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Crítica bibliográfica / 143

Luis Buñuel
Angulo, J. y Fernández, J. (eds.),
Luis Buñuel, Donostia/San Sebastián,
E.P.E. Donostia Kultura, Filmoteca
Vasca (Colección Nosferatu), 2020,
307 pp.

Sof ía Malvido Cordeiro1


Universidade de Vigo

Contradiciendo la lógica occidental establecida, voy a comenzar este repaso seña-


lando la importancia que el final de este libro tiene para cualquier estudioso o inte-
resado en la figura de Luis Buñuel y sus exégetas. El apartado último, que precede
a las fichas técnicas de las películas y los índices autoriales, es para mí de un valor
fundamental, ya que, en él, no solo se presenta una nómina de obras teóricas que
giran alrededor de la figura y el trabajo cinematográfico de Luis Buñuel, sino que,
con un acertado ojo crítico, se sintetiza aquello por lo que una u otra aportación
merece ser visitada y tomada como modelo de análisis en cada caso. Es este último
apartado un terreno fértil sobre el que indagar y profundizar en los estudios bu-
ñuelianos para generar renovadas, aunque difícilmente nuevas, visiones de su cine.
Retomando esta idea de establecer un canon crítico, me atrevo a añadir un ele-
mento faltante y fundamental en la ecuación de este apartado bibliográfico final: el
mismo libro que contiene esta información. Un libro que encierra muchos otros y
que busca acercar a Luis Buñuel —hombre, cineasta, creador y figura fundamental
del cine español e internacional— a los lectores desde un multiperspectivismo y
una pluralidad de voces que dejan apenas hueco a la crítica o al añadido.

1 Dirección de contacto: smalvido@uvigo.es. ORCID: https://orcid.org/0000-0002-3307-6680.

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Restableciendo la ordenación natural de las más de trescientas páginas que nos


ofrece este trabajo, trataré de repasar por orden de aparición los diferentes y
nutridos capítulos y apartados que lo componen resaltando aquellos aspectos que a
lo largo de la lectura y análisis se van presentando.
Tras la introducción de los coordinadores del volumen, el prólogo toma forma de
misiva incompleta dirigida al mismo Buñuel y escrita calamo currente por Carlos
Saura —también fotógrafo de la instantánea que ilustra el volumen— en la que el
director oscense demuestra su admiración y la profunda amistad que lo unió con
su compatriota aragonés.
Tras este apartado introductorio, comienza otro titulado “Buñuel cronológico” don-
de se repasa su andadura vital y profesional. De la mano de uno de los grandes es-
pecialistas en la obra de don Luis, Agustín Sánchez Vidal, se presenta un análisis
detallado de los «años de aprendizaje» que nos llevan de viaje a Zaragoza, Madrid y
París entre 1900, año del nacimiento del cineasta en Calanda, hasta 1932 cuando nos
encontramos con un Buñuel con el estatus ya adquirido de artista surrealista y direc-
tor controversial en la Francia del momento. Este repaso, que podría obviarse para
aquellos familiarizados con la bibliografía sobre el director, dialoga y pone en pers-
pectiva cuestiones ampliamente aceptadas debido a la versión de los propios hechos
que ha promulgado Buñuel. Un ejemplo de esto último es el grado de implicación de
Dalí en la gestación de La edad de oro. Un análisis minucioso en su capacidad para
hilar referencias e influencias clave en la obra del de Calanda y que acierta al profun-
dizar en aspectos menos explorados en la ya copiosa bibliografía sobre el cineasta.
El siguiente capítulo, a cargo de Carlos F. Herrero, repasa la etapa dedicada a la su-
pervisión, producción ejecutiva, dirección y demás tareas cinematográficas a cargo
de la productora Filmófono en el convulso periodo histórico que precede a la guerra
civil española. Esta iniciativa, que Buñuel realiza con Ricardo Urgoiti como socio,
se propone tomar como ejemplo el sistema de producción hollywoodiense sin dejar
de lado los argumentos de raigambre popular y con éxito comercial constatado en
la España del momento. Será en estos proyectos cinematográficos donde darán sus
primeros pasos figuras prominentes del medio, tales como Sáenz de Heredia, Luis
Marquina y Nemesio Sobrevila, acompañados por actores y actrices consagrados
que apoyarán el éxito en taquilla de las cintas. Este capítulo constituye un exhaus-
tivo y magníficamente bien cohesionado repaso al contexto de creación de la pro-
ductora, su calado cultural e implicación política hasta su final, sin dejar de lado
aquellos proyectos que por razones diversas no llegaron a realizarse.

