2005 Orfeo Insugeo
2005 Orfeo Insugeo
2005 Orfeo Insugeo
H
F. G. GEOLÓGICA
Aceñolaza
ISTORIA DEL IBERÁ
(Coordinador) 71
Tucumán, 2005 - ISBN: 987-9390-69-5 - ISSN 1514-4836 - ISSN On-Line 1668-3242
Oscar ORFEO 1
Introducción
Los estudios que abordan el análisis de la diversidad biológica del Iberá identifican la presencia de
organismos claramente asociados al río Paraná, algo que debe ser explicado teniendo en cuenta el
presente aislamiento geográfico entre ambos.
Para comprender la biodiversidad actual del Iberá y vincularla con la paleobiodiversidad, es
necesario tener en cuenta su transformación desde un amplio corredor fluvial hasta conformar un
extenso mosaico de cuerpos leníticos. Esta región que en la actualidad tiene características palustres
también fue escenario del derrame de gruesos mantos de lava y del desarrollo de dunas eólicas en un
desierto de arena. Algunos de estos cambios en el paisaje, produjeron una serie de procesos naturales
concatenados, cuya descripción requiere el uso de la escala geológica del tiempo.
En esta contribución se presenta la secuencia evolutiva de la región del Iberá, integrando distintas
fuentes de información, para ofrecer una síntesis de los eventos más relevantes del área desde el
Precámbrico hasta el Reciente, con énfasis en las últimas etapas de su historia geológica.
Área de estudio
El Iberá es un extenso sistema de esteros, bañados, lagos someros y cursos de distinto orden
interconectados, con características que lo convierten en un macrohumedal único en América del Sur
1
CONICET, Centro de Ecología Aplicada del Litoral (CECOAL); UNNE, Facultad de Ciencias Exactas y
Naturales (FACENA). Casilla de Correo 291, 3400 Corrientes. E-mail: orfeo@arnet.com.ar
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El peso acumulado del material lávico, cuyo espesor máximo medido en perforaciones supera
los 1.500 m, es el responsable de la tercera y última etapa importante de subsidencia de esta cuenca
(Chebli el al., 1989).
Sedimentitas epiclásticas y carbonáticas conforman el ciclo sedimentario IV (Chebli et al., 1989)
de edad Cretácico superior. Las epiclastitas forman cuerpos lentiformes de conglomerados, areniscas
y pelitas, con rápidas variaciones granulométricas tanto verticales como horizontales. Por precipita-
ción de carbonatos entre los granos detríticos, las facies epiclásticas se transforman gradualmente en
verdaderas calizas.
La baja tasa de subsidencia que afectó la cuenca desde el Oligoceno determina una sedimentación
de escasa potencia dominada por el viento, generando depósitos loéssicos y, posteriormente, calcretes
debido a la precipitación carbonática. En forma subordinada se registra la presencia de sedimentos
subácueos correspondientes a canales efímeros. Estos depósitos, cuyo espesor máximo en la pro-
vincia de Corrientes alcanza 23 m, constituyen el ciclo sedimentario V (Chebli et al., 1989).
El ciclo sedimentario VI está representado por depósitos marinos miocenos provenientes del
denominado Mar Paranense (o Entrerriano), de poca profundidad y aguas templadas a cálidas, que
cubrió un amplio sector de la cuenca Chaco-Paranense y la porción oriental de la Mesopotamia
(Russo et al., 1979). Dicho mar interior penetró por el actual Río de la Plata y alcanzó la latitud de la
ciudad de Corrientes, extendiéndose hacia el Este posiblemente hasta el meridiano de la laguna Iberá
(Teruggi, 1970). Este proceso estuvo controlado por la deformación andina originada por flexión de
carga tectónica, que comienza y se desarrolla durante el acortamiento orogénico de los Andes (Ra-
mos, 1999).
