Resumen Capitulo 5

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Filosofia de la educacion cristiana en la epoca moderna y post-moderna

Las Sagradas Escrituras son la fuente para el examen de la función de la educación


cristiana. No puede haber en la iglesia procesos educativos productivos sin los nutrientes de la
Palabra.

Educacion en la epoca Moderna

La epoca moderna inicia con el Renacimiento del siglo XV y es impulsada por la Ilustración de
los siglos XVII y XVIII, la modernidad secular se edificó sobre varios pilares filosóficos. Estos
incluyen la autonomía humana, el racionalismo, el cientificismo, el tecnologismo y el
economicismo.

La premisa de la autonomía humana asevera que los únicos parámetros humanos son las leyes de
la naturaleza y aquellos acuerdos sociales que el hombre escoge colocar sobre sí mismo. Este
concepto del hombre autónomo encontró expresión en el individualismo, como también en el
humanismo secular. En esencia, el hombre llegó a ser la medida y el punto de referencia para
todas las cosas.

El racionalismo se enfoca en la búsqueda de conocimiento objetivo. El fundamentalismo, por


ejemplo, sostiene que el conocimiento imparcial se ensambla tal y como se construye un edificio,
ladrillo sobre ladrillo, y éstos sobre fundamentos inamovibles. De forma similar, el
referencialismo mantiene que el significado de una expresión yace objetivamente en aquello a lo
que apunta en el mundo. Implícito al racionalismo se encuentra el rol de la razón como árbitro
final para decidir lo que será considerado como conocimiento justificable. Implícito también el
argumento de la verdad como la mejor idea, que gana finalmente su lugar en el mercado de las
ideas.

El cientificismo propone que la razón humana, especialmente en la forma del método científico,
podrá proveer conocimiento exhaustivo del mundo natural y de la naturaleza humana, dándose el
tiempo suficiente. Incorporando el universalismo, propone que toda entidad puede ser
identificada objetivamente de alguna manera, y así codificada e idealmente cuantificada. El
naturalismo, una premisa clave de la filosofía de la ciencia, encuentra su cumplimiento más
abarcador en los modelos de la evolución orgánica.

El tecnologismo realza el poder humano de dominar la naturaleza, especialmente en forma


técnica. Asevera que la tecnología, orientada por la razón y los procesos científicos, es capaz de
manipular y controlar la naturaleza, finalmente amparando la sociedad en su búsqueda por
obtener paz, seguridad y felicidad.

El economicismo afirma que la habilidad humana para optimizar ganancia, prosperidad y


comodidad es el fin primordial de la ciencia y, por ende, de la tecnología. Esta creencia ha
impulsado la popularidad de ciertos modelos socioeconómicos, incluyendo el capitalismo, y ha
favorecido el desarrollo de tendencias hedonísticas y narcisistas, profusas en las sociedades
modernas.

Educacion en la epoca Post-moderna

La posmodernidad no es solamente un movimiento filosófico o una simple perspectiva


intelectual. Se ha extendido más allá del ámbito estrictamente académico para encontrar
expresión cultural en la arquitectura, el arte, el teatro, el cine y la literatura, donde incorpora
atributos tales como la mezcla de estilos, el énfasis sobre la diversidad, la aceptación de la
ambigüedad, la celebración de la innovación y el cambio, y un enfoque sobre la realidad como
un fenómeno construido por el ser humano.Esta inserción en la cultura, extendiéndose más allá
del mero debate filosófico, es lo que ha provisto a la posmodernidad contemporánea de un
significado social punzante.

La posmodernidad filosófica incorpora una variedad de perspectivas teóricas, tales como el


neopragmatismo, la deconstrucción y el postestructuralismo.

En su fondo filosófico, sin embargo, la posmodernidad es antimoderno, oponiéndose a sus


premisas fundamentales y relegando la modernidad a simplemente una de muchas historias en
competencia.

La posmodernidad rechaza a la Ilustración -la búsqueda modernista del conocimiento racional y


objetivo.

