Ficha de Catedra Sexualidad Humana
Ficha de Catedra Sexualidad Humana
Ficha de Catedra Sexualidad Humana
La función del Ello es el logro del placer y la evitación del dolor o displacer. Obedece al
principio del placer y se rige por los procesos primarios (condensación y
desplazamiento).
Freud consideró que el aparato psíquico del bebé recién nacido es todo Ello, es todo deseo
que urge por ser satisfecho. Sus deseos de alimentación, calor, arrullo, placer, amor
requieren inmediata satisfacción, pero poco a poco va tolerando la espera, reconociendo
diferencias y situaciones. Este proceso da cuenta del surgimiento del Yoque tiene en
cuenta paulatinamente las características del mundo exterior. A medida que va creciendo,
la experiencia se complejiza y aprende que hay cosas que puede hacer y otras que no. En
ese momento comienza a formarse el superyó.
La relación entre las tres instancias no es sencilla. Si bien el Yo enfrenta la realidad y parece
tener dominio de las situaciones, muchas veces es invadido por la fuerza del Ello y recibe
las críticas del Súperyo. El equilibrio entre las tres instancias está sometida a tensiones y
conflictos entre diferentes fuerzas.
Las dos teorías que hemos estudiado constituyen la estructura del aparato psíquico, esto
es de qué partes está compuesta. Esta estructura funciona de una determinada manera.
A la forma de funcionamiento del aparato psíquico se la llama dinámica.
Este aparato requiere una cantidad de energía para poder funcionar. Así como nuestro
organismo requiere energía para realizar funciones vitales tales como respirar, caminar,
etc., hay actividades psíquicas: percibir, razonar, soñar, imaginar, recordar, que necesitan
de una energía psíquica. La cantidad de energía psíquica es limitada, se distribuye entre
el ello, el yo y el superyó. Cuando una de las instancias utiliza mucha cantidad de energía
las otras instancias se debilitan.
La sexualidad humana.
Para comprender qué contenidos psíquicos son los que pueden sufrir las consecuencias de
las operaciones del mecanismo de represión, resulta indispensable tener en cuenta el
concepto de sexualidad en el marco de la teoría psicoanalítica.
Las experiencias placenteras desde la más tierna infancia se conservan sin deterioro a lo
largo de toda la vida. Se representan en el sistema inconsciente involucrando sensaciones
corporales vividas y sentidas en el encuentro con otro, quien acompañó la producción de
tales marcas. El proceso es absolutamente necesario, indispensable para nuestra
constitución como personas. Si no llegara a existir la figura cuidadora que toca, mece, cuida
y ama al niño, éste no llega a organizar la vida psíquica.
En este sentido, la sexualidad de la que habla el Psicoanálisis es vital y constitutiva de la
persona.
Es prioritaria la existencia de experiencias de placer, de sexualidad, para poder acceder a
la vida psíquica, para que se produzcan las inscripciones únicas que nos harán ser como
somos. Tales inscripciones irán conformando el contenido, las representaciones que
pervivirán en el sistema Inconsciente, estudiado y descrito por Freud. Nunca se harán
conscientes, vivirán bajo el dominio de la legalidad del inconsciente, alojadas en el Ello, y
en ocasiones podrán llegar a establecer vinculaciones indirectas o disfrazadas con alguna
idea pre-conscientes que a su vez, puede acceder a la conciencia. Sólo podrá darse a
conocer indirectamente, a través de manifestaciones tales como sueños, actos fallidos,
síntomas.
El registro de las primeras experiencias de satisfacción inaugura el orden puramente
psíquico, el de los deseos que son considerados por el Psicoanálisis como el verdadero
motor que alimenta el funcionamiento psíquico.
En la realidad externa el reencuentro “tal cual” con aquello que nos produjo placer es
imposible, sin embargo, bajo la realidad psíquica inconsciente, los deseos no se dan por
vencidos y nos impulsan a la búsqueda.
Los otros animales están guiados por los instintos, mientras que el ser humano está
determinado por la pulsión sexual.
A diferencia del instinto, la pulsión no posee un objeto predeterminado (para toda la especie)
sino que se trata de un objeto singular que cambia de un individuo a otro. Qué y quién
produce placer es muy variable entre las personas. Depende de su historia y la formación
de los deseos.
Veamos las diferencias que el mismo Freud establece entre su concepto de sexualidad y
las ideas populares al respecto vigentes en su época:
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Psicología del Desarrollo y del Aprendizaje I. Cát Franco | 2023
En la cita, Freud señala los errores que sostiene el saber popular respecto de tres puntos
que él considera claves acerca de la sexualidad humana. Suele sostenerse que está
ausente en la infancia, que se despierta recién en la pubertad y que su finalidad es la cópula
sexual con una pareja del otro sexo.
No es sinónimo de genitalidad.
Es mucho más amplia que la genitalidad ya que incluye todas las
experiencias placenteras.
Se define en relación con el placer, siendo el placer genital es uno de los posibles.
Así definida, la sexualidad está presente desde el primer segundo de vida de un individuo,
y tendrá un desarrollo a lo largo de la vida, y en particular en los primeros años.
Freud denomina "evolución psicosexual" al desarrollo de la sexualidad. Esa evolución se
divide en etapas, las cuales se fundamentan en dos conceptos: libido y zona erógena.
En cuanto a las zonas erógenas, son aquellas zonas corporales que se fueron
constituyendo en fuentes de excitación sexual durante los primeros tramos de la vida, hasta
llegar a la sexualidad adulta donde encuentran cierta síntesis. Son zonas del cuerpo que se
vinculan con experiencias placenteras.
Desarrollo psicosexual
Las experiencias de placer están presentes casi desde el inicio de la vida y esta idea permite
plantear la existencia de una "sexualidad infantil".
Las primeras pulsiones aparecen apoyadas sobre las vivencias de placer vinculadas con
la recepción del alimento. Pero, muy pronto ese placer se independiza del acto de
alimentación y el chupeteo se vuelve placentero en sí mismo, constituyéndose la primera
zona erógena: labios y boca. Esta misma operatoria se reitera en relación con las funciones
excretorias.
La sexualidad del niño no está al servicio de la reproducción sino a la misma práctica de las
pulsiones parciales (oral, anal y fálica) que buscan ganar placer en el propio cuerpo. Todos
esos placeres pulsionales / sexuales se van organizando en fases que tienen un orden
sucesivo, pero a la vez se superponen y coexisten durante el desarrollo.
Luego de la fase fálica, en la que el niño generalmente construye "teorías sexuales" sobre
la diferencia anotómica de los sexos y sobre el origen de los niños, comienza un período
caracterizado por la declinación del interés sexual. Se inicia una etapa de "latencia" en la
que los pensamientos y sucesos ligados a la sexualidad caen bajo una "amnesia infantil":
el niño no los recuerda. Este hecho se relaciona con la acción de la represión que consolida
la división el aparato psíquico y el surgimiento de sus instancias: yo, ello y superyo, básicas
del psiquismo humano.
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