Posteriormente el ascenso de la región origina la somerización del ambiente marino generando
extensas áreas palustres con depósitos de gredas yesíferas (Teruggi, 1970). El retroceso del Mar
Entrerriano permitió el depósito de facies pliocenas a cuaternarias dominantemente arenosas. Se
trata del lento relleno de origen fluvial de una cuenca con escasa subsidencia, afectada solamente por
movimientos epirogénicos poco relevantes (ciclo sedimentario VII, Chebli et al. 1989).
El ciclo sedimentario VIII está representado por facies clásticas y carbonáticas pleistocenas, don-
de Chebli et al. (1989) reconocen tres subciclos. El primero, de edad Ensenadense, corresponde a
depósitos eólicos con presencia de carbonatos. El segundo, de edad Bonaerense, tiene origen eólico
con depósitos en regiones semiáridas de escasa pendiente, bajo régimen pluvial marcadamente
estacional. El tercer y último subciclo corresponde a sedimentos palustres y lacustres depositados en
clima seco.
Se destacan en esta cuenca dos grandes lineamientos tectónicos que delimitan fallas de extensión
regional y ancho del orden de las decenas de metros (Chebli et al., 1989). Corresponden a antiguas
zonas de debilidad del basamento Precámbrico reactivadas por movimientos compresivos recurren-
tes que generaron bloques desplazados en dirección vertical. Estas fallas fueron fuertemente reactivadas
durante la fracturación del Gondwana (Jurásico-Cretácico), originando familias de fallas subparalelas
que favorecieron el derrame basáltico anteriormente mencionado (ciclo sedimentario III). Estos
patrones de fracturación continúan activos, generando movimientos discretos en la cobertura
cuaternaria de la Mesopotamia, donde se aprecian controles significativos en la red de drenaje.
En la provincia de Corrientes, Iriondo (1987) reconoce al menos dos grandes líneas de falla. Una
de ellas tendría dirección NE-SO desde Ituzaingó hasta la localidad entrerriana de La Paz, recorriendo
unos 480 km. El otro lineamiento tiene rumbo meridional coincidente con el curso del río Paraná
entre las ciudades de Corrientes y Esquina, alcanzando hacia el sur la falla antes mencionada.
Son extensas fracturas que atraviesan elementos menores, limitando megabloques elongados y
basculados, la mayor parte de los cuales inclina hacia el Este (Iriondo, 1987; 1988). Este esquema
estructural es coincidente con el presentado por Castellanos (1965), excepto en el recorrido de la falla
que atraviesa diagonalmente el área central de la provincia.
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De acuerdo con Padula y Mingramm (1968), la morfología de los Esteros del Iberá está contro-
lada pasivamente por una serie de fallas pertenecientes a la cuenca Chacoparanense.
y cutículas) no es posible precisar la edad de esta Formación (Herbst y Santa Cruz, 1985), aunque
dichos autores sugieren por correlación estratigráfica una edad Plioceno (superior?).
En el área de los esteros del Iberá la Fm Ituzaingó yace en discordancia erosiva sobre los basaltos
y/o areniscas del Grupo Solari - Serra Geral (perforación Concepción N°1, INCYTH, 1977). En
superficie aflora en forma de abanico formando cordones discontinuos de distribución radial con
ápice en el área de Ituzaingó (Fig.2). Estas lomadas cruzan diagonalmente la mitad noroccidental de
la provincia dejando evidencias de importantes corrientes fluviales que atravesaron el territorio ac-
tualmente ocupado por los esteros del Iberá, aflorando también en casi toda la margen correntina del
río Paraná (Fig.3).
A partir de la excelente preservación de los mencionados rasgos morfológicos y otras evidencias
de campo, Iriondo (1991) concluye que en la mitad noroeste de Corrientes se desarrolló un modelo
sedimentario caracterizado por la presencia de fajas fluviales controladas por fracturas, finalmente
abandonadas por avulsión. Tales depósitos fueron generados por el río Paraná desde el Plioceno
hasta la actualidad, siendo la línea Iberá - Río Corriente - Bajo de los Saladillos, la última faja ocupada
por el Paraná antes de su posición actual (Iriondo, 1991).