Quine, filósofo influyente, rechazó la metáfora fundacionalista del conocimiento como estructura
edificada sobre fundamentos sólidos, prefiriendo la simbología de un tejido o de una red. Este
concepto integrador propone que las creencias, en vez de estar fundamentadas en premisas
rígidas, son sostenidas por sus vínculos con creencias adyacentes y, finalmente, con la totalidad.
Como consecuencia, una modificación de cualquier elemento tiene como resultado un efecto
ondulante a través del tejido total, dado el requerimiento de la correspondencia y consistencia
entre todo elemento. La experiencia, entonces, mantiene continuamente las creencias al día,
formando así las condiciones fronterizas del conocimiento.

En forma similar, los conceptos del hombre autónomo y del cientificismo, tecnologismo y
economicismo comenzaron a desintegrarse. En vez de la armonía social y la utopía económica
prometidas por filósofos de la Ilustración como Jean-Jacques Rousseau, y por economistas como
Karl Marx, la sociedad parecía caer en espiral al abismo del terror y de la locura. Guerras
mundiales, revoluciones y dictaduras, y el surgimiento del extremismo impusieron las
construcciones de poder y de cultura sobre la autonomía del hombre.

En lugar de los fundamentos filosóficos destronados de la modernidad, un conjunto de valores


posmodernos ha emergido. Estos incluyen el rechazo de la metanarrativa, la afirmación del
pluralismo, el contextualismo y el constructivismo, y la celebración de la diversidad.
EL RENUNCIO DE LA METANARRATIVA

En la posmodernidad hay escepticismo hacia las metanarrativas,13 esos relatos totalizadores que
buscan proveer explicaciones comprensivas de la realidad. Una muestra de estas narrativas
incluyen la perspectiva cristiana sobre el gran conflicto entre el bien y el mal; la explicación
secular de los orígenes humanos por medio de la teoría de la evolución; el concepto de la
Ilustración de que el pensamiento racional, vinculado al avance científico y tecnológico, traería
el bienestar social; y el relato marxista de la emancipación social, impulsado por la revolución
del proletariado.

La posmodernidad rechaza las metanarrativas porque son vistas como excesivas y demasiado
explicativas. También sostiene que la metanarrativa promueve la exclusividad, y puede conllevar
a la violencia.

El pluralismo

Derrida, una de las grandes voces del posmodernismo, postula que no hay un centro metafísico
fijo (como es el caso, por ejemplo, en el realismo o esencialismo), sino que hay una forma de
"no-centro" en la cual, en cualquier momento dado, un número infinito de enfoques entran en
juego. Este multicentrismo genera el pluralismo.

En la perspectiva pluralista, por ejemplo, no hay ningún eje tradicional de erudición, sino que
múltiples tradiciones son viables. Entendimientos históricos centroeuropeos (con sus prejuicios
machistas, de raza blanca y clase media), por lo tanto, dan lugar a una pluralidad de
interpretaciones (africanas, islámicas, feministas e indigenistas, entre otras).

Cada una de estas perspectivas debe ser considerada como igual, en el cual un erudito de
cualquier tradición puede esperar aprender tanto de otras interpretaciones como contribuye a
ellas. Las universidades, entonces, deberán llegar a ser "multiversidades" -promoviendo una
diversidad de agendas y enfoques, en vez de buscar formular una sola interpretación "aprobada"
de la realidad.

El significado del contexto

La contextualización resultó de una modificación epistemológica radical en la posmodernidad.


Basado en los trabajos lingüísticos de Ludwig Wittgenstein y J. L. Austin, brotó una nueva
perspectiva acerca del lenguaje, la cual propuso un cambio del referente del significado. En lugar
de que una declaración tuviera un significado objetivo basado en las definiciones explícitas de
sus palabras, la declaración podría tener cierta variedad de significados, dependiendo de los
contextos en los cuales fuera usada. El significado del idioma, por lo tanto, es contextual, y su
comprensión acontece solamente cuando se toma en cuenta el contexto.

