 4,
5 y 9) y se produce una molécula de GTP, mediante una fosforilación a nivel de sustrato a partir
de GDP y Pi (GTP y ATP son interconvertibles), en la reacción 6. En cada vuelta del ciclo
entran dos moléculas de agua (reacciones 1 y 8).
CH3-CO-SCoA + 3NAD+ + FAD + GDP + Pi + 2H2O → 2CO2 + 3(NADH + H+) + FADH2 + GTP +
HS-CoA
Obsérvese que el resultado neto es la oxidación del grupo acetilo a CO2 y la formación
de poder reductor (NADH y FADH2).
31
El FAD es un transportador de poder reductor que funciona de manera parecida al NAD+,
Las enzimas del ciclo de Krebs forman un complejo multienzimático muy grande en la
matriz de manera que el producto de una reacción pasa directamente a la enzima siguiente.
Dado que cada molécula de glucosa genera dos moléculas de piruvato (y, por tanto, dos de
acetil CoA), las reacciones de la glucolisis y del ciclo de Krebs proporcionan 6 CO2, 10 NADH y 2
FADH2. Aunque se producen cuatro enlaces fosfato de alta energía (2 ATP en la glucolisis y 2
GTP en el ciclo de Krebs), la mayor parte de la energía liberada está contenida en los coenzimas
reducidos NADH y FADH2. Obsérvese también que, aunque ya se ha liberado el CO2, el O2
todavía no ha entrado en juego.
32
ATP a partir de ADP y Pi, proceso denominado fosforilación oxidativa, catalizada por el
complejo de la ATP sintasa, situado también en la membrana interna.
Fe+3 + e− ↔ Fe+2.
- Complejo NADH-CoQ reductasa. Transporta los electrones desde el NADH al CoQ. Por
cada dos electrones transportados (es decir, por cada NADH) se bombean 4 H+ hacia el
espacio intermembranoso, aunque no se sabe cómo se produce esta translocación.
Así, por cada NADH, se transportan dos electrones (a veces como átomos de H) y se
bombean 10 protones hacia el espacio intermembranoso, se consume ½ de O2 y se forma una
molécula de H2O.
La ATP sintasa es un complejo proteico con dos componentes principales que son
proteínas oligoméricas: F0, ubicado dentro de la membrana interna, y F1, cuya parte inferior
encaja dentro del anillo de F0. La ATP sintasa funciona como un motor de rotación impulsado por
iones H+; éstos fluyen a través de F0 impulsados por la fuerza protón-motriz y se mueven hacia
F1, cuya mayor parte se extiende dentro de la matriz a modo de cabeza. La energía liberada por
33
el movimiento de los protones a favor de gradiente impulsa la síntesis de ATP. El ATP se
transporta luego al citosol.
CH3-CO-SCoA + 3NAD+ + FAD + GDP + Pi + 2H2O → 2CO2 + 3(NADH + H+) + FADH2 + GTP +
HS-CoA
Por cada NADH se sintetizan como máximo tres moléculas de ATP y 2 moléculas de
ATP por cada FADH2. Así, por cada acetil CoA que penetra en el ciclo de Krebs se forman 12
ATP (3 x 3NADH + 2 x 1FADH2 + 1GTP). Por cada molécula de glucosa se generan 24 ATP. Si
se incluyen también el NADH formado en la reacción de la piruvato deshidrogenasa y los 2
NADH y los 2 ATP formados en la glucolisis, la oxidación completa de una molécula de glucosa
produce una ganancia neta aproximada de 38 ATP:
Éste es un valor máximo ya que no todos los NADH formados se oxidan en la cadena
respiratoria: muchos se transportan al citosol donde se utilizan para las reacciones de biosíntesis
que requieren poder reductor.
34
que es considerablemente superior a la mayoría de los aparatos de conversión energética
fabricados por el hombre (10-20%); además, las células realizan esta combustión a temperatura
constante.
La inmensa mayoría de los organismos fotosintéticos (incluidas las células vegetales con
cloroplastos, las algas y las cianobacterias) son autótrofos y realizan una fotosíntesis oxigénica:
utilizan el H2O como donadora de electrones, liberando O2; los pigmentos son las clorofilas.
La fotosíntesis oxigénica es la fuente de prácticamente todo el O2 del aire y produce los glúcidos
que son la fuente de energía esencial de prácticamente todos los organismos no
fotosintetizadores.
35
La luz, una forma de radiación electromagnética, tiene propiedades tanto de onda como
de partícula. Cuando interactúa con la materia se comporta como “paquetes” de energía bien
definidos llamados fotones. Las longitudes de onda de la luz visible varían entre 400 – 700 nm.