Hubo una tendencia migratoria del río Paraná de Sur a Norte, capturando sucesivamente diferen-
tes segmentos del río Paraguay para ocupar su valle antecedente. Ello explica las diferencias que aquí
se observan entre el modelo de escurrimiento de la planicie de inundación (meandroso) y del canal
principal del río Paraná (entrelazado), debido a la influencia de corrientes fluviales de distinta proce-
dencia (Orfeo, 1996a; Orfeo y Stevaux, 2002).
Las antiguas vías de escurrimiento abandonadas por el río Paraná, fueron posteriormente ocupa-
das por cursos autóctonos de la provincia de Corrientes (Castellanos, 1965), como por ejemplo los
ríos Batel, Batelito, Santa Lucía, Ambrosio, San Lorenzo, Empedrado, Sombrero, Riachuelo.
La confluencia entre los ríos Paraná y Paraguay fue migrando progresivamente hacia el norte. Los
últimos cambios de ubicación de dicho encuentro fluvial fueron identificados como eventos desa-
rrollados bajo un régimen hidrológico y climático semejante al presente en respuesta al tectonismo
holocénico (Orfeo, 1998). La reconstrucción del antiguo diseño de escurrimiento del río Paraná cerca
del límite Norte de la provincia de Corrientes (Popolizio, 1977), confirma la continuidad de los
factores de control durante este proceso.
Los depósitos de la Fm Ituzaingó demuestran que la pendiente antigua del río Paraná no ha
cambiado significativamente hasta el presente, admitiéndose un posible control estructural como
límite para la margen izquierda del cauce (Jalfin, 1988). .Tales afloramientos, muchos de los cuales
atraviesan la región del Iberá, representan un paleorío arenoso con diseño entrelazado debido al
efecto de barras transversales (Jalfin, 1988) similares a las actuales (Orfeo, 1996b).
Los canales abandonados por avulsión dieron origen a lagunas rápidamente colonizadas por
bivalvos dulceacuícolas y vegetación de poco porte (Morton y Jalfin, 1987), bajo el dominio de un
clima subtropical semejante al presente (Morton, 2004). Dichas comunidades coexistieron en el
Plioceno de la provincia de Corrientes con selvas higrófilas y bosques xerófilos, en un área de
contacto donde se unen las provincias fitogeográficas Paranaense y Chaqueña (Anzótegui y Garralla,
2004).
En discordancia erosiva sobre la Fm Ituzaingó yacen las Formaciones Toropí (Pleistoceno me-
dio alto) y Yupoí (Pleistoceno superior) (Herbst y Santa Cruz, 1985), posteriormente reconocidas
como una sola unidad (Herbst y Santa Cruz, 1995) asignada finalmente al Pleistoceno inferior (0,8
1,3 M.a.) (Iriondo et al., 1998). Son sedimentos finos (areniscas limo-arcillosas y limolitas areno-
arcillosas), básicamente de composición cuarzosa, cohesivos, pobremente seleccionados, color gris
claro (localmente negro en la porción superior de los perfiles), indicando sedimentación en ambiente
reductor típica de pantanos. Asimismo se observan en la parte superior de los afloramientos gran
cantidad de concreciones, tanto carbonáticas como de manganeso (Iriondo et al., 1998).
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Esta Formación, de amplia extensión superficial en territorio correntino, rodea casi por completo
al complejo de lagunas y esteros que conforman el Iberá (Fig.2). Dentro de dicha región se la observa
superficialmente interdigitada con los afloramientos de la Fm Ituzaingó. En varios lugares de esta
provincia se reconocen intercalados entre los sedimentos de la Fm Toropí/Yupoí paleocanales
rellenos de grava. Las gravas están compuestas por clastos de sílice, fragmentos de basalto y costras
férricas, en algunos casos limpios y en otros incluidos en una matriz arenosa de color rojo. Esta facies
de canal de moderada energía asociada con los depósitos palustres, además de la precipitación de
carbonatos, conforman un patrón correspondiente a planicies desarrolladas en clima semi-árido
(Iriondo et al., 1998).