De forma similar, investigaciones en la teoría cuántica han recalcado el significado del contexto.
La ciencia del siglo XX encontró que ya no podría apoyar la física de Newton con sus partículas
con esencias fijas, sino como entretejidos en los cuales una entidad solamente puede ser descrita
con referencia a otros objetos, generando un cambio revolucionario de paradigma.

La cultura es quizá la mejor representación de la influencia del contexto. En la posmodernidad,


el ser no es autónomo, sino que varía con la cultura que lo rodea. En cierto sentido no somos
nosotros quienes pensamos, hablamos o actuamos, sino la cultura que se expresa por medio
nuestro. Bajo la tesis contextual de la posmodernidad, todo conocimiento humano es procesado
por la lente de la cultura, y como consecuencia es contextual.

Un corolario de la contextualización es el papel de la comunidad. La posmodernidad es


postindividualista. Las relaciones, de hecho, han llegado a ser más importantes que el
conocimiento, por lo menos al nivel de la persona. Es por medio de las relaciones que
construimos redes enlazadas de experiencia y entendimiento. Los posmodernos, entonces, tienen
gran necesidad de la comunidad y la formación de la comunidad llega a ser una meta primordial.

El constructivismo

En los enfoques clásicos (como el idealismo y muchas religiones), el conocimiento se recibía. En


la modernidad, la verdad era descubierta y la realidad confirmada por el proceso científico. Bajo
la posmodernidad, la verdad y la realidad son construidas. En esta metafísica antirrealista no
encontramos un mundo simplemente en existencia externa, sino uno dependiente de nuestra
reflexión y experiencia, uno que construimos en forma activa por los conceptos que a él traemos.

Esta posición requiere un reajuste de nuestra concepción sobre la adquisición del conocimiento.
Ya no somos receptores pasivos o meros descubridores de conocimiento prexistente, sino que
somos partícipes activos en el proceso interactivo e iterativo de la creación del conocimiento. En
esencia, la verdad no se encuentra primordialmente en la ciencia, la lógica o la doctrina, sino en
las relaciones y en el relato de las historias.

Esta construcción de la verdad y la realidad nos lleva a un conocimiento tentativo y


autobiográfico. Mientras los individuos interactúan con su entorno y entre sí, y mientras
reflexionan sobre estos episodios, comienzan a desarrollar entendimientos funcionales. La
intuición, la emoción y la metáfora son elementos cardinales en este proceso. El resultado es una
narrativa personal, una descripción de perspectiva derivada del sitio especial que uno ocupa en el
mundo.

Hay varias implicaciones de esta perspectiva constructivista. (1) Modalidades cualitativas,


etnográficas y narrativas de investigación son preferidas sobre los medios cuantitativos,
analíticos y deductivos. (2) El entendimiento se comunica mejor en forma ilustrativa, metafórica
y anecdótica, y no de manera declarativa, en forma proposicional. (3) El conocimiento de
expertos y peritos, y toda forma de interacción jerárquica, debe ser cuestionado. Mientras
algunos individuos claramente tienen entendimientos que otros no tienen, éstos últimos pueden
por su parte tener perspicacias que los primeros no han discernido. Por lo tanto, en lugar de
trasmisiones de experto a novato, el intercambio de conocimiento es mejor visto como un
diálogo, una conversación entre individuos diferentes en la cual hay influencia mutua.

La celebración de la diversidad

La posmodernidad no solamente tolera o afirma las diferencias entre personas y comunidades,


sino que celebra la diversidad. Foucault, en su obra clásica Locura y civilización: La historia de
demencia en la Era de la Razón,18 argumenta que la modernidad y su racionalismo excluyeron
brutalmente segmentos enteros de la sociedad (los insanos, los socialmente desviados, los
desafiados, los iletrados, aún los devotamente religiosos), todo aquel que era visto como
"irrazonable". Ser verdaderamente humano era ser un ente racional, y aquellos que eran
irracionales se consideraban, en alguna manera, subhumanos (quizás no identificados como tales,
pero sí tratados como marginados). Éstos no tenían ningún valor social sino simplemente como
advertencia a aquellos que pudiesen tener la tentación a no conformarse.