Los pigmentos que intervienen en la fotosíntesis son las clorofilas, los carotenoides y
las ficobilinas. Las clorofilas están constituidas por un anillo de porfirina, que difiere del hemo
por contener un ion Mg++ central. La clorofila a está presente en todos los organismos
fotosintetizadores y es el principal pigmento que interviene en la fotosíntesis. La clorofila b está
presente en los vegetales superiores (en las algas pueden aparecer otros tipos de clorofila,
denominados c y d). Los carotenoides son terpenos y pueden ser carotenos (como el β -
caroteno) o xantofilas, que contienen O además de C e H. En las algas también aparecen
ficobilinas.
Cuando los pigmentos absorben luz, la energía absorbida eleva la molécula a un estado
energético superior (estado excitado). Los estados excitados son inestables y retornan al
estado basal. Si los pigmentos están en solución, la energía del estado excitado se disipa
emitiendo luz (fluorescencia y fosforescencia) o calor. Sin embargo, la situación es diferente
cuando los pigmentos están localizados en la membrana tilacoidal.
Las moléculas de clorofila a de los centros de reacción son capaces de absorber luz de
forma directa e iniciar la fotosíntesis. No obstante, para incrementar la eficacia de la fotosíntesis,
los organismos utilizan los pigmentos del complejo antena. Cada centro de reacción se asocia
36
con una antena, que contiene varios centros de moléculas de clorofila a, b y carotenoides, que
promueven la fotosíntesis al extender el espectro de longitudes de onda absorbibles. Los fotones
pueden ser absorbidos, según su longitud de onda, por cualquiera de las moléculas de pigmento
del complejo antena. La energía absorbida se transfiere con rapidez de unas a otras moléculas
del complejo hasta llegar a una de las dos moléculas de clorofila a del centro de reacción
asociado. En el centro de reacción se promueve entonces la separación primaria de las cargas.
En definitiva, los fotosistemas consiguen que la luz pueda generar una transferencia neta
de electrones desde un donante débil, con potencial redox positivo, hasta una molécula que se
convierte en un donante electrónico fuerte como resultado de la transferencia (con potencial
redox muy negativo). Así, la energía de la excitación que normalmente habría sido liberada como
fluorescencia y calor, se ha utilizado para aumentar la energía de un electrón y originar, donde
no existía, un donador fuerte de electrones.
Los electrones se mueven desde el aceptor del FS II, QB, a través de una cadena de
transportadores electrónicos de la membrana tilacoidal, similar a una parte de la cadena
respiratoria. También aquí el transporte de los electrones está acoplado al movimiento de
protones desde el estroma hacia el espacio tilacoidal, con lo que a través de la membrana del
tilacoide se forma un gradiente electroquímico de protones, que genera una fuerza protón-
motriz e impulsa la síntesis de ATP (fotofosforilación). En la membrana del tilacoide se
producen dos tipos de transporte electrónico, denominados cíclico y no cíclico
(fotofosforilación cíclica y no cíclica). En el transporte no cíclico, los electrones terminan en el
NADP+, que es el aceptor final de electrones, con lo que se forma poder reductor, NADPH.
Además, en el FS II se produce la fotolisis del H2O, con desprendimiento de O2. En conjunto, el
balance general es:
- En el FS II, la energía absorbida libera dos electrones sucesivamente del P680 y, a través de
varios transportadores intermedios, llegan al aceptor QB, en la superficie estromal. La P680+
es el oxidante biológico más potente que se conoce: oxida incluso a la molécula de agua,
dando O2 y 4H+ y extrayendo 4 electrones. La escisión del H2O está catalizada por un
complejo de tres proteínas, el complejo productor de O2, que contiene cuatro iones Mn++,
y está localizado en la superficie luminal. Se oxidan dos moléculas de H2O. Los cuatro
electrones son transferidos, uno a uno, a través de los iones Mn++ al P680+, donde regeneran
P680 a su estado basal. Los protones permanecen en el espacio tilacoidal y el O2 se libera
por difusión y sale del cloroplasto.
37
- El aceptor QB, con dos electrones y dos H+ del estroma, genera plastoquinona reducida
(semejante al CoQ mitocondrial). Ésta transfiere dos electrones al complejo de los
citocromos b6-f (parecido al complejo b-c1 mitocondrial). A la vez, la plastoquinona cede
dos H+ al espacio tilacoidal, generando una fuerza protón-motriz. El complejo cede los
electrones a la plastocianina. La plastocianina difunde en el espacio tilacoidal hasta que
encuentra al FS I.
