De La Memoria Como Un Averno Al Roce de
De La Memoria Como Un Averno Al Roce de
De La Memoria Como Un Averno Al Roce de
de Guadalupe Dueñas
mínima presentación
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De la memoria como un averno: “Al roce de la sombra”...
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Leticia Romero Chumacero
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De la memoria como un averno: “Al roce de la sombra”...
10
Ibid., p. 48.
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Loc. cit.
12
Ibid., p. 52.
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Leticia Romero Chumacero
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De la memoria como un averno: “Al roce de la sombra”...
atavío, que precede su salida hacia el comedor donde las Moncada aparecen
con un atuendo aún más recargado que el de la iesta, aunque deferentes y
memoriosas. El ornamento es colocado en un primer plano ya irrecusable.
Un detalle que se antojaba irrelevante –y había sido referido párrafos
atrás– adquiere en ese instante una trascendencia inusitada. Así como el
motivo del viaje vertebró las acciones del primer apartado, un símbolo de
lo recóndito, de lo subrepticio, asomó en el jardín descrito en la segunda
sección del relato. Ello ocurrió cuando las Moncada aprovecharon una
tarima, un San José de piedra y jarrones con begonias para cubrir cierto
pozo. En tales circunstancias, el detalle tan sólo parecía escenográico,
empero, dado que todo en el cuento lo es, tal rasgo está cargado de sentido y
el pozo precisa una lectura capaz de inscribirlo dentro del mismo perímetro
de signiicación oculta. Hacia tal razonamiento se apunta cuando Raquel,
en el comedor, obsesionada por simular que nada ha pasado, percibe el
olor de agua podrida emanado del foso del jardín. Algo descompuesto
ha emergido en el paraíso, simbolizado por el vergel: algo ha quedado
al descubierto.
La descomposición, por lo demás, lo abarca todo. El extraño sabor
del té que las Moncada le ofrecen, el repentino insomnio, la incapacidad
del personaje para comunicarse e incluso para moverse con normalidad
y su trayecto vacilante hacia el patio, cuyo pozo está a la vista, pues la tarima
ha sido removida. La inútil huida de Raquel hacia la habitación desde donde
intenta solicitar ayuda, sin lograr otra cosa que derribar algunos objetos
antes de desplomarse, dominada por el efecto de un veneno. La habitación
de donde las señoritas Moncada la extraen para arrojarla, sin piedad alguna,
en el pozo.
colofón
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Leticia Romero Chumacero
bibliografía