En la perspectiva posmoderna, la sociedad no solamente debe aceptar, sino dar voz a los
oprimidos, explotados e ignorados. La comunidad es inclusiva y cada miembro debe ser tratado
con respeto y como de valor inherente. La academia debe abrirse a puntos de vista divergentes y
la exploración de tópicos no-racionales, tales como la emoción y la espiritualidad. Las
comunidades minoritarias deben ser provistas de espacio para buscar y sostener sus perspectivas
particulares. A los individuos se les debe ofrecer opciones diferenciadas y caminos diversos para
alcanzar metas personalmente relevantes dentro de la comunidad.

Al reaccionar ante la posmodernidad, sin embargo, correspondería evitar tomar una posición
global en favor o en contra del paradigma. Sería visto como insensible, dualista y falto de
reflexión. Antes bien, habría que explorar cándidamente y evaluar los principios de la
posmodernidad y sus implicaciones, identificando rasgos congruentes con una perspectiva
cristiana y señalando espacios de conflicto alguno de los cuales planteamos a continuacion:

La naturaleza compartida de la verdad

La posmodernidad rechaza la exclusividad. Los cristianos no tienen el monopolio de la verdad.


Los no cristianos también descubren verdades. La diferencia principal es que el cristiano
reconoce la Fuente de esa verdad en Jesucristo. Implica que todos podemos aprender los unos de
los otros. Las creencias o contextos, sin embargo, proveen a los cristianos, la posibilidad de
conectar ese conocimiento a su Fuente y aplicarlo a sus vidas por el "filtro de verdades" de su
Palabra. También sugiere que la Biblia puede verse inicialmente como un conjunto de "historias
de la verdad," compartidas desde diversas perspectivas por personas que se encontraron con Dios
en sus vidas.

La vitalidad de la verdad objetiva.

Las aseveraciones acerca de la muerte de la verdad objetiva han sido exageradas. Sería
recomendable que los educadores cristianos afirmaran que Dios es confiable y que su revelación
de Verdad es fidedigna. La falibilidad de las interpretaciones humanas de la verdad, enfatizando
el papel triangulante de la comunidad de creyentes y del Espíritu Santo como guía a toda verdad.

La estabilidad de la ética cristiana.

Con la ubicuidad del relativismo moral en la cultura contemporánea, los maestros pueden estar
bastante seguros que casi todo estudiante que entra al aula cree que la verdad y los valores son
relativos. Sin lugar a dudas, las circunstancias varían y generan evidencia manifiesta de dolor y
fragmentación en muchos aspectos de la vida, sin embargo, la cosmovisión cristiana es capaz de
proveer un marco ético que ofrece estabilidad y seguridad.

La distinción entre principios y reglas.

Mientras rechazan el relativismo moral, se debe clarificar la diferencia entre los principios (tales
como el respeto) y las reglas (por ejemplo, cómo debería evidenciar el respeto en situaciones
específicas). Mientras las reglas se limitan en su envergadura a circunstancias y escenarios
específicos, los principios incorporan valores universales (relevantes a través de tiempo, lugar y
cultura.

La necesidad de comunidad.

La posmodernidad enfatiza el concepto de comunidad. La cooperación debería reemplazar la


rivalidad; la colaboración debería suplir el individualismo egocéntrico. Unidad y comunidad
tendrían que ocupar el territorio tanto de la uniformidad opresiva como del individualismo
desenfrenado, para que los estudiantes desarrollen una conciencia social (involucrándose
dinámicamente en alcanzar y apoyar la comunidad más amplia, haciendo una diferencia
positiva).

La transformación de la cultura.