Por tanto, los electrones han pasado en total desde el H2O al NADP+ impulsados por la
luz, creándose poder reductor. Se requieren al menos 7-8 fotones para transportar dos
electrones y se genera una fuerza protón-motriz. Al igual que en la mitocondria, los protones se
mueven a favor de gradiente hacia el estroma, a través del complejo de la ATP sintasa,
compuesto por CF0 y CF1, semejante al complejo mitocondrial. El complejo sintetiza ATP a partir
de ADP y Pi por un mecanismo idéntico al mitocondrial.
La reacción que fija el CO2 está catalizada por la ribulosa 1,5 difosfato carboxilasa
(rubisCO), que representa el 50% de la proteína del cloroplasto. Esta enzima añade CO2 a la
ribulosa 1,5-difosfato, de 5C, para formar dos moléculas de 3-fosfoglicerato, de 3C cada una. El
3-fosfoglicerato sufre dos transformaciones subsiguientes que completan la reducción del CO2
fijado. En primer lugar, forma 1,3-difosfoglicerato, con gasto de ATP y posteriormente se forma
gliceraldehído 3-fosfato, con gasto de poder reductor. Estas dos etapas equivalen a una
reversión de las correspondientes etapas de la glucolisis.
38
moléculas de ribulosa 5-fosfato. En la etapa final, las 6 moléculas de ribulosa 5-fosfato se
fosforilan por una quinasa, con gasto de 6 ATP, para regenerar la ribulosa 1,5 difosfato.
La aparición de la fotosíntesis oxigénica con las cianobacterias hace unos 3.500 millones
de años supuso con toda probabilidad el mayor cambio ocurrido en las condiciones
fisicoquímicas de la Tierra a lo largo de toda su historia. El O2, un poderoso agente oxidante
subproducto de la fotolisis del agua, comenzó a acumularse en la atmósfera, que pasó de este
modo a convertirse en fuertemente oxidante. El resultado fue catastrófico para la gran mayoría
de los organismos existentes entonces, que eran fundamentalmente fermentadores y para los
cuales el O2 era sumamente tóxico (eran, por tanto, anaerobios estrictos). Con ello se produjo la
mayor extinción en masa de la historia de la vida en la Tierra. Únicamente aquellos organismos
que consiguieron adaptarse a la presencia de O2 lograron sobrevivir.
Con la aparición de la respiración aerobia, el O2 no sólo dejó de ser tóxico sino que
brindó a los organismos que pudieron dominarlo un aceptor de electrones que les permitió
obtener mucha más energía de los compuestos orgánicos. La mayor parte de los organismos
existentes hoy son los descendientes de aquellos primeros seres aerobios.
2.5.5.5.4.- Quimiosíntesis.
Con este nombre se conocen una serie de procesos mediante los cuales algunos grupos
bacterianos obtienen energía y poder reductor a partir de la oxidación de compuestos
inorgánicos del medio; la energía y el poder reductor se utilizan después para fijar el CO2 y
formar compuestos orgánicos. Estos grupos bacterianos son, pues, quimioautótrofos y pueden
crecer en un medio estrictamente mineral en la oscuridad. En casi todos los grupos, la fijación
del CO2 tiene lugar a través del ciclo del Calvin.
39
En la mayoría de ellos, los electrones arrancados al sustrato inorgánico ingresan en una
cadena de transporte electrónico situada en la membrana plasmática, semejante a la cadena
respiratoria. El flujo de electrones se utiliza para crear un gradiente electroquímico de
protones, bombeándolos hacia el exterior celular (quimiósmosis). Luego, la fuerza protón-motriz
se utiliza para la síntesis de ATP por una ATP sintasa unida a la membrana.
Las bacterias oxidadoras del azufre emplean H2S, S elemental o sus óxidos parcialmente
reducidos como fuentes de energía, transformándolos en SO4=. Son especialmente interesantes
las bacterias del azufre que viven como endosimbiontes en los tejidos de invertebrados (anélidos
poliquetos). Estas bacterias son los productores primarios de ecosistemas confinados en las
turgencias hidrotermales de las dorsales centroceánicas, donde se inyectan al océano grandes
volúmenes de agua caliente rica en sulfuro. Es uno de los pocos ejemplos de ecosistemas en la
Tierra que no dependen de la luz solar.
Finalmente, las bacterias del hierro oxidan el ion Fe++ hasta Fe+++ y viven en charcas y
manantiales de agua dulce con alto contenido en sales reducidas de hierro donde forman
colonias con incrustaciones de hidróxido férrico.
Véase 2.5.5.1.
40