Durante el Holoceno inferior y medio la región estuvo sometida a clima húmedo, favoreciendo
el desarrollo de las redes fluviales (Iriondo, 1991). En las inmediaciones de la localidad de Ituzaingó,
esto es, en las cabeceras de los esteros del Iberá, se describieron geoformas originadas por una
prolongada actividad hídrica (paleocanal, paleoalbardón, paleollanura aluvial) claramente diferencia-
das del paisaje palustre actual, cuya presencia se vincula a la evolución geológica del río Paraná durante
este período (Orfeo, 2000).
Estas geoformas fluviales fueron mayormente cubiertas en el Holoceno superior por una delga-
da capa (15 a 25 cm) de limo eólico identificada como Fm San Guillermo (Iriondo, 1991), que apoya
tanto sobre la Fm Ituzaingó como sobre la Fm Toropí/Yupoí. Su presencia es indicativa de un
persistente clima seco que en territorio correntino formó campos de dunas y hoyos de deflación.
En los últimos 3000 años la región quedó influenciada por clima húmedo generador de excesos
hídricos (Iriondo, 1991). La escasa pendiente sumada a la insuficiencia de la red de escurrimiento,
originó el desarrollo en Corrientes de la región denominada actualmente como Esteros del Iberá. La
baja variabilidad climática y la alta productividad de la vegetación favorecieron el desarrollo de suelos
orgánicos (conocidos como embalsados) sobre los lagos y cuerpos de agua, acentuando el proceso
de senescencia (Neiff, 2004) por colmatación.
Comentarios finales
La historia geológica de la región actualmente conocida como Esteros del Iberá comienza a tener
identidad propia a partir de los movimientos tectónicos que determinaron el levantamiento de la
cordillera andina. Dicha orogenia desencadenó fuerzas compresivas desde el Este que fracturaron las
potentes coladas de lava basáltica acumuladas en la mencionada región. Se generaron así grandes
bloques de roca separados por varios sistemas de fallas de rumbo dominante NE-SO y NO-SE, con
rechazo fundamentalmente vertical. Los movimientos epirogénicos posteriores dieron lugar al ajus-
te independiente de los megabloques, modelando la topografía del subsuelo cubierto por relleno
sedimentario. Ello generó en la provincia de Corrientes la extensa depresión que la atraviesa casi por
completo en sentido NE-SO, sobre la cual de desarrollaron importantes vías de escurrimiento
fluvial. A fines del Plioceno se concentraron en esas tierras deprimidas los excesos hídricos prove-
nientes del Norte del continente, iniciando su actividad geológica el actual río Paraná. Movimientos
tectónicos posteriores acentuaron el desplazamiento vertical de los bloques del subsuelo, desencade-
nando cambios en el diseño de escurrimiento de las aguas superficiales. Como consecuencia se
produjo en la provincia de Corrientes la migración del río Paraná de sur a norte hasta ocupar su
posición actual, que evidencia un claro control estructural. La depresión central del territorio correntino
quedó desconectada del río Paraná en las inmediaciones de la localidad de Ituzaingó. La separación
entre el cauce actual y antiguo de este río es de escasos kilómetros, y está conformada por basaltos, en
parte alterados y/o diaclasados, cubiertos por areniscas friables. El antiguo valle fluvial quedó trans-
formado en una cubeta de escasa pendiente, ineficiente para evacuar los excesos hídricos de los
últimos 1000 años, cuando se instaló el clima actual. Esto dio lugar al desarrollo de un extenso
HISTORIA GEOLÓGICA DEL IBERÁ 77
Agradecimientos
Al Dr. Juan J. Neiff por sus valiosos comentarios y sugerencias, que enriquecieron sustancialmente el texto.
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