Los posmodernos han resaltado el significado de la cultura. Corresponde a los educadores


enfocar su interés en entender el trasfondo y la cultura de sus alumnos puesto que éstos, a su vez,
modifican la forma en la cual ellos perciben y comprenden la vida, y llevarlos a reconocer que la
cultura no es omnipotente. Como cristianos, no podemos simplemente aceptar o rechazar la
cultura contemporánea. Tenemos que afirmar aquellos elementos culturales que están en armonía
con la voluntad divina, y buscar la reorientación, elevando cualquier aspecto que no esté en
congruencia con el carácter o el plan de Dios.

El papel del contexto.

Al discutir cuestiones sociales, eventos históricos y pasajes bíblicos con los estudiantes, es
esencial que se examine el contexto. Esta advertencia posmoderna ayuda a evitar la imposición
de condiciones propias sobre las interpretaciones de significado y motivo. Al reconocer la
función del contexto, los educadores pueden ayudar a los alumnos a comprender que aunque la
genética y el medio ambiente ejercen influencia, Dios también nos ha dado el libre albedrío (la
habilidad de tomar decisiones personales que pueden transcender los confines tanto de herencia
como de formación).

Las avenidas múltiples del aprendizaje.

Los educadores cristianos, creen que el conocimiento puede ser recibido de parte de Dios,
descubierto en el mundo natural y la sociedad humana, y también formulado a través de la
experiencia y la reflexión personal. En consecuencia, correspondería asegurar que los estudiantes
interactúen con cada una de esas avenidas del aprendizaje. El énfasis posmoderno sobre la
construcción del conocimiento estimula a colocar los alumnos en roles dinámicos y formadores
de sentido, optimizando así su activa involucración. Anima a utilizar frecuentemente la metáfora,
la narrativa, la interacción y la reflexión; a combinar modalidades cualitativas y etnográficas con
métodos cuantitativos, analíticos y deductivos. Anima a invitar a los estudiantes a compartir con
la comunidad del aula su perspectiva personal del mundo.

La naturaleza dialogada de enseñanza-aprendizaje.

La posmodernidad percibe la educación como proceso democrático. La pedagogía no es


simplemente la transmisión del conocimiento de experto a novato. Es más una conversación, en
la cual ambas entidades comparten experiencias y discernimientos. El papel del maestro, por lo
tanto, es menos un dispensador jerárquico de información, y más un guía junto al lado del
alumno. La idea es pensar más en maestros y alumnos aprendiendo juntos, y en la formación de
una comunidad de aprendizaje, democrática y participativa, como elementos claves en la
búsqueda por la verdad. Apropiadamente, la posmodernidad amonesta a no creer ciegamente a
las autoridades (libros de texto, expertos o incluso líderes religiosos) sino a sondear
profundamente, cuestionar y buscar la perspectiva más amplia. Los educadores cristianos, habrán
de fomentar el pensamiento crítico y un escepticismo sano.

La autenticidad del maestro.

Mientras la cosmovisión cristiana asevera que la Verdad universal realmente existe, también
reconoce los límites humanos de conocimiento parcial y la posibilidad de interpretaciones
imperfectas. En consecuencia, ninguno (ni siquiera un maestro) puede jactarse de infalibilidad o
de una comprensión cabal de algún tópico. Los educadores habrán de modelar el aprendizaje, la
autenticidad y la humildad; reconocer los límites del conocimiento propio, ser honestos acerca de
las debilidades, expresar la naturaleza tentativa de las conclusiones y evidenciar una pasión por
el continuo crecimiento. En vez de tratar de esconderse tras terminología críptica en una
pretensión de conocimiento, la declaración de un "No sé" sería conveniente. Es recomendable el
rechazo del uso manipulante del conocimiento como instrumento de poder.