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Julián Casanova firma el siguiente capítulo en el que repasa la filiación política de


Buñuel o la no existencia de esta y cómo se fue modelando conforme las circuns-
tancias históricas que vivió el cineasta. En el vaivén de este compás vital, desde su
juventud en Madrid entre 1914 y 1939 en tiempos de tertulias y efervescencia cultu-
ral; el París de los años veinte con la revolución como motor y el surrealismo como
principal vía de desahogo para estos impulsos rupturistas y anarquistas; pasando
por el comunismo militante que propicia su salida del grupo de Bretón (1932), la
creación de Las Hurdes y su fuerte compromiso social, que acabará con su implica-
ción en la causa republicana y con un paseo sin final por el escándalo y la revuelta
allá por donde su genio creador puso la mirada y la crítica.
El final de este capítulo cede el testigo cronológico y temático al que sigue de ma-
nera precisa. Con Fernando Gabriel Martín nos adentramos en el Buñuel rojo o
revolucionario que pasa de «turista surrealista», en los años treinta, a refugiarse en
los Estados Unidos por razones políticas. Con grandes dificultades para subsistir,
pero con la amistad y ayuda inestimable de Iris Barry, conservadora de la sección
cinematográfica del MoMA, Buñuel crea lazos con la intelectualidad neoyorquina,
da a conocer parte de su obra y tiene la oportunidad de trabajar tanto en el pro-
pio museo como en otras iniciativas relacionadas con el cine de «buena voluntad»
(goodwill) para estrechar lazos con Latinoamérica en la era Roosevelt. Es en este
momento, en que se encuentra supervisando varios proyectos cinematográficos
encuadrados en este movimiento, cuando en 1943 se ve obligado a dimitir por su
vinculación política. Todo esto propiciado por las acusaciones de Dalí en su au-
tobiografía acusándolo de comunista que sirvieron como acicate en este asunto.
Después de este escándalo, realizará trabajos alimenticios dentro de la industria
hasta 1947, año en que se muda a México ignorando que este país se convertiría en
su segunda patria y escenario de gran parte de su cine.
El capítulo quinto, a cargo de Amparo Martínez Herranz, se emplea en explorar las
diferentes etapas que componen el periplo profesional y vital de Buñuel en México,
donde realizó veintidós de sus treinta y dos películas. Haciendo equilibrios entre
el cine comercial y sus inquietudes artísticas, don Luis experimentará las mieles
del éxito —en muchas ocasiones tardío— junto con grandes decepciones en cuan-
to a la recepción de sus películas. Tras la propuesta inicial del productor Óscar
Dancigers para dirigir Gran Casino (1947), se establecerá en el país y obtendrá la
nacionalidad en 1949, un año antes de crear una de las grandes obras de la historia
del cine mexicano: Los olvidados (1950). Por lo prolongada que fue su estancia y las
dificultades con las que se topó para llevar a cabo sus proyectos cinematográficos,

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esta etapa se solapa con las coproducciones que realizó con Italia, España y Estados
Unidos —Las aventuras de Robinson Crusoe (1952) y La joven (1960)— y una se-
gunda etapa francesa del autor, después del surrealismo iniciático, que supondrá su
consagración. Una de las cuestiones más interesantes de este capítulo reside en la
exploración de forma concienzuda de aquellos proyectos que no salieron adelante,
pero que sí dejaron huella en los sucesivos, siendo esta herencia la que permite atis-
bar aquellas referencias interartísticas que habitan sus películas y no siempre son
perceptibles a ojos poco duchos en la materia.
Retomando la importancia de Francia en Luis Buñuel, Emmanuel Larraz se encarga
en el siguiente capítulo de «el más francés de los cineastas españoles» y sostiene
con un sólido argumentario que existe una constitución francesa fundamental en
el cineasta más allá de su clarísima vinculación con «lo español». Desde su llegada
al surrealismo, pasando por la importancia de figuras como la de Sade o Freud y la
presencia del humor en sus trabajos, Larraz configura un relato vital y profesional
del cineasta que conquistó Cannes y estableció junto con Jean-Claude Carrière un
binomio que conjugó talento y éxito a través de seis películas y un libro de memorias.
Nancy Berthier ahonda en Viridiana y en los elementos subversivos y circunstan-
cias de creación que hicieron de esta película un escándalo y propiciaron su censura
y posterior prohibición en España. Partiendo del regreso, esperado a la par que po-
lémico, del aragonés en pleno franquismo, esta cinta ya comenzó con una alta carga
de ruptura de las expectativas y atención mediática. La blasfemia y la alusión a los
elementos religiosos con un tratamiento desacralizado, en el contexto de creación
en el que se llevó a cabo, y la repercusión que traería consigo el premio en Cannes
hacen de este capítulo una síntesis exhaustiva que permite asomarse a la película y
atender al alcance de aquello que Buñuel nos obligó a ver, aunque no siempre supié-
ramos dirigir la mirada e interpretarlo.
El octavo y último capítulo de este bloque temático inicial está dedicado a la España
de 1960 a 1977 y el devenir de Luis Buñuel en este periodo de tantos cambios en
la sociedad y la creación cinematográfica en el país. Carlos Losilla explora el papel
de Films 59 como la productora que posibilitó las grandes películas de la prime-
ra etapa de este periodo, el panorama del cine del momento y las características
concomitantes que se encuentran en estas producciones. Por otro lado, se centra
en Tristana (1970), película que sitúa en el contexto del Nuevo Cine Español, para
ahondar en sus vinculaciones con las películas de este periodo y con el resto de la
obra del cineasta.