La inclusión de la diversidad.
Sería de vital importancia enseñar no sólo a respetar diversos grupos étnicos y culturales, sino a
afirmar y celebrar la diversidad. Al hacer esto, sin embargo, no sólo habría que enfocarse en las
diferencias, sino en los rasgos y valores comunes de una cultura a otra en la hermandad de la
humanidad, encontrando la unidad en la diversidad, modelando y promoviendo la inclusividad.
En vez de implementar el enfoque de "un tamaño que se ajusta a todos", sería esperable que el
docente diferencie la enseñanza ofreciendo multiplicidad de caminos hacia metas personales, y
evitando estereotipos, intolerancia y cualquier etiqueta que pueda verse como degradante;
trabajando juanto a los discípulos las ideas de trato respetuoso hacia cada ser humano y
valoración de los marginados y oprimidos. Ser voz para los rechazados y explotados, haciendo
una diferencia positiva en el mundo, habría de ser un ideal a seguir.

El equilibrio de la razón y la emoción.

La modernidad enfatizó lo racional a cambio de lo emotivo. En contraste, la posmodernidad


promueve lo emocional, mientras rechaza lo racional. La educación cristiana debiera mantener
un balance crucial entre la razón y la emoción. Se esperaría que los docentes ayuden a los
alumnos a pensar crítica y analíticamente, y a fomentar la sensibilidad, la expresividad y la
pasión, comprendiendo que en lo racional y lo emotivo cada uno tiene sus límites y que la razón
y la emoción trabajan más eficazmente juntos, como contrapesos. Una emoción pujante, por
ejemplo, debería ser sopesada en virtud de sus consecuencias. De forma similar, una trayectoria
lógica de acción debería incorporar benevolencia y compasión. La preocupación posmoderna por
la dimensión afectiva de la vida también provee nuevas oportunidades para enfatizar actitudes,
valores y la formación del carácter dentro del proceso educativo. Ayuda a ver al estudiante de
una manera más integral y no sólo como un intelecto.

La emancipación del espíritu creativo.

La educación cristiana busca restaurar la imagen de Dios. Uno de los primeros atributos de Dios
se encuentra en su obra como Creador. Por consiguiente, la creatividad debe ría ocupar un lugar
crucial dentro del proceso educativo. Se esperaría que los educadores fomenten la imaginación y
la innovación, la curiosidad y la espontaneidad, incorporando en el currículo la expresión y la
resolución creativa de problemas, proveyendo un menú de opciones para el pensamiento y la
expresión creativa. Se esperaría que los alumnos se animen a utilizar metáforas y analogías, a
experimentar con ideas, a pensar de forma divergente, a tomar riesgos mentales, a explorar
nuevos horizontes, y a soñar con escenarios únicos y posibilidades novedosas. Los docentes
deberían manifestar receptividad, en lugar de una actitud crítica, hacia ideas innovadoras,
estimulando como afirmando la creatividad.

El puente espiritual-religioso.

Sería recomendable que los educadores cristianos, aprovecharan el interés posmoderno en la


espiritualidad (el despertar a lo metafísico y trascendental) y mantuviesen conversaciones acerca
de Dios, compartiendo sus experiencias personales con Él facilitando una comprensión más
profunda de la vida del espíritu, y del vínculo entre lo espiritual y lo religioso, aclararando falsas
concepciones, respondiendo a espacios de conflicto y reconociendo abiertamente en dónde la
religión ha quedado corta. La Iglesia debería ser presentada como una comunidad de fe, guiada
por el Espíritu, confrontando la injusticia y la opresión, y buscando crear un entendimiento
positivo de Dios en el mundo.

pamodo de conclucion y para resumir aspectos diferenciadores de cada periodo asjuntamos la


proxima tabla:

Bibliografia:

· Cristianismo y filosofía entre modernidad y posmodernidad (Borghesi)


https://www.mercaba.org/Filosofia/Borghesi/cristianismo_y_filosofia_entre_modernidad.
htm

· La educación superior cristiana en la Una perspectiva latinoamericana1 (Jerjes Ruiz


Castro) https://core.ac.uk/download/pdf/267026163.pdfpostmodernidad
· John Wesley Taylor(Southern Adventist University) https://www.scielo.org.ar/scielo.php?
script=sci_arttext&pid=S1669-27212012000200007

Juan Carlos Diviche

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