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El segundo bloque, bajo el título de “Buñuel transversal”, reúne aportaciones con


este enfoque multidisciplinar y centrado en algún aspecto más focal de la obra de
don Luis.
El primero de los capítulos, de Santos Zunzunegui, se encarga de contraponer Abis-
mos de pasión (1953), versión cinematográfica de Buñuel, y su referente literario
original, escrito en 1847 por Emily Brönte, que constituye todo un tratado sobre el
amour fou, idea que tanto interés despertaba en los surrealistas. Por otro lado, el
autor aprovecha la ocasión para destacar el rol del productor Julio Alejandro en la
gestación de la obra y su colaboración con el cineasta.
Seguidamente, Luis Alegre toma el relevo con el capítulo ‘No es país para Luis
Buñuel’. En él indaga acerca de la paradoja que supone el reconocimiento interna-
cional del que ha gozado el cineasta, en contraposición con el desconocimiento y
olvido en su país natal. En este extenso capítulo cabe destacar por su valía e interés
un cuadro detalladísimo de la filmografía de Buñuel, centrado en la recepción y
difusión de su obra en España. Un elemento de alto valor para cualquier estudioso
de su cine. A partir de estos datos, el autor explora las dificultades de proyección de
sus películas en el país, el peso de la censura, la recepción comercial y la difusión
en TVE entre otros factores.
Arantxa Aguirre explora la relación entre Buñuel y Galdós, desde su encuentro en
la etapa de la Residencia de Estudiantes del primero hasta la lectura en profundi-
dad de la obra galdosiana que llevó a cabo en los años treinta y que lo convertiría
en todo un referente en su cine. Tras varios intentos fallidos de filmar la obra de
Galdós, realiza Nazarín (1958) aunque sometiendo, como es habitual en Buñuel, los
personajes y la trama a cambios en el proceso de trasposición. Después se propone
también llevar a la pantalla Ángel Guerra, pero finalmente realizará, en coproduc-
ción y con la colaboración necesaria de Gustavo Alatriste, Viridiana, que toma
elementos y motivos de varias novelas de Galdós y que ganará la Palma de Oro en
Cannes generando, como ya se ha dicho, un gran escándalo.
Otro aspecto fundamental en su obra es la presencia de las mujeres y su relación
con el deseo masculino. Inma Merino se encarga de aportar una crítica feminista
consciente de su objeto de análisis y del contexto de creación de este. Repasa la
configuración de los personajes y la fuerza de la mirada masculina a la hora de crear
a estas mujeres que, en muchas ocasiones, adolecen de falta de profundidad o moti-
vaciones. Estas lecturas de su obra constituyen un soplo fresco, ya antes explorado,
pero que todavía es minoritario en los acercamientos críticos al cine de Buñuel.

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Desirée de Fez aborda el estudio de las relaciones entre el cine de Luis Buñuel y los
posibles herederos del cineasta. Las conexiones entre una y otra película resultan
a veces arbitrarias o discutibles, aunque el argumentario es bastante sólido y los
ejemplos elegidos parecen notorias alusiones a su cine en otras visiones creado-
ras —declaradas o latentes—. Como ocurría cuando Buñuel buscaba adaptar un
motivo o un argumento, las historias se ven inevitablemente marcadas por el sello
personal e intransferible de un autor y del tiempo en que fueron creadas; por tanto,
son productos vinculados, pero profundamente independientes. Resulta interesan-
te el intento de clasificación de los distintos enfoques o aproximaciones análogas al
cine de Buñuel en la obra de otros artistas.
Por último, Quim Casas explora los espacios de Buñuel «como símbolo y relato»,
llevando a cabo un pormenorizado repaso rico en referencias y argumentos a los
lugares físicos y elementos que configuran el escenario de sus películas. Desde el
espacio simbólico a sus unidades de sentido, configuradoras de atmósferas y crea-
doras de intrigas, la lógica o su ausencia en su construcción y la elección de uno
u otro espacio según la obra y la etapa a la que se vincula la misma; todo esto de-
termina en gran medida el desarrollo de la historia y forma parte de los elementos
centrales que se recogen en este capítulo.
El bloque final que da término a la obra es el dedicado a los “Testimonios sobre
Buñuel”. En el primero de ellos, Carlos Boyero relata su encuentro con don Luis en
Toledo y el juicio que el cine del calandino le merece. Le sigue una entrevista con
Ángela Molina sobre su experiencia a las órdenes del cineasta. Por último, Jordi
Xifra —actual director del Centro Buñuel en Calanda— se ocupa de reflexionar so-
bre la relación de Buñuel con su tierra natal y los proyectos de divulgación y puesta
en valor del artista llevados a cabo por la fundación.
A pesar de las inevitables repeticiones o solapamientos en algunos capítulos, esta
monografía merece ser destacada como una nueva y muy interesante aportación a
los estudios sobre la obra de Luis Buñuel.

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